Hola!
Bueno, antes que nada, muchas gracias por vuestros reviews. Ya sabeis que ahora no se pueden contestar los mensajes a través de los fics, pero no os preocupeis porque a los que están registrados les escribiré un mensaje con el nuevo sistema de "reply" y en cuanto a los que no estáis registrados en la página… si me dejais un mensaje en mi correo electronico que está en mi bio, os prometo contestar si me dejais vuestra dirección, claro, si no, será imposible.
Pues nada más, que espero que os guste este capítulo y que aprovecho para decir que he iniciado un nuevo fic llamado "La lágrima de Lahntra, el poder del descendiente" y que sólo tiene el prólogo, pero pasaros por ahí y me decís que tal ok?
Un besito para todos y no olvides que los personajes míos son míos, pero el resto son de J.K. Rowling, ok? Pues nada, que disfruteis leyendo.
Ibamos por…
CAPITULO 20
James y Jack caminaban hacia la Sala Común de Gryffindor mientras protestaban contra el profesor Malfoy y el ensayo que les había encargado para dentro de tres días, nada más y nada menos que setenta y cinco centímetros de pergamino explicando el uso de la sangre de hadas en las pociones y el motivo de que su uso esté restringido. Sería una tarea titánica para ellos dos, ya que ninguno de los dos parecía haber heredado el innatismo por las pociones de Pansy o de Blaise.
-Siempre podemos pedirle a Lucía que nos ayude –se encogió de hombros Jack quitándole importancia al asunto.
-No. No vamos a pedirle ayuda a Lucía –expresó de forma grave Jamie revolviéndose el pelo-. Ya tiene suficiente con lo que tiene para que encima nosotros le pidamos ayuda a cada instante…
Jack asintió. Entendía perfectamente la preocupación de James ya que él mismo la compartía, así como todos los del grupo. Hacía apenas dos meses que Lucía había despertado después de aquellos cuatro días en los que todos habían estado con el corazón en vilo y la chica ya había vuelto a sus clases normales, las extras, y por si eso fuera poco, pasaba tanto tiempo con su hermano que sus padres empezaban a pensar que era para compensar los seis meses del año anterior en los que no lo había querido ver ni en fotografía.
Había visto llegar a Lucía a las tantas de la noche cansada y ojerosa después de una sesión de entrenamiento y en ninguna de las ocasiones una sola queja había salido de sus labios; en lugar de ello, Lucía se había puesto a esas horas intempestivas a terminar sus tareas y adelantar materia de las asignaturas para asegurarse una buena nota en sus exámenes. Tanto era así que en más de una ocasión, James o Jack e incluso a veces Adam, cuando éste tenía algún compañero que había ido de excursión al dormitorio de alguna chica de otra casa y tenía una cama libre, por tanto, en su cuarto, se encargaban de transportarla hasta sus habitaciones donde la metían en la cama con cuidado de no despertar a sus compañeros y la dejaban dormir hasta bien entrada la mañana del día siguiente, únicamente con la esperanza de que durmiera un poco más.
-Siempre nos queda mi hermana –sugirió James a media sonrisa mirando a Jack de reojo. Aún no podía creer que después de tanto tiempo Jack siguiese sonrojándose cuando se mencionaba el nombre de Amy-, después de todo, ella conoce la biblioteca igual de bien que Lucía y seguro que nos puede dar alguna indicación. Jack giró a la derecha cambiando el rumbo que seguían desde un principio. James sonrió.-. ¿Ravenclaw? –preguntó siguiendo a su amigo.
Jack sonrió.
-Ravenclaw –confirmó -, Amy debe de haber llegado ya a su sala, si no está allí iremos a la biblioteca –se encogió de hombros.
-¿Desde cuando te sabes tú el horario de mi hermana pequeña?
-Hermana pequeña por un minuto James –le dijo él divertido utilizando la excusa que Amy siempre daba a ese mismo comentario del rubio-, y lo sé desde que salimos juntos.
James bufó contrariado y Jack sonrió. Un quejido vio de alguna parte del pasillo de la izquierda, junto a la estatua de aquella vieja bruja que sostenía un cuervo en sus manos. James se detuvo.
-¿Qué? ¿Has cambiado de idea? –preguntó Jack curioso.
-Shhh… calla… he oído algo… -ordenó James sin hacer caso al comentario bromista de Zabinni.
-¿Algo como qué? –preguntó el moreno.
-Algo como alguien quejándose –dijo James-, ahora ¿quieres callarte? Gracias.
-Tampoco es para ponerse así….
-Shhhh –James lo calló otra vez. Otro quejido y una leve tos se había vuelto a escuchar desde el pasillo de la izquierda-. Ven, vamos a ver que pasa.
-James… ¿sabes que por ese pasillo se va a territorio Slytherin? –preguntó Jack viendo el rumbo que tomaba su amigo.
-Sí, lo sé… hay que bajar unas escaleras, girar en el segundo tapiz rojo, atravesar la pared oculta junto a la estatua del caballero negro y llegas a las mazmorras, ¿por qué?
Jack lo miró titubeante mientras lo seguía.
-De acuerdo, ahora dime, ¿por qué dos Gryffindors van a entrar en territorio de las serpientes? Sabes que es casi un suicidio ¿verdad? –bromeó de nuevo Zabinni.
James lo miró sonriendo.
-Claro, por eso te llevo conmigo, si voy a suicidarme al menos que sea con mi mejor amigo. Tú por la izquierda y yo por la derecha, así cubriremos más pasillo. –dijo separándose de él unos metros.
Jack iba a replicar algo cuando giraron y en la esquina de las escaleras Jack se tropezó con un bulto que se quejó del golpe proferido.
-¡Auch! –se quejó. James lo miró –Creo que he encontrado a quién se estaba quejando… -apuntó al bulto que se movía entre las sombras-… ¿quién diablos… -no dijo más. El escudo de Gryffindor se veía reluciente en la capa que lo cubría. -¡James, es uno de los nuestros!
James se acercó maldiciendo por que aquel pasillo fuera tan oscuro y alegando que la culpa era de las serpientes, siempre les había gustado lo tétrico y lo oscuro, si por ellos fueran, las clases se darían a oscuras y no permanecerían fuera del castillo más tiempo de lo imprescindible.
-Lumos –la punta de su varita iluminó el ostro de Jack y el suyo propio. Se arrodilló junto al bulto que parecía respirar entrecortadamente y retiró la capa que lo cubría por completo. Sus ojos se abrieron en cuanto el cabello rojizo empezó a aparecer por encima de la capa -¡Adam!
