Hola a todos de nuevo! Que tal ha ido la semana? Espero que bien, mmm exceptuando trabajos, exposiciones orales que las odio, las clases, las lecciones de la autoescuela y las discusiones, mi semana ha ido perfecta!

Es coña, no he discutido con nadie, aún… jejejeje :p

Bueno, pues nada, os dejo otro capítulo a ver que tal está, de acuerdo?

Pero antes que nada, agradecimientos a los que me han dejado un review.

Ah! Y por cierto, si alguien os dice que estos personajes son míos, mienten, son de Rowling, excepto los inventados por mí, claro :p

Un besito.

Meloo: No te preocupes, sólo lo pasará un poquito mal, pero nada que nuestra protagonista no pueda resolver :p Gracias por dejar tu review!

Shirru-Malfoy: No te preocupes por tus exigencias jejejeje como lectora tienes derecho a exigir aunque no te aseguro que tus exigencias se vean recompensadas :p Y sí, es jack, no te has equivocado con los nombres. Me alegro que te guste; espero que este capítulo también sea de tu agrado. Un besito.

Felton-Mara: No, Angelina no traicionó a Lucía; un hombre traicionó a Lucía, Lucía simplemente dice el nombre de Angelina antes de caer al suelo durante el baile… supongo que con este capítulo y el próximo se te aclararán las dudas… quizá más adelante el nombre del traidor salga a la luz. Y lo del embarazo… bueno… si tuviera que escribir nueve meses enteros de embarazo, creo que este fic duraría demasiado ¿no? De todos modos, gracias por pasar y dejar tu review. :D Un besito y cuídate.

Aixa Beautiful AndDanger: Aunque agradezco con gran aprecio que a estas horas estés escribiéndome un review, comprenderás que no puedo desvelarte si entre Lucía y James habrá algo o no… si te lo digo a ti, también tendría que decírselo al resto de gente que me lo ha preguntado, no crees? De todos modos, intentaré ir dando pistas para que intentes averiguar si habrá algo con ellos o no, te parece? Un besito y espero que este capítulo te guste. Cuídate.

Princcipesa: Hola! Creo que ya he conseguido desactivar lo de los mensajes anónimos, pero supongo que tendré que esperar a que alguien anónimo me envie un review para saber si lo he logrado o no. En fin, a lo que iba; gracias por dejar tu review, me hace mucha ilusión saber que hay gente que aunque no me deje ningún mensaje me lee. Gracias por tus palabras y sí, James y Jack son adorables, no es la primera vez que me lo dicen… por qué no pueden haber chicos de verdad que sean así? Jajajajaja. En fin… un besito y cuídate; sigue leyéndome y espero que te guste este capítulo.

LaBelle Evans: La verdad es que cualquier Hufflelpuff ha podido ser el traidor… ya se sabe, envidia, celos, miedo… hay muchos motivos por el que alguien puede traicionar a otra persona y si no, fíjate en Peter Pettigrew con Lily y James ¿no? En los próximos capítulos supongo que te enterarás de quién es, así que no desesperes. Por cierto, ya tengo el principio de tu oneshot jejejej :p Como siempre, gracias por tus palabras, un besito y cuídate. Espero que este capítulo también te guste. Nos leemos :D (pd. Ni siquiera quiero pensar lo que está pasando por tu cabecita… ¬¬ se cree el ladrón que todos son de su condición) jajajajajaja!

CAPITULO 17

(Tiempo: vacaciones de verano; Lugar: casa de los Potter; Momento: verano después de segundo curso, a punto de empezar tercero)

El muchacho de trece años entró en la habitación que compartía en verano con su hermana y el resto de los chicos. Lo habían decidido así, siempre era igual; no importaba si se quedaban en cada de los Weasley, de los Zabinni, los Malfoy o los Potter, siempre dormían juntos, y aunque eso había provocado algunas miradas sospechosas por parte de Molly Weasley que conocía bien lo diablillos que podían resultar si se juntaban todos, al resto de adultos les había parecido bien.

En cuanto abrió la puerta de lo que una vez había sido la biblioteca de su padre y que ahora había trasladado a una habitación anexa a la casa en la planta baja, se arrepintió de haberlo hecho. Los doseles de la cama de su hermana estaban cerrados y suaves risas se escuchaban. James resopló.

-¡Dime que no estáis haciendo nada y que no voy a tener que matar a mi mejor amigo!

Una carcajada por parte de Amy y otra más suave por parte de Jack llegó hasta él. Sin esperar a que contestaran abrió los doseles de la cama y encontró a los dos chicos completamente vestidos y tumbados en la cama, mirando el techo, simplemente con una mano entrelazada y la pierna de Jack flexionada hacia arriba.

-¿Qué creías que estábamos haciendo? –preguntó Amy con una ceja enarcada-. Soy lo bastante responsable para saber lo que puedo y no puedo hacer, ¿sabes?

-No estoy para tus historias de señorita responsabilidad, Amy, así que ¿quiere ahorrártelo? –miró a Jack-. Y tú sal de la cama de mi hermana ahora mismo –añadió antes de cerrar de nuevo los doseles e ir directamente a su cama a tumbarse. Necesitaba pensar.

Ambos chicos se miraron dentro de la intimidad que las cortinas podían darle. A veces ocurría aquello; James los encontraba en una posición algo comprometida, soltaba un comentario sarcástico y desaparecía del lugar como si no hubiera hecho nada, eso sí, no antes de asegurar que mataría a Jack si le hacía algo a su hermana, incluyendo, romperle el corazón. Pero siempre que lo había hecho había sido con una sonrisa. Esta vez no sonreía. Sólo podía significar una cosa.

-Lucía –dijeron los dos al mismo tiempo.

-Te toca a ti –dijo Jack mirando a su novia. Amy frunció el ceño-. Yo hablé con él hace dos semanas, esta vez te toca a ti.

-Pero yo hablé con él cuando en abril nació Alex –le sonrió triunfante-, y por aquellos momentos Lucía estaba mucho peor y por tanto, James también, así que te toca a ti.-Jack iba a contradecirla cuando sonriendo, Amy lo besó suavemente-. ¿Decías algo?

Jack resopló y se levantó mientras murmuraba cosas que sonaban a maldiciones por los besos que las chicas daban y que lo dejaban a uno sin capacidad de pensar y reaccionar. Apartó las cortinas de la cama y miró hacia delante, justo enfrente estaba la cama de James y el chico de trece años estaba tumbado en ella en una postura descuidada y con un brazo sobre los ojos como si estuviera pensando en algo que le dolía mucho. Amy se levantó de la cama y se dirigió hacia su hermano besándolo en la frente con suavidad después de apartarle el flequillo, decidió que hablaría más tarde con él, el flequillo no le sentaba bien.

-Todo se arreglará… -le murmuró. Vio como los labios de su hermano se curvaban en una sonrisa y supo que estaba bien.

