Hola a todo el mundo! Qué tal estáis? Bueno, antes de contestar a los reviews… doy un aviso general, así que NO OS SALTEIS ESTA PARTE, que nos conocemos y vais a pasar directamente al fic (¬ ¬)
Aviso de que la historia cada vez está mejor, porque aunque vosotros no lo sepais, yo llevo algunos capítulos adelantados jejejeje :p Por eso actualizo tan pronto… Pero eso no quiere decir que los vaya a subir de golpe todos los que tengo… así que ya sabeis, cuantos más reviews dejeis, antes sabréis lo que pasa…
Bueno, ahora sí, antes de que me mateis por semejante anuncio: contestaciones ¡!
Chirru: Bueno, es que sabes que pasa? Que si pasaran más cosas en el capitulo bonus no sería un capitulo bonus, sino que sería un fic a parte… además que si escribo más cosas pues desvelaría parte del fic, parte a la que aún no ha llegado… así que no te quejes :p De todos modos, gracias por tu review. Espero que este capitulo también te guste, un besito.
LaBelle Evans: Gracias por tu apunte, me lo anoto (sala de los menesteres… ) vale, ya está, la proxima vez lo pongo bien :p Gracias por seguir leyéndome y muchas gracias por tus palabras; en serio, no sabes lo mucho que me animan a continuar escribiendo. Con lo de los capitulos bonus… no sé si el proximo será el de Harry y Pansy… creo que haré un par mas de Draco y Hermione y luego el de Harry y Pansy… aún lo tengo que pensar, de todos modos, espero que haga lo que haga sea de tu agrado. Cuídate y un besito :p
Dore-Malfoy: jajajaj vale, vale… mensaje captado: haré más capitulos bonus… pero a cambio quiero más reviews eh! Si no, no me sentiré animada para hacerlos (sí, es chantaje emocional…. ¬ ¬ pero a que sirve?) Gracias por seguir leyendo este humilde fic. Un besito :D
Sheyla-Malfoy: No te preocupes Sheyla, los continuaré… de hecho tengo ya uno escrito esperando ser subido cuando dejéis reviews así que ya sabes…. Jajajajaja Gracias por leerme y ya ves, siempre estoy encantada de aceptar sugerencias… Un besito, nos leemos :p
Erol Haruka: Gracias. Me alegro que te haya gustado. Lo continuaré solo para vuestro placer y deleite… jejejeje Nos leemos pronto, cuidate:D
Haruka84: Hola, gracias por leer este fic Aps, y no te preocupes, yo a veces también me hago líos con los hijos y los padres y todo eso, lo que pasa que yo tengo la "chuleta" cerca del ordenador :p A ver, ya lo dije una vez, pero bueno, no me importa volver a poner una relación de los padres y los hijos: Lucía es hija de Draco y Hermione; James y Amy son gemelos y son hijos de Harry y Pansy; Jack es hijo de Luna y Blaise; Adam es hijo de Bill; Dani es hija de Charlie; y hay otros niños como Jen y Ronnie que son hijos de Fred y que no aparecen en Hogwarts porque tienen nueve y tres años y luego está Susan, hija de George que tampoco aparece en Hogwarts porque tiene ocho años… Creo que estos son todos, espero haberte aclarado :p Pues nada, espero que los siguientes capítulos también te gusten y te engachen Un besito :D
Vale, ahora sí… continuamos?
CAPITULO 9
A pesar de lo que el nuevo profesor de DCLAO le había dicho que no sabía mucho de todo aquello, Harry consideró que le había mentido de forma descarada o que había intentado ser modesto ante su respuesta, porque la verdad era que el profesor nuevo contestaba todas y cada una de las dudas que tenían los alumnos casi sin darse cuenta de que no le dejaba a él contestar nada.
Lo miró mientras respondía una duda sobre trolls a una Slytherin de tercero. Había algo en él que despertaba su curiosidad, una fuerza y un aura que llamaba su atención como si ya la hubiese visto antes. El profesor se pasó una mano por el pelo echándolo hacia atrás y Harry lo miró; aquel gesto lo tenía visto pero no recordaba ni donde ni de quién. Había intentado leer sin que el profesor lo supiera, la mente de Jon, pero se había encontrado con un bloqueo muy poderoso incapaz de ser roto sin el consentimiento de Jonson. Estaba seguro de que Jonson había notado la presión en su cabeza, pero si lo que esperaba era que se girara y le reclamara por lo que estaba haciendo, se quedó asombrado cuando Jonson se limitó a mirarlo de soslayo y a esbozar una sonrisa casi imperceptible antes de regresar su atención a la Slytherin.
