Hola a todo el mundo!

Espero que esteis bien. Lamento el retraso así como haber tardado más de lo normal en responder reviews, pero comprended que yo también tengo una vida fuera de este fic (aunque no lo parezca jajajaja :p)

Estaba liada con las clases y eso… pero bueno, por cierto, que tal os han ido las clases a todos los que estudiais?

Bueno, vale, tampoco es para que me mireis así… (bajad las varitas, que ya pongo el capitulo, ya)

Jo… que agresividad por saber qué ocurrirá… ¬¬

En fin, espero que os guste el capítulo vale? Ya me contareis que tal!

Que os divirtáis!

CAPITULO 24

James miró hacia la puerta por donde había desaparecido Lucía. Miró a los otros chicos y rápidamente tomó decisiones; se pasó una mano por el cabello revolviéndolo y luego por la cara en un intento de despertarse. Si Lucía creía que iba a quedarse allí quieto, estaba muy equivocada, debería conocerlo bastante mejor que eso.

-Jack, Amy, avisad a nuestros padres. Jen, Adam, buscad al director Dumbledore –asintieron-. Dani, tú y yo vamos a buscar a tío Draco –la pelirroja asintió-. En diez minutos en la habitación de Alisa, Alex estaba durmiendo esta noche allí.

-¿Pero qué ha pasado? –preguntó Adam mientras se colocaba la capa deprisa sabiendo que los pasillos a esas horas eran fríos -. Toma –le dijo pasándole la suya a Jen que aceptó sin rechistar como hubiera hecho en cualquier otro motivo; incluso la más pequeña de ellos sabía que algo andaba mal.

-Lucía se despertó gritando el nombre de Alex –dijo James mientras se dirigía a la puerta-. Vamos, no podemos perder tiempo.

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(desde aquí hasta el próximo aviso, teneis que tener en cuenta que son acciones simultáneas, es decir, que se producen al mismo tiempo, ok?)

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Narcisa extendió el sobre con el sello rasgado a Albus. El hombre la miró unos segundos antes de volver sus ojos hacia la carta y volver a mirar a la mujer que tenía delante.

-Narcisa… este sello…

-Es el de la familia Black –confirmó ella-, ahora únicamente lo tenemos mi hermana y yo… -añadió-. Es una carta de Bella… Me informa que… -pero no podía continuar hablando, no pudo decir nada más.

-Tranquila… ¿puedo? –preguntó señalando el sobre. Ella asintió.

Albus sacó el pergamino del sobre y sonrió para sí mismo con cierta melancolía al reconocer aquella caligrafía fina y delicada que hacía tiempo que no veía. Sus ojos se oscurecían a medida que avanzaba en su lectura, repasando algunos puntos para asegurarse de que estaba leyendo bien y no se estaba equivocando.

-Narcisa… ¿estás segura de la veracidad de esta carta?

Narcisa asintió en silencio.

-Desde que se realizó mi matrimonio con Lucius… Bella se apartó de mi vida de forma definitiva, apenas nos veíamos en las reuniones de mortífagos cuando Lord Voldemort nos convocaba a todos… -sonrió muy a su pesar-… pero ella no me mentiría en algo así; jamás se atrevería a engañar a su propia hermana, Albus –le miró fijamente-. Soy todo lo que le queda –se encogió de hombros-, quizá por eso ha querido avisarme; ella sabe que si algo le ocurre a Draco, la pena sería demasiado grande para que yo la soportara sola…

-¿Confías en que el comunicado de esta carta sea auténtico? –volvió a preguntar Albus.

-Completamente –afirmó ella con serenidad-. Además, me la hizo llegar a través de Eternal –Albus la miró sin comprender-. Es una lechuza especial que mi hermana recibió como regalo de bodas de Lestrange –dijo-; no acepta llevar un mensaje si su información es falsa. Bella solía utilizarla para comunicarse con Lord Voldemort, de esa forma él se aseguraba de que ella siempre le decía la verdad.

-Comprendo… -asintió el hombre-… Si están planeando poner en marcha el Ritual es porque se ha dado cuenta de que se agota el tiempo y Lucía ha adquirido más poder del que él quería que obtuviese. Si mal no recuerdo… ese ritual incluía la sangre de un miembro de la familia, ¿no?

Narcisa negó.

-Se necesita la sangre de un familiar masculino que esté ligado sentimentalmente con la víctima… cuanto más cercano el familiar, más probable es que de resultado.

-Eso nos deja con Lucius, Draco y Alex… -murmuró el hombre.

Narcisa iba a decir algo cuando escucharon voces.

-¿Y qué propones? –replicó una voz infantil femenina mordaz -. ¿Nos ponemos a decir todos los dulces que conocemos hasta que esta estúpida piedra se aparte?

-¡No es tan fácil Jen! –le gritó él en medio del pasillo-. ¿Crees que es tan fácil como decir: "profesor Dumbledore necesitamos hablar con usted, es un caso de vida o muerte"?

Albus dio un giro con su mano. Quizá la visita de esos dos pelirrojos aclarara algunas cosas.

