REVIEWS! Que guay! Cuando empecé a escribir esto no me imaginaba que pudiese recibir tantos, la verdad! Gracias a todos :D
SraMalfoy: jejeje :D Gracias, pues no, no tenía intención de continuar, pero mira… me puse y cuando me quise dar cuenta tenía ya algunos capítulos… así que me dije: "total, ya que los tienes escritos…" Intentaré seguir escribiendo con el mismo ritmo de hasta ahora. Un besito.
Erol H. Sesshda: Me alegra que te guste :D La verdad es que Hermione siempre ha tenido mucho genio, ¿no? Estaba cansada de que fuera siempre Draco quien se enfadaba y ella la que iba de buena… Creo que ella en realidad tiene genio y que él no es tan malo como lo quieren pintar :D Y Lucía… pues imagínate… con los padres que tiene es un cielo, claro que aún no ha ingresado en el colegio con ciertos miembros de una familia pelirroja muy dados a las bromas.. en fin… a ver que ocurre. :D
LaBelle Evans:A ver, por partes, sí, sé que Danielle es Daniela, ya es coincidencia que tú te llames así no? Siempre me ha gustado ese nombre y lo cierto es que lo utilizo siempre que puedo en mis historias y relatos breves o fics. No sé, lo escuché una vez y me gustó :D Por otra parte, pronto se desvelará el motivo de que Harry y Pansy se casaran, no te impacientes. Un besito.
Dore-Malfoy: jajajajaj cuantas preguntas… bufff… a ver… no puedo decirte lo que pasará, si no perdería la emoción, no te parece? En realidad se escribe réficul, (por cierto, a ver quien le encuentra sentido a este nombre, a ve si alguien da con la pista clave :p ) y bueno, prontito sabrás quién es y qué hará Draco… mmm pues lo que ha hecho hasta ahora, proteger a su hija de quien sea. Lo de Ginny… digamos que si sigues leyendo lo averiguarás :p Bueno, creo que ya está ¿no? Gracias por tu review, me hace mucha ilusión recibirlos :D Un beso.
Chirru: Ya me quieres matar a Draco? No, hombre no! Aún tenemos Draco para rato… espero (bueno, se me acaba de ocurrir una idea que… jajajajaja, es broma, broma, lo juro) Draco es el padre protector que no puede dejar a su pequeña lejos de su vista mucho tiempo… si lo mato ahora… creo que tanto Hermione como Lucía lo pasarían muy mal y bueno, creo que la pequeña ya tiene bastante con lo que le va a ocurrir, ¿no? De todas formas cuando muera Draco (que no digo que vaya a morir) te enterarás jajajajajaja Un besito y gracias!
Abewll: Gracias! Pues sí, dudo que seas la única a la que le guste Draco. Y como ya he dicho por ahí arriba, estoy cansada de que siempre sea el malo… Soy de las que opinan que una persona tiene dos lados, el bueno y el malo, solo hay que saber qué decir para que el lado bueno sobresalga :D Gracias por tus ánimos, intentaré seguirlo lo antes posible, gracias!
Klass2008: Hombre… reirte… la verdad… la pobre niña lo va a pasar un poquito mal… así que no sé si debes reírte o no de ella jejejejeje pero tú misma, para gusto están los colores! La verdad es que la niña tendrá su puntito de humor, pero evidentemente también lo pasará mal :D Y en cuanto a lo otro… El hijo de Harry con ella? Mmmmm puede ser… aún no estoy segura… Un besito.
Bunny Kou: Mensaje corto, claro y conciso. Así que la respuesta tiene que ser igual: Gracias por leerlo y decirme que es bueno. Intentaré subir otro capitulo prontito. Un beso
Bueno, creo que ya está… a ver… sigamos con la historia…
CAPITULO 4
-¡Será mejor que tengas una buena respuesta al hecho de esa carta, y será mejor que tengas una respuesta al motivo por el que Harry sabe de esa carta, y será mejor que tengas una contestación cuando te pregunte que por qué no me lo dijiste antes!
Eran las primeras palabras que habían salido de la boca de Hermione cuando Draco aterrizó en la chimenea de los Potter mirando a su alrededor como si alguien pudiera ir a socorrerlo.
-Ni se te ocurra pensarlo –dijo ella entrecerrando los ojos-, están todos arriba. ¿Qué diablos está pasando?
Draco la miró un segundo y tuvo que contenerse para no besarla. Incluso enfadada estaba hermosa, apuntó mentalmente que algún día debería de preguntarle cómo lo hacía.
