Hola a todos! Prometo que el proximo capitulo contesto reviews, es que, sabeis que ocurre? Que estoy ahora mismo en la clase de latín en la universidad y no creo que sea bueno ponerme ahora a contestar… pero como no os podía dejar sin capitulo, me estoy arriesgando… shhhhhh (silencio) es un secreto… no lo digais a nadie eh!
Os aviso que este capítulo es un poquito meloso… espero que os guste el capítulo y recordar que los personajes en su mayoría son de J.K. Rowling.
CAPITULO 12
Domingo. Siempre le habían gustado los domingos en Hogwarts, quizá porque como alumna que había sido aún sentía aquel cosquilleo emocionante de no tener que asistir a clases, o quizá fuera simplemente que fue un domingo cuando se dio cuenta de que lo amaba. Se giró hacia la cama y sonrió al verlo dormir despreocupado. El cabello oscuro sobre la almohada, cubierto sólo por las sábanas a la altura de la cintura. Y aquella cicatriz que lo había marcado desde siempre. Sonrió. Si alguien hubiera visto el estado en el que se encontraba doce años atrás no podría admitir que se trataba de la misma persona. Harry. Harry Potter. Su amor. Su marido. Su amante. Su vida.
Jamás habría imaginado terminar así con él, casada. Nadie que los hubiera conocido habría apostado por ellos, salvo ella… salvo él… Doce años… Doce años era demasiado tiempo… se habían casado siendo unos niños, apenas diecisiete años, dieciocho en el caso de Harry… Mucho tiempo… Se preguntó qué hubiera pasado si aquella noche de tormenta no lo hubiese encontrado… Seguramente él estaría muerto. Muerto. Y con él, James y Amy nunca hubiesen existido. Un escalofrío inundó su ser y el miedo la hizo temblar.
Apartó las sábanas de la cama y se tumbó en ella junto a él. Harry rodó mecánicamente en el lecho y pasó un brazo alrededor de su cintura. Ella sonrió, siempre tenía aquel gesto cuando ella se metía en la cama estando él dormido… Como si quisiera aferrarse a ella del mismo modo en que se aferró para que lo salvara, claro que por aquel entonces, él no quería ser salvado…
Se acurrucó junto a él y cerró los ojos. Soñar. Soñar con el pasado era peligroso, pero le gustaba recordar el tiempo en que el gran Harry Potter se había visto como un niño, como un hombre, como un mortal y con como el Dios que todo el mundo creía que era. Año tras año lo habían visto luchar contra Voldemort, escapando de la muerte en incontables ocasiones… Un Dios… o casi… Eso era para los demás… Pero para ella siempre había sido solamente Harry… nadie más. Y aquella noche, aquella hipótesis había sido remarcada: Harry era un hombre con demasiadas responsabilidades y sin compartir ninguna. Ella lo había ayudado por amor, pero jamás había esperado que él terminara amándola y a pesar de que aún no se lo decía, de que nunca se lo había dicho… ella sabía que no hacía falta que se lo dijera.
Tres meses. Tres meses había estado encerrada con él en aquella casa. Aguantando sus miradas airadas, sus gritos, la rabia contenida dentro de él, la tristeza acumulada… Lo había encontrado perdido en un mundo de sombras cuando él había conseguido traer la paz. Había sido difícil… muy duro… para él, para ella, para ambos… aún lo recordaba todo… hubiera sido fácil olvidar aquella parte del pasado… un simple obliviate y ninguno de los dos recordaría aquel sufrimiento. Pero ninguno de los dos lo había deseado, el pasado formaba parte de sus vidas, era por el pasado por lo que habían conseguido ser las personas que eran…
(flashback)
Otro día más que no probaba bocado. La bandeja de comida que había subido a su cuarto porque él no había bajado a comer, seguía intacta; sólo el zumo de calabaza y el agua había desaparecido y en su lugar yacían dos vasos vacíos. Suspiró. Siete. Eran ya siete días los que hacía que apenas probaba algo más que el trozo de pan y los líquidos. Golpeó la puerta con suavidad sabiendo que recibiría un grito por respuesta. Pero esta vez no hubo respuesta, nadie contestó del otro lado. Asustada y creyendo que la falta de alimentos le había podido afectar y que podría encontrarse desmayado o aturdido, intentó abrir la puerta girando con suavidad el pomo, sabiendo que estaría cerrada desde el otro lado o incluso con algún hechizo. Y es que si bien él había permitido que lo acogiera en su casa, no había dado muestras de querer hablar ni de querer tener contacto con nadie.
