A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Esta es una serie de pequeños Omakes que sirven como precuela a "Alicui in Amore Respondere," próxima a su publicación. Este en particular está ligado con el anterior en la medida que sucede el mismo día.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.
ADVERTENCIA.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
"1743: Colección de Omakes."
(Precuela de "Alicui in Amore Respondere.")
Omake 4:
Menesteres Caseros.
Casa de Virgo.
A 31 días del mes de Marzo del año de Gracia de 1743.
15:20 pm.
Si Parminder de Virgo tenía motivos por los cuales quejarse, sin duda que éste no era uno de ellos. La amazona volvió a doblar la carta con cuidado, que había releído por enésima vez, y la guardó en su sobre, para luego admirar las preciosas flores silvestres que Lynus le había dado esa mañana, tal como era su costumbre. Sonrió enamorada y suspiró de alegría. Acarició las flores y las acomodó una vez más, buscando una posición propicia para que se vieran mejor.
"Menos mal que no eres alérgica al polen, Parminder." Comentó Idril desde el diván. "Con la cantidad de flores que Lynus te trae cada mañana, estarías en problemas de ser así." Le dijo mientras se incorporaba. Como ambas estaban solas, no usaban sus máscaras, por lo que Parminder pudo ver la cómplice sonrisa de su mejor amiga.
"Lo sé amiga mía. Pero te aseguro que si fuera alérgica, mi querido Lynus habría encontrado otra manera de halagarme." Dijo Parminder tras emitir otro suspiro de enamorada.
"Tienes razón. En ese sentido, Lynus siempre está buscando maneras. ¡Como te envidio!" Comentó Idril mientras se recostaba de nuevo en el diván. La elfa se sentía agotada. "Deja de manosear tanto esas flores o se marchitarán antes de tiempo. Hmpf. Lynus debió regalarte la planta viva y no flores condenadas a morir."
"Estaba buscando la ubicación perfecta para ellas, por eso las manoseo." Se disculpó Parminder sin poder dejar de sonreír. "Me extrañaba que no hicieras ese comentario sobre las flores desde el principio: debe ser que estás muy cansada."
Un bufido de fastidio, seguido de un suspiro de resignación fue la única respuesta que obtuvo Parminder. La amazona dejó sus flores tranquilas y caminó hacia un sofá que estaba justo en frente del diván que Idril ocupaba. La amazona se sentó con elegancia.
"¿Muy cansada?"
"…" La elfa volvió a suspirar. "Sí, lo estoy, pero no me molesta. ¿Sabías que mi estupidez no tiene límites?"
"¿Por qué dices eso?"
"Porque si fuera un poco más inteligente, le dejaría ahogarse en su propia basura antes que limpiarle la casa." Idril se incorporó. "Pero no lo soy y hasta disfruto ordenando su chiquero." Dejó caer los hombros y miró al techo. "Podría ser peor."
"No seas tan cruel contigo misma, Idril. No eres tonta, solo estás muy enamorada."
"…"
"¿No tienes nada que decir?"
"Sí: Te agradecería que no repitieras eso."
Parminder sonrió traviesa. La amazona de origen hindú conocía demasiado bien a su amiga: la elfa era del tipo que se enfrascaba toda emoción posible dentro y no permitía que nadie supiera que las tenía. Sin embargo, Idril era Cáncer al fin y al cabo y sabía muy bien cuán sensibles podían llegar a ser los nacidos bajo ese signo. La amazona de Virgo no era tan fácil de engañar y hacía ya un buen tiempo que le había sonsacado cierto sentimiento romántico que Idril sentía hacia cierto dorado, y que ocultaba con el celo de una leona con cría. Al menos la elfa no le negaba nada, por mucho que lo escondiera. Como amiga que era, Parminder le daba su apoyo y cómplice amistad.
"Ayer fue un día caótico. ¿Los demás dejaron la casa muy desastrada? Para celebrar los cumpleaños, cada vez se ponen más brutos. Le dije a Lynus que intentara mantener las cosas menos salvajes."
Parminder cerró los ojos con elegancia, agradeciendo para sus adentros que sus demás compañeros dorados no las saludaran en la forma típica cuando ellas estaban de cumpleaños. O Docko les había echado mucho miedo, el pobre santo de Libra quedó realmente traumatizado por la experiencia de la playa, o su fama les precedía. O quizás los dorados temían las reacciones de Lynus y Shion si les llegaban a hacer algo a ellas.