Jack se tumbó en la cama de James esperando una respuesta por parte del chico rubio. Bueno, se conocían desde siempre, así que sabía cuando James estaba bien y cuando mal, y cuando debía presionarle para que hablara y cuando debía dejarle que recapacitara y que fuera él solo quien quisiera hablar.

-No quiere verme –gruñó James -¿Por qué diablos no quiere verme? Se pasa todo el día encerrada con mi padre y el profesor Jones en esa estúpida habitación que construyeron para ella y no quiere que me acerque… -Jack iba a hablar pero James negó-… y cuando lo intento, es inútil porque mi padre o Jones salen a decirme que me aleje… A veces olvido que puede notar mi aura…

-Tampoco quiere vernos a los demás… -susurró Jack a media voz-… ni siquiera quiere ver a sus padres… -James bufó-… tampoco ha visto a Alex… No te lo tomes como algo personal…

-Jack, he perdido a mi mejor amiga, ¿cómo no me lo voy a tomar como algo personal? No puedo ayudarla, y siempre he estado con ella… y ahora… es como si no quisiera verme…

-James, no la has perdido, no la hemos perdido –le rectificó Jack con el cejo fruncido.

-¿No? Entonces dime que ha pasado con ella –pidió entre suplicante y sarcástico.

Jack remitió una sonrisa que quería salir a flote y se limitó a encogerse de hombros, lo cual al estar tumbado resultó terminar en un extraño gesto.

-Está dormida… necesita tiempo, esto es todo…

-¿Tiempo? Seguimos siendo nosotros… ¿Por qué quiere alejarnos de ella? ¿Por qué no nos deja acercarnos a ella?

Jack se calló. James lo comprendió. Él tampoco tenía una respuesta para aquella pregunta.

Desde lo ocurrido en el pasado baile de San Valentín, Lucía se había alejado de todo el mundo; había pasado dos semanas encerrada en su habitación, bueno, en la habitación de sus padres, de donde no se había movido ni siquiera para comer; durante aquel tiempo, Draco y Hermione se habían visto pálidos y ojerosos, preocupados y tensos y james sabía el motivo porque él se encontraba en el mismo estado. Luego Lucía había ido a sus clases, no hablaba, practicaba en silencio y se sentaba sola en un rincón y en varias ocasiones le habían llamado la atención por estar distraída aunque ella con una sonrisa sarcástica siempre había estado preparada para contestar a las preguntas. Dos meses después, cuando había nacido el pequeño Alex con el cabello castaño y los ojos grises, ella no lo había querido ver; se había mantenido lejos del niño a pesar de que sus padres habían intentado crear un vínculo entre los dos, seguramente creyendo que quizá aquello la pudiese ayudar a volver a ser la misma niña de siempre. Pero tampoco había resultado. Lucía había terminado su segundo año siendo una persona completamente diferente a la que había entrado en Hogwarts.

Encerrada en sí misma, rehuía el contacto de todos, incluidos sus padres; y tolerando únicamente el contacto con Harry y con el profesor Jones, seguramente porque el primero comprendía como se sentía y porque el segundo, era capaz de no mostrar ningún sentimiento. Habían construido una habitación anexa en la planta baja, en casa de los Potter y allí había ido Lucía después de que el curso finalizara, sin siquiera hablar con sus padres.

Los primeros días habían intentado hablar con ella, pero Lucía había creado una especie de barrera que les impedía acercarse a la habitación. A todos excepto a Harry y al profesor Jones, por supuesto, éste último y a petición de Lucía, había incluido una cama en la habitación de la niña donde dormía y pasaba la mayor parte del tiempo con ella.

-Ya escuchaste a tu padre la semana pasada… -empezó a decir Jack-… ha abierto la barrera que separaba las emociones de los demás de las suyas propias, si hay mucha gente a su alrededor…

-….terminará loca… lo sé… -contestó con una amarga sonrisa recordando las veces que habían bromeado sobre que ya lo estaba-… pero tiene que haber algo que… Jack… necesito hablar con ella… Es mi mejor amiga… es... –buscó en su cabeza una palabra que definiese a la rubia y sonrió al no encontrarla, incluso para eso era especial-… es Lucía.

Jack lo miró unos segundos y casi pudo ver el dolor en los ojos de su amigo. Amy le había contado que James estaba mal desde que todo aquello había pasado y entendía a su amigo, no era para menos, después de todo, él era quien había estado con ella durante el baile de San Valentín y era él quien la había visto retorcerse de dolor y gritar.

-Si encontráramos el modo de comunicarnos con ella… -empezó a decir Jack.

James se levantó de la cama con suma rapidez mirando a Jack con una sonrisa como hacía tiempo que no mostraba.

-¿Qué has dicho? –preguntó James.

-Que si pudiéramos… -pero por segunda vez no le dio tiempo de terminar la oración cuando James ya le estaba interrumpiendo.

-¡Eso es! ¡Lo tengo! ¡Eres genial Jack! Desde que estás con mi hermana parece que las neuronas te funcionan un poco –bromeó. Jack lo ignoró mientras el rubio salía de la habitación corriendo; después de todo, volvía a ser el mismo James. La puerta se abrió de nuevo y James asomó su cabeza-. Ves escribiendo en lo que quieres decirle a Lucía…

-¿Qué quieres dec… -la puerta se cerró-… esto se está volviendo una costumbre… -sonrió.

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Seis meses. Seis meses sin hablar con Lucía, sin poder abrazarla, sin poder reír junto a ella. Seis meses en que la niña se había alejado de ellos y si bien la presencia de Alex los reconfortaba a los dos, Draco sabía que Lucía era indispensable en sus vidas. Miró a los adultos que estaban en el salón en aquellos momentos. Blaise y Luna estaban sentados en el sofá, conversando de vez en cuando y a juzgar por el rostro sereno y tranquilo de la que una vez fue la chica más excéntrica de Hogwarts, le parecía que ella estaba tan preocupada como él mismo.

Hermione estaba cerca del fuego, con el pequeño Alex entre sus brazos. Sonrió al verla y al mirarla. Los ojos de su mujer se habían llenado demasiadas veces de lágrimas… era increíble el cambio físico que Hermione y él mismo habían experimentado. Apenas dormían y cuando lo hacían, era con tempo entrecortado, nunca dormían más de tres horas seguidas cada uno; se sentían cansado y Draco le había hecho tomar a ella y tomarse él mismo, una cantidad de pociones revitalizantes que hacían a los ojos de los demás, parecer que estaban bien.

Pero no era verdad. No lo estaban. Él no lo estaba. Echaba de menos a su princesa. El encierro al que ella se había sometido voluntariamente para no sentir el dolor de los demás, sintiéndose incapaz de encerrarse para no sentirlo. Cada noche, cuando Potter y Jonson abandonaban la habitación en la que ahora estaba la niña, le hablaban a él y a Hermione de lo que había hecho, de lo que había comentado, de cómo se sentía, de lo que sentía, de lo que quería… Pero aquello no era suficiente para él y por el modo en que su mujer lloraba cada noche, tampoco era suficiente para ella. Necesitaban a Lucía a su lado; ella lo significaba todo para ambos; era su vida, era su niña, su bebé, y por mucho que creciera, los dos padres sabían que Lucía siempre sería su bebé.

