Hola a todo el mundo! Aquí os dejo el siguiente capítulo!
Aps, sabeis que? La amenaza pasada funcionó! Muchas, muchas gracias por dejarme tantos reviews! Y muchas gracias también a los que se pasaron por mis otros fics y me dejaron su opinión.
Os he contestado a todos los que me habeis dejado vuestro correo y a todos los que he podido contestar; al resto, muchas gracias por leerme, en serio, no sabéis cuanto anima!
Pues nada… nos habíamos quedado en que Ron estaba a punto de confesar a Harry y Hermione quien era, cierto?
Entonces seguid leyendo… a ver si se lo dice…
CAPITULO 22
-¿Debo suponer que mi marido está con Hermione?
-Pansy, ¿qué haces aquí? –Draco la besó en la mejilla mientras la rodeaba por la cintura.
-Acompañé a Harry a traer a los chicos –se encogió de hombros-, supuse que Jack, Jamie y Amy serían demasiado estrés junto para él –ambos rieron suavemente.
-No me extraña… James es tan agotador como su padre lo era… -bromeó Draco lo que le ganó una mirada de advertencia de Pansy-. Era broma, cariño –añadió. Pansy a veces podía dar miedo simplemente con una gélida mirada-. ¿Y qué hacéis aquí?
-Jack tuvo el presentimiento de que a Lucía le había pasado algo y como no se iban a quedar tranquilos hasta que viesen que todo andaba bien… -se encogió de hombros. Draco ensombreció su mirada-. ¿Ocurre algo?
-Lucía… esta mañana se ha encontrado mal… cada vez gasta más energías y creo que los brazaletes que les hizo a los chicos y a nosotros –mostró el suyo-, consumen energía de ella cuando intenta enfocarnos para saber si estamos bien o no… Se niega a recurrir a la aceptación de la magia de los demás…
-Tan terca como su madre y tan orgullosa como tú –dijo Pansy ligeramente preocupada por su ahijada-. ¿Quieres que hable con ella?
-No serviría de nada –denegó con la cabeza-, Potter ya lo hizo y no valió más que para que los dos terminaran con dolor de cabeza… ¿Qué es eso de tan orgullosa como yo? Yo no soy orgulloso –añadió con fingida voz de enojo.
Pansy rió.
-No, claro… ni tampoco eras el alumno predilecto de Snape –añadió con sorna. Draco sonrió a medias.
-No recuerdo que te quejaras de eso –arqueó una ceja y Pansy rió suavemente otra vez. A veces Draco lograba sacarla de sus casillas-. En serio Pansy, estoy preocupado por Lucía.
La mujer rubia miró a su amigo a los ojos. Ojos grises. Siempre le habían fascinado los ojos de Draco, capaces de congelar el mismo infierno si se lo proponía, pero cálidos y cariñosos con aquellos capaces de entrar en el corazón de quien en una ocasión había sido un niño malcriado con ideas estúpidas.
-No sólo es Lucía, ¿verdad? –Draco apartó la mirada de la azul de Pansy, aquella mujer siempre había tenido la capacidad de leerle el alma-¿Qué más ocurre Draco?
-Mi padre… -murmuró Draco-… ¿recuerdas al padre de Blaise? –Pansy asintió y Draco sólo pudo sonreír con cierta tristeza-… Mi padre tiene el mismo hechizo… lo visité el otro día y no puedo encontrar…
-Draco, tranquilo… -le pidió ella cuando vio que el hombre empezaba a perder la paciencia.
Draco respiró profundamente.
-Me he pasado más horas intentando crear una poción que contrarreste el hechizo de las que puedo imaginar… -suspiró-…pero no he encontrado nada… ni siquiera en la sección prohibida y no recuerdo nada de…
-Draco, -Pansy colocó sus manos en el rostro de su amigo-, ambos sabemos que ninguna poción puede revertir ese hechizo –le dijo seriamente-. Deberías descansar… tu padre te necesitará…
-Pansy, mi padre no va a morir –dijo Draco firmemente-. Él no va a morir… no puede morir…
-Draco…
Le dolía ver a su amigo así. Él siempre había sido el fuerte de los tres. Blaise y ella siempre se habían apoyado en Draco y cuando habían tenido un problema del tipo qu hubiera sido, Draco había sido el pilar central del trío de serpientes, como se llamaban entre ellos burlonamente; y aunque en un principio habían adoptado ese nombre para burlarse del trío dorado, se habían dado cuenta de que en realidad ese nombre les estaba muy bien, aunque evidentemente, nadie más debería saberlo.
Ver a Draco en aquel estado, aunque sólo se mostrase así frente a ella y frente a Blaise, aunque quizá también frente a Hermione, pero no estaba segura de ello, le hizo darse cuenta de que era humano y de que de verdad estaba preocupado por Lucius Malfoy. Incapaz de decirle nada, simplemente lo abrazó. Lo abrazó tan fuertemente como pudo, queriendo demostrarle que no estaba solo y que nunca lo estaría.
-Vamos a volar un rato –dijo ella sorprendiéndolo-. ¿Qué? Volar siempre te ha hecho bien, decías que te olvidabas de tus problemas y cada vez que Harry vuelve después de un vuelo con Blaise parece que viene recuperado de energías –sonrió coqueta mientras arqueaba una ceja al más puro estoy Malfoy.
-Oh, cállate… -dijo sonriendo él-… demasiada información sobre Potter, gracias.
Pansy rió con suavidad y tomó la mano de Draco.
-Vamos, anda… hace mucho que no vuelo, ¿me dejas tu escoba?
-¿Mi Rayo Dorado? Ni hablar… -bromeó Draco.
