Shorry por la tardanza. Es que me olvidé... Uu
Kida Luna: n-nUU me alegra que hayas encontrado a esa persona... Rex, vos sos un perro faldero, Cerberus, no. XDDD Pos, si lo viste en Hércules, entonces no. Mercurio es un humano que tiene las sandalias aladas xDDD Pos, si, algo así. Jaja... Pobre Bakura. Aunque, no creo que sea muy pobre xDDD ¿Histérico? Casi loco el pobre T.T
Ryo: Kura es mío! No lo obtendrán pervertidas!
Errr... El concurso no lo encontré, y si lo hubiera encontrado no hubiera entrado. Soy gallina. ¡Tenía miedito! TT Chan, te haré un dibujito de Zafiro, y tal vez algunas escenas explícitas de los lemmons u
MesuNeko: Ryo: ¬¬ Que no lo comparto a Kura-san...
..UUUU Pos, el pobre es egoísta, pero te queda la imaginación aún. XD
Katruina: Pos, si, como que he cambiado un poco los roles, pero, acá no hay ni Yami ni hikari. Chan, pero los dos son tiernos.
Valsed: Pos, no sé muy bien si volverá con su padre, aún no lo he terminado el fic, y eso me desespera, porque no quiero dejar este como hice con Ojos Amatista.
MERCI A TODAS! n-n
El jeep de Pegasus andaba a máxima velocidad a través del desierto. Yugi, Malik, y Joey, que acompañaban al hombre albino, estaban inspeccionando el antiguo mapa del diario que encontró el padre de Bakura. Los dibujos eran fácilmente reconocibles, pero, las escrituras que poseía eran ilegibles.
¿Aún no ha logrado descifrar nada?-preguntó algo esperanzado el hombre albino.
No.-respondió Yugi, frustrado.
¡Demonios!-maldijo Pegasus, golpeando el volante con las palmas de sus manos.
Bakura abrió sus ojos, y vio una fina capa de niebla cubriendo el oasis. Un escalofrío le recorrió la espalda, haciendo que inconscientemente se acurrucara. Se sentó sobre la rosa, y vio que todo estaba cubierto por una capa de neblina. Tanteó sobre la coronilla de la flor, intentando buscar el cuerpo de Ryo, pero no lo halló. En su lugar, encontró sus ropas, las cuales se colocó de inmediato. Hacía bastante frío esa mañana.
Estaba por salir, pero recordó que la rosa se encontraba sobre el lago. Se estaría echando al agua helada, en esos momentos. Mejor esperaría al joven dios a que regresara.
Cuando Bakura ya estaba por volver a dormirse de tanto esperar, vio entre la niebla una sombra que iba formando una silueta que reconoció como la de Ryo, que se iba acercando rápidamente a la flor en el centro del lago.
Buenos días, Baku.-la dulce voz del joven dios saludó con cariño al mayor, que se sobresaltó.
Hey, Ryo. ¿Dónde andabas?-curioseó Bakura.
Fui a caminar entre mis flores un rato. Pero como me sentía muy solo, volví. ¿Hace mucho que despertaste?
Hace un rato, no más. Te estuve esperando, pero me estaba durmiendo del sólo hecho de hacerlo.-Ryo sonrió ampliamente con ternura.
¿Te parece si vamos a dormir un poco más? Hace mucho frío aún, es mejor que nos levantemos al mediodía.
Suena bien.-comentó Bakura alegremente, mientras se recostaba sobre la coronilla de la flor.
El joven dios se deslizó por las aguas, y se recostó al lado de su compañero, acurrucándose entre sus brazos, buscando ese calor que lo reconfortaba mucho. Bakura hociqueó en la melena de Ryo, hasta encontrar su oreja, la cual lamió con su lengua en el interior, haciendo que un escalofrío de placer recorriera al joven dios.
La flor se cerró ante ellos, brindándoles la tan conocida intimidad para ellos que le proporcionaba. Bakura atrapó entre sus piernas el cuerpo que se encontraba a su lado, a la vez que se acomodaba sobre él, lamiendo continuamente su oreja, mientras que su mano derecha bajaba peligrosamente por el cuerpo del menor, quien gimió ante las sensaciones.
