Kodoku (Vol I)

Capítulo 3

Faltaba poco para que comenzara el campeonato de invierno, pero el motivo de que todo Shohoku estuviera preocupado era otro: Rukawa había adelgazado mucho en las últimas semanas. El entrenador Anzai había hablado con él en un par de ocasiones, pero por lo visto no había sacado nada en claro. Algunos miembros del equipo creían que era a causa del excesivo ejercicio, mientras que otros comentaban que quizás se debía a una gripe. El resto de alumnos de la escuela no se habían dado cuenta gracias al uniforme de invierno, pero la camiseta manga corta que se ponía el Súper-Rookie en las prácticas dejaba ver sus delgados brazos.

Un día que Rukawa no pudo quedarse solo entrenando después de la práctica porque el equipo de volley necesitaba el gimnasio y se fue a las duchas al mismo tiempo que sus compañeros, las alarmas se dispararon. Incluso Sakuragi se quedó atónito al contemplar a su rival desnudo.

Mientras Rukawa seguía duchándose, Ryota, Sakuragi y Mitsui eran los únicos que quedaban en los vestuarios.

- Habéis visto eso? – preguntó Mitsui en voz muy baja mientras se vestía.

- Sí – contestó Ryota en el mismo tono – está claro que algo va mal.

- Como capitán tienes que hablar con él y preguntarle que le sucede. Quizás está enfermo.

- El entrenador Anzai ya lo ha intentado y ha fracasado. No creo que a mí me cuente nada.

Sakuragi escuchaba los susurros de sus compañeros sin decir nada. No quería admitir que él también estaba muy preocupado por el kitsune, pero en verdad que lo estaba. Y mucho.

Ryota y Mitsui callaron de golpe al oír la última ducha cerrarse. Enseguida apareció Rukawa con una toalla en la cintura. Se dirigió hacia su bolsa de deporte, la abrió y empezó a vestirse. Podía notar las miradas disimuladas de sus compañeros en su cuerpo, y eso lo incomodaba mucho. Terminó lo más rápidamente que pudo y después de un inaudible "Adiós" salió del vestuario.

Fuera del gimnasio le esperaba Ayako con los brazos cruzados.

- Tenemos que hablar.

- De qué? – preguntó Rukawa en un tono menos frío del habitual. Ella era la única que conseguía eso de él.

- De ti.

- De mí? Qué pasa conmigo?

- Qué estás muy delgado. Eso es lo que pasa.

Rukawa frunció el ceño y miró amenazadoramente a Ayako, pero ésta no se inmutó.

- Y qué? – dijo al fin.

- Cómo que "y qué"? Rukawa, se trata de tu salud! No puedes volver a lo mismo que hace tres años! – imploró la mánager.

El chico consideró que era suficiente charla, porque sin decir nada más empezó a caminar y a alejarse.

- Rukawa! – le llamó inútilmente.

Ayako sentía escozor en los ojos. Es lo mismo. Es igual que la otra vez.

- Ayako! Qué te ocurre? – la voz de Ryota la sobresaltó.

Frente a ella estaban Ryota, Mitsui y Sakuragi. Éste último observó alejarse al kitsune en su bicicleta.

- Eh? Nada chicos, no os preocupéis.

- Estabas hablando con Rukawa? – preguntó Sakuragi.

- Sí…

- Tú sabes lo que le pasa al kitsune, verdad?

La chica sólo miró al suelo.

- Pues claro… tú lo conoces desde la secundaria baja. Además eres la única persona a quien dice más de dos palabras seguidas – dijo Mitsui.

- Ayako, debes contárnoslo. Tú sola no podrás ayudarle.

Ha quedado claro que no… Rukawa me matará si se entera de que se lo he contado a alguien, pero creo que no tengo más remedio. Aunque primero debería hablar con el entrenador Anzai. En fin…

- Vamos Ayako, dínos que le ocurre.

- Creo que Rukawa padece bulimia.

- Nani! – exclamaron los tres chicos a la vez.

oooooooooooooooo

- Fue hace tres años. Yo estaba en segundo de secundaria baja, y Rukawa empezaba primero. En Tomigaoka también era asistente del equipo de baloncesto, y ahí le conocí. Pero era un Rukawa muy diferente del de ahora…

Mitsui, Ryota y Sakuragi escuchaban atentamente a Ayako, quien les había invitado a tomar algo en su casa.

