Hanamichi on tour

Capítulo 11

A la gente que sigue leyendo, le agradezco un montón... me pasé hoy a dar una vuelta por este fic (abandonado y con pasto creciendo por los rincones) y leí las reviews. Realmente me dieron muchas ganas de seguir escribiendo, sobre todo cuando leí que había prometido que aunque pasasen siglos lo iba a terminar, así que aquí sigo. Creo que van cuatro años más o menos, y me cambió la forma de escribir :S así que pido paciencia y si les parece que es para peor, me avisan, así trato de terminar con un poco de dignidad.

Yo tuve que releer todos los capítulos para ponerme al día, espero que no todos tengan que hacer lo mismo, y si lo hacen por gusto, bienvenidos sean!

Y a los que leen el fic por primera vez, espero que aguanten tanta variación en la escritura (hay que tener en cuenta que empecé esto a los 16 y ahora tengo 20!)

Bueno, los dejo, cualquier comentario o duda , ya saben!

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Cuando Yohei abrió los ojos no sabía donde estaba. Primero pensó que estaba en su casa, durmiendo en su propia cama. Después, mientras aguzaba la vista y reconocía muebles que no eran los suyos, recordó donde estaba y que hacía en ese lugar. Por último, cuando se sentó sobre la cama y vio a Mitsui saliendo del baño recordó lo que había sucedido la otra noche y la cabeza pareció pesarle el triple de lo normal, sin contar que el mundo giró vertiginosamente por 30 eternos segundos hasta que volvió a cerrar los ojos aprentando los párpados con fuerza.

"Buenos días" La voz de Mitsui le pareció absolutamente lejana y apenas pudo descifrar lo que dijo por encima del zumbido de sus oídos.

"No estamos acostumbrados a la bebida, ¿eh?"

Yohei se dio cuenta sólo en ese momento que había recordado a medias. Entonces cayó en la cuenta de lo que había pasado a la salida del pub y que debía enfrentarse a una situación para la que no estaba preparado. Aunque por la forma de hablar de Mitsui, parecía que él sí había olvidado todo.

"Hmm..."

Mientras bajaba ambas piernas de la cama y tocaba el suelo para saber que seguía ahí, Yohei se preguntó que debía hacer. Sin decir una sola palabra –los pensamientos se le amontonaban torpes y entrmezclados por el efecto que el alcohol seguía ejerciendo sobre él-, se puso de pie y se tambaleó hasta el baño.

Mitsui, por su parte se sonrió divertido y le avisó que se iba a fijar que podían encontrar para comer. Mientras salía de la habitación miró su reloj de pulsera y se dio cuenta que eran las tres de la tarde. Se dirigió a la cocina. Mientras caminaba se cruzó con Sendoh en el pasillo, quien lo saludó fugazmente escondiendo de manera muy obvia una escoba detrás de su espalda. Sin querer indagar sobre el asunto, Mitsui siguió su camino cuando de pronto un grito lo hizo parar en seco.

"¡NO PASES!"

En el suelo de la cocina, haciendo movimientos circulares con un cepillo de cerdas amarillas, estaba Hanamichi Sakuragi. Junto a él había un balde con espuma y un repugnante aroma a fragancias de limpieza. A Mitsui casi siempre le hacían revolver el estómago, y ahora que no había comido nada, se sintió peor.

"No digas nada..." bufó Hanamichi volviendo a su trabajo, "tuvieron suerte de no estar en el sorteo por los trabajos del hogar. A Yohei y a ti les tocó limpiar los baños. Un baño para cada uno... y esta maldita cocina es enorme."

Mitsui dejó escapar una sonrisa con un leve sonido de su garganta. Le causaba mucha gracia ver al Gran Genio inclinado como un ama de casa limpiando el suelo con ese cepillo.

"¿Y por qué no usas la escoba? De ese modo no tendrás que estar agachado e incómodo."

Solo entonces se acordó de Sendoh y su misterioso asunto con la escoba. Y como si al pensar en él lo hubiera llamado, el jugador del Ryonan apareció sin hacer ruido y se instaló en el marco de la puerta junto a Mitsui.

"¿Verdad que valió la pena esconderle la escoba?"

Obviamente Sendoh estaba muy entretenido en ver a Hanamichi bien agachado con el cepillo.

Mitsui murmuró algo que sonó como "pervertido", y pensando para sus adentros que Sendoh podía tener muy buenas ideas de vez en cuando, volvió a la habitación para avisarle a Yohei que iban a tener que esperar para almorzar porque estaban limpiando.

Hanamichi sentía que la mirada de Sendoh le quemaba la espalda (si no es que más abajo también) y pensó que era el momento ideal para hablar con él sobre lo que tanto lo molestaba últimamente. Sin embargo le costaba, porque era una persona de muy poco tacto y mal carácter, así que decidió no vacilar más y largarle en la cara a Sendoh lo que quería decirle hace tiempo.

