Hola!

Bueno, a ver… como os digo esto?

De nuevo me han bajado los reviews! ¿Es que hay que amenazar con no continuar el fic? ¬¬

En fin… en ese caso… daos por amenazados. A no ser que tenga más de seis reviews por capítulo os quedais sin saber el final de la historia porque que sepais que el fin ya tiene fin :p

Ala, a ver que pasa ahora (jajajajajaja)

Bueno, gracias por vuestro apoyo y por los reviews que he recibido.

Me han pedido un bonus de la boda, del parto de Lucía, o algo así… y he optado por la petición de mano, y es que esta pareja hasta para comprometerse tienen que armar jaleo!

En fin, espero que os guste, un besito y dejad reviews o no subo el siguiente capitulo!

Que disfrutéis leyendo!

BONUS: ¿TE CASAS CONMIGO?

Blaise miraba divertido como Draco posaba delante del espejo. Miró el reloj.

-Treinta y siete minutos –anunció con una sonrisa en la cara.

-¿Qué? –Draco lo miró a través del reflejo del espejo mientras se colocaba un mechón de cabello que insistía firmemente en caer sobre los ojos.

-Treinta y siente minutos –repitió el moreno-. Llevas treinta y siente minutos de reloj delante del espejo intentando que tu pelo esté perfecto, ¿se puede saber a qué es debido?

-Siempre me he preocupado por mi apariencia –explicó Draco como si se tratara de un niño pequeño-, no sé de qué te asombras.

-Has tardado diez, doce e incluso me atrevería a decir que has tardado veinte minutos en peinarte, pero no cuenta porque sólo ha sido cuando tenías alguna cita –añadió divagando sobre el rubio-, el caso es que nunca has tardado tanto y me gustaría saber a qué se debe… -lo señaló con la mano-… todo eso.

-¿El qué? –Draco se giró-. ¿Estoy bien?

-¡A eso me refiero! –dijo exasperado Blaise-. ¡Sólo vas a un maldito castigo! Draco se giró para volver a encontrarse con su espejo parlante que entre silbidos y elegantes frases le mandó el mensaje de que estaba impactante y muy atractivo. Se giró de nuevo hacia Blaise.

-Yo me veo bien.-Blaise se dejó caer en la cama en la que estaba sentado hacia atrás, quedándose tumbado. Draco lo miró enarcando una ceja.-¿Qué?

-¿Vas a seguir volviéndome loco durante mucho tiempo? –preguntó el moreno mirando a Draco con los ojos entrecerrados. Draco le sonrió torciendo la boca, en una clara muestra de "adivina" que a Blaise lo sacaba de sus casillas.

Siempre era igual. Draco era capaz de sacarle información a quien quisiera sobre lo que quisiera, utilizaba el chantaje, la amenaza, la dulzura, la arrogancia y la prepotencia, pero siempre conseguía saber lo que quería saber.

Casualmente, el chantaje era lo que había utilizado contra él para sacarle información sobre lo que estaba pasando, o estaba empezando a pasar entre Luna Lovegood y él. Y si no recordaba mal, con Pansy había pasado de la dulzura a la amenaza en una conversación que no había durado más de cinco minutos antes de que la chica terminara diciéndole que él tenía razón y le dijo todo lo que él quería oír.

En cambio, cuando era él quien debía darle información a otra persona, el pobre o la pobre que intentara sonsacársela, podía terminar loco antes siquiera de que Draco reconociese que Draco era su nombre. Ese era uno de los principales motivos por los que los Slytherins habían cesado de preguntarle cosas al rubio, casi siempre obtenían monosílabos o lo que era peor, frases y respuestas ambiguas más que aclarar nada, confundían.

-De acuerdo, me rindo… -dijo con tono lastimeramente falso.

-¿Te rindes? ¿Te rindes? –preguntó incrédulo Draco-. Vamos… eres un Slytherin, no deberías rendirte tan pronto… Nos das mala reputación a los demás –añadió en tono confidencial.

La mirada de Blaise le hizo reír.

-De acuerdo, tengo un castigo ¿no? –Blaise asintió-. Con el profesor Snape ¿cierto? –él volvió a asentir-. Lo que tú no sabes es que Hermione también está castigada –le dijo enarcando una ceja mientras un brillo aparecía en sus ojos.