-Oh, vamos… la culpa es tuya… si no me hubieses enseñado a volar en un principio…
La risa de Draco se perdió por los pasillos de Hogwarts mientras Pansy iba dándole argumentos por los que debía dejarle su Rayo Dorado, a pesar de que sabía que Draco jamás se separaría de su última adquisición y mucho menos habiendo sido un regalo de Hermione.
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-Sería mejor que os sentarais –indicó Jones con una media sonrisa incómoda-. Creo que lo que tengo que deciros puede afectaros bastante… -dio un paso hacia ellos, pero Hermione retrocedió y Harry se colocó delante de ella. Jones lo comprendía perfectamente, así que detuvo su avance y se limitó a mirarlos-… Si os quisiera hacer daño ya lo habría hecho…
-¿Quién eres? –preguntó Harry temiéndose la respuesta. En una ocasión Hermione le había dicho que quién pregunta algo corre el riesgo de saber la verdad, sintió que esa frase era cierta en aquel momento más que nunca.-. La otra vez me dijiste que…
-Espera, ¿qué otra vez? –inquirió Hermione.
-Tuvimos una conversación hace tiempo… -dijo Harry-… y me dijiste –se dirigió a Jones de nuevo-… que no eras real, que eras un cúmulo de energía que estabas aquí para proteger a Lucía… ¿eso es cierto?
-A medias –aceptó Jones pasándose una mano por el pelo.
-¿Proteger a Lucía? ¿Por qué habrías de proteger tú a mi hija? –volvió a preguntar Hermione a la que sus hormonas de madre protectora se le habían despertado al escuchar el nombre de su hija.
-Porque soy su protector… -dijo Jones intentando ordenar sus ideas. Estaba resultando bastante más difícil de lo que creía que iba a ser.
-¿Qué quieres decir con qué eres su protector? –volvió a interrumpir Harry.
-Quiero decir que me designaron para protegerla…
-¿Porqué a ella?-interrogó Hermione desconfiada
-Porque es tu hija –respondió Jones empezando a perder la paciencia.
-¿Quién eres? –volvió a repetir Harry.
-Bueno, basta ya. –pidió casi al borde del histerismo - ¡Si queréis que os lo cuente todo, tendréis que estar callados y luego contestaré vuestras preguntas, pero no sigáis haciendo eso porque terminaréis volviéndome más loco que los gemelos el día en que me engañaron con sus caramelos de broma!
Hermione se llevó una mano a la boca para ahogar un grito. Los ojos verdes de Harry se abrieron subitamente y miraron al profesor que tenía delante casi escaseándolo para encontrar una razón de lo que había dicho; tan sólo una persona hablaba así de los gemelos… Jones suspiró. Quizá si se mostraba cómo era todo sería más fácil.
-No quiero que os asustéis, ¿de acuerdo?
Se concentró en su poder. Notó como el cabello negro desaparecía y como se acortaba cambiando de color a un rojizo suave; las pecas volvieron a ser visibles en su rostro blanco y sus ojos azules recuperaron su color azul claro. Hermione y Harry lo miraron unos segundos, incapaces de decir o hacer nada. Algo cohibido, Ron levantó la mano derecha a modo de saludo y la dejó caer encerrándola en su bolsillo.
-¿Qué tal chicos? –preguntó sonrojado y con las orejas rojas.
Esperaba que le gritaran, esperaba que le reprocharan el no haber dicho nada, esperaba muchas cosas, pero no esperaba lo que ocurrió a continuación. Con pasos temblorosos, Hermione se acercó a él y estiró sus manos hacia su rostro, en un gesto de palparlo para asegurarse de que estaba allí, de que no era producto de su imaginación como tantas veces le había ocurrido. Ron sintió la suavidad de la piel de ella y sonrió mientras la miraba, esperando cualquier reacción en su rostro y notando como los ojos de Hermione se aguaban. Antes de preguntarle qué ocurría, sintió como los brazos de ella se enlazaban en su cuello y como Hermione acercaba su cuerpo al suyo propio mientras sollozaba.
-Dios mío… eres tú… Ron…. Eres tú… -murmuró con la cabeza enterrada en el pecho del chico. Y sus sollozos aumentaron cuando Ron correspondió al abrazo aún con los ojos fijos en Harry.
El hombre lo miraba entre sorprendido y asustado. Tenía delante de él a una de las personas que más había querido y apreciado; a alguien a quien había visto morir delante de él, protegiéndole; sus mismos ojos llenos de vida y tranquilidad… Era él… no había duda de que era Ron. No entendía nada; estaba confuso. No podía mirarlo a los ojos, los mismos ojos que había visto años atrás mientras perdía la vida, no podía soportar enfrentarse a ellos de nuevo, no podría enfrentarse al reproche de haberse sacrificado por él… simplemente, no podía enfrentarlo…
-Harry… -murmuró Ron sabiendo lo que estaba pasando por la mente de su amigo presente-… Tenemos que hablar… tengo que hablar con los dos…
Pero Harry retrocedió cuando Ron pronunció su nombre. Se dio la vuelta y salió de allí corriendo, queriendo refugiarse en algún lugar. Aquello no podía pasar. Aquello no podía estar pasando… aquello no era real.
-¡Harry! –la voz de Hermione le llegó clara. Pero él no se detuvo. No podía parar de correr. No quería enfrentarse a él.