Se estaba preguntando qué era lo que aquel hombre debía esconder en sus recuerdos para mantener aquel escudo sobre su mente cuando una suave explosión le hizo girarse hacia su mesa. Allí encima había aparecido Fawkes con una carta. Harry sonrió y acarició al fénix mientras le quitaba la carta y el ave inclinó su cabeza a modo de reconocimiento antes de desaparecer suavemente.
"Ven a mi despacho, tenemos que hablar"
Conocía demasiado bien a Dumbledore para no saber que había mucho más que lo que estaba escrito, se acercó hasta Jonson y le susurró lo bastante alto para que él lo oyera:
-¿Puedes encargarte de la próxima clase? Albus me llama y quién sabe cuanto durará su conversación esta vez… -añadió sonriendo.
-Descuida –le sonrió.
Harry lo miró. Aquella sonrisa. Simple y sincera. Hacía años que no veía una sonrisa así y si no hubiese sido porque era imposible, hubiese jurado que era la sonrisa de Ron. Movió la cabeza un par de veces para asegurarse de que esas ideas tontas se marchaban antes de atravesar el aula y salir por la puerta. A su espalda, Jonson sonrió. Iba a ser más difícil de lo que había creído en un momento.
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Caminaba por unos de los pasillos con aquella suficiencia y altanería que tantos años le había costado encontrar y que únicamente demostraba cuando estaba en el castillo de Hogwarts. Iba sonriendo. Acababa de dar clases de pociones a los más pequeños, Ravenclaw y Gryffindor y se sentía bastante orgulloso de su hija, que había conseguido la poción al primer intento y eso que era un poción más avanzada que la de los demás. Había tenido que hacer grandes esfuerzos para no reír cuando el caldero de Jamie había adquirido un color anaranjado en lugar de azul y parecía más una pasta pegajosa que un líquido espeso; aquel niño le recordaba a Potter cuando era pequeño, a él tampoco se le habían dado bien las pociones. Amy lo había conseguido en el último momento y aunque no hubiese dicho nada, estaba seguro de que el hecho de que Jack hubiese estado a su lado, había provocado que la poción del niño se arreglara en el último segundo.
Giró la esquina y se topó con alguien que venía corriendo con la cabeza agachada y si no hubiese sido porque reconocería aquel olor en cualquier lugar no hubiera podido saber que debajo de aquella telaraña gigante y pringosa se encontraba el suave cabello de su esposa.
-¿Hermione?
-Genial… -bramó ella levantando la cabeza-… justo la persona que no quería ver.
-Yo también te quiero preciosa –le contestó él obligándola a mirarle. La chica llevaba el pelo cubierto por una masa blanca que caía sobre sus hombros manchando parte de su túnica. Draco frunció el ceño-. ¿Qué ha pasado?
-Nada –mintió ella-. Estaba haciendo una poción y creo que me equivoqué de ingrediente –sonrió inocente.
-Esa sonrisa no funciona conmigo –miró por encima del hombro de ella-. ¿Vienes de clase? –Hermione asintió-. ¿Slytherins? –vio como su mujer se mordía el labio y volvía a asentir-. ¿Los mismos del otro día? –por tercera vez vio como ella se callaba y asentía levemente-. Voy a matarlos –dijo él muy serio-. ¿Dónde está tu varita? ¿Por qué no te has quitado esto? –le preguntó señalándola.
-La olvidé en la torre… -susurró ella.
Draco arqueó las cejas y flexionó las rodillas levemente para quedar a la altura de sus ojos.
-Repíteme eso –le pidió con voz calmada y divertida.
-¡Oh, está bien! –gritó ella -¿Siempre tienes que tener razón? –Draco no le contestó, se limitó a sacar su varita y a murmurar una palabras dejando limpia a su esposa en un segundo-. Gracias… ahora si no te importa volveré a mi clase –se dispuso a dar la vuelta, pero una mano en su cintura se lo impidió-. ¿Qué? –preguntó de forma inocente.
-¿Dónde está tu varita? –repitió él.
-La dejé sobre la mesa y cuando la fui a coger no estaba, ¿contento? Creo que me la han escondido…
-Vale, es suficiente, ahora mismo vamos a ir a tu clase –dijo serio -. Y que no se te ocurra intentar volver a liarme con tus besos –amenazó él besándola-, puedo robártelos cuando quiera.
Hermione iba a replicarle algo pero se dio cuenta de que Draco hablaba en serio, él ya la había avisado de que si pasaba otra cosa similar a la del día anterior, tomaría carta blanca en el asunto. Vio como su marido mirarla con una ceja enarcada como si estuviera preparado para seguir rebatiéndola, pero ella no tenía ganas.
-Está bien, como quieras… tercer curso, Slytherins y Gryffindor –se limitó a contestar.
