Hola! Vamos a las contestaciones, que se me acaba de ocurrir la continuación de por donde voy y no quiero que se me vaya la inspiración :p

Ah sí! Y antes de que se me olvide, pasaros por mi one-shot: Un año más sin ti… y dejad vuestra opinión vale? Porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa porfa …. Os lo he pedido por favor:p

A ver, empecemos:

LaBelle Evans: Hola guapa! Bueno pues… me alegra que te haya dado una idea excelente para disfrazarte en Halloween :p Y bueno, sí… se supone que Réficul es la encarnación del mal, así que debe de ser alguien que mate de forma diabólica, no crees? Por otra parte, sí sabía que Ron le dio su consentimiento a Harry con la mirada pero bueno, quería meterlo de esta forma en la historia :p No quedó mal, no? Y bueno… dentro de un par de capítulos subiré otro bonus seguramente, así que estate atenta vale? Pues nada, un besito, sigue leyendo, y espero tus reviews que dices que te hace ilusión escribirlos y a mí recibirlos, así las dos estamos contentas :p

Sheyla-malfoy: Como ya he comentado, dentro de un par de capitulo subiré otro bonus, seguramente será la primera cita de Draco y Hermione, pero aún estoy puliéndola un poco, espero que cuando lo leas sea de tu agrado. Y lo de Hermione… bueno… supongo que sí, que dentro de poco hará algo para poner a esos niñatos en su lugar. Gracias por escribir y por leer Nos vemos!

Chirru: Gracias! Sí, ya tengo nombre para las mujeres de Bill y Charlie, pero aún no tardarán, de todos modos, te los adelanto para que veas que soy buena: La mujer de Bill se llamará Isbelle; la mujer de Charlie se llamará Mereg, y las esposas de Fred y George se llamarán Alyssa y Naira ¿te gustan? No podía meter Isabel o Magda porque se veían demasiado raro al lado de nombres como Hermione o Ron o Ginevra… así que opté por modificarlos un poco, Isbelle y Mereg, ¿Qué tal? Espero que sigas leyendo el fic y sigas dejando opiniones. Un besito :D

GBlack177: Me alegro que te guste el fic, gracias por dejar un review! La verdad es que en este capítulo Lucía empieza a hacer cosas raras, aunque casi sean imperceptibles… a partir de aquí las cosas empiezan a ocurrir… Espero que te guste y ya sabes, déjame tu opinión para saber si es un sí o es un no de acuerdo? Un besito y cuidate

Klass2008: Vaya, review corto eh! En vez de hacer los capitulos bonus también podría hacer flashbacks, pero creo que cortaría la historia demasiado, por eso opté por los bonus :p Pues nada, sigue leyendo y que la proxima vez tu review no sea tan corto o mi respuesta será un "gracias, nos vemos" jajajajajaj, es broma… Un besito y cuidate (y escribe un review más largo ¬ ¬)

Ahora, miramos a ver que ocurre? Yo ya lo sé… yo ya lo sé… lalala la la la jejejeje; vale, vale… ya me callo y os dejo leer… Nos vemos al final del capitulo.

CAPITULO 10

La habitación seguía fría a pesar de que la chimenea había estado encendida desde media tarde. Fría, vacía y sola. Sonrió. Ella estaba igual. Se dirigió a la mesa que había junto a la ventana y destapó una de las botellas de vidrio que contenía un líquido rojizo y dorado, Licor de hadas, una rara bebida ilegal que únicamente tomaba cuando sentía que había tocado fondo; aquella era la segunda vez que bebía aquel licor.

Miró a su alrededor y no vio nada más que vacío, algo que nunca le había importado, pero que ahora de repente, cobraba vida en su conciencia. Quizá desde el momento en que Lucius había entrado en su casa ateniéndose al Pacto Eterno para proteger a su familia, ella se había dado cuenta de que nadie haría algo similar por ella.

Era consciente de la rabia que se había apoderado de su cuerpo y su alma cuando él había pedido realizar la prueba antes que entregar a su hijo de nuevo al Nuevo Señor Oscuro. Había sido ella misma quien se había ocupado de probar su fidelidad lanzándole infinitas maldiciones que habían azotado su espalda y su torso durante casi diez horas. Y únicamente había parado porque estaba cansada y notaba como la energía del primer momento se había evaporado y con ella, la ira que tenía en el alma.

Envidiaba a su hermana, aquello nunca había sido un secreto para ninguna de las dos; la había querido siendo niñas y la había protegido siempre de todo y de todos los que en alguna ocasión la habían querido herir. Pero tuvo que llegar él y arrancarla de sus brazos, arrastrarla fuera de su alcance bajo promesas de amor y de fidelidad. ¡Maldito fuera mil veces por apartarla de su lado! La odió. La envidió y la odió desde el primer día en que se lo presentó; intentó disuadirla, decirle que él la abandonaría, que era ella quien siempre estaría a su lado, que ella era su hermana… pero Narcisa jamás la escuchó, nunca escuchaba cuando Lucius Malfoy estaba de por medio.