-¿Dónde está Potter? –preguntó saliendo de la chimenea e ignorando a su mujer.
-¿Has escuchado algo de lo que te he dicho? –la mirada de Draco se suavizó cuando se centró en ella y el hombre sonrió colocando sus manos en los hombros de ella. Se estremeció, como cada vez que él la tocaba.
-Te he escuchado Hermione, pero antes de explicarte nada, necesito hablar con Potter.
-Está en la cocina… -contestó ella intentando controlarse-… habla con él y vuelve inmediatamente aquí –añadió en tono autoritario antes de desplomarse en el sofá.
Draco sonrió; los dos sabían que aquel tono no iba a ser suficiente para que Draco le hiciera caso, de cualquier modo, ambos adultos pretendieron creer que esa vez sí le iba a obedecer. El hombre se acercó a ella y la besó en la cabeza, haciendo que Hermione levantase la vista.
-Todo estará bien, preciosa –aseguró-, te prometí protegerte y proteger a mi hija, y no voy a dejar que a ninguna de las dos le pase nada, ¿está bien? –Hermione asintió-, tengo que hablar con él, ahora vengo…
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-No puedo hacerlo… No me obligue a hacerlo…
Dumbledore sonrió comprensivo mientras miraba al ser etéreo que tenía delante de sí. Si él mismo no lo hubiera visto morir hacia doce años, hubiese jurado que seguía estando vivo; la misma complexión alta y robusta, el cabello rojizo, la piel blanca y las mejillas teñidas de una gran cantidad de pecas. Se paseaba por el despacho del viejo director frotándose las manos en un gesto nervioso y pasando la mano por el pelo de vez en cuando, igual que había hecho cada vez que meditaba sobre algo.
-No puede obligarme ¿verdad? –preguntó inseguro.
Dumbledore sonrió.
-No, no puedo obligarte a hacerlo. Pero los dos sabemos que eres el único que puede ayudarla ¿verdad? –los ojos de él bajaron a mirar el suelo y el anciano volvió a sonreírle mientras se mesaba la barba-, ¿sabes? Aún recuerdo la primera vez que estuviste aquí… la piedra filosofal, ¿recuerdas? –el chico asintió tímidamente-. Quizá no lo quieras creer, pero Harry no hubiera sobrevivido siete años en Hogwarts sin tenerte a su lado.
-No es cierto, Hermione era la que siempre sabía qué hacer –protestó Ron.
-Pero eras tú quien siempre incitaba a Harry, ¿me equivoco? Fuiste tú la primera persona en quien confió, la primera persona que se sacrificó por él con aquella partida de ajedrez; y fuiste tú quien tomó el coche en segundo año para que él no tuviese que quedarse en Londres, ¿cierto? –el chico volvió a bajar la mirada-, y tú estuviste con él cuando Sirius Black reapareció, y ofreciste tu vida por encima de la suya cuando creíste que él iba a matarlo; y el año en que Harry supo su destino, tú estuviste con él de forma incondicional… No te infravalores, la amistad que demostraste por Harry fue primordial para que él se viera con fuerzas para derrotar a Voldemort –sonrió-, veo que ese nombre ya no te produce escalofríos como antes… -bromeó. El chico soltó una tímida sonrisa y miró al director-… Ayudaste una vez a Harry a vencer el mal, te pido que ayudes a esa pequeña niña en su destino…
-¿Cómo sabe que ella aceptará?
-Has estado observándola durante los últimos doce años… es igual que su madre… ¿qué te hace pensar que no lo hará?
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Hermione se sentó en la silla de la cocina, tal y como había hecho horas antes. Los niños se habían refugiado en el cuarto de James después de prometer y prometer cientos de veces que no intentarían hacer magia, aunque para más seguridad, Pansy se había encargado de quitarle su varita James, consciente de que Amy era demasiado responsable para desobedecer una orden directa de aquel tipo.
Los cuatro adultos se miraron unos segundos. Parecía casi imposible que pudieran estar hablando tranquilamente cuando hacía doce años que se odiaban; lo curioso era que ninguno recordaba el momento exacto en que todo había cambiado, en que habían empezado a mirarse con otros ojos y habían aceptado que no de todo lo malo, tiene que salir algo peor.
-¿Tiene algo que ver con que Blaise y mi hermano fueran ayer al Ministerio de Magia?