Draco estaba sorprendido y no era para menos, hubiese esperado que Hermione gritara, que le dijera que no lo necesitaba y que ella podía arreglarlo todo sola, y al contrario de sus expectativas, su esposa había bajado la cabeza y había dejado su orgullo para admitir que él tenía razón y no solo eso, si no que además le estaba invitando a que entrara en su clase para poner orden. Aquello no era normal. Estaba a punto de preguntarle qué le pasaba cuando una alumna de tercero vestida con el uniforme de Gryffindor se acercó a ellos corriendo.
-¡Profesora Malfoy! ¡Profesora Malfoy!
-¿Qué ocurre señorita Marx? –la chica detuvo su carrera tratando de tomar aire-¿Qué pasa?
-Clase… Nott… Weasly… pelea…. –consiguió decir entre jadeos.
-¿Qué? –ambos profesores se dirigieron al aula dejando a la niña que los siguiera cuando hubiese recuperado el aire.
Cuando llegaron a la clase la escena que encontraron era más que irreal. La chica de Gryffindor que Hermione había dejado al cargo para asegurarse de que todo estaba en orden mientras ella iba y volvía a clase había sido elevada y colgada del a lámpara del techo de su túnica, cosa que hacía que ella gritase consciente de que la tela se estaba rasgando y si caía desde allí al suelo se haría mucho daño por no mencionar que podría quebrarse algunos huesos. Los pupitres estaban desordenados y algunos caídos, los alumnos habían formado un corro alrededor de los dos combatientes y cada uno animaba al de su casa. Adam Weasly y Max Nott que estaban en el centro, parecían haber olvidado que eran magos y se estaban asestando golpes directos con los puños cerrados y, en el caso de Adam, alguna patada que había aprendido aquel verano de Laila, que era una experta muggle en artes marciales.
-¡YA ES SUFICIENTE! –bramó Draco.
Ambos alumnos detuvieron sus golpes, los alumnos se pusieron blancos. Todos habían visto al profesor Malfoy enfadado y era por eso que casi nunca nadie se atrevía a llevarle la contraria.
-¡COLOCAD INMEDIATAMENTE LOS PUPITRES EN SU SITIO Y SENTÁOS SIN HACER RUIDO! ¡EL MÁS MÍNIMO ROCE Y SERÁN CIEN PUNTOS MENOS PARA VUESTRAS CASAS Y UN CASTIGO QUE DURARÁ HASTA FINAL DE CURSO Y QUE YO MISMO ME ENCARGARÉ DE SUPERVISAR!
Hermione se había acercado hasta los dos chicos y los miraba seriamente. A pesar de su desagrado tenía que admitir que Adam sabía golpear bastante bien; Nott tenía el labio partido y le sangraba de forma copiosa, el ojo derecho estaba rojizo y Hermione supo que pronto adquiriría un bonito tono morado a juego con el que tenía en la mejilla izquierda. Adam parecía estar más ileso; una ceja partida y un golpe en la mandíbula que le había hecho sangrar, pero nada más. Los miró a ambos de forma reprobatoria intentando encontrar palabras mientras Draco utilizaba su propia varita para hacer descender a la chica que colgaba de la lámpara.
-¡VOSOTROS DOS! –gritó mirando a Nott y Weasly -¡SENTÁOS YA!
Draco avanzó hasta estar enfrente de la clase y se colocó al lado de Hermione, quien parecía más avergonzada que enfadada. Frunció el ceño, aquello definitivamente no era normal.
-¿QUÉ DIABLOS HA PASADO AQUÍ? –preguntó sabiendo que nadie iba a responderle -.¡Muy bien! –gritó -¿Dónde está la varita de la profesora Malfoy? –volvió a preguntar. Adam se levantó y le entregó a Hermione su varita mientras le dedicaba una mirada de inocencia que estaba seguro de que ambos profesores habían captado. Draco lo miró -¿La has cogido tú?
-No profesor Malfoy –contestó Adam con una mueca de dolor-, Nott la tomó cuando la profesora fue a las últimas filas a resolver unas dudas. Yo sólo la he recuperado –apuntó mirándolos.
Draco asintió y le indicó que se sentase.
-¿Se puede saber dónde creen que están? –preguntó Draco dirigiéndose a todos y a nadie en concreto-. No les basta con humillar a una profesora que les supera a todos ustedes en inteligencia –miró a los Slytherins-, sino que además tienen que golpearse entre ustedes, herir a compañeros –miró a la niña Gryffindor que aún sollozaba-, y robar –miró directamente a Nott-. ¿Esto es lo que se les ha enseñado en los tres años que llevan aquí?