La mirada de Blaise brilló unos segundos antes de darse cuenta de lo que Draco quería decirle.

-No es cierto… -dijo negando con la cabeza para intentar convencerse más a sí mismo que al rubio que lo miraba sonriendo-… dime que no lo vas a hacer hoy... y dime que Granger no está castigada porque tú le pediste a tu padrino que la castigase…-el chico no le contestó-. ¿Te das cuenta de que si Granger se entera de que tú eres el causante de su castigo, te matará?

Draco rió, se giró y rebuscó algo en su mesita de noche; se giró de nuevo y le tiró una caja de terciopelo decorada con tonos verdosos y rojizos al regazo de Blaise.

-No me matará si le doy esto… -se apresuró a decir.

-Por todos los magos Draco… -Blaise abrió la caja y la volvió a cerrar-. Es bonito… De todos modos, Granger te matará.

-No, no lo hará… –dijo tranquilamente Draco tomando su capa para salir de la habitación; se giró hacia su amigo-. Porque no le daré tiempo para ello –añadió.

-¿Por qué haces esto Draco? Sois demasiado jóvenes para…

-¿Casarnos? –Blaise asintió-. Blaise, es lo que tengo que hacer… Hermione está… embarazada… -le susurró confidencialmente.

-¿Qué?- El grito del muchacho moreno le costó una severa mirada de reproche por parte del rubio de Slytherin. Se sentó en la cama mirándolo fijamente-. ¿Qué quieres decir con que está embarazada?

-Verás Blaise, cuando seas mayor comprenderás que cuando un chico y una chica se quieren, hacen cosas en la cama que consisten en… -empezó a decirle de forma burlona mirándolo muy seriamente-… ¿Seguro que Lovegood no te ha explicado nada de esto?

-Déjalo Draco –le advirtió Blaise a quién no le importaba hablar de sexo con su amigo pero sí cuando se trataba de su vida sexual o su falta de ella con Luna Lovegood.-¿Estás seguro de que…

-Ni siquiera te atrevas a insinuarlo Blaise –le cortó el chico con una mirada fría y cortante.

Blaise elevó las manos en señal de no querer discutir.

-No me refería a eso, sé que Granger sería incapaz de estar con nadie más que contigo, Malfoy –le contestó utilizando su apellido de forma voluntaria-. Quería decir que si estáis seguro de que está embarazada… Puede que sólo sea un…

-Según ella, está embarazada Blaise. Esta tarde debía ir a ver a Madame Pomfray… supongo que ahora me lo dirá… pero Hermione está bastante segura –añadió seriamente.

-¿Por eso te casas con ella? –Draco lo miró. En realidad no se había planteado esa pregunta. ¿Por qué diablos Blaise siempre tenía el don de preguntarle lo que él nunca se había planteado? -¿Draco?

El chico parpadeó ligeramente.

-Creo que también me casaría con ella si no lo estuviera… sólo que esperaría un poco más… -se encogió de hombros-. Me voy, tengo un castigo que cumplir.

Cuando Draco salió de la habitación, Blaise se tumbó en su cama y sonrió.

-Lo va a matar…

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Le había costado mucho trabajo decidir qué anillo comprar, después de todo, sabía que a Hermione no le gustaba alardear ni presumir y prefería pasar desapercibida, así que había optado por un elegante y sencillo anillo de oro blanco con un pequeño rubí brillante engarzado en un pequeño pedestal de esmeralda. Verde y rojo. Dos de los colores de sus casas que los identificaba a ambos.

Caminando hacia el despacho de Severus recordaba el momento en que Hermione le había dicho que creía estar embarazada.

Llevaba varios días nerviosa, irritable y con las hormonas bastante alteradas por alguna razón, así que cuando Draco le regaló un ramo de flores simplemente porque le apetecía regalárselo durante el último San Valentín, en medio de los terrenos blancos de Hogwarts, la chica había roto a llorar. Draco había cometido la imprudencia de preguntarle que si estaba en, literalmente, "sus días del mes" y eso había hecho que la chica llorase más fuerte aún.

