Hola! Ya he vuelto!
Bueno, antes que nada y como siempre, agradecer a todos los que me habéis dejado vuestras opiniones, tanto a los que siempre lo haceis como a los que por primera vez lo habeis hecho y agradecerlo por igual a los que estan registrados como a los que no :D
Bueno, quiero deciros que falta poquito para el final y me está dando una pena… creo que psicológicamente estoy tardando más en actualizar porque me da pena que se termine y me da pena perderos como lectores a todos los que me habeis ido siguiendo durante este fic, pero bueno… no se puede tener todo, ¿cierto?
Así que os dejo con el capítulo y espero que sea de vuestro agrado y complacencia.
Un besito para todo el mundo y, no es por hacer publicidad pero, pasaros por mi otro fic y dejadme vuestra opinión (jejejeje, se ha notado mucho que es publicidad? Mmmm tendré que ir pensando eso de estudiar publicidad subliminal :p)
A ver, ¿por dónde íbamos? Ah sí! Leed! Leed! A qué esperáis?
CAPITULO 23
-Aún no sé como nos han convencido… -dijo suspirando Draco mientras se quitaba la ropa empezando por la camisa después de los zapatos.
-Tu hija puede ser muy persistente cuando se lo propone –le sonrió Hermione -.Ayúdame con esto –le pidió señalando la colcha de la cama que parecía estar llena de un líquido viscoso verdoso-. ¿Cómo diablos ha conseguido Peeves entrar en nuestro cuarto?
-No sé por qué me imagino que James tiene algo que ver… -murmuró Draco mientras se dirigía a la cama varita en mano-. ¿Cómo hemos dejado que nos convenza?
-Porque Lucía lleva todo el verano trabajando y entrenando y necesita un descanso… no creo que sea tan mala idea que los chicos se queden en la Sala de los Menesteres esta noche… Además, si dejamos que Alex duerma en otro cuarto, ¿por qué no vamos a dejar a Lucía que tiene trece años más que él? Peeves ha puesto esto perdido…
-Puede ser –concedió Draco-. ¿pero era necesario invitarlos a todos? Ya sabes como actúan cuando están todos juntos y ahora hay tres Weasleys…Además, sabes que a Alisa le encanta cuidar de Alex… -añadió refiriéndose a la ayudante que él tenía para sus clases prácticas con los más pequeños- Yo la derecha y tú la izquierda, ¿lista?
-Y este año serán cuatro, recuerda que Susan entrará en primero –añadió ella -. Lista.
-Un, dos tres… fregotego
La colcha quedó limpia. Hermione podría haber hecho aquello sola perfectamente pero necesitaba acercarse a Draco de alguna forma y sabía que él no se negaría a ayudarla. Aún no le había contado lo que había descubierto aquel día y no sabía cómo se tomaría el hecho de que el profesor Jones fuera Ron… Mejor dicho no quería saber cómo se lo tomaría. Ron nunca había congeniado con Draco, no era algo que estuviera oculto o que fuera un secreto y aunque durante los dos últimos años en Hogwarts, desde que ella y Draco habían formalizado su relación, ambos se soportaban ligeramente, no podían estar en la misma habitación si no estaban Harry o ella misma presentes, porque no tenían la seguridad de que no fuesen a matarse mutuamente.
Hermione empezaba a encontrarle sentido a todas las miradas que Draco le lanzaba a Ron en forma de advertencia, y empezaba a entender porqué Draco se había enfadado tanto las veces que ella había quedado con Ron para ayudarle a estudiar alegando que él no necesitaba ayuda. Nunca le había encontrado sentido a nada de aquello pero después de que Ron le confesara hacía unas horas que había estado enamorado de ella… parecía que todo empezaba a tener sentido.
-Draco…
-¿Mmm? –preguntó él mientras se colocaba los pantalones negro del pijama que Hermione le había comprado en su última salida a Hogsmade -. ¿Has visto mi batín de seda? –añadió.
-No, sí… busca en el arcón, encima del arcón –dijo nerviosa mientras se retorcía las manos -… ¿podemos hablar un segundo?
Draco se giró hacia ella con la bata en la mano mientras se la ponía sobre el torso desnudo.
-Claro preciosa, ¿qué ocurre?