Harry miró a su esposa y asintió gravemente. Hermione se echó un mechón de cabello hacia atrás y este volvió hacia delante, rebelándose. La castaña suspiró y Draco, adelantándose a ella, tomó el cabello de su mujer y lo colocó detrás de su oreja en un gesto tan dulce como íntimo y del que sólo ellos dos eran conscientes.
-¿Estás bien? –le preguntó. Ella asintió-. De acuerdo… ¿por dónde empezamos? –le preguntó a Harry. El chico dio una medio sonrisa mientras se encogía de hombros y Draco sonrió-. Supongo que desde el principio…
-"La noche en que derroté a Voldemort… ocurrió algo que no debería haber pasado… Yo debería haber muerto…
Flashback
-No voy a hacerlo, Harry, no voy a dejarte solo…
El chico de diecisiete años se pasó la mano por el pelo resoplando fuertemente; llevaban más de tres horas luchando contra mortífagos y estaban agotados física y mentalmente. Miraran por donde miraran podían ver grupos de estudiantes que intentaban reducir a los mortífagos; los profesores habían encerrado a los de primer y segundo año en el Gran Comedor y McGonagall, Sprout y Binns se habían quedado con ellos repeliendo los ataque que pudiesen tener.
El cielo estaba teñido de un oscuro verde escarlata, los rayos de las maldiciones imperdonables se veían a lo lejos y algunas señales de socorro, proveniente del Bosque Oscuro, se dejaban entrever entre los árboles, pidiendo una ayuda que no podía llegar y terminaba por desaparecer.
-Tengo que hacerlo solo, Ron –intentó explicar Harry-, no puedes ayudarme a vencer a Voldemort. Ve con Hermione, seguro que te necesita…
-Hermione está con Malfoy –dijo Ron ligeramente contrariado-, y por mucho que me cueste admitirlo, él no dejará que nada le pase. Me quedo contigo, como siempre, como ha sido desde el principio.
-¡He dicho que no, Ron! –le gritó el moreno-¡No voy a permitir que mueras, entiéndelo!¡Es mi maldición! ¡Mi profecía! ¡Mi destino! ¡No sé qué diablos voy a encontrarme detrás de esa puerta! –señaló la torre más alta del castillo donde había aparecidota marca tenebrosa-¡Y no quiero tener que estar pendiente de ti! ¡No voy a dejar que más gente muera por mi culpa, por algo que tengo que hacer!-se calló unos segundos esperando que las palabras fuesen asimiladas por su amigo-¡Dean, Neville, Padma…¿cuántos más, Ron? ¿cuántos más tengo que dejar morir? ¡Tú no vas a ser uno de ellos si puedo evitarlo!
-¡Y yo no voy a dejarte solo Harry! Puedes prohibirme que vaya contigo, pero no podrás evitarlo. ¡Maldita sea Harry! No se trata de ti únicamente, por una vez, no se trata de ti, se trata de mí… -el chico lo miró sin comprender-… he perdido a Hermione y no pienso perderte como amigo a ti… Voy a ir contigo, quieras o no.
Antes de que Harry pudiese replicarle nada, en una fracción de segundo o incluso menos, los ojos de Ron se abrieron mirando por encima del hombro de su amigo. Lentamente, Harry se giró a tiempo para ver como un rayo verde atravesaba el pasillo en su dirección.
Todo estaba perdido, el rayo lo alcanzaría, él estaría muerto y con él, las esperanzas del mundo de sobrevivir, Voldemort se apoderaría de todo lo humano y mágico y condenaría a la especie humana a su oscuridad absoluta para siempre. Incapaz de hacer nada, cerró los ojos esperando el impacto. Impacto que no llegó. Unos brazos le rodearon y le obligaron a agacharse; pudo sentir como el calor de un cuerpo se interponía entre el rayo y él, notó el aroma dulce a chocolate que su amigo siempre desprendía, sus manos tocaron el suave tejido de la capa que él mismo le había regalado aquellas Navidades, y entonces ocurrió. El grito desgarrador de alguien que está perdiendo la vida llegó a sus oídos. Y a pesar de no querer hacerlo, Harry abrió los ojos y se encontró con los de Ron.
Demasiadas cosas pasaban por ellos. Demasiados recuerdos, demasiadas indicaciones. El brillo característico de Ron se iba apagando poco a poco con cada segundo que duraba su grito; sus ojos brillantes y llenos de vida que una vez conoció en el tren, iban muriendo despacio, y con ellos, el alma de quien siempre había sido su amigo, iba desapareciendo.
