A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Esta es una serie de pequeños Omakes que sirven como precuela a "Alicui in Amore Respondere," próxima a su publicación. Para más información, lean la A/N del Omake 1. UN saludo muy especial para Lady Perséfone, del foro de Saint Seiya Zone.

¡MUCHAS GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA POR SU AYUDA Y COMENTARIOS! A Sonomi por sus comentarios, tiempo y ánimos dados a la causa…

Y también mis disculpas, que por un descuido no le agradecí en el Omake anterior. TToTT ¡SOY CRUEL!

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.

ADVERTENCIA.

Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.

"1743: Colección de Omakes."

(Precuela de "Alicui in Amore Respondere.")

Omake 5:

La Aprendiza.

Casa de Virgo.

A 30 días del mes de Mayo del año de Gracia de 1743.

Parminder suspiró de fastidio y sirvió té de jazmín en dos tazas diferentes. Le echó una rápida ojeada a Idril, que no dejaba de caminar en círculos, visiblemente molesta y echando humo hasta por las orejas. Conocía muy bien a la elfa desde que ambas tenían 7 años… Idril no solo estaba molesta, estaba… muy alterada. Si no la conociera bien, diría que estaba a punto de romper en llanto. ¿Qué la tendría así? La amazona de Virgo gruñó entre dientes, se puso de pie, se sacudió la capa y avanzó hacia su amiga, a quien tomó por el brazo.

"¿Quieres Calmarte? Me estás poniendo de mal humor."

"¡Argh! Es Que No Puedo Creerlo. Parminder, Te Prometo Que No Es Contigo, Pero No Puedo Evitarlo: Si La Mosca Muerta Esa Amanece Muerta Un Día De Estos, Que No Te Sorprenda." Idril no era una elfa feliz, sino todo lo contrario. Mientras decía todo esto, gesticulaba con las manos y sacudía la cabeza. Hasta se veía un poco despeinada.

"¿Qué acaso no eres su maestra? Deberías imponer un poco más de autoridad y…"

"No Es Problema De Autoridad, La Tipa Me Hace Caso Y Me Tiene Miedo, Pero Me Revienta El Hígado."

"Idril, todos los aprendices te temen." Le dijo Parminder con cara de que no era novedad.

"Bah."

"¿Se puede saber qué te pasó esta vez?"

Idril se cruzó de brazos y se quedó callada, mientras miraba por una ventana. Hacía tres semanas que la elfa tenía una aprendiza. Luego de un confuso incidente en que el santo de plata Karl del Águila había fallecido, el Patriarca Sergei había decretado que el entrenamiento de su discípula Süe, una bonita lemuriana de 15 años, de cabellos tan rubios que hasta parecían blancos, fuese concluido por Idril de Cáncer.

Este encargo no le había hecho gracia a ninguna de las dos, pero lo habían tenido que aceptar a regañadientes. Süe era manipuladora, perezosa hasta decir basta y veleidosa como niña criada en corte. Hasta antes de que Idril comenzase a entrenarla, Süe se había aprovechado de sus encantos para que su maestro, que la quería como a una hija, le diera más tiempo libre del reglamentario. Sin embargo, y por razones obvias, nada de esto le resultó con Idril, estricta por naturaleza, y la enemistad entre ambas comenzó.

"Tuve que ir a hacer mi ronda por el Santuario y la dejé entrenando. Pero cuando volví, no había hecho nada de lo que le dije y se rió en mi cara, diciendo que no tenía porqué obedecerme." Idril apretó puños y dientes. "Me Lo Dijo En La Cara La Muy Insolente: ¡Si Yo Le Hubiera Dicho Semejante Desfachatez A Mi Maestro, Me Habría Encerrado En Cabo Sunión!"

"¿Qué le hiciste?"

Otros eran los factores que incentivaban ese mutuo desagrado entre ambas. Süe estaba bien adelantada en su entrenamiento, era muy hábil cuando se lo proponía, pero costaba a horrores que se pusiera a trabajar y tenía la mala costumbre de fugarse. Floja: no hay mejor explicación que esa. Idril no podía dejarla sola ni un solo momento sin vigilancia. Este régimen las estaba desgastando a ambas, por un lado porque Süe no estaba acostumbrada a que la trataran tan duro y por otro, porque Idril tenía triple trabajo: entrenarla, vigilarla y cuidar de no matarla del puro coraje.

Sí… ambas se estaban probando los límites de la paciencia de la otra y cada vez eran más osadas. Y por más esfuerzos que hicieran, aunque no podemos decir que eran muchos, Idril y Süe no lograban congeniar.

