EROL HARUKA: Gracias, tus palabras me han animado mucho la verdad, ya estaba cansada de que Lucius siempre fuera el malo de la película… yo creo que todo el mundo tiene un lado bueno y uno malo :D
LaBelle Evans: muchas gracias
SraMalfoy: No me había planteado seguirla, pero lo intentaré, eso sí, si me quedo sin inspiración, espero que comprendas que no podré seguirla… Además, aún tengo que averiguar como se hace para subir diferentes capítulos :p
Victoria Granger: Estoy en ello; estoy escribiendo otro fic más largo de Hermione y Draco y al mismo tiempo uno de Lily y James… así que ten paciencia! Intentaré ir subiendo poco a poco las cosas… Ya sabes, soy nueva :D
dore-malfoy: La verdad es que lo escribí en una tarde que estaba aburrida y no sabía que hacer… me sorprende que la gente que lo ha leído le haya gustado tanto. Gracias por tus ánimos.
Klass2008: muchas gracias! La verdad, no sé si tengo don para escribir, pero es cierto que siempre me ha gustado leer historias en las que me implico emocionalmente, así que supongo que eso se ha visto reflejado en mis escritos. De verdad, no sabes cuanto me animan vuestras palabras :D
Bueno, a ver, me pidieron una continuación del fic Nueva Esperanza y aunque no sé como saldrá, porque no lo tenía planeado, voy a intentar continuarlo. Aunque ya advierto que no sé por donde saldrá:D De todas formas, aún no he dominado como subir los diferentes capítulos en el mismo fic, así que si no lo intento, agradecería que alguien me escribiese para explicármelo :D
Bueno, os dejo con la primera parte de la continuación. Un besito a todos
CAPITULO 1
Se encargó de cerrar las puertas y ventanas asegurándose de que todo estaba en su lugar. Recogió los cojines que habían sido utilizados por su marido y Blaise en una imprevisible guerra infantil y los colocó con cuidado sobre los sofás del salón; echó un vistazo a la cocina asegurándose de que todo estaba en orden y suspiró mientras subía las escaleras hacia el piso superior.
-… Slytherin… no es que Gryffindor sea mala casa, pero en Slytherin encontrarás la grandeza que te espera, pequeña… Pero esto será un secreto ¿vale? No quiero ni pensar lo que tu madre me haría si supiera que te estoy diciendo esto… -le escuchó sonreír-… y mucho menos quiero pensar lo que no me dejaría hacerle…
La chica sonrió y se detuvo en la puerta entreabierta, empujando con suavidad y dejando caer su peso contra el marco de la puerta. Jamás se acostumbraría a aquella escena.
La habitación, pintada en suaves tonos ocres permanecía en aquellos momentos iluminada por una pequeña lamparilla de fino cristal que permanecía a un metro y medio por encima de la cuna de la pequeña. El gran ventanal había sido cerrado a conciencia y estaba segura que él se habría encargado de ponerle un hechizo para asegurarse de que nada molestar a su pequeña en sus sueño. Un armario, un cambiador y un tocador adornaban la pared de la derecha, a la izquierda, un pequeño sofá estampado con dibujos alegres y una pequeña estantería repleta de cuentos y libros, tanto muggles como mágicos. Y en el centro de la habitación, una cuna blanca, elegante, soberbia, digna de un Malfoy.
Draco estaba de espaldas a la puerta, inclinado sobre la pequeña. Tenía su dedo atrapado entre las manitas de la niña y parecía que no tenía intención de soltarlo, aunque su padre tampoco parecía muy dispuesto a dejarla ir.
Sonrió y se acercó descalza como estaba hacia su marido y su hija. Su hija. Era suya.
-Deberías dejar que la niña crezca antes de meterle esas ideas en la cabeza… -le susurró mientras se arrimaba a él y se colaba bajo su brazo haciendo que él la abrazase.
Draco la besó en la frente y le sonrió.
-Es preciosa, ¿verdad? –él asintió -. Lo hemos hecho bien ¿cierto?
Draco sonrió para sí mismo. Aquella era su esposa. Siempre buscando la aprobación de todo el mundo, siempre deseando que le dijeran que lo había hecho bien, que no se había equivocado… incluso con su hija.
-Sí, lo hemos hecho muy bien… -le susurró al oído-… ves a la cama, ahora voy…
Hermione enarcó una ceja, gesto que había adquirido después de convivir con él durante más de año y medio y sonrió.
-No te quedarás a verla dormir toda la noche, ¿verdad?-le inquirió curiosa.
Draco fingió dolido por ese comentario.
-¿Por quién me tomas? ¿Cuándo he hecho algo similar?