Y luego llegó Draco, el fruto perfecto para la familia feliz… Y no pudo evitar querer odiar a su hermana, quería hacerlo, deseaba odiarla con todas sus fuerzas porque mientras que Narcisa lo tenía todo, ella no tenía nada.

Narcisa era la que siempre había contado con el apoyo incondicional de sus padres, no ella; Narcisa era quien había sido la chica codiciada en Slytherin, no ella; Narcisa era quien se había casado con un hombre maravilloso y que la amaba, no ella que había tenido que casarse en contra de sus deseos con Lestrange, aquel mago que únicamente valía para traer dinero a casa y que ambos sabían que no se amaban; Narcisa era quien había tenido un hijo y no ella que no podía tenerlos…

Su hermana era todo lo que ella siempre había deseado ser, tenía lo que ella siempre había querido tener… Por eso la odiaba. Por eso la maldecía cincuenta veces al día, por eso quería causarle daño hasta el último aliento de vida.

Sonrió con pesar. Había creído que cuando se enterase de que Lucius era un caballero de la muerte, lo habría dejado, lo había odiado… Y de nuevo se había equivocado. Recordó que había pensado que quizá no conocía a su hermana tan bien como creía conocerla. Narcisa lo había apoyado, lo había escuchado y cuando él terminó de contarle todo, lo había besado.

Y en un último recurso, ella había incitado a Lord Voldemort a que le pidiera a Malfoy su hijo, porque sabía que Draco, su sobrino, era lo más importante en la vida de Narcisa, porque sabía que si a Draco le ocurría algo, Narcisa no se lo podría perdonar nunca a Lucius… Y en aquella ocasión también había fallado.

Se sentó junto al fuego, en la butaca blanca y cruzó las piernas en un gesto instintivo y mecánico que ni siquiera percibió. Dio un largo trago de la bebida, notando como el líquido ardía al pasar por su garganta, llevándose toda la amargura de aquel día.

Por eso la prueba de Lucius había durado más de lo habitual y por eso se había ensañado con él; quería que fracasara, que él pidiera clemencia y rogara por la muerte; quería que él rompiese el Pacto Eterno y así convertirlo en el culpable de su familia, Narcisa… Draco… y aquella estúpida nieta que Draco había engendrado con una cualquiera… Pero a su pesar no lo había hecho.

Y había sido Réficul quien había intervenido en la prueba y la había detenido con una simple mirada. Luego no había sabido más, él se lo había llevado y no había vuelto a ver a Lucius Malfoy, aquel que consiguió quitarle lo único de valor que había tenido en su vida, Narcisa.

El crepitar del fuego la distrajo unos segundos de sus pensamientos. Draco… Había adorado a aquel niño, claro que eso había sido antes de saber que se negaba a formar parte de las filas de los vasallos del Señor Oscuro, pero antes de esa noticia, lo había adorado, lo había amado como el hijo que nunca tuvo, como el hijo que nunca pudo tener. A él también lo había perdido…

Por eso no dudó ni siquiera una milésima de segundo cuando Lord Voldemort le confió que podía embarazarla por medio de magia negra muy poderosa, conquistándola diciéndole que llevaría en su vientre al ser oscuro más poderoso de todos los tiempos, más poderoso incluso que él mismo. La única condición impuesta había sido su total expreso de que fuera criado en la más absoluta crueldad, sin tener oportunidad de conocer sentimientos débiles, como él los llamaba. Ella lo aceptó casi de inmediato, en parte por querer compararse con su hermana, en parte por querer una familia para ella.

Pero se había equivocado de nuevo. Otro sorbo a su licor, dulce, amargo, satisfactorio, suficiente para ella…

Réficul había resultado ser todo lo contrario que ella siempre había admirado en Draco. Una criatura nacida de la Oscuridad y alimentada por el odio y el rencor, por la venganza, por el deseo de consumir la vida de los demás. Y aquella misma tarde había visto su error reflejado en los ojos del único ser al que podía considerar un hijo.

Lo había criado en la oscuridad, encerrado en mazmorras frías y muertas, lo había dejado sin comer días seguidos para que supiese apreciar el don de conseguir lo que se deseaba, lo había castigado sin importarle la edad, sometiéndole a maldiciones imperdonables… Lo había hecho tal y como su Señor se lo había pedido; criado en el vacío del mundo, repudiado y odiado por todos, temido por los que le conocían, creando dentro de él un corazón de metal, frío y duro como la piedra, sin emociones humanas, sin ningún otro sentimiento fuera del rencor, del odio, de la venganza, del deseo de la sangre ajena.