-¿Qué diablos le ha pasado? –preguntó Jack mientras terminaba de retirar la capa. Tenía varios golpes en la cara, el cabello alborotado y la sangre reseca había creado una costra cerca de la sien donde la herida permanecía abierta. El labio no parecía tener mucho mejor aspecto, cortes en la mejilla derecha y una de las cejas partidas.
-No lo sé, yo estaba contigo, ¿recuerdas? –dijo con bastante sarcasmo James-. No vamos a poder llevarlo por los pasillos así…
-¿Qué hacemos?
-Lucía –dijo James sin dudarlo-. Ves a buscarla, debe de estar en la Sala Común, acaba de tener clase con Jones –añadió al ver que Jack lo miraba con una ceja enarcada.
-Creía que habías dicho que debíamos dejar a Lucía tranquila.
-No cuando uno de nosotros está en peligro… -se encogió de hombros-… de igual modo se va a enterar por los brazaletes ¿recuerdas? Ves a buscarla, yo me quedo con él.
No se había terminado de levantar Jack cuando la presencia del profesor Jones se hizo presente en el otro extremo del pasillo.
-¿Qué pasa chicos? –preguntó llegando hasta ellos. Su cara siempre sonriente se puso tensa al observar el cuerpo del pelirrojo -¿El señor Weasley? ¿Qué ha ocurrido aquí?
-No lo sabemos señor –dijo Jack apartándose un poco para que el hombre mirase a Adam-. Íbamos hacia Ravenclaw cuando escuchamos un gemido y vinimos a ver qué ocurría.
-¿Y qué ibais a hacer vosotros en Ravenclaw? ¿Cómo sabéis donde esta Ravenclaw?
-Mi hermana, profesor –intervino James -, ¿recuerda? Ella es de Ravenclaw, iba a buscarla cuando escuchamos a Adam quejarse… no sabemos qué ha pasado.
El brazalete de Adam brilló con cierta intensidad atrayendo las miradas de los presentes. Jones iba a decir algo cuando Lucía apareció en el otro extremo del pasillo, corriendo hacia ellos y dejándose caer arrodillada al lado de James mientras intentaba recuperar el aliento; estaba claro que había ido corriendo y que ahora eso le estaba pasando factura. James la miró; el brazalete que Lucía llevada estaba iluminado en una de las argollas que lo formaban. No preguntó nada.
-¿Qué diablos ha pasado aquí? –preguntó mirando a Adam.
-No lo sabemos, escuchamos quejarse a alguien vinimos y resultó que era Adam.
-¿Y qué hacía Adam por aquí? –miró a su alrededor, ella también conocía aquel pasillo. Demasiado Slytherin para su gusto-. No creo que él viniese aquí expresamente, ¿no?
-No lo podemos llevar a la enfermería… demasiadas preguntas –dijo Jack-. Íbamos a ir a buscarte –añadió mirando a Lucía-, pero apareció el profesor Jones.
-¿Está bien? –preguntó mirando al profesor.
Jones colocó sus manos sobre el rostro y el torso de Adam y frunció el entrecejo un poco al notar los golpes que tenía el muchacho pero respiró aliviado y se giró hacia Lucía.
-No lo han hechizado ni le han dado ninguna poción, tampoco le han echado ninguna maldición, cosa bastante extraña teniendo en cuenta que estamos demasiado cerca de Slytherin –Lucía sonrió, parecía que las viejas costumbres de Ronald Weasley de odiar a todas las serpientes volvían a salir a la luz. Jack y james se miraron, ¿no se suponía que los profesores eran imparciales?-. Lo llevaré a la enfermería –se giró hacia Lucía y la miró seriamente -. Después hablaremos sobre esos brazaletes, ¿cómo aprendiste a hacerlos?
-Leo mucho –se encogió de hombros. Hacía mucho que había aprendido a no tenerle miedo a su profesor. Jones suspiró y ella supo que había ganado esa batalla.
-Está bien –hizo un hechizo para levitar a Adam. James rebuscó en su mochila algo bajo la atenta mirada de los tres chicos. Jonson no pudo evitar sonreír al ver lo que el pequeño Potter sacaba de entre sus libros-. ¿Qué es eso, señor Potter?
-Una capa de invisibilidad –se encogió de hombros -, perteneció a mi padre, no creo que a Adam le agrade mucho la idea de que le vean así…
-Buena idea –dijo Jack tomando el extremo de la capa y cubriendo el cuerpo ya levitado de Adam enganchándolo a sus ropas para que no se le resbalase en el camino.
-¿Podemos ir a verlo?
Jones se giró hacia Lucía.
-En cuanto podáis ir a verlo os lo comunicaré ¿de acuerdo? Ahora será mejor que regreséis a vuestra sala común o a algún sitio fuera de estos pasillos… siguen sin gustarme nada… -añadió en un tono confidencial que sólo alcanzó a escuchar Lucía.
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Amy enarcó una ceja cuando Jessica le comunicó que su hermano, su amiga y su novio la estaban esperando fuera de la sala común y parecían bastante alterados, añadiendo que si estaba Dani también querían hablar con ella. Se extrañó. A aquella hora Lucía debería estar con Alex y Jack no había quedado en ir a verla hasta pasada una hora, tiempo suficiente para terminar el ensayo de Encantamientos que estaba haciendo en aquellos momentos. Suspiró. Seguro que todo era cosa de su hermano, a saber qué se le había ocurrido ahora…
-Sólo faltan Jen y Adam… -suspiró pero se giró hacia Dani que estaba leyendo por tercera vez la carta que Clark le había enviado aquella mañana junto con un poema, tomo muy romántico, claro que cuando la lechuza de Clark se había estrellado literalmente contra la ventana, todo el romanticismo y el encanto se habían terminado. Sonrió divertida; ver suspirar a Dani no era cosa de todos los días -. Dani, nos llaman.
-Vete tú, si es importante vuelve a buscarme –contestó la aludida sin girarse para mirarla. Amy rodó los ojos pero no dijo nada.
Dani seguía demasiado ensimismada en su propia carta; desde que había ocurrido lo de Hogsmade, Clark no se había separado de ella ni un instante, la acompañaba a clases, iban a dar paseos a media noche sin que Filch se enterara, de verdad, aún no entendía como ese anciano podía correr tanto…, y pasaban todo el tiempo posible juntos y cuando no podían, el constante ir y venir de lechuzas por parte de ambos ya se había convertido en un clásico para todo el colegio. En aquellos momentos estaba a punto de finalizar de leer la carta donde él le decía lo mucho que la quería; estaba a punto de empezar a leer de nuevo cuando una mano le arrebató la carta. Alzó la vista con el ceño fruncido para quejarse pero no tuvo tiempo.
