A/N: Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas, de la cuál esta es su más reciente entrega. Esta es una serie de pequeños Omakes que sirven como precuela a "Alicui in Amore Respondere," próxima a su publicación. Para más información, lean la A/N del Omake 1.
¡MUCHAS GRACIAS A MI LECTORA DE PRUEBA POR SU AYUDA Y COMENTARIOS! A Sonomi por sus comentarios, tiempo y ánimos dados a la causa.
Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al Sr. Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa.
ADVERTENCIA.
Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.
"1743: Colección de Omakes."
(Precuela de "Alicui in Amore Respondere.")
Omake 7:
Dulces Dieciséis.
Coliseo.
A 30 días del mes de Mayo del año de Gracia de 1743.
Más tarde ese día.
Una enorme roca, que cayó junto a Shion, a menos de 10 centímetros de su mano derecha, silenció a los 5 dorados que en esos momentos ocupaban la única sombra disponible del coliseo. Parminder de Virgo no estaba lejos y furiosa como jamás la habían visto antes. Brillaba de pura furia femenina. Para colmo atravesaba por un severo síndrome pre-menstrual, así que la cosa era seria. Ronaldo de Tauro tragó saliva y apenas giró la cabeza para ver a Lynus, que se veía más inocente que un bebé de un año. Basilio de Leo, Diego de Acuario y Shion comenzaron a sudar de lo lindo. La amazona dio algunas zancadas y apresuró el paso.
"Lynus, ¿Qué le hiciste a Parminder?" Preguntó Diego, algo pálido, mientras veía a la furibunda amazona acercarse. Como buenos caballeros que son, los 5 se pusieron de pie de un salto para saludarla.
"¡Por La Dulce Athena Que No Hice Nada!" Gimió Lynus.
Mucho también influyó el miedo que tenían. Parminder llegó hasta ellos, sin bajar ni un poco su cosmo. Para estos momentos, la arena del coliseo había sido evacuada en estampida, y solo los dorados seguían allí… pues su única vía de escape parecía bloqueada por Parminder. La amazona de Virgo llegó al grupo y sin saludar, se acercó a Shion y le sujetó del cabello, que jaló hacia abajo para poder verlo a los ojos.
"¡Duele, Duele, Parminder, Duele!" Gimió el lemuriano, mientras trataba de soltarse.
"¡Contigo Quería Hablar! Eres De Lo Peor, Un Cerdo Asqueroso, Promiscuo, Pedófilo Y Fiestero Que No Se Merece Ni La Más Mugre Consideración De Nada, Ni La Atención De Nadie. ¿Cómo Te Atreviste A Hacer Semejante Barbaridad? Por Mi Honor De Amazona Que No Me Olvidaré De Esto Y Ni Te La Dejaré Pasar. ¡Si Tantas Ganas Le Tienes, Te Maldigo A 200 Años De La Más Cruda Y Tenaz Soledad Para Que Escarmientes De Todas Tus Mañas Y Por Todo El Dolor Que Le Has Provocado!" Mientras más hablaba Parminder, Shion más se encogía. Se leía en su cosmo lo tremendamente enfurecida que estaba, aunque no lograba captar el motivo de su enojo.
"Par–mi–nder, ¿De –qué ha–blas?" Logró articular Shion.
Es que Parminder tampoco tenía libertad para decir porqué estaba tan enfurecida. Y si Shion no entendía ni papa, menos los demás, que habían retrocedido a una distancia prudente. La amazona de Virgo soltó a Shion y empuñando las manos, sintió como la sangre le hervía en la cabeza mientras se aguantaba todos los improperios que se le ocurrían y que por ser una dama no diría. Entonces Lynus, se armó de valor y dio un paso adelante, desprotegiendo a Basilio, Ronaldo y Diego, que se habían ocultado detrás de él.
"Querida Parminder… tranquila conejito… ¿Qué te pasó?" Le preguntó con valor. La amazona se volvió hacia él… y se puso a lloriquear. Se acercó a Lynus, quien, perplejo, la envolvió en un abrazo. "¿Qué te pasó…?"
"¡Mi Ropa Interior! La Que Se Llevó El Río La Semana Pasada… ¡Apareció Toda En Aries!" Mintió sin que se le arrugara ni un músculo. La palidez más absoluta cubrió los rostros de todos los dorados presentes. En el caso de Shion, se debía a la más absoluta de las incredulidades, pero en el caso de Lynus… "¡Qué Vergüenza Tengo!" Parminder se soltó de los brazos de Lynus y se alejó corriendo, con el rostro sepultado entre las manos. Shion, alterado, se quedó viendo hacia Lynus.