-Ayer, antes de ayer, y antes de antes de ayer –dijo ella riendo-. Estoy pensando en comprar una cama y ponértela aquí –arrugó la frente.
Draco se giró para abrazarla con suavidad, envolviéndola por la cintura y obligándola a recostarse contra él, notando como las manos de su esposa abrazaban sus manos.
-No hará falta –le aseguró susurrante junto al oído. Rió divertido-… siempre puedo conjurar una.
Aquel comentario hizo que la chica le diera un suave golpe en el brazo.
-¿No podemos mover su cuna hasta nuestro cuarto? –preguntó esperanzado como si fuera un niño pequeño.
Hermione sonrió ante aquel comentario. Era el mismo que llevaba escuchando durante cuatro meses. Desde que había nacido la niña Draco insistía en no separarse de ella ni un solo segundo, y cuando tenía que hacerlo, a regañadientes y porque Dumbledore lo reclamaba en Hogwarts, Draco volvía a casa en cuanto podía escaparse. Hermione había bromeado sobre eso alegando que estaba segura de que incluso su marido no dejaba deberes a los alumnos con tal de no entretenerse para ponerlos.
Y lo entendía. Ella pasaba más tiempo con su hija que él. Draco permanecía despierto muchas noches simplemente mirando como dormía la niña; observando su piel fina y blanca casi de porcelana, sus rasgos delicados y marcados, la pequeña nariz, los labios gruesos, el poco pelo que tenía y ya indicaba una claridad imponente. Pero eran sus ojos lo que más llamaba la atención de aquella pequeña niña. Ojos grises. Como los de su padre, como los ojos de los que se había enamorado. Con la misma calidez que únicamente ella había visto en él.
-Vamos a dormir, preciosa –le dijo en un susurro consciente de que ella no se iría aquella noche a la cama sin él.
-Buenas noches, cariño –Hermione se inclinó hacia su hija y la besó en la frente dulcemente.
-Dulces sueños, princesa… -le susurró Draco-… si me necesitas, sólo tienes que llorar… -bromeó.
Pero a pesar de que Hermione le dijo que no le entendía y que era imposible que le entendiera, Draco creyó vislumbrar una sonrisa en el rostro de su ángel particular.
Se sentía como un idiota parado delante de la puerta, las llaves en una mano y un ramo de flores en la otra. Sabía que Hermione estaría enfadada, y lo cierto era que tenía motivos para ello; desde que habían discutido aquella mañana, él no había vuelto por casa ni siquiera para avisarle de que estaba bien.
Era curioso que él, que había sido capaz de enfrentarse a su tía Bellatrix, y que había estado al lado del mago oscuro más temeroso de toda la historia, le tuviese miedo a una simple mujer. Sonrió.
-Lo que te hace cambiar el amor… -suspiró.
Introdujo la pequeña llave en la puerta trasera y exhalando todo el aire que tenía en los pulmones giró la cerradura, empujando suavemente la puerta.
Tal y como lo había imaginado. Hermione permanecía de pie, de espaldas a la puerta, junto al fregadero mientras frotaba con demasiada energía los platos que había utilizado para la cena.
El chico la observó. Incluso desde atrás parecía un ángel vestida con aquel vestido blanco de algodón, descalza sobre la moqueta de la cocina y con los suaves rizos cayendo hasta la altura de su cintura. Carraspeó ligeramente para hacerse notar, sabiendo que era innecesario; seguramente ella había captado su aroma a menta desde mucho antes de entrar por la puerta.
-¿Cielo? –preguntó tanteando su suerte.
La chica se detuvo unos segundos, pero sin hacerle el menor caso siguió con su tarea. Draco tragó salva fuertemente, estaba muy enfadada.
-Te traje esto –volvió a intentarlo él.
Hermione giró la cabeza por encima del hombro y vio el ramo de flores. Rosas blancas. Sus favoritas. Aún recordaba el trabajo que le había costado a Draco comprender porqué le gustaban aquellas flores en especial, sonrió para sí misma al recordar cómo lo había convencido y los argumentos que había utilizado para ello. Se volvió a girar hacia el fregadero, dispuesta a no darle una victoria tan sencilla.
-Son muy bonitas, gracias –le contestó de forma seca.
Cualquier otra persona hubiera entendido que aquella respuesta era corta, tajante y seca, pero no Draco. Él había pasado por alto el tono con que ella había hablado, y lo había hecho expresamente. Se acercó despacio hasta ella y la abrazó desde atrás, sintiéndose complacido al sentir como el cuerpo de su esposa temblaba como una hoja cada vez que él la tocaba. Le gustaba tener aquel poder sobre ella y por encima de todo, le gustaba saber que era el único que podía tener aquel poder sobre ella.
