Las cortinas de la ventana se alzaban en el espacio por el viento que entraba. Su espalda desnuda brillaba con la luz que invadía por la ventana. Su rostro reflejaba serenidad... los problemas estaban en el olvido. Su mente en blanco era libre de todo preocupamiento, las experiencias vividas eran sepultadas en esa oscuridad que nadie conoce, en aquella profundidad oculta detrás del corazón, en donde los deseos son restringidos por la razón. Aquel lugar que sólo es descubierto cuando la pasión es más poderosa que la mente, cuando la sed de amor es incontrolable y esta se desborda por cada poro de piel.

Al fin todo era tranquilidad. Los recuerdos ya no existían en la razón. La eterna angustia dejó de ser su condena. Su dolor había sido consumido a lo más profundo de su ser. Tal vez lo había olvidado, pero su existencia seguiría en él hasta un nuevo despertar.

Sus ojos con pesadez se abrieron al extraño mundo en el que estaba obligado a vivir. La luz lo cegó unos segundos, pero su visión se acostumbró nuevamente al espacio en que existía. Sintió otro respirar bajo su cabeza. Estaba apoyado sobre otro cuerpo, sobre otro pecho, sobre otra piel. Los brazos de su acompañante lo abrazaban mientras dormía. Sentía la seguridad que había perdido, pero nada más. Se levantó sin hacer ruido, para no despertar a su koi. Quitó las sabanas que cubrían el resto de su cuerpo y caminó por la habitación para alcanzar algo de ropa.

"Buenos días" – Dijo el joven que se incorporaba a la realidad.

"Buenos días Eriol" – El castaño regresó sobre sus pasos y se acercó a su acompañante. Se deslizó sobre este, para quedar frente a frente con su rostro. Lo besó delicadamente, pero no transmitió sentimiento alguno. – "¿Cómo dormiste?"

"Sabes que dormir contigo es dormir en el cielo... siento que nunca había estado tan feliz... y tú Syaoran, nunca me dices como dormiste"

"Esta noche dormí contigo, me hiciste el amor y descansé sobre tu pecho hasta el amanecer" – Las palabras brotaron del castaño sin siquiera haberlas pensado.

"Discúlpame, no quería molestarte" – El sentimiento de tristeza embargó a Eriol por completo. Desde que Syaoran lo había aceptado como su pareja, no había recibido de este ningún otro afecto. Las emociones en Syaoran se borraban cada día más. Las ganas de vivir habían sido robadas y el pasar de los días era su única motivación. – "Syaoran, yo sólo trato de quererte de la mejor manera posible, si te he hecho sentir ofendido, por favor dímelo... tal ves nuestra relación no deba continuar".

"No digas eso...es sólo que aún me es difícil expresarme" – Syaoran había quitado la mirada a Eriol y buscaba cualquier otro punto en el cual concentrarse.

"Syaoran, llevamos dos meses juntos... pensé que ya habías apartado tu temor... creía que empezabas a quererme" – Eriol hablaba esperanzado, tratando de obtener alguna respuesta que tanto anhelaba.

"Eso es lo que quiero, no sabes como duele estar a tu lado y no sentir ningún sentimiento... es como si me los hubieran robado y me es imposible recuperarlos" – El castaño regresó su mirada a su koi, sus ojos vidriosos eran contradictorios a su firmeza corporal.

"Si compartieras tu dolor conmigo, tal ves ya lo habrías olvidado y tu vida no perdería el sentido que hoy no tiene" – La voz de Eriol se quebraba, pero debía permanecer fuerte ante la coraza de Syaoran.

"¿Por qué crees que puedes solucionar todos mi problemas?... ¿ACASO NO PUEDES ESCONDER TU IMPOTENCIA TAN SÓLO UNA VES?..."

"¿POR QUÉ NO ME DEJAS AYUDARTE?... NO PUEDES SOLO CON ESE PESAR, TE ESTÁ CONSUMIENDO Y DE ALGUNA FORMA A MI TAMBIÉN, NO PUEDO SOPORTAR VERTE DE ESA FORMA!... DEBES TRATAR DE SUPERAR AQUELLA EXPERIENCIA!"

