- ¡Algunos alcances de última hora! - exclamó la profesora Sprout antes que los alumnos del 6to curso salieran del invernadero °4 - mañana en el desayuno se les entregarán sus credenciales para la cena de Halloween - todos pusieron cara de extrañados, a lo que la profesora respondió - pues verán, como hay tantos alumnos nuevos, necesitamos chequear con más seguridad la entrada de todos... es necesario que porten esas credenciales para entrar, ¿me entendieron?
Todos asintieron y empezaron a recojer sus cosas. Harry juntó sus muestras de raíz y sus apuntes, y salió con Ron camino hacia la clase de Transformaciones. En los pasillos, gente muy diferente a él lo saludaba de distintos modos, y Harry solo respondía con un vago "hola" o con un gesto de la mano. Se había sorprendido mucho al ser saludado por primera vez en un idioma diferente por gente que lo reconocía como el vencedor de Voldemort, pero después de dos meses ya se había aburrido de tanta atención (mucho más a lo que estaba acostumbrado).
Ya habían pasado dos meses desde aquella noche en la que el director les había hablado de la CAV y desde ese entonces Hogwarts estaba "enormemente" cambiado. Dumbledore se vio en la necesidad de ampliar el castillo para la comodidad de los invitados, y, junto con un hechizo muy difícil ("enormous maximus") lo había logrado: ahora, por ejemplo, la sala común de Gryffindor medía cinco veces su tamaño normal, o ¡el Gran Salón parecía un estadio del tamaño que tenía!
Harry siguió el trayecto hacia el salon de McGonagall con una firme decisión: Ron y él irían a visitar a Dumbledore después de Transformaciones para preguntarle por el paradero de Hermione. "Si Dumbledore no sabe" pensaba Harry "entonces iremos s buscarla" y es que ambos se la habían pasado todas las tardes libres preguntando a medio mundo por Hermione, hasta visitaron a Dobby en las cocinas para interrogarlo ("No, Harry Potter, Señor, yo no sé nada de su señorita amiga" había dicho el elfo)
Harry y Ron se sentaron en su ya acostumbrado último asiento, y sacaron sus pergaminos, plumas y libros. La profesora McGonagall se apareció en medio del salón y ordenó que abriesen su libro en la pg. 36, cap.7 "Magos Metamorficos"...
- Existen tres tipos de magos metamorficos, que ya de por sí son muy raros - decía McGonagall mientras Harry y Ron apuntaban en sus pergaminos - primero tenemos al elemental, que es capaz de tomar las características de algún objeto que toque, el segundo es el imitador de voz, que, tal como lo dice, puede reproducir el tono de voz y la forma de hablar exacta a la de otra persona, y por último, el camaleónico, que adopta hasta tres aspectos a la vez.
La clase no entendió esto último, por lo que la profesora tuvo que explicar con más detalle:
- Quiero decir que el mago camaleónico puede ser, ... por ejemplo... chino, árabe y moreno a la vez, y mostrar cada uno de estos tres aspectos a tres diferentes personas y al mismo tiempo... bueno, ya termino la hora... para el martes quiero una redacción de 30 cm. explicándo las ventajas y desventajas de los tres tipos de magos metamorficos... eso es todo, pueden salir...
Mientras Harry recogía sus cosas, Ron se asomo a la puerta, chequeándo que Becky no estuviera cerca. Como la chica no estaba, Ron le hizo un gesto de "no hay muros en la costa" y ambos salieron rumbo a la dirección.
Cuando llegaron, se escodieron detrás de una gárgola cercana. Aguardaron pocos minutos y, para su suerte, Hagrid salió de la dirección y dejo la escalera abajo. De inmediato, Harry y Ron subieron los peldaños y se encontraron al frente de una gran puerta. Se escuchaban voces provenientes del otro lado de la puerta, así que los chicos pensaron que lo mejor era preguntar a Dumbledore por Hermione después de la cena. Justo cuando estaban a punto de bajar, Harry se sobresalto, ya que había esuchado su apellido en la conversación. Pegó su oreja izquierda a la puerta, lo mismo que hizo Ron, y mantuvo la respiración para oír mejor...
- ... como le iba diciendo, señor director... - Harry se dio cuenta que la voz era la de Snape - Potter debe haber escuchado algo sobre los pergaminos mientras estuvo en la votación de la CAV... me imagino que Hagrid le habrá permitido escuchar...
- Felizmente no, Severus - aquella voz era la de Dumbledore - Hagrid retiro a Harry de la ceremonia antes que pudiera oír sobre los pergaminos y los dijes del Valle de Godric. Ahora bien, me preocupa que no encontremos el quinto pergamino, Severus...
- Pues, disculpe que me entrometa, señor director, pero tampoco tenemos el cuarto pergamino...
- El cuarto pergamino - interrumpió Dumbledore - se lo entregué a una persona que tiene mi total confianza; sabrá cuidarlo y se lo dará a Harry, de eso no tengo duda... sin embargo, me pregunto si no se lo dará demasiado tarde...
- Señor, ¿sabe usted que hay en los otros tres pergaminos que tiene guardados?
- No, no Severus, lamentablemente yo no sé descifrar en qué abecedario están escritos esos 3 pergaminos y el 4to, pero ya dos personas se están encargando de averiguar que significan los símbolos del abecedario... pronto llegarán.