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Harry apenas había conseguido dormir. Tenía demasiadas cosas en la cabeza para poder hacerlo con tranquilidad; se había acostado en la cama con Pansy acurrucada junto a él y había sonreído, adorando la forma en que la mujer seguía recostándose en él para dormir a pesar de tener toda la cama prácticamente para ella sola. Nunca antes se había sentido tan protector ni tan necesitado por nadie hasta el momento en que Pansy se había acercado así a él la primera noche que durmieron juntos, en aquel momento había sido cuando él había decidido que no volvería a dormir solo.

Acariciaba casi sin darse cuenta el cabello sedoso de su esposa mientras su cabeza estaba en otra parte. ¿Por qué no podía tener una vida sencillamente normal? Desde el momento en que Voldemort lo había marcado como un igual su vida se había trastocado y ahora que parecía que todo volvía a ser un poco lógico aparecía Ron desde el pasado de nuevo en sus vidas… ¿es que nunca iba a ser normal? Sonrió al recordar que la última vez que había expresado esa pregunta en voz alta, su hijo James de seis años lo había mirado fijamente y le había dicho "papá, eres Harry Potter, nunca serás normal" Y él había reído.

Su mente voló de nuevo hacia Ron y por consiguiente, hacia Ginny, su pequeña pelirroja pecosa a la que había querido y a la que había perdido sin poder hacer nada. El día antes de la batalla, pensó con amargura, había hablado con ella… No había entendido sus palabras ni su actitud… Sonrió al recordar lo hermosa que estaba aquel día.

(flashback)

Llegaba tarde; media hora tarde para ser precisos y sabía que aunque Ginny siempre le sonreía y le decía que no importaba, él no quería hacerla esperar, no le gustaba hacerla esperar. Apuró su paso saliendo del vestíbulo después de saltar seis escalones juntos y apartando a los estudiantes que en aquellos momentos se encontraban deambulando por allí y salió a los terrenos de Hogwarts.

Hacía poco había descubierto detrás del castillo, junto al acantilado, un rincón hecho para soñar, como había dicho Ginny la primera vez que lo había visto y él no había podido estar más de acuerdo con ella. Era un lugar tranquilo, pocos estudiantes se tomaban la molestia de apartar arbustos para encontrar un lugar así; franqueado por enormes árboles que los cobijaban del sol y de la lluvia, suave hierba fresca casi virgen y una espléndida vista del lago que rodeaba el castillo. Aquel se había convertido ciertamente en su lugar de reflexión favorito, suyo y, evidentemente, de Ginny.

La encontró sentada en la hierba, recostaba contra uno de los árboles para mantener su rostro en la sombra y su cuerpo al sol. Se había quitado la túnica de Hogwarts y había dejado ver la ropa muggle que llevaba; un vestido amarillo de media manga, sujeto a la cintura con un leve fruncido y que caía en una falda compuesta por varias telas superpuestas que caían ligeramente hasta las rodillas. Su cabello estaba suelto y jugaba en sus hombros a medida que el viento cambiaba y opinaba. Sus ojos del color de la miel, cerrados, disfrutando cada segundo de calor que el sol le brindaba.

-Perdona –se disculpó sentándose junto a ella y dándole un suave beso en la mejilla. Ginny abrió los ojos inmediatamente y giró su rostro para besarlo en los labios dulcemente-. Tenía…

-… castigo con Snape, sí, me lo ha dicho Hermione –se encogió de hombros-. ¿Por qué ha sido esta vez?

-Porque no le permití burlarse de Neville en clase –rodó los ojos-. Estoy seguro de que Crabbe fue el responsable de que la poción silenciosa de Neville estalló porque Crabbe puso más raíces de mytral de las necesarias pero claro… él es un Slytherin… -terminó diciendo como si fuera lo más obvio del mundo.

Ginny rió suavemente.

-Sí, lo sé… Me pregunto porque Snape siempre favorece a los de su casa…

-Bueno, McGonagall también lo hace con nosotros –intentó defenderle Harry. Ginny lo miró incrédula.

-Pero ella es justa con las demás Casas, Snape siempre nos hace la vida imposible a los Gryffindor.

-En eso tienes razón –la besó-. ¿Podemos dejar de hablar de Snape? Ya tengo suficiente por un día, gracias –pidió separándose unos milímetros de la boca de ella.

-De acuerdo –acortó la distancia y volvió a besar a su novio-. Hoy he hablado con Dumbledore.

Harry se separó de ella.

-¿Qué te ha dicho? ¿Te has metido en algún lío? –ella negó -¿Para qué quería verte?-La mirada de Ginny pareció ensombrecerse unos instantes-. Ginny, ¿estás bien?

-Sí, perdona… se me he ido la cabeza a otra parte –dijo distraidamente-. No era nada serio, sólo hablarme, preguntarme por los examenes y esas cosas.

Harry arrugó la frente.

-Dumbledore jamás pregunta por esas cosas. ¿Qué te ha dicho?

-Yo… Harry… ¿si tuvieras que dar tu vida por alguien, lo harías?