"NO QUIERO SUPERARLA!... ENTIÉNDEME PORFAVOR... NO QUIERO SUPERARLA, SÓLO QUIERO!... sepultarla..." – La espalda de Syaoran se deslizó por la fría pared hasta llegar al suelo. Sus brazos, apoyados sobre sus rodillas, ocultaban su rostro.

El silencio producido tras la discusión era quebrado por pequeños y ahogados sollozos del castaño. Eriol se levantó y caminó lentamente hacia Syaoran. Al igual que este, se deslizó por la pared y dejó caer su cuerpo a su lado. Alzó el brazo continuo a Syaoran y lo coloco sobre el hombro del castaño, mientras este se dejaba caer hacia el lado sobre las desnudas piernas de Eriol. Su llanto creció y las lágrimas se deslizaban por la piel de su pareja.

"Syaoran...yo sólo quiero ayudarte como me pediste hace dos meses... sólo quiero que recuperes tu felicidad"

"Y yo quiero recuperarla... pero cada ves que empiezo a ver una luz en tanta oscuridad, caigo nuevamente en aquel oscuro vacio..."

"Yo seré tu guía..."

"No puedes... nadie puede... mi alma ha sido ahogada en el infierno"

"Syaoran, no digas eso..."

"Sólo quiero volver a ser libre como antes... no tener temor a la vida y aferrarme a la dicha".

"Eso depende de ti... yo sólo puedo acompañarte..." - Eriol levantó la cabeza de Syaoran y este se giró para poder mirarlo, pero Eriol se había levantado del suelo y caminaba hacia una silla junto a la ventana.

"¿A dónde vas?"

"Debo estar solo" – Tomó algo de ropa y se vistió. Caminó junto a Syaoran y este lo detuvo.

"No me dejes"

"Hoy no me necesitas... regresaré mañana... cuídate" – Eriol se soltó de Syaoran y desapareció tras cerrar la puerta.

Syaoran se levantó y caminó hacia el baño junto a su pieza. Abrió la llave y dejó correr el agua, mientras se llenaba. Regresó a la habitación y se apoyó en el marco de la ventana, mirando los edificios y árboles que esta le mostraba. Habían transcurrido varios minutos y la luz del sol dejaba huellas en la piel desnuda del castaño. Cerró las cortinas y caminó sobre sus pasos hacia el baño. Cerró la llave, para detener el agua que se desbordaba de la ducha.

Con lentitud se metió en el agua para recostarse. Descansó su cuello en el borde de la bañera. Dejó salir de su boca un largo suspiro y cerrando los ojos se dejó caer totalmente bajo el agua. Sus cabellos castaños eran lo único que flotaba en el agua. El aire que quedaba en los pulmones desaparecía y la desesperación por respirar aumentaba. Los últimos rastros de aire que llegaban al cerebro se habían desvanecido. La muerte era el siguiente paso.

Su cuerpo se trasladó a un mundo nunca antes visto y observó la felicidad de muchos seres que compartían la dicha que él tanto anhelaba. Al fin la había conseguido, después de tanta agonía en su corazón, había logrado la paz. Dio un paso para acercarse donde los demás, pero al momento de poner el pie sobre tierra, una fuerte convulsión del espacio lo sacudió y transportó nuevamente a aquel baño en donde su cuerpo debiera descansar solo. Sintió un frío recorrer su cuerpo y unos ojos negros profundos lo miraban. Sus ojos aún no lograban dar figura a la persona y no podía saber quién era. Su cuerpo estaba tan pesado como toneladas y le era imposible levantar alguna extremidad. Nuevamente intentó enfocar el rostro de la persona pero todo era confuso aún… su audición era lo único que detectaba todo a su alrededor. Escuchaba su respirar y el de la otra persona. Su anonimato se resolvió unos segundos después.

"Si vas a morir, tendrás que llevarme contigo"

Al fin supo de quién se trataba. Esa voz la conocía muy bien. Había susurrado a su oído muchas veces antes y con el mismo tono de voz. Su corazón volvió a latir y la adrenalina hizo que la sangre llenara todas sus venas nuevamente. Sus ojos regresaron a la normalidad y aquel rostro moreno y dueño de la voz estaban sobre él. Touya lo miraba directamente a los ojos.

