nn NYAAAAAAAHOOOOOO! Lamento la tardanza. Es que me había olvidado. ..UUU Pueden matarme si quieren, tienen derecho, pero si lo hacen, no sabrá el final de la historia.
Kida Luna: nnUUU ¿Ya encontraste a la persona que tenía que actualizar hace mucho y no lo hizo? Jejejejje... YO dije que Rex perdería contra Cerbero xD. .. La verdad es que nunca se me pasó por la mente que los otros los escuchara. Ùú Tendré que ver los detalles para la próxima. Si son griegos, y no, Mercurio no es un conejo. O-o ¿De dónde sacaste esa idea? Es el mensajero de los dioses, el de las sandalias aladas.
Katruina: nn Tiendo a hacer capítulos cortos. A veces es a propósito, pero, algunas no me doy cuenta. Shorry... nnUUU
Valsed: No falta mucho. Lee este chappy y lo verás. Oo;; En realidad no me acuerdo si era en este, o en el que viene. nnUU
MesuNeko: La hora de dormir HAY que aprovecharla. Jejeje... Yo lo hago. Y mucho xD Sip. En especial un paraíso de ese tamaño con dos hermosas criaturas haciéndote compañía. O¬O
MERCI A TODAS Y DISFRUTEN!
Bakura apretó sus ojos, y los abrió con lentitud. Sentía un húmedo pasto sobre su cara y manos. Las pequeñas gotas de agua se pegaron a su cara y palmas, dándole una suave sensación de frescura en su piel.
Se reincorporó con lentitud. Le dolía el cuerpo, y logró sentarse de rodillas sobre el césped. Miró a su alrededor, y lo único que llegó a ver fueron grandes cantidades de manto verde, árboles altos, de gran variedad, y muchas clases diferentes de flores silvestres así como arbustos y bayas.
-Guau... –fue lo único que salió de su boca al ver la inmensidad del lugar.
Se puso de pie, y caminó conociendo el lugar, viendo todos sus rincones. Se topó con una extraña flor, la cual consistía en una planta de mediano tamaño. Sus pétalos se abrían hacia fuera, en varias capas. Cada uno de los pétalos iba de un azul muy profundo casi negro en la base del centro, y se iba aclarando a medida que se iba acercando a las puntas, hasta llegar a un blanco.
Se maldijo internamente por no tener una cámara en esos momentos. Hubiera tomado una fotografía de la bella flor para ponerla en un marco. O tal vez sólo la pitara en uno de sus cuadros de acrílicos y óleos.
Se cruzó de brazos y sonrió ante la idea. Le parecía fantástica. Reanudó su camino, y en su trayecto, admiró a toda flor que se cruzaba en su camino. Incluso las cuales no hubiesen atraído la atención de la mayoría de la gente, diciendo que eran feas. Pero él se fascinaba con la forma que cada una de ellas tenía. Ninguna parecía tener la misma forma y ninguna parecía tener algo de aquella o esta flor. Eran únicas.
Acarició algunas de ellas en sus pétalos, sintiendo la suavidad de aquellas hojas modificadas. Olió el perfume de unas cuantas, sintiéndolo muy placentero. Sonrió cuando una de ellas se cerró suavemente alrededor de su nariz con sus suaves pétalos.
Se alejó de ella, y se volvió a abrir. Bakura continuó su camino, y no se dio cuenta de cuánto había estado caminando, cuando se percató de que el sol comenzó a ocultarse. Era extraño. La tormenta los había atacado durante la noche. Seguramente estuvo inconsciente uno o dos días.
Zafiro iba detrás de Bakura, sin que este se percatara de su presencia. Le sorprendió ver que la flor se comportaba cariñosamente con él, siendo ella una planta carnívora.
El albino se dio media vuelta, y observó con atención a Zafiro, que lo miraba fijamente. Bakura parpadeó al ver los extravagantes colores que tenía, y su gran cola, igual de extravagante.