-Por supuesto –dijo sin dudarlo-. Mis padres dieron su vida por mí… Sirius murió protegiéndome de Bellatrix en el Ministerio de Magia… -se encogió de hombros-. Supongo que lo llevo en los genes… ¿porqué me preguntas eso?

-Porque es lo que Dumbledore me ha preguntado… -él la miró-. Me dijo que a veces hay que tomar decisiones rápidas para salvar la vida de alguien o la nuestra propia y entonces me preguntó eso…

-¿Qué contestaste?

-Que si con mi muerte puedo proteger a alguien lo haría… -lo miró fijamente-… no lo olvides nunca Harry, por favor…

-¿Qué…

-Harry… si con mi muerte puedo proteger a alguien, lo haré… siempre… -añadió en un susurro.

Harry no preguntó más. Estaba demasiado ocupado intentando descifrar las palabras de Ginny sin saber que esa sería la última conversación que tendrían.

(fin flashback)

-¡Papá, mamá!

La puerta de la habitación se abrió dejando pasar a una sulfurada Amy y un nervioso Jack que la llevaba cogida de la mano.

-Vamos, tenéis que venir enseguida –apremió Amy tomando las túnicas de sus padres del armario y tirándoselas en la cama. Pansy se despertó.

-¿Qué modales…

-Luego me riñes papá –le dijo Amy aún nerviosa-. Tenéis que vestiros y venir con nosotros ya. Lucía y Alex tienen problemas.

-¿Lucía? –preguntó Harry poniéndose la túnica sobre el pijama blanco que estaba utilizando.

-¿Alex? –Pansy imitó a su marido levantándose y colocándose la túnica sobre el corto camisón rosado que llevaba ignorando el rubor que había subido a las mejillas de Jack al verla con semejante ropa o mejor dicho, con semejante falta de ropa.

-¿Qué ha ocurrido?

-Lucía ha tenido una pesadilla, se ha levantado y ha salido de la habitación diciendo que no se llevarían a Alex –dijo Jack de carrerilla-. No sabemos más.

-¿Dónde…

-En la habitación de Alisa –dijo Amy interrumpiendo a su padre.

-Hay que avisar a…

-Dani y James han ido a por tío Draco –dijo Jack interrumpiendo a Pansy y antes de que la mujer dijera nada añadió-. Y Adam y Jen han ido a avisar a Dumbledore. Yo tengo que avisar a mi padre –dijo mirando a Amy.

La chica morena asintió.

-Ve a buscarlo Jack –le dijo Harry-, Amy estará bien conmigo. Pansy, acompáñalo, no creo que deba ir solo por los pasillos.

-Claro –se colocó la capa y besó a su marido-. Ten cuidado –le dijo en un susurro.

-Tú también. Te quiero –la besó y observó como se marchaba de la habitación siguiendo a Jack antes de girarse hacia su hija-. ¿Tienes tu varita? –Amy se la mostró con nerviosismo -. Bien, escúchame Amy, no va a pasar nada… Sólo no te separes de mí ¿de acuerdo? Bajo ningún concepto –ella asintió-. Y recuerda que los Potter no tienen miedo.

Amy sonrió a medias.

-Papá, tengo la frialdad de un Slytherin y su astucia también, además poseo tu sangre, ¿de verdad crees que voy a tener miedo?

-Esta es mi chica –sonrió Harry-. Vamos.

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Jen miraba a Adam con reproche mientras que el pelirrojo intentaba pensar en la oscuridad del pasillo como conseguir que el águila que guardaba las escaleras del despacho del director se apartara y los dejara pasar.

-¿Y bien? –preguntó Jen cansada -. Lucía necesita nuestra ayuda, Adam

El pelirrojo la miró.

-¿Crees que no lo sé? Si tú sabes la contraseña del despacho del director en pleno verano te sugiero que la digas porque yo no tengo ni idea de cuál es –le retó su primo.

Jen frunció el ceño.

-¿Por qué no la sabes? Tú eres mayor que yo, deberías haber pensado que deberías saberla por si había algún caso de emergencia –rodó los ojos-, como éste.

-Estoy intentando pensar Jen –dijo él harto-, así que si te callas me será más fácil. Todas sus contraseñas son dulces… -musitó más para sí mismo.

-¿Y qué propones? –replicó ella mordaz -. ¿Nos ponemos a decir todos los dulces que conocemos hasta que esta estúpida piedra se aparte?

-¡No es tan fácil Jen! –le gritó él en medio del pasillo-. ¿Crees que es tan fácil como decir: "profesor Dumbledore necesitamos hablar con usted, es un caso de vida o muerte"?

Antes de que Jen pudiera replicarle por haber dicho semejante estupidez, el ruido de la piedra abriéndose les hizo girar hacia la gárgola que empezaba a moverse hacia un lado extendiendo sus alas. Ambos primos se miraron y Jen se encogió de hombros.

-El director parece que siempre lo sabe todo –alegó.