Sin saber bien qué hacer, Draco la había abrazado para que se calmase, gesto que siempre funcionaba pero que en aquella ocasión no parecía hacer ningún efecto en ella. Cuando Hermione se separó muy seria y le dijo "tenemos que hablar" pensó por unos segundos que la chica quería romper la relación.

Mientras intentaba asimilar la ruptura aún no realizada, la chica le dijo "creo que estoy embarazada".

Y la miró a los ojos. No mentía. Estaba asustada, terriblemente asustada. De repente, todo parecía tener sentido; los mareos, los cambios de humor, la falta de apetito, sus miradas esquivas, sus manos temblorosas, sus nervios siempre a flor de piel… absolutamente todo parecía tener sentido.

Él la había besado en la frente y le había susurrado "tendrás que hablar con Madame Pomfray, tengo que hacer algo, te quiero" y se había marchado, dejándola en los terrenos, sola y asombrada.

Llegó a la puerta de Snape quince minutos antes de lo acordado, palpó la caja del anillo a través de la tela y suspirando entró después de llamar y escuchar el consabido gruñido de su padrino que decía "adelante".

-Severus, necesito un favor.

Snape le miró pero no dijo nada.

-Granger y yo tenemos que estar castigados juntos y que el castigo sea largo.

El hombre enarcó una ceja. ¿Qué estaba tramando ese chico?

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Cuando llamó a la puerta del despacho del profesor Snape, Draco ya estaba allí. Hermione entró mostrando indiferencia y se sentó en la silla que el profesor le indicó, frente a su mesa.

-Llega tarde –fue el seco saludo del profesor.

-Perdone, pero tuve que pararme a discutir con Peeves porque creía que era divertido ir rociando con fertilizante pulverizado a los alumnos de primero –dijo con cierto tono sarcástico que indicaba que no lo sentía en absoluto-, y dado que yo ya estaba castigada, supuse que dos minutos más de castigo podría ser bueno siempre y cuando mañana no encontráramos a un grupo de siete niños de Ravenclaw con la cabeza llena de arbustos.

Draco tuvo que contener una sonrisa mientras pensaba que después de todo, el invento del pulverizador había surgido efecto, claro que Peeves prometió dejar en paz a los chiquillos de primero de Slytherin, por lo que su casa estaba a salvo. Hermione le dedicó una mirada suspicaz y el chico le sonrió dulcemente pese a que ella no le creyó en su inocente sonrisa; estaba segura de que Draco tenía algo que ver con todo aquello.

Por suerte, Snape pareció preferir ignorar el comentario sarcástico e irónico de su alumna para pasar a centrarse en el castigo que les tenía que imponer a ambos.

-Necesito que alguien ordene los ingredientes para las clases de mañana –Draco lo miró enarcando una ceja y Severus suspiró-. Así que pasarán a la bodega y lo prepararan entre los dos.

Aún no comprendía porqué Draco le había pedido que los castigara juntos y lo que era más le había pedido que el castigo fuese lo suficientemente largo; pero lo más extraño era que el motivo del castigo de Granger había sido que su poción había explotado literalmente y extraña o casualmente, Draco estaba junto al caldero de Granger. Cuando le había preguntado al chico en confidencia, que si había hecho algo, Draco se había limitado a negarlo pero Snape había reconocido en sus ojos aquel brillo de una travesura recién realizada.

-Para todas las clases –añadió. Draco lo miró conforme y sonriente. Hermione abrió la boca.

-Pero… pero profesor… eso nos llevará toda la noche… y tenemos tareas que hacer y ensayos que preparar y…

-Quizá así aprenda, señorita Granger –la cortó el profesor-, a no mezclar ingredientes para según qué pociones. –Hermione bajó la cabeza avergonzada pese a que no recordaba haber cometido el más mínimo error con la poción-. Bien, señor Malfoy queda como responsable.

-Descuide, profesor Snape –le contestó el chico formalmente.

Severus Sanpe suspiró de nuevo antes de indicarles que podían retirarse a la bodega. Nunca llegaría a comprender del todo a Draco.

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Draco observó de reojo a Hermione que estaba terminando de separar las raíces por colores, con el ceño fruncido y sin siquiera dignarse a mirarlo. Suspiró; sabía que la chica tenía motivos para estar enfadado con él, pero no era para tanto ¿no? Desde que se había enterado que la poción había explotado por su culpa, no le había hablado y de eso hacía ya más tres horas…

-Vamos… no será tan malo… -Draco la tomó de la mano con suavidad entrelazando sus dedos con los de ella que no se resistió-… Al menos estaremos juntos… -le susurró al oído.