-Prométeme que no te enfadarás y que no cambiarás tu actitud y que estarás tranquilo y calmado… Recuerda que lo ha hecho por el bien de Lucía y por el nuestro, aunque en un principio Harry no se lo haya tomado así, pero ¿cuándo Harry se toma a bien que se preocupen por él? Debe de ser por la falta de cariño y atención que recibió durante su infancia, ¿recuerdas que te comenté que dormía en una alacena de niño? ¿A quién se le ocurriría hacerle eso a un bebé? –empezó a decir Hermione. Draco alzó una ceja-. El caso es que cuando nos lo ha dicho no sabíamos como actuar, Harry se ha puesto nervioso y ha empezado a pensar que era su culpa y los recuerdos del pasado han regresado y yo estoy contenta –añadió mirando a su esposo-, muy contenta de que esté aquí, aunque preocupada porque no debería estar aquí si todo estuviera bien y no lo está y dice que está para proteger a Lucía y que se alegra que sea feliz contigo… yo… no Lucía, y además dice que…
-Para, para, para… -le pidió en un susurro mientras la cogía de las manos. Hermione respiró profundamente-. Nunca he conseguido seguirte el ritmo cuando te aceleras de esta forma al hablar… -le sonrió con dulzura mientras la besaba en la frente-. Ven aquí y siéntate –la guió hasta la cama donde la obligó a sentarse y él se puso de cuclillas delante de ella sin soltarle las manos ni un momento-. Bien, ahora, ¿quieres repetirme lo que me has dicho con tranquilidad? A ser posible de forma que yo lo entienda… ¿por favor? –Hermione no pudo evitar sonreír ante el último comentario de su marido.
-No creo que vayas a entenderlo lo diga como lo diga… -dijo ella con una sonrisa nerviosa.
-¿Qué ocurre, Hermione? –preguntó empezándose a preocupar.
Hermione nunca daba tantos rodeos para decir algo, jamás; era clara, directa y sencilla, ese era uno de los motivos por los que se había enamorado de ella; nunca decía nada que no tuviese que decir. En aquellos momentos, mientras divagaba y murmuraba, sabía que algo no iba bien.
-¿Hermione? –volvió a preguntar.
-Draco… -suspiró-… Ron estaba enamorado de mí.
Draco alzó una ceja con un claro gesto divertido.
-¿Eso es lo que me tenías que decir? Eso ya lo sabía desde hace mucho… Weasley estaba enam…
-No, no es eso –lo cortó ella-. La razón por la que lo sé ahora y no lo supe antes, eso es lo que te tengo que decir.
-¿Qué? ¿Te dejó una carta o algo así? –preguntó él. Hermione negó -. ¿Entonces?
-Me lo acaba de decir –dijo-. El profesor Jones… es la apariencia que Ron, como cúmulo de energía protector de Lucía ha tomado –soltó de carrerilla cerrando los ojos mientras esperaba la explosión de Draco.
-¡¿QUÉ!
La mujer se pasó un rizo por detrás de la oreja mientras suspiraba… ahora debía contárselo todo. Sería una noche muy larga.
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En el preciso momento en que Harry Potter entró por la puerta y se dejó caer en la entrada con el rostro enterrado entre sus manos, había dado las gracias porque sus hijos no estuvieran con ellos en aquellos momentos y había dado las gracias porque a la pequeña de los Malfoy se le hubiese ocurrido ir a dormir todos juntos a la Sala de los Menesteres a dormir. No le preguntó nada; no necesitaba preguntar nada; no quería preguntar nada. Se arrodilló junto a Harry y lo levantó con suavidad y firmeza mientras lo tomaba de los hombros; él se dejó hacer y se dejó arrastrar hasta el sofá donde Pansy lo sentó y se sentó a su lado.
Lágrimas. Harry Potter estaba llorando y a pesar de que ella no entendía el motivo ni sabía el porqué, lo abrazó, acariciando su cabello ya revuelto y susurrándole palabras dulces de amor junto al oído. No supo bien el tiempo que estuvo así con él, ni tampoco si era necesario saberlo. Simplemente él necesitaba a alguien que lo abrazase al llorar y ella estaba ahí, como siempre.
-No lo salvé Pansy… no pude hacerlo…-dijo entre ocasionales sollozos-… y él no me reprocha nada… su hermana murió por mi culpa, él murió por mi culpa…
Pansy cerró los ojos con fuerza mientras seguía abrazando a Harry y lo mecía con lenta suavidad contra sí.
-Harry… ¿qué ha ocurrido? ¿qué pasa? No puedo ayudarte si no quieres ser ayudado…
-Ron… El profesor Jones es Ron…
La mujer pensó durante un segundo que su marido se había vuelto loco. Le obligó a levantar la cabeza y clavó sus ojos azules en los de él. Verdes. Verdes como dos esmeraldas, brillantes, atentos siempre al peligro que durante toda su vida lo había perseguido y le había enseñado a permanecer alerta.
