A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Esta es una serie de pequeños Omakes que sirven como precuela a "Alicui in Amore Respondere," próxima a su publicación. Para más información, lean la A/N del Omake 1.

¡MUCHAS GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA POR SU AYUDA Y COMENTARIOS! A Sonomi por sus comentarios, tiempo y ánimos dados a la causa.

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.

ADVERTENCIA.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

"1743: Colección de Omakes."

(Precuela de "Alicui in Amore Respondere.")

Omake 2:

Pequeñas Dosis de Celos.

Suroeste de Alemania. Selva Negra o Schwarzwald.

Año de Gracia de 1742.

Pocas cosas podían ser catalogadas como fastidiosas en esos momentos. A decir verdad, la misión sería perfecta de no ser por un pequeño detalle.

Idril caminaba algo rezagada del grupo, para poder observar con más cuidado el tupido bosque, cada árbol, cada hoja y cada corteza… escuchar con tranquilidad los sonidos diversos y calmantes, los cuchicheos de los animalillos o el quieto caminar de alguna criatura más grande. Idril tenía una vista excelente, una audición increíble y reflejos rápidos, que en aquellos momentos utilizaba para distraerse y disfrutar de lo que sus sentidos le brindaban.

Disfrutaba de la naturaleza como pocas personas lo hacían: era algo que le llenaba el espíritu, los bosques era uno de los temas más recurrentes de sus sueños. Podía pasar horas sobre las ramas de un árbol, tan solo por el gusto de estar allí. Incluso dormir en las ramas sin temor a caerse. Era lo único que la delataba como un ser sensible, de sentimientos delicados: Idril era conocida entre sus pares y enemigos por ser particularmente sádica y letal. Era mil veces mejor tenerla como amiga.

De momento, eso poco importaba y hasta parecía haber sido olvidado. Ir al Schwarzwald, más que una misión, un trabajo encargado por la Señora Aldonza, había sido un premio para ella y pretendía disfrutarlo todo lo que pudiera, antes de tener que entablar combate…

"Tenía a piel muy suave y blanca. Sus cabellos eran sedosos. Iñaki, ¡Deberías verla! Así delicada como se veía, terminó siendo toda una tigresa."

… O que Shion le hiciera perder los estribos.

Idril tenía una expresión de fastidio bajo su máscara. Delante de ella, Iñaki de Capricornio y Shion de Aries caminaban a paso lento, aunque no porque estuvieran disfrutando del paisaje, sino porque comentaban acerca de la última conquista de Shion: la hija de un influyente mercader veneciano que estaba de visita en Atenas, que por lo visto, no era tan 'virginal' como parecía ser.

¡Estos Venecianos!

"¿Por Qué Tiene Que Comentar Los Detalles Como Si Fuera Un Trozo De Carne?" Se quejó Idril para sí misma, apretando la quijada. "¡Qué Vulgar Es!" La chica, que por entonces contaba con 15 años, empuñó las manos casi sin notarlo.

"Quienes hacen poco ruido, son quienes más peligro representan." Comentó Iñaki tras un suspiro. "Por lo que veo, la señorita Francesca te mantuvo bastante entretenido."

"¡Y que lo digas! Hace rato que no me encontraba una chica de esas." Shion, de 17 años, se llevó las manos detrás de la nuca. "Aparte que era de todo mi gusto: piel suave, blanca… ¡Y ese aroma! Usaba un delicado perfume de lavanda."

Idril tuvo un tic en el ojo. ¿Lavanda? Gracias a Athena por la máscara, sino su expresión de horror se habría visto descubierta. Idril adoraba el aroma de la lavanda y usaba mucho este arbusto: no solo en forma de perfume o agua de colonia, sino también como calmante y tónico nervioso.

"Ah, Lavandula Augustifolia." Comentó Iñaki. El santo de Capricornio miró disimuladamente hacia Idril. "Tu aroma favorito, ¿no, Shion?" El santo de Aries asintió con una gran sonrisa.

"El mejor aroma del mundo. Le da a las damas un aroma muy femenino." Respondió Shion con un guiño.

"Ya está. ¡Nunca más me acerco a una planta de Lavanda!" Gruñó Idril para sus adentros, mordiendo sus propios labios. "¡No quiero que me compare con esa descarriada!"