Y aquel había sido su resultado. Un ser que con trece años dominaba poderes extraordinarios, capaz de matar sin sentir culpabilidad ni tener conciencia de ello. Aquel era su legado.

Volvió a odiar a su hermana. Se bebió el resto del licor de un trago y arrojó el vaso al fuego de la chimenea estrellándolo y consiguiendo que las llamas creciesen alimentadas por los restos del licor. Volvió a odiar a su hermana por tener lo que ella siempre había deseado tener, una familia. Extraña, diferente, sí, pero una familia después de todo.

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Adam empezaba a cansarse. Desde que se había sentado a la mesa y Jamie había ocupado el asiento libre frente a él, el pequeño rubio no dejaba de mirarle con cara de idólatra. Y no era muy agradable precisamente que el niño le pasara continuamente de todas las fuentes que había en la mesa únicamente para convencerlo de que le contara algo.

-Vamos… -pidió por vigésima vez-… dime por qué lo hiciste…

Adam resopló por lo bajo mientras dos compañeros de su curso reían al ver como el imperturbable Adam Weasly caía vencido por la insistencia de un niño de primero. Iba a replicarle que se metiera en sus asuntos y que después de escuchar su castigo no tenía ganas de hablar del idiota de Nott y de lo que había pasado en la clase de Mitos en la Historia de la magia, cuando Jack se unió a los ruegos de Jamie. Notó como alguien pasaba por su lado y le ponía una mano en el hombro en un gesto amistoso y reconfortante.

-Yo que tú, primito… -empezó a decir Dani-… les lanzaba un hechizo silenciador –miró a los dos niños que tragaron con dificultad el trozo de carne. Adam sonrió a medias, Dani siempre conseguía hacerle sonreír-, de todos modos, si no quieres eso, siempre puedo encargar algo en la tienda de tío Fred, seguro que por ser tú te hace un precio especial –le guiñó un ojo y Adam rió suavemente.

-No te preocupes Dani, seguro que ahora me dejan comer y se quedan calladitos y en silencio, ¿verdad? –preguntó a los dos niños que asintieron frenéticamente con la cabeza. Adam miró a su prima -¿lo ves? ¿Dónde está Amy?

Ante la mención de la niña Potter, James y Jack alzaron la cabeza de sus platos y buscaron mecánicamente a la niña por el gran Comedor, bajo la divertida mirada de Lucía. Dani se encogió de hombros.

-Creo que vendrá ahora, la dejé en la Sala Común hablando con Steve –sonrió de forma encantadora-, un niño muy mono, también de primero, pero la verdad, es un encanto.

-¿Y qué hace mi hermana hablando con un niño? ¿Quién es? –preguntó mirando a Jack

Jack frunció el ceño.

-No lo sé, si lo supiera ya le habría hechizado ¿no te parece?

Los dos menores se miraron y asintieron al mismo tiempo antes de dejar sus platos y cubiertos sobre la mesa y levantarse para salir corriendo hacia la puerta del Gran Comedor con la única idea de encontrar a Amy. Adam y Danielle se volvieron para mirar a Lucía. La pequeña, dio un trago a su zumo de calabaza para ayudar a pasar los guisantes y moviendo sus rizos al negar con la cabeza les dirigió una mirada despreocupada acompañada de una de aquellas sonrisas sarcásticas.

-Ah, sí, James tiene complejo de hermano protector y a Jack le gusta Amy desde el verano pasado cuando ella se enfadó con él porque él había utilizado uno de sus libros favoritos como cebo para atrapar a una tortuga gigante –explicó como si fuera lo más normal del mundo.

-Pues con esos antecedente, como encuentren a ese chico, lo van a hacer confesar hasta el día en que le salió su primer diente –bromeó Adam. Danielle rió y negó con la cabeza cuando su primo la miró interrogante-.¿Qué?

-Pues que no creo que puedan hacer eso cuando ni siquiera saben donde cae la Sala Común de Ravenclaw, ¿no te parece? Nos vemos luego –añadió como despedida mientras sonreía divertida.

-A veces Dani me da miedo… -dijo medio en broma medio en serio Adam. Lucía rió mientras se servía un poco más de pescado-. ¿Dónde está tu madre? No ha bajado a cenar.

La rubia se giró hacia la mesa de los profesores y vio que Adam tenía razón. La silla al lado de Draco seguía vacía y el profesor de pociones no tenía muy buena cara tampoco, Lucía frunció el ceño mientras se levantaba.

-No lo sé, pero voy a averiguarlo –le sonrió.

Ante la atenta mirada de todos los alumnos que en aquellos momentos estaban cenando, la pequeña Lucía atravesó la distancia que separaba su mesa de la mesa de los profesores y subiendo los escalones, momento en el cual Dumbledore tuvo que hacerle un ademán a McGonagall para que no dijera nada, se dirigió hacia su padre y se sentó en la silla vacía que debería estar ocupando su madre. Draco dejó de beber para mirar a su hija con una ceja enarcada a modo de invitación para que hablara.