Se había enamorado de aquellos ojos; habían sido aquellos ojos los que habían brillado con determinación y confianza el día de la selección cuando rechazó la mano que Draco le había brindado. Demasiada determinación para alguien tan pequeño… Se había encontrado a sí misma preguntándose qué le podía haber pasado para que sus ojos tuvieran aquel deje de tristeza y melancolía que jamás había visto en nadie… Más tarde, cuando escuchó su nombre, supo que la tristeza sería algo que siempre acompañaría a aquella mirada. Con el tiempo había visto como rasgos de felicidad acompañaban su mirada cada vez que estaba cerca de Hermione y Ron… probablemente dos de las pocas personas que lo apreciaban por cómo era y no por quién era. Había visto un pequeño brillo de esperanza durante su tercer curso y poco después, durante el cuarto, el brillo extraño del primer amor había surgido en ellos; la tristeza se había apoderado de las orbes verdes al finalizar el quinto curso… Sirius Black había muerto y no era algo que nadie supiera, sólo que no era comentado excepto en la sala común de Slytherin donde algunos vitoreaban y alababan a Bellatrix Lestrange por haber conseguido sumir al "chico de oro" en una nueva depresión que había llevado la tristeza y la desesperación a la mirada del chico.
Mirándolo fijamente en aquellos momentos casi podía darse cuenta de que había visto todas y cada una de las emociones humanas reflejadas en los ojos de Harry y que a pesar de todo, la determinación de seguir adelante aún cuando todo estaba oscuro y la tristeza se había apoderado de él, era algo que siempre estaba allí; como si fuera una cualidad física como su cabello rebelde o aquella sonrisa tímida e inocente que aún persistía en su cara, como un recuerdo imborrable del niño que una vez y que siempre seguiría siendo. Confusión. Culpa. Remordimiento. Felicidad. Tristeza. Demasiadas emociones juntas en sus ojos.
Harry estaba demasiado confuso para hablar o decir nada en aquellos momentos y sin embargo, sentía que se lo debía a la mujer que amaba.
-Pansy… tengo que decirte algo…
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-¿Estás bien?
No se sobresaltó al escuchar la voz de Blaise detrás de él. Sabía que en cuanto Pansy se enterara del asunto ella misma se encargaría de llamarlo, después de todo, nadie mejor que Blaise, a parte de Hermione, para conocerlo.
-Todo lo bien que se puede estar –dijo sonriendo a medias-. ¿Qué haces aquí?
-Como si no lo supieras –Draco sonrió-, Pansy me llamó y como alguien tenía que traer a tres pelirrojos, me ofrecí… –contestó el moreno entrecerrando los ojos y dirigiéndose al alfeizar de la ventana donde Draco estaba sentado con las piernas colgando hacia abajo. Se asomó y miró; cinco metros de altura -. ¿Sabes que puede ser peligroso estar sentado así?
-No lo es si no vienen a asustarte por detrás –dijo Draco con cierta ironía en su voz.
-Cierto, lo tendré en cuenta por si alguien quiere venir a asustar al gran Draco Malfoy, Príncipe de Slytherin –bromeó él de nuevo. Draco no contestó-. ¿Qué tal la noticia?
-Bien, en realidad –contestó. Zabinni lo miró-. En serio Blaise, estoy bien… Sabía que algún día el pasado volvería y ha resultado que el pasado de Hermione era Ronald Weasley…
-¿No te parece irónico que después de tanto tiempo llevándote mal con él, sea precisamente Weasley quién proteja a tu hija? –preguntó Blaise sentándose junto a Draco pero con las piernas hacia dentro.
Draco se encogió de hombros.
-¿Más irónico que yo casado con Hermione, Pansy con Potter o tú con Luna? –enarcó una ceja y Blaise rió-.¿O quieres decir más irónico que el hecho de que mi hija y el hijo de Potter se lleven tan bien y que tu hijo sea novio de una Potter?
-Vale, vale, ya cojo el punto… -sonrió. Le gustaba Amy. Jack parecía haber sentado cabeza desde que estaba con ella aunque a veces aún dijera ciertas sandeces y tonterías que él le perdonaba alegando que estaba en una edad difícil-. Nuestra vida siempre ha sido una ironía… -Draco sonrió.
-Bien, me alegro que te hayas dado cuenta –bromeó sonriente-. ¿Has hablado con Pansy?
-Sí. Harry está aún intentando asumirlo… ¿Cómo está Hermione?
