Hola a todos! Que tal? Bueno, ya os avisé de que no podría responder reviews en un par de capítulos así que no la tomeis conmigo… de todas formas, sigo recibiendo vuestros revies y me animan a seguir escribiendo, de verdad, gracias; a veces se me va la inspiración, leo vuestros reviews y parece que lo tengo todo más claro, así que no dejeis de escribir :D

Os dejo con el capitulo de hoy, a ver que os parece! Opiniones por favor! Jejejejeje, que os divirtáis…

A ver… por donde íbamos? Ah, sí… ya recuerdo…

CAPITULO 14

El invierno había llegado a todas partes y también a Hogwarts. El frío manto blanco cubrió los terrenos de Hogwarts invitando a los más atrevidos a patinar sobre el lago helado y a los más reposados a quedarse durante horas delante del fuego de la chimenea con una taza de cacao caliente entre las manos y con una manta para resguardarse del frío mientras que el fuego y el calor les hacía adormecer los sentidos.

Los más irresponsables corrían de un lado a otro del castillo entregando trabajos a última hora y en la Sala Común de Gryffindor, igual que en el resto de salas, salvo en Ravenclaw donde sus hospedados eran demasiado responsables para hacer algo semejante y dejarlo todo para el último momento, los alumnos corrían de un lado a otro buscando libros, pergaminos, ropa y de vez en cuando protestando cuando tropezaban con alguien o con algo, en medio de risas nerviosas y comentarios sobre dónde pasarían las vacaciones y con quién.

Enfadado. Así era como estaba. Enfadado. En el último mes había hablado o visto a Amy cinco veces a excepción de las clases que tenían en común, que no contaban porque no podían hablar. ¡Cinco veces! ¡Sólo cinco veces! ¿Cómo se suponía que iba a aclararse con lo que sentía por la hermana de su mejor amigo si no hablaba con ella? Amy pasaba más tiempo con el idiota de Steve Lorens que con ninguno de ellos; incluso Lucía había pasado más tiempo con él que con ella, cuando Amy siempre estaba con Lucía… No le gustaba nada.

Debería alegrarle el que aquel fuera el último día de clases antes de las vacaciones de Navidad, sabía que en cuanto salieran de Hogwarts podría pasar mucho más tiempo con Amy, ya que las cuatro familias se reunían constantemente en aquellas fiestas y mucho más teniendo en cuenta que el cumpleaños de Lucía era el treinta de diciembre. Pero no, ni siquiera eso le hacía estar contento.

-¿Te ocurre algo Jack?

Adam se había acercado a su casi primo y se había sentado a su lado. Lo llevaba mirando desde hacía poco más de media hora y era increíble ver como Jack Zabinni permanecía quieto en un lugar, así que había decidido acercarse a ver si le ocurría algo.

-Nada –contestó demasiado brusco.

-¿Dónde está James? –preguntó un poco preocupado-. Tampoco veo a Dani y si están juntos… siendo el último día de clases…

Jack sonrió.

-No están juntos, tranquilo, hoy no han planeado nada… De echo, creo que James está con Lucía.

Adam asintió mientras sonreía aliviado. Jack lo notó; lo cierto es que comprendía el alivio de su amigo, después de todo, estando Danielle y James juntos podría haber pasado cualquier cosa.

-¿Y dónde está Dani?-su acompañante se encogió de hombros.

-La vi salir hace cosa de una hora hacia el segundo piso –arrugó la frente-, cuando yo entré en la sala común ella pasaba por delante del retrato como un bólido… no sé donde iba.

Adam iba a contestarle cuando al retrato se abrió dando paso a una niña de primero que se acercó hasta ellos con paso vacilante.

-Perdona, Zabinni –Jack la miró. Morena, pelo largo y liso hasta la cintura, ojos oscuros, piel clara. Muy guapa-, Potter pregunta por ti ahí fuera.

-¿James? ¿Y por qué no entra? –preguntó mirando a Adam quien se encogió de hombros. Miró a la niña -¿por qué no entra?

-Oh, no es Jamie –dijo ella ruborizada. Jack enarcó una ceja, si James se enteraba de que alguien fuera de ellos lo llamaba Jamie no le sentaría muy bien. Adam aguantó como pudo la carcajada-, es Amy, de Ravenclaw –aclaró.