Por segunda vez en menos de diez minutos se equivocó. La puerta estaba abierta. Entró despacio. Se alegró de haberse equivocado. Harry estaba tumbado en la cama, los ojos cerrados, una mano elevada por encima de la cabeza y la otra sobre su estómago. Respiraba con dificultad y se removía ligeramente sobre las mantas blancas. Pansy se acercó a él y se sentó en el borde de la cama, acariciándole la frente en un gesto tranquilizador, apartando los mechones que caían sobre sus ojos cerrados, palpando con suavidad durante unos segundos, la cicatriz en forma de rayo de su frente.
Él se removió un poco y ella retiró la mano temerosa de que en cualquier momento Harry pudiese abrir los ojos y la pudiese martirizar con aquellos ojos verdes. Lo observó… Estaba tan distinto de la primera vez que lo había visto en Hogwarts.
Había adelgazado en extremo, se había dejado el cabello largo y lo llevaba desordenado, sus ojos verdes, en otros tiempos llenos de dulzura y amistad, ofrecían una imagen de soledad y tristeza que había llegado al corazón de la chica la primera vez que los había visto en aquel callejón oscuro, cuando regresaba del Callejón Dragón. Verde. Había sido un destello verde lo que la había hecho mirar en aquella dirección y se había acercado curiosa. No le importó el aspecto desaliñado y desnutrido, sólo sus ojos. Reconocería aquellos ojos en cualquier lugar, en cualquier parte, eran los ojos que había estado observando durante años en silencio. Lo había arrastrado hasta su casa, la casa de sus tíos donde ella se alojaba después de que su madre fuese atacada por Voldemort y terminase en San Mungo y que su padre fuese detenido; ninguno de los dos adultos le habían impedido acogerlo, incluso le habían preparado una habitación para él. Pansy siempre estaría agradecida.
Pero él no. Se pasaba las horas encerrado en la habitación con las cortinas corridas, sumido en sus recuerdos y en su dolor, como si la oscuridad pudiese borrar todo el daño que sentía, todo el dolor que tenía que soportar. Pansy no le podía haber dicho que entendía como se sentía… no era cierto; ella no había visto morir a su amigo porque intentara protegerla… ni tampoco había visto morir a su amor… No podía comprenderle y lo sabía. No podía ayudarlo a superar aquello porque él no quería ser ayudado… Como su tía le había dicho una vez "cuando necesita ayuda, la pedirá"
Pero a pesar de eso, ella seguía cada día subiendo a la habitación y llamando a la puerta, esperando que él abriese y le sonriera con aquella sonrisa dulce y tierna llena de complicidad que tantas veces había visto.
-¿Qué diablos haces? –el chico había abierto los ojos y la miraba fríamente. Pansy alejó la mano de él-. No vuelvas a tocarme… no quiero que nadie me toque… -añadió en un susurro.
-Lo siento… la puerta estaba abierta y pensé que… -Harry la miró-… pensé que podías necesitar ayuda…
-¿Ayuda? –la carcajada fría y sarcástica de Harry hubiese helado el mismo infierno en aquellos momentos -.No puedes ayudarme, ni tú ni nadie puede ¿entiendes? No quiero ayuda, no necesito ayuda…
-Todo el mundo necesita ayuda alguna vez Harry… -le dijo siendo consciente de que después de siete años lo había llamado por su nombre-…pero pocas personas saben cuando pedirla…
-¿Qué sabes tú? –preguntó él ligeramente enfadado-. ¿Qué sabes tú de lo que yo puedo o no puedo necesitar? ¡Os he librado de él! –bramó mirándola. Pansy se levantó de la cama alejándose de él pero intentando conservar aquel instinto calculador típico de toda una Slytherin-. ¡Lo maté! ¡Maté a Voldemort! ¿Qué mas queréis de mí? ¿Qué sabes tú de lo que yo necesito? ¿Qué sabe nadie de lo que yo quiero?
-¡¿Quieres morir! –le gritó ella de repente. Harry la miró-. ¡Porque eso es lo que estás consiguiendo! ¡Mírate! ¡Te estás muriendo! ¡El gran Harry Potter está muriéndose y no hace nada por evitarlo!
-¡Cállate!
-¿De qué te sirvió terminar con Voldemort si ahora tú también vas a morir? –le preguntó.
-¡¿Y qué diablos te importa a ti si yo quiero morir! ¿No lo entiendes? ¡Quiero morir!¡Ya he hecho todo lo que tenía que hacer! ¡Os he librado de él, ¿no! ¡He perdido a mis amigos, a mi familia, todo lo que me importaba! ¡¿Queda algo más que deba hacer!