-Bien, feliz, diferente… No lo sé… Parece que lo ha asumido bastante bien, aunque teniendo en cuenta que nuestra hija se tiene que enfrentar al mal, no creo que esto haya sido un golpe demasiado extraño para ella –sonrió-. Pero creo que ha recuperado una parte de ella misma que no sabía que había perdido.
-Bueno, ha recuperado a su amigo después de catorce años, casi quince de creerlo muerto… -dijo Blaise comprensivo-…es normal que esté contenta. Si yo estuviese en su lugar posiblemente también me sentiría bien –entrecerró los ojos y miró a Draco-, excepto si fueras tú el que regresara.
Draco le devolvió la sonrisa sincera que Blaise le brindaba.
-Sí, yo también te aprecio Blaise –le contestó.
-Si no queréis hablar conmigo de acuerdo, pero Draco… ¿es necesario que intentes tirarte por la ventana?
Ambos se giraron para ver a Pansy en la puerta con aquel porte tan característico en ella y la trenza rubia sobre el hombro derecho. Ambos chicos sonrieron.
-Tranquila Pansy, jamás haría algo así sin pedirte permiso –le dijo Draco en tono jocoso.
-Eso está mejor –asintió ella besando a Blaise en la mejilla y a Draco-. ¿Cómo está Hermione?
-Bien, sorprendentemente bien. ¿Potter?
-Asimilándolo… Creo que está a punto de lograrlo –sonrió al recordar como su marido le había dicho que necesitaba estar solo para ordenar sus ideas. El brillo de la esperanza y la determinación dijo en sus ojos; aquello la había alegrado-. ¿Cómo estás tú?
-¿Y tú? –preguntó a su vez Draco.
-Aliviada… Esto es un peso que Harry llevaba desde hacía mucho y aunque parezca una tontería, el hecho de que Weasley le haya dicho que nada fue culpa suya… lo ha aliviado bastante. Tu turno.
-Estoy bien –Blaise carraspeó-, aunque aquí nuestro amigo no me cree –añadió con cierta condescendencia mientras rodaba los ojos-, Hermione está feliz… Por primera vez en mucho tiempo creo que su cabeza está en Weasley y lo que les acaba de contar en lugar de estar en Lucía… Al menos eso es un logro que merece la pena. –añadió.
-¿Habéis pensado que quizá…
-… Weasley tenga que marcharse cuando esto acabe –interrumpió Pansy a Blaise. Miró a Draco y vio un ligero asentimiento-. Sí, parece que sí lo hemos pensado.
-¿Y Hermione y Harry saben que…
-Lo dudo –dijo Draco-. Hermione no mencionó nada de eso y estoy seguro que me lo hubiera dicho.
-Opino lo mismo; o Weasley no se lo ha querido decir o teme su reacción cuando lo haga…
-Deberíamos estar pendientes –dijo Blaise-, bueno, sé que son vuestras parejas pero son mis amigos también –miró a Pansy-, aunque no sé si Harry entra en esa categoría… -ella le dio un ligero golpe en el brazo y él rió divertido.
-Estaremos con ellos cuando él tenga que marcharse –dijo Pansy-. Es todo lo que podemos hacer.
Draco asintió en silencio. Él tenía otra idea en mente. Por supuesto que estaría con su esposa cuando Ronald Weasley volviese a desaparecer de sus vidas, pero antes de que eso ocurriera, él tendría unas palabras con ese pelirrojo si tenía tiempo, claro. Sonrió maquiavélicamente ante la mirada de sus dos amigos que se miraron entre sí preocupados reconociendo aquella sonrisa en su príncipe de Slytherin… estaba tramando algo.
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-No me lo dijo.
No era una petición, ni una orden, casi era una súplica de alguien que no conoce el porqué de algo. Lo entendía perfectamente, quizá mejor de lo que nadie podría suponer. Con un gesto lo invitó a sentarse y Harry lo hizo a regañadientes.
-¿Por qué no me lo dijo?
-No preguntaste Harry.
-Lo hice, pregunté quién era y me dijeron que era un cúmulo de energía que había venido para proteger a la luz como su guardián, ¡pero no me dijeron que se trataba de Ron!
-A veces las cosas no son tan sencillas Harry… -su voz sonaba cansada.
-A veces las personas no dejan que las cosas sean sencillas –contrarrestó él-. ¿Qué mas? ¿Cuántos años más voy a tener que aguantar el que me oculten cosas? Soy un adulto y tengo mi propia familia… ¿cómo voy a protegerlos si siguen ocultándome cosas?