Intentó apartarlo, girar, dar un salto, dar un giro, hacer que él desapareciera y dejar su cuerpo expuesto al rayo que iba dirigido a él. Pero no pudo, y por la media sonrisa que tenía Ron en sus labios, supo que el pelirrojo lo había planeado todo para que él no pudiese escapar de su abrazo y salvarlo. Impotente, incapaz de hacer nada, sólo pudo mirar a los ojos de Ron, intentando hacerle saber sin palabras que no iba a dejar que muriera solo, y que él estaba allí.
Ni siquiera recordó cuando terminó de gritar, cuando los ojos de Ron se cerraron delante de él para siempre, cuando su sonrisa se hizo eterna en el rostro de su amigo. El cuerpo inerte de él dejó de abrazarle y entonces Harry se dio cuenta de que lo había perdido, de que lo había perdido para siempre. Con cuidado, lo dejó en el suelo, siendo consciente de que a unos metros de allí, Voldemort lo contemplaba a través de sus ojos ensangrentados y sus rasgos afilados; no le importaba. Necesitaba verlo.
Harry miró a su amigo pelirrojo y entendió porqué su amistad había durado tantos años y porqué Ron no había sucumbido ante el poder y los celos de permanecer a la sombra de él; era consciente de que no habría sobrevivido a su primer año sin que él y Hermione hubiesen estado a su lado; Ron significaba para él el hermano que nunca tuvo y que siempre deseó tener; las risas que le habían prohibido durante once años, la tranquilidad de ser un niño, la felicidad de saltarse alguna clase… Ron significaba todo aquello y mucho más. Y ahora que él había muerto, Harry se encontraba solo, como al principio, como aquel niño asustadizo que no sabía nada de magia.
-¿Otro sacrificio inútil?
La voz burlona de Voldemort llegó a los oídos de Harry. Quiso levantarse de donde estaba, enfrentarse a aquel monstruo, porque a sus ojos, no había otra palabra que lo describiera, quiso gritarle que no era ningún sacrificio inútil, que había sido un asesinato como lo fue el de James, el de Lily, el de Sirius, como lo estaban siendo todas las muertes que se estaban produciendo en el campo de batalla fuera de aquellos muros.
Y no pudo. No pudo levantarse, no pudo gritar, no pudo hacer nada. Se dio cuenta de que la muerte de Ron se había llevado una pequeña parte suya, la parte que decía que nunca estaría solo, que no tenía porqué enfrentarse a las cosas solo, se había llevado aquella pequeña parte que le hacía sentirse vivo y seguro y acompañado.
-¿Qué pasa? ¿No quieres luchar? ¿No quieres demostrar a todos que eres invencible? ¿qué eres el más poderoso de todos los magos? –rió fuertemente.
No tenía ni fuerzas ni ganas de hacer nada. Había perdido demasiado y sin darse cuenta, la desesperación y la angustia se habían apoderado de él. No le importaba morir, incluso hubiese jurado que deseaba morir, demasiado tiempo solo, demasiado tiempo reviviendo en sus sueños lo pasado aquella noche, el grito desgarrador de su madre, el olor de su padre, los ojos de Ron, la sonrisa de Neville… Ya no. Supo que había perdido algo completamente necesario para derrotar a su mayor enemigo; había perdido toda esperanza de salir vivo de aquella pesadilla que se estaba convirtiendo en una cruel realidad.
Demasiado ocupado en su dolor, demasiado sumido en sus pensamientos, no fue consciente de que unos pequeños pasos se acercaron hasta él, no percibió el olor a vainilla, ni las suaves manos que se posaron sobre sus hombros, no sintió las lágrimas silenciosas de quien lloraba por Ron; no pudo escuchar como Voldemort reía eufórico ante una nueva presa.
Unas palabras… sólo unas palabras llegaron hasta sus oídos. Escuchó la voz dulce y melodiosa de quien estaba delante de él, dándole la espalda, enfrentándose directamente a Voldemort, con sus brazos extendidos. El suave calor del escudo que aquella persona estaba creando llegó hasta él, y su cicatriz pasó a una temperatura tibia. Aquella voz… La había escuchado durante los últimos dos años… Era la voz que lo despertaba a veces por la mañana cuando se quedaba dormido en la Sala Común, era la voz que le regañaba cuando no comía demasiado, la que le consolaba cuando Snape abusaba de su poder, la que lo calmaba cuando Malfoy se burlaba…
-Ginny…
Levantó la mirada por primera vez del cuerpo de Ron y la vio de espaldas. Su suave cabello rojizo estaba enmarañado y sucio; la túnica negra rasgadas indicaba que había participado en la lucha y no se había quedado en la torre de Gryffindor como él le había pedido.
