CHAPTER BONUS! Atención a todo el mundo! Aquí os dejo un capítulo bonus… supongo que haré algunos más… el próximo… el próximo creo que será la primera cita… sí… o quizá sea la primera vez que Hermione se sintió atraída por él… no sé… aún lo dudo… jejejejej Un besito a todos!

LA MARCA TENEBROSA

Tres horas. Había estado tres horas en la biblioteca buscando información sobre las transformaciones más importantes e ilegales de la historia para completar el trabajo que McGonagall les había mandado la clase anterior. Había perdido demasiado tiempo y todo por su culpa. Frunció el ceño al recordar que de esas tres horas había pasado más tiempo pensando en su actual cambio que en el trabajo. Y es que Malfoy estaba raro de verdad.

No la insultaba. Por extraño que aquello pareciese, no la insultaba ni la humillaba, simplemente la ignoraba. Era como si alguien o algo se hubiese apoderado de Draco Malfoy y lo estuviera obligando a hacer cosas que él no quería hacer o al contrario, le estaba obligando a no hacer cosas que el chico en sus cabales, hubiera hecho.

Lo había visto esquivándola en los invernaderos, en los terrenos, en la clase de Hagrid, incluso en el Gran Comedor había dado toda la vuelta a las mesas con tal de no pasar por su lado. Y aunque en un principio lo había agradecido, empezaba a preguntarse si el rubio de Slytherin se encontraba bien.

Se había pasado una hora y media pensando en aquellas tonterías y si no hubiese sido porque Hanah Abbot le había susurrado que tenía que marcharse al entrenamiento de Quiddich, haciéndole recordar que ella había quedado a esa hora con Harry y Ron en el campo de quiddich, seguramente seguiría en la biblioteca con los libros esparcidos sobre la mesa y pensando en aquel chico.

Giró en la esquina y tan concentrada como estaba no vio la sombra que se le echó encima hasta que no fue demasiado tarde para apartarse y terminó en el suelo con los libros esparcidos por el suelo. Estaba a punto de disculparse cuando se dio cuenta de quien había caído al suelo enfrente de ella.

-Oh, eres tú –dijo con antipatía-, ¿qué? ¿vas a insultarme? ¿le has cambiado el puesto a tu querido Malfoy?

Pansy se levantó rápidamente y la ayudó a ella a levantarse sin que pudiera poner objeción. Hermione la miró. Parecía nerviosa y alterada y si no hubiese sido porque era una Slytherin hubiera jurado que Parkinson había estado llorando. A pesar de que odiaba a aquella chica y que nunca se habían llevado bien, suspiró; no podía dejar a nadie así.

-¿Estás bien Parkinson?

-Granger… necesito ayuda… -Hermione alzó una ceja incrédula. ¿Una Slytherin pidiendo ayuda? -… Yo no, bueno… alguien necesita ayuda y no puedo ayudarle, por favor, tienes que venir conmigo…

-¿Cómo sé que no es una trampa? –preguntó reacia a caer en nada que los Slytherins hubieran planeado.

-No lo sabes, por favor… de verdad que necesito ayuda, Granger… ¿por qué otro motivo si no iba a venir a buscarte?

Había encontrado en su cabeza cien respuestas para no ir; era una Slytherin, era Pansy, podía ser una broma, podía ser una trampa, era hija de un mortífago… Pero no encontró, entre esas cien respuestas, ninguna válida. Se encogió de hombros mentalmente y palpó dentro de su túnica asegurándose de que su varita estaba allí y respiró aliviada, al menos en caso de que Parkinson le estuviera tendiendo una trampa podría defenderse hasta que Harry o Ron notasen que no había ido a buscarlos.

-Está bien… ¿quién necesita ayuda?

-¡Draco! –antes de que Hermione pudiera decir nada más, la chica la había cogido de la mano y la estaba guiando a través de los pasillos.

Hermione estaba intentando explicarle por qué no podía ir a ayudar a Malfoy cuando de repente vio que la claridad ya se había perdido y que estaba por los pasillos de las mazmorras. El frío caló en ella acostumbrada a ambientes más cálidos, pero Parkinson no parecía alterada por el brusco cambio de temperaturas; Hermione rodó los ojos; era obvio que no iba a notar el cambio de temperaturas, después de todo, la Sala Común de Slytherin estaba en las mazmorras, aquella temperatura fría era normal para ella. Iba a decirle algo cuando Parkinson se detuvo haciendo que ella también lo hiciese.