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Narcisa se detuvo unos minutos antes de continuar habilitando la antigua habitación de juegos de Draco para convertirla en la nueva habitación de Alex. La mansión Malfoy eran tan grande que Draco y Hermione, así como Lucía, tenían su propia habitación para dormir allí todas las veces que lo desearan y ya era hora de que el pequeño Alex también tuviera su habitación. Los elfos se había ofrecido a hacer aquello, pero Narcisa había denegado alegando que quería hacerlo ella misma, aunque todos sabían, elfos incluidos, que la verdadera razón por la que lo hacía era porque no quería pasarse todo el día pensando en Lucius Malfoy y en la enfermedad que acosaba al patriarca de la familia, que cada vez se le veía más cansado y más arropado, como si temiese que alguien pudiese ver cualquier resquicio de su piel; incluso su esposa había, por órdenes expresas de él, tomado una habitación contigua a la suya; Lucius no deseaba que Narcisa lo viese en aquel estado más tiempo del imprescindible.
El motivo por el que se había detenido lo tenía entre sus manos. Un pequeño duende de felpa que cuando le acariciabas la nariz emitía dulces canciones de cuna. Un regalo que en una ocasión había sido suyo y que ella había cedido a Draco cuando éste aún era un bebé. Recordaba ese duende; se lo había regalado su hermana Bella un día que habían ido al Callejón Diagón y ella se había quedado extasiada mirándolo desde fuera del escaparate.
Bella… ¿dónde estaría? No había querido preguntarle a su esposo la noche en que él la había visto; pero necesitaba saber si estaba bien… Habían tomado caminos diferentes; a ella, la figura de Lucius la había protegido y a pesar de haberse convertido también en mortífaga, jamás había participado tan ardientemente en la lucha como sabía que lo había hecho su hermana; era como si toda la protección que Lucius le había ofrecido a ella, Bella quisiera desestimarla arriesgando su vida y matando a todo aquel que se ponía delante de ella.
Había adorado a su hermana mayor... ¿cómo no hacerlo? Era su hermana… la que siempre estaba allí, la que le leía cuentos de noche, la que le permitía meterse entre sus sábanas cuando había tormenta y ella temblaba de miedo, la que le había enseñado hechizos y conjuros… Era su hermana… siempre lo sería… a pesar de todo el daño que se habían hecho, a pesar de que Bella había decidido no formar parte de su vida desde el momento en que había contraído matrimonio con Lucius, a pesar de todo… incluso de la muerte de Alex… era su hermana y siempre la querría como tal.
Acarició la nariz del duende y una dulce melodía empezó a sonar. Sonrió con nostalgia… la misma melodía que sonaba cuando Bella le prometió que siempre estaría con ella y que nunca la dejaría… Parecía irónico… la promesa de Bella se había desvanecido en el aire y en cambio, aquel pequeño muñeco seguía intacto.
Un par de lágrimas escaparon de sus ojos. Quería a su hermana y la quería de vuelta, junto a ella; no a la mortífaga, sino a su hermana… olvidándose de nombres, de bandos, de batallas, hechizos y maldiciones… quería a su hermana de regreso… la necesitaba a su lado… y sabía que no podía tenerla sin poner en peligro la vida de su familia… pero Bella también formaba parte de su familia ¿no? Sonrió triste…
-¿En qué momento dejaste de formar parte de mi familia, Bella? ¿En qué momento decidiste dejar de formar parte de mi familia?
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Jack y Amy habían dejado a los otros dos perdidos por el campo de quiddich; Lucía adoraba volar y no había tenido ocasión de hacerlo muy a menudo aquel verano, así que James se había ofrecido voluntario a volar con ella un rato mientras jugaban a ver quién atrapaba la snitch de entrenamiento de James más veces.
-¿No se te hace extraño? –preguntó de repente Jack mientras caminaba por los pasillos. Amy lo miró.
-¿El qué?
-Esto… está tan vacío… odio decirlo, pero debería de haber algún slytherin a quien gastarle una pequeña broma ¿no te parece?
Amy sonrió; aún recordaba la broma del veritasrum del año pasado y el modo en que todos las serpientes habían sido castigados sin excepción, algunos más, otros menos, dependiendo de la función de su auto acusación, pero todos castigados.
-Pues no les echo de menos…-dijo Amy sinceramente-. Ir a la biblioteca sabiendo que no voy a encontrarme con ninguno de ellos es mucho más tranquilo –añadió sonriendo con cierta condescendencia.
Jack sonrió y la abrazó por los hombros en un gesto protector después de soltarle la mano; desde aquel día en que Amy había sido acorralada junto a Dani por Nott y sus amigos, su chica se sentía un poco insegura rodeada de slytherins, y eso, viniendo de una Potter era mucho decir; a pesar de que la chica no le había comentado nada, Jack la conocía lo suficiente para saber qué era lo que pensaba.
-¿Vamos a la torre Norte? –preguntó Jack para alejar aquellos pensamientos de la cabeza de su chica. Amy lo miró con reticencia -. ¿Qué? Dicen que hay una buena vista desde allí… -la besó en la mejilla.
-Jack…-enarcó una ceja mientras miraba a su novio planteándose si en verdad lo decía consciente de lo que significaba ir a la torre norte; la mirada inocente de él le hizo darse cuenta de que no lo decía con malicia alguna. Sonrió dejando escapar una leve risita.
-¿Qué es tan gracioso?
-¿Quién te habló de la vista de la torre norte? –preguntó ella ignorando la pregunta de Jack.
-Adam ¿por qué?
-Debí haberlo supuesto… -dijo ella con fingida desesperación-… sólo Adam podía recomendarte la vista de la torre norte –dijo con cierto sarcasmo.
La torre norte era la favorita por los estudiantes para pasar unas noche en compañía del sexo opuesto, por decirlo de alguna manera, y estaba segura de que Adam había pasado allí muchas noches, y estaba segura del mismo modo, que el mapa y la capa de su hermano había servido para los propósitos del pelirrojo en más de una ocasión; después de todo, nadie quería ser atrapado por los pasillos a determinadas horas.
