Oki, aquí está el cuarto capi de Desert Rose.

Valsed: Si, por fin, pero, aún no el personaje que tanto queremos. Jeje... No desesperes.

Mesuneko: Si, ya has puesto intrigante. Me alegra que te haya gustado mucho La Rosa del Desierto y El Oasis de Afrodita. Tengo un pic dando vuelvas en mi página si quieres verlo. Jaja!!! Ese pájaro!!! No sé ni siquiera cómo apareció en mi mente para la historia. Sólo sé que tenía que ponerlo. Seguramente un montón de historias para contarles a ustedes, y creo que será muy amable de dejarles un recuerdo. Podría decirle "Young Seto", pero se ahorra mucha palabra... Jeje!!! Par de lokas!!!

Merci a las dos por los riviews!!!

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La boca de Pegasus se abrió ante la sorpresa, como así lo hizo el protagonista del diario, cuando escribió lo que sintió en su cuerpo al saber el nombre del lugar.

"Día 12 sin número de 1805:

Volví hasta el prado, y continué, intentando encontrar el lago que poseía el oasis. Estuve andando durante estos dos días, sin éxito alguno. El conde me dijo que estaba a sólo unos pasos del sendero, pero he caminado horas y horas, sin hallar nada.

Me encontraba descansando debajo de las sombras de los árboles, cuando vi que el pavo real se me acercaba, y con sus ojos marrones, me miró fijamente.

-¿Para qué razones quiere encontrar el lago?

-Quisiera corroborar toda la historia de un amigo, y la de los padres de los chicos.

-Oh, ya veo. Bueno, pues, ¿Qué espera?

-¿Qué cosa?

-¿Por qué no está en el lago a estos momentos?

-¡Lo he buscado durante dos días y no he encontrado nada!-el ave se echó a reír a carcajadas.

-¡Ha pasado delante, lo ha bordeado, e incluso podría haber jurado que hasta podría haber pasado por él!

-¡Pero si no he visto nada!

-No ha observado con la suficiente atención con la que se debe mirar las cosas. Venga, sígame, y verá cuan acertado he estado.

Seguí los pasos del pájaro, y estos me llevaron al sendero de rosas en el cual anteriormente nos sentábamos a charlar nosotros dos. El ave se detuvo, y miró hacia todas partes, como si estuviera recordando.

-Por aquí.

Así, nos movimos nuevamente. El lugar por el cual pasamos, se me hacia familiar, ya que me parece recordar que he estado por aquí, cuando buscaba el lago. Nos detuvimos, pero no vi nada.

-No hay nada.-dije tranquilamente.

-Oh, se equivoca de nuevo. Mire con atención.

Me quedé pensativo unos minutos, y miré fijamente. Pero no veía absolutamente nada.

-Sigo sin ver nada.-el ave suspiró.

-¿Acaso, nunca se le ocurrió, que este oasis tuviera algunos desniveles?

-¿Desniveles?

-Sí. Entonces, no podría ver desde lejos el lago. ¿Se sorprendería si le dijera que estamos en terreno alto, en lugar de, cómo usted hubiese pensado, terreno plano?

Entonces, lo entendí. Me acerque corriendo, y comencé a divisar un brillo muy fuerte. El del sol reflejándose en agua. El ave se interpuso en mi camino súbitamente, haciéndome caer de espaldas al césped.

-Perdone la repentina aparición, pero sino, hubiera caído. Mire.

Alcé mi vista, y no vi ninguna diferencia. Pero, al acercarme gateando, me di cuenta que mis manos resbalaron en una pendiente muy resbaladiza. Miré hacia abajo, y contemplé con deleite y algo de sorpresa, como un gran lago se extendía a varios metros.

-Y cómo dijeron los hermanos, y sus padres, la rosa roja con sus pétalos aterciopelados, de la cual escurren gotas nuevamente a las aguas cristalinas, se encuentra en el centro del lago. ¿Puede distinguir la rosa roja, allá a lo lejos?-dijo señalando con sus alas.

-No logro ver nada. La luz es cegadora.

-Entonces, mire, con sus ojos entrecerrados... –aconsejó el ave.