-¿Amy? –dijeron los dos niños a la vez.

-Voy a ver qué quiere, ¿vienes? –Adam negó mientras se acomodaba en el sofá aprovechando el hueco que su amigo había dejado-. Perezoso… -bromeó Jack sonriendo.

El retrato se abrió y encontró a una muy sonriente Amy recostada contra una de las paredes hablando con uno de los cuadros, un hombre mayor vestido con ropajes de época que parecía estar contándole alguna historia divertida a juzgar por su expresión, pero que parecía que la niña no escuchaba porque sonreía nerviosamente.

-¡Jack! –sonrió-¡Menos mal que te encuentro! Necesito un favor… Iba a pedírselo a James, pero me lo crucé antes y debe estar con Lucía –arrugó la frente-, creo que necesitaba a alguien con quien practicar…

-¿Qué quieres Amy? ¿Es mi visita del mes? –preguntó sarcástico.

Amy lo miró un segundo. ¿Visita del mes? Sonrió conciliadora. No había prestado demasiada atención a sus amigos durante bastante tiempo y desde luego que Jack parecía dispuesto a echárselo en cara. Casi se sintió culpable al verlo fruncir el ceño ante su sonrisa.

-Lo siento –se disculpó-, he estado ocupada, pero necesito que me hagas un favor… -le sonrió y supo que lo iba a conseguir cuando Jack resopló haciendo que los mechones que caían sobre su frente subieran elevados por su bufido.

-¿Qué? –preguntó de mala gana.

-Sarah Stephens –dijo la niña de forma resuelta. Jack la miró cruzando los brazos.

-¿Qué ocurre con Stephens?

-Necesito que le hables bien de Steve –le sonrió encantadora-, él es demasiado tímido para hacerlo y bueno creo que si tú le dijeras que…

-Espera, ¿qué tiene que ver tu encantador amigo Steve, por el que por cierto me has… -se dio cuenta de lo que iba a decir-… nos has abandonado durante este tiempo, con Stephens?

Amy le sonrió de nuevo.

-Steve y yo teníamos que hacer algo, por eso es por lo que no he pasado tanto tiempo con vosotros, y necesito que….

-Espera –interrumpió él de nuevo de mala gana-, ¿qué es eso tan importante que teníais que hacer? –preguntó suspicaz.

-¿No me vas a dejar hablar hasta que te lo explique, verdad? –Jack la miró con aquella expresión que parecía decir "has acertado" -.Vamos, quizá aún no se hayan marchado… -le dijo cogiéndolo de la mano y empezando a caminar.

Jack miró su mano mientras seguía a Amy, estaba sonrojado y agradeció que ella no se girara para mirarlo, y más aún agradeció que ninguno de sus padres pasara por allí porque seguramente que si pasaban las burlas no serían muy sutiles, al menos por parte de su propio padre.

Lo que Jack no sabía era que Amy estaba igual de sonrojada que él e incluso más. Agradeció que él no se pusiera a su altura y que estuviera demasiado avergonzado para permanecer detrás de ella.

Ninguno de los dos soltó la mano a pesar de que no hacía falta que fueran cogidos.

-------------------------------

Jamie se dejó caer en el suelo exhausto y cansado. Harry se acercó a su hijo y le dio una chocolatina que el niño tomó sin demasiado entusiasmo; el hombre le revolvió el cabello y después de asegurarle y recomendarle que se la comiera que recuperaría fuerzas, se giró hacia una sonriente Lucía que permanecía de pie y a pesar de que respiraba con cierta dificultad, parecía estar completamente fresca.

-¿No estás cansada? –le preguntó dándole una chocolatina. La niña negó. James bufó.

-El próximo día que necesites practicar, te traes a Jack o a Amy, o a los dos juntos… -le amenazó James levantándose y pasándose una mano por el pelo mojado por el sudor.

-Perdona –le sacó la lengua de forma inocente e infantil y el niño no tuvo otro remedio que reír divertido-. ¿Te he hecho daño?

James negó.

-Sólo en mi orgullo… ¿desde cuándo controlas el viento? Esa ráfaga me envió al otro lado de la clase –se frotó el hombro ante la divertida mirada de Harry.