-Tú y yo nos vamos ahora –ordenó Amy tirando de Dani hasta que se hubo puesto en pie -. Hay problemas.
-¿Qué pasa?
-Adam está en la enfermería… -le susurró Amy por lo bajo para que ningún otro Ravenclaw se diera cuenta de ello.
-¡¿QUÉ!- gritó Danielle. Amy suspiró mientras seguía a la pelirroja a través de la estatua que guardaba su entrada, definitivamente, la sutileza y la discreción no se habían hecho para Dani.
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Draco estaba maldiciendo aquella mañana todo lo que tenía delante, incluso el caballero de brillante armadura que había en el cuadro de su sala común había huido a saber dónde para librarse de las miradas que el antiguo Slytherin le dedicaba, temeroso de que Draco quisiera practicar con él alguna maldición nueva. Hermione lo miró divertida mientras terminaba de vestirse.
-En cuanto coja a esos mocosos se van a enterar… ¿a quién se le ocurre mezclar belladona con tubérculos dorados? Si prestaran atención en clase sabrían lo que puede ocurrir… -Hermione lo tomó de la mano sana sin decir nada y lo guió hasta el baño aún con Draco refunfuñando por detrás-… van a estar limpiando calderos y presentando trabajos hasta que terminen el curso.
-Sólo tienen doce años Draco… pueden cometer errores, ¿sabes? Siéntate –le ordenó señalándole una banqueta en el baño. Él obedeció.
-¿Te parece que esto es un error?
Hermione tuvo que reprimir una carcajada cuando Draco le mostró la mano izquierda vendada. Sabía que debajo de todas aquellas vendas, una crema de color amarilla cubría la piel de su marido y todo para evitar el veneno que los tubérculos dorados se infiltrase en la piel, cosa poco probable, pero que al estar en contacto con la belladona que habían dejado caer por accidente dentro del caldero, había activado el veneno por contacto con la piel… El resultado simple; Draco debería esperar doce horas antes de que su mano izquierda volviese a recuperar la sensibilidad. Ese era el motivo de su malhumor; odiaba sentirse desvalido, aunque si lo pensaba bien, los cuidados y mimitos que Hermione le estaba profiriendo valían la pena. En aquellos momentos, la mujer se disponía a afeitarle, cosa que hubiera hecho con magia pero que Hermione había insistido en hacerlo al modo muggle; los argumentos a base de besos, miradas y caricias habían terminado de convencer a Draco de que su mujer era una experta manipuladora y que debería haber caído en Slytherin.
-Vale, no te vas a recuperar antes por enfadarte con ellos –le sonrió y lo besó para que se callara mientras tomaba el bote de espuma-. Así que cállate, ¿de acuerdo?
Él sólo se calló. Hermione echó espuma en su mano; frotó las palmas y se centró en su barbilla, evitando su mirada gris. Se inclinó y pasó la espuma por sus mejillas y cuello; extendiéndola de forma regular; se lavó las manos y recogió la maquinilla de afeitar. Abrió el grifo del lavamanos y mojó la maquinilla.
Draco abrió las piernas y apoyó las manos en las caderas de ella para introducirla en su espacio, hasta que sus muslos rozaron los suyos. Draco sonrió al notar la intimidad de toda la situación y sonrió mirando a Hermione; nadie lo había afeitado nunca y ella actuaba como si fuera lo más común y lo más normal del mundo; frunció el entrecejo unos segundos y Hermione sonrió al notar la mirada celosa de su marido.
-Solía afeitar a papá a veces… solía decir que yo lo hacía mejor que mamá, aunque sospecho que únicamente era porque mi madre se pasaba todo el rato hablándole de cosas que lo volvían loco…-murmuró ella en un susurro débil y dulce. La mirada de Draco se dulcificó-… Vale, ahora quédate quieto.
Sostuvo con firmeza la maquinilla y empezó a pasarla por la espuma, dejando un sendero brillante de piel suave. Abrió otro surco; se detuvo para limpiar la hoja en el lavabo y continuó. En ningún momento él le quitó la vista de encima; el calor que emanaba de Draco la envolvía y su aroma enloquecía sus sentidos, como siempre que estaba cerca. Ella captó su mirada envuelta de deseo; la conocía demasiado bien.
-Cierra los ojos, no puedo concentrarme con esto si me sigues mirando de esa forma –le pidió con una sonrisa que delataba lo poco que quería que la obedeciera. Draco obedeció y sonrió-. Y nada de sonrisas; puedo cortarte y no me haría ninguna gracia…
Draco reprimió esta vez una sonrisa. El paso de la cuchilla por la barbilla y la limpieza periódica bajo el agua eran los únicos sonidos que se oían en el baño. Hermione llegó al cuello y continuó con su ceremonia casi reverencial mientras Draco rezaba a Morgana y a Merlín para que no lo cortase, amaba a su esposa y confiaba en ella, pero era consciente de que en aquellos momentos podía cortarle y agradeció en silencio el hecho de que aquella mañana no hubiesen tenido ninguna discusión de la que pudiera arrepentirse en aquellos momentos.
-Listo –anunció Hermione con un tono triunfal-. Ni un solo corte…
-Buen trabajo –dijo él palpando sus mejillas y el mentón. Hermione sonrió, tomó la toalla y le quitó el resto de la espuma, procediendo después a extender la loción de menta que Draco solía ponerse, alegando que, dado que olía a menta, ¿para qué cambiar de loción si iba a juego con él?-¿Cuándo lo repetimos? –su mano sana se enredó alrededor de la cintura de ella y Hermione sonrió mientras lo besaba ligeramente, pero Draco parecía tener otra cosa en mente porque la apretó contra sí y profundizó el beso casi con elegancia, pidiendo en silencio el permiso necesario para entrar en su boca.
-Vamos… -dijo ella separándose de él-… tenemos cosas que hacer… -le dio otro beso de consolación cuando él frunció el ceño como un niño que se queda sin su juguete nuevo-, te quiero…
-Te amo… -le contestó él antes de darle otro suave beso-… Pero tus Gryffindors van a estar castigados… -añadió en tono confidencial junto a su oído.
Hermione se estremeció. Necesitaba salir de aquel baño ya o faltaría a sus clases y Draco también.
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-Los voy a matar, te prometo que los mataré… en cuanto sepa quienes han sido, porque es evidente que ha sido más de uno, los voy a matar a todos, y luego los cortaré en trocitos y los trituraré y después…
-Ya hemos captado la esencia de lo quieres decir Dani, tranquilízate, por favor…
Dani detuvo su paseo delante de las puertas de la enfermería y se giró para mirar a Jack que sostenía una de las manos de Amy entre las suyas.