Shion e Iñaki siguieron con su caminata hacia cierta ubicación en lo profundo del Schwarzwald, casi en forma descuidada. Los tres, santos dorados, tenían mucha confianza en sus pasos, por lo que no tomaban mayores precauciones. Podían darse este lujo, dado que pese a sus cortas edades, los tres eran en extremo fuertes, incluso más que la generación anterior. Idril respiró profundo y volvió su mirada hacia lo alto de la floresta, mientras Iñaki y Shion seguían descuerando a la niña mimada que había caído entre los brazos del santo de Aries la noche anterior.

"… eso sí, creo que las prefiero menos experimentadas." Comentó Shion lamentándose. "Te aseguro que no era el primero que se metía a su cama."

"¡Que Desagradable! Seguro es una perdida. Las mujeres deberían mantenerse castas hasta el matrimonio. Es para lo único que sirven." Afirmó Iñaki sin ningún recato, como si olvidase que llevaba detrás a una amazona conocida por su efectivo sadismo y coraje por defender sus derechos.

TAP. TAP.

¿Ven que tengo razón?

La respuesta de Idril no se hizo esperar y esta llegó en la forma de dos piedras que se estrellaron contra las cabezas de Iñaki y Shion en forma sucesiva. Ambos santos se pusieron a cubierto en el acto, y encogiendo los hombros en una temerosa actitud, se voltearon lentamente a ver a la elfa.

"Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis. Si con ansia sin igual solicitáis su desdén ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal?" Declamó Idril sin mucha prisa, pero con mucho reproche.

"Jejeje, no te pongas así, nena, no hablábamos de ti." Se excusó Shion.

"¡¿NENA!"

¡Que bueno por Shion e Iñaki que no vieron aquella vena palpitando en la frente de Idril! Eso no habría sido bueno para sus nervios. La elfa se veía muy enojada.

"Este… Yo, verás… No te sulfures que te vas a arrugar antes de tiempo." Volvió a decir Shion, algo nervioso, para tratar de calmarla. Idril dio un paso hacia delante con las manos apretadas. Iñaki se interpuso entre ambos.

"¡Qué Lindo Poema! No sabía que te gustaba componer versos. Tienes mucha…" Comenzó el santo de capricornio, pero se interrumpió cuando la mano de Idril se cerró en su cuello. "… habilidad." Balbuceó al borde de las lágrimas.

"Mi habilidad poética es una miseria. Esos versos no los compuse yo, pero me parecieron más que apropiados. Son de Sor Juana Inés de la Cruz." Aclaró la elfa con voz grave, soltando a Iñaki, quien medio arrastrándose, retrocedió la distancia prudente sin hacerse de rogar.

¡Es que la fama de esta amazona de Cáncer era de cuidado!

"Jejeje, no la conocía. ¿Tienes algún escrito?" Preguntó el Santo, poniéndose de pie, sacudiendo su armadura y capa, para luego juguetear con sus dedos.

"Lynus me prestó algunos escritos… claro que tendrás que pedírselos a él, ya que tuvo muchos problemas para conseguirles." Idril se sacudió las manos. "Lo que ustedes venían hablando, me parece que es un desatino, una grosería y una falta de consideración a mi presencia."

"¡Te Ruego Nos Disculpes, Idril!" Se apresuró a decir Shion. "Se nos olvidó que estabas aquí."

"Hmpf." La elfa se cruzó de brazos y tras unos segundos, reinició la marcha. "No sé porqué no me sorprende. Para ustedes pareciera que yo no existo."

"No te pongas celosa, Idril: La señorita Francesca fue cosa de una noche, pero sabes bien que cuando quieras puedes gozar de mis…"

PUNCH.

Por poco y no la cuenta.

Shion alcanzó con las justas, demasiado justas, para detener el puñetazo que iba destinado a su nariz con su propia mano, y que Idril no había dudado ni medio segundo en propinarle. Con algo de dificultad pudo apartar el golpe. La elfa estaba enojada, lo cuál le confirmaba que de nuevo había metido la pata. Intercambiaron un par de golpes y patadas. Se habrían liado a golpes si Iñaki no hubiera intervenido en ese momento.

