Regreso a la Madriguera
En Privet Drive todo estaba tranquilo, Harry miraba por la ventana, esperando a que Hedwig regresara de su caza. La nostalgia lo consumía. Hacía unos pocos días había pasado lo inimaginable en Hogwarts. Recordaba todo lo que pasó, y en especial recordó que Ginny y él habían dejado esa relación que tanto habían querido. Pero pensó que había sido lo correcto, él no la iba a poner en peligro, no de esa forma. Era la persona que más quería, y la que más le hacía feliz, y no podía dejar que Voldemort lo supiera.
-Sí, ha sido lo mejor que he podido hacer- se dijo a sí mismo-. No tenía otra opción.
Pero, Harry se paró a pensar¿y si quizás hubiera sido un egoísta? No le había preguntado a Ginny lo que ella quería hacer al respecto, a lo mejor ella quería ir con él y con Ron y Hermione. Harry no le habría preguntado.
-He sido un egoísta. Tan sólo me he conformado con lo bueno para mí, y no con lo bueno para ella.
Cuando Harry dijo estas palabras una lágrima se cayó a través de su mejilla, y a ésta le siguieron más. Con las mejillas húmedas pudo reconocer una lechuza entre los árboles. Tenía que hablar con Ginny urgentemente, necesitaba verla, necesitaba besarla. Con ella todo era diferente, hasta la más compleja de las tareas tenía solución. Pero Harry no podía escribirle lo que sentía. No sabía como reaccionaría Ginny. Cogió un trozo de pergamino cuando en seguida oyó unas alas acercándose.
Era Pig, la lechuza de Ron. Ésta llevaba una nota en la patita. Harry le desenrolló en pergamino y dejó que bebiera un poco de agua del bebedero de Hedwig.
¡Hola¿Qué tal?
Hermione ya está aquí, así que como te prometimos iremos a por ti a Privet Drive, después te quedarás unos días aquí en la Madriguera para así celebrar la boda de Bill y Fleur.
Iremos a por ti el día 14 de julio, a las 16:00. Envía a Pig con la respuesta.
Atentamente,
Ron.
-Mañana….
Harry envió a Pig con la respuesta, vería a sus amigos. Los necesitaba. Igual que necesitaba a Ginny. Necesitaba hablar con ella, pero no era tan simple. No sabía que decirle, no sabía que ponerle. Y, para aumentar el problema, no tenía con quien consultarlo. ¿O sí?
Rápidamente cogió un pergamino y una pluma. Empezó a escribir. Y a rescribir frases, para que sonaran mejor. Al final, cuando hubo acabado, la carta quedó tal y como él quería:
Hola, Hermione.
Te quisiera pedir un gran favor como gran amiga que eres. Como sabrás, Ginny y yo dejamos lo nuestro en el funeral. Y desde ese momento hasta hace un rato creía que había sido lo mejor tanto para ella como para mí. Pero me he parado a pensar y creo que he sido un egoísta. Tan sólo me he parado a pensar en lo que a mí me haría feliz, pero no en lo que a ella le haría feliz. No le pedí su opinión.
Me gustaría que me dijeras como podría arreglar las cosas con ella. La amo, y quiero estar con ella.
Espero tu respuesta lo más próximo posible.
Besos,
Harry
Sí, le gustaba como quedaba, había sido sincero en la carta, y eso es a lo que él le parecía. Hermione además de su mejor amiga, era la mejor amiga de Ginny. Y sabría lo que habría que hacer.
Harry estaba impaciente porque no veía llegar a Hedwig, la buscaba entre los árboles cercanos, pero no la veía. Se estaba impacientando cada vez más, y encima unas hormigas recorrían su estómago. No sabía porque tardaba tanto Hedwig. Ya hacía unas horas que había amanecido.
De pronto miró por la ventana, y la vio. Por allí iba su lechuza. Nada más llegar, Harry le ató a su patita el trozo de pergamino.
-Es para Hermione, está en la Madriguera- le dijo Harry-. Entrégasela tan solo a ella¿me entiendes?
Hedwig le dio un pequeño mordisco cariñosamente que quería decir que sí. Vio como se alejaba ululando. Harry en seguida se desplomó en su cama, y recordó la primera vez que beso a Ginny, delante de toda esa gente en la sala común. Recordaba como se sintió. Y nada le había hecho sentir nunca de aquella manera, ni siquiera el quidditch, ni siquiera el recuerdo de sus padres.
Harry empezó a llorar. No podía ser, había sido un estúpido. Y no se lo perdonaba. No había hecho nada desde aquel día. Y no había pensado en nada. No se había parado a pensar. Esto le llevó unas horas. Cuando su tía le llamó.
-El desayuno está en la mesa.
Harry bajaba las escaleras hacía la cocina, cuando llegó todos estaban sentados en sus sillas. Harry se sentó en las suya y empezó a comerse una tostada.
Por lo visto a Harry empezaron a tratarle mejor desde que llegó de Hogwarts. La visita del año pasado del profesor Dumbledore había sido la causa. Les había informado a sus tíos de que Harry iba a alcanzar la mayoría de edad aquel 31 de julio, y, por tanto, estaba autorizado para hacer magia. Esto les asustaba mucho a sus tíos, les asustaba que él les lanzase algún tipo de hechizo.