-¿Qué me tranquilice? Mi primo está ahí dentro y ni siquiera me dejan entrar a verle –dijo mirando la puerta de la enfermería como si esta tuviera la culpa de todo.
-También es nuestro amigo, pero no vamos a conseguir nada poniéndonos nerviosos, ¿vale? –dijo James en tono conciliador.
Lucía salió de la enfermería con una media sonrisa. Dani la miró ansiosa.
-Estará bien en cuanto recupere un poco de fuerzas, nada grave… no le quedarán marcas ni rastro alguno… -sonrió mirando a Dani-… no le pasará nada Danielle –le aseguró.
Dani no parecía fiarse del todo de Lucía. Aún estaba enfadada con ella porque cuando ella había pedido ver a su primo, se lo habían denegado y n cambio, ella había podido entrar muy tranquila a la enfermería porque llevaba un permiso del profesor Jones, ¡cómo si eso fuera la gran cosa! A pesar de todo, se alegraba de que su primo estuviese bien.
-Tenemos que averiguar quién ha sido… -murmuró Amy.
-Slytherins –dijeron al mismo tiempo los dos chicos mirándose.
-Han sido Nott y compañía –dijo Lucía mirando a los demás. Amy la miró interrogante y ella se explicó-, le leí la mente ¿de acuerdo?
-¿Sabes hacer eso? –preguntó Jack confundido -¿Desde cuándo sabe hacer eso? –preguntó mirando esta vez a James.
-Primera noticia que tengo –le dijo el rubio mirando con el ceño fruncido a Lucía-. Debiste decírmelo.
-No lo he hecho nunca con vosotros si es lo que estáis pensando… -se apresuró a decir Lucía antes de que alguno pudiera acusarla de haber hecho algo que no había hecho. Amy sonrió y Dani la miró escéptica.
-Vale, vale, te creo… -dijo Jack -, ahora hay que saber por qué han…
Lucía sintió un leve mareo que le hizo trastabillar y ladearse mientras cerraba los ojos en un vano intento por estabilizarse; la mano de James la sujetó para evitar que se cayera.
-Ey, ¿estás bien? –preguntó preocupado.
-Sí… sólo un poco cansada… -miró los rostros de los presentes y sonrió -, gasto mucha energía cuando leo la mente de alguien –mintió de nuevo-, estoy bien, en serio… se me pasará, sólo tiene que darme un poco el aire…
-Te acompaño –se ofreció James rápido-, vosotros ir pensando en algo para hacer que esas serpientes confiesen lo que han hecho –miró a Dani de forma significativa y la pelirroja asintió. Nadie se metía con su primo y salía ileso sin una broma. James se giró hacia la rubia -¿Vamos?
-¿No hacen una linda pareja? –preguntó Jack mirando como ambos chicos se alejaban de la enfermería -, ¿por qué no se dan cuenta?
-¿Lucía y Jamie? Imposible –informó Amy. Su novio la miró-. Bueno sí, me gusta la pareja que forman, pero jamás estarán juntos…
-¿Por qué? –preguntó Dani mientras miraba la puerta de la enfermería esperando que alguien le dijera que podía pasar a ver a su primo.
-Porque James jamás se arriesgará a perder su amistad –dijo Jack sonriendo.
-Y Lucía jamás permitiría que James estuviera en peligro por su culpa –añadió Amy recordando una conversación pasada que había tenido con Lucía.
-Pues es una lástima… -murmuró Dani -¿Podéis ir a buscar a Jen? No quiero que Adam…
-Sí, claro… -sonrió Amy-. Nos vemos en un rato…
Danielle se quedó sola en el pasillo, frente a las puertas de la enfermería. Olvidando por unos minutos a Clark, Dani se permitió pensar en su primo y en el motivo de que estuviese ahora mismo allí dentro; le habían confirmado que no había sido atacado con magia, sino que sólo había sido un arrebato de ira. Por algún motivo, Dani sintió que era culpable de que su primo estuviese allí dentro. Se retorció las manos nerviosa; debía saber la verdad y pronto.
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-¿Estás mejor?
Lucía asintió a medias mientras se dejaba guiar por Jamie a través de los terrenos hacia el campo de quiddich. No dijo nada, sólo sonrió; cada vez que james se encontraba con uno de sus dilemas morales o simplemente necesitaba estar solo y pensar, él se dirigía al campo; suponía que por aquel motivo, sus propios pasos lo habían conducido hasta allí, sólo que en esta ocasión, la llevaba a ella con él.
-Últimamente estás demasiado cansada… -le dijo James-… ¿no deberías hablar con Dumbledore?
-No… sólo estoy cansada porque entreno demasiado –le mintió-, estaré bien en cuanto tenga un par de semanas de vacaciones –bromeó.
-Lucía, hablo en serio –la miró deteniendo sus pasos-, deberías bajar el ritmo o terminarás enfermándote.
-No me preocupa demasiado –se encogió de hombros-, puedo curarme ¿recuerdas?
La mirada de advertencia que le lanzó james fue suficiente para que Lucía dejara de bromear sobre aquel respecto.
-De acuerdo… te prometo que me cuidaré más, ¿estás contento ahora?
-Mucho mejor, gracias –la besó en la frente-. Sabes que te quiero demasiado para dejar que te enfermes por una tontería ¿cierto?
Lucía lo miró con cierta tristeza.
-No es una tontería Jamie, lo sabes bien; necesito estar preparada para lo que venga… No puedo simplemente esperar de brazos cruzados hasta que todo esto termine porque me guste o no, soy quién tiene que terminar con esto…
James se sentó contra uno de los árboles y abrió las piernas, estirando de la mano de ella para incitarla a sentarse en el hueco que había formado. Le rodeó la cintura en silencio mientras apoyaba su barbilla en el hombro de ella; las manos de Lucía se posaron sobre los brazos de él en un gesto completamente natural, como si siempre hubiesen pertenecido a aquel lugar. Sonrió. Le gustaba estar en silencio con James. Podían pasarse así horas y horas enteras, solos, en silencio, simplemente disfrutando con la compañía del otro, sabiendo que no estaban solos pero tampoco con esa imperiosa necesidad de hablar continuamente para reafirmar su existencia en aquel lugar y en aquel momento. El viento jugueteó con los rizos de Lucía haciendo que ella sacudiese un poco la cabeza; Jamie sonriendo, le apartó los rizos hacia un lado y los dejó sobre el hombro mientras se acomodaba de nuevo sobre ella.
