A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Esta es una serie de pequeños Omakes que sirven como precuela a "Alicui in Amore Respondere," próxima a su publicación. Para más información, lean la A/N del Omake 1.
¡MUCHAS GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA POR SU AYUDA Y COMENTARIOS! A Sonomi por sus comentarios, tiempo y ánimos dados a la causa.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.
ADVERTENCIA.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
"1743: Colección de Omakes."
(Precuela de "Alicui in Amore Respondere.")
Omake 3:
Flores para Idril.
Casa de Aries.
A 31 días del mes de Marzo del año de Gracia de 1743.
06:00 am.
Docko e Iñaki tuvieron que empujar al mismo tiempo la puerta para poder entrar al piso residencial de Aries. Aún había brea y plumas sobre los escalones, que no pudieron evitar pisar, y que por ende, se quedaron pegadas en sus botas.
SLAM.
La puerta se abrió por fin y ambos dorados se abalanzaron dentro. Vieron entonces la razón del porqué no habían podido abrir la puerta con más facilidad: estaba bloqueada por el sofá más cercano… y por el librero, y por la caja de la armadura de Aries, y por una mesa y algunas sillas.
"Bah. Esto se está poniendo tedioso." Gruñó Iñaki dándole un empujón al sofá. "Cada año que pasa pone menos esfuerzo en evitar que lo saludemos."
"Tienes razón, ya no es desafío." Se lamentó Docko. "Por último que se resista un poco: no se divertido lanzarle brea y que se quede quieto."
"Naah, fue Lynus el que lo inmovilizó. Si no es porque lo restringe, nos habría convertido en polvo estelar a todos." Aclaró Iñaki. "Me refería a que cada vez pone menos muebles en la entrada."
"Buen punto." Docko echó una ojeada a la sala del desastrado piso residencial de Aries. "¡Qué Desastre! Shion no es más desordenado porque no tiene más tiempo de serlo. Me Extraña todo este desorden."
Es que la verdad Docko no se explicaba como un santo que había sido entrenado y educado por el mismísimo Stoder de Aries, el más pulcro de los maestros, había salido tan guarro. Quizás se debía a su jovial, alegre, entusiasta y casi hiperkinética naturaleza: el tipo no podía quedarse quieto cinco minutos.
"Ni siquiera puso orden a sus muebles." Protestó de nuevo Iñaki.
Docko no respondió y caminó con paso seguro hacia el dormitorio. Ya era hora de entrenar y la perspectiva de despertar al santo de Aries no le hacía gracia. Shion no se caracterizaba por no tener ni el sueño liviano ni un dulce despertar. Además podría importunar algo. Para colmo, Shion era rencoroso y aunque hacía esfuerzos en olvidar sus disgustos, podía pasar un buen tiempo antes de que los olvidase. Si le despertaba y le encontraba de mala gana, no le sorprendería encontrarse con alguna broma de mal gusto en venganza por despertarlo, como por ejemplo, la famosa e inofensiva bomba de hollín que el año anterior inventase Lucas de Géminis, cuyo uso se había extendido por las 12 casas como modo de divertido saludo entre los santos.
Es que el día anterior, 30 de marzo, Shion había cumplido 18… y como ya era tradición celebrar a los dorados a lo bestia, el ariano no se había salvado del cariñoso saludo del resto de sus compañeros: una vez que lograron traspasar su barricada y reducirlo a los golpes para que se quedara quieto, cosa que solo habían logrado tras la intervención de la técnica de la restricción de Lynus de Escorpión, lo habían cubierto de brea y plumas, para pegarle dos orejas de conejo hechas de papel.
Había valido la pena.
Docko estaba por tocar la puerta del cuarto cuando esta se abrió de pronto. Shion, fresco y listo para el entrenamiento, le saludó con una gran sonrisa.
"¡Buenos Días Docko, Iñaki! No me digan que vamos retrasados." Saludo con alegría, mientras se pasaba una mano por la nuca. "Hubiera jurado que aún tenía tiempo."