-¿Sabes que los alumnos no pueden estar aquí?-le preguntó.

-No vengo como alumna, vengo como hija –le respondió ella con una sonrisa triunfal en el rostro.

-Oh, está bien, ¿qué quieres?

-¿Dónde está mamá? –le preguntó.

-Se ha quedado en la habitación, tenía que corregir algunos ensayos, ¿por qué? –mintió a la perfección.

-Si no me lo quieres decir, de acuerdo, pero no me mientas, papá… -le dijo ella ante la atónita mirada de Draco que a pesar de todo se sintió orgulloso de que su hija reconociera cuando mentía y cuando no-… Buenas noches, dale un beso de mi parte.

Y con toda la naturalidad del mundo la niña se bajó de la silla, atravesó la mesa de profesores y recorrió la distancia hasta volver a sentarse en su mesa, done dos enfadados Jamie y Jack murmuraban algo sobre armaduras idiotas y Ravenclaws que debían estar pendientes.

Blaise se inclinó hacia Draco y le dio un golpe en la espalda a modo de saludo. El rubio lo miró sabiendo lo que venía a continuación, después de pasar siete años conviviendo con alguien aprendías a descifrar pequeños detalles, como aquella sonrisa pervertida que empezaba a asomarse en los labios de Zabinni. Antes de que el moreno pudiera decir nada, Draco le contestó.

-No, Blaise, no voy a decirte donde está Hermione y no voy a darte detalles de por qué no está aquí, pero no es por nada de lo que piensas, ¿de acuerdo? –Blaise le iba a replicar cuando Draco sonrió-, y no es que te lea la mente, ya sabes que nunca fui muy bueno… es sólo que eres demasiado predecible.

Blaise regresó a su asiento sin decir nada más. Harry y Pansy no pudieron evitar reírse al ver la cara de desconcierto de Blaise mientras éste se sentaba junto a Pansy y murmuraba cosas como "¿por qué me puede leer la mente? ¿soy tan predecible? Pues no creo yo que casarme con Luna haya sido muy predecible"

-¿Y bien? ¿Lo habéis conseguido? –preguntó Lucía sentándose de nuevo al lado de Adam. Jack y Jamie se miraron-¿Qué ha pasado?

-Pues ha pasado que Dani no nos ha dicho donde está la sala de Ranvenclaw, así que hemos estado haciendo el idiota preguntándole a todos los que veíamos con túnicas de Ravenclaw –dijo Jack pinchando a conciencia un trozo de filete.

-Y luego nos hemos encontrado con mi hermanita –dijo con sarcasmo-, que nos ha recordado que no nos metamos en su vida… ¡Ja! –dijo falsamente- ¡Cómo si a mí me gustara tener que hacerlo!

Lucía miró por encima de su hombro, Amy había escuchado a su hermano, había negado con la cabeza y había seguido centrada en su conversación con Danielle.

-Pero vamos a conseguir que ese chico se aleje de ella –añadió Jack resuelto-, seguro que no le conviene –añadió al ver la cara de incredulidad de Adam.

-Cierto, lo hacemos por su bien –se convenció Jamie.

-Oh, bien por vosotros… creo… -dijo Lucía sonriendo-… pero yo me refería a que si habíais conseguido saber qué ha pasado con Adam y Nott.

Ambos niños se sonrojaron con intensidad y prefirieron ignorar la sonrisa divertida de Lucía. La conocían demasiado bien para no saber que la niña podía contestar con cualquier respuesta extraña y sarcástica, cosa que había aprendido de su padre; en momentos así era cuando ambos se preguntaban por qué no había podido heredar el carácter de su madre y tenía en su lugar, que parecerse tanto a su padre.

-¿Si os lo cuento me dejáis tranquilo? –ambos niños asintieron. Adam resopló y miró a Lucía de soslayo-. Vale, digamos que Nott se pasó de listo en la clase de tu madre –le dijo a Lucía-, así que tuve que ponerlo en su lugar.

-¿Qué le hizo a mi madre?

Si no hubiese sido porque la habían visto mover los labios y hablar ninguno de los tres hubiese pensado que Lucía hubiera sido capaz de hablar de aquella forma tan fría. Adam la miró sopesando si debía hablar o no. Jack miró a su amiga y pudo ver el mismo destello de rabia que años atrás había visto en los ojos de su tío Draco. James sonrió a desgana; Lucía era su mejor amiga y sabía perfectamente que era mejor no meterse con su familia, en especial con su madre, persona la que adoraba.