"¡No tengo nada que ver con eso!" Exclamó estupefacto. "¡Seguro se la llevó el viento, pero yo no!"
Esta teoría de Shion tenía un 70 por ciento de probabilidades de ser correcta, pero ¿acaso creen que el Santo de Escorpión la consideró aunque fuese por una fracción de segundo? No señor. Ustedes saben como son los escorpiones.
Lynus le miraba fijo. Tenía un tic en un ojo y una tormentosa nube, con rayos y truenos incluidos, apareció sobre su cabeza, como un halo de furia contenida. Tenía una mirada de miedo y los ojos… le brillaban. Sin mencionar su rostro que parecía hecho de piedra. Detrás de Lynus, no quedaban dorados.
"Lynus, ¿Amigo? ¿Compadre, Cuate?"
El santo de escorpión empuñó las manos y elevó su cosmos.
No. Ese no fue un buen día para Shion.
Casa de Cáncer.
A 25 días del mes de Junio del año de Gracia de 1743.
21:37 pm.
Un profundo beso y un fuerte abrazo ocuparon sus mentes por no menos de 3 minutos. Süe se abrazó al torso de Shion, quien le devolvió el gesto, aunque ya un poco reticente. No se sentía cómodo. La aprendiza, que ni tan niña era, bufó de hastío y puso un mohín en la cara. Ni se preocupó de volver a ponerse la máscara.
"¡Que bueno que ya viniste a buscarme! Mi maestra me tiene loca." Gimió Süe muy afectada. Shion sonrió y levantó los ojos al techo, mientras le acariciaba la cabeza. "Ya te estaba extrañando. Lo único que quiero es salir de…"
"Süe, no vine a buscarte." Le dijo Shion mientras la soltaba. "Estoy de turno nocturno, igual que tu maestra… con quien por cierto tengo que hablar." La aprendiza puso una profunda mueca de disgusto.
"¿Tienes que hablar con mi maestra? Shion, ¿Para qué quieres peder el tiempo hablando con ella, cuando puedes estar conmigo?" Gruñó cruzándose de brazos, con un mohín en el rostro que la hacía ver más tierna de lo que era. El lemuriano resopló.
"Asuntos de la Orden Dorada que Idril debe saber."
"¿Y no me puedes decir?" Preguntó algo melosa.
Shion negó tranquilamente con la cabeza. Süe era una chica preciosa, pero demasiado melosa y lanzada para su gusto. Como que tarde o temprano tendría que cortarle… más aún porque estaba con ella sólo por la excusa de ir a Cáncer… para ver a Idril mientras dormía
Sí. Aprovechando que la elfa tenía el sueño más pesado de los 12 dorados, cosa que había descubierto por casualidad, Shion aprovechaba para admirarla sin temor a que lo despellejaran por pervertido… porque no lo hacía por pervertido. Shion le sonrió a Süe con amabilidad.
"No tienes suficiente nivel preciosa. Eres una aprendiza de plata. No puedo decírtelo." Le confesó Shion, lo cuál era cierto. Süe frunció el ceño.
"Si tengo nivel, estoy en las últimas etapas del entrenamiento y pronto competiré por la armadura de Águila. Además…"
"Es verdad, pero no eres un aprendiza dorada. A eso me refería." Süe abrió la boca para protestar, pero Shion la calló antes de que pudiera decir nada. "Ahora dime donde está Idril, que necesito hablar con ella… y quizás convencerla que te rebaje el castigo."
"Hmpf." Süe se cruzó de brazos. "La mema esa está en techo." Shion le dio un rápido coscorrón. "¡Aaay! Shion, ¿Por qué me pegaste?"
"Más respeto con tu maestra. Te puedes meter en problemas." Le dijo muy serio. Luego le sonrió. "Estaré arriba."
Shion de Aries se adentró en el cuarto templo del Zodiaco con paso calmado, dejando detrás de sí a una muy ofuscada Süe. Mientras buscaba las escaleras secretas que conducían al techo, aún más ocultas de las que llevaban al piso residencial de Cáncer, Shion cambió la expresión de su rostro por una más sublime y contenta. Apenas se le veía caminando en los pasillos, dado que la capa negra que llevaba ayudaba a disimular su silueta.