-Sí, eso o que ha escuchado tus berridos –le contestó él subiendo a las escaleras circulares que empezaban a subir-. Vamos –apremió a su prima que parecía demasiado distraída viendo las escaleras.

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Draco miró a su esposa por décima vez en la última media hora. Hermione se había quedado dormida con una sonrisa en los labios después de estar hablando un buen rato sobre Ron y contándole a Draco cosas que él jamás hubiese imaginado como la vez en que Ron había conocido a Aragog y la consecuente fobia a las arañas que el pelirrojo había acarreado durante el resto de cursos o como la vez en que ella "sugirió" que debían buscar en la sección prohibida de la biblioteca para conseguir obtener algo de información sobre la piedra filosofal.

Draco había tenido que admitir en más de una ocasión que él no hubiera hecho ni la mitad de las cosas que ellos sí se habían atrevido a hacer, incluyendo a Weasley, Hermione, cuando decía eso, le había sonreído y le había dado un beso suave en los labios antes de decirle "por eso yo soy Gryffindor y tú Slytherin, cielo" a lo que él tenía que darle la razón nuevamente.

Dormía tan plácidamente y tan tranquila que Draco no podía evitar sentir cierto remordimiento al ocultarle lo que Pansy, Blaise y él habían estado hablando sobre Weasley y su posible marcha cuando todo aquello terminara. La había visto llorar y hundirse después de la muerte de Ron y la desaparición de Potter y le había costado mucho trabajo que volviera a ser su Hermione, de la que se había enamorado. Había llorado demasiadas veces y él se había prometido al tomarla por esposa en el altar que no volvería a llorar nunca más si él podía evitarlo; sonrió, era curioso porque en el preciso momento en que le había dicho aquello ella había roto a llorar.

(flashback)

Después de revisar que todos los invitados estuviesen pasándolo bien, Draco se había disculpado con el profesor Snape alegando que tenía que ir a ver dónde se encontraba su esposa. Snape había rodado los ojos cuando él había pronunciado aquella palabra de forma tan respetuosa y dulce pero él lo había ignorado por completo, después de todo, conocía a su padrino mejor que nadie y sabía que había temas que Severus Snape nunca estaría dispuesto a cambiar.

Se deslizó por la pista de baile sonriendo a las señoras y señoritas que habían acudido a la boda, incluida la prima segunda de Hermione que no hacía más que incomodarlo con miradas insinuantes y coqueteos innecesarios cuando Hermione no estaba delante. Draco había tenido que resistir la tentación de maldecirla un par de veces cuando había visto cómo había mirado a Hermione y había entendido porqué su reciente esposa había dudado sobre invitarla o no al enlace.

Y entonces la vio. De espaldas a él conversaba con Luna Lovegood sin percatarse de su presencia; Luna sí lo había visto pero él le hizo señas para que no dijera nada y ella obedeció en silencio después de dedicarle una mirada amistosa.

Era un ángel. La túnica blanca revoloteaba alrededor de su figura resaltándola; era una túnica de seda, la mejor del país, de eso se había encargado Narcisa Malfoy que había vuelto locos a todos sus modistos para conseguir confeccionar una túnica de tan excelente calidad a pesar de que Hermione le había asegurado que no era necesario. El discreto escote que dejaba al descubierto parte de los hombros revelaba un busto perfecto; la túnica ceñida en la cintura por un cordón dorado, caía libremente en la falda hasta los pies en una gran variedad de capas de seda que se superponían las unas a las otras; las mangas de la túnica estaban ceñidas a sus brazos y a la altura de los codos se abrían ampliamente dando un corte medieval que Hermione no había podido resistirse a pedir; unas sandalias doradas en sus pies, y la cadena que Draco le había regalado era todo lo que ella necesitaba para verse resplandeciente. El cabello, sedoso había sido recogido sobre su cabeza en un complicado recogido que caía en una cascada de rizos sobre el hombro izquierdo, había sido adornado por pequeñas flores blancas y doradas. Definitivamente era un ángel, era su ángel, aquello era lo mejor de todo.

Sonrió al notar como Hermione se estremecía cuando rodeó su cintura delgada con un brazo y depositó un beso en la nuca de ella. Luna sonrió y antes de que ninguno dijera nada se disculpó alegando que tenía que ir a revisar algunas cosas. Draco le agradeció en silencio su discreción y retirada.

-Hola señora Malfoy… -le susurró.

-Hola señor Malfoy… -le contestó ella dándose la vuelta dentro del abrazo y mirando a su esposo a los ojos.

-¿Te diviertes? –la besó con suavidad.

-Sí… -sonrió. Draco arrugó la frente. No era una sonrisa sincera.

-¿Qué ocurre? ¿Alguno de los amigos de mi padre te han dicho algo? A veces pueden ser auténticos imbéciles con todo eso de la sangre… si alguien ha…

-No Draco, tranquilo… no pasa nada –dijo ella sonriendo al ver la reacción de su ahora esposo.

-¿Entonces? ¿Qué te pasa? Conozco tu sonrisa y esa no era de las de verdad…-Ella se encogió de hombros y él suspiró-. Les echas de menos ¿verdad?