-Sabes que no estás sola ¿verdad? –murmuró él en su oreja.
Lucía se estremeció. El cálido aliento de él la rozó de forma tan suave y lenta que sintió todo su cuerpo estremecerse, una sensación que jamás había experimentado con James, después de todo, sólo eran amigos… se sintió confundida unos segundos antes de responder, mientras ponía en orden su cabeza e intentaba controlar sus hormonas a las que maldijo interiormente por estar tan despiertas. James sólo era su amigo, su mejor amigo, sí, pero sólo eso.
-Lo sé… -le contestó ella en un murmullo-… pero no quiero meter a nadie de por medio Jamie… no, si puedo evitarlo…
-¿Y si no puedes? –insistió el chico de nuevo-. ¿Crees que vamos a dejarte sola aunque tú nos lo pidas? Tu madre no dejó a mi padre solo nunca por más veces que él se lo pidió y más bien se lo exigió… ¿qué te hace pensar que yo sí lo haría?
Ella rió suavemente.
-En ese caso os encerraré a todos en la torre de astronomía para que no podáis correr peligro –dijo muy serenamente.
James resopló y ella sonrió.
-En serio Jamie… hablo en serio…
James la hizo moverse un poco para mirarla y ella giró el cuello. Sus ojos verdes brillaban con intensidad.
-Yo también hablo en serio, peque… no voy a dejarte sola en esto ni en nada… -la besó en la frente-… nunca podría dejarte sola…
Lucía sonrió a modo de agradecimiento y se giró de nuevo, recargándose en el pecho de él mientras se preguntaba qué diablos le estaba pasando para que su cuerpo se estremeciera de aquella forma. Agradeció en silencio que Jamie fuera tan despistado como su tío Harry para algunas cosas como aquella…
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Réficul hizo estallar varios objetos más de cristal ante la mirada de Bella, demasiado acostumbrada a aquellos arranques de furia infantil como para sentirse impresionada por lo que hacía el chico en aquellos momentos. Hacía tres días que Réficul estaba iracundo y ella creía conocer el motivo. Lucía Malfoy. No hacía más que repetir el nombre de esa chiquilla y cada vez que lo hacía, un nuevo objeto se estrellaba o acababa fundiéndose en su propio peso con un simple gesto de él.
-¡Me rechazó! ¡A mí! ¿Cómo pudo rechazarme?
-No creo que estés tan furioso únicamente porque te haya rechazado –dijo Bella.
-Por supuesto que no es sólo por eso… no sé como lo ha hecho pero su poder ha aumentado –Bella lo miró interesada-, sus barreras… ahora me cuesta mucho más entrar en su mente y comunicarme con ella.
-Te advertí que no era buena idea darle tantos poderes, podrías haberla derrotado en el momento en el que supiste quién era.
-¡Cállate! –una fuerte corriente de aire la golpeó hacia atrás haciendo que se chocase contra la pared de piedra-. ¡Será mía! ¡Va a ser mía!
Obsesión. Eso era lo que le ocurría. Réficul estaba acostumbrado a tener lo que quería cuando lo quería y aquella niña lo había rechazado y además estaba impidiendo que él mantuviese ese contacto que lo había apaciguado durante tanto tiempo. Estaba obsesionado con Lucía Malfoy y Bella entendía el motivo. Había visto a la pequeña nieta de Narcisa y Lucius durante el ataque mortífago; los mismos ojos grises que su padre , el mismo cabello rubio que Narcisa. Hermosa, elegante, con los rasgos finos de la aristocracia inglesa a la que los Malfoy pertenecían, con aquel porte natural y aquella sonrisa que iluminaba la oscuridad… la misma sonrisa que Narcisa había tenido de pequeña.
-Voy a iniciar el ritual… -murmuró Réficul sin mirar a Bella-… Voy a hacerlo… estableceré un vínculo entre los dos y ella tendrá que unirse a mí para no morir…
-No puedes hacer eso –dijo Bella -. Si ella logra enterarse de lo que quieres hacer, estarías perdido ¡todos lo estaríamos! ¡Tu debe es terminar con ella, no unirte a ella! –le recriminó-. ¡Eres el Mal! ¡Las Tinieblas y las Sombras que Tom construyó y creó para ti debes volver a instaurarlas! ¡Los magos deben temblar ante la pronuncia de tu solo nombre y los muggles deben morir a manos de los descendientes de sangre limpia!
-¡Cállate!- Una bofetada cruzo el rostro de Bella. ¿Cuándo se había acercado tanto a ella?-. ¡Tom no existe! ¡Me uniré con ella y su poder será el mío y las Tinieblas y el Mal se instaurarán en el mundo mágico y el no mágico y gobernaré sobre todos! ¡Pero Lucía Malfoy va a ser mía! ¿Entiendes? –un gesto con su mano y el cuerpo de Bella fue elevado dos metros por encima del suelo.
Bella sintió como una mano la agarraba de la garganta impidiéndole respirar. Podía sentir como el aire se le acababa y como las vértebras del cuello le crujían levemente; el cierre sobre su garganta la había respirar entrecortadamente sintiendo la necesidad de tomar aire de donde no podía tomarlo; sus ojos se abrieron y se toparon con la mirada de Réficul, impasible, imperturbable, dispuesto a matarla si le llevaba la contraria. Llevó sus manos a su propio cuello en un vano intento de liberarse de la mano fantasma que la tenía sujeta. Sólo consiguió cansarse y necesitar más aire que no llegó a sus pulmones. Quemaba. Su piel quemaba allí donde la mano invisible la tenía cogida; cerró los ojos no pudiendo resistir ver el odio en la mirada de Réficul.
Y cuando creía que ya no podría soportar más la angustia de intentar respirar y no conseguirlo, se vio libre del agarre y su cuerpo colisionó contra el suelo.
-Nunca vuelvas a contradecirme –la voz de Réficul le llegó clara-, madre –añadió con desdén.- Bella, incapaz de articular palabra, asintió levemente.-. Prepara el ritual.
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-¡Soy un idiota! -Harry y Pansy se miraron mutuamente sentados en el sofá de sus habitaciones en cuanto escucharon la exclamación de su hijo inmediatamente después de que la puerta fuera azotada con rabia contenida-.¡Papá, mamá!
-¿A quién le toca? –preguntó Harry mientras ojeaba una revista de quiddich.
Pansy elevó su mirada del libro de herbología que estaba leyendo para preparar su clase con los hufflelpuffs y slytherins de segundo año y miró a su esposo que parecía estar pidiéndole clemencia con la mirada. Pansy rió para sí misma; sabía lo mucho que Harry adoraba esos minutos a solas leyendo revistas sobre su deporte favorito, pero no podía hacer nada, aquel día le tocaba a él.
