Bajo Un Sauce

Habían llegado ya a la Madriguera, ayudaron a Harry a bajar su equipaje. Y entraron en la casa. Todo estaba como Harry recordaba, y allí, en una esquina estaba Ginny. Una bandada de mariposas le recorría le estómago. Tenía mucho valor, pero para aquellas cosas le solía falta.

-Vamos, hazlo- le susurró Ron a su amigo.

Harry fue hacia Ginny, saltando los obstáculos que eran la madre y el padre de Ron. Bajó la mirada hacía la pelirroja, y le tendió la mano. Esta, titubeando la cogió y, Harry, con todas sus fuerzas la levantó del sillón. La iba acercando cada vez más y se acercó hasta que sus narices estuvieron pegadas. Movió su cabeza y le dijo al oído.

-Nos vemos afuera después de cenar, tengo que hablar contigo.

Ya lo había hecho. Por fin se había decidido. Ahora quedaba lo más difícil y fácil a la vez: sincerarse con ella y pedirle perdón.

Durante la cena no hicieron nada más que mirarse furtivamente. Y después de mirar a Ginny miraba a Ron, el cual había cambiado mucho. Ahora hablaba mucho con Hermione y estaban mucho tiempo juntos sin pelearse, y no sólo eso, sino que además Ron había madurado en cuando a la protección de su hermana. Seguramente pensó que no podía estar mejor que con su mejor amigo. Que nadie la cuidaría más.

Harry comió lo más deprisa que pudo la comida que puse la Sra. Weasley. Estaba riquísima, como siempre.

-Me voy a dar un paseo por el jardín. He comido demasiado, creo- dijo Harry nada más terminar el plato, y salió por la puerta.

Estaba esperando a Ginny, no sabía que iba a hacer cuando la viera llegar al jardín. No sabía si seguir a su impulso, o a que. Ginny tardaba mucho. Se desesperaba. No era realmente paciente en cuanto a esperar citas se trataba.

Y, de repente, vio a Ginny salir al jardín por la puerta de atrás. Estaba mucho más guapa de lo normal, o eso le parecía a Harry. Se había arreglado para verlo, ¿eso significaba algo? Fue a su busca, y Harry cogió a Ginny de las manos, y la fue acercando hacía él. Cuando la tuvo lo bastante cerca empezó a besarla. Ginny no se había apartado y eso era un punto a favor de Harry. Echaba de menos esos besos. Estuvieron un rato pegados, y cuando se separaron…

-Harry, esto no está bien…- dijo Ginny sentándose debajo de un árbol que había cerca-. Lo nuestro… acabó cuando…

-No Ginny, no acabó- la interrumpió Harry-. No acabó ni nunca acabará. No he parado de pensar en ti y quiero decirte que te amo. Me he dado cuenta de que he sido un estúpido y un egoísta. No me he parado a pensar en lo que sería feliz para ti, Ginny. Tan solo en lo que sería feliz para mí. Tengo que pedirte perdón por esto…

Pero Ginny le había tapado la boca con un dedo. Estaba llorando. Y eso significaba que era su turno.

-Harry, te comprendo… para mí han sido unos días muy largos sin ti. Te quiero, y lo sabes. Te quiero desde que te vi. Y sabes que acepté tu decisión. Acepté que me…

Pero Harry la había parado besándola.

-Nunca digas eso, todo eso ya pasó. Y no quiero que vuelva a pasar. No ha acabado Ginny, y nunca lo hará. Quiero que seas mía para siempre, y eso ni Voldemort ni nadie lo podrá impedir. Ginny, mi amor por ti es más grande que cualquier miedo que tenga. Y, si te soy sincero, te necesito a mi lado. Necesito que me cuides. Necesito que me abraces. Ni la mayor y mejor magia del mundo me podrá ayudar igual que lo haces tú- y Harry culminó esto con un suave y largo beso.

Harry sentía las lágrimas de Ginny sobre su cara. Sabía que le había tocado la fibra sensible, pero todo le había salido sin pensar, era sinceramente lo que pensaba.

-Ginny… tranquila…

-Harry… quiero estar contigo. No me perdonaría no estar contigo. Si murieras, moriría yo contigo, Harry. Quiero ir contigo, quiero tenerte a mi lado el máximo tiempo posible porque me cuidas, Harry, aunque no te des cuenta. Con tan solo tu presencia…- dijo Ginny entrecortadamente debido a que estaba llorando.

-Entonces… todo olvidado, ¿no?- dijo Harry.

-Sí.

Y se volvieron a besar, no le importaban las miradas de sus familiares por las ventanas de al lado, ni lo que les iban a decir. Tan solo le importaban que por fin se tuvieran el uno al otro. Por fin.

Volvieron a La Madriguera cogidos de la mano. Entraron por la puerta y allí estaban todos, mirándolos. Hermione estaba con una sonrisa en la cara, y, para sorpresa de Harry, también la tenía Ron. La Sra. Weasley enseguida fue a interrogarles, y, cuando iba a hacer la primera pregunta el Sr. Weasley le hizo un gesto que significaba que se callara. Los gemelos miraban a Ginny y a Harry con cara de sorprendidos. Fueron para bombardearlos con preguntas pero la Sra. Weasley se lo impidió.

Así que Harry y Ginny subieron arriba, en el cuarto de Ginny para hablar. Hablaron sobre todas las cosas que le rondaban por la cabeza, lo que iban a hacer al día siguiente y, mejor aún, lo que iban a hacer esa noche por fin juntos.