Adam suspiró y empezó a contarle el incidente a los tres pequeños, asegurándose de que los restantes de la mesa no lo escucharan y haciendo pausas determinadas más porque el dolor de la mandíbula aún le dificultaba el hablar que por otra cosa. Si hubiese estado más pendiente de la reacción de Lucía en lugar de la de los dos niños, hubiese visto como la niña iba frunciendo el entrecejo cada vez más mientras que su mano derecha que aún sostenía el cuchillo empezaba a apretar el cubierto desde la base con una ira que procedía de su interior y que parecía arder como fuego.

-Eso es todo… -terminó Adam.

-Por eso tía Hermione no ha bajado a cenar –dijo Jack seguro de sus palabras. Los otros dos asintieron en silencio-. Lucía, ¿estás bien?

La niña asintió gravemente sin siquiera sonreír. Se levantó del banco y salió del Gran Comedor con rapidez queriendo no ser vista mientras su cabeza daba miles de vueltas a un único pensamiento: como vengarse de Max Nott, después de todo, nadie se metía con un Malfoy sin salir mal parado.

Si alguien hubiese prestado atención a los cubiertos de la niña podría haber visto que el cuchillo que había estado apretando se había fundido allí donde ella lo había agarrado. Jon sonrió desde su asiento en la mesa de los profesores. Aquella niña era demasiado temperamental, tendría que aprender mucho.

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Hermione se había agenciado con una pequeña biblioteca gracias a la Señora Pince, que a pesar de sus años seguía siendo la bibliotecaria del colegio y que nada más verla le había ofrecido varias copias de libros que según ella "te gustarán querida, y como ya hay varios ejemplares en la biblioteca, pensé en ti…"

No había bajado a cenar. Se había refugiado en el sofá con uno de aquellos libros entre las manos, pero tampoco estaba muy pendiente de las letras. En su cabeza había cientos de cosas en las que pensar y no podía quitárselas de allí. Levantó la cabeza del libro cuando escuchó como alguien entraba; frunció el ceño al ver de quién se trataba y volvió a su supuesta lectura. Estaba enfadada con él. No sabía el motivo, no sabía por qué, pero estaba enfadada con él, muy enfadada.

Con aquella tranquilidad que lo caracterizaba en los momentos más cruciales, Draco Malfoy se sentó al lado de su esposa y con otro libro entre sus manos, se sumió en la lectura, consciente de que Hermione no estaba de buen humor. Ni siquiera había tenido que preguntarle, lo sabía por el modo en que daba golpecitos suaves contra las páginas abiertas del libro y por el modo en que fruncía el ceño a la vez que se mordía la esquina del labio inferior. Lo había mirado de reojo. Draco sonrió. Estaba claro que estaba enfadada con él. Su memoria rebuscó en lo que había pasado en las últimas horas, buscando el motivo por el que ella estuviese enfadada y no encontró nada… salvo… quizá aquel era el motivo… pero no podía ser… después de todo…

Sonrió satisfecho. Acababa de encontrar la causa del enfado de su mujer, cosa no muy fácil de hacer si tenía en cuenta que ella no le había mencionado nada, ni siquiera el hecho de que estuviera enfadada.

-Si estás esperando a que te pida disculpas, estás muy equivocada –le dijo él desde su lado del sofá sin quitar los ojos del libro.

-Si has dicho eso es porque sabes que me tienes que pedir disculpas –lo atajó ella mirando también su libro.

-Sabes que no tengo por qué hacerlo –sonrió casi divertido-, después de todo, ya te avisé que una sola cosa más y tomaría cartas en el asunto.

Aquel había sido el comentario perfecto para que ella soltase su libro sobre el sofá de forma violenta y se girara hacia él con los ojos entrecerrados y una mirada acusadora en los ojos. Draco, sin embargo, no abandonó su lectura.

-¡Era mi clase! –le gritó Hermione.

-No puedes esperar controlarlos el primer día, ni el segundo tampoco, Hermione… -le contestó él con calma-. Te dije que lo haría y sabes que siempre cumplo lo que digo.

-¡Pero era mi clase! –repitió ella -¡Deberías haber dejado que yo me ocupara de ello! ¡Ahora todos pensarán que necesito que el gran Draco Malfoy me defienda!

-Yo osé que no necesitas que nadie te defienda, pero en esos momentos y para tu información, preciosa –dijo él sonriendo sin mirarla-, no era Draco Malfoy, era el profesor Malfoy –le corrigió utilizando el mismo tono infantil que había empleado Lucía con él minutos antes en el Gran Comedor.

-¡No juegues conmigo, Draco! –le gritó ella -¡Estoy muy enfadada contigo!