"Hice Que Se Tragara Sus Dichos A Patadas Y La Dejé Sin Cena." Idril gruñó de disgusto. "En Cuanto Dejé De Golpearla, Se Puso De Pie Y Se Fue Llorando A Donde El Patriarca Para Quejarse Del Trato Que Le Di."

"¿Hizo Eso?" Parminder miró a Idril de hito en hito. La elfa no solía mentir o exagerar, pero se le hacía difícil de creer. Se suponía que Süe era una aprendiza que había crecido en el Santuario, por lo que debía conocer sus normas. Si era así, ¿por qué tenía ese comportamiento tan ñoño? La amazona entrecerró los ojos. "¿Y Qué le dijo esa alevosa a Su Excelencia?"

Si bien Karl del Águila la había entrenado bien, había malcriado a Süe hasta un punto insospechado. A Parminder no le extrañó, ya que conocía bien a Karl: sabía que tenía corazón de abuelito. Había sido un buen santo, pero… como que tenía esta tendencia a consentir demasiado arraigada. Esta manía del santo del Águila era lo que tenía a Idril tan al borde de un ataque de nervios: por culpa de Karl, ahora tenía que entrenar a una caprichosa de 15 años por las próximas 20 semanas y Süe no era fácil de manejar. Idril nunca creyó que alguien crecido y criado en el Santuario, fuera tan… nena.

"Le Dijo Sobre La Merecida Paliza Que Le Propiné Y Que La Dejé Sin Cena Porque No Completó Sus Rutinas." Idril repitió con voz de ultratumba. "Llorando Como Si Hubiera Asesinado A Su Familia."

Parminder detectó algo en su amiga. Quizás fue su tono de voz, o el lenguaje corporal… si antes tenía la sensación que Idril se iba a echar a llorar, ahora tenía una seria sospecha que rompería en llanto en cualquier momento. ¿Qué era lo que estaba tan mal en el cuadro? Idril no era de las que lloraba por cualquier cosa, MENOS por una aprendiza insolente que no conoce su lugar.

"JAJAJA. ¿Qué le dijo su Excelencia Sergei?" Se rió Parminder de buena gana. Si bien le preocupaba Idril, lo que le acababa de contar, que Süe hubiera ido a llorarle penas al Patriarca Sergei era demasiado hilarante. A ella misma, que había sido muy insolente en su momento, la habían dejado muchas veces sin cena cuando aún era una aprendiza y eso no le había hecho ningún daño.

"Que Yo Había Sido Muy Liviana Con El Castigo, Por Lo Que Me Sancionó Con 150 Latigazos." Idril golpeó el marco de la ventana. Parminder se quedó de una pieza. "Pero eso no fue todo…"

"¿150 latigazos? ¡Por eso estuviste en Cáncer el Lunes pasado!" Parminder miró con preocupación a su amiga. Las sanciones de Sergei podían ser más duras que la falta. "¿Cómo… pasaste la noche?"

"Bordando con la señora Aldonza: apareció de casualidad cuando me estaban castigando y se enojó mucho. Suspendió el castigo y luego que me revisaran la espalda, me llevo a bordar con ella." Idril se encogió de hombros. "Aunque recibí 87 latigazos."

Parminder se quedó en silencio. Con razón Idril estaba tan saltona respecto a los abrazos: si bien no habían sido 150 latigazos, 87 no dejaba de ser un número menor. Y este castigo también explicaba el mal humor de Athena de la última semana: Aldonza no estaba de acuerdo con el castigo físico y humillante hacia los santos que tuvieran ya una armadura, pero no lograba quitarle la maña a su Patriarca, que parecía disfrutar con ellos.

"¡Dulce Athena! Si no hubiera sido por nuestra diosa, tendría la espalda hecha pedazos, MÁS de lo que la tengo ahora. Intervino justo a tiempo. No es que no pudiera soportar los latigazos, pero ahora tengo dos problemas: su Excelencia ahora está molesto conmigo porque Athena intervino y modificó su orden." Idril endureció el rostro. "Aún tengo que tratar a esa odiosa chiquilla por si fuera poco."

"¿Qué dijo Süe?"

"Cumplió su castigo: no cenó esa noche por orden del Patriarca." Gruñó Idril irguiendo la espalda. "Aunque sé que no se quedó recluida en Cáncer esa noche."

"¿Sabes dónde pernoctó?"

Parminder volvió a notar un cambio de actitud en su amiga. Idril de pronto se estaba abrazando los brazos y había bajado la cabeza. Algo le ocurría y no se debían a los latigazos. ¡Pobrecita! Nunca en su vida había tenido que aguantar un castigo físico, ni cuando era aprendiza. Recibir 87 latigazos debió ser muy humillante para ella, sin mencionar doloroso. Pero… no… eso no era lo que la tenía descompuesta…

"…"

"¿Idril?"