-Creo que a ti, cielo –le respondió divertida-. Yo hablé con ellos la semana pasada, cuando Amy se quejaba de la sobre protección de James, ¿recuerdas?
-¡Papá!
-Sí, sí, tienes razón… -se quejó el hombre mirando a su esposa-. ¿Veredicto? –preguntó después de escuchar el grito de su hijo.
-¡Mamá!
-Problemas del corazón –sentenció Pansy -. No es tan malo… sólo apóyale ¿de acuerdo? –añadió al ver la cara de horror que Harry había puesto ante tal sentencia.
-Está bien, está bien… pero sólo lo hago porque te quiero –dejó a un lado la revista y se inclinó sobre el sofá para besar a su esposa. Un nuevo grito-. Voy a matar a ese niño… parece que tiene el don de la inoportunidad… -bromeó.
-Lo sé, -le besó ella esta vez-, se parece a ti.
Harry rodó los ojos.
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-¿Qué ocurre? –preguntó Jack mirando a Amy. La chica volvió a negar y Jack la siguió mirando. Después de decirle a Jen que Dani la buscaba en la enfermería y de asegurarle que Adam estaba bien, ambos había decidido ir a la biblioteca a terminar la redacción de Jack, redacción que seguramente después tendría que dejar a James, pero que no le importaba. Sin embargo, Amy se había pasado más tiempo mirándolo a él que indicándole los pasos a seguir para tener una buena redacción-. Amy, llevas media hora mirándome y cuando haces eso es porque me quieres decir algo y no te atreves… ¿qué ocurre? –le susurró cansado.
-La próxima semana es el cumpleaños de Adam… -murmuró ella-… sólo estaba pensando en algo…
Jack la miró divertido. El rubor en sus mejillas, sus ojos brillando de culpabilidad, el modo en que se pasaba continuamente la mano por el cabello para colocarse el mechón de pelo detrás de la oreja y la forma inconsciente en que jugueteaba con la cadena de oro que llevaba en el cuello de la que colgaba una pequeña medalla con su nombre, regalo de Hermione... todo le indicaba que estaba nerviosa y eso sólo podía significar que estaba pensando en hacer algo que no debería de hacer. Sonrió divertido ante la mirada de ella.
-¿En qué has pensado? –preguntó sonriendo esperando ver la reacción de su chica.
-Podíamos hacer una fiesta… -sugirió ella-… podemos ir a las cocinas y preparar un pastel nosotros mismos y podemos ir a pasar la noche en la sala de los menesteres… ya sabes… sólo nosotros y…
-¿Amy Potter está pensando en romper las reglas? –preguntó divertido Jack arqueando las cejas mientras miraba a la chica.
-No sería romper las normas… -intentó defenderse ella.
-No, claro… ir a las cocinas sin permiso, para lo cual tendríamos que ir de noche, rompiendo el toque de queda, por supuesto –enumeró él con los dedos de la mano-, además está el hecho de fingir que estamos en nuestras torres dormidos, lo cual también tendríamos que hacer cuando fuéramos a la sala de los menesteres a pasar la noche, teniendo que romper de nuevo el toque de queda… rompemos unas… -miró al techo meditando unos segundos.
-Veintitrés normas –se apresuró a decir Amy. Jack la miró divertido-, ¿qué? Las he contado…
-¿Y vas a romper las normas tú? –preguntó fingiéndose escandalizado.
-Olvídalo, sólo era una idea –dijo Amy levantándose de su asiento ligeramente molesta mientras tomaba un libro -, voy a dejarlo en su lugar.- Jack sonrió mientras la veía perderse entre las estanterías y se levantó para seguirla.
Las manos cerrándose en torno a su cintura mientras intentaba colocar el libro en su lugar la hicieron sobresaltarse. La risa de Jack llegó a sus oídos y respiró algo más tranquila.
-Perdona… -le susurró él-… no quería burlarme de ti… en realidad creo que es una idea bastante buena…
-¿De verdad? –preguntó ella recelosa.
Jack la besó en el cuello.
-Claro… ese lado tuyo oscuro que se empeña en romper las normas me resulta muy atractivo… -bromeó entre ocasionales risas. Amy le dio un ligero golpe en el brazo y él sonrió -. Hablaremos con los demás, ¿te parece?
Amy se giró dentro del abrazo de él y poniéndose de puntillas lo besó de manera fugaz en los labios.
-Vaya… un beso en la biblioteca… -bromeó él de nuevo-… ¿qué será lo próximo?
-Idiota… -le susurró ella antes de volver a besarlo.
Jack sonrió. Definitivamente le gustaba esta chica.
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-Papá, ¿qué pasa cuando te enamoras de alguien de quién no te puedes enamorar?
Harry miró a su hijo mientras se decidía entre reír divertido por la exasperación que James mostraba dando vueltas de un lado a otro y revolviéndose el pelo continuamente y decirle que le había interrumpido su lectura de quiddich por algo tan natural como era enamorarse de alguien. Optó por algo intermedio.
-¿Te has enamorado? ¿De quién te has enamorado?
-¿No me has oído? De quien no me puedo enamorar –repitió bastante fastidiado James.
-Si te has enamorado no la pagues conmigo James –le sonrió a su hijo-, a ver, siéntate y dime qué ocurre.
James a regañadientes obedeció a su padre y se dejó caer en el sofá junto a él. Silencio. Ambos se miraron. James desvió la mirada mientras se revolvía el cabello. Harry sonrió para sí; su hijo sólo hacía aquel gesto cuando estaba nervioso.
-Creo que me gusta alguien que no debería de gustarme… -dijo muy serio James.
-¿Por qué crees que no debería gustarte? –preguntó Harry.
-Pues… -James lo meditó unos segundos, no podía decirle a su padre "mira, es que resulta que creo que me gusta Lucía, pero como ella es sólo mi mejor amiga y no quiero perderla pues no puede gustarme"-… pues porque no –dijo de forma categórica.
-James –rió suavemente- no puedes decidir quién te gusta y quién no y de quien te enamoras y de quién no… A veces, simplemente ocurre que el corazón guía a tus sentimientos sin que tu cabeza lo quiera. No puedes controlarlo todo.
-¡Sí puedo! –gritó James. Harry lo miró -. Lo siento… no quería gritarte…
-Está bien –hizo un gesto despreocupado con la mano-, no importa. ¿Conozco a la chica?
-Si estás pensando que te diré quién es para que vayas a hablar con ella, estás muy equivocado papá.