- Qué quieres decir con que era muy diferente? – preguntó Ryota.

- Primero, físicamente. A los doce años, Rukawa era un niño algo… gordito.

- Qué? El kitsune un niño gordito? – se extrañó Sakuragi.

- Sí… nada exagerado, sólo tenía unos quilos de más. Pero nada más entrar en el equipo los demás niños empezaron a burlarse de él.

- Qué crueles son los niños a esa edad… - comentó Ryota.

- Y que lo digas. Rukawa lo pasó bastante mal. Encima, por esa época sus padres se divorciaron.

- Y ahí fue cuando… - empezó Mitsui.

- Cuando empezó a vomitar – acabó Ayako.

Los cuatro se quedaron en silencio unos segundos, hasta que Sakuragi habló.

- Has dicho que era muy diferente, primero, físicamente. Y segundo?

- Y segundo, antes de que empezara a afectarle el desprecio de sus compañeros, Rukawa era un niño muy extrovertido.

- Cómo! Rukawa extrovertido? – exclamaron.

- No me creéis? – preguntó Ayako con una sonrisa triste – Ahora os lo demostraré.

Ayako se levantó del sofá donde estaban sentados y abrió un mueble de la sala de estar que al parecer sólo contenía cintas de vídeo. Eligió una, la introdujo en el reproductor y encendió el televisor. Cogió un mando a distancia y se sentó de nuevo.

- Mirad – dijo apretando el play.

La imagen de un patio de escuela ocupó la pantalla. Unos niños de entre 12 y 14 años estaban jugando un partido de baloncesto.

- Ahí estás tú! – exclamó Ryota con corazoncitos en los ojos – De pequeña también eras adorable, mi querida Ayako.

- No reconoces al niño que está a mi lado?

Los tres chicos se acercaron más al televisor. Éste mostraba la imagen de Ayako a los 13 años, sentada en el banquillo junto a un niño moreno y gordito que no paraba de reír.

- No puede ser… - murmuró Mitsui.

- Ése es Rukawa? – preguntó un muy sorprendido Ryota.

Ayako miró a Sakuragi, quien no decía nada. Tan sólo miraba la pantalla con la boca abierta.

La imagen cambió y se volvió a centrar en el partido.

- Ese partido fue a comienzos de curso, en el mes de abril. No sé cuando empezó todo, pero en el mes de julio Rukawa ya había perdido tanto peso que tuvieron que ingresarlo durante casi tres semanas. Cuando volvió a las clases parecía estar bastante recuperado, pero nunca volvió a ser el niño alegre y divertido que habéis visto.

Después de escuchar la explicación de Ayako, se hizo el silencio en la habitación.

- Todo eso sucedió hace tres años, qué puede haberle sucedido ahora para que empezara a vomitar la comida de nuevo? - preguntó finalmente Ryota.

- Recordad que aún no sabemos del cierto si es otra vez bulimia lo que tiene. Podría estar enfermo de otra cosa.

- Es cierto. No podemos adelantarnos.

- Yo le escuché una vez vomitar… - murmuró Sakuragi.

- Qué? – exclamó Ayako – Por qué no dijiste nada?

- Yo no sabía nada de todo esto! Supuse que le habría sentado mal el almuerzo, o algo así… Cómo iba a imaginarme yo que el kitsune vomitaba por gusto! – se defendió el pelirrojo.

- Tienes razón. Perdóname Sakuragi.

- Qué podemos hacer? – preguntó Mitsui.

- Intentaré hablar de nuevo con él – dijo Ayako.

oooooooooooooooo

Al día siguiente, Ayako intentó otra vez hablar con Rukawa al final del entrenamiento, pero sin éxito. El chico ni siquiera dejó que ella se le acercara, yéndose esta vez el primero a los vestuarios.

Sakuragi había estado muy callado durante toda la práctica, y no había dejado de observar de reojo al kitsune; el descubrimiento de la causa de su estado le había dejado muy confundido. Por una parte, ahora entendía mejor la conducta antisocial de su rival, pero por la otra, seguía sin adivinar que razón le había llevado a caer de nuevo en esa enfermedad. Al observar que Rukawa había dejado a Ayako con la palabra en la boca, decidió que él mismo intentaría averiguarlo.