Toda esa lucha interna debió reflejarse en sus expresiones por lo que Sendoh en seguida rompió el breve silencio que se había creado.

"Hana-kun, quiero pedirte disculpas."

Hanamichi abrió grandes los ojos y un gesto de confusión se creo en su rostro. Era lo último que esperaba escuchar entonces.

"Sí, creo que me he aprovechado de ti en este tiempo y que actué impulsivamente muchas veces."

"¿Eh?"

"Lo que escuchas. Me disculpo sinceramente contigo, quiero que sepas que no volveré a molestarte y que si quieres puedo mantenerme lo más alejado posible. Entenderé perfectamente que no quieras volver a hablarme nunca más." Su voz sonaba amrga y dolida, con un gran dejo de tristeza por lo que el pelirrojo miró al otro muchacho muy extrañado. Era sumamente raro que se comportase de esa manera, sobre todo por lo que había sucedido la noche anterior. Peor aún, por lo que podría haber sucedido, si no hubiera sido por la puntual intromisión de Rukawa.

"Antes de irme (de la cocina, claro) quiero saber que me has perdonado. Solo te pido eso y seré feliz aunque sepa que no merezco ni tu aprecio ni tu compasión."

"Sendoh, yo... eh, no tengo nada que disculparte, no seas exagerado." Hanamichi no sabía que más decir, y tampoco se daba cuenta lo bien que hacía Sendoh de víctima y lo inteligentes que eran sus jugadas aquel día. "Dejemos todo en el pasado, olvidemos todo."

El jugador de Ryonan se alegro instantáneamente fingiendo una sorpresa exagerada y una gratitud eterna, se acercó a Sakuragi y lo estrechó entre sus brazos. "¡Gracias, Hana-kun! Vuelvo a ser feliz."

Hanamichi arqueó las cejas en una mueca de enorme confusión. No entendía nada de lo que estaba pasando, ni lo que había hecho para merecer tan efusivas demostraciones de agradecimiento.

"Eh... bueno, Sendoh, ya está... no te hagas problemas. Ahora dejemos que se seque el piso."

Y diciendo esto, se separó lo más rápido que pudo del otro y salió corriendo a la salita de estar.

Sakuragi atravesó la salita a grandes zancadas y decidió que en lugar de sentarse allí prefería sentarse un rato en el umbral de la puerta para despejarse un rato. El barrio donde estaba la casita era uno muy tranquilo y rodeado de mucho verde. A la gente de por ahí le gustaba salir a caminar y pasear en bicicleta por la tardecita y por la mañana, pero no a las tres de la tarde, por lo que la calle estaba desierta. Sin embargo, a los lejos, Hanamichi distinguió el ruido de una cadena de bicicleta acercándose al lugar donde estaba y vio aparecer la figura de Rukawa que volvía quien sabe de dónde. Llevaba su discman y parecía no importarle ni la hora ni el terrible sol que le daba de lleno en la nuca.

Cuando legó a la casa no notó a Sakuragi hasta que se bajó de la bicicleta y se encaminó a la puerta de entrada. Con una mirada imperturbable, se quedó viendo al pelirrojo y después de estar así unos segundos, le preguntó qué estaba haciendo.

Hanamichi se puso una mano en la frente para poder mirar hacia arriba ya que el sol no le dejaba ver la cara del otro muchacho.

"Nada...", fue su respuesta. Una inusual y pacífica respuesta, sin intención de ser replicada y sin molestar a nadie. Luego volvió a bajar su mano y siguió mirando hacia la calle como hacía unos instantes.

Rukawa permaneció ahí por unos segundos más, y luego, tan inusual como había sido la respuesta de Hanamichi, se sentó a su lado y apoyó sus codos sobre sus rodillas, también mirando hacia delante sin decir una palabra.

Cualquiera que los viese en aquel momento pensaría que eran dos buenos amigos a los que la confianza mutua les permite estar sentados por horas sin cruzar palabras. Pero no estuvieron horas, solo estuvieron un rato hasta que Hanamichi habló sin apuros, solo porque le nacía hacerlo.

"¿Por qué entraste en esto, zorro?"

Rukawa carraspeó levemente, sólo porque lo sorprendió la pregunta. Sin embargo, no podía ser sincero con el otro, no podía decirle que había entrado porque sabía que el pelirrojo se iba a anotar.

"¿Por qué no?"

"Buena respuesta", sonrió Hanamichi. Ya se estaba acostumbrando a no discutir tanto con Rukawa. Cada vez que se quedaba un tiempo más a solas con él practicando la coreografía, había hecho un leve adelanto en lo que se podría llamar el inicio de una buena relación.

Rukawa también se felicitó por haber salido impecable del paso.

continuará