Hermione sintió un cosquilleo al escuchar el susurro de Draco, ¿cuándo se había acercado tanto?

-Supongo que sí… -admitió ella regalándole una pequeña sonrisa-… aunque aún no comprendo cómo es que mi poción explotó… -frunció el ceño-… seguí todos los pasos…

-Sólo fue un error, princesa –le dijo Draco intentando desviar su atención hacia otro lado-. Vamos, hay que bajar por este pasadizo –dijo guiándola-, la bodega de Snape está bastante cerca del despacho del director.

-Pero no entiendo cómo fue que…

-Quizá pusiste primero el aguijón antes que las escamas de dragón –dijo quitándole importancia el chico.

-No –frunció el ceño con gesto pensativo-, no fue así. Aparté a un lado las escamas y el aguijón para poner las escamas primero, luego me giré para prestarle a Harry un poco de piel de serpiente y después volví a girarme para poner mis ingredientes… cuando eché las escamas… -abrió los ojos y dejó de andar.

Draco la miró.

-¿Qué?

-El aguijón no estaba… -dijo ella-… cuando me giré –añadió al ver la cara de incomprensión del chico-, cuando me giré las escamas seguían sobre la mesa, pero el aguijón no estaba.

-Seguro que…

Hermione se separó de Draco.

-Draco, te lo voy a preguntar una vez y no voy a volver a repetirlo ¿está bien? –el chico asintió, sabiendo de antemano la pregunta que ella iba a hacerle-. ¿Hiciste que mi caldero estallara?

Y claro, él había preferido decirle la verdad que engañarla y ahora se encontraba en una bodega llena de ingredientes para pociones, con la chica que quería en el otro extremo de la habitación, sin que ella le dirigiese ni siquiera la mirada y con una cajita en el bolsillo de los pantalones que estaba esperando ser entregada… y todo por no mentirle…

-No puedes ignorarme de por vida –le espetó Draco.

-¿Quieres apostar a que sí puedo? –le dijo ella algo sarcástica. Y antes de que Draco pudiera replicar siguió hablando ella sola-. ¡Es la primera vez que me castigan! Y encima, por algo que no he hecho… ¿sabes que ahora este castigo saldrá reflejado en mi expediente? Y claro, como Snape me parecía tanto –añadió en tono sarcástico-, seguro que no pone en sus notas que soy una inepta para su clase cuando sólo he hecho explotar una poción –miró a Draco-. ¡Tú has hecho que explote una poción y además…

Se calló de repente, mirando a Draco como si lo que había estado a punto de decir fuese uno de los peores crímenes que podría haber cometido. Draco había sacado magistralmente la cajita de terciopelo y la tenía puesta delante de los ojos de ella, abierta, dejando que la chica contemplase el anillo.

-¿Qué significa esto Draco?

-Pues es un anillo –le contestó el chico divertido por la expresión de ella-. Verás, es costumbre que se le regale a la mujer que amas cuando le pides matrimonio –añadió risueño.

-¿Matrimonio? ¿Me estás pidiendo matrimonio?

Draco le sonrió.

-Sí, si quieres aceptarme –le sonrió.

Hermione sintió que las piernas le temblaban y tuvo que sentarse en una de las sillas mientras su cabeza empezaba a repasar mentalmente la situación. Draco le estaba pidiendo matrimonio. No podía ser, eran jóvenes, muy jóvenes, demasiado jóvenes… no podía ser cierto. Draco se había vuelto loco. Eso era, era la única explicación posible para que él hiciera eso.

-Draco…

-¿No quieres casarte conmigo? –preguntó el chico preocupado por la respuesta de ella que no llegaba-… Creí que querrías hacerlo… después de… bueno… ya sabes… -posó su mirada unos segundos en el vientre plano de Hermione y la chica cerró los ojos para no ver la mirada de él.

Por eso era… Por eso quería casarse con ella… Porque le había dicho que creía estar embarazada…

-Draco… somos muy jóvenes… -empezó a decirle. Draco la miró-… No quiero que cometas un error al pedirme que me case contigo sólo porque creas que debes hacerlo… No deseo atarte a mí sólo porque… -suspiró. Draco la miró.