-Sígueme.-fue lo que le dijo, antes de darse media vuelta.
El albino fue detrás del ave, sin abrir su boca en ninguna parte del viaje. Llegaron a un desnivel, y el pavo real le dijo que bajase por él con cuidado. Bakura hizo lo que se le mandó a hacer, y cuando tocó el pasto debajo de él, supo que había bajado por completo.
Al darse media vuelta, su respiración se contuvo dentro de su pecho. Delante de él se extendía un gran lago cristalino, con una gran rosa roja en el medio de este. Bakura negó con su cabeza, y se arrodilló al suelo, sin creer lo que pasaba.
Zafiro se situó a su lado, contemplando con él la flor.
-Mi señor quiso que te trajera, porque estaban muy cerca del oasis, y tenía miedo de que los demás lo encontraran. Quiere estar en privado contigo, y no quiere que nada los moleste.-terminó mirándolo fijamente a los ojos iguales a los suyos.
-¿Entonces, tu te irás? No digo que no quiera que te quedes, me da algo de escalofrío este lugar.
-Si, me iré, sólo porque mi señor me lo dice. La luna nueva saldrá esta noche, y así lo hará mi señor.-sin más, el ave desapareció de la nada dejando unos polvitos azules en el aire, que se desvanecieron por igual.
Bakura suspiró, y esperó sentado debajo de un árbol. Pronto, quedó dormido profundamente, cuando el sol iluminaba la rosa tenuemente.
-¡Pero no sabemos dónde está ese oasis! ¡Tal vez sea una leyenda, como dijiste!-le gritó Seto a Pegasus, que ya se encontraba cargando nuevamente los jeeps, en el hotel.
-Si no sabemos, lo buscaremos.-dijo firmemente.
-¡Nos perderemos en la inmensidad del desierto! ¡El Sahara es gigantesco! ¿Cómo piensas encontrarlo? ¡Es como buscar una aguja en un pajar!
-Escúchame muchacho, es mi hijo el que está ahí afuera. No pienso abandonarlo, aunque tenga que morir en el intento. Es mi único hijo, y lo traeré de vuelta, cueste lo que cueste.-respondió severamente Pegasus mirando fijamente a Seto, que se quedó helado.-Si quieren acompañarme, bienvenidos sean, sino, esperen aquí, y no se muevan de este hotel.
Pegasus tomó todo lo que fuese a necesitar, y vio como Malik, Yugi y Joey ya se encontraban dentro del jeep. El hombre sonrió, y subió al volante, dejando a los otros muy enojados, porque sus compañeros no le habían consultado nada.
Bakura sintió un perfume sutil que penetraba su sentido del olfato, seguido de una suave caricia en su rostro. Abrió sus ojos, y vio reflejado su rostro en dos grandes ojos marrones como los suyos.
-Hola, Bakura.-saludó muy suavemente Ryo, besándolo en los labios con ternura.
El albino mayor devolvió el beso con igual cariño, y sentó al joven dios en su regazo. Al terminar el beso, ambos se miraron fijamente a los ojos. Bakura corrió algo del cabello blanco de Ryo detrás de su oreja izquierda.
-Al fin podemos estar así de juntos...-murmuró el menor, recostándose sobre el pecho de el mayor. Hociqueó su cuello, y lo besó suavemente.-Mmm... Tienes el aroma de muchas de las flores de este lugar, ¿Estuviste mirándolas, verdad?
-No sólo eso, sino también oliendo sus perfumes.-comentó, besando el cuello de Ryo, que gimió por lo bajo.
-¿Me extrañaste?
-Sí. Mucho.-respondió volviendo a besar su cuello, pero esta vez más fogosamente.
Bakura miró con curiosidad el lago, ya que debajo de la flor había un charco color rosa. Dejó de lado a Ryo, y miró ese líquido con sumo interés.
-¿Qué es aquello?-dijo señalando el color. El joven dios sonrió suavemente, jugando con los botones de la camisa de Bakura.