-¿Y ahora qué…

-¿Pansy?

La chica rubia había soltado a Hermione y se había arrodillado junto uno de los pasadizos más oscuros del lugar, al lado de un bulto que yacía recostado contra la pared, y había murmurado un lumos que alumbraba la figura oscura. Hermione tuvo que taparse la boca para no gritar, gritar en territorio de las serpientes podía causarle un problema y no parecía que estar con Malfoy o Parkinson en aquellos momentos, pudiera servirle de mucho.

Malfoy tenía el rostro amoratado, el labio inferior roto dejaba escapar un hilo de sangre, el ojo derecho casi no se veía de lo hinchado que estaba y la ceja izquierda estaba partida dejando salir bastante sangre. El cabello que había perdido su brillo y estaba sucio, estaba pegado a su frente y las sienes, cayendo en mechones sudorosos. Y por el modo en que Parkinson lo tocaba, pudo adivinar que su cuerpo no se encontraba en mejores condiciones que su cara.

-¿Qué diablos le ha pasado? –le preguntó a la chica -¿Qué diablos te ha pasado? –le preguntó en esta ocasión a él.

-¿Granger? –murmuró Draco mirándola a medias. Lanzó un bufido y miró a Parkinson-. De todas las personas del castillo, ¿has tenido que ir a buscar a Granger?

Parkinson frunció el ceño.

-No podía buscar a ningún Sllytherin, cualquier Huffelpuff hubiese gritado al verme aparecer por los pasillos, los Ravenclaw hubiesen buscado a un profesor y los Gryffindor estaban en el campo de quiddich entrenando; -dijo con simpleza-; además, ella es muggle, si no quieres ir a la enfermería a curarte eso, seguro que ella sabe cómo hacerlo ¿cierto? –miró a la chica -¿Puedes ayudarle?

Hermione asintió aún aturdida ante la imagen que presentaba el siempre perfecto Draco Malfoy y se preguntó si aquello tenía algo que ver con que hubiese estado durante semanas evitándole.

-¿Puedes encargarte de él? –volvió a preguntar Parkinson-. Entonces te dejo.

-¡Espera! –ella le detuvo-. ¿Cómo que me dejas?

-¿No lo entiendes? –dijo la rubia-. Creí que eras más lista… ¿no me has oído? Si no puedo ir a buscar a ningún Slytherin para que lo ayude a él –señaló el cuerpo de Draco -, es porque no pueden verme con él al menos hasta mañana… Tienes que encargarte de él tú sola.

Estaba explicándole que no podía hacer tal cosa cuando se encontró sola con Malfoy en un pasillo oscuro de las mazmorras y pensando con urgencia en algún sitio donde pudiera llevarlo. La enfermería… quizá Madame Pomfray…

-Ni se te ocurra –dijo él con rudeza intentando que su voz sonara segura-. No puedo ir a la enfermería… Tienes que jurar que no lo va a saber nadie.

-¿Entonces qué sugieres? –dijo ella ligeramente contrariada ignorando deliberadamente la amenaza del chico rubio.

-No lo sé… -repuso él-… ¿por qué mejor no te vas con Potter y Weasley y me dejas aquí solo? En un par de horas me encontraré lo bastante fuerte para levantarme.

-¿Quién te has creído que soy? –el chico la miró -¡No voy a dejarte aquí! Dos horas en este pasillo con el frío que hace y te aseguro que entrarás en una hipotermia.

Si Draco no se hubiese encontrado tan mal hubiese sonreído, divertido por el hecho de que Granger se preocupara con él y por lo divertido de la situación; él se había esforzado en no cruzársela durante semanas y ahora resultaba que su mejor amiga Pansy, la iba a buscar y la dejaba allí con él. Nerviosa. La veía pasear delante de él de un lado a otro sin separarse más de un metro de donde se encontraba. Murmuraba cosas entre dientes como la había visto hacer centenares de veces en la biblioteca cuando buscaba una solución a algún problema.

-Si al menos tuviese lo necesario para curarte, podría hacerlo aquí pero… ¡La sala de los Utensilios!

-¿Qué?-preguntó él.

-Si subimos por este pasillo hasta el Tercer Piso… -murmuró ella sin hacerle caso. Se arrodilló a su lado-. ¿Puedes moverte un poco si te ayudo?