"Si lo dices por la brea y las plumas… sí, este año fueron menos salvajes: el año pasado le bañaron en sangre de oveja y no sólo a él, sino también las paredes." Idril suspiró. "La maldita brea se negaba a salir. ¡Que desastre había en la sala! Qué decir del dormitorio. ¡Ay de mi, no sé porque me castigo de este modo."
"No está tan malo ordenarle la casa a Shion. Yo también lo hago a veces con la casa de Lynus." Parminder la miró con cariño. "Sucede que lo haces con ternura. No me lo niegues, que sé que es así."
"No te puedo engañar." Idril dejó caer los hombros. "No me gusta ver que vive en un chiquero, no puedo evitarlo… aunque me gustaría que se diera cuenta." La elfa miró a su amiga a la cara. "Sí sé que le ayudas a tu hombre a ordenar sus cosas… La gran diferencia radica en que Lynus sabe y aprecia que le limpies todo, y que es muchísimo menos guarro de lo que es Shion, quien ni cuenta se da que hasta le lavo la ropa para que esté presentable y no lo regañen."
"Eso es culpa tuya." Parminder frunció el ceño. "Deberías al menos decirle algo. ¡El Que Piensa Mucho, Pierde!"
"…"
"Eso es lo que me enfada de ti. ¿Cómo quieres que Shion se dé cuenta que le gustas, si ni siquiera marcas territorio?"
"…"
"Idril… no me ignores." Parminder le dedicó una grave mirada a su amiga, quien tenía plasmada en el rostro una expresión de fastidio. "Quien piensa mucho, pierde. Insistiré en eso hasta que me prestes atención."
"Si Lynus se portara igual que…"
"Si Lynus se portara igual que Shion, créeme, que le habría quitado todos los sentidos, excepto la sensibilidad, golpeado hasta quebrarle todos los huesos, para luego arrojarle jugo de limón y ajos." Gruñó Parminder, apretando un puño, el ceño muy fruncido y con los dientes bien cerrados. "Eso es lo que habría hecho después de desollar a la maldita que se atrevió a…"
"Parminder… Tranquila." Le pidió Idril cautelosa. "Encendiste tu cosmo… y la que tiene ese problema soy yo, no tú."
"Sí, pero deberías seguir mi ejemplo." Parminder apretó la quijada, apagando su cosmos. "Realmente creo que Shion tiene esa cantidad de amigas solo para llamar tu atención. Deberías seguir el ejemplo que acabo de dar y marcar presencia."
"¿Para qué quiero seguir tu ejemplo si tengo mis propios métodos?"
"De los cuales, no usas ninguno." Parminder la miró con fastidio. "En momentos como este, el que seas la asesina más efectiva de la orden se me hace extraño. Con tu fama, es cosa que hagas un solo gesto con el lemuriano y lograrías que ninguna mujer se acercase a Shion a menos de 100 leguas."
Idril miró hacia otro costado, con una triste expresión en el rostro. Parminder no la perdió de vista.
"… Deberías espantar a todas sus amigas. Y decirle de una buena vez que lo que sientes por él." Le aconsejó con urgencia. "Esa situación te está haciendo pedazos: sé que lo adoras, le mantienes la casa en orden, te aseguras que reciba el mejor desayuno, SUFRES porque sólo te limitas a ver cuando…"
"¿Cómo quieres que compita con esas mujeres? No me voy a rebajar a ese nivel tan vulgar… Sin mencionar que Shion ni siquiera se detendría a considerarme en lo absoluto." Idril apretó los puños. "Sé que no le gustan las marimachas y no tengo cuerpo de estatua clásica, por si no lo has notado. Y mis horribles orejas tampoco ayudan mucho…"
"Yo no estaría tan segura. Le he visto observándote cuando entrenas y siempre te está diciendo que tus orejas le gustan mucho. Creo que podrías tener una muy buena oportunidad con él, si pusieras un poco más de voluntad." Le dijo Parminder, mientras hacía señas con las manos. "Más aun después de lo que me enteré esta mañana…"
"¿Qué dices?" Idril preguntó con el ceño fruncido, algo molesta. Parminder le sonrió traviesa.
"Adivina lo que me contó mi lindo Lynus." Parminder puso una gran sonrisa en el rostro al ver la cara de curiosidad de Idril. "Esta mañana, cuando traía mis flores, se encontró en la subida con Iñaki, Docko y Shion. Entonces se le ocurrió una idea. Ya sabes como es mi Lynus para ese tipo de cosas."
"Pero… pero… ¡No me digas que le contaste a Lynus…!" Idril miró a su amiga con espantado fastidio.