Hermione siguió fregando. Draco sonrió mientras le apartaba los rizos de la espalda y dejaba al descubierto el hombro derecho de ella. Se acercó a su oído susurrante y le dio un pequeño beso en el lóbulo antes de hablarle:
-Lo siento… -le murmuró-… perdóname…
-¿Es muy fácil verdad? –dijo ella con cierto sarcasmo-. Es muy fácil para ti hacer lo que quieras y luego venir y pedirme perdón con la seguridad de que voy a perdonarte Draco… ¿te das cuenta del peligro que ha supuesto? –Draco no contestó.
Hermione suspiró, dejó los platos en el fregadero, cortó el agua y se giró aún envuelta en los brazos de Draco para encararlo.
-¿Sabes lo que he tenido que inventar para que la señora Jonson no pensara cosas raras? Y no te rías –advirtió al ver la cara de su marido-. Sólo estaban jugando, por Dios, Draco; jugando. Lucía se ha caído por querer ir detrás de él, Alex no ha hecho nada y de repente me lo encuentro gritando y flotando en el aire –el recuerdo del niño de seis años flotando a metro y medio del suelo hizo sonreír al hombre-, y tú de pie junto a la niña sin decirle nada y sin impedir que aquello ocurriese…
-Es que no soporto que le hagan daño a mi princesa… -dijo él como si aquello lo arreglase todo.
Hermione suspiró aguantando la sonrisa. A veces le daba la impresión de que tenía dos niños en vez de una sola.
-He tenido que asegurarle a la señora Jonson que su hijo se había quedado dormido y que seguramente lo había soñado todo –siguió protestando ella.
Pero Draco no la escuchaba. Estaba concentrado mirando aquel lunar que la chica tenía justo en la base del cuello, en la unión del hombro y el cuello, y estaba tentado a inclinarse y besarlo.
-¿Me estás escuchando, Draco?
-Claro que te estoy escuchando –dijo él molesto por haber sido interrumpido en su recreación personal-. Pero si tuviera que volver a hacerlo, lo haría –dijo muy seguro de sí mismo.
Hermione le miró para reprocharle algo, pero el chico que tenía delante no la dejó hablar; la besó dulcemente en los labios y siguió hablándole aprovechando que ella se había quedado callada y sonriendo interiormente por haberlo conseguido.
-Hermione, prometí que la cuidaría y es lo que hago cada día… Accedí al hecho de vivir en un barrio muggle y no, no te lo estoy reprochando –dijo antes de que ella protestase por algo-, accedí a que ingresaras como auror a pesar de que no quería que lo hicieras porque es muy peligroso, pero sobre todas las cosas, prometí cuidar a mi hija… -esperó unos segundos y continuó-… Y no voy a dejar que nada le pase si puedo evitarlo. No voy a prohibirle a Lucía que haga magia ni que renuncie a ser lo que es.
Hermione abrió los ojos desmesuradamente mientras lo miraba. Se separó un poco de él pero sin romper el abrazo; le gustaba estar cerca de él, necesitaba estar cerca de él, y ambos lo sabían.
-¿Crees que eso es lo que intento? ¿Qué quiero que renuncie a ser lo que es?
-¿Y no lo es? –preguntó Draco.
-No, no lo es –respondió ella muy segura. Deshizo el abrazo y tomando a Draco de la mano lo guió hasta el sofá donde lo sentó y se sentó ella, acurrucándose contra él, necesitada del contacto con aquel hombre-. Draco… Jamás le pediría ni querría que renunciase a ser lo que es. Es una bruja, y es mi hija. Nuestra hija –sonrió-. Es gracias a la magia por lo que yo te conocí, por lo que me enamoré de ti, por lo que me casé contigo… Si no hubiese sido así, quizá nunca nos habríamos conocido. ¿Cómo puedes decir que deseo que mi hija renuncie a todo lo que significa?
-¿Entonces?
Hermione suspiró.
-Nunca he pretendido que renuncie al a magia Draco, jamás. Pero quiero que tenga una infancia normal –el hombre arrugó la frente ligeramente molesto y ella se apresuró a corregir-, tú creciste siendo brujo, sabiendo que lo eras… Yo no tuve esa suerte… yo no sabía que era bruja hasta que recibí la carta de Hogwarts a los once años Draco. Crecí libre sin tener que preocuparme por hechizos, encantamientos o transformaciones; me levantaba simplemente por el placer de jugar con las muñecas, o de visitar a la vecina, o de quedarme sentada viendo como mi madre preparaba el desayuno –Draco le acarició con ternura la espalda-… Tan sólo quiero que Lucía sea capaz de entender que también puede ser feliz sin la magia, sin recurrir a ella…
-Pero…
-No puedes pretender que cada vez que esté en peligro recurra a ello Draco… aún es una niña… tenemos que dejar que sea feliz antes de que conozca todo el mundo de normas y reglas que Hogwarts significa y…
-Tú conoces las reglas y normas de Hogwarts –bromeó él dándole un beso en la frente.
