Joey se despertó y miró a su alrededor. Verde. Se levantó tambaleante, y descubrió a Yugi a pocos metros de él.

-Hey, Yugi...

-owww... ¿Qué?-respondió sentándose.-¿Dónde estamos?

-Ni idea. Pero creo que por lo que parece es un oasis.

-¿Y Malik? ¿Y Pegasus?

-Desconozco. ¿Los buscamos?

-No. Es mejor que nos quedemos aquí. Será más fácil para ellos encontrarnos.

-Oki.

-.-.-.-.-.-.-

-¡¡¡¡WAAAAAAAAAAAAHHH! ¡¡¡OUCH! ¡¡Maldición!

Zafiro salió de entre los arbustos, frotándose la cabeza después de su aterrizaje. Gruñó, antes de ponerse de pie balanceándose por sus alas que aún no manejaba.

-Arrrrggg... Realmente ODIO ser un humano. ¡Todo por mi señor!-se dijo a sí mismo.-¡Ah! Es cierto, tengo que encontrarlo y avisarle. ¡Tomará mucho!

Suspiró y se perdió en los arbustos.

-.-.-.-.-.-.-

Pegasus no podía creer aquel paraíso. Estaba tal cual descrito como en el diario. Había estado explorando aquel entorno algún tiempo pero no encontró ningún camino marcado.

Con la ayuda del diario, se fue guiando a través del oasis hasta el gran lago.

-.-.-.-.-.-.-

-Tengo haaaambre... –se quejó Malik, mientras su panza hacía ruido.-Mucha haaaambre... Tal vez tenga algo dentro de mi mochila.

Pero para su desgracia, su mochila, despareció.

-¡Moriré! ¡Morireeeeeeé! ¡No! ¡Esperen! ¡No moriré porque acabo de ver un rico manzano! ¡Estoy salvado!

Alegre, corrió hasta el árbol. Lo miró y vio aquellas rojas manzanas, que seguramente estarían jugosas y dulces por dentro. El pobre moreno ya se estaba babeando del hambre que tenía.

Con dificultad, trepó. Llegó hasta una rama gruesa y se recostó. Eran grandes las frutas. ¡Mejor! Así no le daría hambre por algún tiempo. Sonrió ampliamente antes de tomar una.

-¡Qué delicia!-comentó antes de arrojarla al césped.

Tomó otra, y la arrojó. Y así sucesivamente. Cuando hubo varias, el joven saltó de la rama al suelo aterrizando en sus adoloridos pies luego de la caída. Se quitó la remera violeta y cargó en ellas todas las manzanas.

Se dirigió nuevamente al lago antes de lavarlas una por una.

-¡¡¡OIIIIIIII! ¡¡QUE DELICIA!-exclamó contento, antes de tomar otra y morderla.-¡Son las manzanas más dulces, jugosas y ricas que he probado en mi vida! ¡¡Delicius!-acotó en inglés.

-.-.-.-.-.-.-

-¿Vamos a dormir un poco? Se está haciendo tarde.-murmuró Ryo a un adormilado Bakura recostado en su pecho.

-Me parece buena idea.-el joven dios sonrió.

Gruñendo, el mayor se levantó y le ofreció su mano al dios que la aceptó poniéndose de pie. Entrelazó sus brazos con uno de los de Bakura antes de que ambos comenzaran su camino al lago.

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-Ooiii... Comí mucho... –se quejó Malik. Habiéndose comido diez manzanas, ¿A quién no le dolería la panza de esa manera?

Se acercó a la orilla del lago y bebió un poco de la refrescante agua.

-¡¡¿¿MALIK!

-¡¡¡GAAAAAAAAHHHHHH!-Tomó una manzana y se la arrojó al supuesto agresor.-Ooops... –dijo el moreno al ver que había noqueado totalmente a Bakura. Y luego vio a Ryo muuuuuuuuy enojado.-Más ooopss...

-.-.-.-.-.-.-

Pegasus logró hallar a Yugi y Joey. Los tres siguieron al albino, y encontraron el desnivel que el diario mencionaba, y por el cual Malik había caído.

Se acercaron a la orilla y vieron el extenso lago frente a ellos. En el centro, la rosa roja. Esta se encontraba cerrada, y vieron en las orillas a Malik atrapado en ramas verdes con espinas. Estaba inconsciente.

Con cuidado bajaron por el desnivel hasta llegar a las orillas. Con ayuda de unos cuchillos que el hombre albino poseía liberaron al moreno de su prisión que pronto recobró conocimiento.

-¿Saben? Vi a un chico igualito a Bakura. Sólo que era un poco más chico y era más inocente. Me duele la cabeza...

-¿Y sabes a dónde se fueron?-preguntó el hombre albino.

-Se metieron a la rosa. Ahora, que ellos hallan salido mientras estaba dormido... Ni idea.

-¿Y qué si hemos salido?

Todos se viraron y miraron al joven dios detrás de ellos. Pegasus abrió el diario y hojeó hasta encontrar la descripción del hijo de Afrodita. Sus ojos se abrieron ampliamente y su boca se abrió.

-¡Joven Ryo!-este lo miró con cara rara.

-¿Cómo sabe mi nombre?-luego captó el diario.-Oh, el diario del señor Robinson Raw. No lo he visto hace dos siglos y medio casi...

-¿Dónde está mi hijo?-dijo severamente el hombre albino.

-En un lugar de aquí, bajo mis conjuros, para que no se vaya.-respondió.

-¡¡Lo quiero de vuelta!

-¡Claro que no! ¡He esperado mucho tiempo por él! ¡No dejaré que se lo lleven así de fácil!

-¿Has tenido en cuenta sus sentimientos?-preguntó Malik.

-De todas formas no podía salir del oasis sin morir en el desierto. Era quedarse aquí, o morir.

-¿Lo obligaste?

-¡¡No! ¡Jamás lo haría! Le dije que no volvería a verlos, y lo tomó, indiferente. Al menos eso me pareció.

-¿Por qué lo retienes aquí, joven Ryo?-preguntó Pegasus.

-Ya debe saberlo. Leyó el diario.

-Si, eso lo sé. Pero ya teniéndolo, en lugar de quedarte aquí, ¿Por qué no vuelves a la ciudad de Egipto con él?

-¡¡Fui exiliado aquí del Olimpo! ¡¡No puedo ir a ninguna otra parte! Salvo el Bajo Mundo, junto con Hades. ¡No tengo otro lugar a dónde ir! ¿Qué no lo entiende?

"Pasé milenios en este lugar. ¡¡Completamente solo! Zafiro era un buen amigo, pero no me bastaba. Necesitaba a alguien que me amara. Al igual que ustedes tres tienen esperando a tres personas importantes en el hotel.-comentó refiriéndose a Yugi, Joey y Malik.-Por favor, dejen que Bakura se quede."

-¡¡Absolutamente no! ¡¡Quiero a mi hijo de vuelta!-unas lagrimas salieron de los ojos de Ryo.

-¡¡Lo odio! ¡¡Zafiro, acaba con ellos!-gritó.

-¡¡Prometiste que no les harías daño si nos encontraban! ¡¿Por qué quieres atacarlos!-Ryo dio un quejido, volteándose.

-Bakura... –murmuró.