Y entonces lo entendió. Pansy comprendió por qué Harry se estaba portando de aquella forma, por qué tenía aquella actitud… Lo había perdido todo por una guerra que había ganado, sí, pero que se había llevado muchas vidas… había perdido a sus padres, a sus amigos, a Ron, a Ginny… Se había quedado sin esperanza alguna de ser feliz… estaba solo en un mundo que él había ayudado a crear, pero estaba completamente solo.
-Si eso es lo que quieres… -se dio la vuelta y caminó hasta la bandeja fuera de la habitación, tomó el cuchillo y volvió a entrar en el cuarto-, toma, mátate. ¿No es eso lo que quieres? Pues hazlo. Olvida por un momento que tus padres se sacrificaron por ti, olvida a Black, olvida a Tonks, olvida a Weasley, a Longbotton, a tu Ginny… Olvida que todos y cada uno de ellos murieron…
-¡Ya sé que ellos murieron por mí! –bramó él.
-No… te equivocas ¿no te das cuenta? –le preguntó ella fríamente-. Murieron para ti, no por ti; murieron porque creyeron que serías lo bastante fuerte para aceptar su marcha… Tú no les mataste Harry… Tú les liberaste de la carga que suponía tomar la decisión de continuar con un mundo oscuro o brindar la libertad a los demás… -Harry la miró y ella lanzó el cuchillo sobre la cama, cerca de las manos de él-. Si aún quieres morir y despreciar todo lo que ellos hicieron, adelante… hazlo… Tan sólo recuerda que no eres el único que lo has perdido todo Harry… la diferencia entre tú y ellos es que ellos han pedido ayuda y se han apoyado en quienes le han tendido una mano… Piénsalo antes de desear morir…
-¿Por qué? –le preguntó él -¿Por qué quieres ayudarme? Nunca hemos sido amigos, nunca hemos hablado… ¿Por qué simplemente no te olvidas de mí como han hecho los demás? ¿Por qué quieres ayudarme?
Pansy lo miró, sus ojos aguados pero sin dar muestras de una sola lágrima. Le sonrió a medias.
-¿Recuerdas lo que sentiste cuando la persona que amabas murió? –un gesto de desagrado por parte de Harry le hizo pensar que sí lo recordaba-. Yo no quiero sentirlo… por eso… por eso no puedo dejar que mueras.
(fin flashback)
Rió suavemente. ¡Qué inocente que podía llegar a ser! Había tardado dos horas en descifrar aquello.
Harry se movió en la cama. Pansy sonrió. Dos semanas después de que aquello ocurriese, Harry empezó a comer con ayuda de la chica; al principio eran sutiles cambios, un poco de mermelada en el pan, un poco de puré, algunas verduras frescas, fruta… Les había costado salir de aquello. A los dos. Harry le pidió ayuda y ella nunca se apartó de su lado, nunca lo abandonó. Cualquiera que los hubiera visto casado y supiera aquello hubiese jurado que era por lástima por lo que se había contraído el matrimonio; sonrió; Draco sabía la historia, Hermione conocía la historia, Blaise y Luna sabían de la historia… y ninguno de los cuatro pensó nunca aquella tontería.
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Ni siquiera la conversación con Harry había logrado quitarle el buen humor con el que aquel domingo Draco se había despertado. Hermione estaba a su lado. Sonrió. Hacía trece años, justo en un día como aquel que él se había dado cuenta de que estaba enamorado de ella. Cómo, aún era un misterio que ni siquiera él había adivinado y tampoco quería hacerlo, temía que si lo supera, de alguna forma, en cierto modo, podría terminarse la magia.
(flashback)
Draco caminaba furioso por los pasadizos de las mazmorras. Hacía frío y setiembre empezaba a quedar lejos ya de su inicio… pero aquello no era importante… lo había decidido, ese día había tomado una decisión y ningún Malfoy se arrepiente nunca de lo que decide, no. Se había pasado casi toda la noche en vela, despierto, dando vueltas en la cabeza, sentado en la sala común de Slytherin ignorando los comentarios de los que se habían acostado tarde y que lo miraban como si fuera un ser de otro planeta. Bueno, era un Malfoy, evidentemente que era de otro planeta.
¿Por qué había tenido que ser ella? ¿Por qué diablos no se la podía quitar de la cabeza? Parecía que cuanto menos quería verla, más aparecía ella en su vida. Si él iba a desayunar más tarde para no encontrarla, ese día ella se había dormido y si bajaba a desayunar el primero, aquel día ella había madrugado para ir a la biblioteca. Y ese era otro punto. La biblioteca. ¿Es que siempre tenía que estar allí dentro? ¡Dios! No podía ir a buscar ningún libro sin correr el peligro de encontrarla, de verla allí sentada, con dos o tres libros abiertos, el pergamino pulcramente colocado, la pluma rasgando con suavidad el papiro… y aquel gesto de nerviosismo incontrolado e innecesario porque sabía que iba a conseguir la mejor nota…
Se levantó furioso del sofá y dio un par de vueltas a la sala. ¡Lo había vuelto a hacer! ¿Por qué lo había vuelto a hacer? ¿Por qué no podía dejar de pensar en ella? Durante años la había ignorado, ¿por qué ahora que tenía el poder suficiente, no lo hacía? ¿Por qué no la podía insultar como antes o simplemente ignorarla? Era algo que escapaba a sus conocimientos.