Dumbledore cerró los ojos unos segundos como si estuviera meditando la respuesta a la pregunta que Harry había hecho. Tenía razón. Sabía que tenía razón. Era adulto y había demostrado con creces que desde siempre había sido muy maduro para su edad… no obstante… cada vez que lo miraba, veía al pequeño niño tímido que había aparecido por primera vez en Hogwarts y que tembloroso como un flan se había sentado bajo el Sombrero Seleccionador. Nadie había dudado nunca del gran aprecio que Dumbledore había sentido por los Merodeadores y Lily… y en cierto modo, todos sabían que el anciano había visto en Harry el nieto que nunca había tenido y al que siempre quería proteger de todo lo malo que le rodeaba, como si de algún modo pudiera compensarle los once primeros años de su vida.
-Harry, antes de contestar… ¿podrías mirar si hay una vasija de barro en la estantería alta? La que tienes detrás de ti –añadió al ver como el hombre se giraba sobre su hombro. Harry se levantó-. Es una vasija muy antigua, bastante a decir verdad –Harry había dado con la vasija, lamentablemente ésta estaba rota en uno de sus bordes, iba a decirlo cuando el director siguió hablando-, me la regaló Nicolas Flamell en mi primer día como director… de eso ya hace –rió-… unos cuantos años… -Harry dudaba de espaldas al director si debía decirle o no que la había encontrado pero que estaba rota. La voz de Dumbledore lo sacó de nuevo de sus pensamientos-… Ni siquiera sé si la tengo guardada ahí o si la tengo en otra parte… pero juraría que…
Harry vio su oportunidad perfecta. Dejó la vasija escondida donde la había encontrado y se giró con su mejor sonrisa inocente hacia el director.
-Lo siento, señor, pero no la he encontrado –el hombre lo miró con una enigmática sonrisa y Harry se sentó en su silla de nuevo.
-Harry… esa vasija lleva rota desde hace treinta años… -le confió-… soy adulto, dirijo un colegio, ¿por qué me ocultaste que la habías encontrado y estaba rota?
-Yo… -se ruborizó y Dumbledore sonrió al darse cuenta de que aún había un niño en alguna parte de ese hombre-… yo no quería que… dijo que era importante para usted y pensé que si…
-Quisiste evitarme el pasarlo mal –dijo el hombre sonriente. Harry asintió-. Por eso me lo ocultaste… ¿para protegerme en cierto modo?
Harry lo miró. Allí estaba de nuevo. Aquella sonrisa enigmática que jamás sabía qué quería decir. Asintió en silencio mientras entendía la treta que el hombre había llevado a cabo.
-A veces, mentimos para proteger a los demás Harry… a aquellos que nos importan en cierto modo… Te ocultarán muchas cosas durante toda tu vida Harry… yo tengo unos años más que tú y aún me las siguen ocultando –añadió con un guiño como si fuera una confidencia. Harry no tuvo más opción que reír-. Eso está mejor. Ahora… estoy seguro que tienes muchas cosas que hacer…
Harry asintió. Siempre sabía cuando le ordenaban que se marchara; era algo que su tío Vernon le había enseñado a base de gritos. Claro que, Dumbledore era mucho mejor.
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Terminó de leer la carta recién escrita y asintió complacida del resultado. No era excesivamente larga, pero era clara y concisa, precisamente lo que se esperaba. Suspiró deseando que ella lo entendiese todo. Las antorchas de las paredes dibujaban su sombra a contraluz; la lechuza casi plateada esperaba a que su ama le diese instrucciones. La mujer dobló el pergamino y lo introdujo en un sobre amarillento. Suspirando se quitó el anillo que llevaba en la mano izquierda y lo abrió, separando el brillante del aro y dejando al descubierto un sello camuflado que hacía años que no lo utilizaba y que esperaba que el receptor de la carta lo supiera identificar. Tomando aire, selló el sobre y se lo entregó a la lechuza que la miró.
-Llévaselo a Narcisa Malfoy –le indicó. La lechuza la miró intrigada y ella sonrió; incluso su animal sólo la reconocería bajo un nombre-, llévaselo a Narcisa Black.
El ave ululó y salió por la ventana; por primera vez desde que había tomado su decisión, supo que había hecho lo correcto. Eternal se alejó de la ventana batiendo las alas, en su pico, un sobre amarillento sellado con el sello oficial de los Black, algo que hacía mucho que nadie veía.
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En algún momento de la noche, las chicas y los chicos se habían separado, aunque ninguno de ellos sabría decir si había sido por la charla que ellos habían iniciado acerca de quiddich, por la pequeña discusión que Jack y Amy acababan de tener ya que él quería contar la aventura de las sirenas y Amy se oponía totalmente o si había sido porque Jen había amenazado a Dani con hechizarla para que cada vez que alguien dijese su nombre ella tuviese que responder "Slytherin es el mejor", si no le contaba porque durante todo el verano Clark y ella apenas se habían visto.
