Kodoku (Vol I)
Capítulo 5
Rukawa se despertó y lo primero que vio fue un destello.
- Se-sensei?
- Hola Rukawa.
- Pe-pensaba que estaba en Okinawa.
- Al final mi mujer y yo decidimos regresar antes de lo previsto.
- Ah…
Entonces recordó la visita de cierto pelirrojo, pero no el momento en que se había ido.
- Qué ha pasado…?
- Has sufrido una parada cardiorrespiratoria.
El chico pálido le miró sorprendido.
- No crees que ya es suficiente? - preguntó el entrenador.
- Uh?
- Hasta cuando piensas seguir lastimándote de esta manera?
- …
Al no recibir respuesta, el entrenador Anzai suspiró y se acomodó las gafas.
- Mira Rukawa… vomitar es como fumar: un mal vicio que no se puede dejar a no ser que se realmente se quiera. Así que dime, quieres dejarlo o prefieres continuar hasta morirte?
Rukawa notaba un nudo en su maltrecha garganta que le impedía hablar.
- Si te decides a dejarlo yo te ayudaré, pero si no, dímelo y no perderé más el tiempo contigo.
El nudo persistía y el chico sentía que si no decía nada aquel hombre se iría, dejándole solo… como siempre había estado. Y como confirmación a sus temores, el entrenador Anzai se levantó. Eso le hizo reaccionar.
- No! – exclamó incorporándose y alargando su mano hacia él, pero recogiéndola de inmediato – No me deje aquí… por favor… - imploró.
El entrenador Anzai se sentó de nuevo y puso su mano encima de la de su jugador estrella.
- No te preocupes, no lo haré.
oooooooooooooooo
Sakuragi se levantó al ver al entrenador Anzai salir de la habitación de Rukawa.
- Se ha despertado?
- Sí, no te preocupes. Y Ayako?
- Ha ido al baño.
- En cuanto vuelva podéis marcharos a la escuela. Yo me quedaré por aquí un rato más.
- Dime viejo… que va a pasar ahora con el kit… con Rukawa?
El entrenador Anzai miró a los ojos castaños que lucían preocupados, y una idea le vino a la mente.
- Sakuragi… que vas a hacer durante las vacaciones de navidad?
- Las vacaciones de navidad? – la pregunta le tomó por sorpresa – Pues… salir con los amigos y acudir a las aburridas cenas en casa de los familiares de mi madre, supongo.
- Te gustaría pasarlas en mi casa de campo y hacer un entrenamiento especial de baloncesto?
- En su casa? Entrenamiento especial?
- Ajá.
Recordó el entrenamiento de los 20.000 tiros que realizó con el gordito en verano y lo mucho que aprendió esa semana. No podía rechazar ninguna propuesta de su entrenador, pues era como rechazar una oportunidad de superar al…
- Pero… y Rukawa?
- Rukawa también vendrá.
oooooooo
Una pareja formada por un chico alto con el cabello teñido de rojo y una chica menuda y castaña paseaban por un parque cogidos de la mano mientras charlaban.
- Me da mucha pena pensar que no voy a verte en dos semanas, Hana-kun – dijo Haruko.
- A mi también. Pero te prometo que te llamaré por teléfono siempre que pueda.
- Tu madre no se enfadó al decirle que no ibas a pasar las navidades con ella?
- Un poco. Pero se lo expliqué todo y comprendió que era importante que fuera.
Haruko entendió que era lo que le había explicado a su madre.
- Espero que Rukawa se mejore en casa del entrenador Anzai. Y nada de peleas, entendido? – amenazó cariñosamente la chica.
- Se hará lo que se pueda – sonrió Sakuragi.
- Menos mal que el entrenador ha conseguido que le dieran el alta. Sino tendría que haber pasado las navidades solo en el hospital.
- Sí, es increíble que sus padres no se hayan dignado a aparecer después de que el gordito consiguiera hablar con ellos – dijo el pelirrojo frunciendo el ceño. Qué clase de padres tiene el kitsune?