Alguien bajó las escaleras de los dormitorios y se giró para ver como una dormida Pansy vestida con un corto camisón verde bajaba descalza y dirigiéndole una sonrisa se sentó en el sofá sin intercambiar ni una palabra. Draco se sentó a su lado. El fuego. Ambos miraron el fuego que estaba extinguiéndose. Pansy tembló y Draco sonriendo la abrazó por los hombros atrayéndola hacia sí. La chica no puso resistencia. Cualquiera que hubiera entrado hubiera pensado que aquellos dos estaban juntos, nada más lejos de la verdad. Ambos eran amigos, los mejores amigos, pero jamás podrían estar juntos sin traicionarse a sí mismos, y aquello era lo que más rabia les daba a ambos.
-¿No puedes dormir? –le preguntó él.
-¿Tú tampoco? –le contraatacó ella.
Se miraron un segundo.
-Estúpidos Gryffindors… nos han quitado el sueño… -murmuró Pansy ligeramente enojada.
-Habla por ti –contestó Draco autosuficiente-, ningún Gryffindor va a conseguir que yo… -Pansy lo estaba mirando divertida, con una ceja alzada y los brazos cruzados. El chico resopló-…Está bien, pero lo mío no es peor que lo tuyo… San Potter… ¿quién lo hubiera pensado?
-No lo llames así –dijo arrugando la frente-. Él no tiene la culpa de ser quien es Draco, tú mejor que nadie deberías saber que el destino a veces no se puede elegir.-En un gesto involuntario Draco se miró el brazo izquierdo y chasqueó la lengua en un acto de desagrado. ¿Es que aquella noche todo el mundo iba a tener razón menos él?
-¿Qué? –preguntó Pansy.
-Blaise me ha dicho algo parecido antes de irse a dormir… Odio que los demás tengan razón… -se limitó a contestarle el rubio. La chica sonrió-. No es divertido, te recuerdo que tú tampoco puedes dormir –sonrió triunfal.
-Pero yo sé en que punto estoy y lo acepto –le contestó ella-. Sé que no me va a querer nunca, y aunque me duela, quizá sea lo mejor…
-No digas estupideces. Eres una chica fantástica y todo el mundo debería tener la oportunidad de conocerte… Inteligente, bonita, dulce, cabezota y orgullosa –ella fingió enfadarse-, pero con un corazón como el de pocas personas… Potter tendrá suerte si alguna vez encuentra a alguien que valga la mitad de lo que tú vales, Pansy…
Ella le sonrió con cariño y le dio un beso en la mejilla.
-Recuérdame por qué no estamos juntos –le pidió ella. Draco rió suavemente-, no, en serio, recuérdamelo porque a veces no logro entenderlo.
-Por esto –sin decir nada más Draco la besó en los labios, suave y dulce. Se separó de ella y la interrogó con la mirada-. ¿Lo ves? Nada de…
-… chispa… -terminó ella mirándolo-. Tienes razón. Sólo somos amigos. –ambos asintieron -. ¿Y qué vas a hacer?
-¿hacer? ¿Respecto a qué se supone que debo hacer algo?-Pansy le sonrió de forma traviesa y él suspiró-. No, no voy a hacer nada a ese respecto porque no me gusta, sólo estoy confuso, eso es todo; son las hormonas de cualquier estudiante de dieciséis años, nada más que eso… no me gusta Granger…-dijo Draco, aunque a Pansy le pareció que lo decía más para convencerse a sí mismo que para otra cosa.
-Draco… ¿cuántas personas saben… bueno… ya sabes… -le miró el brazo significativamente-… eh?
-Mis padres, Blaise, tú y… Granger…
-¿Y crees que vas a encontrar a otra chica que descubra esa marca y no salga huyendo para contárselo a Dumbledore o a Harry?
-No lo llames así… -protestó Draco-… es Potter, ¿de acuerdo? –ella rodó los ojos.
-Contéstame.
-Pansy… no me gusta Granger, no puede gustarme. Es cierto que últimamente hemos coincidido en muchos sitios y que hemos hablado y que incluso hemos hecho una tregua en nuestras peleas verbales, pero de ahí a decir que estoy enamorado de ella, es una estupidez…
Ella sonrió con autosuficiencia.