-Es un secreto. Lo sabrás muy pronto.-respondió dejándolo con la intriga.
-Hum, pero quiero saber qué es.
-¿Tanto interés tienes?-Bakura sintió.-Muy bien... Pero primero, quiero que, tengas una experiencia, única...
-¿Única?-repitió.-¿Tan única?
-Demasiado única...-comentó mientras se levantaba, y su túnica rojo intenso resaltaba en la oscuridad de la noche.
Tomó a Bakura de la mano, y lo guió por el lago, hasta llegar a la abierta rosa. Se subió a los pétalos aterciopelados, y ayudó a su amante a subirse también. La flor se cerró rápidamente, dejándolos en la penumbra muy íntimamente.
-Pues, me has dicho en nuestros sueños, muchas veces, que has querido hacerlo conmigo... –empezó a decir Ryo, haciendo vagos círculos con su índice en el pecho de Bakura a través de su camisa.
El rostro del mayor se tornó de un rojo escarlata furioso. Ryo se recostó sobre su amante, y lo besó con suavidad, mientras que sus manos se ocupaban de los molestos botones de su camisa.
Acarició con lentitud el torso de su compañero que gimió en el beso, arqueándose suavemente. Sus dedos encontraron los sensibles pezones, que se pusieron rígidos de inmediato.
Se separó de Bakura, y comenzó a mordisquear y lamer el cuello de él, quien dejó escapar un gemido grave. Volvió a alejarse de él, para poder quitarle los pantalones. Vio que no traía nada de ropa interior, y sonrió perversamente. Por último le quitó las zapatillas y sus medias.
El joven dios suspiró admirando el cuerpo de Bakura. Este gruñó y se abalanzó contra él despojándolo de su túnica roja. Con ferocidad, comenzó a marcar el cuello del más chico, que tiró su cabeza hacia atrás para un mayor acceso gimiendo su nombre.
Pronto, el menor quedó sobre Bakura.
-Nada de eso... Esta noche tu serás para mí sólo. Luego podrás tomarme cuantas veces quieras.
El mayor se sintió bastante alzado con esa propuesta, pero, aún así, dejó que el joven dios lo tomase por esa noche. El menor recorrió ese cuerpo con sus manos, haciendo que Bakura se estremeciera. Rió suavemente, y deslizó una de sus manos por el interior de las piernas de este, quien las abrió para que tuviera un mejor acceso haciéndolo reír.
El mayor gimió al sentir las suaves manos del chico tocar los pliegues de las uniones de sus piernas con el pubis. Movió sus caderas cuando esas manos se acercaron mucho más a su entrepierna, que se encontraba muy sensible en esos momentos.
Ryo se colocó sobre sus caderas, y comenzó con un camino de besos que empezaban por su cuello. Siguió hasta su pecho, mordisqueando la sensible piel que rodeaba a sus pezones, los cuales lamió con sutileza, y mordió suavemente con sus dientes.
Bakura se arqueó, mientras que su compañero seguía mordiendo su camino hacia abajo. Llegó hasta su ombligo, donde colocó su lengua dentro de ella, para sacarla y meterla continuamente. Siguió su trayecto, hasta llegar a la parte de su cadera.
El mayor sintió ese mismo aroma que se encontraba presente siempre que Ryo se encontraba con él en este tipo de situaciones. Sintió una oleada de placer al sentir la cálida lengua de su compañero acariciar con sutileza su erecto miembro.
Lamió la punta de su miembro con lentitud. Luego, lo tomó en su boca, haciendo que Bakura se arqueara gimiendo fuertemente. Ryo comenzó a succionar con fuerza, mientras que con sus manos jugaba suavemente con los testículos de su compañero.
Bakura embestía con fuerza en la boca de su compañero, tratando de llegar a su clímax. Gimiendo el nombre del joven dios continuamente, el mayor de ambos albinos llegó al su punto culmine, liberándose en la boca de su compañero.
