Desvelado
Capítulo 2:
Nada. Eso es lo que veía y sentía. Nada. Estaba envuelto en una especie de velo infinito del cual le era imposible salir y lo encerraba en su propio mundo, su pequeño y a la vez inmenso mundo.
La nada no era algo que se pudiera describir. No era un espacio infinito y blanco, tampoco era negro. Era simplemente indescriptible, algo que escapaba a sus sentidos, a su capacidad de comprensión.
Había estado allí mucho tiempo, a él le parecía una eternidad. Una eternidad en vida pero sin vivir, una eternidad a un paso de la muerte y a la vez a un paso de la vida. Era el peor castigo que había tenido que soportar nunca.
Al principio había intentado salir, había luchado contra ese velo inmaterial, había gritado sin recibir respuesta alguna... Pero ahora estaba solo allí, intentando percibir algo entre ese infinito desconcertante. Esperaba y pensaba. Pensaba en todo y en nada.
"¡Plop!"
Apareció en las afueras de Hogsmade, justo detrás de ella se podían percibir las tenues luces del pueblo y en el cielo se veía claramente dibujada la humareda de las chimeneas. Hacía frío pero ella siguió caminando con su característico paso rápido y seguro. A los pocos minutos de seguir aquel camino sin pavimentar, polvoriento y repleto de papeles multicolores de los caramelos de Honey Dunkes, se paró delante de una puerta forjada en metal negro. Detrás de ella se vislumbraba un amplio terreno verde y a lo lejos, recortada en el cielo negro de medianoche, la figura de un imponente castillo que otrora había sido su morada.
Empujada por una fuerza invisible la puerta se abrió y la dejó penetrar en los dominios de Hogwarts, escuela de magia y hechicería. Caminó a través de los terrenos volviendo sus ojos, ahora un poco más llenos de vida, hacia todos los rincones de ese inolvidable lugar.
Finalmente llegó a la corta escalera de piedra grisácea que llevaba a las enormes puertas de entrada. La subió sin dificultad y empujó la puerta, estaba abierta. Entró en el castillo, y allí al pie de la gran escalinata de mármol que ascendía al piso superior la esperaba un pequeño elfo doméstico.
Hermione extrajo su varita del bolsillo de su túnica negra y susurró "lumos". Del fino palillo de madera de sauce brotó una extraña luz blanquecina que impregnó todo cuanto había a su alrededor.
"Buenas noches Dobby"
"Dobby le desea unas buenas noches también señorita Granger" dijo el elfo de voz chillona y aguda. "Dobby le llevará al despacho de la directora, señorita".
Subieron varios pisos semioscuros por esas majestuosas escaleras móviles que tanto habían impresionado a la chica la primera vez que las vio. Finalmente llegaron al quinto piso, una vez allí siguieron el corredor de la derecha y se pararon al final de este, delante de una gárgola de piedra oscura.
"Albus absum" susurró la pequeña criatura con un deje melancólico.
La gárgola se retiró y Hermione subió por la estrecha escalera que había estado ocultada detrás de la horrorosa estatua.
Las puertas del despacho estaban abiertas dándole la bienvenida. La directora estaba sentada en su sillón de piel roja. La chica no pudo evitar una sonrisa cuándo vio el estado en el que se encontraba la que un día fue la jefa de su casa, Griffindor. La mujer estaba medio dormida y se notaba que se había vestido con prisa, su pelo estaba totalmente enmarañado y tenía unas ojeras enormes.
"Siento haberte despertado Minerva, pero es importante" Se sentó en una de las sillas verdes que estaban delante de la mesa y esperó que la mujer hablara.
"Espero que sea importante jovencita porque..." empezó a decir la vieja profesora con su habitual rigidez.
"Si, si lo es. He encontrado un modo para sacar a Sirius del velo. Bueno eso creo".
Hola! Espero que os haya gustado ;P
"Albus absum": absum significa "alejado" o "que ya no está". Así que la contraseña para el despacho de Mcgonagall es un tributo a Dumbledore!
Por favor dejádme saber que os ha parecido:)