"¡Vaya! Pero si la señorita ya está lista." Saludó Iñaki. "Que bueno que te levantas temprano para variar, Shion. No quiero llegar tarde al Coliseo por tu culpa."
"Cierto, ya me temía que debería despertarte." Afirmó Docko con alivio. "Mejor nos vamos, que no quiero perder más tiempo."
"No te quejes Docko, o te confundirán con Parminder." Shion avanzó por su casa hasta la puerta de salida. "Creo que si nos apresuramos, podremos ver el entrenamiento de Cáncer y Virgo." Anunció con una traviesa e infantil mueca de entusiasmo.
"No dejas de pensar en eso, ¿verdad?" Comentó Iñaki. El santo de Capricornio le echó un último vistazo a la sala del piso residencial. "No sé como lo haces para tener tiempo para pensar en lindas damiselas y en ordenar tu casa, pero claramente ayer no pudiste hacerlo. Primera vez que veo esto tan desordenado."
"Pura Suerte, Creo. Aunque desde que dejé de ser aprendiz que no he movido ni un dedo por ordenar nada." Shion se encogió de hombros. "Yo no limpio, nunca tengo tiempo… deben ser los de limpieza." Añadió casual. Docko e Iñaki se miraron extrañados.
"¿Los de la limpieza?" Se preguntaron uno al otro, ya que no sabían que el recinto de dorados contase con tal servicio, pero no tuvieron tiempo de interrogar al ariano en forma más completa, pues Shion ya salía de la casa.
Aries, Libra y Capricornio abandonaron el piso residencial de Aries, que por aquellos años era bastante más pequeño de lo que sería luego. Como movido por alguna voluntad ajena y extraña, estos pisos solían aumentar o disminuir su tamaño de acuerdo a las necesidades de sus usuarios. Bajaron los escalones que llevaban al primer nivel, y que, como en todos los demás templos, se hallaban disimulados. Ese día amanecía fresco, pero sería soleado. Sin dejar de charlar con ánimo, enfilaron sus pasos por las escaleras hacia abajo, fuera del recinto de las 12 casas para enfilarse al Coliseo.
Sin embargo, a medio camino y antes de dejar las escaleras hacia Aries atrás, vieron una figura subir por ellas. El astuto Lynus de Escorpión llevaba en sus manos un sencillo y cuidado ramo de flores silvestres, y revisaba distraídamente un sobre sellado.
"¡Vaya, vaya! El Escorpión amaneció más temprano a derramar miel." Le saludó Iñaki cuando lo tuvieron al alcance. "Y a conseguirle las primeras flores del día para su querida amazona."
Al verse descubierto, Lynus sonrió con un gesto algo infantil y acomodó el sobre entre las flores. Sin embargo, algo en su astuta sonrisa no pasó desapercibido para Docko, aunque sí para el resto. Lynus, pese a ser el más joven de los santos, junto con Idril y Parminder, era el más astuto y observador de todos: nada se le escapaba, y lo que sí, con las justas.
"Lynus, mi amigo, si sigues así, vas a ahogar a Parminder en flores." Rió Shion. "Creo que la doncella ya captó el mensaje de que la amas hasta la locura."
"Los nacidos bajo la influencia del Escorpión Celeste tenemos una muy mala costumbre, mi buen amigo Shion: o amamos hasta la muerte, u odiamos a muerte." Lynus hinchó el pecho de aire mañanero, mientras miraba enamorado en dirección a la sexta casa de Virgo, oculta a la vista, la cuál era protegida por la más bella flor de todas, a juicio suyo. "Si bien estas flores engalanarían aún más a mi bellísima y dulce amazona, Ananké ha decidido que tengan otro destino: son para Idril de Cáncer."
Sorpresa general.