-No lo harás… -dijo la niña, porque ella era una niña aún-… no dejaré que lo hagas…
-¿Y qué puedes ofrecer tú para que Potter, el famoso Harry Potter, no muera? Está ahí, detrás de ti, hundido y con ganas de morir, puedo leer su mente… ¿Qué vas a hacer tú, pobre ilusa mortal?
Y entonces, los ojos de Ginny giraron un segundo parra toparse con los de Harry. En una mirada, una simple mirada, Harry supo lo que ella iba a hacer y odió durante aquel segundo la capacidad de leer en los ojos de ella sus pensamientos, preguntándose al mismo tiempo, si su padre también era capaz de leer los pensamientos de Lily tan solo con mirarla.
-Puedo ofrecerle lo que él ha perdido… -dijo Ginny-… Harry… que mi sacrificio no sea en vano…
Y entonces un rayo salió disparado de la propia varita de Ginny; un rayo verde apuntando directamente a su corazón. Un halo de luz blanca envolvió el pasillo hasta ahora oscuro y el cuerpo de Ginny, aún caliente, se derrumbó en el suelo.
Calor. Dulzura. Libertad. Cariño. Amistad. Amor. Conceptos que rodearon la mente de Harry y que le hicieron mirar hacia el cuerpo inerte de quien había sido su gran amor. Ginny.
-Pobre niña… -se burló la fría voz-… pensó que su sacrificio sería útil y se equivocó de nuevo, como se equivocó tu madre y tu amigo…
-Cállate… -murmuró Harry.
Los besos de Ginny, sus palabras, sus gestos, el modo que tenía de retorcerse aquel mechón de cabello, el modo que tenía de reprocharle con dulzura sus arrebatos contra Snape…
-¿Crees que eres capaz de derrotarme?¿Crees que los sacrificios de amor que la gente ha hecho por ti te pueden dar la fuerza suficiente para derrotarme a mí? ¿Al mago más grande que ha existido nunca?
-Cállate –repitió Harry un poco más alto.
Su olor. Vainilla. Siempre olía a vainilla. Caramelo. Sus labios eran dulces, sus lágrimas saladas… la combinación perfecta para él. Ella era perfecta para él.
-Te dejarán solo, como siempre estuviste. Tus amigos están muriendo… -sonrió y la cicatriz de Harry quemó en su frente-… incluso ella prefirió morir antes que quedarse contigo.
-¡Cállate!
Las veces que él se había derrumbado y ella lo había ayudado a levantarse. Las veces que él había llorado impotente ante los ataques de Voldemort y ella lo había abrazado. Los momentos en que él había perdido la esperanza, momento en los que él había deseado morir para que todo el dolor terminase y ella no lo había dejado, dándole un poquito de aquella esperanza que la pequeña Weasly siempre tuvo en su corazón.
-¿Qué ocurre? –preguntó Voldemort-¿Las palabras que dicen la verdad te hacen daño?¿Te duele saber que tus padres murieron para nada? Tú sólo estás terminando matando a tus amigos –dijo con desdén señalando los cuerpos de los dos chicos que estaban a los pies de Harry.
Sus padres, en aquel gran espejo habían posado sus manos en sus hombros. Había sentido fuerza. La señora Weasly le había abrazado. Había sentido cariño. Hermione le había regañado. Había sentido gratitud. Sirius le había rozado el pecho. Había sentido amor. Ron le había sonreído. Había sentido calor. Ginny le había sonreído. Y había sentido esperanza.
Una fuerte energía se apoderó de su cuerpo, notó como su sangre hervía y como una fuerza innata y desconocida en él inundaba todo su ser. Y los vio. Vio a todos y cada uno de ellos. Todas las personas que alguna vez había estado a su lado, todas las personas que habían muerto por él, por protegerle, por apoyarle, todas las personas que seguían con vida, luchando, las que seguían en sus casas rezando por sus vidas, rezando por su vida.
-¡¡CÁLLATE!
Una fuerte explosión en su cuerpo. Un aura blanca lo rodeó y por unos instantes, vio en los ojos de su enemigo miedo. Miedo a morir. Miedo a no saber qué hacer. Miedo a fracasar. La misma mirada que él había tenido cada vez que se enfrentaba a Voldemort estaba en los ojos del mago tenebroso. Y aquello le hizo pensar que quizá y sólo quizá tenía una posibilidad de ganar.