El resultado era que las cuatro chicas se habían reunido en la cama de Lucía y ahora cuchicheaban mientras que miraban hacia la cama de Adam, donde Jack, James y el pelirrojo parecían bastante entretenidos hablando de algo que debía ser bastante secreto, porque intentaban no levantar la voz más de lo necesario y a pesar de que las chicas le habían pedido a Lucía que entrase en sus mentes para saber de qué hablaban, ella se había negado en rotundo alegando que eso era intimidad y que si ellas querían tenerla, ellos también tenían el derecho de tenerla, así que las chicas habían desistido.
-¿Y bien? –preguntó Jen mirando a su prima.
-Olvídalo Jen, no voy a contarte mi vida privada –dijo en un tono medio serio medio burlón la pelirroja.
-¿Por qué no? Se supone que eres mi prima…
-Y lo soy –dijo divertida ella-. Pero me gusta mantener algo de mi vida para mí, gracias… con todos los primos que tengo es imposible tener vida privada… entiéndelo Jen… -le pidió.
-Es cierto, cuando tengas novio, lo sabrás Jen –intentó apoyar Amy a su amiga.
-Yo no voy a tener novio –aseguró la pequeña. Todas la miraron-. Bueno, ¿para qué quedarte con uno si puedes tener a todos los que quieras? –preguntó pícaramente.
-No puedes hacer lo mismo que hace Adam –le regañó Dani.
-¿Por qué? A él no parece irle mal –miró a su primo que en aquellos momentos estaba riéndose de, a juzgar por el rostro rojo de James, del rubio.
-Porque la gente tiene sentimientos –dijo Lucía hablando con calma-. No puedes jugar con los sentimientos de los demás Jen… No puedes estar con alguien y regalar besos como si no significaran nada porque entonces llegará un momento en que no signifiquen nada…
-Pero Adam dice que si no pruebas con todas las personas posibles no sabrás cual es la adecuada para ti –dijo Jen mirando a las tres chicas. Lucía y Dani rodaron los ojos.
-Adam se comporta como un idiota a veces –dijo Amy exteriorizando lo que las otras dos pensaban. Las dos pelirrojas la miraron-. Bueno, ¿me lo vais a negar?
-No, pero es nuestro primo… se supone que debemos defenderle…
-Hay cosas que no se pueden defender –insistió Amy. Se giró hacia Jen-. Tú créeme, cuando encuentres a la persona adecuada lo sabrás sin necesidad de haber estado con medio Hogwarts –le aseguró-. ¿Verdad Lucía?
-Sí, claro…
Pero Lucía apenas estaba poniendo atención a aquella charla. Estaba en otro sitio, en otro lugar… se preguntaba una y otra vez si ella podría encontrar a ese alguien especial antes de morir… Morir… ¿cómo sería morir? ¿Dolería? A diferencia de lo que los demás pudiesen pensar, no le asustaba el hecho de morir; llevaba bastante tiempo asimilando aquello y ya no le daba miedo… no podía permitirse el lujo de que le diera miedo. Sonrió sin darse cuenta cuando pensó en quién podría ser el indicado para ella y sin quererlo, el rostro de Jamie apareció en su cabeza, como desde hacía algún tiempo que aquello estaba ocurriendo.e
-¿Nos estás escuchando Lucía?
Se giró hacia Dani que la miraba con una sonrisa.
-Sí, perdona, estaba distraída… ¿qué decías?
-Que es tu turno para enamorarte y que este año hemos decidido buscarte novio –dijo con tono formal Jen. Lucía miró a Amy de forma interrogante, pero la chica sólo pudo limitarse a encogerse de hombros.
-No creo que eso sea necesario –dio ella rápidamente.
-Jen tiene razón Lucía –apoyó Danielle-, es mi deber de este año ayudarte a encontrar novio, ¿dudas de que no pueda llevar a cabo tan ardua tarea? –preguntó en un exagerado lenguaje
-Quizá simplemente es que no quiera tener novio –dijo Lucía un poco distante mientras enarcaba una ceja en dirección a sus amigas.
-Tonterías –dijo en claramente contrariada-. Las chicas normales queremos tener novio.