-Profesor, es hija de muggles –dijo un atrevido Slytherin-, ninguna hija de muggles va a decirme lo que debo o no debo aprender. Y encima tiene que pedir ayuda a su marido… -se burló.
Draco miró a aquel alumno. Bottham. Había estado en clase con su padre, pero jamás había visto a Eric actuar como lo estaba haciendo su hijo en aquellos momentos. Con estudiados pasos para intimidar se acercó hasta el pupitre del chico y con una peligrosa calma le habló.
-Esta hija de muggles, como usted insiste en llamarla, fue la mejor de su promoción, con una media de Extraordinario en sus TIMOS y la misma media para sus EXTASIS. Se enfrentó a Voldemort en incontables ocasiones y le aseguro que usted no le impone más que aquel asesino –le retó sonriendo-. Ha insultado a una profesora y no toleraré eso ni a usted ni a nadie, cincuenta puntos menos para Slytherin –anunció-, y venga esta tarde a las siete a mi despacho. Ahora –miró al resto de la clase -, cinco puntos menos para todos y cada uno de ustedes por haber animado a sus compañeros a pelearse en lugar de separarlos –nadie se atrevió a protestar-, a la señorita Marx le premio con diez puntos por haber ido a buscar ayuda –la aludida sonrió-. Y a los señores Weasly y Nott, se les restarán veinte puntos a cada uno y esta noche pasarán por mi despacho a las ocho, ¿está claro? –asintieron en silencio-. Y la próxima vez que ocurra algo semejante o que reciba la más mínima queja por parte de algún alumno o profesor de alguno de ustedes, créanme que no seré tan benévolo. Ustedes dos, salgan fuera –ordenó mirando a Adam y a Nott-, y el resto se quedará en esta clase leyendo en silencio y les aseguro que si no obedecen, me enteraré –nadie lo dudó.
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Cinco hombres permanecían arrodillados delante de él cubiertos por las túnicas y capas negras. El silencio de las mazmorras sólo era cortado por el suave goteo de las manchas de humedad y por el rechinar y el ruido que hacían las ratas que merodeaban por los rincones oscuros.
El niño, porque a fin de cuentas, era un niño, permanecía sentado en su butacón negro, elevado sobre tres escalones que lo separaban del suelo donde sus vasallos eran obligados a inclinarse y arrodillarse y donde sus presas se retorcían de dolor con un simple gesto.
-¿Y bien? –preguntó con voz cortante mientras acariciaba a la serpiente que se había enroscado en su brazo.
-Casi todos los caballeros de la muerte de Lord Voldemort se han vuelto a presentar a sus filas, Señor –habló uno de ellos con voz temblorosa, como que hizo pensar al niño que había sido elegido como portavoz por obligación más que por voluntad propia-, y aún podemos asegurarnos de que los traidores también aparezcan, Señor.
Réficul lo miró fríamente después de haber dicho el último comentario. Notó con deleite como el hombre temblaba por dentro a pesar de que aparentaba una tranquilidad innata.
-Fuego… -murmuró Réficul elevando su mano.
El hombre que acababa de hablar abrió los ojos mientras sentía un calor extraño dentro de su cuerpo; un calor que se extendía hacia cada célula de su ser y que parecía consumirlo por dentro, quemándolo y abrasándolo sin piedad. Miró hacia sus compañeros quienes seguían arrodillados y sin hacer ningún gesto para ir a socorrerlo o siquiera preguntar qué ocurría. Notó como sus órganos se pudrían y ardían y miró a aquel niño que tenía delante. Ojos negros, fríos, muertos, sin vida, inertes.
El niño pareció divertido ante la mirada de súplica de su vasallo, y decidió dejarle ver sus pensamientos antes de morir. Fuego, destrucción, muerte, odio, rencor, venganza, sangre… Eran las únicas palabras que su mente conocía, era lo único que había aprendido, lo único que le habían enseñado, lo único a lo que estaba destinado.
Y cuando el hombre notó que su corazón dejaba de latir, se dio cuenta de que en los ojos de aquel niño tan sólo había muerte.
-Evanesco… -murmuró con repugnancia el niño moviendo su mano y provocando que las cenizas que ocupaban ahora el lugar donde segundos antes el hombre había estado hablando, desapareciesen del lugar. Se volvió hacia los demás-. No me gusta que me mientan, -señaló-, si tenéis miedo, decidlo, pero no finjáis no tenerlo delante de mí –les sonrió con burla y sarcasmo-, después de todo, temerme es cosa inteligente.
Sus ojos negros se clavaron en el fondo de la sala donde una mujer rubia lo miraba con los ojos abiertos y una expresión de terror en el rostro. Inclinó la cabeza hacia ella en señal de un respeto burlesco.