Pansy salió de la cocina con una taza de café para Draco; el rubio nunca había tomado café, pero desde que había pasado aquello con Lucía, se había convertido un adicto al líquido oscuro y amargo cambiándolo por el té dulce al que solía estar acostumbrado. Pasos en la escalera. Todos se giraron. Amy sonrió a los presentes y se dirigió al sillón donde estaba Hermione, sentándose a su lado y jugando con las manitas de Alex que parecía feliz de verla.

-¿Y tu hermano? –preguntó preocupada Pansy que había visto frustrado el último intento de su hijo para intentar hablar con Lucía.

-Arriba, hablando con Jack –respondió la morena. Miró hacia la puerta-. ¿Algún cambio?

Para desesperación de todos, Blaise negó con la cabeza. Luna le tomó la mano con suavidad y Blaise se la llevó a los labios y la besó con gentileza.

-¿Por qué? –se escuchó la voz de Hermione. La miraron- ¿Por qué le tiene que pasar esto a ella?

Draco abandonó la taza de café y casi por inercia, se acercó a Hermione y la rodeó por los hombros mientras la besaba en la cabeza, tal y como había hecho cada día, cada hora, cada minuto de los últimos seis meses.

-Lo que no entiendo es por qué no quiere hacerlo… -murmuró Blaise. Le miraron-. Es decir, lo pudo controlar una vez ¿cierto? –Amy asintió sabiendo que se refería a ella y el hombre le sonrió con tranquilidad-. Si ha podido estar durante cierto tiempo poniendo una barrera entre los sentimientos de los demás y los suyos… ¿por qué no quiere hacerlo?

-Tal vez gastó demasiada energía… -sugirió Luna que no estaba segura de nada.

-Quiere saber cuándo estamos en peligro… -murmuró Hermione con una media sonrisa mirando a su esposo-. Es mi hija y la conozco. No quiere poner esa barrera no porque gaste mucha magia, sino porque hacerlo, supone no poder saber nuestras emociones y no saberlas implica que si estamos en peligro, ella no lo sabrá…

-¿Quieres decir que no nos deja acercarnos a ella para protegernos? –Pansy empezaba a encontrarle sentido.

-Bueno, eso tendría lógica… -añadió Amy-. Si sufrió tanto cuando sintió aquello en el baile… imaginaos lo que debe de sufrir si sintiera que algo malo le ocurre a alguien de nosotros…

El silencio. Siempre el maldito silencio se apoderó de la sala. Nadie habló durante unos minutos.

-Toda una Gryffindor… -le susurró Draco a su mujer-… como tú… es valiente… saldrá de esta…

James bajó las escaleras casi de tres en tres y según Blaise, tuvo suerte el pequeño Potter de no matarse en su recorrido. Miró a su madre y preguntó por su progenitor.

-Ya sabes donde está James… -le habló Pansy con suavidad-… ¿qué quieres?

-Hablar con él –la mujer iba a protestar-, Lucía, se trata de Lucía, sé como hablar con ella sin acercarnos… -Draco lo miró-… y quizá pueda ayudarla a salir de ese estado y hacerla entender que…

-… que no está sola… -terminó Amy por él. James sonrió. Su hermana siempre tenía la capacidad de terminar sus frases por él.

-¡Papá! –llamó James.

-¡Harry Potter, ven aquí inmediatamente! –se sumó la voz de Pansy.

-¡Papá! –gritó entonces Amy.

Dos minutos más tarde, la puerta se abrió y un preocupado Harry salió al salón. Su hijo lo tomó de la mano antes de que nadie pudiese preguntar nada y lo arrastró hasta la cocina donde le pidió a su padre que silenciara la habitación.

Jack bajó las escaleras y miró a sus padres antes de ir a sentarse junto a su novia, algo ante lo que Amy se sonrojó levemente y que produjo las sonrisas enternecedoras de las señoras Potter y Zabinni. Si Jack se dio cuenta de la mirada de orgullo que había en los ojos de su padre, fingió no hacerle caso.

-¿Qué me he perdido?

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-No quiero –repitió Lucía con gesto testarudo. Harry rió al ver la exasperación de Jones y no era para menos; la terquedad de Lucía sólo era comparable con la de Hermione, y si a eso se le sumaba el efecto que Malfoy le había hecho heredar, era más que normal que el profesor Jones estuviese un poco irritado; le resultaba gracioso… en parte se parecía a Ron cuando Hermione se ponía también en aquel plan.

-Lucía, vas a tener que salir de esta habitación tarde o temprano… ¿no has pensado que dentro de una semana empiezas el nuevo curso? –los ojos de la chica se abrieron y luego se entrecerraron. Harry recordó que su amiga también había lo mismo cuando empezaba a tramar algo. Era increíble como podían parecerse tanto-. Tienes que volver a crear esa barrera…

-No quiero crearla –dijo con seguridad Lucía-. Vosotros no sentisteis aquel dolor… no pude hacer nada para ayudar a esa persona…

Los adultos se miraron. Harry la comprendía. No podía hacer nada. Él también había pasado por aquello. Lucía se sentía culpable y lo peor de todo era que no podía culparla por ello; entendía a Lucía. Crear aquella barrera para impedir sentir a los demás implicaba estar segura, pero no sentir cuando alguien estaba en peligro; y no crear la barrera significaba y se traducía en volverse loca; nadie, absolutamente nadie era capaz de guardar tal cúmulo de emociones dentro de su cuerpo y de su cabeza. Lucía quería proteger a los suyos, igual que él lo había querido hacer en su momento. No podía decirle a la chica que hiciera algo que él no había hecho y que sabía que nunca estaría de acuerdo con hacer. Harry abrió la boca para decir algo pero un grito resonó en su cabeza y el hombre miró hacia la puerta cerraba. Lucía y Jones lo miraron interrogantes.

-¿Qué ocurre? –preguntó Jones que no había notado nada raro.

-James y Pansy me llaman… -sonrió-… y ahora también Amy –se encogió de hombros.

-¿Cómo que te llaman? –preguntó de nuevo Jones.

Harry sonrió. Era una de las ventajas que había adquirido después de vencer a Voldemort, sin saber cómo lo había hecho, se había creado un vínculo entre él y sus seres más allegados, de ese modo, cuando sus hijos o su esposa necesitaban de su ayuda, él los escuchaba a través del pensamiento.

-Llevamos mucho tiempo aquí, supongo que querrán saber qué te ocurre hoy… -Lucía rodó los ojos recordando el famoso informe al que sometían al hombre de los ojos verdes y a su profesor Jones cada día cuando salían del cuarto a comer o a cenar-… ¿tú estás bien? –le preguntó a la niña.