-Es… es solo que me hubiera gustado que estuvieran aquí… -dijo ella con una triste sonrisa-… se suponía que Ron iba a estar celoso de mí porque me quería como una hermana y Harry… bueno… Harry intentaría esconderse entre la gente para que nadie notara su presencia y ahora… -Draco la abrazó más fuerte y ella se recargó en su pecho-… ninguno de los dos están… Ron… y Harry desaparecido y yo no sé…

-Hermione, Potter estará bien. Sobrevivió cinco veces a Voldemort, seguro que está bien –dijo sonriendo. Hermione tuvo que sonreír también-. No quiero verte llorar ¿entendido? Nadie va a hacerte llorar nunca más, ni siquiera los recuerdos, si yo puedo evitarlo…-Y entonces escuchó un leve sollozo contra su hombro-. ¿Hermione?

-Estoy bien –dijo ella limpiándose las lágrimas-. Es… lo que me has dicho y yo que estoy sensible y…

Draco le sonrió.

-Te amo preciosa…

-Yo también, Draco…

(fin flashback)

Miró de nuevo a Hermione. Aún a veces cuando lo hacía le costaba asimilar que era su esposa y que estaba con él, que era real y no un sueño. ¿Cómo se podía llegar a amar tanto a alguien? La puerta de la habitación se abrió y Draco en un gesto instintivo tomó su varita de la mesita de noche mientras se interponía entre Hermione y el visitante. Se relajó bastante cuando vio que los intrusos eran un rubio y una pelirroja bastante agitados. Estaba a punto de enviarles un hechizo cuando se dio cuenta del rostro preocupado de James; aquello sólo podía significar una cosa, Lucía estaba en problemas.

Se separó de su esposa besándola en la frente y sin decir nada ni dejar que los chicos dijeran nada, se colocó su túnica y la capa y tomando a cada uno de los chicos por los hombros los instó a abandonar la habitación. Miró a James.

-Hay que ir a la habitación de Alisa –dijo el rubio-. Lucía ya ha ido, mis padres y tío Blaise ya han sido informados y el director estará siendo informado en estos momentos.

Draco asintió.

-No quiero que nadie se haga el héroe, permaneced detrás de mí ¿de acuerdo? –la pelirroja asintió pero James no hizo nada-. James…

-No puedo prometerte eso, tío Draco; si Lucía necesita mi ayuda no me esconderé detrás de ti, te lo puedo asegurar.

Draco abrió la boca para decir algo pero la mirada de James le hizo cambiar de opinión. Valentía, coraje y determinación; la misma mirada de Potter con aquella frialdad que Pansy había demostrado en tantas ocasiones. James podía ser un descarado gamberro en potencia que se pasaba la mayor parte del tiempo al lado de su princesa, pero no podía negar que tenía el valor necesario para pasar por un arrogante Malfoy. Sonrió dándole su permiso en silencio; los ojos verdes de Jamie asintieron en silencio.

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Pansy no dijo nada, no le dejó hacer nada, no le dejó decir nada. Simplemente entró en la habitación de Blaise seguida de Jack y cuando Zabinni abrió los ojos en su cama y miró hacia la puerta para saber qué había producido tal interrupción, su túnica voló hasta su cabeza impidiéndole la visión; aún así, la voz de Pansy fue clara.

-Vístete, tenemos problemas, serpiente.

Blaise no dudó un segundo en hacer lo que Pansy le pedía y si se sorprendió al ver a su hijo vestido allí, no dio muestras de haberlo hecho.

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Se detuvo frente a la puerta de la habitación de Alisa y concentró su poder para visualizar el aura de su hermano, respirando aliviada cuando se dio cuenta de que estaba bien e intacto, cosa que no se podía decir del mortífago; su aura había disminuido bastante, seguramente porque cada vez que se acercaba a la burbuja que cubría a Alex, ésta emitía una pequeña descarga de sus propios poderes que absorbía la magia del mago creando así una barrera aún más fuerte para Alex. La energía vital de Alisa parecía estar bien, un poco debilitada pero bien. No había nadie más en la habitación.

A regañadientes, pero sabiendo que tenía que hacerlo, Lucía bajó por unos segundos su barrera de empatía y buscó con su mente indicios de que en el castillo hubiesen más mortífagos.

No había nadie más. Notaba las auras de sus amigos dirigiéndose hacia allí, y entre ellas, tres auras que destacaban por encima de las demás; la de Dumbledore, la del profesor Jones y la de, para su sorpresa, James, que superaba la de tío Harry con creces. No se sorprendió al notar que iban hacia allí; seguramente Jamie había tomado el mando de la situación en cuanto ella se había largado de la habitación. Ya le reprocharía luego que no le hubiese hecho caso, ahora lo primero era concentrarse en Alex.