-Yo no he dicho que estuvieras enamorado de ella… -Draco se sonrojó-. ¡¿Ves! Te acabas de sonrojar. ¿Cuándo fue la última vez que te sonrojaste?
Pansy respiró. A veces Draco podía ser un auténtico dolor de cabeza. Cabezón. Eso era lo que era. Un buen amigo, sí, que se escondía detrás de aquella fachada de arrogancia y prepotencia que le habían impuesto, igual que se la habían impuesto a ella y a Blaise. Pero ninguno era como los demás creían. Cuando estaban en clase, en los pasillos, en cualquier lugar, debían ser fríos, calculadores y manipuladores… pero cuando llegaba la noche, los tres se dejaban caer en las habitaciones de los chicos, sobre una de las camas, y cerrando las cortinas de los doseles, podían quitarse aquella máscara y ser ellos mismos, no Zabinni, no Malfoy, no Parkinson… sólo tres amigos. Y con la llegada del nuevo día, las máscaras volvían a su lugar.
Estaba claro que a Draco le gustaba Granger, pero no lo admitiría, jamás. No por la sangre muggle de ella, no, a él ese concepto le daba absolutamente igual… era algo que iba más allá… Orgullo. Sonrió. Ella sabía cómo atacar el orgullo de Draco.
-Pues es un alivio que no te guste… -dijo de forma inocente-… bueno, después de lo que me contaron ayer en el baño de chicas de sexto…
-¿Qué te contaron? –preguntó él mirándola de reojo.
-Que Granger va a salir este sábado con Weasly a Hogsmade… por lo que parece el chico aún no se decide, pero lo hará hoy durante el desayuno y estoy segura de que ella le dirá que sí… -Draco había fruncido el ceño-… irán a pasear, le comprará dulces y quizá entren a las Tres Escobas a por algo para beber… -Draco apretó los puños y Pansy sonrió-… una cerveza de mantequilla caliente, sentados los dos cerca de la chimenea… él que le cogerá de la mano… -Draco crujió los nudillos blancos-… ella se sonrojará y entonces él se inclinará hacia ella y luego la besar…
-¡NADIE VA A BESAR A GRANGER! ¡HERMIONES ES MÍA! ¡NADIE VA A QUITÁRMELA Y MUCHO MENOS ESE ESTÚPIDO DE WEASLEY!
Pansy sonrió de forma retadora y se cruzó de brazos mirándolo. Draco se había levantado y estaba muy cerca de ella, con aquella cara de ira que tan pocas veces había utilizado estando con ella o con Blaise.
-¿Y dices que no te gusta? –Draco resopló-. Era una simple conjetura Draco; no he escuchado nada en los baños… Pero todo podría ser… ¿o crees que nadie va a pedirle para salir a Granger? ¿Sabes? No va a estar siempre disponible para cuando te decidas…
Y entonces la idea le golpeó en la cabeza de forma tan clara y simple que todo lo que había dudado desapareció y una sola idea quedó en su cabeza: quería a Hermione Granger… amaba a Hermione Granger…
-La quiero… -dijo en voz alta.
-¡Hasta que por fin te das cuenta!-bramó Pansy divertida. Draco la miró -¿A qué esperas? Ve y díselo, corre.
Había sido una conversación extraña. Pero ahora se encontraba por los pasillos, mirando como amanecía y buscando a Hermione con toda la tranquilidad que se le podía pedir a alguien que acababa de descubrir que amaba a una persona. Sabía donde buscarla.
Saludó a la señora Pince con una de sus encantadoras sonrisas, pero la mujer no parecía muy complacida. Draco no se lo reprochó; tres semanas atrás lo había expulsado de la biblioteca por una pelea que tuvo con Potter cuando los dos quisieron tomar el mismo libro y eso que habían tres ejemplares de ese libro.
Ignoró la mirada de advertencia de la mujer y pasó hacia dentro. Sólo había una persona en la biblioteca. ¿A quién se le ocurriría ir a la biblioteca un domingo por la mañana apenas ha amanecido? Sonrió. A Hermione. La chica se levantó y fue al fondo de la sala, seguramente a la sección de Pociones, ya que aquella semana el profesor Snape les había mandado un trabajo sobre las funciones y posibles funciones de la utilización de la Uña de Dragón y Babosas del sur.
Draco sonrió y la siguió. La encontró de espaldas a él, intentando alcanzar un libro de una de las estanterías más altas. Sonrió al ver que no llegaba y sin decir nada, estiró su brazo por detrás de ella con agilidad y sutileza y le alcanzó el libro, sonriendo por el respingo que ella había dado y la cara de susto que la chica tenía.