-¿Por qué? –volvió a preguntar Jack entrecerrando los ojos.
Amy tuvo que reprimir una carcajada. La inocencia de Jack para algunas cosas a veces rayaba lo inverosímil y lo irreal.
-Desde la torre norte únicamente se ve el campo de quiddich –explicó ella pausadamente esperando que él comprendiera que no se iba allí por las vistas.
-Ah, ya entiendo… -Amy lo miró-, debe de ser una vista muy buena del campo ¿no?- Esta vez Amy no evitó reírse-. ¿Qué he dicho? –preguntó algo enfadado.
-Nada, cielo, absolutamente nada –lo detuvo en medio del pasillo y colocándose delante de él lo besó dulcemente-, mejor vamos a otro sitio ¿de acuerdo? –le pidió-, hace mucho que no vamos a ver a las sirenas –sugirió-… o a las hadas –añadió con cierto brillo en los ojos.
Jack le sonrió y la besó de vuelta.
-Vamos a ver a las sirenas… quizá podamos bañarnos con ellas y todo… -sugirió Jack que adoraba aquellas criaturas.
-Pero si no hemos traido traje de baño –protestó Amy.
Esta vez fue ella la que enrojeció cuando Jack alzó pícaramente las cejas y en un susurro demasiado sugerente le dijo:
-¿Y quién ha dicho que los necesitemos?
Amy se quedó sin habla; no entendía como su novio podía ser tan tímido e inocente para algunas cosas y como no se le caía la cara de vergüenza para insinuar otras… Desde luego que Jack Zabinni era todo un caso… pero era su caso.
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-¡Eres un mal perdedor! –le gritó ella entre risas y bromas una vez hubo aterrizado sobre el campo de quiddich.
-No es cierto… estoy seguro de que hiciste trampas… -le reprochó él sin perder la sonrisa.
-Sí, por supuesto, hice trampas con tu snitch de entrenamiento –rodó los ojos-, ¿por qué no aceptas simplemente que puedo ser mejor buscadora que tú?
James estuvo tentado a decirle que eso no era cierto, que él había visto la pelota dorada antes que ella pero que la había dejado escapar las suficientes veces para que ella ganase la apuesta; y también estuvo tentado a decirle que las veces que había perdido era porque estaba demasiado ocupado mirando como se movía con la escoba. Pero no dijo nada, se limitó a encogerse de hombros.
-Todo puede pasar en Hogwarts –dijo repitiendo una vieja frase que había oído a su padre muchas veces-… incluso lo imposible…
Lucía sonrió con cierta tristeza. Sí. Eso era algo que ella sabía muy bien. ¿Quién iba a decir que ella era la protagonista de una profecía? ¿Y quién iba a decir que debería enfrentarse al Mal en todo su esplendor únicamente con quince años y que de esa batalla saldría el destino de la humanidad? Realmente si algo podía pasar en Hogwarts era aquello que parecía imposible. Sintió los ojos verdes de James mirándola de forma interrogativa; agitó su cabeza para quitarse aquellos pensamientos y miró a su amigo de forma dulce.
-Nada –dijo sin darle tiempo a hacer la pregunta-, estoy bien. ¿Volamos un rato más?-James asintió en silencio-. Vamos a sobrevolar el lago… en la zona de las sirenas… hace mucho que no oigo su canto –propuso.
-¿Llevas todo el verano aquí y no has ido a verlas? –preguntó algo burlón Jamie.
Lucía rodó los ojos.
-He estado bastante ocupada ¿sabes? Manejar poderes nuevos, entrenar, estudiar, pensar, fingir que no estoy asustada porque puedo morir… ya sabes… ese tipo de cosas… -añadió quitándole importancia.
-No vas a morir –dijo con seguridad James. Incluso ella se sorprendió de la fuerza con la que aquellas palabras habían salido de la boca de su amigo-. No vas a morir… no voy a dejar que lo hagas… -añadió en un murmullo. Lucía sonrió y girándose hacia él lo besó en la mejilla en un gesto de gratitud que los dos comprendieron.-Vamos a ver esas sirenas… -dijo él sonriendo.
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-Sabía que estarías aquí…
Harry ni siquiera se giró ara saber quién acababa de aparecer a su lado. Sólo una persona había estado con él en aquel lugar y sabía lo importante que era para él; en medio de la espesura del bosque, junto a un pequeño lago, sentado sobre una roca en la que una ocasión tuvo la oportunidad de salvarle la vida a su padrino Sirius y a él mismo durante su tercer año; Hermione estaba con él.
-¿Cómo… él… tú…
Hermione sonrió y se sentó a su lado.
-Está bien, le dije que vendría a buscarte… -tanteó. Harry cabeceó ligeramente para darle a entender que la estaba escuchando aunque pareciera que no lo hacía-… ¿tú estás bien? –se sentó a su lado. Harry la atrajo hacia él y ella se dejó abrazar.
-¿Te ha explicado…
-No… le he dicho que iba a buscarte y que luego nos lo explicaría a los dos –añadió de nuevo indecisa esperando la reacción de Harry.
-No puede ser verdad –se negó él-, no puede ser… no puede ser Ron –terminó diciendo sin mirar a la chica-… tantos años intentando olvidar lo que ocurrió y ahora… Esto tiene que ser una broma pesada…
-No lo sabremos si no le escuchamos –dijo ella con lógica. Harry la miró y dejó escapar una risa mientras negaba con la cabeza-, ¿qué?