-Lo cierto es que… -miró a Harry de reojo. El hombre la miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Conocía lo suficiente a aquella niña para saber cuando iba a decir algo que no le iba a gustar oír-… es la primera vez que la utilizo…

-¿Te has vuelto loca? –preguntó Harry-. Si Jon estuviese aquí te diría…

-… que no debo de utilizar poderes ni energía que no he utilizado sola antes… -recitó la niña demostrando que se sabía el discurso.

-Lucía… -el tono de Harry le advirtió.

-Lo sé, lo sé… sólo tenía ganas de intentarlo.

-Pues tienes suerte de haberlo lanzado contra la pared… ¿qué hubiera pasado si se hubiera caído por la ventana? –preguntó Harry irónico. James miraba a ambos sin llegar a entender de qué hablaban.

-Lancé un hechizo irrompible a las ventanas antes de lanzar la ráfaga de viento –le contestó ella de forma despreocupada.

Harry no contestó. Era increíble como el poder de Lucía había aumentado desde aquel día en que había asegurado haber encontrado su fuente de energía, y aunque no les había dicho a ninguno de los dos profesores cuál era su fuente de poder, parecía que había acertado; sus poderes estaban controlados y su magia aumentaba. Apenas necesitaba utilizar la varita para hacer algo más que hechizos básicos de transformación y a veces ni siquiera eso; la había visto tomar una piedra normal y corriente y cerrarla en su puño, convirtiéndola en pequeñas piedras brillantes que habían resultado ser diamantes, no había sido una trasformación muy duradera, pero había funcionado. Temeroso, se preguntaba hasta dónde llegaría el poder de Lucía; si con once años y poco más de dos meses había conseguido controlar todo aquello, ¿qué no llegaría a hacer?

-Es inútil ¿verdad? –miró a su hijo. James se encogió de hombros sonriendo-. Está bien, ya podéis marcharos, seguro que aún tenéis cosas que recoger antes de que nos vayamos mañana a casa.

-¿Dónde está el profesor Jones? –preguntó Lucía mientras se ponía su capa y reía divertida al ver como Jamie estaba cansado. Era cierto que era un buen compañero de práctica, ágil, rápido y con una capacidad realmente buena para los duelos con varita-. Me gustaría despedirme de él.

-Creo que está hablando con el director Dumbledore –le comunicó Harry-. Quizá si vas hacia allí lo encuentres saliendo del despacho.

-Gracias tío Harry –lo besó en la mejilla y se dispuso a abandonar la habitación-. Nos vemos en la sala Jamie.

-¿Jamie? –preguntó burlón su padre mirándolo cuando la niña ya se hubo marchado.

-Vamos papá, siempre me ha llamado así… -protestó él.

-Pero nunca delante de uno de nosotros –le replicó su padre sonriente.

-Déjalo y ni se te ocurra pensar nada raro –le advirtió James mientras recogía sus cosas rápidamente para salir de allí antes de que su padre hiciese algún otro comentario burlesco en dirección a él y que tendría como objetivo seguramente, a Lucía.

-De acuerdo… -le concedió Harry aún divertido-… Nos vemos en la cena, Jamie…

James sonrió de espaldas a su padre. Aquellas vacaciones de navidad iban a ser muy largas.

-----------------------------------

-Sigo creyendo que deberías decírselo… -opinó Dumbledore mirándolo con una sonrisa en los labios-, después de todo, quizá algún día hagas algún comentario y ellos se darían cuenta…

-¿Bromea? No quiero decírselo –espetó Jones-. No puedo decírselo… No soportaría tener que irme y saber que ellos vuelven a estar mal… No quiero quitarles la felicidad que han conseguido… a ninguno de los dos.

-Creo que la señorita Granger…

-Ya no es la señorita Granger, director –le replicó mordazmente-. Es la señora Malfoy… en realidad, creo que siempre fue la señora Malfoy sólo que no se daba cuenta de ello, y yo tampoco quise darme cuenta…

-Ron… -el hombre se estremeció. Nunca lo había llamado de aquella forma. Albus notó el respingo del hombre pero no dijo nada-… no deberías de arrepentirte de algo que ya no puedes solucionar…

Ron se levantó de la silla.