- Ya hemos llegado a mi casa. Gracias por acompañarme.
Sakuragi se detuvo enfrente de su novia. Es tan hermosa…, pensó. Se agachó un poco (bastante) y juntó sus labios con los de ella. Pero esta vez no se separó enseguida, como había hecho hasta entonces, sino que empezó a juguetear con ellos. Haruko estaba algo sorprendida, pero se dejó llevar y después de unos segundos estaban besándose apasionadamente. A causa de la falta de práctica tuvieron que separarse momentos después para coger aire; ambos estaban ruborizados.
- Si-si puedo te llamaré esta misma noche cuando lleguemos – tartamudeó el pelirrojo.
- De-de acuerdo. Adiós – Haruko sonrió y se despidió con un gesto antes de entrar en la casa.
Sakuragi aún seguía ruborizado cuando se dio la vuelta y se encaminó hacia su casa. Miró la hora en su reloj y apresuró el paso, pues eran ya las seis y cuarto de la tarde y el entrenador Anzai le había dicho que pasarían a recogerle a las seis y media.
Ya se había despedido de su madre y hacía 10 minutos que estaba en la puerta de su casa cuando apareció el coche del gordito, aunque no era él quién conducía, sino su mujer. Sakuragi saludó a ambos y se metió en el coche después de dejar su bolsa en el maletero.
- Estoy muy contenta de que hayas aceptado pasar estas fiestas con nosotros, Sakuragi-kun – dijo la señora Anzai.
- El gusto es del tensai.
Apenas cinco minutos más tarde el coche se detenía delante de lo que supuso sería la casa de Rukawa.
Vaya lujo, pensó al observar lo que parecía una mansión.
En seguida un chico moreno, alto y muy delgado salió por la puerta principal y se dirigió al coche, deteniéndose en seco al darse cuenta de quien era el ocupante del asiento de atrás del vehículo. Con claro gesto de fastidio metió también su bolsa en el maletero y entró en el coche.
- Buenas tardes Rukawa-kun – saludó la pareja.
- Hola – murmuró Sakuragi. No se habían visto desde el día que fue a verle al hospital, y de eso hacía ya una semana.
- Buenas tardes – gruñó sin mirar al chico que había sentado a su lado.
Creo que no se alegra mucho de verme aquí, pensó el pelirrojo.
- Como ves también hemos invitado a Sakuragi-kun – dijo el señor Anzai mientras su mujer arrancaba de nuevo.
- …
- Bueno chicos, poneos cómodos que hay una hora de camino.
Sakuragi se hundió en el asiento mientras miraba las luces de la ciudad que dejaban atrás. Al cabo de un rato miró de reojo a su compañero de equipo, y no pudo evitar una leve sonrisa al comprobar que ya estaba completamente dormido.
oooooooooooooooo
- Bien, ya hemos llegado – dijo la señora Anzai.
Sakuragi se desperezó y miró el lugar. Era más o menos como se la había imaginado: una agradable casita de campo típica japonesa de dos plantas se dejaba ver a través de la única puerta de un murete de piedra que la rodeaba.
- Ey, zorro dormilón! Despierta! – llamó Sakuragi al ver que el kitsune seguía sobando. Al ver que no se movía, lo zarandeó suavemente.
- No perdonaré a los que me molesten mientras duermo… – murmuró mientras daba un manotazo a la cara del pelirrojo.
- Auch! – exclamó éste, pero decidió controlarse y no devolver el golpe.
Rukawa abrió finalmente los ojos, y al darse cuenta de que el coche estaba detenido salió de él después de mirar un momento con indiferencia a Sakuragi.
Maldito zorro…, pensó. Como odio que me mire así.
Entraron en la casa, que se veía muy linda, aunque se notaba que hacía meses que nadie la habitaba. La decoración era una mezcla entre el estilo oriental y el occidental.
- Venid, os enseñaré la que será vuestra habitación – dijo la señora Anzai empezando a subir las escaleras.