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(vale, fin de la retransmisión simultánea :D )

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Su hermana estaba cerca de él, la presentía. Tenía casi tres años y era capaz de notar cuando su hermana Lucía estaba cerca de él, cosa bastante común dado que parecía que la niña siempre estaba a su lado, o al menos, si no era ella, era su presencia, como si no quisiera dejarlo solo nunca, ni siquiera estando con sus padres podía quitarse a Lucía de encima. Le gustaba su hermana. Pero no le gustaba ese hombre que le había hecho daño a Alisa. Le gustaba Alisa, siempre le hacía reír y jugaba con él cuando sus padres estaban dando clase y Lucía no podía estar con él. Alisa era muy guapa y siempre encontraba algo con que divertirlo. Por eso no había dudado ni un segundo en llamar a Lucía con su mente, sabiendo que el escudo que su hermana le había creado al verlo por primera vez, se activaría simplemente con pensar en ella.

-Maldito crío –dijo el hombre que tenía delante de él-, el Nuevo Señor Oscuro te llama y tengo que llevarte con él – Alex intensificó su escudo casi sin darse cuenta. Él no se iba a ir con nadie y mucho menos con alguien que hubiese hecho daño a Alisa. El mortífago se dirigió hacia Alisa y sacando su varita la apuntó en el pecho ante los ojos del pequeño niño -. Retira ese escudo antes de que le haga mucho daño a tu amiguita…

Alex lo miró unos segundos. No tenía ni idea de lo que quería hacer aquel hombre, pero había visto a sus padres y a su hermana utilizar aquella cosa que el hombre blandía ante Alisa y sabía que podía hacer mucho daño con ella. Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, su escudo fue decayendo poco a poco. Nadie iba a hacer daño a Alisa por su culpa.

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Lucía se sorprendió cuando notó que el escudo de su hermano estaba siendo derrocado y lo más curioso era que el mismo Alex era quien lo estaba quitando. Miedo. Su hermano tenía auténtico miedo y terror, aún con sus barreras puestas podía notar el terror de Alex en su propia piel. No lo pensó mucho y con un gesto de su mano, invocó parte de su poder; una ráfaga de viento dura y fría azotó la puerta cerrada y la abrió haciendo que esta rebotase contra la pared de detrás haciendo crujir las bisagras. La mano del mortífago que estaba a punto de tocar a Alex se quedó paralizada en el aire con la interrupción. La mano que sujetaba la varita seguía apuntando a Alisa desde la distancia y Lucía comprendió la situación casi de forma inmediata.

-Protego est –murmuró moviendo su mano. Un escudo dorado cubrió el cuerpo de Alisa a la perfección-. Alex, tu escudo –la burbuja azul volvió a aparecer alrededor del pequeño en el momento en que el hombre apuntó su varita hacia él; el rayo rojizo impactó sobre la burbuja de Alex en el momento en que ésta se cerró completamente y el mortífago, frustrado porque su intento no había salido como esperaba se giró hacia Lucía-. No vuelvas a tocar a mi hermano –sus ojos grises estaban completamente helados y fijos en aquel hombre; un gesto con su mano y el hombre se quedó paralizado.

Con la tranquilidad de que no podría hacerle nada, Lucía se acercó a Alex que inmediatamente retiró su escudo y se dejó coger por los brazos de su hermana, refugiándose en el pecho de ella y sintiendo el calor y la tranquilidad que ella siempre emanaba de su cuerpo.

-Ya está Alex… tranquilo… ¿estás bien?

-Sí… -murmuró con su voz de niño-… Alis… -dijo señalando a su niñera que seguía inconsciente.

-No te preocupes –lo besó en la frente-, ella estará bien en cuanto nos libremos del señor malo… - sus ojos volvieron a ser fríos y distantes mientras miraba al mortífago.

-Luz… -la llamó Alex. Ella sonrió ante la forma en que el pequeño la llamaba acortando su nombre y lo miró-… Alis…

Era la segunda vez que el pequeño insistía en que viera a Alisa y Lucía se extrañó. Aún con Alex en brazos se acercó hasta el cuerpo de Alisa y quitó el escudo que ella había hecho.

-¡Lucía!

Se giró. Un grupo de varios adultos y niños se encontraban agolpándose en la puerta para saber qué había pasado. Draco fue el primero en reaccionar entrando en la habitación y dirigiéndose hacia sus dos hijos a quienes abrazó fuertemente.

-Gracias a Merlín que estáis bien… -besó a Lucía en la frente y tomó a Alex en brazos mientras lo miraba inspeccionándolo para asegurarse de que no le había pasado nada - ¿Estás bien, pequeño? –Alex asintió.

-Alis… -dijo Alex.

Draco miró a Lucía.

-Ha perdido mucha energía –dijo Lucía-. Hay que darle una poción revitalizante –le indicó a su padre -, pero no añadas las escamas de dragón, es alérgica a ellas.

-Lucía, ¿nos puedes explicar esto? –Jones miraba divertido al mortífago congelado en la habitación.

-Lo mejor será que lo llevemos a… -empezó a decir Dumbledore.

Los ojos de la chica se oscurecieron repentinamente mientras se dirigía hacia el hombre vestido de negro.