-La quise, ¿sabe? –le dijo en un susurro-. La quise durante mucho tiempo en silencio; la observaba cada día en clase, intentando ser la mejor; la veía en la biblioteca concentrada en sacar las mejores calificaciones… incluso recuerdo una vez en la que se enfadó con Harry y conmigo porque los tres nos habíamos puesto en peligro y ella dijo "podríamos haber muerto o peor, podrían habernos expulsado" –Dumbledore sonrió; se acordaba de aquello perfectamente-; ir a las clases con ella, abrazarla junto al fuego de la chimenea, alzar la cabeza en cada partido y verla en las gradas, enfundad en su abrigo y la bufanda y su gorro y sonriendo…

-¿Por qué nunca dijiste nada? Ni siquiera Harry sabía…

-Harry lo sabía –le dijo Ron-. Yo nunca le dije nada, pero él lo sabía… Esperó a que yo le dijera algo y confiara en él y yo no pude hacerlo… Tenía la sensación de que si hablaba, si decía algo respecto a ella… la magia desaparecería y con ella, también lo haría Hermione…

-¿No crees que ella tiene derecho a saberlo? –le preguntó Dumbledore-. ¿No crees que tiene derecho a saber que una vez el amor puro e inocente nació de su sonrisa?

Ron sonrió.

-Sigue haciendo lo mismo, ¿verdad? –el anciano sonrió-. Sigue creyendo que tergiversando las palabras de los demás puede conseguir lo que desea… Lo lamento, Albus… No le voy a decir nada ni a Hermione ni a Harry… Ninguno de los dos merece la tristeza que ya han pasado…

-Nunca supe qué le ocurrió a Harry durante aquellos tres meses… -lo miró. Ron sonrió y negó con la cabeza-… y parece que no voy a saberlo ¿verdad?

-Sólo tiene que saber que Harry comprendió que cuando uno pierde la esperanza, no siempre lo pierde todo…

-----------------------------------

Amy se detuvo al llegar al claustro y se refugió contra uno de los arcos de piedra mirando hacia el patio interior cubierto de nieve. En uno de los bandos, una sonriente Danielle hablaba con un chico moreno de ojos azules y sonrisa, a juicio de Jack, bastante sincera, aunque claro, nunca se sabía.

-¿Ves? –le preguntó Amy a su acompañante en un susurro.

-¿Qué se supone que tengo que ver? ¿Qué tiene que ver Dani con que tú y Steve hayáis estado juntos tanto tiempo? ¿Y quién es ese chico? ¿Y por qué le está cogiendo la mano a Danielle? –frunció el ceño-. Voy a ir a…

-No vas a ir a ningún lado, Zabinni –lo llamó ella por su apellido-. Nos ha costado mucho juntar a esos dos y no voy a permitir que vayas a interrumpirles justamente ahora que él se va a declarar.

-¿Qué? –casi gritó Jack. Amy la miró ceñuda -¿Qué has dicho?

-Ese chico es Clark, el hermano mayor de Steve, va a tercero –le explicó Amy-. Lleva dos años enamorado de Dani pero claro, con lo despistada que es nuestra Danielle con cualquier cosa que no esté relacionada con una broma, ella no se había dado cuenta.

Dani se había sonrojado. Jack vio como el chico seguía hablando con aquella sonrisa que ya no le parecía tan sincera. Tímidamente, Dani asintió con la cabeza a las palabras de Clark, palabras que Jack hubiese deseado escuchar. Amy sonrió a su lado complacida cuando Dani abrazó al chico dejando que éste la besara en la mejilla antes. Tomó la mano de Jack antes de que él pudiera protestarle o arruinarle el momento a Dani.

-Vamos, necesitan estar solos, y no es bueno que estemos espiando… -le dijo antes de que el niño dijera nada-… Por eso pasaba tanto tiempo con Steve; me pidió ayuda cuando supo que Dani y yo éramos tan amigas… -Jack asintió-. ¿Sigues enfadado porque no he estado tanto tiempo con vosotros? –le preguntó mientras lo dirigía hacia fuera, a los terrenos de Hogwarts.

-No… pero habrá que convencer a tu hermano… creo que quería hechizarte –Amy enarcó una ceja-, nada peligroso –aseguró Jack omitiendo la parte en la que él había dado la idea-, sólo un hechizo para asegurarse que no pudieras mantenerte alejada de nosotros durante cuarenta y ocho horas –le aseguró. Amy sonrió.- ¿Pero eso qué tiene que ver con que me pidas un favor respecto a Stephens?