Lucía asintió mientras cruzaba los brazos.

-Sí, pero no voy a cambiar de opinión. Y si James te pregunta por mí… dile que no quiero verle, que no quiero ver a nadie… -añadió con voz afligida. Harry la besó en la frente y se paró delante de la puerta. Miró a Lucía.-¿Qué?

-La puerta tiene una barrera electrizante, ¿recuerdas? –preguntó el hombre.

-Oh, sí, perdona tío Harry… lo olvidé. –un gesto con su mano fue suficiente para que la puerta quedase abierta; en cuanto Harry salió, el mismo gesto a la inversa sirvió para sellar la habitación de nuevo. Jones le miró -¿Qué?

-No puedes seguir así Lucía… Tus padres se sienten dolidos porque no les quieres hablar… ni siquiera has querido conocer a tu hermano… -en sus palabras había un deje de reproche y Lucía lo admitió con culpabilidad-… Se llama Alex y él no puede…

-Basta… -pidió la chica-… No sigas hablando así…

-Tienes que entender Lucía que tomaste una decisión –le habló con dureza-. Aceptaste enfrentarte al Mal y debes hacer lo posible para salir con vida de ello.

-¿Y si he cambiado de opinión? –las palabras eran frías y sin sentimientos. Jones la miró por unos segundos-. ¿Y si ya no quiero nada de esto? No quiero ni el fuego, ni el viento, ni el hielo ni nada… no quiero nada de esto… Me duele…-añadió con voz entrecortada-. Me duele mucho…

-Si has cambiado de opinión, todo esto habrá acabado cuando llegue el momento…-Lucía le miró-.Tienes que confiar en…

-¿Cómo tú lo haces en mí? –sarcasmo, reproche.-. Aún no sé quien eres o quién fuiste una vez… ¿Cómo voy a confiar en ti cuando tú no lo haces en mí?

Jones la miró.

-Aún no estoy listo Lucía…

La chica se tumbó en la cama y cerró sus cortinas. La voz de ella se difundió por la habitación llegando con claridad a los ojos del hombre.

-Yo tampoco…

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-Vale papá, ¿qué diablos le ocurre a Lucía?

Harry enarcó una ceja. Su hijo jamás le había hablado así, bueno sabía que James utilizaba aquel vocabulario con sus amigos pero con él siempre se había mostrado cariñoso y jamás le había hablado con aquella irritación que ahora parecía natural en sus palabras. Supo que de verdad su hijo lo estaba pasando mal.

-Se ha encerrado –le dijo a James. El niño frunció las cejas-. De acuerdo, míralo así, sabes que Lucía ha recibido el poder de la empatía, ¿verdad? –asentimiento por parte del chico-. Lucía no puede controlar los sentimientos y las emociones de los demás, es capaz de sentir al amor, el cariño, la amistad y también el dolor o el sufrimiento tanto físico como psíquico que las personas pueden tener- asentimiento de nuevo-; el caso es que durante cierto tiempo hasta…

-…el baile…

-Sí, hasta el día del baile, ella mantuvo sus propias emociones y su cabeza en cierto modo abrigadas bajo una barrera que impedía sentir a los demás… ¿lo entiendes? –él asintió de nuevo-. Bien, cuando ocurrió aquello… y si no me equivoco es por eso por lo que ha decidido encerrarse en su propia burbuja, Lucía se sintió culpable de algún modo por no poder hacer nada, por sentir ese dolor y no poder ayudar a quien lo estaba sufriendo…

-Nos protege… -dijo James. No era una pregunta. Harry asintió-. Por eso no quiero poner de nuevo esa barrera porque quiere saber cómo estamos… pero hacerlo implica sentir todo el dolor ye l amor de los demás… y eso puede… -Harry asintió. James empezaba a entender el peligro que todo aquello conllevaba-… puede terminar matándola…

Harry asintió. Era una posibilidad que aún no había mencionado con nadie más que con Jones, pero por algún motivo, sintió que tenía que decírselo a su hijo.

-¿No ha pensado que a lo mejor no queremos que nos proteja? –Harry miró a su hijo. Conocía aquella mirada demasiado bien, era la misma que él había tenido cada vez que tramaba algo con Ron y Hermione-. Papá… creo que tengo un modo de comunicarnos con Lucía… -Harry alzó una ceja esperando que él hablara-… Cartas –dijo sencillamente.

La carcajada libre de culpa y llena de alegría, que hacía tiempo que nadie escuchaba, salió de los labios de Harry Potter aquel día, sentado en la cocina con su hijo.

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-Esto es una estupidez –dijo por décima vez Lucía sentándose en la silla frente al escritorio que Harry había hecho aparecer. La mirada de los dos adultos le indicaban que no estaban de acuerdo.

-No quieres estar con ellos, bien, dices que es parra protegerlos, de acuerdo; pero al menos debes de escuchar, o leer, en este caso, lo que ellos opinan ¿no te parece? –le dijo Harry mientras dejaba una primera carta frente a ella-. Sería muy egoísta por tu parte no hacerlo Lucía y sé, que ni Malfoy ni Hermione te han enseñado ni te han educado de ese modo.

-Empieza a leer –le aconsejó Jones al ver que ella se giraba hacia él buscando ayuda.

A regañadientes, Lucía obedeció, tomando la primera carta. Reconoció la letra fina y delicada de Amy. Amy, su amiga, una de las chicas más maduras que conocía y que había pasado por muchas cosas, quizá por demasiadas. Una de las personas más fuertes que conocía y que siempre conservaba la calma, sonrió, salvo en el caso de Jack, evidentemente.

" No puedo decirte que te entiendo o que puedo ponerme en tu lugar o que de ponerme en tu lugar, yo haría lo mismo que tú. No puedo decirte nada de eso porque no sé si es cierto y ya sabes que no me gusta mentir, salvo en contadas ocasiones, como la vez en que gastamos aquella broma a Jen y culpamos a Adam y Dani de aquello, ¿recuerdas?

Una sonrisa atravesó el rostro de Lucía. Por supuesto que lo recordaba, no estaba segura de poder olvidar aquello durante el resto de su vida.

"Tampoco puedo decirte que todo está bien y que todo pasará, porque tampoco sé si es verdad. Sólo puedo decirte que no estás sola Lucía… Que te echamos de menos y que no nos importa que quieras protegernos… no puedes protegernos de todo, tienes que preocuparte por ti y dejar que nosotros lo hagamos por nosotros. Queremos que vuelvas… por favor… Tengo muchas cosas que contarte y necesito que alguien me escuche antes de que Jack me vuelva loca… Te quiere tu amiga Amy."

Amy no lo entendía. Ella no podía comprenderlo. Era fácil decir que no querían ser protegidos, lo difícil era decir que no querías proteger a los que quieres… Amy le pedía que volviese y ella no podía volver… Ella nunca se había ido… ¿o sí?