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Las cosas daban vueltas a su alrededor. Las luces brillaban por doquier. Sus ojos no lograban ver sobre aquel extraño espacio. Un mundo oscuro rodeaba su cuerpo. Veía imágenes pasar junto a su ser en forma veloz y extraños ruidos eran provocados de algún lugar. Todo era confuso, no lograba saber en donde se encontraba.

Su cuerpo se encontraba inmóvil, no tenía voluntad propia en sus movimientos. Las luces brillantes comenzaron a desaparecer una a una. Una extraña oscuridad comenzó a crecer en aquel extraño lugar.

Las imágenes comenzaron a crecer, alcanzando un tamaño inimaginable. Cada vez pasaban con mayor velocidad junto a él. Una de las imágenes se detuvo frente a su presencia y comenzó a verse como una película, diferentes acontecimientos iban sucediendo. Su mente se paralizó al ver que era él quien salía en las imágenes. Los ruidos comenzaron a volverse entendibles y se unieron a las imágenes formando una verdadera película. La situación era incontrolable, su mente no lograba soportar tanta distorsión, todo era demasiado confuso y no lograba entender nada, ni su paradero ni el porqué de su niñez frente a sus ojos. Eriol estaba en aquel video… luego Touya.

Toda su vida fue mostrada en aquel video, hasta llegar al momento en que perdió el conocimiento y Touya regresaba a su vida después de tanto tiempo. El tiempo transcurrido era imposible de conocer. No tenía conocimiento alguno de su situación. Su razón había dejado de funcionar y era manipulado por aquel lugar.

De manera desconcertante un recuerdo llenó su mente. Era Touya, acariciando el cuerpo de Yukito. Sus manos rozando aquella blanca piel. Los labios del moreno besando otro cuerpo. El odio lo embargó. Las imágenes se transformaron en otro recuerdo. Esta ves era él besando a Eriol, ocultando sus sentimientos y ofreciéndole un amor que nunca surgió.

En aquel momento la película explotó en millones de pequeñas imágenes y se lanzaron en picada hacia el cuerpo del castaño. El grito de Syaoran llenó el extraño lugar y las imágenes se incrustaron una a una en el lugar en donde su corazón debiera estar. El último rastro de luces que brillaba en la lejanía se extinguió. Bajo sus pies el suelo se desvaneció. Su cuerpo comenzó a caer en un vacío oscuro, que no dejaba ver ni sus propias manos. Trató de aferrarse a la nada, pero su caer era inminente. La caída fue eterna, sin luz, sin sentido de orientación ni conocimiento del tiempo transcurrido. Su preocupación por saber en qué lugar se encontraba se había esfumado. Un fuerte viento proveniente del fondo sopló, provocando que Syaoran tocara fondo suavemente. No lograba ver nada, caminó algunos pasos y se topó con paredes circulares. Daba la impresión que había caído en lo más profundo de un agujero.

Trató de concentrarse y pensar en el lugar en que se encontraba. Quería recuperar su razonamiento aunque fuera tan sólo por esos momentos. Pensó en todo lo sucedido desde que vió esa película. Las imágenes que llenaron su mente. El odio que lo embargó… ese odio que había sentido tantas veces antes, el único sentimiento que aún conservaba en su interior. Fue en ese momento en que logró darse cuenta que se encontraba en lo más profundo de su corazón. Las emociones en aquel lugar no existían. Se encontraba sin miedo, sin dolor, sin sufrimiento ni felicidad. Ningún sentimiento embargó su cuerpo. Todo tenía sentido. Desde ese momento habitaría en el Odio… el odio que lo cobijó desde el momento en que perdió el sentido de vivir… desde que se dio cuenta que podría sobrevivir alimentándose del sufrimiento de otro… ya no habían dudas, su destino era vivir en su propio infierno, oculto en la oscuridad, para que nadie volviera a verlo nuevamente.

Al fin logró la paz que siempre quiso… rodeado de oscuridad como debía ser… nadie se molestaría por ayudarlo y lo dejarían vivir por siempre en aquel lugar. Ya no dañaría a nadie… Eriol podría vivir tranquilo y sin ese dolor de no poder ayudar a un ser sin alma.