-No quiero a ningún traidor entre mis filas –anunció de forma severa-, los que quieran regresar por su propio pie, lo harán, pero no quiero tener que preocuparme por andar persiguiendo y matando a nadie; estoy demasiado ocupado intentando descifrar ciertas cosas como para perder mi tiempo en ellos ¿está claro? –los hombres hicieron una leve inclinación con la cabeza a modo de respuesta y él sonrió satisfecho-. Está bien… mañana por la noche atacaremos –vio como los hombres se revolvían incómodos-, es el aniversario de mi querida madre –añadió con sarcasmo mirando hacia donde estaba la mujer-, y quiero darle un regalo digno de una Emperatriz de la Oscuridad. –hizo un gesto con la mano y una luz negra envolvió a las cuatro figuras restantes-, idos –ordenó cerrando el puño y haciendo que la cortina de luz negra se cerniese sobre ellos.
-¿Cómo has podido hacer eso? –preguntó Bella aún aterrorizada por lo que había visto. Ni siquiera Voldemort había matado a ningún vasallo suyo de aquella forma tan angustiosa, y es que Réficul se había encargado personalmente de que las sensaciones de Sommers durante su muerte, fuesen percibidas por todos los presentes.
-Iba a traicionarme –se limitó a contestar el niño con un brillo divertido-. Oh, sí, madre, entré en su mente y lo pude ver claramente pensando en traicionarme.
-Sommers jamás hubiera hecho algo así –dijo ella-… era uno de los más fieles a Voldemort.
Réficul le sonrió de forma fría y calculadora, provocando que ella se estremeciese bajo aquella sonrisa y aquella mirada fija, como si fuera capaz de escrutarla y sacar de ella hasta el más mínimo detalle. El niño se sentó en su butaca de nuevo y la serpiente se abalanzó sobre su cuello enroscándose en él con suavidad, como si estuviese pidiéndole unas caricias que sabía que iban a llegar.
-Sommers únicamente estaba aquí para meterse en la cama contigo –le replicó de forma directa-, ¿crees que no lo sabía? No me servía para nada.
Las mejillas de Bella se sonrojaron, pero ni siquiera ella misma pudo decir si era por vergüenza, por impotencia y rabia o por ira. Bella extrajo de los pliegues de su capa un pequeño medallón dorado y se lo mostró.
-No me obligues a utilizarlo –le dijo despacio.
Siempre funcionaba. Un simple golpe con su varita sobre aquel medallón y los poderes de Réficul quedarían invalidados durante unas horas; era el método de corrección y enseñanza que había estado utilizando con él desde que nació, casi desde el instante en que había nacido. Pero para su sorpresa, esta vez, Réficul no tembló, ni siquiera parecía asustado; se limitó a mirarla y a sonreír con arrogancia.
-Adelante –le repuso de forma seria-. Quizá seas tan buena como lo eres en la cama, mamá –dijo recalcando la última palabra con burla.
Bella sacó su varita, no dispuesta a dejar que aquel niño que había llevado en su vientre se saliera con la suya; golpeó el medallón y miró a Réficul, esperando el calambre y el dolor que siempre recorría el cuerpo de él. No ocurrió nada. Réficul sonrió con malicia y extendió su mano en dirección a Bella.
-Apropinquet –murmuró. El medallón salió disparado de manos de la mujer que no pudo hacer nada por retenerlo a su lado y aterrizó con una suavidad innata en las manos del niño-. ¿Es esto lo que te daba poder sobre mí? –le sonrió fríamente – Destrucción…
Una esfera negra envolvió el medallón y lo destruyó en cien pedazos que volaron en todas las direcciones chocando con las paredes y con el suelo, rebotando y creando una atmósfera de eco.
-¿Cómo has hecho… No puedes… yo controlo tus poderes… -empezó a decir la mujer.
-Controlabas, madre –recalcó él divertido-, cómo habrás podido observar, ahora mis poderes me obedecen a mí. –Bella lo miró asustada-. Aunque no te preocupes, aún te necesito para otras cosas, no pienso terminar con tu vida todavía…
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Un par de golpes a la puerta y entró sin esperar a recibir el permiso.
-¿Me ha llamado, director? –preguntó entrando en la estancia. Reparó en la presencia de un hombre sentado enfrente de Albus, a pesar de que parecía que diez años se hubiesen acumulado de pronto en su rostro, conocería aquella cara entre cientos-. Malfoy… -dijo a modo de saludo que fue correspondido con una inclinación de cabeza.
-Sí, siéntate Harry.