Lynus observó con inocente astucia las tres expresiones de sus amigos, que tenían las cejas y puntos levantados con curiosidad, y por tres diferentes razones. Iñaki de Capricornio se preguntaba quién rayos era el demente que le mandaba flores a Idril. Shion fue invadido de pronto por el más enconado de los celos, por lo que rápidamente frunció el ceño y Docko… Docko trataba de adivinar la trampa, pues olía a gato encerrado.
Un divertido y disimulado gesto del santo de Escorpión se lo confirmó. Esto, en vez de despejar sus dudas, aumentó su curiosidad. ¿Qué era lo que Lynus traía entre manos?
"¿Para Idril?" Shion arrugó el ceño aún más. "¿Quién le envía flores a Idril?" Preguntó muy molesto. Iñaki y Docko se quedaron mirando a Shion. Lynus se encogió de hombros, satisfecho de haber comprobado su teoría con esta reacción.
Era un secreto a voces entre los hombres de la orden dorada, que Shion adoraba a Idril con ternura inusual, rumor que las chicas desconocían. Ellos comentaban esto libremente cuando el lemuriano no estaba cerca, dando a veces algunos ocasionales consejos que bien poca utilidad tenían y que por fortuna el ariano jamás escuchó. Los únicos que comentaban en forma abierta con el futuro Patriarca, eran Iñaki y Docko, sus mejores amigos, por lo que Shion creía que estos dos eran los únicos que sabían.
Pobre Iluso.
"Alguien que madruga mucho. Un soldado me las entregó hace unos minutos con el mensaje que están dirigidas a la guardiana de la Cuarta Casa de Cáncer. Traen un mensaje." Explicó casual, como si fuera lo más normal. Lynus reinició la marcha, satisfecho de su descubrimiento: hacía meses que quería comprobar qué tan prendado estaba Shion de Idril, en lo posible, sin levantar sospechas. "Ahora si me disculpan…"
El santo de escorpión siguió subiendo los escalones con paso moderado, mientras era objeto del más intenso de los escrutinios por parte de los 3 dorados que dejaba atrás. Iñaki se rascó la cabeza y Docko sonrió cómplice: no sabía qué tramaba Lynus, pero luego se lo preguntaría. Esta pequeña treta de su parte no podía ser del todo mala: seguro Lynus le diría a Parminder lo que había visto, y dado que ésta era la mejor amiga de Idril, pues era cosa de tiempo que el dato le llegara a la elfa.
Shion en cambio… tenía la más profunda mueca de papel en el rostro.
"Quien le mandó esas flores, debe ser todo un valiente." Comentó Iñaki tras un silbido. "Conociendo a Idril, capaz que le busque para despellejarlo vivo."
"Bah. No digas estupideces." Gruñó Shion antes de apurar el paso, con evidente mal humor.
Bajó los escalones a pisotones e irradiando mucha mala vibra se encaminó hacia el Coliseo, rumiando pestes y prometiendo dolor al imbécil que había osado enviarle flores a la elfa que tanto esfuerzo le estaba costando conquistar. ¡Ay Del Pobre Cuando Lo Atrapase! ¿Qué se creía ese cretino al pretender algo fuera de su alcance? No permitiría que se acercara a Idril, menos cuando él ni siquiera había logrado conversar más de 5 minutos seguidos sin hacerla rabiar. Shion estaría de mal humor por el resto del día. Iñaki y Docko se lo quedaron viendo, meneando las cabezas en señal de rechazo.
"¿Sabes algo Iñaki?"
"Dime."
"Algo me dice que esas flores son para la linda Parminder y no para Idril."
"¿Qué te hace sospechar eso?"
"Ya conoces como a Lynus le gusta molestar." Dijo Docko muy divertido. Le dio un amistoso golpe en la espalda a Iñaki. "Vamos a entrenar."
Fin del Omake.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
PS: Esta bien, este me quedó cortito, pero podría haber sido mucho peor. Prometo que el próximo me quedará más largo. Espero que les haya gustado y disfrutado mucho. ¡DEJEN UA BELLA REVIEW!