Es cierto... –dijo de repente Bakura, pero sin dejar de hace sus administraciones en el cuerpo de Ryo.-¿Posees más de estas glándulas en tu cuerpo?-preguntó rozando con sus dedos el pequeño bulto oculto en la melena del dios, quien se arqueó.
Si... –respondió casi sin aliento.
¿Dónde?
Ahhhh... –dijo sonrientemente.-Tendrás que encontrarlas...
Será un placer...
Con cuidado de no rasgar la túnica de Ryo, Bakura comenzó a desnudar a su compañero. Una vez que terminó de quitarle las ropas, lo recostó boca arriba, admirando todo los detalles del joven dios.
Otra pregunta... ¿Acaso cuando te excitas, estas glándulas adquieren un tono rojizo?-preguntó el mayor, mientras deslizaba sus dedos por el pecho del dios.
Si, un poco... –respondió suavemente este.
Con una perversa sonrisa en su rostro, Bakura comenzó a tocar el cuello de Ryo con suavidad, buscando. Al no encontrar nada, estas se deslizaron hasta su pecho, en donde sus pezones sensibles se pusieron duros al instante, cuando sus dedos los tocaron con suavidad, haciendo que el dios gimiera.
Siguió su camino hacia abajo, y se encontró con la cadera del menor, que se movió nerviosamente sabiendo de antemano qué es lo que vendría a continuación. Suspiró con suavidad, cuando la punta de los dedos de Bakura tocó con sutileza su miembro.
Comenzó a masajear con sus dedos buscando en su superficie. No halló nada sobre la piel, pero si sintió algo debajo de ella. Cuando rozó ese algo con sus dedos, Ryo se arqueó, gimiendo con fuerza. Bakura volvió a frotarlo, haciendo que el joven dios volviera a arquearse.
Hum, creo que encontré otra...
Siiii... –respondió el chico, sin aliento.
Aún con su sonrisa perversa, el albino mayor siguió con su inspección, hasta llegar a la punta de los dedos del joven dios, sin hallar nada. Le pidió que se colocara boca abajo, y este así lo hizo.
Nuevamente, comenzó a recorrer el cuello del joven dios, para continuar su camino por la columna y la espalda de Ryo, mientras buscaba más de esas pequeñas glándulas.
Llegó hasta su trasero, en donde masajeó con suavidad las mejillas, haciendo que el albino menor gimiera descontroladamente. Definitivamente, algo había entre ellas, que hizo que el joven dios gimiera nuevamente. Las separó suavemente, y comenzó a tantear con sus dedos, sintiendo una pequeña glándula. Esto hizo que Ryo gimiera, y arqueara su cadera.
¿Tienes más o esa fue la última?
N-No h-hay más... –respondió con dificultad el joven dios.
Ohhh...
Ryo sonrió, y empujó a Bakura a sus brazos. Ambos se quedaron así, durmiendo hasta el mediodía.
El jeep se detuvo, y salió mucho vapor del capo del auto. Al parecer, no sólo se recalentó el motor, sino que según las agujas del tablero, no había nafta que impulsara a la máquina. Pegasus golpeó con ambas manos el volante, antes de dejarse caer en él.
¿No encontraron algo con lo cual poder guiarnos?
No, nada.-respondió Yugi, tendiéndole el mapa.-Lo sentimos.
El hombre albino suspiró tristemente, y tomó el pedazo de papel. Lo inspeccionó él mismo, y descubrió que cerca del oasis había un roca con una forma algo extraña. Había pasado una roca similar a la dibujada, hace a penas pocos minutos, antes de que el jeep dejara de funcionar.
Vengan. Tomen todas las cosas del jeep. Iremos a caminar un poco. Al parecer, el oasis no está lejos de dónde nos encontramos...
Los tres chicos hicieron caso y, colocándose las mochilas en la espalda, siguieron a Pegasus a través de las arenas.
Luego de media hora de caminata, encontraron la roca que estaba dibujada en el mapa. El hombre albino asintió feliz con su hallazgo. Continuaron con su caminata, antes de que se oyera a lo lejos el rugido de la tormenta que se acercaba rápidamente a la roca.
¿Qué haremos si la tormenta no golpea?-preguntó el moreno preocupado.
Dejaremos que nos juzgue. Si todo sale bien, estaremos en el oasis muy pronto.