-Siempre tan lógica ¿cierto? –ella se ruborizó unos segundos hasta que comprendió que Harry estaba bromeando-. ¿Cómo puedes estar tan tranquila? Él… bueno no es normal que… tantos años y ahora…
-Harry, te quiero, pero ¿podrías dejar de decir las frases a medias? Es una costumbre muy mala que nunca he apreciado –le dijo ella bromeando. Él sonrió recordando todas las veces que ella había dicho aquella frase durante su estancia en Hogwarts; tanto él como Ron solían bromear sobre ello una vez seguros en su habitación con la certeza de que Hermione no podía escucharles, claro que aquel era un secreto que ninguno de los dos había dicho nunca… Ron…-. ¿En qué piensas?
-En las clases de DCLAO, este año Dani tendrá los TIMOS y Adam los EXTASIS –dijo con voz fingida de inocencia-, Hermione, mi mejor amigo, al que por cierto creía muerto porque se sacrificó para salvarme y lo vi morir entre mis brazos, acaba de decirme que está vivo y que quiere hablar con nosotros, ¿tú en qué crees que pienso? –terminó diciendo en un tono demasiado alto. Hermione lo miró -. Lo siento… no debí gritarte.
Se hizo un incómodo silencio que Hermione rompió.
-En la última vez que viste a Ron –Harry la miró-. Bueno, tú has preguntado que en qué pienso que piensas y yo te he contestado –se encogió de hombros-, estás pensando en la última vez que viste a Ron y en el sentimiento de culpabilidad que te está destrozando por dentro desde hace catorce años.
-¿Es que siempre tienes que tener razón? –preguntó Harry.
Hermione ladeó la cabeza como si se lo estuviera pensando y luego negó.
-No siempre… cuando discutimos, la mente fría de Draco casi siempre tiene razón –le sonrió-. Aunque no te negaré que me gusta tener razón cuando discuto contigo.
-Siempre la tienes… -le sonrió de vuelta con aquel aire inocente que no había perdido en todos estos años-. No puedo enfrentarme a él Hermione… simplemente no puedo hacerlo…
-No es sólo por él, ¿verdad? –intuyó Hermione arrojando una piedra al lago.
Harry dibujó la trayectoria de la piedra con su mirada y la vio rozar la superficie después de volar un rato, para hundirse después de forma lenta y pausada. Tenía la sensación de que su vida era como el lago y que cada cosa que hacía o cada decisión que tomaba era una piedra más… su vida continuaría siendo su vida, sólo que nunca sería igual que la vida anterior a que una piedra cayese dentro de ella.
-No, no es sólo por él Hermione… es… es todo… Tú no estuviste allí –le dijo sin reproche alguno-… tú no lo viste morir, no escuchaste su grito desgarrador ni viste sus ojos como perdían la vida… notar como su abrazo se volvía más débil… sentir que no volverías a verlo… -la miró-… Fue entonces cuando perdí la esperanza Hermione… me pudo el desánimo y deseé morir… deseé que todo terminara de una maldita vez…
-Harry…
-Y entonces apareció ella… -sonrió a medias-… y su luz me envolvió y con su muerte, recuperé la esperanza que había perdido con la muerte de su hermano… y ella… ella también murió Hermione…
A esas alturas, los ojos de Hermione estaban aguados y lágrimas caían de los ojos de él corriendo por sus mejillas mientras él intentaba inútilmente secarlas antes de que ella lo viese llorar. Pero Hermione no dijo nada.
-No puedo enfrentarme a él… por mi culpa… Ginny murió… era su hermana ¡maldita sea! ¡yo la quería!... él… si no hubiese perdido la esperanza en aquel momento, ella no tendría que haber… y yo la obligué a…
-Eso no es cierto –dijo tajante Hermione-. Tú no la obligaste a nada –dijo-. Ginny sabía bien lo que hacía Harry; ella tomó una opción, hizo su elección y fue dar su vida para salvar la tuya y la de todos aquellos que ocupaban un rincón en su corazón… Yo también lo hubiese hecho sin dudarlo ni un segundo Harry… por ti, por Ron, por Draco… por cualquiera de las personas que amaba hubiese dado mi vida sin dudarlo ni un solo segundo… -le sonrió mientras le secaba unas lágrimas-… del mismo modo que tú lo hiciste durante tantos años…
-Yo nunca…
-Oh, sí, sí lo hiciste… -dijo ella sabiendo lo que él iba a decir. Lo conocía lo suficiente para saber que a Harry le gustaba pasar desapercibido y nunca alardear de sus méritos, pero esta vez no lo iba a permitir, él necesitaba que le recordaran ciertas cosas-… todas y cada una de las veces que te enfrentaste a Voldemort estabas arriesgando tu vida por nosotros… la arriesgaste para salvar a Ginny del basilisco, la arriesgaste para salvar a Sirius y demostrar su inocencia en tercero, la arriesgaste para salvar a Cedric en cuarto… ¿tengo que seguir? –le dijo bromeando -… y lo más importante Harry nunca lo hiciste para destacar, sino porque te movía el impulso del corazón… Así que jamás, jamás vuelvas a decir que nunca arriesgarías tu vida por los que quieres porque ya has demostrado demasiadas veces que lo harías…
-Todas esas veces fui un estúpido insensato… podría haber muerto…
-Pero no lo hiciste –dijo ella sonriendo-… no lo hiciste Harry… Fue tu decisión ayudar a todos los que pudiste hacerlo… y lo hiciste Harry… mucho más de lo que imaginas…
-Pero no pude salvar a Ginny… ni tampoco a Ron…
-No, no pudiste –concedió Hermione-… dos vidas se sacrificaron para que tú pudieras salvar al mundo de Voldemort… -añadió con cierto tono burlón.