Los días pasaron. No necesitaba comer… su alma estaba encerrada en aquel lugar sin necesidades. Todo era innecesario… las simplicidades humanas ya no eran relevantes… Su cuerpo ya no existía, la materia corpórea había sido consumida por aquel sitio… su mente era libre junto a su espíritu, ya no había necesidad de sentir hambre.

Meses… transcurrieron meses desde que su espíritu se depositó en aquel extraño lugar… el tiempo le era inútil y nada sucedía… miraba la oscuridad las 24 hrs. del día… no tenía necesidad de dormir. Sus ojos no parpadeaban. Su hambre ya no existía… sus sentidos habían dejado de funcionar. Su mente se encontraba en un transe sin remedio… al menos voluntariamente.

Toda la monotonía lo postraba a vivir en un lugar desconocido. La oscuridad eran sus ojos. Su espíritu se extinguía con cada segundo transcurrido. Su ser era cada vez más diminuto. Tan sólo quedaba contar los días a su total desaparición. Pero, qué importaba?... Nadie sabia su ubicación, acaso alguien osaría entrar a su mente y llegar a lo más profundo de su corazón, sólo para salvarlo. Nadie se molestaría a lograr semejante travesía sólo por él… ¿quién era él?... nadie, solo un puñado de materia viviente, que no tenía sentido alguno de continuar ocupando un lugar en el mundo.

Cuando ya se había acostumbrado a su realidad y los últimos rastros de su alma desaparecían de su existir, algo extraño sucedió… sus ojos creyeron ver algo, lo cual era imposible frente a tanta oscuridad. Pero así era, algo muy lejano se acercaba… una extraña luz avanzaba hacia él. Sus ojos parpadearon por primera vez después de tanto tiempo. El brillo era insoportable, y no lograba acostumbrarse a aquella claridad. Era primera vez que veía, era como nacer de nuevo. Sus ojos debían acostumbrarse rápidamente a aquella tortura. La luz seguía avanzando y nada la detenía. Sintió miedo.

Miedo… ¿cómo es posible que sintiera miedo?... su cuerpo había sido inhibido de sentimientos y sensaciones. ¿Qué significaba eso?... esa luz tenía algo que ver, pero no lograba entenderlo. Sujetó con fuerza su cabeza… sus brazos respondían a sus necesidades. Tranquilidad… había sentido tranquilidad… pero no lo entendía, su razón se confundía y su alma regresaba… su cuerpo volvía a ser corpóreo.

La luz estaba frente a él. Trató de levantarse y con flaqueza se sostuvo sobre sus pies. Circuló a su alrededor y la miró con curiosidad. ¿De donde vendría?... levantó su brazo y con lentitud tocó el brillo con uno de sus dedos. Su mano fue absorbida por aquel resplandor. Su tacto no percibía nada. De un momento a otro su brazo fue expulsado de la luminosidad y su cuerpo voló por el aire contra la oscura pared. La bola de luz exploto en millones de partículas luminosas, llenando de brillo todo el lugar.

Por primera vez el castaño pudo ver la zona en donde su alma había habitado durante todos esos meses. Era un lugar espantoso, la maldad vivía en aquel lugar, el odio y el dolor.

Un espantoso olor comenzó a brotar del suelo. Al mirar detenidamente el proveniencia del hedor, Syaoran notó que bajo sus pies raíces habían crecido y lo ataban al suelo. Su cerebro cayó en la desesperación. Nada tenía sentido. Su mente era un revoltijo de ideas. Un grito ahogado salió de su cuerpo.

Sus ojos fueron cegados nuevamente por un resplandor. Las diminutas luces brillaban intensamente y comenzaban a moverse circularmente.

Las pequeñas luces volvieron a unirse y un nuevo video apareció frente a los ojos del castaño. Era Touya… Touya estaba frente a él, pero sólo su rostro… parecía que le hablara, pero no lograba escucharlo. El rostro del moreno le hablaba y gesticulaba, pero no lograba entender nada… ¿Por qué aparecía Touya en el lugar más profundo y oscuro de su corazón después de tantos meses?... La tristeza lo embargó al no poder oír al moreno.