Harry dejó otra carta sobre la mesa. Lucía rió ante la caligrafía de Jack, era un desastre, siempre lo había sido, y era extraño; había visto escribir a Blaise en muchas ocasiones y siempre lo hacía con la elegancia de un Slytherin, y Luna bueno… tenía una graciosa forma de hacer que todas las palabras estuviesen ligeramente inclinadas hacia la derecha… No entendía como Jack podía escribir de aquella forma…

"Hola. Eh… No sé que decirte. James acaba de salir corriendo de la habitación diciendo que escriba lo que quiero decirte…

Lucía arqueó una ceja y miró a Harry que se limitó a sonreír. Volvió a su lectura.

"… aún no sé que pretende pero bueno, siempre he estado con él y no va a ser ahora cuando no le haga caso, ¿sabes? Se pone de muy mal humor cuando algo no sale como él quiere… aunque bueno, tú tienes que saberlo… creo que eres la única que ha pasado más tiempo con él que yo mismo… No sé que quieres que te diga. No sé que te pasa. Sólo quiero que tengas en cuenta que te queremos y que no estás sola aquí, nos contaste lo de tus poderes porque confiabas en nosotros y nos contaste la profecía porque confiaste en nosotros… ¿por qué ahora no puedes salir y confiar en nosotros? Sólo… ven pronto, ¿vale? Creo que Amy empieza a volverse un poco loca. Te quiero, preciosa.

Sonrió. Jack siempre la llamaba preciosa cuando quería algo, era una de las alarmas que hacía que ella supiera que él quería algo. Si se acercaba a ella llamándola preciosa era que buscaba algo y casi siempre, era en su propio beneficio… para suerte de él, siempre eran cosas sin importancia. Jack. La timidez y la rebeldía en una misma persona… una mezcla extraña y realmente divertida, era gracioso ver como podía pasar de un estado a otro casi sin darse cuenta. Jack tenía razón, confiaba en ellos, siempre lo había hecho… pero no quería arriesgarlos… quería protegerlos…

Harry casi la sacó de sus pensamientos cuando colocó otra carta sobre la mesa. Blaise. Pergamino negro y tinta verde; Slytherin, sólo podía ser tío Blaise. Suspiró y empezó a leer.

"Sabes que las palabras no se me dan bien. Pero puedo decirte que reconozco la testarudez de tu madre cuando te veo, la arrogancia de tu padre cuando hablas, la inteligencia de tu madre cuando escuchas, la ternura de tu padre cuando estás con los que te importan… Eres una perfecta mezcla de ambos, lo sé, crecí con ellos, admirando el valor de Draco, mi mejor amigo, y de Hermione, que de enemiga pasó a ser alguien muy importante. Lucía, aceptaste aquel compromiso para protegernos y ya lo estás haciendo, no necesitas probar nada… Nos quieres proteger porque te importamos, deja que nosotros te protejamos porque nos importas"

Corto, sencillo y conciso. Tío Blaise siempre había sido corto en palabras exceptuando a la hora de conquistar a algún corazón femenino, y, si los comentarios sarcásticos y bromistas de Jack había resultado ser ciertos, también algún que otro corazón masculino. Se sintió orgullosa; siempre le habían dicho que se parecía a sus padres, pero que se lo dijera de aquella forma quien era el mejor amigo de su padre, la llenaba de orgullo. No podía permitir que la protegieran, era ella quien debía protegerlos ¿verdad?

Harry observó un pequeño brillo en los ojos de su ahijada, pero no dijo nada, retiró la carta de Blaise y en su lugar colocó la de Luna. Lucía tomó la carta, siempre le había gustado la forma que tomaban las palabras de la caligrafía de Luna. Sintiéndose observaba por dos pares de ojos, empezó a leer.

"Estaba sola hasta que conocí a Harry, Hermione, Ron y Ginny; más tarde Draco, Pansy y Blaise formaron parte de mi vida… Ellos formaron la familia que me protegía de todo, no importaban los comentarios sarcásticos ni burlescos porque ellos estaban a mi lado, siempre lo estuvieron… Siempre me tacharon como una chica rara, demasiado sincera, como tú…

Lucía sonrió.

"…como tú…decía la verdad sin importarme que decían… la sinceridad fue el rasgo que me llevó a conocer a Blaise y a enamorarme de él y a confiarle a él mi corazón… Sincérate contigo misma Lucía. Busca en tu corazón el motivo por el que estás haciendo esto y cuando lo encuentres, confíaselo en alguien para que lo guarde por ti… Sólo así te darás cuenta que no estás sola, como las hadas… cada una es diferente, pero todas acuden a la llamada de una hermana que las necesite. Sinceridad Lucía, sincérate, por ti, por tus padres y por el bien de tu propio corazón"

Siempre le había agradado Luna. Excéntrica. Extraña. Diferente. Sincera. Como ella, según la propia Luna. Sincerarse consigo misma. Cerró los ojos. Pensó en el porqué de su comportamiento; el mundo se cerró y sólo existía ella y su corazón en una nada donde los sentimientos flotaban a su alrededor. Le asustaba pensar que no podría proteger a los suyos cuando tuviese que hacerlo y le daba miedo pensar que no podría hacer nada por ellos. Miedo. Abrió los ojos. Eso era lo que sentía, ese era el sentimiento que guardaba, el motivo por el que no quería volver a crear esa barrera, quería saber en todo momento donde estaban sus amigos, sus padres, todo el mundo que le importaba. Sonrió sarcásticamente más para sí que para Harry o Jones… Según Luna debía confiar en alguien para contarlo… pero no podía cargar con aquel peso a nadie.

Otra carta fue colocada delante. Sonrió. Sólo había una persona que escribiera en pergamino blanco con tinta roja; su madrina Pansy. Miró a Harry unos segundos y el hombre le sonrió tímidamente, sabiendo que había reconocido la carta de Pansy simplemente por el color de las palabras. Rojo. Para Pansy significaba amor, pasión, deseo, lujuria.

"Eres mi ahijada. Eres la hija de mi mejor amigo. Alguien que estuvo a punto de caer en el poder del mal y la oscuridad y que sólo resurgió de él por la fuerza que la luz de tu madre le hizo ver. Te he visto crecer casi cada día, recordándome a cada momento los mismos gestos que hacía tu padre de niño, los mismos ademanes, las mismas sonrisas y el mismo sarcasmo que él demostró cientos y miles de veces. Cualquiera que diga que no eres su hija, miente como un bellaco.

Lucía sonrió. Pansy siempre era directa. Quizá era por eso por lo que la relación entre su padre, tía Pansy y tío Blaise siempre había sido tan buena; Blaise era el punto de equilibrio que los otros dos necesitaban y Pansy era la forma femenina que ambos chicos necesitaban en sus vidas. Se juró, sonriendo, que jamás comentaría eso delante de su padre o de Blaise.