Concentró su poder alzando su mano y olvidando que tenía la varita a tres metros de él, bajo el cuerpo de Ron. Podía notar como todo lo que le rodeaba desechaba partículas para unirse a él dándole una fuerza superior; las paredes, el frío suelo, la gente de su alrededor, el cuerpo de Ron, el cuerpo de Ginny… Todo se mezclaba dentro de él. Y entonces lo escuchó. Como si supiera lo que iba a pasar a continuación, escuchó por primera vez la voz fría de Voldemort temerosa y temblorosa.
-Aunque me mates… él volverá a instaurar la oscuridad… Réficul… volverá…
Una voz en su cabeza le gritó "¡Ahora!" y habría jurado que era la voz de Ginny. Sin saber qué hacer, sin ser consciente de las órdenes que su cerebro enviaba a sus extremidades, Harry clavó sus ojos en los ojos de Voldemort mientras sentía como brillaban en la oscuridad del lugar. Su mano se movió rápida y sintió como el calor abandonaba su cuerpo a la vez que una bola de energía blanca salía disparada hacia su enemigo.
Vio el cuerpo caer, sintió sus ojos pesados, lo último que notó antes de derrumbarse fue el duro suelo bajo sus pies.
Fin del flashback
-Aquella noche… era yo quien debería haber muerto… Ginny… ella murió para darme la fuerza que necesitaba… -dijo Harry tembloroso. Pansy le cogió de la mano dándole un apoyo que sabía que él necesitaba.
Escuchar aquello había sido más de lo que podría haber soportado. Sus dos amigos. Dos de los mejores amigos, Ginny, Ron… ambos habían muerto la misma noche para proteger a Harry… Ella lo sabía, pero nunca había preguntado, nunca había querido saber cómo había muerto Ron, el alegre Ron y Ginny, la pequeña que fue capaz de albergar en su corazón la esperanza de que algún día Harry la amaría y que se ha´bia visto recompensada por su espera.
Hermione no fue consciente de que había llorado hasta que sintió las manos de Draco sobre sus mejillas, secándoselas. Lo miró atenta, esperando una explicación, esperando saber por qué no le había dicho nada, no queriendo saber que él sabía todo aquello, no queriendo aceptarlo.
-El día que Lucía nació… Blaise me habló de la profecía… misteriosamente, una nueva profecía se había rebelado a una vieja anciana que desvariaba en el callejón Nocturno. Habló de Lucía y de Réficul… -sonrió con tristeza-… Potter… yo sabía que era poderoso, le pregunté y no me supo contestar…
-Réficul es el nombre que Voldemort dijo antes de morir, como si fuera una advertencia, una amenaza de que el mal no desaparecería con su muerte… -dijo Harry calmadamente.
-¿Quién es Réficul?-preguntó Pansy –Nunca he oído hablar de él…
Draco se llevó una mano a la frente y la masajeó.
-Es la semilla de la oscuridad… -dijo el rubio que había pasado horas en la Sección Prohibida de Hogwarts-… nacido en las tinieblas y criado sin un ápice de amor ni compasión, no tiene más puntos débiles que el de la arrogancia y la maldad… está destinado a acabar con la luz…
-¿Qué quieres decir? –preguntó Pansy.
Los dos hombres de la mesa se miraron. Harry aún tenía el dolor marcado en el rostro. Había sido demasiado doloroso recordar todo aquello y Hermione lo sabía. Después de la muerte de Ginny, Harry Potter se había convertido en el mago más poderoso de todos los tiempos, incluso más que Dumbledore. Pero había dejado de ser el niño para convertirse en el hombre que nadie pensó que sería; perdió la alegría, la felicidad que durante siete años le había acompañado y se sumió en la oscuridad de sus recuerdos, culpándose de la muerte de Ginny y de Ron.
Pansy había conseguido sacarlo de allí, le había hecho ver que no estaba solo, que Ron y Ginny seguían vivos, como sus padres, que siempre estarían vivos si él los seguía recordando como lo había estado haciendo hasta aquel momento.
Hermione no sabía que había pasado después, pero cuando tres meses más tarde volvió a ver a Harry, supo que había recuperado a su amigo. Más maduro, más adulto y seguramente con las experiencias más dolorosas que la vida le había podido dejar; sí, pero seguía siendo él. Harry. Y el motivo por el que él había conseguido regresar de su propio dolor había sido cierta rubia Slytherin que lo había amado en silencio desde siempre.