-Puedo intentarlo… -concedió Draco-… pero no prometo nada…

Hermione no lo miró cuando pasó un brazo de Draco por encima de sus hombros y cuando cogió a Draco por la cintura para que él apoyara parte de su peso en ella, tampoco lo miró.

-Estás helada… -le dijo él al rozar la mejilla de ella cuando pasó su brazo.

-Normal… aquí hace frío –le contestó Hermione pensando que el chico no estaba utilizando la lógica que se suponía que tenía-… Vamos… camina.

Tuvieron que parar cada diez metros a que Draco recuperara fuerzas apoyado contra la pared mientras que Hermione a su lado, lo sostenía firmemente; se escondieron de Filch, de algunos alumnos de Slytherin entre los que estaban Crabbe y Goyle que pasaron muy cerca de ellos con sonrisas de satisfacción en sus caras, y de Snape; antes de conseguir llegar al tercer piso.

-Espera aquí –le dijo ella recostándolo en la pared contra las escaleras mientras empezaba a dar vueltas frente a una pared vacía.

-¿Qué diablos haces ahora, Granger?

-Intento ayudarte, idiota –le replicó ella.

-¿Cómo? ¿Mareándote por dar demasiadas vueltas?

Hermione detuvo su paseo un segundo para mirarlo.

-Si quieres llamo a alguno de tus amiguitos, estúpido –le increpó. La mueca de disgusto de Draco fue tan evidente que incluso ella la notó-. Ahorra cállate, necesito pensar con claridad y tus berridos no me ayudan mucho. Ni siquiera en ese estado puedes callarte…

-¿Qué esperas? ¿Qué de la nada aparezca…. –pero tuvo que callarse porque delante de donde Granger había estado paseando, una puerta se acababa de aparecer-. ¿Cómo has hecho eso? –le preguntó con cierta reticencia.

-Es Hogwarts, no tiene por qué haber una explicación lógica para todo –abrió la puerta y se dirigió a él-. Vamos…

Un sofá rojo, una chimenea, una cama y un par de sillas, además de un mueble con lo que parecía ser un montón de botellitas y frasquitos de todos los colores y tamaños. Draco lo miró con el ceño fruncido, no sabía dónde estaba y odiaba no saber dónde estaba.

-Siéntate –Hermione lo condujo a la cama sin que el chico pudiese preguntar nada. Acercó una silla al lado del lecho y se giró para revolver en el armario tomando varios botes entre las manos y un paquete de lo que a Draco le pareció dulce de azúcar blanco. Iba a preguntar algo pero la chica se le adelantó-. Quítate la camisa, si puedes claro… Estoy segura de que tienes el cuerpo lleno de moratones también.

La cara de Draco palideció aún más. La camisa. No podía quitarse la camisa. Hacía dos semanas que su padre… que su padre lo había traicionado y lo había obligado a hacerse la Marca Tenebrosa en el brazo izquierdo. No odiaba a su padre, bueno sí; después de tantos años enseñándole a resistir un imperius y había resultado que él no había podido contrarrestarlo, por lo que lo había llevado a rastras ante el Seño Oscuro y lo había atado a él con aquella odiosa marca.

No quería que Granger la viera. Si lo hacía se lo contaría a Dumbledore, a Potter, a Weasley… Todo el mundo tenía asumido que él era un mortífago, que él había decidido ser mortífago, un caballero de la muerte a las órdenes de Voldemort… Nadie le preguntaría nada, nadie le cuestionaría o le apoyaría… Lo condenarían antes siquiera de poder explicar por qué llevaba esa marca.

Debía encontrar el modo de que Granger no le viera aquello, pero si se quitaba la camisa la descubriría.

-¿Por qué habría de quitármela? ¿Es que acaso quieres aprovechar que estamos solos? –preguntó con arrogancia en un susurro. Ni fuerzas le quedaban para hablar, tarea que por cierto se volvía más difícil teniendo en cuenta que el labio le dolía bastante.

-No digas estupideces –Hermione se giró hacia él y se dirigió a la silla donde dejó todos aquellos medicamentos muggles-, pero no quiero que Parkinson me culpe de que no estás bien cuando te acuestes esta noche con ella y que mañana me eche una maldición.

-¿Pansy? ¿Quién te ha dicho que Pansy y yo nos acostemos? –preguntó divertido ganando tiempo.