-Esas dos vidas significaban mucho para mí Hermione, tú mejor que nadie lo deberías de saber…
-Y lo sé, Harry, lo sé… por eso te lo digo… Si Ginny o Ron hubiese estado en tu lugar, ¿hubieras dado tu vida por ellos?
-Sin dudarlo –respondió él con sinceridad.
-Si tú podías dar tu vida con ellos, ¿por qué ellos no podrían darla por la tuya? Porque si estás diciendo que tú les quieres más que ellos a ti, déjame decirte Harry James Potter que estás equivocado…
-Era mi obligación –insistió Harry. Hermione le miró y él sonrió sarcásticamente-. ¿No te has dado cuenta aún Hermione? Siempre fue mi obligación… Nací siendo Harry, pero cuando mis padres fueron asesinados, me convertí en Harry Potter –dijo con cierto cinismo-, era mi obligación vengar a mis padres, matar a Voldemort, proteger a todos los que estaban en mi vida e incluso a los que no estaban en ella…
Hermione negó.
-No Harry… Todo lo que has hecho no lo has hecho por obligación… -le sonrió mientras le cogía de la mano-… no fue por obligación que me salvaste de aquel troll en primero, ni fue obligación cuando rescataste a Sirius, ni tampoco fue obligación la vez en que Ron se sentía desanimado y tú conseguiste hacerle sonreír antes de su primer partido…. En todas esas ocasiones Harry… -le soltó la mano y la colocó sobre el pecho de él, sobre su corazón, notando cada uno de los latidos-… en cada una de esas ocasiones no fue obligación… fue amor, fue cariño, fue amistad… llámalo como quieras, pero no digas que fue obligación porque no te creo Harry…
-Pero yo no pude… salvarla… no pude salvar a ninguno de los dos…
-La salvaste de una muerte peor Harry.
Se giraron para mirar a Ron que permanecía entre las sombras de los árboles. Su cabello cobrizo y sus pecas y aquellos ojos llenos de inocencia y de vida… una vida que le había sido arrebatada y que él había perdido.
-¿Qué…
-Si no hubiera muerto en la batalla… Voldemort te habría matado a ti, esclavizando a los hijos de muggles para su antojo y provecho de sus vasallos… -un estremecimiento acarició la espalda de Hermione-… los traidores –miró a Hermione sabiendo que ambos comprenderían que se refería a Draco-… hubiesen sido matados y la masacre hubiera terminado con toda la esperanza de la vida… Ginny… -sonrió-… Ginny hubiese sido condenada a ser la esclava de Voldemort y obligada a calentar su cama por las noches… -añadió con repulsión. Harry y Hermione le miraron-. Ella… ella sabía lo que iba a pasar aquel día… por eso decidió salvarte a ti… igual que yo decidí salvarte a ti, en lugar de a la persona que se suponía debía salvar… Supongo que es una tara genética de los Weasley… te apreciamos demasiado –intentó bromear.
Hermione lo miró unos segundos mientras asimilaba aquella información. Lentamente se levantó y lo encaró; Ron sonrió unos segundos, sabiendo cuál era la pregunta que ella iba a hacerle.
-¿A quién… -carraspeó al notar que le fallaba la voz- a quién… debías salvar?
Ron sonrió cuando la miró.
-A ti. –dijo con simpleza.
Harry se giró hacia los dos. Si Ron hubiese hecho lo que se suponía debía haber hecho, él hubiera estado con Hermione… y él… él tendría que haber muerto en esa batalla. Miró a Ron confirmando sus sospechas y suposiciones y él asintió en silencio; entre ellos nunca habían hecho falta las palabras.
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La oscuridad se cernía sobre la habitación. Oscuridad. Oscuridad era lo único que había conocido, era lo único que jamás conocería y no aspiraba a nada más porque sabía que no había nada más para él. Sus ojos grises… sus ojos grises lo habían mirado fijamente retándolo y él había sucumbido a sus encantos, a esas plateadas dagas que reflejaban sentimientos que él jamás llegaría a conocer.
Se preguntaba cuánto más debería esperar a que ella apareciese. Había hechizado a Lucius Malfoy a propósito, esperando que su nieta fuera a ayudarle con su don de la curación… pero parecía que el patriarca no había dicho nada porque ella aún no había hecho ningún además que indicase que fuera a ir a verlo. No se suponía que aquello fuera a ser así… Ella debía ir a verlo y entonces él la atajaría y la obligaría a unirse a él, tomaría sus poderes y su fuente despojándola de su corazón y su alma, convirtiéndola en nada más que un títere a quien manejar a su antojo y disposición, y entonces él gobernaría el mundo mágico y esclavizaría al mundo muggle, tal y como Bella le había inculcado desde el día de su nacimiento.
Pero nada había salido como esperaba y ahora estaba furioso. Sus esperanzas recaían en Isgark y sus monjes, ellos realizarían el Ritual, ellos conseguirían que Lucía Malfoy se uniese a él por propia voluntad, debían hacerlo, debían conseguirlo antes de que el plazo se agotara.
Furioso, concentró su mente en una persona y murmuró unas palabras en una lengua tan antigua que nadie que las escuchara nunca podría creer que aquello fuese un lenguaje. En alguna parte de la Mansión Malfoy, Lucius se retorció de dolor. Réficul sonrió complacido.
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La puerta del cuarto curso de Gryffindor se abrió mientras una enfadada Amy cubierta de barro entraba seguida de Jack, demasiado dolorido después de reírse tanto que apenas sí podía mantenerse de pie y no reír cada vez que miraba a su chica. Amy se giró hacia él notando como el cabello corto estaba pegajoso a causa del barro reseco, los pantalones negros y la camisa azulada que llevaba cubiertos de barro completamente y ni siquiera quería saber cómo estaría su rostro.