Unas risas infantiles llegaron desde el piso superior, rompiendo el incómodo silencio que se había hecho presente en la mesa.
-Réficul es… -Hermione le miró-… es hijo de Voldemort…
-Lo siento Hermione… -se apresuró a decir Harry-… si hubiese entendido las palabras de Voldemort quizá yo hubiese…
Pero Hermione ya no le escuchaba. Voldemort. Aquel nombre resonaba en su cabeza una y otra vez, en un recuerdo continúo de su presencia aún incluso después de muerto. Había escuchado de boca de Harry todo lo que había sufrido por culpa de Voldemort; ella había estado al lado de Harry en sus continuos enfrentamientos, había visto cosas que nadie más había presenciado… muertes, sangre, sufrimiento, dolor… No quería que su hija pasara por aquello; no iba a permitir que su hija pasara por aquello…
Menta. Olía a menta. Calidez. Draco la había abrazado en algún momento y ella no se había dado cuenta; escuchó la respiración acompasada en el pecho de su marido y se aferro a la camisa de él casi con desesperación. Escondió su cara en el pecho del hombre al que amaba y notó como los brazos de él la rodeaban fuertemente alrededor de la cintura y de la nuca, atrayéndola hacia él.
-Estará bien… -le susurró al oído él-… te prometo que a nuestra hija no le pasará nada, preciosa… Nosotros cuidaremos de ella… Todo estará bien…
Calor. Miró a Harry que había hecho un gesto con su mano. Luego todo fue una sensación de paz y luz.
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Tanteó en la cama y abrió los ojos al no notar el cuerpo de su esposa. Las sábanas estaban revueltas y la almohada que ella utilizaba húmeda; Draco se maldijo a sí mismo por haberse quedado dormido en vez de velar por ella. Se levantó mientras se frotaba los ojos y se pasaba una mano por el desordenado cabello para despejarse, bajó de la cama y rodeándola, tomó la bata negra y se la abrochó sobre el torso descubierto, sobre los pantalones negros, para salir de la habitación.
Entreabrió la puerta de enfrente y sonrió aliviado al verla allí. Permanecía sentada en el pequeño sofá, con las piernas flexionadas y recogidas contra su pecho, con los brazos rodeándose a sí misma, el cabello recogido en una suave trenza de la que escapaban mechones rebeldes sobre sus ojos. Su labio inferior temblaba ligeramente. Draco frunció el ceño, sabiendo que aquello significaba que había estado llorando hacía poco. Y sus ojos no se apartaban de la pequeña que dormía placidamente en su cama, ajena a todo lo que estaba ocurriendo, ajena a lo que podía ocurrir de un momento a otro.
En silencio, despacio, entró en la habitación y se sentó junto a su esposa, atrayéndola hacia sí, obligándola a recargar su peso en él; rodeó con sus brazos el cuerpo de Hermione y notó como estaba temblando, de frío, de miedo, de impotencia…él también miró a su hija.
-No puedo dejar de mirarla… -contestó Hermione en un susurro respondiendo a la pregunta no realizada-… tengo miedo de que si dejo de mirarla desaparecerá…
-No le pasará nada… -aseguró Draco-… no dejaré que le pase nada… -le besó en el cabello-… ni a ti tampoco…
-Draco… es… si algo ocurriese… yo…
-Preciosa, nadie hará daño a nuestra hija –repitió Draco con firmeza-, nadie le hará daño a nuestra hija, ni Voldemort ni Réficul.
El silencio se apoderó de la habitación. Únicamente el suave latir acompasado de sus corazones era lo que se escuchaba; Hermione podría haber estallado en gritos, podría haberle echado en cara a Draco todo aquello, preguntarle por qué no se lo dijo ante, preguntarle por qué se lo había ocultado, preguntarle tantas cosas. Y eso era lo que en un principio había pensado hacer. Gritarle. Gritarle hasta quedarse afónica. Era su hija la que estaba en peligro; había estado nueve meses dentro de ella, sintiendo sus latidos, notando como crecía cada día un poquito más. ¡Era su hija! Ni siquiera ella misma sabía porque no le había gritado a Draco. Cualquiera podría haber pensado que su esposo le había lanzado un hechizo, un encantamiento, cualquier cosa. Pero no había sido por nada de aquello.