El hombre obedeció y no pudo evitar mirar de reojo a quien había sido su enemigo durante años. Había logrado perdonarle, pero en su cabeza siempre recordaría el dolor y el sufrimiento que le había causado a Ginny durante su primer año en Hogwarts. Desde la boda de Draco y Hermione no lo había vuelto a ver salvo en contadas ocasiones en que las reuniones necesitaban de todos sus miembros; estaba pálido, más pálido de lo normal, y aún así conservaba sus rasgos aristocráticos serenos y elegantes como siempre. Se había recogido el cabello rubio en una coleta anudada a la altura de la nuca; casi sin pensarlo, Harry se preguntó si ese sería el aspecto que tendría Draco cuando tuviese la edad que tenía ahora Lucius.
-Harry… antes que nada… ¿podrías… -miró a Lucius a la cara de forma significativa.
-Claro, no hay problema –dijo forzando una sonrisa-… si está de acuerdo, por supuesto –añadió al ver el rostro tenso de Malfoy.
Lucius miró de soslayo a Albus y a regañadientes y rodando los ojos asintió despacio. Harry se levantó de su asiento y colocó su mano derecha sobre el rostro de Lucius. Una luz blanca iluminó al hombre y Harry fue testigo en su cabeza como los moratones y heridas desaparecían.
-Gracias Potter… -dijo con falso agradecimiento cuando Harry se hubo apartado y se hubo sentado.
-De nada –miró a Albus esperando que éste le dijera algo, pero el anciano negó con la cabeza y Harry lo dejó estar-, bueno, ¿para qué quería verme director?
-Lucius ha hecho una visita a alguien… -empezó a decir el hombre-… y ha tenido resultados bastante interesante.
Harry arrugó la frente sin comprender qué quería decir.
-¿A qué se refiere?
-Antes de decir nada, no quiero que Draco se entere –dijo Lucius inmediatamente-, no quiero meterlo en esto y preferiría que se mantuviera al margen –añadió. Harry asintió. Lo comprendía-. Cuando derrotaste a Voldemort, en realidad, antes de que lo derrotaras, había un código entre los mortífagos. Seguiríamos a Voldemort hasta el día de su muerte y seguiríamos siendo fieles a aquel que él nombrara como su sucesor. Al principio las miradas estaban puestas en mí y por consiguiente, en Draco… -respiró con fuerza -… Pero desde que me rebelé, Voldemort decidió que no era digno de su poder y me fue relegando a un segundo puesto –Harry asintió. Ya sabía todo aquello, él mismo le había contado aquella historia a sus hijos cientos de veces ya que a James parecía gustarle y Amy se mantenía interesada en ella. Lucius volvió a captar su atención cuando siguió hablando-. Con la muerte de Voldemort repentina, ningún caballero de la muerte había sido elegido para sucederle y mucho menos habían adquirido el poder que nos había prometido que tendría aquel que fuese el elegido… Así que, en relación a nuestro pacto de silencio, la orden de los mortífagos se disolvió. –Harry volvió a asentir, había sido el período en que había nacido Lucía-. Sin embargo, todos éramos conscientes de que habíamos hecho un pacto de lealtad y que si alguna vez un sucesor llegaba, deberíamos cumplirlo.
-¿Por qué? –preguntó Harry-. Es decir… ¿por qué se vio obligado a cumplir un pacto de lealtad hacia alguien que había muerto?
Lucius pareció sonreír y miró a Albus que entendió de manera inmediata lo que el hombre quería decirle.
-El Pacto Eterno… -murmuró Dumbledore -, ¿cierto?
Lucius asintió a medias con aquella sonrisa que tantas veces Harry había visto en Draco.
-¿Qué es el Pacto Eterno? –preguntó Harry -. No he oído hablar de él nunca.
Lucius lo miró con desdén, pero si Harry se dio cuenta, no le prestó atención, centrándose en Dumbledore, sabiendo que si quería una respuesta, sólo la iba a obtener de él y no de Malfoy.
-Realizas un acto terrible para la humanidad a cambio de que tu familia quede protegida, se realiza a través de un sacrificio y una poción hecha con sangre de ese sacrificio que debes beber con la segunda luna llena del mes –Lucius asintió-. A cambio de esa protección, la sangre del sacrificio que bebes, queda en tu cuerpo; si alguna vez rompes el pacto, la sangre de tu cuerpo se congelará y el corazón te estallará, causando la muerte instantánea de la víctima y de la familia que había entrado en la protección, ¿es así, Lucius?
-Sí, así es –dijo sonriendo-. Voldemort quería asegurarse de que le éramos completamente fieles, sólo unos pocos elegidos y "privilegiados" –añadió con ironía burlona-, tuvimos que hacerlo… Yo fui uno de ellos.