- "Nuestra" habitación? – repitieron incrédulos dos chicos a la vez, para luego mirarse con chispas en los ojos.
- Un momento viejo! Tú no dijiste nada de compartir habitación con este zorro apestoso! – se quejó Sakuragi mientras daba palmadas en la papada de su entrenador.
- Ho ho ho…
- Además no me creo que esta casa tan grande sólo tenga dos habitaciones! Esto es una broma pesada, verdad, viejo!
- Ho ho ho…
- Deja de quejarte y sube, doa'ho – dijo Rukawa con voz de fastidio mientras subía por las escaleras.
Sakuragi soltó la papada del entrenador y miró furioso hacia el lugar por donde había desaparecido el kitsune. Al menos me ha dirigido por fin la palabra, pensó aliviado.
- Sakuragi…
El pelirrojo se volteó de nuevo hacia el gordito, sorprendido del tono serio de su voz.
- Tú te encargarás de vigilar a Rukawa por las noches.
- Nani? – exclamó. Vigilar al kitsune?
- Ahora sube a la habitación. Luego os enseñaremos el resto de la casa – ordenó el entrenador, y se alejó por el pasillo.
Sakuragi obedeció y subió las escaleras. Vio una habitación con la puerta abierta y entró. Dentro estaban Rukawa y la señora Anzai sacando unos futones del armario.
- Deje, yo le ayudaré – ofreció el pelirrojo dejando su bolsa en el suelo.
La señora Anzai se retiró y Sakuragi ocupó su lugar. Entre los dos chicos terminaron de sacar los futones y los extendieron en el suelo.
- Muy bien, chicos – dijo la mujer – Ahora os mostraré el resto de la casa.
La casa en efecto tenía más habitaciones, pero Sakuragi no dijo nada más sobre el tema. En el piso de abajo se reunieron de nuevo con el entrenador Anzai. Después de visitar la sala de estar, el comedor y la cocina, el pelirrojo cayó en la cuenta de algo.
- Ey viejo! Y dónde se supone que entrenaremos?
- Ho ho ho… seguidme.
Los cuatro salieron al jardín por la parte de atrás de la casa. Al momento se divisó una canasta.
- Eso es… - empezó Sakuragi.
Siguieron caminando atravesando el jardín hasta llegar al lugar.
- …una cancha privada! Qué pasada!
A Rukawa pareció gustarle también el sitio donde practicarían; aunque su expresión no había cambiado demasiado, le brillaban los ojos.
- Bueno chicos, ya tendréis tiempo de sobra para contemplarla bien – rió la señora Anzai – Ahora entrad y poneos cómodos que enseguida estará la cena lista.
Al escuchar la última frase Sakuragi no pudo evitar mirar a Rukawa, quien pareció no inmutarse.
Diez minutos más tarde estaban todos sentados en el comedor ante un humeante plato de ramen.
- Itadakimasu!
El señor y la señora Anzai empezaron a comer, así que Sakuragi no tardó en hacer lo mismo, muerto de hambre como estaba. Disimuladamente observaba a Rukawa, quien tenía los palillos en la mano, pero parecía no decidirse.
- Rukawa-kun, no hace falta que te lo termines si no quieres – dijo cariñosamente la señora Anzai.
- Eh… si.
Sakuragi observó que el kitsune se llevaba unos cuantos fideos a la boca y los masticaba, pero en el momento de tragarlos un gesto de dolor se dibujó en su rostro.
- - - Flashback - - -
- Tiene la garganta tan dañada que aunque quisiera creemos que no sería capaz de comer nada sólido
- - - Fin del flashback - - -
Pero Rukawa siguió comiendo sin prisa pero sin pausa, y para cuando los demás terminaron él también casi había acabado.
Los chicos ayudaron a quitar la mesa y también se ofrecieron para fregar los platos, pero la señora Anzai les dijo sonriente que no hacía falta y que podían ir a la sala de estar. Ambos salieron de la cocina y Sakuragi se encaminó a la salita, pero Rukawa tomó otro camino.