-Esa no era mi intención, pero ahora que lo mencionas…
-Papá –dijo James en un tono de advertencia completamente avergonzado.
-¿Qué te ocurre cuando la ves? –James lo miró y Harry enarcó una ceja-. Hablo en serio Jamie, ¿qué te ocurre cuando la ves?
-No lo sé… la cabeza me da vueltas y empiezo a pensar en tonterías y… -resopló.
Harry sonrió.
-Tu mundo se vuelve del revés y todo tu universo gira.-James lo miró con el entrecejo fruncido-. Contesto a tu pregunta inicial, "¿qué pasa cuando te enamoras de alguien de quien se supone que no puedes enamorarte?" Ocurre exactamente lo mismo que cuando te enamoras de alguien de quien se supone que sí puedes enamorarte… -le sonrió.
-Pero es que no puedo enamorarme de ella –insistió James.
-¿Por qué no? ¿Os lleváis mal?
-No, al contrario… -sonrió-… es una chica increíble, inteligente, bonita, con un sentido del humor especial y acepta mis bromas –añadió como si aquello fuera lo más importante del mundo-, siempre está cuando la necesito…
-Pues yo no veo el problema… -dijo Harry mirando a su hijo.
-Papá… no quiero arriesgarme a perder la amistad que nos une…
-James… a veces, tienes que arriesgar para ganar –le dijo Harry sonriendo-. Comprendo que no quieras hacer o decir nada para no romper tu amistad con esa chica, pero piensa por un segundo lo que puedes sentir si se te escapa la oportunidad de estar con ella… -James lo miró-. Quizá es mejor que pierdas tu amistad con ella si ganas la oportunidad de quererla y de que te quiera… -James frunció el ceño mientras pensaba en las palabras de su padre-. Además, debe de estar loca si no te acepta –le revolvió el pelo en un gesto cariñoso que consiguió liberar la tensión del momento.
-Gracias papá –lo abrazó fuertemente-, sé que no te lo digo muy a menudo, pero te quiero, lo sabes ¿verdad?
Harry lo abrazó más fuerte y lo besó en la cabeza.
-Claro que lo sé, mocoso –le dijo sonriéndole-, claro que lo sé…
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-Os digo que no fue nada –insistió de nuevo Adam-. La culpa fue mía por ir a meterme donde no debía…
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que tomé el pasillo incorrecto en el momento menos adecuado Dani, no pasa nada… -se giró hacia Lucía -, ¿no se supone que debo descansar? –preguntó quejándose mirando a la chica rubia.
-¿Así es como nos agradeces que nos preocupemos por ti? –dijo fingiéndose ofendida Jen mientras colocaba sus manos en las estrechas caderas y miraba a su primo con el ceño fruncido.
Adam suspiró. Cuando Dani y Jen adoptaban esa actitud maternal tan propia de su abuela Molly era imposible hacerles cambiar de opinión. Y es que a pesar de que Dani pertenecía a Ravenclaw, los Gryffindors se habían acostumbrado a verla por su sala común durante la última semana, tiempo que Adam había pasado sentado en el sofá o tumbado, según exigencias de las dos pelirrojas que no dejaban que moviera ni un solo dedo a pesar de que él afirmaba que estaba bien y perfectamente recuperado; sus primas no lo dejaban cansarse y era precisamente eso lo que empezaba a cansarlo. Lucía se compadeció de él mientras que Jack y James sólo podían reír ante la actitud del mayor de los Weasley que temía incluso moverse a buscar una manta por miedo a que alguna de sus primas lo viesen y le regañasen por ello.
-Valiente… -le murmuró en tono de burla James a Adam. Adam lo miró con sus ojos azules oscuros unos segundos en los que el rubio no pudo reprimir una carcajada.
-Lucía por favor… -casi suplicó el mayor mirando de reojo a sus primas que parecían encaprichadas en construir algo, que seguramente terminaría atentando contra su persona, para que pudiera subir y bajar a los dormitorios sin tener que moverse del sofá. A veces esas dos pelirrojas juntas le daban miedo.
-Está bien –dijo divertida Lucía.
-Vamos… deja que nos divirtamos un poco más a su costa… -pidió Jack. Amy le dio un codazo cariñoso.
-Dani, ¿no deberías estar con Clark? Va a pensar que te has pasado a la casa enemiga… -la aludida la miró como si acabase de recordar algo muy importante y olvidó los planos que tenía en la mano-, Jen, escuché hace rato a los Slytherins de primero… dicen que están a salvo… como últimamente no has gastado ninguna broma…
-¡Clark!
-¡Slytherins!
Dos remolinos pelirrojos abandonaron la sala común de Gryffindor tan deprisa que los más pequeños apenas pudieron pronunciar wingardium leviosa con el acento adecuado antes de que Danielle y Jen desapareciesen de su vista.
-Gracias, gracias, gracias –repitió una y otra vez Adam mientras juntaba sus manos como si estuviese orando y miraba en dirección a Lucía-, un comentario más sobre cómo no debo levantarme o sobre qué hacer para evitar que el fuego se apagase para que no cogiera frío y me habría vuelto loco.
-Sí, sí, sí, me debes una –bromeó Lucía-. Esta noche en la sala de los menesteres, necesito ayuda con Runas antiguas.
-Tú no tomas esa clase –frunció el ceño Adam.
-Las estoy tomando por mi cuenta –alegó Lucía con un gesto despreocupado-, pero hay un par de cosas que no entiendo y si le pido ayuda a mi madre le dará algo si sabe que quiero coger más asignaturas aún –el pelirrojo pareció meditarlo unos segundos-, puedo llamar a Dani y a Jen en cualquier momento –añadió con una maliciosa sonrisa divertida.
-De acuerdo… esta noche en la sala de los menesteres… -aceptó Adam.
James, Jack y Lucía se miraron sonrientes. Aquella noche se iban a divertir.
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-Tu hija y los demás están planeando algo… -le susurró Hermione al oído de Draco durante la cena.
-Lo sé –Hermione le miró arqueando una ceja-, tiene la misma expresión que tenías tú cuando planeabas algo y Potter –añadió-, habla tan bajo que sólo pueden escucharlo lo que están a su lado, lo mismo que hacía su padre…
-¿Qué crees que es? –preguntó curiosa Hermione -. Espero que no vayan a hacer ninguna tontería.
-Planean una fiesta nocturna en la sala de los menesteres; celebrarán el cumpleaños de Adam –le dijo Draco antes de tomar la copa de agua entre sus manos y dar un sorbo elegante-. ¿Qué?
-¿Te lo ha contado Lucía?