Cuando entró en el vestuario y se encontró al Súper-Rookie en el suelo, lo primero que pensó fue que estaba durmiendo. Pero cuando se acercó más y vio un hilillo de sangre recorriéndole la cara, se asustó.

- Rukawa?

Se agachó junto a él y descubrió que la sangre provenía de un pequeño corte en su ceja izquierda. Pero que demonios… alzó la vista un momento, y al ver una mancha roja en un lado de los lavabos, comprendió.

En ese momento entraron Ryota, Mitsui, Yasuda y Shiozaki.

- Qué ha pasado! – preguntaron a la vez Ryota y Yasuda.

- Rukawa se ha desmayado delante de los lavabos, y al caer se ha golpeado la frente con uno – contestó Sakuragi.

- Yasuda, ve corriendo a la enfermería y dile a la señora Urashima que venga. Shio, llama a Ayako y dile a los demás que no entren a los vestuarios – ordenó el capitán de Shohoku, y ambos chicos salieron corriendo.

Ryota y Mitsui se agacharon junto a Sakuragi, y observaron la cara casi blanca de Rukawa.

- Se veía venir – dijo Mitsui – No entiendo como aguanta los entrenamientos hasta el final.

- Qué ocurre… Rukawa! – exclamó Ayako al entrar, seguida de Haruko.

- Qué le ha pasado? – preguntó la segunda mánager, visiblemente angustiada.

- Se ha desmayado. No os asustéis por la sangre, al caer se ha golpeado la frente, eso es todo – repitió Sakuragi.

- Haruko, ve a buscar el botiquín – ordenó la chica de rizos.

- Sí!

Al momento volvió, y Ayako cogió una gasa y limpió la sangre de la cara de Rukawa. A continuación empezó a darle palmadas en las mejillas mientras le llamaba, pero el chico no respondía. Sakuragi notó que se estaba poniendo nervioso. Yasuda entró de nuevo y dijo muy preocupado que no había encontrado a la enfermera de Shohoku por ninguna parte.

- Pues sigue buscando! – gritó Sakuragi, en un tono que sorprendió a sus compañeros. El pobre Yasuda desapareció al momento.

- Yasu no tiene la culpa, Hanamichi – susurró Haruko intentando calmar al pelirrojo.

- Brrr… ya lo sé – Sakuragi se levantó y cogió una botella de agua de su bolsa – a ver si con esto se despierta de una vez – masculló mientras la abría.

- Espera Hanami…! - demasiado tarde. El pelirrojo ya había vaciado el contenido sobre el rostro del número 11 del Shohoku.

Rukawa pareció reaccionar. Todos miraron atentamente como abría los ojos y se incorporaba un poco.

- Cómo te encuentras, Rukawa? – preguntó Ayako, pero el chico de ojos azules no le contestó.

- Te han preguntado como te encuentras, kitsune.

- Doa'ho… - murmuró mientras se levantaba. Los demás le imitaron.

- Teme! Encima que nos preocupamos por ti? Al menos podrías contestar!

Nos preocupamos?

- Yo no os he pedido nada – dijo. Cogió su bolsa y salió del vestuario.

Estaba ya llegando a su bicicleta, cuando una mano le agarró fuertemente del brazo y le obligó a darse la vuelta.

- Qué haces, doa'ho?

- Quién coño te crees, Rukawa? – preguntó Sakuragi rojo de furia.

- Cómo dices? – preguntó intentando sin éxito librarse del agarre del pelirrojo.

- El que estés enfermo no te da derecho a tratar así a la gente.

- Yo no estoy enfermo, imbécil.

- Ah no? Entonces porqué te has desmayado?

- Y a ti que te importa? Déjame en paz – Rukawa seguía sin conseguir que el pelirrojo le soltara el brazo.

- En eso tienes razón, no me importa lo más mínimo lo que te pase – apenas las palabras salieron de su boca Sakuragi se arrepintió de haberlas dicho.

La mirada de Rukawa fue glacial. El pelirrojo aflojó un poco la mano y el kitsune aprovechó para soltarse.

- Ahora sí has sido sincero – fue lo último que dijo antes de partir con la bicicleta.

oooooooooooo

N/A: Estoy algo desanimada porque veo que este fic no ha tenido mucho éxito… aún así mientras haya al menos un review por capítulo, lo que significará que alguien lo lee, lo continuaré, no creo que moleste a nadie. Pero ya no creo que escriba la segunda parte.

Besos

Khira-chan