"No le he contado nada, te lo prometí, pero no puedo evitar que mi Lynus sospeche y sabes que no se le escapa detalle. ¡Es tan astuto!" Exclamó con ojos enamorados, aunque la primera parte la dijo algo molesta. "Hace tiempo me contó que entre los chicos corre el rumor de que tú le gustas mucho a Shion." Dijo Parminder cerrando los ojos, soñadora. Idril se puso como tomate y desvió la mirada.
"E… Eso no es cierto. No… no puede serlo. ¿Por qué le gustaría yo? Siempre me hace enojar y no lo dejo ganar cuando entrenamos… de hecho, si le gustara, me daría tortazos más suaves de los que da. Shion tiene la mano pesada."
"¿Cómo quieres que tenga la mano liviana, si tú misma la tienes pesada?" Parminder suspiró. "En fin. Sí, sí, todo eso es cierto, pero ¿Quieres saber el final de la historia o no?" Preguntó la amazona de Virgo con un tono de misterio. Idril asintió. "Lynus les dijo que las flores eran para ti en vez que para mi." Anunció Parminder, mientras se revisaba las uñas. La cara de espanto que puso Idril fue de antología. "Me dijo que el lemuriano se puso de muy mal humor."
La elfa abrió los ojos como platos y abrió la boca como para emitir algún comentario, pero la cerró y abrió como pez fuera del agua. Parminder comprobó con alegría que de estar amargada, Idril se llenaba de alegría. ¡Shion estaba celoso por su causa! Se alegró de que por fin podía ver esperanza en el rostro de su amiga.
Idril se tapó la cara con ambas manos, como si meditase en lo que diría luego, pero justo en ese momento, una terrible explosión de cosmos las distrajo por completo. Inmediatamente, ambas amazonas se calzaron sus máscaras y pusieron atención a los sucesos.
"Ese es Lucas de Géminis… ¡Está en un combate!" Señaló Idril apretando los puños.
"¡Idril!" Parminder exclamó espantada. La amazona de cáncer observó a su amiga, que miraba hacia su rosario de cuentas tensa como nunca antes la había visto. "Son espectros…" Balbuceó apenas encontrando el aire suficiente.
En el rosario, acababan de ennegrecerse 2 cuentas. Entonces el cosmos del santo de géminis volvió a explotar, y una nueva cuenta se ennegreció. Ambas amazonas intercambiaron miradas, y sin esperar ni medio segundo… tanto Idril como Parminder salieron a toda carrera del piso residencial de Virgo, dejando el lugar en el más completo de los silencios.
Nunca terminaron su conversación.
Casa de Aries.
Ese mismo día.
19:30 pm.
Docko y Shion entraron al piso residencial de Aries, que ahora, gracias a Idril, estaba impecable. Ambos estaban en agotadísimos. Les habían dado un pequeño descanso antes de seguir con las rondas de emergencia. Esa tarde, mientras el santo de Géminis, Lucas, realizaba sus rondas, había descubierto la infiltración de 3 espectros de Hades y obviamente iniciado un combate. Si bien Lucas logró eliminar la amenaza e impedido que dichos espectros se adentrasen demasiado en el Santuario, resultó muy malherido y en esos momentos, se debatía entre la vida y la muerte.
Todos los santos dorados estaban impactados. Este ataque no se lo tomaron como una incursión más, sino como algo serio y en seguida tomaron medidas en el asunto. Lucas era muy querido, de mirada bonachona y tranquilo como un vaso de leche. De pequeño, había sido muy inquieto: él y su gemelo habían sido la gran jaqueca del anterior Santo de Géminis, pero sus bríos se habían sosegado bastante a medida que creció, más aún luego de la muerte de Alejandro, su gemelo, que había muerto víctima de una fiebre muy fuerte. Lucas era un gran amigo, muy fuerte y bondadoso. El lamentable estado en el que había quedado les tenía a todos furiosos.
Docko estiró los brazos, se dejó caer en el sofá y observó a su alrededor. Shion tomó la jarra de agua fresca que siempre había sobre su mesa y que nunca se preocupaba de rellenar. Por aquél entonces los pisos residenciales carecían de cocinas al ser éstas innecesarias. Sirvió dos vasos de agua.
"¿Es idea mía, o este lugar estaba más desordenado esta mañana?"
"Supongo…" Shion le entregó el vaso de agua se bebió el suyo.
"¿En qué momento lo ordenaste?" Le preguntó curioso. Alzó ambas cejas tranquilo, percatándose que no había visto los restos de brea y plumas en los escalones.