-Hermione, te quiero… y quiero a ese bebé que aún no ha nacido… cásate conmigo…

-Draco… Yo… no puedo… Además…

-¿Además qué? –preguntó el chico enarcando una ceja.

-Nada –se apresuró a mentir la chica. Demasiado deprisa.

-¿Qué ocurre, Hermione? –insistió él.

-Ya te he dicho que no ocurre nada Draco –le contestó ella levantándose y siguiendo colocando las raíces.

Las manos de Draco se deslizaron por detrás de ella y se aferraron en su cintura; Hermione se puso algo tensa y Draco frunció el ceño notándolo.

-¿Qué te ocurre? –se separó de ella.

-Precisamente eso, Draco… no ocurre nada…

-Hermione, si no me explicas… -suspiró-… yo creí que eras lo que deseabas, casarte, tener una familia… ¿no quieres formar esa familia conmigo?

-¡No! –dijo ella-. No es eso Draco… yo… He ido a ver a Madame Pomfray antes y me ha dicho que no estoy embarazada –le soltó de golpe.

Draco la miró sin saber qué decir. Esta vez, fue él quien se sentó en la silla. Él ya se había hecho a la idea de tener un bebé, un pequeño niño rubio de ojos grises volando en escobas de juguetes por todo el salón de una bonita casa mientras que él y Hermione lo veían sentados en el sofá vigilando que no se cayera o se hiciera daño. Él ya había visto a ese niño… Y ahora, simplemente, no estaba… Ese bebé no existía…

-¿Draco? ¿Estás bien?

-Pero… tu cansancio, tus mareos, tu falta de apetito, tu estado alterado… además, dijiste que no te había bajado el período…

-Fue un retraso –se encogió de hombros ligeramente avergonzada-. Yo… lo siento… no quise que creyeras que te estaba engañando para que te casaras conmigo… Yo no quería que…

Entonces la pregunta de Blaise llegó a su cabeza de nuevo. "¿Por eso te casas con ella? ¿Por qué está embarazada?"

La miró. Estaba de pie, a su lado, con el cabello cayendo sobre sus ojos ligeramente aguados, sus hombros temblando por el esfuerzo de no llorar, su sonrisa apagada, las mejillas sonrosadas. Y entonces tuvo muy clara la respuesta.

-Hermione… -ella lo miró. Seguía sentado, con aquella sonrisa que tanto amaba. Él la cogió de la mano y tiró de ella hasta conseguir que se sentara en su regazo-. Te quiero… Con o sin bebé… te quiero a ti… y quiero casarme contigo –ella lo miró. Draco le secó las lágrimas de sus mejillas-. ¿Quieres casarte conmigo, Hermione? No ahora, cuando estés preparada… Pero no quiero despertar un día al lado de alguien que no seas tú, y no quiero irme a dormir con nadie que no seas tú… Hermione Jane Granger, ¿aceptarías ser mi esposa?

Draco volvió a sacar la caja del anillo y la colocó suavemente en el regazo de ella. Hermione parpadeó unos segundos. ¿Aceptaría casarse con él? No le había pedido matrimonio sólo porque estaba embarazada… sino porque la quería a ella.

-Sí, acepto –le dijo sonriendo aún con las mejillas llorosas.

Tan pronto dijo esas palabras, el anillo se deslizó mágicamente de la cajita de terciopelo y se enroscó en el dedo anular de la chica que lo miró unos segundos antes de que Draco la atrajera contra él y la besara dulcemente.

-Sólo espera que lo sepan los demás… -le susurró Draco aún contra sus labios. Hermione sonrió-. ¿Qué?

-Ronald montará una escena –dijo divertida.

La suave risa de Draco inundó la sala en la que estaban. Ninguno de los dos se dio cuenta de que aún no habían terminado de cumplir el castigo. A ninguno de los dos pareció importarle demasiado.

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Y bien? Que os ha parecido?

Pues nada, dejad vuestros comentarios, ya sabeis que siempre son bien recibidos.

Nos vemos en el proximo capitulo, claro que eso depende de vosotros!

Un besito y cuidaos!

Nos leemos!