Sellaron la puerta para que nadie pudiera entrar, estaban por fin solos. Los dos. Ginny hizo que Harry se tumbara encima de ella en la cama. No era la primera vez que lo hacían, pero sí la primera vez después de pelearse. Y había sido impresionante. Ginny había estado mejor que nunca, y él, según Ginny, también. Le sorprendía que Ginny siempre llevara la rienda en la cama, y es que no sabía como pero era toda una maestra. Se acordaba de cada rincón del cuerpo de Ginny, de cada recoveco. Y siempre le impresionaba. Aunque lo hubiera visto millones de veces.

Oyeron como intentaban abrir la puerta.

-Harry, Ginny, abrid. Sino tendré que abrirla por las malas y se enteraran todos de que estáis aquí. Y si es así a la Sra. Weasley le daría un patatús- decía Hermione en voz muy baja-. Vamos, sal Harry y vete para el cuarto de Ron, él está a punto de subir.

Al escuchar esto, se vistieron rápidamente y Ginny le dio un beso a Harry de despedida. Hermione sabía que cuando se iban los dos juntos no era, precisamente, a la biblioteca a estudiar como decían ellos, al igual que sabía que ninguno de los dos era ningún angelito. Harry sonrió a Hermione, y esta le guiño el ojo, entró hacia el cuarto de Ginny y cerró la puerta. Harry sabía que Ginny le contaba todo a Hermione, ya que eran sus amigas, pero le daba un poco de vergüenza que le contaran sus cosas más… privadas.

Oyó a Ron subir por las escaleras y, rápidamente, entró al cuarto y se cambió.

-Hola, Harry.

-Hola, Ron.

-¿Por qué habéis hecho eso delante de mis padres y de mis dos hermanos?- dijo Ron, un poco molesto.

-No sé, no creo que les molestara…

-Harry, tienes que entender que Ginny es su hija más pequeña, y te han visto besándola en el jardín y tienes que saber que no son tontos. Saben que tú eres ya mayorcito y bueno… haces ciertas cosas que mis padres siempre han considerado como un tabú.- decía Ron muy amistoso.

-Pues tienen que saber que su hija de virginal no tiene nada- le contestó Harry, ya le estaba mosqueando que todos estuvieran engañados.

-¿¡CÓMO?

-Pues eso… que no tiene nada virginal…

-Ya, ya… eso ya lo he escuchado- le cortó Ron-. Pero, lo que no me entra es que… ¿cómo lo sabes?

Pero la cara de Ron cambió al ver la de Harry, pasó de un mosqueo leve a un mosqueo mayor.

-No puede ser…- decía con una voz muy baja-. No puede ser… No te has podido acostar con mi hermana… No…

-Emmm, Ron… - le cortó Harry.

-No hace falta que hables, como te dije es demasiado mayorcita… pero… mi hermanita pequeña…- dijo Ron echándose en la cama.

-Yo que tú estaría orgulloso de ella- dijo Harry, pero nada más decirlo la cara de Ron cambió otra vez, ahora tenía una cara de asesino.

-¡Qué esté orgulloso de ella!- dijo Ron

-Sí, y mucho lo deberías de estar.

-Bueno, Harry. Haz lo que quieras con ella. Ya sabes que a mí me da igual lo que haga contigo ya que son asuntos privados- dijo Ron muy convencido.

-¿En serio?- dijo Harry, no se lo creía.

-Sí, mañana ya hablaremos, pero por ahora a dormir.

Harry no se lo podía creer. El día había sido estupendo. Había tenido una tarde con Ginny espectacular, y como siempre, eran espectaculares los momentos en los que hacían el amor. Encima Ron no le había puesto ningún pero.

Al día siguiente se despertó con el cuerpo de Ginny al lado, le estaba dando su aliento en su nuca. Cuando vio que se había despertado Ginny le dio un beso. Eso era lo que el necesitaba para empezar la mañana. Pero no había sido todo. Ginny siguió besándolo por el cuello, desabrochó los botones del pijama y fue bajando y bajando.

-Ginny, para. Nos van a oír

-Tranquilo. No nos oirán. Mi padre está en el ministerio trabajando, y mi madre está en el callejón Diagon haciendo unas compras.

-¿Y tus hermanos?

-Están jugando a quidditch, y Hermione está fuera. Así que relájate.

Harry se relajó. Ginny bajaba cada vez más con sus besos, hasta que llegó a donde estaban sus pantalones. Se los fue desabrochando poco a poco, y se los quitó. Harry la trajo hasta la altura de su boca y empezó a besarla. Tan solo llevaba una bata. No llevaba nada debajo de la bata. Se la bajó hasta los hombros, y descubrió sus pechos. Nunca los había visto así, nunca los había visto a la luz del sol. Siguió deslizando su bata. Lo tendría que hacer ahora porque sino, después, no tendría la suficiente sangre en el cerebro como para hacer alguna otra cosas que necesitase mucha atención.

Aquello fue mejor que lo anterior. Ginny había hecho lo que nunca se esperaría Harry. Siempre había soñado con una mañana así.

Terminaron muy cansados, había sido una de las sesiones de sexo más larga que nunca habían tenido. Y es que todas aquellas posturas necesitaban energías. Por lo tanto bajaron a desayunar, no sin antes ducharse. Cuando bajaron estaban sus dos desayunos en la mesa. Lo que le hizo recordar lo que le dijo Ron.

-Ginny… tu hermano me dijo ayer que tus padres, al vernos después de lo que pasó subir por las escaleras se olieron lo que hicimos.

-Mmmm, tienen que empezar a darse cuenta de que no soy todavía una niña.

Y se acercó y le dio un beso en la mejilla.

-¿Por qué no vamos fuera y jugamos al quidditch con ellos?- dijo Ginny, dándose cuenta de que llevaban cerca de 20 minutos besándose sin parar.

-Vale, espera que voy a por mi Saeta de Fuego.