Hice lo que me dijo, y con algo de dificultad, vi una mancha roja en el centro. Luego abrí mis ojos en sorpresa, y oí al pájaro a mi lado, reír suavemente. Bajamos de la colina con algunas lianas que encontramos. Más bien decir, yo bajé por las lianas. El pájaro lo único que tenía que hacer era planear hasta abajo.

Llegué, y percibí el aroma de la humedad del lugar a causa del vapor que salía de las aguas. Aún no podía distinguir a la rosa. El sol brillaba con mucha intensidad en el lago, y no había ningún árbol en que sus ramas pasaron por encima de la rosa, y disminuir los rayos de luz.

-Tal vez sea mejor que observe a la rosa durante la noche. Es más fácil de percibir, ya que la luna hace transparentar el agua como cristal, y su luz se refleja en los aterciopelados pétalos de la flor. Será un espectáculo que nunca podrá olvidar. Se lo aseguro.

Asentí, y me dirigió a un lugar en el cual podría esperar hasta la noche. Me dijo que la flor abre únicamente en luna nueva, todos los meses. Le pregunté nuevamente sobre los padres de los chicos. Mencioné que Mahara había dicho que ambos hombres tenían un acompañante, pero desapareció a la semana.

-¡Ah sí! Quiso regresar para hablar con los otros sobre este oasis, pero cometió el error de atravesar el desierto sin agua y sin comida. El camino de regreso es largo. Y estar mucho tiempo sin agua, es grave. El pobre hombre murió de hambre y por falta de agua.

-Ya veo.

La noche cayó con rapidez, sin darme cuenta. El pavo real me dijo que había estado durmiendo casi toda la tarde. Me ordenó que me levantara, y me colocara cerca de las orillas del lago. Alcé mi vista, y vi en el centro de las aguas cristalinas, la rosa de la cual mi amigo el conde, los padres y los hermanos me habían estado hablando.

Era una gran, roja y hermosa rosa. Sus pétalos debían de ser tan grandes como yo, y tan anchos como la cola extendida del ave. El agua cristalina era totalmente transparente de un color azul clarísimo en la superficie, mientras que en las zonas más profundas, el celeste se iba oscureciendo, a un azul más profundo. Del pimpollo que era la rosa, caían de sus pétalos gotas de agua, que al chocar con el lago, provocaban un sonido muy agradable.

-¿Ahora la percibe mejor?

-Sí. Es realmente hermosa.-el ave a mi lado rió.

-Una de las flores más hermosas, diría yo. Faltan pocos segundos para que el joven Ryo salga de la rosa.

Yo quedé petrificado. El joven dios Ryo era el hijo de Afrodita. Y no podía creer que lo vería esta misma noche. Una única vez en mi vida. Mientras escribo esto, trato de recordar cómo fue todo aquel, ritual, cuando salió el dios Ryo.

El pimpollo brilló con tenuidad tan suave, que apenas percibía el brillo. De un momento a otro, la flor comenzó a abrirse lentamente. De dentro hacia fuera corría a través de los pétalos, un líquido de color rosado muy llamativo, que fue tornando las aguas de un rosa muy pálido.

-Observe, forastero. Mi amo está por emerger de la bella rosa.-me comentó el ave en un susurro.

Vi como un par de brazos sobresalían de los pétalos más grandes. Después, vi dos pares de pie que entraban al agua, seguido de una especie de capa o túnica, que entraba en el lago, mojándose con rapidez.

El ser comenzó a caminar en el agua, algo que me sorprendió, ya que la rosa se encontraba en la parte más profunda del lago. Tal vez estaba utilizando sus poderes para poder mantenerse de pie sobre ella.

Lo que rodeó a la flor, que era el joven dios... No pude describir su belleza. Su exquisita belleza. Traía vestido una larga túnica y una capa muy fina y transparente de color rojo intenso, pero que iba tornándose cada vez más suave, hasta llegar a un rosa muy claro, en las puntas de las mangas, y adivino, que también en los extremos de su túnica.

Era alto. Con una tez muy blanca, que parecía un fantasma con lo pálida que era su piel. Poseía una melena del blanco más puro que he visto, con unos grandes ojos marrones profundo, que tenían un aire de tristeza, según me pareció. Su rostro era ovalado, pero tenía algo de mentón. Sus labios suavemente rosados y finos, con un ligero rubor en sus mejillas. Era la criatura más hermosa que he visto en mi vida.