-A Steve le gusta Stephens –explicó Amy como si fuera una noticia normal-, él accedió a ayudarme con lo de Dani si yo a cambio le presentaba a Sarah, pero como no tengo mucho trato con ella y vosotros sí porque sois…

-Espera, espera –le interrumpió Jack-. ¿A tu amigo le gusta Sarah? –Amy asintió. Jack sonrió aún más-, ¿y todo este tiempo sólo habéis estado juntos porque estabais planeando cómo juntar a Dani con su hermano? –Amy volvió a asentir. Jack sonrió abiertamente dejando escapar una carcajada fresca y risueña-. Así que tú y Steve no… quiero decir que… bueno… -Amy lo miró divertida.

-No, ¿creíais que me gustaba Steve? –preguntó asombrada. Y entonces dijo algo que ninguno de los dos creyó nunca que diría-. Ya deberías haberte dado cuenta de que me gustan los morenos y no los rubios…

Jack no contestó. Sonrió. Amy no dijo nada más. Sonrió. Ninguno de los dos soltó sus manos.

-----------------------------------

Hermione suspiró por décima vez. No le gustaban las mazmorras. No le gustaba aquella parte del castillo; fría y prácticamente visitada únicamente por los Slytherins cuando no había horario escolar. Pero ahora tenía que ir al despacho de Severus Snape que estaba ¿dónde? En las mazmorras. Tenía que entregarle unas pociones que había requisado a unos alumnos de séptimo cuando les encontró comentando lo divertido que sería cuando los profesores se tomaran aquello; así que sin saber de qué se trataba, había ido a buscar a Draco para pedirle a él que las investigara, pero Draco no estaba en su habitación ni tampoco en su despacho, por lo que tenía que recurrir a Snape.

-¿No podía haberse quedado con otro despacho? –preguntó en voz alta-. Tenía que ser precisamente en las mazmorras… odio este lugar… me trae demasiados recuerdos… puede que no todos malos pero aún así no me…

Una mano interrumpió sus palabras y sus pasos. Un brazo había salido de un aula y la había arrastrado al interior con tal rapidez y agilidad que ella apenas había podido procesar lo que acababa de ocurrir cuando una mano la tenía sujeta por la cintura desde atrás y otra mano aprisionaba su boca. Una cálida risa le llegó a los oídos. Menta. Frunció el ceño y echó el codo hacia atrás dándole un golpe a su agresor que se separó de ella.

-¿Estás loco? ¿Sabes el susto que me has dado? –le preguntó gritando.

Draco sonrió.

-Lo siento… -rió suavemente mientras se frotaba el costado donde ella le había golpeado-. Te escuché y no pude resistirme… -le confesó.

-A veces pareces un niño… -le reprendió ella-… Me has asustado de verdad, Draco…

-No volveré a hacerlo –le aseguró él riendo con una ceja enarcada. Hermione lo miró cruzándose de brazos-. En serio, no volveré a hacerlo… al menos hasta que tenga otra oportunidad. ¿Dónde ibas? Tú detestas las mazmorras.

-Dime algo que no sepa… -dijo ella-… buscaba a Snape –Draco alzó ambas cejas interrogante-. Encontré a unos alumnos con esas pociones –señaló los dos frasquitos que había terminado en el suelo rotos junto a la puerta cerrada-, y quería saber de qué se trataba antes de castigarles…

-¿Por qué no me buscaste a mí? Reparo –los dos botecitos de cristal salieron hacia sus manos.

-Porque no te encontré –le contestó ella-. ¿Sabes que es? No recuerdo haber hecho esa poción en mi vida y en la biblioteca no encontré nada…

Draco examinó el interior de la botella a contraluz y arrugó el ceño.

-¿Qué querían hacer con ella?

-Dijeron algo de ponerla en la bebida de los profesores, que sería divertido –se encogió de hombros-, ¿es algo malo?

Draco miró a su mujer y sonriendo dejó los dos botes en una de las mesas del aula.

-Es elixir pasional –le dijo divertido mientras se acercaba a ella y la rodeaba por la cintura-, se supone que cuando la tomas –le susurró mientras la empujaba suavemente hacia la pared-… te enamoras de la primera persona que ves… -la acorraló y le retiró el cabello de su cuello haciéndola sonreír-… supongo que querían gastar una broma…-rió con suavidad-… ¿sabes que la primera persona que veo es a Pansy? Sería divertido ver la cara de Potter cuando fuese directamente a besar a su mujer ¿no te parece?