A Harry esto le encantaba. Le gustaba que su primo Dudley no se metiera con él, ni lo utilizara como si fuera un saco de boxeador.
Nada más terminarse la tostada subió corriendo a su habitación, para ver si había llegado ya la carta de Hermione. Subió los escalones de 2 en 2. Y, cuando llegó a su habitación vio a Hedwig con la respuesta de Hermione.
Harry cogió la nota y la abrió:
Querido Harry,
Me encanta que pienses eso. Quiero decir que la verdad la quieres. He hablado con ella sobre el tema como quien no quiera la cosa, y me ha dicho que lo más feliz para ella sería ir contigo, que no quiere desperdiciar un momento de su vida sin estar sin ti, y que si murieras buscando los horcruxes nunca se perdonaría no haberte tenido a su lado.
Harry, intenta hablar con ella nada más te traigamos a la Madriguera.
Besos,
Hermione.
Era verdad, y él tampoco se perdonaría estar un minuto más sin ella. Fuera lo que fuera lo que pensara Ginny nada más llegar a La Madriguera iría corriendo a donde ella estuviera, y la besaría como si nunca la hubiera besado, como si fuera el primer beso. La abrazaría, delante de toda la familia Weasley, le daba igual, tan solo la quería tener cerca.
La noche se le paso enseguida y de repente se había levantado. Aquel era el día que le iban a recoger Hermione y Ron. Ya no tenía que hacer el baúl del colegio, no volverían a Hogwarts, por lo menos por ahora. Así que en ese baúl tan sólo metió lo que le iba a hacer falta. Metió toda la ropa que tenía, el libro que le regaló Hagrid de las fotos, su escoba, y pocas cosas más.
Tendría mucho tiempo de hablar con Ginny hasta que llegase el 1 de septiembre. Y tendrían mucho tiempo de estar juntos.
Eran las cuatro menos cinco. Ya mismo llegarían Ron y Hermione a por él. Bajó el baúl de su habitación y lo puso al lado de la puerta, al igual que la jaula de Hedwig. La noche anterior ya les había contado a sus tíos lo que pensaba a hacer, pero no hacía falta, ya era mayor de edad y no necesitaba más su casa. Si sobreviviera, se iría a vivir con los Weasley, lo tenía más que seguro.
Eran ya las cuatro, y se abrió la puerta. Eran Ron y Hermione. Se saludaron y cogieron el baúl de Harry y lo llevaron hasta el Autobús Noctámbulo. Hermione, nada más sentarse le guiño el ojo a Harry. Sabía lo que iba a hacer.
-Bueno¿qué tal tus días en la casa de tus tíos?- preguntó Ron.
-Bien, pero podría ser mejor. Me tienen miedo y ya no me tratan tan mal como antes- contestó Harry, y esto último lo dijo con una sonrisa malvada en la cara.
-Tienen miedo que le hagas algún hechizo- dijo riéndose Ron, y a la vez haciendo gestos con la cara.
-Ron, eso no tiene gracia- replicó Hermione.
Ya estaba otra vez con la gente que quería, con su familia, pero… faltaba alguien. Miró por la ventana, y recordó a Ginny caminando.
-Harry, Harry- le decía Ron.
-¿Qué te pasa?- le decía Hermione
Harry se tenía que sincerar con Ron, no podía esconderle lo que iba a hacer nada más llegar a su casa.
-Ron… te tengo que contar una cosa… es… es… - titubeaba Harry, no tenía valor para decírselo, aunque Harry fuera un cuñado que Ron aceptara.
-¿Qué?- decía Ron-. ¿Qué es?
-Ron, no te enfades, pero… pero… es… tu hermana. No puedo quitármela de la cabeza, necesito verla, abrazarla… besarla.
-… Harry… ¿qué piensas hacer cuando llegues a mí casa?- le preguntó Ron.
-Besarla- respondió Harry, estaba nervioso, no sabía como iba a responder su mejor amigo- Ron, amo a tu hermana, quiero verla, quiero tocarla. Necesito estar con ella. He sido un estúpido, y necesito oler otra vez su pelo, la necesito a ella. Tú no lo entiendes… Ron, la necesito ya. Sino no podré vivir tranquilo.
Ron estaba con la cara blanca, nadie había hablado así de su hermana nunca, nunca nadie le había dicho eso. El tan solo la quería como una hermana pequeña. La protegía, pero en estos últimos días se había dado cuenta de que ya era una mujer, de que ya podía hacer lo que ella quisiese con su vida.
-Harry… Ginny ya es muy mayor, no es de mi incumbencia lo que ella haga contigo. Sabes que antes me importaba cada novio que tuviese, pero mientras seas tú me da igual. Nadie me había hablado así de mi hermana, Harry. Y me ha hecho pensar- respondió Ron, le miraba a los ojos a Harry.
-Ron…- respondió Hermione con los ojos llorosos.
-¿Qué pasa?- le dijo Ron
-Eso ha sido una respuesta y no las que dabas antes- dijo Harry con un tono un poco burla.
Todos se abrazaron. Y a la nada ya estaban en La Madriguera.