-¿Te parece gracioso? –le preguntó a su novio girándose hacia él.
Quería mentirle y decirle que no, que le parecía un abuso por parte de las sirenas que la hubieran arrojado al barro del estanque únicamente porque habían considerado que nadie podía hacerles la competencia y mucho menos si había un chico guapo delante, era lo que las sirenas habían dicho, por supuesto; pero no podía hacerlo, decir aquello hubiera significado tener que ponerse serio y él no estaba por la labor.
-Un poquito de gracia sí que tiene ¿no te parece? –la mirada que le dedicó Amy fue suficiente para él-, de acuerdo… yo no tengo la culpa de que me consideren guapo –se defendió sabiendo que eso era lo que le había molestado a su "yo no soy celosa para nada" novia.
-Claro y tampoco tienes la culpa de que te tengan en gran aprecio porque vas a visitarla todos y cada uno de los días que estás en Hogwarts, ¿no?
-Sólo paso por allí cuando vengo del entrenamiento de quiddich Amy, lo sabes perfectamente…
-Claro… es decir, ¡todos los días!
Ella cruzó los brazos sobre el pecho y frunció el ceño mirando a Jack esperando por una respuesta válida. Vio como Zabinni tragaba con cierta dificultad, casi podía escuchar los engranajes de su cabeza moverse deprisa buscando una respuesta adecuada.
-¿Y qué más da lo que opinen las sirenas de mí? –le preguntó con una sonrisa-. Lo de que debería importarte es que yo pienso que tú eres más guapa que ellas…
Amy le sonrió.
-Buen intento –le concedió-. ¿Puedes ir a buscar algo de ropa a la habitación de Lucía? Voy a darme un baño –informó mientras se tocaba el cabello reseco.
Jack se acercó y la besó en los labios ocasionando que se llenase de barro él también. Amy le sonrió agradecida por el gesto.
-Enseguida vuelvo –le dijo antes de besarla de nuevo.
-Te quiero… -le susurró ella.
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-El día antes de la batalla, Dumbledore me llamó a su despacho –dijo mirando a ambos chicos-… me dijo que mi destino estaba a punto de llegar y que debía hacer no lo que se esperaba de mí, sino lo que yo esperaba hacer… No lo entendí… al menos no en un principio… -sonrió-…Debía protegerte a ti Hermione… después de todo, eras la persona de quien estaba enamorado –los ojos de Hermione se abrieron gran sorpresa-, ¿qué? ¿la chica más lista de Hogwarts no sabía que yo estaba enamorado de ella? Bueno… supongo que estabas demasiado pendiente de Malfoy ¿no? –Hermione abrió la boca para decir algo pero Ron no la dejó hablar-, no, no te preocupes… Malfoy no es tan malo después de todo… He visto como te ha tratado estos años y te ha hecho feliz, muy a mi pesar mío… porque eres feliz ¿verdad?
-Sí… lo soy… -afirmó Hermione con una sonrisa de enamorada que podría competir con cualquier adolescente de quince años.
-¿Por qué…
-¿Por qué no hice lo que se esperaba? –Harry asintió en silencio y Ron se encogió de hombros-. Nunca me ha gustado seguir las reglas, tú más que nadie deberías saberlo, Potter –bromeó consiguiendo que ambos esbozaran una sonrisa-. Ella ya estaba protegida… -sonrió brevemente al recordar como Malfoy no se había separado de Hermione ni un solo segundo desde que la batalla había comenzado-… y tú necesitabas a tu caballero… -añadió mirando a Harry-… el mismo caballero que te protegió en primer curso en el…
-… ajedrez gigante de McGonagall… -terminó Harry por él. Ron asintió-. Siempre estuviste conmigo… siempre me protegiste… nunca me di cuenta de…
-Lo sé –dijo Ron sonriendo-. Yo tampoco me di cuenta hasta que lo hice… -añadió al ver el rostro confundido de sus amigos-. Siempre pensé que la protegería a ella porque la quería pero cuando llegó el momento… yo…. –suspiró-… Hermione… tú tenías a Malfoy, tenías a tus padres, tenías una familia que te amaba y un futuro junto a él… Harry… Harry no tenía nada… yo aún no lo sabía pero sin mi sacrificio, Harry hubiese muerto aquel día frente a Voldemort y auto culpándose del destino de la humanidad, su alma hubiese vagado eternamente sin posibilidad de reencontrarse con sus familiares ya fallecidos… Él me necesitaba más que tú Hermione… aunque a veces se esforzara en decir que no era cierto… -sonrió mientras lo miraba-… aunque siempre fuera el centro de los dos y el fuerte, él es el más débil del trío dorado…
-Lo sé… -le respondió ella-… Ron… no te culpo por haberlo protegido a él… Puedes estar tranquilo…
-Harry… -Ron se adelantó hasta estar a dos palmos del que una vez fuera su mejor amigo-… Tú no tuviste la culpa… ni de mi muerte ni de la de Ginny… Ella tuvo una visión y sabía qué ocurriría si tú morías ese día… e ibas a morir si no recuperabas la esperanza que perdiste en el mismo instante en que me viste morir… Ginny no te culpó nunca ni yo tampoco… ¿por qué lo haces tú?
-Ginny… ¿Ginny está…
Ron negó con la cabeza.
-No Harry; este es uno de los motivos por los que no quería deciros la verdad acerca de quién soy… -se pasó una mano por el cabello -… Ginny murió Harry y no va a volver, nunca… Conmigo hicieron una excepción, debía proteger a Lucía y el único modo de hacerlo era volviendo y haciendo que confiara en mí –Hermione rió suavemente- ¿Qué?