Pero el modo en que su mujer tardó en contestar le hizo pensar que a ella no le parecía tan gracioso ni divertido, y compadeció a los chicos, porque estarían castigados, probablemente hasta finales de curso. Decidió que intervendría por ellos.

-Pues a mí no me hubiese hecho ninguna gracia –aseguró Hermione frunciendo el ceño mientras intentaba separarse, sin mucho éxito de su marido-, la primera persona que veo cuando levanto la vista es a la que tengo frente a mí y esa persona es Snape.

Draco alejó el rostro del de su mujer, ligeramente enojado. Que aquellos mocosos solucionasen sus problemas solos. La besó una vez en los labios.

-Empiezo a ver donde no está la gracia del asunto… -la besó de nuevo rozándole los labios un par de veces-… ¿quieres que… -la besó-… me ocupe…- otro beso-… de ellos?

Hermione negó con la cabeza mientras tomaba a su marido por el cuello y lo obligaba a besarla en un beso más largo y prolongado, dulce y sensual; mordió el labio inferior de él y sonrió complacida cuando él ronroneó suavemente. Le gustaba saber que él aún hacía aquello. Dejó que Draco profundizara el beso y tomara el control de la situación mientras notaba como las manos de él bajaban desde la cintura hasta las caderas acariciándolas suavemente por encima de la tela de la ropa.

Se separó de él lo suficiente para tomar aire y decirle que debían dejarlo que aquel no era el lugar. Pero Draco no la dejó hablar y acalló sus protestas no formuladas aún con otro beso igual de intenso que el anterior obligándola a sujetarse a él.

-Draco… -murmuró-… tengo que…. –Draco estaba jugando con su lengua en la base de su cuello-… tengo que irme… -Un beso-… Draco… de verdad que tengo que…

Draco sonrió. Sabía que tenía que irse, él también. Tenía que hablar unas cosas con Snape antes de las vacaciones; sonrió y mordió a su mujer en el cuello, consciente de la marca que tendría poco después.

Hermione se separó de él y lo miró con cierto reproche. Draco le sonrió.

-Te quiero, preciosa… -la besó con suavidad en la frente.

-Yo también te quiero –le contestó ella sonriendo.

-----------------------------------

Había notado su presencia desde que había salido del despacho de Dumbledore y tenía que reconocer que era un aura fuerte y poderosa, a veces se asustaba al comprobar lo fuerte que podía llegar a ser y en más de una ocasión, se había encontrado a sí mismo preguntándose cómo una niña tan pequeña podía retener en su cuerpo tanto poder y no explotar. Aún no había encontrado la respuesta.

-Hola Lucía –dijo sonriente a la pequeña que se encontraba en el pasillo-. ¿Ya has preparado tus cosas?

-Sí, profesor Jones –le contestó ella-. Quería hablar con usted un momento… -el hombre la miró-… en privado, no quiero que nadie…

-Está bien, vamos.

La guió a través de los pasillos hasta un aula vacía y abrió la puerta con la curiosidad a flor de piel, invitó con un gesto puramente teatral a Lucía a entrar siguiéndola y cerrando la puerta, asegurándose de hechizar la habitación para que nadie pudiese encontrarla.

-¿Bien? Tú dirás –se recostó contra la mesa del profesor y esperó a que la niña hablase.

-¿Cuál es? –preguntó Lucía mirándolo con una sonrisa retadora. Jones la miró-. Su fuente, quiero saber cuál es su fuente de poder.

-¿Para qué quieres saberlo? –preguntó Jones frunciendo el ceño.

-Usted aseguró que todos tenemos una fuente interna de poder, ¿cierto? Independientemente de que nos demos cuenta de ella o no e independientemente de que la utilicemos o dejemos de hacerlo ¿verdad? –el profesor asintió-. Puedo notarlas… -le susurró.

-¿Cómo? –Jones alzó ambas cejas en un gesto se sorpresa e incredulidad.

-Las fuentes, la fuerza interna, la magia propia, la energía o el aura… como quiera llamarlo, pero puedo notarlas.

-¿Qué quieres decir con que puedes notarlas?

