El Partido de Quidditch

Harry y Ginny fueron andando hacía la parte de la casa de los Weasley donde desde hacía unos años jugaban ellos al quidditch. Fred, George, Charlie, Bill y Ron estaban jugando sobre unas cuantas escobas, por lo visto Charlie y Bill vinieron esta mañana. Bill fue corriendo a abrazar a su hermana pequeña. Ginny le llenó de besos y abrazos, Harry sabía que Ginny quería mucho a Bill, y se notaba.

-¡Bill! ¡Ven un momento! Necesito que me ayudes a 'guepagag' esto- decía una mujer detrás de él.

-Ya voy, cariño- dijo Bill, parecía como si le hubiesen cortado cuanto estaba haciendo algo interesante.

Harry se dio la vuelta y era Fleur. Ahora no le parecía tan atractiva como cuando la vio por primera vez. Ahora tan solo le parecía una mujer más del montón. Los sentimientos que sentía Ginny hacía Fleur, parecían que se le pegaban porque cada vez la aguantaba menos.

-¡Hola Harry!- le dijo Hermione saludando con la mano y levantándose del sitio donde estaba leyendo.

-Hola Hermione, ¿Cuándo han llegado Bill, Charlie y… Fleur?- diciendo el último nombre como si le diera asco.

-Pues han llegado esta mañana, ya sabes, para organizar mejor los preparativos de la boda- le respondió Hermione riéndose.

-Hey, Harry, ¿juegas?- le dijo Fred

-Eso, juega-dijo George

-Vale- respondió Harry

Fred y George formaron los equipos. En un bando estaban Charlie, Ron y Ginny; y el otro Fred, George y él. Empezó el partido. No se acordaba de los bien que jugaba Ginny, y se quedaba embobado mirándola como jugaba y como su pelo bailaba al san de la música del viento. Más de una Fred y George tenían que darle algún que otro empujón para que reaccionara y jugara. Él y Ginny se estaban peleando por la pelota, salieron del campo hacía unos árboles y chocaron. Los dos se cayeron de las escobas. Uno encima de otro.

No podía ser, otra vez solos. Parecía como si el destino quisiera que siempre estuvieran solos.

-Gin, ¿estás bien?

-Sí, pero me duele un poco la cabeza- decía Ginny con una mano en la cabeza-. Te has pasado, capullo- siguió hablándole en tono cariñoso.

-Ginny, ahora no podemos. Tus hermanos no están buscando…

-¡Harry! ¡Ginny!- le interrumpieron los gritos de Fred, George, Charlie y Ron.

-Estamos aquí, ya vamos- les contestó Ginny.

Era hora de levantarse e irse hacia donde habían estado jugando. No le parecía justo aquello. Apenas tenía momentos a solas con Ginny, y si los tenía era a escondidas. Aquello no podía ser así. Un día se la tendría que llevar de allí, al Caldero Chorreante, y alquilar una habitación aunque solo fuera para unas horas. Necesitaban esa intimidad que tenían en Hogwarts por las noches, esa tranquilidad por las tardes, cuando iban a la biblioteca. Y, por fin, llegaron a donde estaban todos. Se habían adentrado bastante en el bosque, y no podía explicar porque no se habían quedado un poco más de rato allí.

-Ya era hora. Sigamos jugando.- dijo Charlie.

Siguieron jugando durante una hora más. Estaban agotados. Los señores Weasley todavía no habían vuelto y Fred y George echaban de menos la comida de su madre. Pero este tiempo de tranquilidad sin los padres de Ginny y sus hermanos por medio, se sentaron juntos. Ginny encima de Harry, hablando sobre el partido, sobre lo "capullo" que había sido Harry, y sobre lo bien que se lo hubieran pasado en el bosque. Y cuando empezó la sesión de besos entró nada más y nada que Bill.

-¿Qué… qué… qué… qué hacéis?- dijo tartamudeando.

-Crear una poción del sueño, no te jode- le contestó sarcásticamente Ginny-. ¿A ti qué te parece?

-Ginny… Harry… vosotros…- decía Bill, parecía como si pudiera hablar. Quizás por haberse encontrado a su amada hermana pequeña besándose con otro.

-Otro que piensa que eres una mujer virginal- le susurró al oído Harry, lo que hizo que Ginny se empezara a reír.

-Bill, Bill, Bill- dijo, acercándose a este y tocándole el pelo-. Ya no soy una niña pequeña, hermanito- continuó, dándole un beso en la mejilla-. No te tienes porque espantar cuando nos veas a Harry y a mí así…

-Entonces… ¿estáis juntos?- preguntó Bill.

-Sí- respondieron Harry y Ginny al unísono

Entonces Bill se marchó. Siguieron hablando y leyendo. Hasta que por fin llegaron sus padres. La Sra. Weasley trajo algunos paquetes, que se les llevó levitando hasta el cuarto de Ginny. Empezó a hacer la comida, la cual iban a comer fuera porque dentro no había demasiado sitio. Harry, Hermione, Ron y Ginny se apresuraron a salir fuera a ayudar al Sr. Weasley, Bill y Charlie a preparar las mesas como ya lo habían hecho años antes, cuando se iban a ir a ver los Mundiales de Quidditch. Después de la cena, Harry, ron, Hermione y Ginny se fueron a dar una vuelta. Desde el día anterior por el mediodía no se paraban a hablar juntos.

-Yo no tengo nada de ganas de que se celebre la boda- decía Ginny-. Mi hermano Bill con esa, ja.- Ron se mosqueó-. Fleur no le llega ni a la suela de los zapatos.