-Ha intentado matar a mi hermano, es mío –dijo la chica mirando al director-. Nadie le hace daño a mi familia y sale ileso…

Draco le colocó una mano sobre el hombro y la chica pareció relajarse ante aquel gesto mientras él le daba pequeños masajes circulares con los dedos cerca de la nuca.

-Vale princesa… descongélalo… creo que el director tiene razón en este caso… -Lucía iba a protestar pero una nueva aura la hizo callarse y mirar hacia la puerta.

-¿Abuela? –preguntó. Narcisa le sonrió de forma triste-. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué ha ocurrido?- Dumbledore intercambió unas miradas con los adultos-. ¡Ah, no! Yo no me muevo de aquí sin saber por qué este hombre quería llevarse a mi hermano.-James sonrió ante las palabras de Lucía. No cabía dudas de que estaba perfectamente-. Y tú –lo miró-. Te dije claramente que os quedarais en la habitación –frunció el ceño. James la miró y se encogió de hombros.

-Me aburría –dijo simplemente.

Lucía le sonrió.

-Chicos, ¿por qué no lleváis a Alex –se lo dio a Adam-, con tía Hermione… -propuso Draco-. Seguro que se ha despertado y ha puesto el grito en el cielo al no encontrarme en la habitación… -rodó los ojos.

-Y seguramente os gritará por no haberla despertado –afirmó Lucía-, manteneos en un lugar prudencial cuando le contéis lo que ha ocurrido –miró a su padre como si le estuviese pidiendo una confirmación de sus palabras-, y no soltéis a Alex, de esa forma os aseguráis que no os hecha ninguna maldición –finalizó. Entre quejas y maldiciones por lo bajo, los chicos abandonaron la habitación después de prometer a sus padres que irían directamente a la habitación de Hermione. Lucía se giró hacia los adultos, en especial hacia el director y su abuela-. Bien, ahora, ¿quién es y por qué quería a mi hermano?

-¿Madre? –preguntó Draco acercándose a Narcisa -. Estás pálida, ¿te encuentras bien?

-Sí Draco… ahora sí…

-Lucía… -la aludida se giró hacia el anciano que la miraba con preocupación-… ¿qué sabes del Ritual Antiguo de Unión?

Harry entrecerró los ojos mirando al hombre. Dumbledore le pasó un pergamino. Blaise y Pansy se miraron mutuamente apoyándose en silencio al darse cuenta de que no eran los únicos que no sabían de qué iba todo aquello. Jones cerró los ojos como si ya se esperara una pregunta así. Draco miró a su madre y a Lucía de forma intercalada y antes de que la niña pudiera preguntar nada se arrodilló a su lado y apartándole el cabello suelto del hombro derecho le bajó la camiseta dejando al descubierto esa zona. Respirando aliviado al no ver ninguna marca.

-¿Qué… -empezó a decir Pansy mirando a su ahijada.

Pero Lucía no la escuchó; se limitó a mirar a su padre y a clavar sus ojos en los de él buscando indicio de que él estaba siendo invocado. Suspiró. Sabía que su padre jamás había prestado lealtad a Lord Voldemort y que era difícil que él lo pudiese invocar pero quería asegurarse. Draco, sabiendo lo que su hija pretendía, no apartó la mirada de ella y tampoco se apartó cuando Lucía sacó su varita y lo apuntó directamente a la cabeza.

-¿Se puede saber qué estás haciendo Lucía? –preguntó Blaise mirando a la chica y empezando a creer que se estaba volviendo loca.

-Luz de la verdad ilumina el camino de la razón –murmuró. Draco sintió la calidez de su hija envolviéndole mientras cerraba los ojos. Dos segundos después, la luz desapareció y los brazos de Lucía lo rodeaban por el cuello-. Perdona… tenía que asegurarme que…

-Lo sé, princesa, yo hubiera hecho lo mismo –le guiñó un ojo gris.

-¿Alguien quiere decirme qué diablos está pasando? –preguntó Pansy mirando a su esposo -. Empiezo a perder la paciencia –aseguró.

-Me quiere a mí… -dijo Lucía con voz cansada-… Réficul quiere realizar el Ritual Antiguo de Unión para atarme a él… -miró a su padre-… ¿seguro que estás bien?

-Deberíamos de proteger a Alex –ignoró la pregunta de su hija.

-Alex está bien papá, tiene un hechizo protector que se activa en caso de que yo no esté cerca y él esté en peligro, por eso el mortífago no ha podido tocarlo –Draco la miró. Jones la miró con el ceño fruncido-. Lo tiene desde que lo toqué por primera vez ¿de acuerdo?

-¿Has estado tres años utilizando la magia para proteger a Alex durante las veinticuatro horas del día? –preguntó preocupado Jones.

-Sí, lo he hecho, por eso mi magia se está consumiendo de forma más rápida pero no voy a dejar a mi hermano sin protección, lo que me recuerda… -se acercó a su padre y lo cogió de la mano en un gesto infantil e inocente. Cuando Draco se dio cuenta del calor que estaba sintiendo en el cuerpo era demasiado tarde para romper el contacto con ella. Lucía se separó de él con la respiración entrecortada y agitada-… tú también estás protegido… -se giró hacia su abuela-. ¿Dónde está el abuelo?