-El sacrificio… -empezó a decir Harry-… ¿es animal? ¿ o humano?-Tanto Albus como Lucius miraron a Harry y el hombre de pelo negro asintió en silencio ante la respuesta silenciosa -. Entiendo…
Después del ataque mortífago que terminó con la vida de Fignon -siguió diciendo Lucius-, la Marca Tenebrosa se elevó en el cielo, era la señal. La señal para que los mortífagos volviéramos a reunirnos y volviéramos a realizar una prueba de que estábamos dispuestos a seguir al nuevo Señor.
Harry lo miró con atención.
-¿Eso qué quiere decir?
-Quiere decir que he pasado la prueba y que he vuelto a incorporarme a las filas del Nuevo Señor Oscuro y no es que haya sido fácil, la verdad…
-¡¿QUÉ HA HECHO QUÉ!–la voz de Harry se escuchó por toda la habitación y se hubiese escuchado aún más si Dumbledore no tuviera aquel hechizo silenciador dentro del despacho.
Lucius se levantó y se dirigió a la chimenea.
-Te mantendré informado, Albus –miró a Harry-, Potter…
Y antes de que Harry supiera cómo lo había hecho, Lucius había desaparecido del despacho envuelto en una llamarada de fuego verde. El chico se giró hacia su director con el ceño fruncido y los labios apretados en un claro gesto de indignación. Debía controlarse. Podía sentir como el poder de su cuerpo se desprendía hacia fuera y no quería llamar la atención de nadie.
-¿Me va a explicar esto? –preguntó muy calmado mirando a Albus-. Y no quiero respuestas a medias de las suyas, director –añadió-. Quiero saber qué ha pasado aquí.
Dumbledore asintió.
-Lucius se ha ofrecido a ser…
- ¿El nuevo Snape mejorado? –dijo con sarcasmo Harry-. Porque si es así déjeme decirle que el papel de espía no le va para nada, y hablando de espías, ¿está seguro de que Snape no fue a esa reunión también?
-Harry, ya es suficiente. –Harry lo miró y murmuró una disculpa-… Bien, Lucius se ha ofrecido a ser nuestro correo.
-¿Correo? ¿De qué está hablando?
-No soy yo quien tiene que contarse eso… sólo debes saber que Lucius está de nuestra parte y que si hace eso es para proteger a su familia, nada más, ¿de acuerdo? No asistirá a reuniones mortífagas ni participará en ataques, únicamente servirá al Nuevo Señor Oscuro cuando él solicite su presencia y únicamente podrá solicitarla –añadió al ver que iba a replicar algo-, cuando tenga algo importante que transmitir, ¿entiendes?
-¿Un relaciones públicas? –dijo él casi divertido por aquella situación tan surrealista e irreal, utilizando un término muggle-. No puedo creerlo…
-Harry… esta conversación no puede salir de este despacho, ¿entendido? Ni siquiera a tu esposa…
-¡Pansy jamás….
-Sé que no diría nada… pero correría la tentación de hablarlo con el señor Malfoy y Lucius no quiere que Draco sepa nada por el momento, ¿de acuerdo?
Harry lo meditó unos minutos antes de mirar a los ojos al director y asentir. Dumbledore confiaba en él, Draco confiaba en él, incluso Hermione le había dado un voto de confianza cuando aquella tarde dejó a Lucía en la mansión Malfoy para ir con Draco a comprar una casa.
-Está bien, le daré una oportunidad –dijo entre dientes-, pero un error, un solo indicio de que está jugando, una sola conjetura que indique que Hermione o Lucía están en peligro y yo mismo lo mataré con mis manos.
No era una pregunta, no era un deseo, era una afirmación muy clara y precisa. El anciano asintió.
-Gracias Harry, es todo lo que te pedía.
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No había duda de que aquella niña era hija de Hermione. No había terminado de hacer la pregunta cuando la pequeña ya había levantado la mano segura de saber la respuesta y orgullosa de ser la causante de que a su casa le diesen tantos puntos. A su lado, un muy distraído James Potter le sonreía cada vez que acertaba algo y hubiese jurado que era él mismo quien le incitaba a levantar la mano.
En aquellos momentos estaba mirando como terminaban la redacción sobre los dementores que les había pedido. Había pensado que era una buena forma de poder mirarlos sin ser visto y no se había equivocado.
James Potter se había sentado en el tercer banco y no lo había dudado ni un segundo cuando al pasar por allí Lucía Malfoy la había cogido por el brazo y la había sentado literalmente, en el pupitre que quedaba a su lado. Al principio la niña rubia lo había mirado enarcando sus cejas y con aquella mirada de autosuficiencia que había visto tantas veces en Hermione; pero la encantadora sonrisa de James parecía haber sido suficiente para arrancarle una suave carcajada a ella y conseguir su propósito.