-La camisa, Malfoy… -le dijo ella con seriedad mientras empezaba a buscar algo entre los diversos medicamentos-… Y todo el mundo sabe que estáis comprometidos y que pasas más noches en su cama que en la tuya.

-Pues aunque no sea tu asunto, te diré que todo el mundo –dijo recalcando las últimas palabras- se equivoca. Únicamente es para que no nos acosen… -bromeó.

Hermione lo miró con una ceja alzada y sonrió. Aquel chico era la arrogancia en persona. Miró la camisa que Draco aún llevaba puesta.

-Si no te la quitas, te la quitaré yo –dijo en tono amenazante.

-¿Crees que vas a poder hacerlo? –le preguntó Malfoy ligeramente divertido.

Hermione respiró hondo para controlarse.

-Escúchame bien Malfoy, no estás en condiciones de defenderte por lo que estoy segura de que sí podría quitártela y aunque no pudiera, siempre puedo utilizar un hechizo petrificante contra ti para que te estés quieto y verás como así sí que logró quitarte la estúpida camisa!

-Te advierto que no te va a gustar lo que vas a ver… -dijo él fastidiado sabiendo que no tenía otra opción.

Hermione se dio la vuelta para tomar un poco de algodón y alcohol para desinfectas las heridas de Draco, de cualquier forma, había hecho aquello cientos de veces, cuando su primo llegaba a casa después de una pelea con el rostro hinchado y siempre con el labio partido, era como si tuvieran fijación por él; rió suavemente; claro que tenían fijación por darle una paliza a él, al menos después de enterarse de que había ido besando a las chicas del instituto muggle, cosa que no hubiera sido importante, si no hubiese tenido en cuenta que esas chicas tenían novios, novios altos, jugadores de baloncesto y capitanes de los equipos de natación, baloncesto, fútbol, e incluso una vez creyó escucharle decir algo sobre la hermana del chico que hace las fotocopias… negó con la cabeza; estaba claro que su primo era único.

-He curado más heridas de las que puedas creer… -dijo ella-… no creo ver nada nuevo que me asust…

Pero no terminó la frase. Se había girado. Malfoy había dejado su camisa negra a un lado de la cama y la miraba evaluándola, esperando su reacción. Pero ella no había visto los hematomas sobre el pecho de Draco ni los golpes que tenía en el costado derecho como si se hubieran ensañado allí, tampoco prestó atención a los dos arañazos que tenía a la altura del hombro y que cruzaban sobre su piel hasta llegar a la mitad del pecho…Los ojos de Hermione se habían desviado hacia el brazo derecho, donde la Marca Tenebrosa parecía marcada a fuego. El bote de alcohol se cayó al suelo, su boca se abrió con sorpresa y sus ojos viajaron de la marca a los ojos de Malfoy y de allí, a la marca de nuevo.

-¿Qué diablos…. Tú…. pero….

-Te dije que no te gustaría…-repitió él con cansancio en la voz.

-¿Qué diablos significa esa marca Malfoy? –preguntó Hermione ligeramente asustada sin terminar de creerse lo que estaba viendo y esperando que sólo fuera una horrible pesadilla.

-Bueno… ¿no es lo que todos queríais? ¿No es lo que todo el mundo pensaba? –se encogió de hombros son sencillez-… Pues ya podéis estar contentos… decidisteis mi futuro por mí… todo el mundo decidió mi futuro por mí… ¿Qué más quieres que te explique?

Hermione no contestó. No sabía qué contestar. No podía contestar. Se dejó caer en la cama sentándose al lado de Malfoy mientras su cerebro intentaba procesar la información que acababa de recibir. Bueno, Harry y Ron siempre habían estado convencidos de que Malfoy terminaría siendo un mortífago… Pero ella… ella había querido dudar y darle una oportunidad; no podía juzgar a nadie sin darle una oportunidad o incluso dos… era la educación a la que sus padres la habían acostumbrado y ella estaba orgullosa de ello.

Pero aquella marca… ¿qué significaba? ¿Se había equivocado al darle una oportunidad a Malfoy? Lo miró de reojo. El chico tenía los codos apoyados en sus rodillas y la cabeza entre las manos, con los dedos perdiéndose entre el cabello rubio. Hermione tragó con dificultad. Había algo… algo en las palabras de Malfoy… algo en el modo en que las había dicho… en la forma en que había hablado…

Se levantó de la cama ante la atenta mirada de Malfoy que levantó su vista hacia ella convencido de que saldría de allí corriendo e iría a buscar a Dumbledore, seguramente. Por eso, cuando Hermione le levantó la cabeza quitándole suavemente las manos, y tomando su cara entre sus manos frías lo miró fijamente a los ojos, se quedó estático y sin saber qué hacer ni que decir.