Los últimos meses, la Orden Dorada había tenido muy pocas cosas que celebrar. La situación se había puesto muy peliaguda desde que Lucas de Géminis sorprendiera a esos espectros internándose en el Santuario, y nada había mejorado. Cada vez con más frecuencia tenían que detener las incursiones de los espectros. El santo de géminis había muerto por causa de sus heridas tres días después del primer ataque, razón por la cuál los dorados habían sustituido las capas blancas por las negras, y para colmo, en el rosario de cuentas de Parminder, se habían ennegrecido 15 esferas más, lo que daba un total de 18 espectros menos.
Aldonza, o mejor dicho Athena, estaba preocupada a rabiar y tenía los niveles de alerta en su grado máximo. Mientras ella trataba de manejar el asunto a nivel diplomático, tenía a Sergei manejando el asunto táctico. Ergo, la Orden Dorada se hallaba confinada al recinto de las 12 casas del Zodiaco… aunque podían ir y venir a gusto por ellas tal como antojasen.
Shion sacó de entre su armadura un pequeño saquito de terciopelo color magenta, del cuál extrajo una cadena dorada, delgada, sencilla y bien labrada. Había estado trabajando en ésta durante sus escasos ratos libres del último mes: era su regalo de cumpleaños para Idril, por sus dulces dieciséis. ¡No Podía Esperar A Dárselo! Entonces encontró las escaleras secretas y tras guardar de nuevo la cadena en su saquito y entre su armadura, procedió a subir hacia el techo de Cáncer.
De pie y de cara a las estrellas, Idril observaba fascinada el espectáculo infinito que le daban los millones y millones de estrellas en el cielo. Como no podía ir a su querido bosque, esto le proporcionaba toda la paz mental que necesitaba. Este gusto por las estrellas corría profundo en sus venas, en su sangre. Era como si su especie estuviese hechizada por ellas. Claro, Idril no tenía forma de comprobar tal cosa, nunca había visto otro elfo como ella en su vida.
"Buenas noches Shion. ¿Qué te trae a mi presencia?" Preguntó de pronto Idril, sin moverse de su lugar.
"¿Cómo lo haces para darte cuenta que me acerco? Venía con mucho cuidado."
"Mis orejas no están de adorno, ¿sabes?"
"Ah. Era eso. Bueno, vine a saludarte y a pedirte disculpas."
"Disculpas… ¿Y eso por qué?"
"Porque me tardé en felicitarte: hoy es tu cumpleaños."
Idril volvió la cara hacia Shion y detrás de la máscara alzó ambas cejas llena de sorpresa. El lemuriano le guiñó un ojo, se llevó ambos brazos tras de su nuca y observó al cielo.
"Las estrellas se ven preciosas hoy. Tu Constelación guardiana brilla con inusual entusiasmo. ¿Cumples 16, no es así?"
"Así es."
"¿No es eso Genial?"
"¿A qué te refieres?"
"No todos los días se cumplen 16. Ya eres toda una mujer y en edad casadera. Deberías estar contenta."
"Es tan solo una fecha. A mi me da igual, aunque los humanos parecen darle mucha importancia." Idril sonrió de gusto. Si bien la tipa creía que un cumpleaños no era necesario ser recordado con tanta pompa, el hecho que Shion se hubiese acordado del suyo la puso de muy buen humor. "No sabía que los lemurianos también se guiaran por tales celebraciones."
"Toda vida es digna de celebrarse, Idril. Hace 16 años comenzaste a vivir y tu vida ha sido fructífera. Eso es motivo suficiente para celebrar."
"Si eso es lo que crees… Gracias."
"De nada. Además no podía quedarme sin saludar a mi elfa favorita." Rió Shion mientras la rodeaba con el brazo… el mismo que Idril sujetó con firmeza y obligó a retroceder. "Jejeje, al menos no has cambiado en eso."
"¿Cambiado en qué?"
"Sigues muy apenada, todos lo hemos notado, pero al menos no has perdido la presencia de mente como para desligarte de mis abrazos."
"¿Por qué querrías abrazarme y por qué debería yo dejarme?" Preguntó Idril, aunque ella misma tenía mil motivos para dejarse fundir en aquellos brazos.
"Pues porque soy muy guapo, divertido, encantador y porque matarías por uno de mis abrazos." Explicó muy seguro de sí mismo. Idril sonrió bajo la máscara y abrió la boca para decir algo, pero… "Hasta Süe se deja abrazar por mi."
Nada como eso para matar el momento.
Idril sintió una proverbial puñalada de acero en la espalda.