En ese momento, un extraño sonido comenzó a salir del video de Touya… su rostro estaba hablando!... Syaoran podía oír con dificultad su voz… estaba tan feliz por eso…

El video nuevamente se transformó y mostró una nueva imagen… era Touya hablando nuevamente, pero esta ves todo se oía claramente… pero Touya no estaba solo… estaba sentado en una cama conversando con alguien que dormía en ella. Syaoran trató de ver quién era, y al lograrlo su asombro lo martirizó.

El chico en aquella cama era él… y aquel lugar era un hospital… el video era una visión a la realidad, todo aquel tiempo había estado en aquel lugar separado de su cuerpo… escondido en lo más profundo de este.

Puso atención nuevamente a los que Touya le decía.

"Syaoran… te extraño… no sabes como anhelo el día en que regreses y despiertes de aquel coma… quiero mostrarte lo diferente que soy, quiero que sepas lo mucho que te amo… yo cambié Syaoran, y lo hice por ti… quiero que estemos siempre juntos, no me gustaría volverte a perder y menos ahora y de esta forma. Por favor Syaoran, despierta. Ya no sé qué hacer para ayudarte… los médicos me dicen que cada día que pasa puedes morir y me niego a creerlo. Tú eres fuerte… puedes luchar contra esto, no dejaré que sigas sufriendo… quiero estar contigo toda mi vida, sin que nadie nos separe jamás. Tú eres mi única razón de vivir Syaoran… si hoy lloro no es por mi… sólo por ti"

Los ojos de Syaoran se llenaron de lágrimas y un grito desconsolado llenó el espacio. No podía dejar que todo eso sucediera. No podía ver sufrir a Touya de aquella manera. Sus labios se separaron y un sonido extraño salió de su boca… no podía emitir el habla. Un nuevo sentimiento brotó en su ser, provocando tal desastre en el lugar que la bola de luz tuvo un nuevo cambio.

El espacio se iluminó completamente. La oscuridad era borrada por la luz. El cuerpo de Syaoran comenzó a levitar por el sitio y subió toda aquella profundidad en la que alguna vez había caído. El sentimiento que lo había embargado fue tan fuerte que su cuerpo tuvo movimiento, la oscuridad desapareció y nuevamente cada uno de los sentimientos regresaron a su ser. Podía reír, ser feliz, llorar, ser triste y lo más importante… amar. Su ser se desvaneció y sintió a alguien hablar junto a él.

Lentamente abrió sus ojos y una luz blanca lo cegó uno segundos, pero rápidamente vió al moreno a su lado. Sus extremidades respondían a su orden. Levanto con cuidado su cuerpo y se deslizó hacia el moreno. Lo miró con nostalgia y lo besó. Los besó como siempre había querido… aquel beso que sellaría por siempre su amor, sin que nadie se interpusiera. Lo perdonaba… una nueva vida comenzaría… ya no habría mentiras ni engaños, todo sería nuevo y sobretodo, sentiría la felicidad de amar y ser amado.

Syaoran se separó y emitió sólo dos palabras.

"Te amo"

Touya miraba atónito a Syaoran. Sus ojos estaban brillosos y lloró en su regazo. Todo había acabado. Syaoran había regresado y lo había perdonado por todos sus errores. Quería decirle tantas cosas. Deseaba amarlo desde ese momento nuevamente.

La puerta de la habitación se abrió y el enfermero de turno entró con el rostro blanco. Algo había sucedido. Llamó a Touya y le pidió salir de la habitación.

Syaoran no lograba entender que sucedía… él estaba bien y no creía que pudiera tener alguna enfermedad externa.

Touya regresó nuevamente a la habitación y abrazó fuertemente a Syaoran.

"¿Qué sucede?" – Preguntó el castaño

"Sucedió algo terrible" – Dijo Touya sin soltar a Syaoran

"Dímelo, no me dejes así… ¿qué sucedió?"- Syaoran se soltó de Touya y lo miró con preocupación… no hubo necesidad de palabras, los ojos negros del moreno se lo dijeron todo – "¿Qué le pasó a Eriol?"

"Eriol acaba de sufrir un accidente…"

Continuará…