"Pero tu padre no es tan fuerte como quiere aparentarlo, pequeña. Te necesita a su lado para saber que ha hecho algo bien en su vida, tú; tú junto a tu madre y ahora tu hermano sois lo más importante para él; la muestra viviente de que todo lo malo tiene un lado bueno y de que la luz es más poderosa que la oscuridad. Él te necesita, pequeña, para seguir en la luz que le diste el primer día de tu vida"

Lágrimas. Una lágrima había descendido por su mejilla casi sin darse cuenta y ahora estaba en la comisura de sus labios. En un gesto de rebeldía la retiró con el dorso de la mano. No iba a mostrarse débil delante de su padrino y de su profesor. No lo haría. Su padre era fuerte, no la necesitaba… pero si tan segura estaba…. ¿por qué llevaba seis meses repitiéndose lo mismo? Quizá la seguridad ya no era la misma que en un principio fue.

Se extrañó cuando Harry dejó en la mesa una fotografía. Una simple fotografía, no una carta, no un pergamino, no un sobre, sólo una fotografía. Sonrió al verla y esta vez sí que tuvo que contener las ganas de llorar. Sus padres. Ella. Su hermano. Los cuatro. Evidentemente la fotografía estaba hechizada, ella no había estado presente cuando se había echo aquella foto al parecer, en el hospital de San Mungo, el día del nacimiento del pequeño Alex. Acarició el rostro de su madre y miró los ojos de su padre. Ninguno de los dos había escrito nada, se habían unido para darle esa fotografía en señal de lo que podía tener si hacía lo que debía hacer. Los extrañaba. Extrañaba los besos de su padre y sus miradas duras y severas cómplices en las discusiones y las conversaciones; extrañaba a su madre detrás de ella pidiéndole que le contara cosas sobre los chicos que le gustaban… extrañaba su calor, sus abrazos, sus besos, los sentimientos que nunca se decían pero que todo el mundo sabía que estaban allí.

Giró la fotografía y encontró unas líneas escritas, en ellas, reconoció la letra de su padre y la de su madre.

"Tomes la decisión que tomes, estaremos esperándote siempre, aunque nos duela no verte" Hizo una mueca; su madre sí sabía como llegar a su orgullo "Eres una Gryffindor, eres una Slytherin, una combinación extraña y difícil de conseguir, pero sobre todas las cosas, sobre el apellido Granger que denota inteligencia y el apellido Malfoy que denota aristocracia, eres Lucía. Mi Lucía. Nuestra Lucía. No lo olvides, princesa" Vale, su padre sí sabía como llegar hasta ella.

Miró a Harry. Una última carta sobre la mesa. Sólo podía ser él. Era el único que faltaba y con una ceja enarcada se giró hacia Harry.

-Insistió en que su carta fuera la última y además –miró a Jones-, me pidió que la leyeras sola, así que nosotros saldremos a comer algo. Lucía asintió en silencio e hizo un ademán casi mecánico abriendo la puerta y cerrándola de nuevo con electricidad cuando los dos hombres salieron. Respiró profundamente antes de sentarse de nuevo y rasgar el sobre que contenía la carta de James.

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-¿Y bien? –preguntó Draco impaciente.

Harry se encogió de hombros y Draco pensó que Potter seguía siendo igual de idiota que cuando iban a Hogwarts como alumnos y no como profesores.

-Acabamos de dejarla sola, creo que está a punto de leer tu carta –miró a su hijo. James palideció ligeramente y se revolvió el pelo nervioso mientras resoplaba. Harry y Pansy se miraron; aquel comportamiento sólo significaba que había hecho algo, y no algo bueno precisamente-. ¿Qué le has puesto en la carta, James?

Los presentes se giraron hacia el niño que les contestó con una media sonrisa.

-Un vociferador… -contestó James a medias.

Los ojos de Draco brillaron peligrosamente mientras se dirigía al niño.

-¿Un qué?

-Un vociferador –repitió James-. Mi carta, mi mensaje, es un vociferador –añadió sin un deje de miedo.

-¿Qué diablos le has dicho a…

La frase de Draco se vio interrumpida por el grito de Lucía. La puerta de la habitación de la chica tembló ligeramente y unos rayos azules y verdes se golpearon entre sí alrededor de la puerta, en, a opinión de Jones y Harry, el lugar donde estaba la barrera de energía. El grito de Lucía se escuchó por toda la casa.

-¡¡JAMES POTTER, VOY A MATARTE!

James tragó con dificultad. Miró a Jack.

-No sé que has hecho… pero esta vez se ha enfadado…- el aludido sonrió. Era comprensible que se hubiera enfadado, después de todo, Lucía le tenía verdadero pavor a los vociferadores desde que Adam había recibido uno cuando entró en primer año y les había relatado con demasiados detalles lo que había ocurrido.

James iba a decir algo cuando la puerta se abrió.

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En cuanto abrió el sobre, pudo notar como un sobre más pequeño de color rojizo empezaba a moverse de forma extraña. Lucía enarcó una ceja, un vociferador. ¿James le había mandado un vociferador? Notó como el enfado se apoderaba de ella y como la energía se empezaba a concentrar en su cuerpo.

¡ERES IDIOTA! ¡¿QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO AHÍ ENCERRADA CUANDO NOSOTROS TE NECESITAMOS AQUÍ FUERA! ¡TE PROMETÍ UNA VEZ QUE NO TE DEJARÍA Y NO QUIERO HACERLO, PERO PARECE QUE TÚ SÍ VAS A ROMPER TU PROMESA! ¡SI NO CREAS ESA BARRERA Y SALES AHORA MISMO AQUÍ FUERA, TE JURO POR TODOS LOS MAGOS Y BRUJAS DE HOGWARTS QUE ENTRARÉ EN ESA HABITACIÓN A BUSCARTE! ¡Y NO ES UNA BROMA, LUCÍA MALFOY GRANGER!

Tres segundos. Ese fue el tiempo que tardó el vociferador en destruirse y ese fue el tiempo que Lucía necesitó para comprender qué había ocurrido. Notó como la energía se concentraba en ella. ¿Cómo se le ocurría a James enviarle un vociferador sabiendo el pánico que les tenía? ¿Cómo se había atrevido a hacer algo así?

El campo de electricidad que sellaba la puerta centelleó un par de segundos antes de que hiciera un giro brusco con sus manos.

-¡JAMES POTTER, VOY A MATARTE!

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Era la primera vez que lo veía. Catorce años, quince como mucho, no podía tener más. El cabello negro, los ojos del mismo color; todo él indicaba oscuridad, penumbra, maldad. Era la primera vez que lo miraba a los ojos y veía la maldad del ser humano unida en él. Era la primera vez que lo mandaba llamar y esperaba que fuera la última; ni siquiera estando con Voldemort había notado como la oscuridad rodeaba su presencia, invitándolo a hacer un solo movimiento en falso para tener la justificación perfecta para matarlo; había sentido el aliento de la muerte rondándole cerca, demasiado cerca para su gusto. Y los ojos de aquella serpiente que no se apartaban de los suyos no hacían sino que recordarle los años en que sirvió fielmente a Voldemort, con todas aquellas muertes entre sus manos.