Narcisa abrió los ojos de repente y sin decir nada salió corriendo de la habitación hacia el despacho del director. Draco la siguió de cerca y Lucía se unió a ellos sin dar explicaciones a nadie.

-Harry James Potter, dime ahora mismo qué diablos está ocurriendo aquí –exigió Pansy mirando a su marido-. ¿Qué es el Ritual Antiguo de Unión?

Dumbledore asintió.

-Será mejor que nos sentemos –dijo apareciendo algunas butacas-. Harry, ¿te encargas de Alisa mientras yo le explico a los presentes lo que sé?

-Si me permite director, me gustaría hacerlo yo –dijo Jones-, creo que puedo hacer algo bastante más que Harry –le sonrió a su amigo y para su sorpresa, Harry le devolvió una tímida sonrisa. Bueno, no era un abrazo como estaba esperando, pero al menos era algo.

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Narcisa abrió la puerta de las habitaciones de Lucius conteniendo el aliento. Draco llegó enseguida a su lado y Lucía le siguió entrando en la habitación adelantándose a los dos adultos. No tuvo tiempo para fijarse en el aspecto demacrado y desagradable que presentaba su abuelo; sabía lo que tenía que hacer y lo iba a hacer antes de que pasara nada más. Se acercó a él con pasos rápidos pero Lucius levantó una mano para que se detuviera. Draco lo miró de forma sospechosa. Narcisa tembló y tuvo que agarrarse al pomo de la puerta que aún permanecía entre sus manos para evitar caer.

-¿Abuelo? –preguntó Lucía tentativamente.

-Es demasiado tarde… -murmuró el hombre con una triste sonrisa-… me está invocando… desapareceré en unos instantes…

-¡No! –gritó Narcisa acercándose a él -¡No puedes irte! ¡No puedes dejarme!

Draco abrazó a su madre para evitar que se abalanzara sobre Lucius. No iba a perderla a ella también.

-Sobre el escritorio hay una carta para cada uno de vosotros… también para Alexander… -añadió con una sonrisa.

-Lucius… -murmuró Narcisa.

-Estaré bien, pequeña… -le aseguró el hombre-… intentaré ganar tiempo… Lucía –ella lo miró-, no es tu culpa, princesa… Quizá este sea el pago que he estado esperando hacer durante tanto tiempo…

-¿De qué hablas abuelo?

-Lo entenderás… -le dijo él-. Debes prometerme algo… -lo miró fijamente-… deja que los demás te den parte de su magia Lucía…

Draco miró a su padre.

-No puedo prometerte que…

-Lucía, por favor… debes hacerlo. –la voz sonaba débil pero imperativa, como siempre. Draco sonrió; su padre nunca cambiaría. Sabía que Lucía no iba a negarse a cumplir una promesa hecha.

-Lo prometo abuelo… -susurró Lucía.

-Draco, cuida de tu familia como yo no pude hacerlo…

Draco le sonrió.

-Cuidaste bien de mí, padre, me contentaré si lo hago la mitad de bien de lo que tú lo hiciste conmigo…

Lucía notó como el frío se apoderaba de la habitación. El cuerpo de Lucius Malfoy empezó a temblar y un aura violeta casi negra lo rodeó. Narcisa empezó a sollozar ahogando sus lágrimas tras una mano sobre la boca; Lucía demasiado impactada por saber que estaba a punto de perder a su abuelo no pudo hacer nada más que concentrar su poder para levantar y aumentar sus barreras impidiendo que el dolor tan fuerte que en aquellos momentos planeaba sobre la habitación la inundasen a ella por completo. Draco abrazó a su madre que lloraba desconsolada después de haberse dejado caer en el suelo.

La luz cubrió por completo a Lucius Malfoy que sonrió con cierta tristeza mientras miraba a los miembros de su familia. Cerró los ojos cuando el aura se cernió sobre él, sabiendo dónde iba y sabiendo que aquel era el último viaje que daría en su vida. A pesar de todo, sonrió. Estaba a punto de pagar lo que una vez había hecho a Isirius. Su alma podría descansar tranquila después.

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Bueno, hola otra vez! Que tal? Os ha gustado?

Bueno, la carta de Narcisa… en el proximo capitulo, lo prometo!

Ahora, que pasará? Qué pasa con Lucius?

Qué pasa con Lucía? Y con los chicos?

Vaya.. que nervios! Ay, no, si yo ya sé lo que pasará! Sois vosotros los que teneis que estar nerviosos :p

(vale, vale, ya me callo, pero bajad esas varitas ahora mismo que estamos en navidad y es tiempo de paz no de maleficios!)

Bueno, espero que os haya gustado y recordad que los personajes originales son de Rowling, no míos.

Un besito para todos y cuidaros vale?

Si conseguís enviarme diez reviews y llegar a 200 reviews, prometo actualizar antes de Nochebuena:p

Así que ya sabeis… a que esperais? Venga!

Nos leemos pronto!