-No vuelvas a hacer eso… -le pidió en un susurro-… no te he oído llegar…
-Bueno, es una biblioteca… se supone que no se debe hacer ruido… -le contestó él mirando el título del libro-. ¿Y qué haces tan sola?
Ella arqueó las cejas y señaló los libros que estaban a su alrededor.
-Pues no te estaba buscando precisamente a ti… -le contestó exasperada como si fuera lo más obvio del mundo, después de todo, ¿qué se puede hacer en una biblioteca?
-¿No? Pues es una lástima… porque yo sí te buscaba a ti…¿Pociones? –le entregó el libro cuando ella asintió -. Ahí no encontrarás nada sobre el trabajo que nos ha mandado –le dijo buscando con su mirada por la estantería y tomando dos libros negros -. Toma, en estos lo encontrarás todo…
-Gracias… -contestó ella extrañada.
Era demasiado raro que Malfoy fuera amable con ella, es decir, durante las últimas semanas no la había insultado, no podía negarlo, pero tampoco le había hablado lo suficiente para no insultarla, simplemente la había ignorado. Y ahora de repente, estaba allí, en la biblioteca con él, y con él precisamente, intentando establecer lo que parecía ser una conversación civilizada.
-¿Y para qué querría el gran Malfoy buscar a alguien como yo? –preguntó irónicamente-. ¿Es que acaso has inventado otro insulto o has ideado algo con lo que poder humillarme un poco más? –le preguntó sarcástica.
-Pues quizá quería buscarte para decirte que te quiero, que te adoro y que eres lo único importante, lo único en mi vida que tiene sentido... –aprovechó que ella se había quedado mirándolo sin reaccionar ante aquellas palabras y sonrió-… sal conmigo, la próxima salida a Hogsmade, a las diez en el vestíbulo – Y sin darle tiempo a reaccionar, la besó con suavidad en la comisura de los labios.
Un roce. Un simple roce que no había llegado a ser un beso completo hacía bastado para hacerla temblar, para hacerla sentir en una burbuja… Cuando Hermione quiso hablar, él ya no estaba allí; entre sus manos, dos libros y una nota: "no lo olvides… te quiero"
(fin flashback)
-¿Qué haces despierto? –le preguntó Hermione parpadeando varias veces para que sus ojos se acostumbrasen a la luz -¿Qué hora es?
-Aún es temprano… -dijo él sonriendo-… sigue durmiendo un poco más, me gusta verte dormir…
Hermione sonrió tentada por la propuesta de su marido, pero como siempre la parte responsable de ella la hizo despejarse del todo y darse cuenta de que tenía que hacer cientos de cosas incluso siendo domingo. Se incorporó en la cama bajo la atenta mirada de Draco, y lo hizo con tal rapidez que un mareo la hizo volver a cerrar los ojos y se hubiera caído en la cama de nuevo si Draco no la hubiese cogido por la cintura.
-Eh… ¿estás bien? –le preguntó con suavidad.
-Sí… sólo recuérdame que no vuelva a levantarme con esa velocidad… -le sonrió-. Me voy… -dijo levantándose de nuevo.
-¿Dónde vas tan temprano? –preguntó él.
-Harry quiere hablar conmigo –se encogió de hombros-, supongo que querrá preguntarme cómo me ha ido la primera semana –revisó la habitación con la mirada y se giró hacia Draco -, ¿has visto mi capa?
El chico negó con la cabeza, preguntándose si Harry iba a contarle a Hermione lo que le había dicho a él la otra noche. Iba a preguntarle si quería que la acompañara cuando unos suaves golpes se oyeron en la puerta, sonrió, sólo había una persona que golpeara de forma tan suave y refinada.
-Pasa princesa.
La puerta se abrió y la niña de once años entró con la túnica de Gryffindor perfectamente puesta y sin una sola arruga, el rostro sonriente y los rizos perfectamente acomodados en su sitio. Hermione había asegurado cientos de veces que a ella también le hubiera gustado tener unos rizos así con la edad de Lucía y no… bueno… no aquella madeja de cabello que tenía encima de la cabeza…
-Buenos días –dijo la niña con una sonrisa-. Mami, ¿te vas?
-Sí cielo, tengo que ir a ver a Harry –dijo con la cabeza dentro del armario buscando algo. Pareció tener una idea, porque sacó la cabeza y evaluó a su hija -. No habrás hecho algo ¿verdad?
Lucía negó mientras se dirigía a la cama de sus padres y ni corta ni perezosa se subía a ella tumbándose junto a su padre que la besó para darle los buenos días.