Hermione rió dulcemente.
-Lo siento… -se disculpó él-… no entendía porqué…
Ella se elevó un poco y lo besó para que se callara. Draco sonrió. Todo estaba bien. Respondió al beso de su esposa sintiendo los labios tibios de ella sobre los suyos. Dulce, chocolate, seguramente ella habría tomado helado de chocolate después de la cena.
-¡Papi!
Los dos adultos se separaron. Hermione con una sonrisa. Draco frustrado. Parecía que Lucía tenía el don de aparecer siempre cuando no tenía que aparecer. La niña había corrido hasta él y se había sentado en su regado, abrazándolo con fuerza. Draco la separó y la miró dulcemente bajo la mirada de Hermione.
-¿Cómo puedes ser tan bonita? –dijo más para sí mismo que para que nadie le oyera.
La niñita de seis años lo miró a través de sus ojos grises, cálidos, autosuficientes, orgullosos… Toda una Malfoy, sin duda. Los suaves rizos rubios caían hasta mitad de la espalda y su porte altivo, indicaba que sin duda alguna, sería una mujer recta y orgullosa. Llevaba aquel pequeño camisón azul que resaltaba sus ojos. Sonrió mientras la besaba en la frente.
-¿No deberías estar durmiendo? –le preguntó su madre enarcando una ceja.
La niña se cruzó de brazos.
-Estaba esperando a papi –dijo convencida-, quería pedirle perdón.
Los dos adultos se miraron.
-¿Y qué es lo que has hecho para que tengas que pedirme perdón, princesa?
Lucía pareció revolverse hasta adoptar una postura cómoda sobre su padre.
-Por lo que hice esta mañana con Alex… -dijo de forma tímida-… Mami se enfadó contigo porque no me castigaste… Perdona…
-No pasa nada, princesa. Mamá y yo ya no estamos enfadados –miró a su esposa-, ¿no es así, cariño?
Hermione asintió y lo besó dulcemente.
-Pero no quiero que vuelvas a utilizar la magia para hacer esas cosas –le advirtió su padre sonriendo. Luego le sonrió y le susurró al oído lo bastante alto para que Hermione le oyera-, si alguien te molesta me lo dices y yo utilizaré la magia, ¿de acuerdo?
Hermione le dio un suave golpe en el brazo y Lucía rió ante la propuesta de su padre.
-¿Me lees un cuento? –preguntó la niña esperanzada –No puedo dormir si no me lees un cuento –afirmó esta vez más seria.
Draco miró a Hermione que se encogió de hombros.
-Claro, preciosa. Sube y ahora voy yo –le dijo.
Lucía sonrió y se estiró para darle un beso a su madre.
-Buenas noches, mami.
-Buenas noches, tesoro. Dulces sueños…
La vieron correr a través del salón y subir las escaleras. Se miraron.
-Es una pena… -dijo Hermione con fingida voz-… yo quería que también me leyeras un cuento…
Draco sonrió y enarcó una ceja en dirección a su esposa. Pasó sus brazos por la cintura de ella y la obligó a sentarse en su regazo, tal y como antes había estado su hija. Ella se dejó hacer.
Un beso. Otro. Otro más. Dulce, sencillo, paciente. Como si pudiesen detener el tiempo para profesarse a través de sus besos lo mucho que se querían; en una promesa de amor eterno.
-¡Papá!
Hermione sonrió dentro del beso y Draco arrugó la frente, separándose del ángel que tenía delante.
-Te prometo que no tardaré… -le dijo él sonriendo y besándola una vez más.
Hermione sonrió de forma provocativa.
-Te espero en la cama –le susurró.
Draco resopló y se levantó a regañadientes del sofá. Hermione rió escandalosamente cuando escuchó a su marido subir las escaleras mientras le gritaba a la niña:
-¡Pero será un cuento corto… muy corto!
Y BIEN? Qué tal? Cómo ha quedado? No estoy muy contenta con el resultado, pero es que tengo todos los días en casa a mi sobrinita y no me deja escribir muchas veces, y cuando no es ella es mi hermano y cuando no, es el teléfono y cuando no… en fin… Espero que os haya gustado, aunque sea un poquito…
Intentaré subir el proximo capítulo pronto.
Un besito a todos y no lo olvideis: ningún personaje es mío, así que por favor, dejad de llamar a vuestros abogados para que me demanden, seguro que están muy ocupados para distraerse con una pobre chica como yo :p
BESITOS A TODOS!