"Süe se deja abrazar por cualquiera." Gruñó la elfa de muy mal humor. La tipa frunció el ceño. "¿Te has estado metiendo con ella?" Idril sabía muy bien la respuesta a esa pregunta, pero prefirió salvar apariencias, pues nadie sabía que ella sabía. Shion tragó saliva.
"En lo absoluto. ¿Me crees capaz de inmiscuirme con una aprendiza?" Preguntó a la rápida y para salir del paso.
Una vena enorme comenzó a palpitar en la sien de Idril al oír la descarada mentira del santo de Aries. Shion entonces sintió como si entre él y la elfa se interpusiera una pared tan gruesa e infranqueable como el Muro de los Lamentos. Se maldijo a sí mismo.
"¿Idril?"
"¿Ya me dijiste todo lo que me tenías que decir o necesitas algo más?"
"Este… sí… ya te dije todo…" Balbuceó al comprender que había metido las patas.
"Entonces vete." Idril le dio la espalda y se alejó a la otra esquina del techo del templo de Cáncer. Shion se la quedó viendo algunos segundos… antes de suspirar derrotado y decidir marcharse…
… Sin haberle entregado su regalo.
22:50 pm.
Idril entró a su cuarto con normalidad. Seguía algo ofuscada, pero su mal humor no había aumentado. De hecho, se había paliado bastante al descubrir que Süe no había salido esa noche de Cáncer a hurtadillas: se la había encontrado lloriqueando en la sala, porque Shion le dijo que no la sacaría ese día de Cáncer. Ahora la elfa se disponía a cambiarse al pijama y tratar de dormir, aunque fuesen algunas horas: tenía que despertarse a las 4:00 am para hacer sus rondas.
Se trenzó su largo y sedoso cabello y una vez que estuvo lista, se dirigió a su lecho para poder echarse a descansar, pero algo llamó su atención. Entre las almohadas, había un saquito de terciopelo color magenta. Curiosa, Idril lo tomó y lo acercó a la luz de la vela que tenía en una mesita cercana. Lo abrió con cuidado y extrajo de ella una delgada cadena de oro.
"¡Por Athena!" Exclamó al ver la delicada joya.
La tomó en sus manos con cuidado y la analizó con su vista y tacto. Era delgada, pero firme, había sido hecha con cuidado y laboriosidad. Sencilla y elegante. Cada eslabón tenía la forma de una delgada hoja. Idril se mordió el labio inferior: esto era un regalo muy caro.
Buscó en el saquito alguna nota, que también buscó entre sus almohadones sin éxito. Siempre con la cadena en la mano, buscó vestigios del mensajero que había dejado tal paquete, pero no encontró nada.
Idril se sosegó. Se sentó en su cama y sonrió. La débil luz de la vela no le fue mayor impedimento para observar mejor la cadena, dado que su agua vista élfica le proporcionaba todos los detalles de color y forma que quería obtener en su escrutinio… su corazón dio un apresurado latido.
"… ¿Shion?…" Preguntó al aire. Volvió a ver la cadena y se levantó de su cama. Caminó hacia la ventana de su cuarto y se asomó fuera.
Sus ojos se dirigieron hacia la Primera Casa. La elfa sonrió, esta vez de oreja a oreja. No se tardó ni un segundo en calzarse la cadena.
"Gracias… aunque mañana te las daré personalmente." Aseguró antes de adentrarse en su cuarto para dormir. Y les aseguro que durmió tan bien como nunca antes había dormido.
…
Sin embargo, nunca podría darle las gracias.
…
A 26 días del mes de Junio del año de Gracia de 1743, a las 6:00 am, los espectros de Hades iniciaron una cruenta ofensiva contra el Santuario de la diosa Athena, dando inicio de esta manera a una nueva guerra sagrada, o mejor dicho carnicería, entre santos y espectros, que duraría 9 días.
…
Sólo Athena, que moriría 6 meses después, Shion de Aries y Docko de Libra sobrevivirían.
Fin del Omake y de la Precuela.
Por
Manquehuito (Misao–CG)
PS: En honor a la verdad, no estoy muy segura si Athena sobrevivió a la guerra contra Hades en 1743, así que me tomé una pequeña licencia que espero no les incomode mucho. Lo mismo ocurre con la fecha y la duración de la Guerra, que también me inventé yo. Un Omake cortito, pero esto ya se acabó. Dentro de las próximas semanas comenzaré a postear el fic "Alicui in Amore Respondere," que espero solucione muchos de los asuntos pendientes que quedaron sin solución en esta colección de Omakes. Vamos a ver como me va. ¡DEJEN REVIEW!