Entró en el baño.
El pelirrojo se detuvo en el pasillo observando la puerta cerrada.
No me digas que será tan estúpido como para…
Lentamente se acercó a la puerta, pero no oyó nada. Se sobresaltó al sentir una mano sobre su brazo. Era el entrenador Anzai, quien le indicó con un gesto que le acompañara. Una vez sentados en uno de los sofás que había en la sala de estar, el entrenador empezó a hablar en voz baja.
- Rukawa me prometió no volver a vomitar porque le amenacé con llevarle de vuelta al hospital si lo hacía, así que no se forzará ahora porque sabe que podría oírle.
Por el tono de sus palabras, Sakuragi comprendió que el gordito ni confiaba en la promesa de Rukawa, ni tampoco tenía ninguna intención de cumplir su amenaza.
- Así que si se fuerza, será…
- Por las noches.
- Eso es.
- Y qué hago si veo que se levanta para vomitar?
- Sólo cuéntamelo por la mañana.
- Está bien… - aceptó Sakuragi no muy convencido.
El gordito encendió la televisión y minutos después ambos empezaron a comentar animadamente la programación. Entonces entró Rukawa en la sala y al ver a entrenador y pupilo hablar tan en confianza, se sintió fuera de lugar…
- Sensei, si no le importa yo me voy a acostar.
- Claro que no, Rukawa. Aunque mañana sea nochebuena os tendréis que levantar temprano. Buenas noches.
- Buenas noches - murmuró antes de desaparecer de nuevo por el pasillo.
Una hora más tarde Sakuragi entraba en la habitación compartida. Se desnudó, se puso el pijama y se metió en el futón, no sin antes observar el rostro dormido de su compañero. Mientras le miraba, Sakuragi se preguntó si realmente odiaba a ese chico de cabellos oscuros y tez pálida, y recordó cuando se conocieron.
Qué habría pasado entre nosotros si no me hubiera enamorado de Haruko? Habríamos sido amigos?
No.
Rukawa no tiene amigos.
Ni familia que le ayude.
No tiene a nadie.
Está solo.
oooooooooooooooo
No supo que era lo que le había despertado. Miró el reloj: era casi la una de la madrugada. Mediodormido, se dio la vuelta en el futón para acomodarse de nuevo. Se incorporó de golpe.
El otro futón estaba vacío.
Kuso!
Se levantó de un salto y salió al pasillo. Se disponía a mirar primero en el baño de la planta piso cuando vio una figura sentada en las escaleras. Bajó unos cuantos escalones y se sentó junto a ella.
Rukawa estaba sentado un poco ladeado, apoyándose en la barandilla, con los brazos rodeando su estómago, y temblaba. Tenía los ojos fuertemente cerrados, y una fina capa de sudor le cubría el rostro.
- Qué te pasa? – susurró Sakuragi.
Al no obtener respuesta, el pelirrojo alargó su mano hasta tocar el hombro de Rukawa, pero éste, nada más notar el contacto, se apartó.
- Déjame… - murmuró con voz apenas audible.
Sakuragi bufó. Porqué siempre tenía que ser así?
- Sólo dime que te pasa, de lo contrario no puedo ayudarte – dijo intentando conservar la calma y el tono de voz.
- Y desde cuando tú quieres ayudarme a mí? – Rukawa había abierto los ojos y le miraba con el mismo gesto desafiante que le había dedicado en el hospital.
- Supongo que desde que empezaste a comportarte como un imbécil.
- Y eso que más te da? Tú mismo lo dijiste: "No me importa lo más mínimo lo que te pase", recuerdas?
Al escuchar sus propias palabras en boca del kitsune, Sakuragi se sintió miserable.
- Yo… siento mucho haberte dicho eso, porque no es verdad. Sí que me importa lo que te pase.
Los ojos azules se abrieron un poco más, sorprendidos e incrédulos, pero enseguida se cerraron acompañados de un quejido.
- Ey! – exclamó Sakuragi - Vamos, qué sucede?