"¡Deteneos Los Dos! Reserven Eso Para El Enemigo. Sois Santos Dorados, No Aprendices. Deberíais Avergonzaros." Les regañó a ambos por igual.

Idril se alejó tras un fastidiado bufido y comenzó a caminar, lejos de sus compañeros. Shion calmó su agitada respiración y frunció el ceño. Vio a la elfa alejarse a paso firme, perdiéndose al interior del bosque. Con un brusco movimiento se soltó del agarre de Iñaki.

"Debería yo dejar de ayudarte con esta farsa, Shion." Replicó Iñaki muy molesto. "Si tanto te gusta Idril, deberías ir y decirle a la cara." Gruñó mientras se sacudía de nuevo. "¡Tu táctica está totalmente errada: en vez de pavonearte de tus conquistas, deberías concentrarte en tratar de ganarte al menos la amistad de la elfa." El santo de Capricornio entrecerró los ojos. "Sabes que es mal genio y que este tipo de conversaciones la enfurece." Añadió Iñaki enumerando con los dedos.

"¿Quieres Que Me Mande Al Infierno?" Preguntó Shion algo espantado y no porque fuera un exagerado. "Idril es bien capaz de matarme si se lo propone: prefiero seguir con mi táctica. ¿Te olvidas como dejó a ese general de Poseidón? Se suponía que el tipo era mucho más fuerte que ella."

"Sí. Le derrotó con tres golpes. Pero no me cambies el tema. Insisto: tu táctica está mal. Lo único que logras es que se enoje más contigo y que te encuentre un vulgar pervertido."

"No es del todo fallida: está dando resultado."

"En tus sueños."

"¡Pero Sí Está Resultando!" Insistió Shion, convencido de que lo que estaba haciendo, lo estaba haciendo bien.

"Veamos…" Comenzó Iñaki. "Estás saliendo con chicas que se parecen a Idril o que tienen características similares a ella, para que así la elfa crea que tiene alguna oportunidad contigo, pues le estás mostrando a Idril que ella es del tipo de chica que te gusta." Resumió Iñaki reiniciando la marcha. "Eso no es una táctica. ¡ES UN ERROR! ¡Me Das Vergüenza Ajena!"

"Hey, si está resultando: Idril está celosa. Lo siento en los huesos. ¡Ahí está tu prueba!" Shion le siguió el paso a Iñaki, que de pronto se había acelerado. Ambos tenían muy en cuenta a dirección que la elfa había tomado. "Al menos la estoy alcanzando de alguna manera."

"¿Celosa? Idril está furiosa." Rezongó Iñaki. "Yo insisto: si quieres algo serio con ella, será mejor que vayas y se lo digas de frente. A la Cara. No se lo mandes a decir con nadie: ve y díselo."

Iñaki tenía toda la razón del mundo, pero Shion estaba demasiado entusiasmado con su plan de conquistar chicas parecidas a Idril y pavonearse para que así la elfa lo tomara en cuenta, como para darse cuenta que lo único que conseguía era perder tiempo valioso. No me lo culpen tanto: Idril era aséptica en cuanto a sentimientos. Nunca los mostraba y se la veía como inalcanzable. Además su bien merecida fama no la ayudaba: la amazona dorada de Cáncer era la asesina más efectiva de la orden dorada en estos momentos, no mostraba piedad y se caracterizaba por ser particularmente cruel.

Eso alejaba hasta al más valiente.

"Cáncer no me va a hacer caso si hago lo que dices." Suspiró Shion. "Si voy y hablo directamente con ella, me romperá la nariz si tengo suerte y no dejará que me acerque nunca más." Explicó con algo de melancolía. Iñaki asintió con pesadez.

"Eso te matará. Si algo te aleja de Idril, te morirás." Suspiró el santo de Capricornio. "Feh. No sabía que los lemurianos se enamoraran tan fuerte." Iñaki le dio un amistoso golpe en la espalda a su amigo. "¡Arriba el ánimo! No estás hecho para estar melancólico por la vida. Vamos."