"No lo ordené. Seguro fueron los de la limpieza." Aseguró Shion tranquilo, como si estuviera diciendo algo muy normal, más concentrado en su vaso de agua y en lo ocurrido, que en otra cosa.
"¿Limpieza? ¿Es una broma? No hay servicio de limpieza." Dijo Docko poniéndose de pie.
"¿Ah no?" Shion alzó la mirada y le miró serio. Ese día no había sido un buen día para él. Primero se enteraba que tenía insospechada competencia por el corazón de la elfa, y luego atacaban y dejaban casi muerto al buen Lucas.
"No, no tenemos. O al menos jamás han limpiado mi casa y estoy seguro que al resto tampoco." Aseguró Docko rascándose la cabeza. "¿Contratas a alguien?"
"No…" Shion alzó la vista en curiosa meditación. "La verdad desde que gané mi armadura, jamás he vuelto a ordenar Aries."
"¿Y como es que todo está tan limpio?"
"Ni idea." El lemuriano sonrió con travesura. "Quizás la casa se ordena sola."
"Entonces te la cambio, que si yo no ordeno Libra, nadie más lo hace por mi." Afirmó Docko con algo de fastidio. El santo de Libra se puso las manos en las caderas. "Ronaldo de Tauro tiene razón: alguien te quiere mucho y no solo en las cocinas."
"¿Huh? No entiendo a qué te refieres." Comentó Shion con inocencia. "¿Qué tienen que ver las cocinas en esto?" Docko le miró como si estuviera demente.
"¡No Me Digas Que No Te Has Dado Cuenta!"
"¿De Qué Me Debería Dar Cuenta?" Insistió Shion con un mohín travieso. Es que honestamente, ni idea tenía a lo que se podía estar refiriendo Docko.
"¡SHION! No Me Digas Que Nunca Te Has Dado Cuenta Que Alguien Favorece Tus Porciones Del Desayuno Y Que Te Envía Pasteles Que A Nadie Más Le Llegan. ¡Con Lo Bueno Que Es El Pastel De Moras!" Docko se revolvió los cabellos, incrédulo, más aún al ver que su amigo estaba… estupefacto.
"¿En serio?" Shion observó su casa. ¡Cierto! Ahora que lo pensaba, su casa siempre estaba ordenaba, por mucho que él la desordenase, y que sus desayunos eran bastante… suculentos y deliciosos. El lemuriano se llevó una mano a la nuca y rió con nerviosismo. "¡Tienes razón! No me había percatado. Quizás tengo una admiradora secreta."
Docko le miró con cara de circunstancias, dejando caer los brazos.
"¿Cómo lo haces?" Le preguntó intrigado. "¿Cómo le haces para tener tanto magnetismo con las mujeres?"
"Pura suerte, supongo." Shion se encogió de hombros, algo divertido. No obstante, al poco rato relajó lo músculos e inspiró con melancolía. Docko se extrañó: nunca había visto a Shion de esa manera. "Si tengo quien me ordene todo, y hasta me lave la ropa… me gustaría que fuera Idril…"
"¡¿TE LAVAN LA ROPA! ¡Eres Un Maldito Suertudo!" Exclamó Docko lleno de envidia. Shion le miró grave y negó con la cabeza.
"… pero seguro no es Idril… ¿Docko?"
"¡Maldito desgraciado suertudo! ¡Te Lavan la Ropa!"
"Mejor te vas a Libra. Hay que dormir." Le pidió Shion con un cansado suspiro. "A medianoche nos toca hacer guardia: hay que aprovechar para descansar."
"… Tienes razón." Docko le miró preocupado. Shion de pronto se había deprimido: no era normal verle así. "Me iré a dormir."
El santo de Libra abandonó la casa de Aries con una mezcla de encontrados sentimientos, que incluían enojo y preocupación por su guardián. Shion, en cuanto la puerta se hubo cerrado tras Docko, se quitó la armadura y caminó hacia su cuarto. Se dejó caer en la cama y abrazó una almohada. Cerró los ojos…
…
"¿Quién te está cortejando, elfa?" Susurró de pronto. "¿Qué no ves que me muero de celos?"
Fin del Omake.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
PS: Lo que me alegra de haber terminado este Omake, es que no me salió tan largo como temía. Eso es bueno, aunque sé que a ustedes no les gustan los capítulos cortos. Si les consuela, eso no ocurrirá con el fic, cuando retome la cantidad de páginas normales. ¡DEJEN REVIEW!