Amy Potter hacía honor a su casa; sentada en primera fila y sin apartar la vista del libro y del pergamino que estaba utilizando en aquellos momentos, había puesto sobre la mesa tres plumas, supuso Jonson que para evitar perder tiempo en buscar alguna si le fallaba la que tenía entre las manos. Tenía el mismo cabello que Harry, de aquel negro azabache brillante y su misma sonrisa. La había visto sonreír tímidamente cuando su compañero, Jack Zabinni había rozado su brazo durante la escritura y había observado que era la misma sonrisa tímida que Harry esbozaba los primero días de relación con Ginny, cuando él aún no se había enterado de la existencia de tal relación. No pudo evitar sonreír al recordarlo
(flashback)
Había tenido un día horrible. Se había dormido, se había quedado sin agua caliente en el baño por lo que había tenido que ducharse con agua prácticamente helada en el mes de enero, lo que en el aquel castillo equivalía, seguramente a un mes de pulmonía.
La clase de pociones con Snape no había ido mucho mejor que el desayuno, donde se había quedado sin probar las tortitas con sirope de caramelo y chocolate que tanto le gustaban, ya que había pasado por la enfermería para pedir una poción contra la aún no segura pulmonía, y la Madame Pomfrey no lo había dejado salir hasta hacerle un chequeo rutinario y asegurarse de que estaba plenamente bien.
Snape les había pedido la realización de una poción complicada contra el sueño, poción que dijo ser ilegal pero que prácticamente todos los alumnos de quinto y séptimos la tomaban para poder pasar la noche en vela y estudiar para los TIMOS y para los EXTASIS respectivamente.
Ron, aún enfadado por no haber comido tortitas, no prestó atención a lo que leía y cortó babosas de raíz roja en lugar de raíz de babosas rojas, lo que produjo que al entrar en contacto con la piel de serpiente y los ojos de tritón, hiciese estallar el caldero provocando las risas incontroladas de los Slytherins, la mirada reprobatoria de Hermione y la sonrisa sarcástica acompañada de un comentario hiriente por parte de su profesor además de un castigo aquella tarde a las seis.
Y la cosa no había mejorado cuando por los pasillos en dirección a su castigo había escuchado a un grupo de chicas de Ravenclaw murmurar sobre la relación de Ginny Weasly y haciendo comentarios sobre "lo dulces que se ven" y "yo ya me lo veía venir", así que tuvo que estar todo el castigo pensando en quién sería el idiota que se atrevería a salir con su hermanita pequeña cuando él había dejado bien claro que nadie debía acercarse a ella.
Así que cuando regresaba de su castigo, estaba de peor humor que cuando se levantó por la mañana. Pero se puso peor cuando entró en la sala común y se encontró con Harry besando a alguien, y lo hubiese felicitado con una sonrisa y una palmada si no hubiese sido porque reconocería aquel cabello rojizo en cualquier parte.
-¡Ginevra Molly Weasly!
Sin decir nada se había acercado hasta ellos y los había apartado a empujones antes de darle un puñetazo a Harry que el chico había encajado bastante bien en la mandíbula. Aún sin decir nada, le dio la mano para levantarlo, lo abrazó y dirigiéndose a su hermana la besó en la mejilla.
-Al menos él no es tan malo… -murmuró en voz alta.
Tomó las manos de Harry y Ginny y las unió antes de dirigirse a las escaleras dispuesto a ir a su habitación, había sido un día muy raro.
(fin flashback)
Alguien empezaba a enfadarse. Miró a todos y cada uno de los alumnos intentando descifrar de donde procedía aquella energía interna y no se asombró cuando descubrió que venía de Lucía Malfoy. Al parecer la niña había resultado herida en su orgullo de Malfoy cuando el pequeño James le había hechizado su pluma para que dibujara tonterías en lugar de escribir la redacción, y aquello no parecía haberle hecho mucha gracia a la pequeña, que estaba intentando controlarse.
Fuerza. Mucha fuerza interna era lo que ella guardaba. Sonrió. Quizá después de todo, su hermana tenía razón y había una pequeña esperanza para la vida humana.
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Hola de nuevo! Otro capítulo más para vosotros, un capítulo menos para mía… Joer… menos mal que no tenía intención de seguirlo, que si llego a tenerla… me veo escribiendo hasta el día del juicio final por la noche:D
Ah, eso, antes de que se me olvide, si queréis que incluya alguna escena o algo en especial, decidmelo y veré como hacerlo… si puedo hacerlo lo hago y si no… bueno, si no siempre pueden quedar de ideas para otro fic :p
En fin, espero que haya sido de vuestro agrado, un besito a todos y recodad que ningún personaje de los que he tomado prestado a J.K. Rowling es mío :D Un besito! Nos leemos:D