El mal genio de Idril era un problema para cualquiera que intentase acercarse con otro tipo de intenciones. Shion lo sabía mejor que nadie, sin embargo no podía ver a la elfa como una helada máquina de matar. Primero que todo, la veía como una mujer y sabía que tenía una sensibilidad delicada, que protegía a toda costa. En su juvenil mente, esta extraña técnica de conquista, que esperaba en serio que le resultase, era lo único que se le había ocurrido para acercarse a ella. Chicas parecidas a la elfa, le hacían creer que estaba con ella. Cierto, estaba enamorado de Idril, pero como no se podía acercar, se desahogaba en chicas que se le parecieran. En más de una ocasión se había visto en figurillas ante sus "novias" por haber dicho el nombre de Idril y no el que correspondía.

¡Adolescente tenía que ser!

El lemuriano suspiró y siguió caminando. Aún tenían un largo trecho que recorrer y una misión que cumplir.

Mucho más adelante, Idril caminaba dando fuertes pisotones. Había dejado de abstraerse en los árboles y caminaba furiosa. ¿Celosa? ¿Celosa ella? ¿De la chica que descaradamente se había acostado con Shion la noche anterior? Por favor. ¡La enviaría al Yomotsu si tuviera la oportunidad! Ella misma la arrojaría por los cabellos por la puerta al infierno y se reiría con gusto de su desgracia. ¿Celosa ELLA?

¡POR SUPUESTO QUE ESTABA CELOSA!

Idril se mordió el labio inferior. Detestaba cada vez que Shion comenzaba a narrar sus encuentros furtivos con otras mujeres, que tan fácilmente cedían a sus encantos. Eso No Solo Era Desagradable E Incorrecto, tales asuntos no se tratan frente a una dama, sino que además le PATEABA el hígado.

"¿Por qué me tiene que gustar un amancebado?" Se reprochó a sí misma. "DE TODOS EN EL SANTUARIO me tiene que gustar el que menos se va a fijar en mi." Se lamentó tras un silencioso suspiro, aunque ni bien dejó de suspirar, empuñó las manos: sentía que echaba humo por las orejas.

Sí. Nuestra letal asesina guardaba su corazoncito bajo aquella fría máscara dorada. El mayor secreto de Idril, que compartían solo dos personas, Athena y su buena amiga Parminder, era que… estaba bastante enamorada con el guardián de la primera casa… pero bueno… no podía ir abiertamente a decirle lo que sentía, menos aún cuando estaba distraído u ocupado con alguna de sus amigas, o comentando con los demás dorados cómo le había ido con tal otra. Sin mencionar que no sabía ni por donde comenzar.

Declarar el amor a otro, es más fácil en los poemas y en las novelas, que en la vida real… mucho más para una chica de 1742, cuando este tipo de situaciones estaban regidas por rígidas e inquebrantables normas de conducta.

Esto de saber que Shion estaba con cualquiera a cualquier hora, hubiera repelido a cualquiera y en el caso de la elfa, le hería el corazón con saña. Idril suspiró: no podía competir con esa clase de mujeres ni muerta. ¡Lo Peor De Todo Es Que Ni Siquiera Le Resultaban Los Consejos Que Parminder Le Daba! No le molestaba prepararle el desayuno o lavarle las camisas u ordenarle la casa a Shion, lo hacía por gusto y con cariño la muy bruta… lo terrible es que el lemuriano no se daba cuenta.

Y antes que se empiecen a reír de la chica, tengan en cuenta que cuando se está enamorada, se hacen estupideces, como las que acabo de describir. Todas hemos caído en lo mismo. En mayor o menor medida.

Mejor se concentraba en la misión que tenían que llevar a cabo.

"Idril, ¿Sigues molesta?" Preguntó de pronto Shion. La elfa se dio la vuelta.

"¿A Ti Qué Te Parece?"

"¿Qué sí?"

"Te felicito. ¿Ahora Qué Quieres?"

Shion tomó aire y corrió hasta ella. Le miró preocupado unos segundos, antes de voltearse de cara al camino que tenían al frente.

"Ya pronto nos encontraremos con nuestros enemigos."

"Lo sé."

"Estaba pensando. ¿Te parece que te quedes atrás?"

Idril le miró perpleja. Bajo la máscara, su rostro se contorsionó en una mueca de incredulidad.

"¿Qué me quede atrás?" Preguntó en absoluto extrañada. "¿Para qué quieres que me quede atrás?"