- ¿Para quiénes iban dirigidos esos 5 pergaminos, señor?
- Para los que vivían en el Valle de Godric, Severus, me refiero a los...
Pero Harry no se entero de quienes vivían en el Valle de Godric porque Ron se había resbalado, produciendo un ruido tan fuerte que ambos tuvieron que salir corriendo antes de ser descubiertos. Llegaron jadeando al Gran Salón, y Ron, pensando que ya habían tenido suficiente, hizo ademán de entrar, pero Harry lo jaló fuera.
- Ahora mismo vamos a ver a Hagrid - dijo un Harry visiblemente enojado.
Ron lo siguió, callado, sobre el césped húmedo de lluvia hacia la cabaña de Hagrid. Al llegar, Harry tocó la puerta... o más bien le dio de porrazos gritando "¡HAGRID, ABRE LA PUERTA!". La puerta se abrió lentamente y la compañera menos apreciada por Harry asomo la cara.
- ¡HARRY! ¡Te estaba esperando! - Becky llegaba en el momento más inoportuno, y Harry no la iba a aguantar...
- ¡QUITATE BECKY! - Harry la empujo sin ningún cuidado y cerró la puerta detrás de él, quedándose en la cabaña con Hagrid.
- OH, HARRY, MIRA, ¡LLEGUÉ ANTES DE LO PREVISTO! - Hagrid esbozó una sonrisa, pero la borró de inmediato al ver la mirada de Harry.
- ¿POR QUÉ NO ME DIJISTE NADA ACERCA DE LOS PERGAMINOS Y LOS DIJES DEL VALLE DE GODRIC? - Gritó Harry respirando con dificultad
- ¿COMO SABES ESO? - Hagrid estaba cada vez más confundido. Se dejó caer sobre un sillón y se dirigió a Harry con una mirada sincera - Harry, lo lamento, no te puedo decir nada de lo poco que sé porque Dumbledore me prohibió contarlo... porque tu sabes, de cualquiera se desconfía...
A Harry nunca le había gustado poner incómodo a Hagrid, así que se calmo y lo pensó mejor... lo mejor sería preguntar a Hagrid por...
- ... todo lo que me puedas decir acerca de esa investigación que está haciendo Dumbledore...
- Bueno, Harry - Hagrid parecía ser cauteloso con cada palabra que decía - como ya te dije, se muy poco... pero de lo poco que sé - agregó Hagrid, porque Harry parecía que iba a volver a gritar - te puedo decir que aquellos pergaminos del Valle de Godric contienen revelaciones y predicciones muy importantes, y si es que cayeran en manos equivocadas... bueno, pues eso sería fatal...
- ¿Y qué tiene que ver eso conmigo?
- Eso yo no lo sé Harry... - el chico miró a Hagrid fijamente, como queriendo sacarle algo más de información, pero se dió por vencido.
- Esta bien, Hagrid, yo averiguaré qué tiene que ver conmigo todo eso...
- Ah no, Harry, tú no te vas a poner en peligro ahora que estamos desconfiados de todo el mundo, me vas a prometer que no harás nada de nada porque si lo haces...
La ventana de la cabaña de Hagrid se abrió de golpe y la mitad del cuerpo de Becky se asomó por ella. Por ese impulso, sus raros lentes salieron despedidos hacia el piso y la pobre, que era muy cegatona, solo atinaba a decir "¿HARRY? ¡HARRY! ¿DONDE ESTAS?" con esa voz chillona inconfundible. Harry estaba a menos de un metro de donde se encontraba Becky, pero en vez de reírse de la chica, que parecía buscar algo entre la niebla, se fijó en su aspecto.
Becky, de repente, se había vuelto morena, y, un segundo después, estaba peliroja. Harry miró a Hagrid, y éste le devolvió la mirada, comprendiendo todo. Harry le alcanzó los lentes a Becky, y la chica se paró bien e intento disculparse.
- No vayan a creer que intentaba espíar, no, no no, lo que pasa es que..
- Becky, ¿eres una bruja camaleónica que vive en Privet Drive # 5 de Little Whining, Surrey? - le interrumpió Harry.
Becky lo miró de cerca y respondió con otra pregunta:
- ¿cómo es que sabes eso?
- Porque tú espantaste a Hagrid este verano, al salir a hurgar por tu ventana una noche en la que hubo mucho viento y...
- y los árboles se pegaban entre sí y una gran sombra se apareció en el cielo, la cual sería Hagrid... claro, lo recuerdo... pero es que ese día no tenía mis lentes, los había llevado a reparar y... y... - Becky abrió los ojos como platos, y gracias a sus gafas, parecia que llenaban la mitad de su rostro - ¡Y HARRY POTTER ES MI VECINO! CLARO! ¿COMO NO ME DI CUENTA DE TI? YO CREÍ RECONOCERTE UN DÍA, CUANDO LIMPIABAS LA COCINA DE TU CASA...
Harry salió lo más rápido que pudo de la cabaña de Hagrid: no quería prometerle a Hagrid algo que no iba a cumplir, ni tampoco quería seguir aguantando los gritos de Becky, que ahora resultaba ser su chismosa vecina... chismosa y espía, ¿a quien le recordaba eso? Harry pensó que Becky tenía algo más que ocultar mientras regresaba al castillo con Ron, que no entendía nada de lo que había pasado.