-Eso se lo dejo a Jamie y Dani… parece que cada día tienen más bromas preparadas… por cierto, papá –el hombre la miró-, el lunes, tercera clase, no vayas por el pasillo de la tercera escalera a menos que no quieras quedarte enganchado en el suelo durante dos horas…
-¿Jamie? –preguntó el rubio como si supiese la respuesta. Lucía negó y él arqueó una ceja.
-Ravenclaw de quinto –dijo la niña-, se lo dijeron a Amy y yo estaba con ella.
-¿Y tú qué haces despierta tan temprano? ¿Ha ocurrido algo? –preguntó intentando parecer casual.
-Pues quería hablar con mamá y contigo –dijo en voz alta-, pero parece que mamá tiene cosas mejores que hacer.
Draco rió suavemente. Hermione había encontrado su capa y se la estaba poniendo cuando la niña dijo aquello, la mujer puso los ojos en blanco y miró a los dos que estaban en la cama mirándola.
-No tengo nunca cosas mejores que hacer que estar contigo Lucía, pero ahora tengo que irme, ¿de acuerdo? Papá te escuchará –le sonrió a su marido-, cuando yo venga, me lo cuentas ¿de acuerdo?
-¿Y si son cosas de chicos? –preguntó pícaramente Lucía cuando su madre ya había alcanzado la puerta.
-¿Chicos? ¿Qué chicos? No puede gustarte ningún chico –dijo Draco rápidamente-, ¿quién es? ¿por qué te gusta? ¿por qué no me lo puedes preguntar a mí?
Hermione se acercó y se inclinó sobre Draco para besarlo y repitió la misma acción con su hija.
-No le digas esas cosas a tu padre que es capaz de ir preguntando a todos los chicos que vea por el castillo y castigarlos sin ningún motivo –Lucía rió-. Ahora, ¿es de chicos? –la niña negó y Draco soltó un bufido de alivio que no pasó desapercibido para ninguna de las dos mujeres-, mejor, porque no quiero que tus notas bajen. Habla con papá, luego vengo, tesoro…
Les dio otro beso y desapareció de la habitación antes de que ninguno de los otros dos dijera nada. Draco se volvió hacia su hija que seguía tumbada en la cama, se medio incorporó y apoyó un codo en la almohada apoyando la cabeza en la mano y mirando a su hija.
-Bien, ¿qué te ocurre?
-Papá, ¿pueden los magos usar magia sin varita?
Draco frunció el ceño pero negó con la cabeza.
-Muy pocos magos y brujas pueden hacer algo así –admitió a desgana, sabiendo que Harry era uno de ellos-, Potter puede hacerlo y Dumbledore también, ¿por qué?
-¿Y a qué edad empezó tío Harry a hacer magia sin varita? –preguntó la niña ignorando la pregunta de su padre.
-A los diecisiete –contestó con rapidez-, ocurrió algo y la energía de su cuerpo se incrementó… por eso ahora puede utilizar la magia sin varita.
-¿Y cómo lo hace?
-Nunca se lo he preguntado, princesa –arrugó la frente-, ¿a qué vienen tantas preguntas?
-Curiosidad, -respondió simplemente-, me voy, he quedado con Jack y Jamie en la Sala Común… -se levantó con ademán de irse pero se lo pensó mejor-. Papá… tengo otra curiosidad pero necesito que tú me la aclares…
Draco asintió sin saber qué le iba a pedir la niña, aunque no creía que fuera peor que aquella vez en que le pidió que le explicara porqué las nubes eran blancas o porqué, si la Tierra giraba, la gente que estaba boca abajo en aquellos momentos no se caía y se perdía en el espacio… Sonrió. La época de Lucía preguntando el por qué de todas las cosas había sido realmente aterrador, no podían decir nada sin que la niña pidiese una explicación lógica y racional… Hermione asentía satisfecha, Draco se preguntaba por qué en ese terreno había tenido que sacar la racionalidad de su mujer. Suspiró y miró a la niña. Lucía sonrió de forma traviesa y salió de la cama dirigiéndose a la puerta.
-Mi pregunta es… ¿con cuantos chicos puedo estar antes de casarme?
Draco pasó de un color blanco a rojo, luego a morado y finalmente a rojo de nuevo. Para cuando miró a la puerta dispuesto a decirle a su hija que no iba a permitirle estar con ningún chico ni siquiera para dar un paseo a no ser que él estuviera delante, cosa que sería difícil dado que no estaría nunca disponible para prestarse a ello, la puerta ya se había cerrado y la carcajada limpia y suave de Lucía se escuchó desde el pasillo. Draco sonrió recuperando su habitual color.
-Endemoniada niña… -sonrió-… ¿por qué le gustará tanto sacar el apellido Malfoy a relucir únicamente para ponerme en un compromiso? –sonrió otra vez-… cierto, es una Malfoy…
Se sintió orgulloso de su pequeña.