-Suficiente –contestó él mientras con tranquilidad cerraba el libro y lo dejaba con suavidad sobre la mesa baja. Tomó el libro que ella había tirado bruscamente y repitió la misma operación; luego se sentó y la miró instándola a que hiciera lo mismo. A regañadientes, y aún con el cejo fruncido y los ojos entrecerrados, Hermione le hizo caso-. Primero, no voy a pedirte disculpas por que lo que hice hubiese sido lo que hubiera hecho cualquier profesor que te hubiera visto en semejante estado; segundo, ya te había avisado que tomaría cartas en el asunto si se volvía a repetir una acción similar; y tercero, no estás enfadada conmigo –ella iba a protestar pero él la calló poniéndole un dedo sobre sus labios-, luego podrás contestar, ahora te toca escuchar, ¿de acuerdo? Bien, estaba por el tercer motivo –sonrió. Hermione entrecerró los ojos al ver que a su marido aquella situación parecía divertirle-; tercero, no estás enfadada conmigo, estás enfadada contigo porque no has sido capaz de hacer bien en tu vida y a la primera algo; y si no te conociera como lo hago dejaría que me golpearas y me dijeras barbaridades de las que te arrepentirías mañana por la mañana, pero como te conozco y eres mi esposa, tengo la obligación de hacerte ver las cosas que no quieres ver. Ahora ya puedes responder…

-¿Por qué se supone que tengo que estar enfadada conmigo?

-Porque no has conseguido que los alumnos te respeten como profesora en el primer día, preciosa… -le contestó él divertido.

Hermione frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras se giraba para mirar el fuego de nuevo. Notaba la mirada tranquila de Draco sobre ella pero no quiso darse por aludida, sabía que él estaba esperando una respuesta, pero ella no quería dársela. ¡Maldita sea! ¿Por qué tenía que tener razón tantas veces? ¿Por qué tenía que conocerla mejor que ella misma? Claro que estaba enfadada con ella misma… Sin querer, recordó una conversación con Ron cuando estaban en quinto y él le había pedido ayuda para estudiar Pociones, ella había intentado explicárselo cien veces antes de perder la paciencia pero Ron sólo conseguía confundirse más así que se había limitado a levantarse y decirle "olvídalo Hermione, está claro que no sirves para enseñar…" Aquel había sido un golpe muy bajo para su orgullo y aunque no había contestado nada a su pelirrojo amigo, a ella le había dolido.

-Te odio… -murmuró Hermione mirando de reojo a su marido.

-No es verdad –le contestó Draco divertido.

Ella se removió incómoda mientras una sonrisa empezaba a nacer en sus labios.

-Tienes razón, no lo es, ¿por qué siempre tienes que saber lo que pienso?

Draco se encogió de hombros y se inclinó hacia ella para abrazarla. Hermione se dejó hacer y se acurrucó junto a Draco subiendo las piernas sobre el sofá y dejándose abrazar por él.

-Porque te quiero… -le respondió con sencillez.

Ella sonrió y lo besó en el cuello, lugar donde su boca llegaba perfectamente sin moverse.

-Yo también te quiero –él sonrió-, pero si vuelves a meterte en alguna de mis clases, dormirás en el sofá hasta que Harry y Snape se lleven bien –añadió ella divertida mientras Draco reía suavemente.

-De acuerdo… Sólo si me prometes que me pedirás ayuda –ella se tensó -, no es malo pedirla cuando la necesitas Hermione… -le aseguró-… yo te la pedí cuando la necesité y míranos –ella sonrió-, no ha terminado tan mal ¿cierto?

-Draco… -ella se incorporó y lo miró.

-¿Qué?

-Cállate y bésame –ordenó ella.

Draco sonrió. Aquella sí era su mujer.

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Se revolvió entre las sábanas inquieta. Había sentido tanta rabia e impotencia después de enterarse de la pelea entre Adam y Nott y sobre todo al saber el motivo de la pelea que se había dejado la cena a medias y se había encerrado en su habitación tirándose en la cama y cerrando los doseles de la cama. Cuando tres horas después, sus compañeras de habitación, con quien apenas tenía relación porque ellas la evitaban, habían vuelto, habían creído que estaba dormida y no la habían molestado. Ella se lo agradeció eternamente en silencio.

Pero ya pasaba de la medianoche y seguía sin poder dormir. Le dolía la mano derecha. No era dolor, era ardor. Le ardía como si se le estuviera quemando y a pesar de que había intentado realizar un hechizo congelante con la varita para calmar el fuego que parecía arder en su mano, no había resultado. Resopló. Quizá lo mejor sería ir a ver a sus padres y preguntarle si podían hacer algo por ella.

Se sorprendió cuando encontró a Jack en la Sala Común. Parecía demasiado ocupado en observar como el fuego crepitaba en la chimenea porque no se dio cuenta de cuando ella llegó a su lado y estaba segura que hubiera seguido sin darse cuenta de no ser porque le tocó el hombro con la mano derecha a lo que el chico respondió dando un salto y frotándose el hombro dolorido.

