Duh, no me maten pero, no sé cómo demonios seguir Desert Rose. Así que, en cuanto tenga más imaginación y me vuelva el fanatismo por ygh otra vez, tal vez lo termine. Pero por ahora, quedará inconcluso hasta que termine.

Igualmente, gracias a todos/as por leerlo. :)

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Ryo miraba el cielo. Se encontraba recostado sobre el césped del jardín de Hades que conservaba una rica frescura por su humedad. Zafiro, a su lado, se encontraba durmiendo plácidamente con su cabeza en la panza de su amo.

Sacudió en sueños sus alas y se reacomodó. El joven dios sonrió y siguió observando el cielo. Entrecerró sus ojos soñadores acariciando las suaves plumas de su mascota.

-Bakura... –susurró al viento.

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El albino destapó la copa y olió el fuerte perfume de la esencia. La apartó rápidamente porque ya se estaba alzando. Si ya con el aroma se ponía así, ¿cuándo lo tomara? Bakura gruñó y con la punta de su lengua probó un poco.

Gimió fuertemente, sintiendo sensaciones llegar a su entre pierna. Se apartó y miró el líquido. Oh si... Esto sería, algo difícil. Suspiró, y con indecisión, comenzó a beberlo.

Apenas su lengua probó el primer trago ya se encontraba temblando en placer. Su rostro se sonrojó fuertemente y las llamas de la pasión comenzaron a brotarle de dentro de su cuerpo alojándose la mayoría en su pulsante miembro dentro de sus pantalones.

Apartó su boca de la ahora media vacía copa jadeando y sudando. Con determinación, siguió bebiendo aunque le era casi imposible al sentir cómo su cuerpo reaccionaba tan rápidamente al líquido rosa.

Entre uno de sus tragos gimió fuertemente al percibir que los pantalones le restringían notablemente su necesidad. Al terminar de beber completamente todo el afrodisíaco, abrió sus ropas y metió una de sus manos entre sus piernas intentando aliviar aquella tan ardiente necesidad.

Alguien le quitó su mano y este gimió en protesta para luego gritar al sentir una tibieza en su miembro muy placentera. Hundió sus manos en la plateada cabellera de su amado y cuando se liberó dentro de su boca, aún seguía queriendo más.

Ambos se recostaron en la cama ya sin ropas, y comenzaron.

(N/A: Se los dejo a la imaginación! w )

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Zafiro espiaba por el agujero de la cerradura, pero lo único que podía percibir era quietud. Miró la gran puerta y se elevó lo suficiente como para poder abrirla. Entró sigilosamente y vio a su amo durmiendo junto con su amado ambos enredados con las sabanas y con sus cuerpos.

-¡Que tiernos!-dijo bajo su aliento.

Odiaba tener que despertarlos, pero tenía que hacerlo. Atena quería hablar seriamente con Bakura. Suspirando, se acercó a la cama, y saltó sobre ella. Caminando se acercó hasta el albino mayor y con su pico comenzó a pellizcar su cachete dolorosamente.

El albino gruñó y abrió sus cansados ojos. Se estiró abiertamente y se colocó boca arriba. Zafiro se trepó al pecho de este y lo miró fijamente.

-¿Estás despierto o con sigues con el afrodisíaco?-preguntó.

-¿Zafiro?-gruñó sonoramente, colocándose una mano en la cara.-¿Qué demonios quieres ahora?

-Eso significa que estás despierto. Muy bien. Ahora, vístete y acompáñame.

-¿Y si no quiero?

-Espero no tener que repetirlo dos veces, Bakura.-dijo seriamente, haciendo que el albino temblara involuntariamente.

-¡Ahí estaré!-exclamó.

El ave sonrió ampliamente.

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Bakura seguía a Zafira, mientras maldecía bajo su aliento al ave delante de él. ¡Que injusto de su parte que lo haya sacado de la cama! Estaba cansado, y cuando no dormía lo suficiente estaba de muy mal humor.

Igual que su madre.

El albino rió perversamente ante el recuerdo de su madre enfurecida con su padre porque ella no durmió bien y la levantó temprano. Desde ese día no volvieron a levantarla muy temprano.

-Ahora que me acuerdo, ¿quién tiene que hablar taaaaan urgentemente conmigo?

-La diosa Atena.-respondió el pájaro.

Bakura trataba de recordar. El nombre le parecía conocido.

-La diosa de la guerra en la mitología griega.-acotó amargamente Zafiro al albino (idiota).

-Oh, cierto. O sea, estamos yendo al Olimpo.

-Que perceptivo.-dijo irónicamente el ave.

Bakura apoyó su pie sobre la cabeza del ave y lo golpeó un poco. El ave gruñó.

-Tengo la ligera sensación de que no nos llevamos bien.-dijo el albino con una mueca en su rostro.

-¿Ah si? Entonces eres un idiota.-le contestó.

-¡Mira quién habla!-a Zafiro le salió una venita.

-Mantén el autocontrol... –se dijo a sí mismo.

-Muévete. ¿Qué no me ibas a llevar al Olimpo?-exigió Bakura.

-¡¡Tu no eres nadie para darme órdenes!-gritó el pájaro.

-No, pero pronto lo seré.

-¡¡¡Que seas el amante de mi amo no significa que tenga que obedecerte!-aclaró.

-¿Quién dijo que me obedecerías?

Ahora si, Zafiro estaba realmente confundido.

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-Esto es humillante... –se dijo a sí mismo el ave. Detrás de él, un sonriente Bakura.

Como había dicho, no necesariamente tenía que obedecerlo a él. Así que, Ryo intervino un poco y con sus métodos de persuasión, logró convencer a Zafiro para que acompañe a su amado hasta el Olimpo.

Dicha diosa estaba sentada sobre una nube mirando el paisaje, esperando a sus huéspedes. Estaba de espaldas a ellos cuando llegaron, y el ave se retiró para que ambos pudiesen hablar a solas con tranquilidad.

-Ha pasado el tiempo. Mucho tiempo.-Bakura se congeló en su lugar. ¡¡Conocía esa voz demasiado bien!-Mucho tiempo, hijo.-la diosa se volvió para mirar de frente al albino.

-Mamá...