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Nada más entrar en la torre Draco supo que algo iba mal. Hermione se paseaba arriba y abajo limpiando frenéticamente todo lo que encontraba a su paso y lo estaba haciendo a la manera tradicional, como decía ella, en lugar de utilizar la varita; aquello únicamente lo hacía cuando estaba muy enfadada. La había visto hablando con Potter cerca del lago, cuando había ido a la cabaña de Hagrid a recoger unos ingredientes para pociones avanzadas de tercer nivel, y por los gestos de ella y el ceño fruncido de él había adivinado que no se trataba de una conversación muy amistosa; lo recordaba perfectamente porque había sonreído mientras pensaba cómo era posible que un día se llevasen tan bien y al día siguiente tan mal, pensamiento que desechó tan rápido como había llegado al recordar su propia relación de amistad – odio con Blaise y con Pansy. De todos modos, decidió arriesgarse.
-¿Estás bien?
-¿Sabes que? ¡Odio a Harry Potter! –gritó ella ignorando la pregunta de Draco y girándose para encararlo-¡Es un idiota y un estúpido que cree tener siempre la razón cuando sabe que no la tiene!
-Vale, a ver… ¿qué tal si nos calmamos? –sugirió él quitándole el trapo blanco de las manos y tomándolas para evitar que ella siguiese moviéndose por toda la sala-… a ver, siéntate aquí, eso es… -la sentó en una de las butacas y él se acuclilló delante-, ahora, cuéntame ¿por qué odias a Potter?
-¿Sabes qué me ha sugerido? Que debería contarle a Lucía toda la verdad ¡la verdad! ¡Como si una niña de once años estuviese preparada para enfrentarse a esa verdad! –le miró-, y no me mires así, ¡no vamos a decirle nada a Lucía, ¿está claro!
-Así que es eso… -murmuró Draco mirándola. Sonrió levemente-… Tú no odias a Potter –aseguró-… simplemente sabes que por una vez tiene razón en algo y lo que es peor –añadió-, tiene razón en algo que incumbe a tu hija y que sabes que le hará daño saberlo. Pero del mismo modo, sabes que Potter tiene razón. Piensa en lo que tuvo que enfrentarse él con la edad de Lucía y sin que nadie le dijera nada o le pusiese sobre aviso… -añadió al ver la cara de Hermione-… ¿de verdad quieres que Lucía se entere así? ¿qué corra los mismos peligros que Potter tomó siendo niño? La mejor manera de defenderla es que ella se sepa defender… y no podrá hacerlo a menos que no sepa qué ocurre… ¿no te parece?
Hermione miró a su marido entrecerrando los ojos.
-¿Has estado hablando con Harry? –preguntó de forma amenazante.
Draco dudó si contestar a aquella pregunta. Lo cierto es que sí había hablado con él, la noche en que interrumpieron en la habitación él y Pansy; y lo cierto era que él también le había gritado como un loco e incluso habían tenido un pequeño duelo, pero supuso que no era el mejor momento de contárselo. Miró a su esposa. Si le decía que no había hablado con él, mentía y, por tanto, si ella se enteraba de que sí había estado hablando sería mucho peor. Así que asintió levemente. Hermione suspiró.
-Lo sabía… -dijo la mujer-… no podéis poneros de acuerdo en una fecha para cenar pero cuando se trata de llevarme la contraria siempre estáis de acuerdo…
Draco sonrió.
-Eso no es cierto… -ella lo miró divertida-… al menos no del todo… Lo importante es que Potter tiene razón, y tú lo sabes… Así que no puedes odiar a Potter por tener razón en algo porque en ese caso, yo también debería odiarte a ti por tener casi siempre razón…
Hermione le miró.
-¿Sabes? Creo que ya no odio a Harry… Ahora te odio a ti… -bromeó. Draco sonrió y levantándose se inclinó hacia ella y la besó en los labios con suavidad.- ¿Y cómo se lo decimos?
-¿Apelamos a su curiosidad? –sugirió Draco.
Hermione meditó aquello unos segundos…
-Quizá funcione… tengo una idea… -sonrió y se levantó del sofá-. Tengo que ir a la biblioteca –anunció feliz.
-¿Y cuando no? –preguntó él bromeando.
Hermione sólo alcanzó a sacarle la lengua antes de salir por el retrato de su propia torre.
Y? Que tal? Bueno? Demasiado meloso? Habéis descubierto algo más del inicio de la relación entre Harry y Pansy, así que no os quejeis demasiado, vale? Si os portáis bien, mañana o pasado subo un BONUS sobre la primera cita de Draco – Hermione… bueno... Un besito, nos leemos pronto :D