-Draco no confió en ti desde el momento en que te vio –contestó ella-. Espera a que sepa por qué no confiaba en ti… -un brillo divertido apareció en sus ojos-. Porque puedo decírselo, ¿verdad?
-Sí Hermione, puedes decírselo… de todas formas si no lo haces tú lo haría tu hija… -se encogió de hombros.
-Lucía sabe… ¿¡sabe esto?
-Lo descubrió hace algún tiempo –frunció el ceño-. No deberías dejarla leer tanto, se vuelve muy lista… -añadió.
-Creo que… deberíamos volver… nos hemos saltado la comida y ya está anocheciendo… además creo que Dumbledore y nosotros deberíamos tener una pequeña conversación… -opinó Harry.
Ron asintió. En ningún momento Harry le había tocado o había hecho algún gesto que delatara que quería hacerlo y a pesar de que no quería demostrarlo, le dolía que su mejor amigo aún no confiase del todo en él, aunque si se ponía en el lugar de Harry… él tampoco confiaría en nadie que dijera ser un amigo muerto catorce años atrás. Sonrió. Harry siempre sería Harry. Por suerte para todos.
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Ajenos a todos, Lucía y James habían optado por no ir a visitar a las sirenas; no por nada en especial sino simplemente porque habían visto desde el cielo como las sirenas en cuestión llenaban de barro a Amy bajo la atenta mirada de Jack que luchaba por no reírse o unirse a la batalla que los seres místicos habían iniciado contra su novia; por lo que pudo juzgar Lucía, para bien de Jack, el chico había decidido no participar y en cambio había toma a su novia de la mano y la había llevado hasta un lugar seguro. A pesar de la sonrisa traviesa de James, Lucía se negó en rotundo a ir con esas salvajes… Lo cierto es que en verano se volvían arrogantes, prepotentes y con demasiado tiempo libre… Dumbledore debería hacer algo con ellas. Sonrió de forma malvada… quizá ella podría darles un pequeño susto… ¿y si en pleno verano el lago se congelaba? James miró a su amiga mientras estaba sentada en la hierba. Hacía calor y la sonrisa de Lucía no presagiaba nada bueno.
-Ni siquiera lo pienses –le dijo Jamie demostrando una vez más que la conocía perfectamente-. No te han hecho nada…
-Aguafiestas… -dijo Lucía con una sonrisa. Lo miró pícaramente-. ¿Me lo vas a contar o no?
James enarcó una ceja y Lucía hubiera jurado que era el mismo gesto de su padre… pasar tanto tiempo con Draco Malfoy hacía que a James y a los demás se les pegase sus gestos, claro que también se le pegaban sus demostraciones caballerescas y protectoras y era algo que le agradaba bastante.
-Amy me escribió una carta diciéndome que te pasabas el día entero suspirando y pensativo así que llegó a la conclusión de que te gustaba alguien… -le guiñó un ojo en un gesto cómplice-, ¿te gusta alguien? Soy tu amiga, deberías habérmelo contado… -añadió con falso enojo.
-Y serías la primera en saberlo si me gustara alguien –le contestó -. No me gusta nadie –añadió él deprisa. A juzgar por la mirada de Lucía, quizá demasiado deprisa-. Bueno, me gusta mucha gente, pero no como estás insinuando que me gusta alguien –se justificó ante la divertida mirada de Lucía. La miró unos segundos antes de tumbarse de nuevo en la hierba y mirar hacia las nubes; notó como la cabeza de Lucía se recostaba sobre él y de forma instintiva y tal y como había hecho cientos de veces, rodeó la cintura de ella atrayéndola hacia sí-. ¿ Y a ti… -empezó a preguntar algo dudoso-… ¿a ti te gusta alguien?
Lucía tardó unos segundos en contestar.
-No puedo permitirme ese lujo… -dijo con una media sonrisa entre la broma y la burla.
-¿Qué quieres decir?
-A que no puedo dejar que nadie se acerque lo bastante a mí para que se enamore o para enamorarme cuando ni siquiera sé si voy a seguir viva el próximo verano –le contestó la chica mientras Jamie jugaba distraídamente con uno de sus rizos rubios.
-¿Estás renunciando a enamorarte?
-No Jamie… a eso hace mucho que renuncié… Estoy diciendo que no puedo dejar que nadie se acerque a mí… al menos no de esa forma… -notó el cambio de respiración de James y supo que iba a decir algo, así que lo interrumpió-… no podría perdonarme el saber que alguien lo está pasando mal por mi culpa… Quizá…
-¿Sí?
-Quizá cuando todo esto termine… si sigo con vida… quizá sí dejaría que alguien lo intentara… -sonrió contra el pecho de él. James sonrió y la besó en la cabeza.
-Seguirás con vida, peque… te lo prometo y ya sabes…
-Los Potter siempre cumplen su promesa –dijeron los dos al mismo tiempo para terminar estallando en carcajadas.
-Sí… seguirás con vida Lucía… -añadió él mirando al cielo-… aunque tenga que dar mi vida por ello… -añadió en un susurro que ni siquiera Lucía pudo escuchar.
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Hola! Habeis llegado ya al final del capitulo?
Que os ha parecido? Espero vuestros comentarios eh! No me gusta tener que amenazar a nadie!
Y si os pasais por mis otras historias pues nada :p ya sabéis jejejeje
Bueno, espeo que os haya gustado. A ver, ¿qué creeis que puede pasar en el próximo capitulo?
Bueno, aviso que el proximo capitulo puede ser seguramente un BONUS ya que algunos de vosotros me lo habéis pedido, vale?
Pues nada, un besito a todos, cuidaros y seguid leyendo y escribiendo!
Nos leemos!