-Ginny, no digas eso. Por lo que veo, eres una envidiosa- le replicó Ron.

-¿Qué la envidia que? No soy envidiosa, tan sólo que Fleur me parece una mujer muy superficial, la cual tan sólo se fija en la belleza exterior, y no en la interior. Cautivó a Bill, y también te cautivó a ti, pero que sepas que a nadie más intentará engañar, Ron- Ginny estaba totalmente enfadada.

Harry sabía muy bien que Ginny no envidiaba lo más mínimo de Fleur, es más, Ginny conseguía armar tanto murmullo al pasar como Fleur lo hacía cuando llegó a Hogwarts en el Torneo de los tres magos. No tenía nada que envidiarle, aunque eran distintas; Fleur tenía una belleza perfecta y antinatural, pero la de Ginny era impresionante y muy natural. La mirada de Ginny era penetrante, y podía hacer que te derramases cerveza de mantequilla encima si ella quería, su pelo, era mucho más natural y su cuerpo muy bien esculpido; en cambio, la mirada de Fleur tan sólo te llevaba al ensimismamiento, pero nada más, no te hacía sentir lo que hacía la mirada de Ginny, y su pelo era demasiado perfecto e idilio y su cuerpo estaba demasiado bien, no había nada que la diferenciase, que la hiciera Fleur. En cambio, Ginny era completamente diferente a los demás.

-Podríamos ir a dar una vuelta al Callejón Diagon, ir a través de la Red Flu- comentó Ron, Ginny enseguida le miró. Hacía menos de 2 min. que se habían peleado-. Ginny, no me mires así, perdóname.

-Últimamente todo el mundo me pide perdón- dijo Ginny, y le lanzó una sonrisa a Harry, el cual se ruborizó un poco.

-Entonces qué, ¿nos vamos?

-Vale Ron- dijo Hermione

-De acuerdo.

Se dirigieron a través del salón hacía la chimenea y uno por uno se fue dirigiendo a través de la Red Flu al Callejón Diagon. Estando allí decidieron ir un rato a mirar libros a Flourish y Boots, y, más tarde, a ir a tomarse una cerveza de mantequilla en el Caldero Chorreante. Caminando Harry y Ginny por un lado, y Ron y Hermione por otro se encontraron nada más y nada menos que con Seamus y Dean. Dean, al ver a Ginny con Harry no hizo otra cosa que mirar hacia otro lado. Se saludaron y se contaron las novedades que tenían. Y Seamus y Dean se marcharon, este último sin mirar ni a Harry ni a Ginny.

-Qué raro se ha portado Dean cuando…- pero Ron se cayó, Hermione le había dado un codazo y señalaba con la barbilla y los ojos a Harry y Ginny.

-Podríamos ir a la tienda de Fred y George, ¿no?- propuso Harry, sabía que siempre le agradecerían el dinero que les dio.

-Es una buena idea, aunque yo pensaba un momento ir a dar una vuelta con Ginny, ya sabéis, para contarnos cosas- dijo Hermione

-Como queráis- dijo Ron

-Nos vemos dentro de 1 hora en la tienda de tus hermanos, Ron- dijo Hermione saludando con la mano.

Ginny se despidió de Harry con un gran beso y Hermione y ella se marcharon callejón arriba. Harry sabía que Hermione se iba a enterar de todo lo que se pudiera enterar de su relación con Ginny.

-Oye, Harry… ya que por fin estamos solos…- decía Ron, parecía como si estuviera nervioso. Le iba a preguntar algo serio- te quería pedir una opinión.

-Soy todo oídos.

-Bueno, como supongo que habrás notado, he cambiado. Y- siguió para que Harry no hiciera ninguna broma al respecto- ha sido todo gracias a Hermione. Creo que la amo, Harry. Pero no sé como decírselo, ha sido desde hace siete años nuestra amiga, y me cuesta.

-Ron… yo… no soy el más indicado.

-Pero tú la conoces igual o mejor que yo, Harry. Nunca os ha cohibido la vergüenza de estar juntos, nunca has sentido miedo de estar con ella por equivocarte en hablarle.

-Pero…

-No, Harry, déjame terminar- Ron se estaba cada vez poniendo más serio- tengo pensado besarla el día de la boda de mi hermano. No sé, lo veo un buen momento. Pero tengo miedo a que me rechace.

-Ron, tú… ¿eres tonto verdad? ¿No te has dado cuenta de que Hermione también te quiere?

-No…

-Pues, por si no lo sabías, se ponía de todos los colores cuando os encontraba a Lavender y a ti por cualquier lado. Te ha animado siempre, Ron.

-Ya Harry, pero…

-Pero no, hazlo lo más rápido posible. Sino la perderás.

Era ya demasiado tarde. Se les había ido la hora y necesitaban volver a casa. Buscaron a las chicas por todo el callejón, no estaban. ¿En dónde se habían metido? Fueron al Caldero Chorreante, tampoco estaban. A lo mejor habían ido a la tienda de Fred y George, donde habían quedado reunirse. Pero ya había pasado más de una hora y cuarto desde que se habían marchado. De todas formas no perdían buscándolas allí.

Entraron en la tienda, y allí estaban. Con cara de aburridas, los habían estado esperando durante más de un cuarto de hora y la Sra. Weasley les iba a echar una bronca muy gorda sino llegaban ya la Madriguera. Fred y George se aparecieron y Harry, Ron, Hermione y Ginny tuvieron que viajar con polvos Flu.

Y, por fin habían llegado a casa. Subieron los 4 a los cuartos y se ducharon. Aquella, iba a ser una gran noche.