-El otro día estaba en la biblioteca y noté el aura de mi madre, cuando me di la vuelta, estaba detrás de mí…

-Pero a veces es normal… tu madre desprender un olor muy característico –le sonrió él. Lucía frunció el ceño y Jones se apresuró a añadir algo más-, igual que tu padre, él siempre huele a menta, ¿no?

-Sí, pero su aura no es de menta –aseguró Lucía-. Su color de aura es violeta y su magia interna es el dolor –comentó la niña-. Mamá tiene su poder en la luz; tío Harry en la venganza, incluso he notado el aura de Jack y es el miedo –sonrió-. Noto todas y cada una de las auras que hay a mi alrededor, con sus características y con su tono de color…

-Entiendo… -empezó a decir el profesor-… y quieres saber por qué no puedes detectar mi aura, ¿es eso? Por eso me preguntas por mi fuente…

La niña asintió haciendo que algunos rizos cayeran sobre sus hombros hacia delante enmarcando su cara angelical.

-Si no puedo notar su fuente… significa que no es humano… entonces… ¿qué es? ¿quién es usted?

Entendía la posición de la niña. Estaba asustada pero no lo demostraba. Sus preguntas eran claras y precisas; dignas de una Malfoy. Suspiró y se pasó una mano por el pelo.

-Nadie debe saber esto Lucía y si te lo confío a ti es porque es necesario que se establezca una relación de confianza entre los dos; espero que entiendas que cuando te cuento esto es porque no debes decírselo a nadie; ni siquiera tus padres lo deben saber, ¿de acuerdo?

Lucía lo miró y asintió en silencio.

-Soy un cúmulo de energía… -sonrió-… por eso no puedes notar mi fuente… porque ya no existe… Soy una de aquellas personas que te contó Harry que decidían dejar de existir para ayudar a alguien cercano… ¿entiendes? –la niña afirmó con la cabeza-. Mi cuerpo murió en la explosión pero mi energía estableció contacto en un punto entre el cielo y la tierra, donde las distintas energías se hacen más presentes y fuertes…

-¿Y qué hace aquí?

-Ayudarte… -le contestó el hombre-… No importa que no sepas quien soy, o qué soy… pero debes confiar en mí Lucía, debes seguir mis instrucciones…

-Le creo –lo atajó la niña con una media sonrisa-, le creo y confío en usted… sólo que no entiendo por qué no me lo dijo antes… llevamos varias semanas juntos en esto y no sé porqué no…

-Pensé que no estabas preparada –le contestó él con una media sonrisa-, pero me equivoqué… Era yo quien no estaba preparado para hablar de ello.

-Y aún no lo está –dijo Lucía mirándolo-, puedo verlo –contestó a la pregunta no formulada-, aún no está preparado para decirme quién es ¿verdad? –Jones no contestó y Lucía le sonrió-. Sé que cuando pueda decírmelo, lo hará.

Allí estaba de nuevo. La sonrisa de Hermione. La calidez de sus ojos. La confianza y la fe ciega en unas palabras… si no se pareciese tanto a ella, todo sería más fácil.

-¿Quién fue? –preguntó Lucía -¿Por quién decidió dejar de existir?

Jones sonrió enigmáticamente.

-Que tengas unas buenas vacaciones, señorita Malfoy –le contestó.

Lucía sonrió entendiendo que no quería hablar de aquello.

-Igualmente, profesor Jones… -se giró y caminó hacia la puerta-…¿Me lo dirá algún día?

-Quizá cuando esté preparado para hacerlo –le contestó él-. Y sigue entrenando durante las vacaciones ¿entendido?

Ella le sonrió. No sabía quién era ni quién había sido, pero sabía que podía confiar en él.

-------------------------------

Bueno, lo sé, lo sé… es un capítulo más corto que los anteriores… Sí, también sé que no es tan interesante y que no ocurren tantas cosas…

A partir de ahora, como comprendereis, no voy a escribir cuatro años enteros de Hogwarts, así que me limitaré a escribir escenas con saltos en el tiempo, aunque lo señalaré para que podáis seguir el ritmo de la historia sin ningún problema, de acuerdo? … bueno, ya lo veréis :D

Pues nada, que J.K Rowling escriba al ritmo que lo hago yo con sus personajes para que podamos leer el septimo libro pronto.

Un besito a todos:D Nos leemos