Cap 4: Modales
Hagrid carraspeó, poniéndose colorado.
- Creí que Olympe era la mejor para educar a Grawp...
- Y no lo niego, Hagrid, es sólo que ella no quiere educar a Grawp solamente, nos quiere educar a nosotros también! ya hemos pasado dos semanas soportando las dichosas clases!
- Esta es la última semana de clases con Olympe, Harry, de veras...
- Así? pues eso espero! y ya quiero enterarme porque nos preparamos tanto! tengo derecho a saber!
Hagrid miró al piso, intentando decir algo. A Harry le dio pena verlo así de incómodo, así qe resolvió no insistir más... Hasta trató de pensar que aquellas clases de etiqueta le vendrían bien... posiblemente le servirían en algún momento... quien sabe si Madame Maxime tenía razón en lo que decía (Los modales te "abguen" la "puegta" de los "cogazones")... en fin, solo faltaban dos semanas para regresar a Hogwarts, así que iba a poner de su parte...
- Ya, no te preocupes Hagrid, supongo que las clases de Madame Maxime nos ayudarán en algo, no? - dijo Harry sinceramente, a lo que Hagrid respondió con una sonrisa.
Era increíble, pensaba Harry por las noches, cuánto había cambiado Grawp desde el año pasado, que lo había conocido torpe, salvaje y apenas diciendo un par de palabras. Ahora, en cambio, Grawp se paraba erguido (lo que aumentaba su altura) hablaba correctamente y sabía reconocer a la gente, aunque no podía dejar de tener una fuerza bruta y ser muy maleducado a la hora de comer. Era este último problema contra el que había estado luchando Madame Maxime desde hacia un mes entero: acudía todas las tardes a su mansión (la cual había sido modificada para que entrara Grawp y conviviera con Hagrid y Harry) y le daba lecciones de etiqueta y comportamiento sobre la mesa. Grawp no apoyaba en nada: tiraba los cubiertos, preguntaba el porqué de todas las cosas, y, cuando le servían el almuerzo, se lo devoraba en un minuto.
Hasta que a Madame Maxime se le ocurrió la brillante idea de incluir a Hagrid y a Harry en sus sesiones de modales. Hagrid había aceptado, embelesado, pero Harry preguntó por qué tenía que ocupar sus tardes en aprender como utilizar un tenedor, si ya sabía como hacerlo. Madame Maxime había respondido simplemente: "Pog" que se "apguende" con el ejemplo, y como Harry no tenía una razón para contradecirla, acepto.
Desde ese día, en vez de pasar las tardes haciendo los deberes de verano, estaba ocupándose de aprender que la cuchara de la derecha es para postres, y la cucharilla del centro es solo para mariscos, o que la servilleta tiene que ser de 20 centimetros para hombres y que uno se para al recibir a una dama.
Ah! y a esto había que sumarle el secreto de Hagrid. El guardabosques no había querido confesarle a Harry por qué estaban preparándo a Grawp tan urgentemente. Es más, ni siquiera quería decirle a quien iban dirigidas todas esas cartas que mandaba cada mañana, por que "Ya te enterarás, Harry, sólo prepárate para un gran evento..." ¿evento de qué? se preguntaba Harry una y otra vez.... Ya lo sabría en su momento... pero se moría de curiosidad por enterarse o sacarle un poquito de información a Hagrid, así que no perdía oportunidad de acorralarlo con suposiciones y dudas.
- "¡HAGUI!" - dijo imponente Madame Maxime
- Si? - respondió Harry, aún distraído
- SI QUÉ?
- Si, Madame Maxime?
- Te estoy "pgueguntando" qué se debe "haceg" cuando la dama se "paga" y se va al "tocadog".
- Me levanto, retirándo mi servilleta de tela, y esperó a que se retire para después sentarme.
- "Coguegto!"..mmm... esa ha sido la última "pgegunta" de tu examen final, Felicitaciones! Ya te puedes "ig" a "dogmig" "Hagui"... acabas de "tegminag" tu "cugso" de etiqueta! - agregó, pomposa.
Harry se levantó de la mesa, y, sin acordarse de recoger la silla (lo que produjo una mirada severa de Madame Maxime) caminó a su habitación, exhausto. Por fin había terminado aquellas clases. Recorrió el pasillo del segundo piso hacia su cuarto; la luna llena se alzaba grande frente a él a través de una ventana.
Apenas llegó a su dormitorio, se encontró con la imagen borrosa de Hedwig, que sostenía entre sus patas una carta con caligrafía esmerada y ululaba como loca. Harry apartó vagamente a su lechuza con la mano y se durmió con todo y zapatos, sin saber que Hedwig le traía una carta de alguien que lo necesitaba urgentemente y no se encontraba tan lejos como para no ayudar.