"…"

"Sé que me quieres decir algo… desde el martes que estás así…"

"Parminder… no quiero que los demás se enteren que recibí latigazos…" Dijo en voz baja.

"Por mi no lo harán. Aunque tendrás que estar muy atenta por si se te abren las heridas… ¿Están bien lavadas?" Parminder se mordió el labio inferior. "Idril… tu aprendiza… ¿Dónde pasó la noche…?"

"…"

"Idril."

"… Creo que en Aries." Anunció Idril. Parminder se quedó muda.

"¿En Aries? ¿Con Shion? ¿Estás segura?"

"… le vi temprano… escondida en la columnata de la primera casa… y luego le vi salir de Aries a media mañana, cuando llevaba más de 5 horas buscándola… aunque sabía que estaba allí." Idril se mordió el labio inferior. "Shion me dijo que no fuera muy dura con ella, que era tan delicada y que no merecía un trato severo."

"Pero eso no significa mucho, Idril, ya sabes, tanto Shion como Süe son lemurianos: no necesariamente…"

"Dos cosas. Conoces bien como es Shion, y punto dos…" A Idril le temblaron los ojos. "… punto dos…"

Parminder observó bien a su amiga, aprovechando que ambas no lucían sus máscaras. Los ojos de la elfa estaban vidriosos, y ahora que lo notaba, su voz estaba por quebrarse. ¡No era posible! Por mucha impresión e humillación que se hubiera llevado, Idril no se pondría tan mal por esto. La amazona de Virgo no quiso preguntar, pero con la mirada le hizo más preguntas que nunca. Idril se pasó las manos por el cabello y dejó caer la cabeza. Inspiró y exhaló.

"… Apenas puedo aguantar que se ande pavoneando de sus conquistas, pero no puedo… no puedo…"

"¿Qué pasó?" Parminder estaba muy seria y preocupada.

¡Un momento! Creyó haberle oído decir a Idril que más temprano ese día, había visto a Süe oculta en la columnata de Aries… ¿por qué entonces no la había sacado de allí en ese momento a rastras?

"…"

"Idril. Me dijiste que encontraste a Süe en Aries temprano ese día… ¿Por qué no la pescaste del cabello y la arrastraste hasta…"

"… Les vi… besándose a escondidas… cuando la buscaba…" Idril encogió los hombros. "A ella y a Shion… Decidí buscar en otro lado."

"¡¿QUÉ! IDRIL, ¿Por Qué No Les Interrumpiste?" Preguntó Parminder furiosa, con los puños bien apretados y echando fuego por los ojos. "Sabes Que Ese Tipo De Relaciones Entre Santos Y Aprendices Están Prohibidas. Tenías Más Que Autoridad Para…"

"No Fui Capaz. Si Hubiera Sido Otra La Situación, Créeme Que Ese Sector De La Casa De Aries Desaparece, Pero… Me Paralicé Y A Lo Único Que Atiné Fue A Marcharme."

Parminder observó a su amiga, que cayó en silencio y no volvió a abrir la boca. Un hervidero de emociones estaba por explotar dentro de sí y eso era suficiente excusa para Idril de querer pasar el resto del día encerrada en alguna mazmorra, de cara a la pared y tirada en el piso, llorar, quizás, hasta que se le secasen los ojos. La elfa giró sobre sus talones y se dirigió a la puerta, seguida de cerca por su amiga, quién no quería dejarla sola por ningún motivo, pero ni bien llegaron junto a la puerta, la elfa la miró.

"Gracias por tu tiempo y por el té. Lamento haberte molestado con mis problemas… pero ahora te agradecería que me dejes sola." Le pidió segundos antes de ponerse la máscara.

"Está bien… sólo no te desaparezcas…" Parminder le dijo llena de comprensión… le habría puesto la mano en el hombro, pero recordó a tiempo los latigazos…

"No lo haré. Gracias Parminder."

Idril se fue de la casa de Virgo y desapareció rápido del campo visual de su guardiana. La amazona dorada de Virgo se descubrió de pronto apretando los puños y los dientes. Se calzó la máscara en el rostro y bajó al templo, acercándose hacia las escaleras que llevaban a Leo. Una vez que Idril desapareció de su vista, gesticuló con las manos, furiosa.

"Shion me escucha." Gruñó entre dientes. "¡Y También Süe!" Dijo mientras comenzaba a bajar los escalones.

Fin del Omake.

Por

Manquehuito (Misao–CG)

PS: Sip. Un omake cortito. Más que el anterior. Espero que les haya gustado y que no se enojen mucho por la extensión del fic. ¡DEJEN REVIEW!