-Si te he mandado llamar es porque descubrí hace poco algo bastante interesante… -le empezó a decir con voz calmada-… tienes una nieta, ¿verdad?- No era una pregunta, era una afirmación y Lucius asintió en silencio cuidándose de no mirarlo a los ojos-. Y supongo que no sabes quién es ella ¿me equivoco?

Lucius lo miró por primera vez y se arrepintió de ello; los ojos del muchacho que tenía delante brillaban con intensidad, dolor, rabia, ira, sed de sangre. Bajó la mirada y la centro en el broche que Réficul llevaba en la capa, sobre el pecho.

-Muy bien, Lucius… -sintió como sonreía-… creo que es hora de que sepas algo que tu hijo no te ha dicho… es una lástima que te enteres por mí pero… -una pausa, un suspiro, una sonrisa-… en fin… voy a contarte quien es Lucía Malfoy… Aunque claro… -sus ojos brillaron peligrosamente-… tendrás que pagar un precio por la información…

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Se sentía extraña. Habían trasladado su cama hasta la habitación donde dormían en aquellos momentos Amy, Jack, James y los primos Weasley, sonrió casi sin darse cuenta; ambos pelirrojos habían aparecido en casa de los Potter tan pronto se enteraron de que ella había salido de aquella habitación. No estaba sola. Lo había sabido en el momento en que abrió aquella puerta y entró al salón, en el momento en el que todos la miraron con extrañas y diferentes muestras de sorpresa, de alegría, de temor en el caso de James… No, no estaba sola. No iba a estarlo nunca mientras alguno de ellos estuviese a su lado.

"Había mantenido la mirada de Jamie durante unos minutos en que el silencio se había apoderado de todos los presentes. La mirada del chico, tan verde como siempre, tan dulce como la recordaba, se había posado sobre ella desde el mismo instante en que había abierto la puerta y Lucía no pudo evitar preguntarse si había estado esperando aquella reacción por su parte desde que había enviado aquel vociferador.

Unas manos suaves la abrazaron fuertemente, temiendo que volviera a escapar en cualquier momento, temiendo que fuera agua entre sus manos, o como la suave arena que se disuelve entre los dedos casi sin que te des cuenta. Menta. Olía a menta. Manos fuertes y suaves, abrazándola con firmeza mientras murmuraba palabras inteligibles a los oídos de los demás. Dejó que su padre la abrazara sin decir nada en ningún momento, sólo sintiendo la piel de Draco sobre ella, notando el aura de su padre a su lado, envolviéndola, cuidándola, amándola, como siempre lo había hecho.

Las cálidas manos de Luna la abrazaron, y estas fueron seguidas por las de Blaise que la besó en la frente, para asegurarse de que ella estaba allí; Pansy fue la siguiente en abrazar a su ahijada mientras le murmuraba que no volviera a hacer algo semejante, que no estaba sola y que nunca lo iba a estar. No tuvo que agacharse cuando Jack la abrazó con dulzura, enterrando su cabeza en el cuello de ella, casi como si quisiera comprobar que los rizos de Lucía seguían en su sitio; un suave beso en la mejilla y Amy estaba a su lado; Adam le revolvió el pelo de forma juguetona mientras le pedía que no volviera a hacer algo semejante y Dani… Bueno, Dani se había limitado a abrazarla mientras le comentaba al oído la falta que le hacía a su lado.

Pero los ojos grises de Lucía seguían fijos en los de James. El chico, dándose cuenta de ello, le sonrió con toda la ternura que podía caracterizarle, y ella, que no había hecho ningún gesto hasta el momento, le devolvió la sonrisa. James inclinó su cabeza señalando un punto de la habitación y ella se giró. Hermione. Su madre. Estaba sentada cerca del fuego, con un pequeño bulto entre sus brazos que no dejaba de agitarse reclamando la atención que su madre no le concedía en aquellos momentos, demasiado impactada por volver a ver a si hija.

Lucía se acercó hasta ella y se quedó quieta a su lado, de pie, esperando algo, no sabía qué; un reconocimiento, una mirada, una caricia. Su madre tenía el rostro cansado y los ojos hinchados y se sintió culpable de ser ella la causa de tanto sufrimiento. Se arrodilló a su lado y enterró la cabeza en el regazo de su madre.

-Perdóname mamá…

Y entonces la sintió. La mano de su madre le acarició la cabeza, delineando cada uno de los rizos rubios de su hija mayor. Lucía alzó la mirada. Una manita pequeña se dirigía a ella, casi como si la quisiera reconocer. Hermione sonrió cuando Lucía lo hizo y acarició la mejilla del pequeño bebé que tenía entre sus brazos.

-Alex… -murmuró la chica. Se levantó despacio y besó la frente de su hermano ante lo que el pequeño sonrió alegre. Lucía extendió su mano sobre la cabeza del bebé y cerró los ojos. Una luz rosada envolvió al pequeño. Una calidez extrema llenó la estancia. El dolor que habían sentido durante todo aquel tiempo, se vio recompensado con la sensación de paz y armonía que ella extendió a través de su propio cuerpo-… que el bien sea tu camino hacia la luz… -murmuró.

Jones entendió aquello. Acababa de lanzarle a su hermano un hechizo de protección, entregando parte de su propia magia al pequeño para poder estar en contacto permanente con él, en una unión que poca gente había podido lograr desde el principio de la humanidad.

Lucía sonrió y miró a James. Caminó despacio hasta él y extendió sus manos acariciando el rostro de su amigo; alborotando el cabello rubio y rebelde, admirando sus ojos verdes llenos de esperanza, ilusión, alegría, ternura… como siempre. Lo abrazó. Dejó que los brazos de él rodearan su figura y ella posó sus manos sobre el pecho del chico enterrando el rostro en ellas. James le sonrió y la acogió acariciando su cabello.

-Tenemos que hablar… -le susurró ella.

-Ahora sólo duerme, luego hablaremos –el contestó él.

Lucía asintió en silencio. Ninguno de los adultos, ninguno de los presentes, había escuchado las palabras que estos dos amigos se habían dedicado."

Lucía se levantó de la cama. Necesitaba saber que no estaba sola; corrió las cortinas de la cama donde dormía James y se metió dentro, con una sonrisa inocente, acurrucándose junto a su amigo que le pasó una mano por la cintura de forma mecánica. Lucía rió suavemente y le acarició la mejilla haciendo que Jamie abriera los ojos de forma inmediata.

-¿Qué ocurre? ¿Estás bien? –preguntó preocupado. Lucía asintió-. Me has asustado… ¿quieres algo?