Se fue acercando a la orilla, en donde el ave y yo nos encontrábamos esperando. Cuando llegó, acarició al pájaro suavemente en el cuello, y revolvió un poco las plumas de sus alas y cuerpo. Se irguió, y me miró fijamente a los ojos, y sentí mi aliento contenerse dentro de mis pulmones.

-Buenas noches, forastero.-su voz era un susurro, pero deliciosa.

-Contéstele.-oí murmurar al ave.

-Buenas noches.-dije rápidamente.

-Soy Ryo. ¿Y usted?

-Robinson Raw. Un place conocerlo.

-El placer es mío. Veo que ha conocido a mi mascota, Zafiro.-respondió, dirigiéndose al ave a mi lado, mientras que volvía a acariciarle le cuello con suavidad.-¿Le ha causado problemas? Porque es de buscar camorra con los forasteros, señor Raw.

-Oh no. No ha sido ningún problema, joven Ryo. Es más, me ha contado muchas cosas sobre este hermoso paraíso que usted creó de la nada. Y no sólo su mascota, sino un conde que visitaba Inglaterra, y se quedó a vivir un tiempo en mi hogar.

-¿De casualidad no será el Conde Federico II?

-¿Cómo lo supo?-el joven de cabellos blancos rió, y la encontré como una melodiosa música para mis oídos.

-Pues, él fue un forastero de este oasis, señor Raw. Pasamos un tiempo charlando, antes de que lo enviara de regreso a los límites del desierto. Como creo que nosotros dos, terminaremos hablando un largo tiempo."

" Perdí la cuenta de los días, de 1805:

El joven Ryo me ha dicho que ya era hora de marcharme. Volví al lugar de mi partida, dentro del oasis, y recogí todas mis cosas dentro de la mochila. Me quedé un rato debajo de los árboles, para escribir un poco más, antes de partir nuevamente al hotel.

El joven Ryo me ha dicho que todos en el pueblo me creían muerto, y que el único sobreviviente fue, desafortunadamente, Richard. Me dijo que había matado a Tantor por una cuestión de supervivencia, para poder sacar la carne del cuerpo de este, y poder comerla.

Eso me dio repugnancia, pero yo hubiera hecho lo mismo en su lugar. Era él o yo. Por el momento dejaré de escribir. Me espera un trayecto de inconsciencia hasta llegar a los límites del desierto, y espero que al llegar, Richard no se haya ido con los barcos nuevamente a Inglaterra.

Volví al lago. Encontré al joven Ryo sentado en la ahora abierta rosa roja, con el pavo real a su lado, descansando su cabeza en las piernas desnudas del dios. Eran muy delicadas y delgadas, igualmente de pálidas que el resto de su cuerpo. Hoy vestía una túnica blanca casi transparente, con una capa fina y transparente de igual color. Al parecer me esperaba, ya que de inmediato se levantó, antes de que pudiera bajar de la pendiente.

-Le deseo un buen viaje, señor forastero Raw.-dijo una vez que llegó a la orilla del lago, mirándome fijamente a los ojos.

-Muchas gracias, señor Ryo. Y espero que pueda encontrar a esa persona que anhela con su corazón.

El joven Ryo se ruborizó fuertemente. El color de sus ahora rojas mejillas contrastaba enormemente con el color pálido de su piel de su rostro. Me ha dicho que quería encontrar a alguien para él, pero de todos los forasteros que han aparecido en el oasis, ninguno ha podido percibir el afrodisíaco que liberaba de sus glándulas, según él me explicó. Y ha pasado mucho tiempo.

Ambos seres se despidieron de mí, pero yo no pude, porque la oscuridad me invadió totalmente."

Pegasus siguió leyendo, pero el resto de la historia era de cuando regresaba a su hotel, para ir de regreso nuevamente a Inglaterra. Dio un gran bostezo, y miró el reloj de su muñeca. Eran casi las cinco de la mañana. Cerró el diario, y lo guardó en el cajón de su escritorio. Se levantó de su silla, y se estiró.

Se acercó a su cama, y así como se encontraba vestido, se tumbó sobre ella, y de inmediato, se quedó dormirdo.