-¿Qué has hecho? –preguntó ligeramente enfadado –Me has quemado… -se quejó.

-No he hecho nada –se disculpó ella-, sólo te he puesto la mano en el hombro. Parecía contrariada por la actitud de él pero Jack pudo ver cierta confusión-. Me voy, tengo que hablar con mis padres.

-No deberías salir, si Filch te ve, tendrás problemas –le dijo él a modo de aviso mientras seguía frotándose el hombro que le ardía como un demonio-. ¿Segura que no has hecho nada?

Lucía prefirió no contestar. Claro que no había hecho nada, ¿por quién la tomaba? Ella sólo quería preguntarle el motivo de que estuviera así de callado y solo, y quizá preguntarle si quería un poco de compañía hasta que los dos cogieran el sueño nuevamente. Pero su mano… había empezado a trasmitir un suave calor cuando había puesto la mano sobre el hombro de él. Y él decía que le había quemado… idiota… Se dio la vuelta mientras notaba como el fuego seguía quemándola, como si algo estuviera ardiendo dentro de ella y la única vía de escape posible fuera su mano derecha.

Estaba a punto de salir de la Sala Común cuando vio un pergamino en el suelo; suspiró mientras rodaba los ojos, seguramente a algún alumno se le había caído y había preferido dejarlo en el suelo antes que recogerlo; siguió andando pero se dio cuenta de que la parte responsable y organizada de su madre no la dejaría tranquila consigo misma si no recogía aquel estúpido pergamino del suelo. Resoplando y maldiciéndose por ser tan organizada, se agachó mientras estiraba su mano para tomar el papiro. Pero en cuando las yemas de los dedos rozaron el papel, éste ardió como si se lo hubiera tragado una bola incandescente.

-¿Qué diablos…-Miró su mano. Su mano derecha estaba rojiza y a pesar de todo, no le dolía, sólo quemaba por dentro-. Debo hablar con papá y mamá…

Los ojos de Jack se habían abierto al ver como aquel pergamino se incendiaba. Frunció el ceño. Debería de preguntarle a Lucía como se realizaba aquel hechizo, quizá le sería útil contra los idiotas de Slytherin, sonrió a medias mientras pensaba que quizá también lo podía probar con cierto Ravenclaw llamado Steve.

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Pansy estaba revisando algunos pergaminos que tenía sobre su mesa de trabajo cuando Harry entró por la puerta de la torre con la túnica embarrada y sucia y una escoba en la mano izquierda; llevaba el cabello más desordenado que de costumbre y llevaba una sonrisa de satisfacción que cualquiera hubiera dicho que acababa de tener una sesión de sexo salvaje y sin compromiso.

-¿Qué tal el vuelo? –le preguntó alzando la cabeza para que él la besara.

-Fantástico –sonrió-, cuando veas mañana a Blaise pregúntale cuánto tiempo tuvo que esperar a encontrar la snitch después de que yo la encontrara –ella lo miró -, le gané por cuarenta y dos minutos –afirmó orgulloso. Ella rió suavemente. Cada año era lo mismo; aquel par se escapaba siempre que podía al campo de Quiddich y competían entre ellos para ver quien atrapaba más rápido la pequeña bola dorada-. ¿Qué haces?

-Corregir unos trabajos –dijo ella señalando los dos que tenía delante. Harry le sonrió.

-¿Amy y Jamie? –preguntó al reconocer la letra de sus dos hijos en los diferentes pergaminos. Ella asintió-. Es difícil, ¿no?

-He tenido que contenerme para no gritarle a James en medio de la clase que dejara de jugar con las tijeras podadoras y que se dedicara a memorizar las partes de la Rosa Esponisa… -dijo con cansancio-… y mientras él jugaba con las tijeras, Amy parecía más concentrada en ayudar a Jack que estaba a su lado en el invernadero, que en atender a mis explicaciones y a pesar de eso, su trabajo es uno de los mejores…

-¿Y qué vas a hacer? –le preguntó él mientras se quitaba la túnica manchada y se quedaba con los pantalones negros y la camisa roja.

-Supongo que tendré que bajarle dos puntos en la nota a Amy por su poca atención y darle un aviso a Jamie… -frunció el ceño-… ¡odio este trabajo!

-Sólo lo odias porque tienes que calificar a tus hijos…

-Bueno, cuando tú tengas que hacerlo, ya me dirás si opinas lo mismo.

Pero Harry parecía tener una respuesta para aquella pregunta, porque antes de que Pansy hubiera terminado de hablar, él ya estaba sonriendo.

-Jonson puede revisar los trabajos de mis hijos –dijo orgulloso-, es su trabajo y así yo me libraré de esas pesadillas que parece que tienes ahora mismo –rió divertido.