-¡Pues yo no quiero! –gritó Lucía. Los chicos se giraron para mirarla. Amy cerró los ojos, sabiendo que posiblemente ella era la única que sabía de las verdaderas razones por las que Lucía evitaba aquel tema. Jen miró a su prima pidiéndole ayuda en silencio y Dani miró a Lucía con los ojos abiertos. No era normal que perdiera el control de aquella forma-. Lo siento… -se disculpó-… estoy algo cansada… Llevo muchos días entrenando, estudiando y… -hizo un ademán con la mano para apartar cualquier otra cosa-… os lo agradezco mucho pero de momento no quiero novio así que no os metáis, ¿de acuerdo? –miró significativamente a las dos pelirrojas que asintieron-. Bien.
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-No, no pienso hacerlo chicos –dijo de nuevo James mirando a los otros dos.
-¿Por qué? Sólo es una cita, te estaré eternamente agradecido –aseguró Adam mirando al rubio con gran interés.
James resopló cansado. Llevaban hablando más de media hora y lo que había empezado como una conversación sobre quiddich se había transformado en una conversación en la que Adam le pedía a James que saliera con Amelia Astons, la prima de su nueva conquista, una Hufflelpuff con poco sentido del humor. James se negaba en rotundo ante la divertida mirada de Jack que, por más que apreciaba las miradas de auxilio que le lanzaba su amigo, había decidido ignorarlas.
-No voy a salir con Astons para que tú consigas tu cita de semana con su prima, Adam –le repitió por décima vez consecutiva-. Jack, díselo tú –pidió ya casi agotado de que sus palabras no fueran escuchadas.
-Lo que pasa es que nuestro amigo aquí presente –señaló con solemnidad a James-, se nos ha enamorado… por eso no puede aceptar una cita con Astons –añadió como si fuera lo más natural del mundo.
-¡Jack! ¡Yo no me he enamorado!- se sonrojó cuando se dio cuenta de que había hablado demasiado fuerte y que las chicas los estaban mirando, pero ninguna dijo nada, para su suerte, parecía que no lo habían oído-. Deja de decir idioteces –añadió en un leve susurro al ver como lo miraba divertido Adams-. Y tú no me mires así…
-¿Y de quién te has enamorado?
-No me he enamorado –recalcó James una vez más mirando a Adam.
Adam lo ignoró y miró a Jack.
-¿De quién se ha enamorado?
Jack abrió la boca para decir algo pero las palabras de James fueron más rápidas.
-Dices una sola palabra de esas locas ideas tuyas, Zabinni y te juro que hoy será el último día que te deje a solas con mi hermana –Jack lo miró-. Puede que no me pueda interponer entre vosotros porque jamás le haría daño a mi hermana, pero sí puedo no despegarme de vosotros en todo el día, ¿te ha quedado claro?
Adam soltó una suave carcajada ante la escena. Sí, James se portaba como un chico que se había enamorado y no quería reconocerlo.
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Narcisa entró en las habitaciones de Lucius deprisa, sin siquiera tocar a la puerta dos veces tal y como siempre hacía demostrando su educación; Lucius arqueó una ceja en su dirección e iba a soltar algún comentario cuando vio la preocupación en el rostro de su esposa y prefirió callarse y esperar.
-¿Qué…
-Acaba de llegar –Narcisa se sentó en la cama de su marido y le tendió con manos temblorosas un sobre amarillento-. Lleva el sello de mi familia.
-¿Quién te ha escrito? Desde que el Señor Oscuro desapareció, los Malfoy están…
-No, no –se apresuró a decir ella mientras le mostraba el sello verde del sobre-… Es el sello de los Black y sólo hay una persona que tiene ese sello a parte de mí. –añadió con voz temblorosa.
Lucius la miró.
-Ábrela –dijo mirando la carta y a su esposa. Narcisa pareció dudar-. No te ha escrito durante años, si lo hace ahora es porque puede tener un motivo… confío en que aún tenga un poco de corazón… -añadió en un suspiro-… ábrela; es tu sello, tu familia, tu carta -Narcisa asintió en silencio mientras sus manos intentaban abrir el sobre. Los temblores de los nervios no la dejaban; Lucius sonrió de forma conciliadora y tomó una de sus manos con la suya. Narcisa lo miró-. Respira hondo y tranquilízate… -le dijo con tranquilidad.
Narcisa obedeció a su marido y respiró hondo, pero en vista de que los nervios aún seguían en sus manos, rasgó el sobre rompiendo el sello con toda la rapidez de la que fue capaz. Sacó el pergamino del sobre y empezó a leer. A medida que leía sus ojos se abrían más.
-¿Qué ocurre Narcisa?
Pero la mujer no contestó. Ahogó un sollozo con la mano y le extendió la carta a Lucius para que él mismo leyera el contenido.
-Hay que avisar a Draco inmediatamente –dijo intentando mantener la sangre fría-. Ve a Hogwarts y dale la carta a Draco antes de que sea demasiado tarde.