- … - el chico moreno rodeó aún más fuerte su estómago con los brazos mientras se mordía el labio.
- Te duele el estómago?
- ...
- Ok, si no vas a decirme nada iré a avisar al viejo de que te encuentras mal.
El pelirrojo hizo amago de levantarse, pero un brazo le detuvo.
- No… espera… - ya no había desafío en los ojos de Rukawa, tan sólo cansancio – No le digas nada al entrenador, por favor…
- Está bien… Dime, es el estómago?
- Sí…
- Has vomitado esta noche?
Se esperaba la pregunta, aún así no pudo evitar sentirse incómodo cuando contestó.
- No.
- Entonces seguramente lo que le pasa a tu estómago es que hacía mucho que no trabajaba…
- El médico ya me avisó que me pasaría…
- Te dijo que hacer? Te dio algún medicamento o algo?
- No. Dijo que tendría que aguantarme.
- Entiendo… Por cierto, qué haces aquí?
- No lo sé… necesitaba moverme un poco.
- Volvamos a la habitación, aquí hace mucho frío.
- Está bien…
Ambos se levantaron y se dirigieron en silencio a la habitación que compartían. Una vez dentro se acostaron; Rukawa seguía con un brazo agarrado a su estómago, pero ya no temblaba.
- Intenta dormir, y si mañana no te encuentras mejor tú mismo deberías decírselo al viejo – dijo Sakuragi.
- …
- Haz lo que quieras… - murmuró el pelirrojo antes de cerrar los ojos.
oooooooooooooooo
N/A: me he decidido a hacer la segunda parte, ahora mi duda es si debería publicarla como un fic aparte o a continuación...?
Elena: la verdad es que la falta de inspiración sí es un motivo para desanimarse... a veces me paso media hora para escribir tres líneas y es desesperante... pero se compensa cuando en diez minutos se escriben dos páginas XDD.
Bubley: espero que no te decepcione la historia, porque con este capítulo entramos ya en la segunda mitad (van a ser 8 capis), y que sigas dejándome reviews. Muchos besos!
Kaehana9: ya, pero el número de reviews no significa que la historia sea buena... aún así me animan mucho la verdad XD
Sakare: no habrá shonen ai, lo siento, y menos si hay quien me dice que por fin una historia no-yaoi jeje. Pero como habrás visto mi carrera de escritora yaoi no acabó con 'Vuelve conmigo', te invito a leer también 'Boulevard of Broken Dreams'. Besos!
Tsuki-ummi kaze: la verdad es que no controlo mucho con la extensión de los capítulos, pero en cuanto a actualizar rápido no creo que nadie se queje, no? Soy Khira-flash MUAHAHAHA!
Lizeth: papiri... qué! Defíneme eso plis XD No lo había oído en mi vida jaja.
Balucita: como diría uno de mis compañeros de curro, me alegro de que me hagas esa pregunta XD! Cualquiera que haya visto Slam Dunk o leído el manga sabrá que Inoue no da ninguna explicación del porqué del carácter tan retraído de Rukawa. Y ese carácter no son imaginaciones nuestras, ya que durante el partido contra el Kainan, hay unos chicos de Tomigaoka en las gradas y uno comenta literalmente 'Su personalidad es muy cerrada y antisocial'. Nadie más que yo se preguntó porqué? La explicación que más nos gusta a las fans del yaoi es, supongo, que Rukawa es gay y por eso tiene miedo de la intimidad con los demás (recomiendo leer 'Dejando de huir' de Duare, un fic fantástico y el más realista de la pareja rusen que he leído hasta ahora, pero lamentablemente inacabado TT). Pero hay muuuchas posibilidades más, y la que pensé para este fic fue una enfermedad psíquica cuyos síntomas no físicos (inseguridad, alejamiento de los demás, etc) se parecieran a la personalidad de Rukawa.
Sabrina: de veras que me alegra un montón saber que lo estás leyendo, ahora le echaré aún más ganas! Besoss
Khira-chan