Sus ojos. Los ojos de Draco mostraban más dolor y miedo del que jamás había visto en él. Draco llevaba once años sabiendo el destino de su hija y no se lo había dicho para no preocuparla; el orgullo de los Malfoy había saldo a la luz una vez más impidiendo que ella sufriera lo que él ya estaba soportando. Había visto como Draco había tomado con suavidad a Lucía de la cama donde se había quedado dormida, había visto como le acariciaba los rizos suaves y rubios con suavidad, había estado con él cuando Lucía se había caído y se había raspado la rodilla y había visto como él la curaba y la acunaba en sus brazos hasta que se había calmado.
Jamás había visto a nadie, ni siquiera a su propio padre con ella, mirar a una hija con tanto amor como Draco lo hacía con Lucía. No podía gritarle. No podía echarle nada en cara. No podía echarle en cara que quisiera protegerla, no podía echarle en cara que quisiera estar siempre con su hija.
La respiración de Draco detrás de ella acarició levemente su oído, haciéndola despertar de sus ensoñaciones.
-He estado pensando…-empezó a decir ella en susurros-… quizá se hayan equivocado… ¿cómo a ser nuestra pequeña la unión de la luz y la oscuridad? No tiene ningún sentido…
-No Hermione –dijo él serio-, tenemos que enfrentar esto y no voy a dejar que te escudes en la falsa lógica que tú quieres creer… -Hermione se estremeció y Draco la abrazó más fuerte, acariciándole el brazo-. Tú viniste de la luz, siempre estuviste en ella… Siempre en el lado de los buenos, -no pudo evitar sonreír-, y fuiste tú quien llegó de la luz y me sacó a mí de las sombras de la oscuridad en la que me había metido… ¿Acaso crees que hay una fuente de luz mayor que tú? –preguntó retóricamente.
-Draco pero…
-Preciosa… lo enfrentaremos juntos, como siempre, como todo… -le murmuró-… nadie nos quitará a nuestra niña, nadie separará lo que nos costó siete años entender…
La mujer asintió despacio. Lentamente se recargó más suavemente sobre su marido.
-Entonces… Hogwarts es el lugar más seguro para ella…
-Lo sé, princesa… -le acarició el cabello despacio. Vio como cerraba los ojos-… vamos a la cama…
-No –protestó con suavidad-, quiero quedarme con ella esta noche… Necesito quedarme con ella…
Draco con la contradijo; la apartó de él y se acercó a su hija, retiró las sábanas y dándole un beso en la frente la tomó entre sus brazos donde ella se acurrucó contra él de forma instintiva. La mujer se acercó hasta él y lo tomó de la mano libre guiándolo hasta su habitación.
Ninguno de los dos consiguió dormir bien, aquella noche. Hermione estuvo mirando a su hija cobijada entre sus mantas, en el centro de la cama hasta que cayó rendida de cansancio entre ocasionales lágrimas. Draco estuvo velando a su mujer y a su niña toda la noche.
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Hedwig entró en la habitación de su dueño aleteando furiosamente sabiendo que tenía prisa y que debía de entregar aquello. Se situó en la mesita del lado de Harry ululando con suavidad sin querer despertar a nadie más. El hombre la acarició casi por inercia antes de volver a pasar un brazo por la cintura de Pansy que sonrió inconscientemente al notar el calor de su marido.
Hedwig ululó de nuevo y agitó sus alas en un claro intento de llamar la atención. Harry se separó de Pansy y miró a su lechuza.
-¿Qué pasa? –le preguntó.
Como si aquella hubiese sido la pregunta que estaba esperando, la lechuza se acercó a él y le tendió la pata como si le estuviese ofreciendo algo de gran valor.
Con cuidado y aún dormido, entre bostezo y bostezo, Harry desató la carta que llevaba y la leyó un par de veces antes de darse cuenta de lo que aquello significaba. Con letra fina y delicada, un poco arcaica quizá, Dumbleldore le había escrito algo:
"Han encontrado el cuerpo de Alem Fignon esta noche; lleva dos días muerto. Ha sido marcado por la Marca Tenebrosa en su espalda. Reúnete conmigo mañana a las once en mi despacho, tenemos que restaurarla"
Harry acarició a la lechuza que se marchó en silencio, cerró los ojos y con un movimiento la carta se quemó entre sus manos en un fuego azul.
-No dejaré que la pierda a ella… -susurró Harry-… Lucía estará bien…
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Bueno, esto… ehm….. ya, ya sé… me he cargado a dos personajes bastante importantes y a uno más antes de que apareciera, pero bueno… ya descubriréis que tenían que morir obligatoriamente… así que paciencia…
¿Qué os ha parecido este capítulo? Espero respuestas, eh! Un besito a todos! Nos leemos :D