-Algo así… -añadió sonriendo-… digamos que le hice un favor y me contó esto a cambio… Por cierto, mira hacia la mesa de Slytherin… creo que alguien tiene algo que confesar –le guiñó un ojo.
Hermione iba a decir algo cuando vio como Nott se levantaba de su asiento y se dirigía hacia la mesa de los profesores. Carter, Smith y Alister le siguieron. Sorpresivamente, excepto para Draco, al parecer, todos acababan de vaciar sus copas de zumo de regaliz, bebida que únicamente se servía en Slytherin.
-Fuimos nosotros quienes golpeamos a Weasley hace unos días –confesó Nott ante el asombro de sus compañeros. Ningún Slytherin confesaba nunca sus faltas, y mucho menos traicionaba a los suyos; sin embargo, parecía que Nott no podía dejar de hablar y contar con todo detalle como habían atacado a Adam cuando él volvía de la biblioteca y como lo habían llevado hasta las mazmorras donde le habían dado una paliza antes de abandonarlo en uno de los pasillos cercanos a Ravenclaw.
Lucía miró a su padre que le guiñó un ojo y ella le sonrió. Él le había proporcionado el veritaserum que Jen y Dani se habían encargado de colocar en el zumo de regaliz. Sonrió cuando toda la mesa de Slytherin se levantó y se dirigió a la mesa del profesorado ante la divertida mirada de cierto grupo de Gryffindors y Ravenclaw y la incrédula mirada del resto de alumnos que no entendían como las serpientes podían acusarse de repente entre ellas y confesar todo lo que habían estado haciendo desde principios de curso.
Algunos alumnos de segundo confesaron haber sido lo culpables del castigo impuesto a los hufflelpuffs cuando el invernadero dos fue inundado de ranas de chocolate. Tres alumnas de cuarto se acusaron las unas a las otras de ser las culpables del hechizo que Aelyn Thompson había sufrido durante la anterior semana, y entre ellas discutían el motivo por el que la habían hechizado para que su rostro se llenase de pequeñas margaritas amarillas que volvían a surgir en cuanto se arrancaban. Los chicos del equipo de quiddich confesaron que habían estado haciendo juego sucio desde el principio de la temporada, provocando caídas en los equipos contrarios y haciendo que los jugadores estuviesen indispuestos y en la enfermería cada vez que podían. Cuando los prefectos de Slytherin se levantaron, todos pensaron que iban a poner paz; en lugar de eso se dirigieron a Dumbledore y confesaron que habían sido ellos los que habían hecho enojar a las sirenas del lago y que por eso ya no se escuchaba la melodía de aquellos seres durante las noches de luna nueva. Mientras los de primero se peleaban por acusarse mutuamente de ser los responsables de que Nott y sus amigos hubiesen sido descubiertos, las chicas de cuarto habían encontrado un grato entretenimiento en acusarse frente a los profesores de ser ellas las que habían incitado a las demás casas a participar en una fiesta clandestina, fiesta que por cierto, era la primera noticia que los profesores tenían. Los de quinto y algunas chicas de tercero mantenían su versión de que habían sido voluntarios en ofrecerse a ir a buscar las cervezas de mantequilla y los whiskys de fuego a Hogsmade y se disputaban el castigo por haberlo hecho.
Hermione miró de forma divertida a su marido que se limitó a encogerse de hombros.
-Creía que eras Slytherin… -le comentó mientras veía como Snape arrojaba furiosas miradas a los que se reían de los de su casa.
-Y siempre seré Slytherin –se encogió de hombros-, no he tenido nada que ver en todo esto… Quizá alguien obtuvo veritaserum sin que yo me diera cuenta –dijo de forma inocente-… y alguien se encargó de ponerlo en el zumo de regaliz… -miró directamente a Amy.
-No lo puedo creer… ¿Amy?
-¿Qué quieres que te diga? Supongo que a veces el espíritu irresponsable y con ganas de meterse en problemas de su padre supera el buen juicio de Pansy –bromeó. Hermione le miró. Su marido se veía satisfecho -. Será mejor que intervenga en todo este jaleo… Te quiero –se inclinó para besarla.
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Draco suspiró cuando vio entrar al grupo de Gryffindor y Ravenclaw de su hija en clase de pociones. Era evidente en el rostro de ellos que no habían dormido demasiado, incluso se atrevería a decir que no habían dormido; seguramente se habían pasado toda la noche despiertos hablando, jugando y tonteando, y seguramente en la mayoría de ese tiempo habían estado riéndose de los acontecimientos de la noche pasada en el Gran Comedor. Prácticamente todos los Slytherins de todos los cursos estaban castigados, eso sin contar a Nott y a sus amigos que habían sido avisados de expulsión, por lo que estaban bajo control las veinticuatro horas del día. Sonrió mientras James Potter y Jack Zabinni se dejaban caer en sus asientos de forma cansada mientras los ojos casi se les cerraba; Amy, a pesar de estar tan dormida como ellos o incluso más, le daba ligeros toques de advertencia a Jack que se había sentado a su lado para mantenerlo despierto, aunque a juzgar por el aspecto del chico no parecía que tuviese mucho éxito. Lucía era la única que parecía que estaba despierta. Enarcó una ceja mientras la miraba con aire divertido; seguramente su hija había sido la primera en decidir quedarse despiertos toda la noche, pero estaba perfecta. Sonrió para sí mientras James era sacudido por Lucía para que se despertara y prestara atención a la clase; seguramente Lucía había tomado alguna poción revitalizante que la hacía verse tan bien. Sus alumnos se veían desastrosos… sólo le quedaba como consuelo que Hermione y Blaise estarían pasando por lo mismo al ver los rostros cansados de Adam y Dani.
Se giró hacia la clase para enumerar los elementos que deberían conseguir para elaborar la poción del día; mientras lo hacía se preguntaba si debía decirle a los chicos que había una poción para permanecer despiertos después de una buena fiesta o si debía dejarles que sufrieran un poquito, quizá podría sacarles algo a cambio… Después de todo, ellos mismos se lo habían buscado. Rió para sí mismo al darse cuenta de que Hermione tenía razón; él seguía siendo y siempre sería un Slytherin.
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Bueno, este es el final… del capítulo jejejeje ¿creíais que iba a dejar el fic así?
Jamás se me ocurriría hacer tal barbarie! Mas que nada porque más de uno acabaría mandándome algún howler o alguna maldición, ¿me equivoco? A ver, la de la sexta fila, baja la varita que te he visto ¬¬
En fin… Ya sabeis,
Adoro vuestros reviews, así que los espero con impaciencia.
Un besito a todos y nos vemos en el proximo capitulo
Nos leemos!