-Pero tú…
No quería marcharse. No podía marcharse, no después de haber leído el contenido de la carta. Él estaría vulnerable si se quedaba solo en casa y el Nuevo Señor Oscuro utilizaría eso para ponerlo a su favor.
-Yo estaré aquí cuando regreses –le aseguró él fingiendo serenidad-. No tengo intención de ir a ningún sitio… -le sonrió. Narcisa le devolvió el gesto y se inclinó hacia él para besarlo en los labios con dulzura -. Te quiero…presumida… -añadió recordando el apodo con que solían llamarla en Hogwarts.
-Te quiero arrogante serpiente –contraatacó ella. Sonrió antes de salir de la habitación.
Lucius suspiró al ver la figura esbelta de Narcisa desaparecer del cuarto. Había leído la carta con atención… sabía quién iba a ser la primera opción de Réficul y también sabía que él era la segunda. Por eso había enviado a Narcisa lejos de casa… no quería que ella estuviera presente cuando él lo reclamara para el Ritual.
Llevó una de sus manos quemadas a sus labios y los rozó lentamente, saboreando, con los ojos cerrados, el sabor que ella había dejado en su boca y sabiendo que posiblemente era la última vez que veía a su esposa y el último beso que ella le daba.
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El frío inundó su cuerpo enviando pequeñas descargas eléctricas a la columna y a la nuca. Lucía se revolvió en la cama en sueños arrugando el ceño mientras gotas de sudor caían por su frente. Todo estaba demasiado difuminado. Veía a Alisa en un rincón del cuarto, tendida en el suelo y con la frente sangrando, parecía que había recibido un buen golpe; estaba maniatada e inconsciente. Alguien lloraba. Un bebé de corta edad estaba llorando. La mente de Lucía giró ciento ochenta grados y lo vio. En una cuna hermosa de madera. La conocía. Conocía aquella cuna, era la cuna de Alex. Su mente se acercó al lugar de donde provenía el llanto y se inclinó sobre la cuna esperando una reacción.
Alex estaba envuelto en una burbuja plateada. Lucía se estremeció dentro de su sueño. Ella le había puesto aquel hechizo de protección. Cuando su hermano estuviese en peligro el hechizo lo protegería hasta que alguien en quien Alex confiara lo fuera a buscar. Giró de nuevo. Alisa seguía inconsciente.
Un suave ruido, casi imperceptible surgió del rincón opuesto a la cuna. Lucía se estremeció. Una figura vestida de negro ondeaba su capa a cada paso; su cara, cubierta por una máscara blanca no dejaba nada para saber quién era.
Un paso. Lucía abrió la boca para gritar pero ningún sonido salió de ella. Alex seguía llorando. Otro paso. Lucía se vio a sí misma interponerse entre el mortífago y su hermano. Notó el momento exacto en que la figura negra la traspasó casi como si fuera un fantasma; odio, rabia, dolor y remordimiento… su estado empático entró en contacto con el hombre en cuanto éste la atravesó. Se giró rápidamente. Dos pasos más y el hombre podría llegar hasta Alex.
Alex seguía llorando. La burbuja que lo rodeaba emitió un leve destello y Lucía no pudo evitar sonreír al ver como el mortífago titubeaba en sus movimientos acechadores.
De repente calor. Calor. Le ardía la muñeca donde llevaba su brazalete. La miró dentro de sus sueños, el engarce de Alex brillaba con intensidad. Estaba en peligro.
-¡¡ALEXANDER, NOOO!
Se despertó sobresaltada, la frente empapada en sudor. James a su lado se revolvió inquieto y se despertó al escuchar el grito de Lucía. Antes de poder preguntar nada la chica salió de la cama con gran ruido atrayendo la atención de todos los presentes que se habían despertado al escuchar gritar a la chica rubia. Una sola frase antes de que atravesara la estancia y saliera por la puerta.
-Quedaos aquí. No se van a llevar a mi hermano.
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Y bien? Que os ha parecido? Llegará Narcisa a tiempo? Qué es lo que Bella le cuenta en su carta? Lucius será reclamado para el Ritual? El sueño de Lucía sólo ha sido un sueño?
Bueno, supongo que si quereis saber la respuesta a estas preguntas debereis dejar vuestras opiniones y reviews :D
Y recordad que el mundo de Harry Potter ha sido creado por Rowling y que yo no me beneficio en absoluto nada más que para divertirme un rato escribiendo.
Un besito, sed felices y cuidaos! Nos vemos en el proximo capitulo.
Nos leemos!