Hermione miró dentro de aquellos ojos fríos. Los había visto cientos de veces, pero nunca había mirado en ellos. Le había asustado imaginar lo que podía ver en aquel color grisáceo y nunca lo había intentado. "El alma de una persona se refleja en sus ojos"… Su madre siempre le había dicho aquello y nunca se había equivocado, o al menos, muy pocas veces.

Frío. Dolor. Rabia. Miedo. Pero también había luz, ternura, calidez. Él no había deseado serlo… Por algún motivo sabía que él no había querido que le hicieran aquella marca que lo destinaba por el resto de su vida a ser un vasallo.

Y a pesar de lo que Draco hubiera supuesto, Hermione le sonrió con timidez. Vio como la chica tomaba su varita e imaginando que le iba a lanzar algún hechizo, cerró los ojos, demasiado cansado para discutir con ella o para intentar explicarse, después de todo, ¿por qué le tenía que explicar nada a Hermione Granger?

Un dulce reparo se escuchó en la habitación silenciosa. Y cuando abrió los ojos vio como la chica destapaba un frasco de lo que parecía ser agua y lo utilizaba contra un pedazo de algodón.

-¿Quién diablos te ha hecho esto?

Draco se encogió de hombros.

-Castigo… -explicó despacio-… los Slytherins me castigaron.

Hermione se estremeció. Había oído la rudeza con que los Slytherin se trataban entre sí, aplicándose castigos entre ellos cuando algo salía mal o algo los disgustaba; por eso, nadie se asustaba cuando alguna mañana un chico o una chica se sentaba a la mesa a desayunar con el rostro amoratado; era más bien una visión normal. Pero jamás había viso una barbaridad como aquella.

-¿Qué hiciste? ¿Qué no hiciste?

-Me negué a darles una respuesta… -ella le preguntó y él negó con la cabeza. Hermione suspiró y lo miró.

-No quise decirles de quién estoy enamorado… -apuntó él al ver que ella fruncía el ceño.

Hermione no le contestó ni quiso preguntar nada más.

-Esto te va a escocer… -le dijo con suavidad.

Pero Draco no se quejó ni una sola vez mientras que ella le curaba las heridas. No se quejó cuando aplicó el alcohol en la ceja y en el labio, ni cuando utilizó aquella crema que ardía sobre el morado de su ojo y en el pómulo, ni tampoco protestó cuando los arañazos del pecho ardieron como el demonio. Estaba demasiado ocupado sintiendo como las suaves manos de ella lo rozaban de vez en cuando al ponerle un trozo de algodón, una venda o una gasa, demasiado ocupado cerrando los ojos porque no quería que ella lo mirase como lo había hecho antes; había sentido que era capaz de desnudarle el alma… no quería que volviese a ocurrir.

No supo cuando Hermione se separó de él. No le dio importancia. El olor que desprendía era tan suave como lo había sido el tacto de sus manos y los delicados soplidos que la chica le dedicaba en la herida después de aplicar alcohol. Sonrió sin darse cuenta. Hermione carraspeó.

-Será mejor que te quedes un rato aquí a dormir… -dijo ella-… yo tengo que ir a ver a Harry y Ron o pensarán que ha pasado algo… - se excusó rápidamente. Lo miró esperando que él dijera algo, pero no lo hizo. Guardó los botecitos utilizados en el armario y cruzó la habitación hacia la puerta-. Puedes quedarte todo el rato que quieras, desde fuera la puerta no puede abrirse si hay alguien dentro –le explicó.

Draco asintió mientras se colocaba la camisa negra con cierta dificultad, sin decir nada. Se sorprendió cuando antes de abrir la puerta Hermione lo llamó una vez más.

-Lo juro, Malfoy… -le dijo antes de salir.

Draco sonrió mirando hacia la puerta. Aquella chica sí que era especial… Quizá no debería evitarla tanto…

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Y bien? Qué os ha parecido? Sé que es más cortito que los que escribo en el fic con frecuencia, pero bueno, es un capítulo bonus, una gratificación, no un fic propio… Bueno, espero que me deis vuestra opinión :D Un besito, nos leemos!