"Para que no te hagas daño: puedes resultar muy lastimada." Respondió Shion muy serio, aunque en seguida añadió. "Además esto es un trabajo de hombres, no es necesario que una mujer se arriesgue y nos arriesgue en vano."

Por favor, no me malinterpreten a nuestro querido futuro Patriarca del Santuario. Como lectores, tenéis la ventaja que les puedo explicar algunas cosas, incluida esta: Shion estaba preocupado por Idril, y no le gustaba pensar en la alta probabilidad de que saliera herida. Esto aunado a la mentalidad de la época, bastante anestesiada en el caso de los santos, aunque no del todo borrada, le hacía temer honestamente por la vida de su querida elfa. Debo añadir que esta actitud nunca se le borraría a Shion: siempre sería demasiado aprehensivo con las mujeres y amazonas del Santuario, lo que le traería más de un problema con el contingente femenino de santos.

Aunque en verdad, quien menos peligro corría en esos momentos era Idril. Iñaki decidió guardar una distancia prudente y quizás parapetarse detrás de un árbol.

"Shion de Aries, mi hermano de armas." Comenzó Idril con mucha dulzura. "¿Me estás diciendo que no puedo manejar la situación y que solo por ser mujer pondré en riesgo la misión?"

"No. Te estoy diciendo que por ser mujer te puedes lastimar y por ende, nos retrasarías." Dijo Shion muy serio, aunque le habría gustado añadir 'Y no podría verte lastimada, que me vuelvo loco,' pero se contuvo.

¡Ay, pobrecito Shion!

No sabía tratar a Idril, ni acercarse a ella. Y no tenía ni idea que estaba más cerca del corazón de la elfa de lo que él creía… cierto, el tipo se preocupaba por ella, pero dejando eso de lado, que no viene al caso, volvamos a esa vena palpitante de ira en la sien de Idril, que no podemos ver por causa de la máscara, pero que sabemos que está allí.

"¿Me Estás Diciendo Que Soy Una Incapaz?" Preguntó con los dientes bien apretados. Iñaki decidió que ni loco intervendría esta vez.

"…"

Mucho silencio puede ser interpretado como una afirmación temerosa.

El Schwarzwald, desde las alturas, se veía como un espeso manto boscoso, tranquilo y mesurado, como indiferente a la cantidad de historias y situaciones que se estaban desarrollando bajo la copa de los árboles.

PLAAAAAAAAAAAF.

"¡YA VERÁS!"

Algunas avecillas salieron huyendo del bosque y algunas copas de árboles se remecieron ante el femenil grito.

Bueno… quizás el bosque no estaba tan indiferente después de todo.

Fin del Omake.

Por

Manquehuito (Misao–CG).

PS: Estos Omakes me están quedando más bien largos. Ni modo, podría ser peor. Ya ni al caso acortarlos. Espero que les haya gustado y disfrutado mucho. ¡DEJEN UNA BELLA REVIEW!

Brújula Cultural:

Schwarzwald: En el suroeste de Alemania se encuentran las Montañas Jura y un gran bosque, la Selva Negra o Schwarzwald. La Selva Negra es una región montañosa y boscosa en el suroeste de Alemania, en el Estado de Baden-Württemberg. Su nombre hace referencia a los grandes bosques de coníferas de las laderas superiores de los montes. Por debajo existen otros, igualmente amplios, de robles y hayas. Esta información fue extraída del Atlas Encarta.

Sor Juana Inés de la Cruz: La Décima Musa. Una poetisa mexicana del barroco americano, una de las mejores exponentes que he tenido el placer de leer, y a mi modo de ver, es simplemente increíble. ¡Tiene Unos Poemazos Que Dejan Calva! La tipa escribe muy bien (aunque de tanto en tanto, cuesta entender lo que quiere decir). Nacida en 1651 y fallecida el 17 de Abril de 1695, fue una erudita en todo el sentido de la palabra, aprendió a leer y escribir a los tres años y disfrutaba estudiando cuanta cosa cayera entre sus manos. De hecho, entró al convento sólo por la posibilidad de seguir estudiando, sin que las obligaciones del matrimonio entorpecieran su actividad intelectual. Es un personaje interesantísimo: lean un poquito de ella y sus poemas, que en verdad, dejan con la boca abierta.