-Miedo –dijo Lucía. James la miró-. Tengo miedo de que os ocurra algo y no pueda saberlo…Tengo miedo de que no pueda llevar la carga que me han dejado… Tengo miedo de que os pase algo y me quede sola… Estoy aterrada Jamie… -intentó sonreír pero no lo logró-… Estoy completamente aterrada y no sé qué hacer…

El chico le sonrió.

-¿Llevas el colgante que te regalé? –ella asintió-. Deja que lo vea.-Lucía introdujo la mano dentro de la camisa del pijama que llevaba y dejó que el medallón saliese a la luz. Miró a James -. Ábrelo. –le pidió. Una luz blanca y opaca en forma de rayo sesgó la oscuridad del lecho apartado iluminando el rostro de ambos niños.-. No estás sola Lucía, nunca lo vas a estar… cada vez que sientas que estás sola, ábrelo y con la luz de la luna, te acordarás de un pedazo de mí… Es normal que tengas miedo… nunca te avergüences de tenerlo, mi padre se salvó en varias ocasiones de tener miedo –le sonrió con comprensión-, pero nunca sientas que estás sola… No tienes que cuidar de todo el mundo, sólo de ti… Intenta ser un poco más egoísta…

-No sé como hacer eso… -dijo ella cerrando el broche y tumbándose en la cama. James la imitó y la abrazó.

-Ya te daré unas clases –bromeó. Lucía abrió la boca para decir algo pero una mano de James sobre sus labios le indicó que permaneciera callada. Escucharon atentamente en silencio el descorrer de unas cortinas; Lucía sonrió divertida al ver como James fruncía el ceño y rodaba los ojos como si ya supiera que iba a ocurrir aquello. Las risas de Amy y Jack creyéndose no descubiertos resonaron con cierta suavidad.-¡Jack, sal ahora mismo de la cama de mi hermana! –dijo en voz fuerte James al tiempo que descorría las cortinas.

Amy rodó los ojos y le dedicó una mirada exasperada a su hermano; Jack que se había quedado a medio camino entre el suelo y la cama de Amy miró a su amigo casi rogando para que no estuviese demasiado enfadado, era la tercera vez que lo pillaba intentando meterse en la misma cada de Amy únicamente porque le gustaba estar con ella y se pasaban horas hablando hasta que caían rendidos y entonces se quedaban dormidos abrazados; pero por más que se lo habían intentado explicar a James, el chico parecía no estar dispuesto a que un chico, por muy amigo suyo que fuera, pasara la noche en la misma cama que su hermanita. Lucía miró la escena y se preguntó en silencio si aquello era algo que se habría perdido demasiadas veces; sonrió divertida y decidió ayudar a sus amigos.

-Vamos James… después de todo, tú y yo también estamos durmiendo juntos en la misma cama…

James se sonrojó hasta las orejas y Jack y Amy lo miraron con una ceja enarcada mientras le hacían una pregunta muda.

-Es diferente –insistió James-. Tú y yo no estamos saliendo –añadió al ver la cara de desconcierto de los tres.

-No seas aguafiestas, Jamie… -le dijo Amy mientras tiraba de la mano de Jack y conseguía meterlo en la cama.

-Sí, no seas aguafiestas, Jamie… -recalcó Lucía tomando la mano de él y obligándolo a volver a la cama.

James suspiró. Estaba claro que las dos chicas se habían puesto de acuerdo; sonrió.

-Pero dejad las cortinas abiertas –reclamó. Escuchó el bufido de Jack y la contestación nada agradable de su hermana-. O bajaré y le diré a mamá que dormís juntos –añadió. Lucía le dio un ligero golpe en el hombro, pero él sonrió satisfecho cuando escuchó como las cortinas de Amy se descorrían. Se giró hacia Lucía-. Ahora sí, buenas noches, peque.

Lucía sonrió. James siempre sería demasiado sobre protector… eso no lo iba a cambiar nunca y en cierto modo se alegró de ello.

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Los dos estaban sentados en el sofá de la habitación que Harry y Pansy les habían preparado, ambos conscientes de saber que ninguno de los dos iba a irse cuando acababan de recuperar a su hija tan pronto. El pequeño Alex dormía en la cuna, calmado y pacífico y eso en él, un bebé que había pasado cada noche completa llorando, era algo bastante significativo; desde que Lucía lo había tocado, era como si el niño hubiese encontrado la tranquilidad que durante seis meses no había logrado hallar. Ninguno de los dos adultos decía nada; sólo permanecían callados, quietos, recostados el uno sobre el otro, sintiendo el calor de su cónyuge, notando el calor de su cuerpo, respirando el olor del otro y casi compartiendo los mismos pensamientos de felicidad que en aquellos momentos pasaba por la mente del matrimonio Malfoy.

Y a pesar de todo, ninguno de los dos podía ser completamente feliz; un pensamiento, un único pensamiento cruzaba por la cabeza de ambos, una única pregunta que se repetía sin cesar una y otra vez, llenando sus cabezas de respuestas sin sentido… Si no habían visto a Lucía durante seis meses y se habían sentido tan culpables por no poder hacer nada por ella, si en tan solo seis meses casi habían llegado a la locura por no tenerla, si en tan solo seis meses toda su vida se había destruido… ¿qué diablos ocurriría cuando dentro de dos años Lucía tuviese que enfrentarse a su destino y ellos no pudieran intervenir para salvarla?

Hermione sintió un escalofrío y se arrinconó contra su marido. Draco la abrazó al notar su estremecimiento, conocedor del pensamiento que vagaba en la cabeza de su mujer. Ambos unidos por una sola idea, ambos conscientes de lo que Lucía significaba para ellos, ambos sabiendo que no podrían soportar un día sin ver a su hija.

-La protegeremos… -le aseguró Draco respondiendo a la pregunta muda de Hermione. Ella le miró-. A Lucía y a Alex, a ambos; no dejaré que les pase nada a ninguno de los dos ni tampoco a ti…

-Pero…

-Hermione, Lucía va a estar bien.

Hermione notó por primera vez el temblor en la voz de Draco y asintió en silencio sin saber qué decir a ciencia cierta. Estaba convencida de que aquellas palabras iban más dedicadas a él mismo que a ella y aún así, las aceptó. No podían hundirse, no podían venirse abajo en aquellos momentos; su hija les necesitaba y ellos no iban a abandonarla nunca.

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Bueno, sí, sé que se me ha ido un poco la cabeza con este capítulo… es que cuando lo escribí estaba un poco malhumorada y deprimida por cosas personales… supongo que ese se refleja en el fic casi sin darme cuenta.

De todos modos, ¿os gustó?

Espero vuestro fieles comentarios. Ah, por cierto! Creo que ya he arreglado lo de los reviews anónimos jejejeje y yo solita!

Un besito a todos! Nos leemos pronto!