Jadeando con fuerza, Bakura se dejó caer, mientras que Ryo se arrodillaba entre las piernas de él. Frotó sus dedos en la coronilla de la flor, haciendo que una especie de aceite se le impregnara en sus dígitos y su miembro para la lubricación. Colocó su mano debajo de la entrada de Bakura, y lo penetró con un dedo.
La sensación era algo incómoda para el mayor, pero cuando Ryo agregó un segundo, y luego un tercer dedo, esta se convirtió en una sensación placentera. El joven dios comenzó a meter y sacar sus dedos de la entrada del mayor, para acostumbrarlo a la sensación.
Cuando supo que estuvo listo, se posicionó frente a la entrada de Bakura, y con suavidad lo penetró hasta el fondo, sintiendo como el anillo de músculos lo llevaba hasta el tope. Ambos gimieron suavemente. El mayor abrazó a su compañero por el cuello, mientras que atrapaba sus caderas con sus piernas.
Comenzaron un beso mostrando todas sus pasiones, a la vez que Ryo comenzó a entrar y salir dentro de él. Bakura le encontró su ritmo, y empezó a moverse igual que el joven dios. El mayor palpó la nuca de el menor, encontrando esa pequeña glándula, a la vez que este con una fuerte embestida lograba encontrar aquel bulto de nervios, que hizo que Bakura se arqueara notoriamente, gritando.
Frotó la pequeña glándula, y el joven dios embistió violentamente en el cuerpo de su compañero, gimiendo con fuerza. Este no dejó de tocarla, y el dios no dejó de embestir con fuerza, haciendo que rozara el bulto de nervios sensibles dentro de Bakura.
De esta forma, ambos encontrar su clímax simultáneamente, gritando el nombre del otro. Se dejaron caer sobre la rosa, jadeando con suma rapidez. Se abrazaron mutuamente, dándose un corto pero profundo beso.
Bakura besó el rostro de su compañero, mientras este salía de él. Dio una mueca de dolor, pero pronto pasó. El joven dios se acurrucó en los brazos del mayor, buscando refugio. Pasaron un tiempo así, antes de que Bakura hablara.
-Ahora, ¿Dime qué es esa cosa que tienes en tu nuca?-Ryo sonrió de manera provocativa.
-Bueno... –se sonrojó fuertemente, y su aire de sensualidad se desvaneció, dejando que una de timidez se apoderara del chico.-Son unas glándulas especiales... –comenzó a explicar.
-¿Qué tan especiales?-siguió el mayor.
-Verás, yo puedo liberar de ellas mi afrodisíaco, en forma de vapor o de un aroma muy, muy agradable. Cuando estoy dentro de la rosa, este se condensa, y comienza a formarse líquido en el fondo de la flor. Por eso, cada vez que salgo en luna nueva, de los pétalos se escurre un líquido rosado. Ése es el afrodisíaco que genero en casi veinte o veintiocho días.
-Es, poco.
-No te creas. Una sola gota basta para que un humano como tú tenga relaciones durante dos días seguidos.-comentó, como dato extra.
-Ohhhhh... Eso está bueno... –rió maliciosamente, y besó al joven dios profundamente.-¿Cuánto tiempo me retendrás en este lugar?
-Para toda la vida, Bakura.-respondió el dios, con ojos soñadores.
-Pero, mi padre... Él estará solo, no tiene a nadie. Mi madre murió, soy lo único que le queda.-dijo tristemente al dios.
Este se levantó, y lo miró desde arriba, con ojos entrecerrados.
-Lo lamento, pero, tendrás que quedarte aquí, conmigo. En caso de que él, venga aquí, no tendré más remedio que echarlo.
-¡No! ¿Por qué?
-Porque, nadie intervendrá entre lo que tenemos nosotros de relación. Nadie. Y eso se cumplirá hasta la última palabra.
-¿Quieres decir que no volveré a ver a mi padre?
-Supongo, que no.