Pansy lo miró con fingido dolor y luego sonrió acercándose a él y abrazándolo.

-Quizá tengas razón… ¿me prestas a Jonson un rato? –le preguntó. Harry rió suavemente y le murmuró un débil "no" cerca del oído. La besó en el cuello y subió hasta su oreja donde jugó con su lengua en el lóbulo de su esposa-… Harry… -lo llamó dulcemente. Él se separó un poco-… deberías darte una ducha… hueles como si hubieses aterrizado en el lago…

Harry sonrió incómodo.

-Bueno, fue algo así… -sonrió. Ella rió divertida-… ¿te duchas conmigo?

Una sonrisa atrevida apareció en los labios de él. Ella lo besó. No podía negarle nada a aquel hombre. Lo amaba.

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Llevaba un buen rato dando vueltas por los pasillos del colegio y a cada paso que daba aumentaba su mal humor; enfadada consigo misma por no haber preguntado antes a sus padres donde quedaba su habitación, golpeó una de las armaduras para descargar su frustración. El ruido metálico se escuchó como un retumbar en todo el pasillo y Lucía se sintió más tonta aún.

-¿Puedo ayudarla, señorita Malfoy?

Se volvió asustada. Sabía que no debía de rondar los pasillos a aquellas horas y que seguramente se llevaría un buen castigo y una pérdida de puntos hacia su casa, eso por no mencionar el discurso sobre responsabilidad que su madre le daría y el que su padre añadiría.

-Profesor Jones… -dijo al reconocer al hombre que estaba delante de ella-… Yo sólo quería… iba a…-Para romper con todo lo que la niña esperaba, el hombre le sonrió con tranquilidad. Aquello la reconfortó en parte y respiró para tranquilizarse-. Estaba buscando el dormitorio de mis padres, necesito hablar con ellos.

-¿Y no puede esperar hasta mañana, señorita Malfoy?

Los ojos del hombre buscaron los suyos y Lucía endureció su mirada.

-No, no puede esperar –le contestó.

Jones entrecerró sus ojos y la miró detenidamente, deteniéndose en la mano derecha que la niña se empeñaba en ocultar detrás de la espalda. Sonrió y se agachó hasta quedar a la altura de ella. Con un ágil movimiento tomó la muñeca de Lucía a pesar de las protestas de la niña y observó la mano con sumo cuidado. Ardía pero a ella no parecía molestarle en absoluto.

-Ya veo cuál es el problema… puedo ayudarte… -le sonrió-… pero necesito que quieras que te ayude.

Había algo en sus ojos que le hacía confiar en él. A pesar de sus padres le habían aconsejado cientos de veces que no debía fiarse de nadie y ella siempre lo había cumplido, aquel profesor era diferente; destilaba un aura a su alrededor y la tranquilidad la rodeaba cuando él hablaba. Hipnotizada por la dulzura con que había hablado, atinó a asentir con la cabeza una sola vez antes de que él sonriera.

Vio como el profesor colocó su propia mano sobre la de ella y aunque ella supuso que la apartaría rápidamente al entrar en calor igual que lo había hecho Jack, no ocurrió. El profesor Jones emitió una luz dorada que envolvió la mano de ella, dándole una calidez extrema y una sensación de alivio refrescante contra la piel. Notó como el fuego disminuía y como el ansía de querer vengarse de Nott desaparecía lentamente y con ella, el ardor…

-¿Mejor? –preguntó el profesor. Ella asintió de nuevo-. Bien, deberías hablar con tus padres mañana, o quizá con el profesor Dumbledore –Lucía no contestó-, vamos, será mejor que vayas a dormir, es tarde.

Y antes de que la niña pudiese contestarle, Jones se había marchado haciendo un suave frufrú al tiempo que la tela de su capa rozaba el suelo. Se miró la mano derecha; ya no ardía. Frunció el ceño mientras miraba en la dirección en que él se había marchado. Debía tener una conversación con sus padres y sería lo primero que haría en la mañana. Miró a su alrededor y se dio cuenta de algo: seguía sin saber dónde quedaban los dormitorios de sus padres.

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Hola… a ver… mmm ¿Cómo os digo esto sin que me mateis? Mmmm jejejeje :p Esto… eh….. me he quedado sin inspiración y voy a dejar de escribir Nueva Esperanza ( ¬ ¬U)

No! Es broma, broma… es que así el golpe no será tan duro:D No voy a dejar de escribirlo, pero ahora he empezado las clases en la universidad y tendré que prestar más tiempo a actividades académicas que a escribir, así que supongo que las actualizaciones serán un poco más lentas de acuerdo?

Bueno, pues nada, si veis por ahí a J.K Rowling le decís que no quiero ningún beneficio y que sólo utilizo sus personajes para diversión propia vale? Pues nada, chicos, un besito a todos y nos leemos pronto vale:D