- "Golpeadorres": "Rraul" "Corrtez" de 7mo. "grrado" y Malú "Silveirra" de 2do. - Krum estaba mencionando a los nuevos integrantes del equipo de quidditch, y una inusitada sala común totalmente llena era su público - "Cazadorres": Ginny Weasley, 5to "currso", "Dorriana" "Bojrrk", 6to "currso", y... yo, 7mo. "currso" - añadió, mirando a todos - las "prracticas" "comenzarrán" "rrecién" en "enerro".

Ante lo último hubieron murmullos generales y una manita morena levantada.

- ¿Por "queu"? - dijo la persona a la que pertenecía la manita.

Harry voltió en dirección a ella. Era la chica a la que Krum había llamado Malú Silveira. Pero el título de "chica" le quedaba grande: parecía una niñita de 10 años sosteniendo lo que indudablemente era una pelota muggle con la bandera de Brasil. Krum la miró, frunciendo el entrecejo.

-"Porrque" los equipos de "Rravenclaw" y "Slytherrin" han ocupado todos los "horrarrios" de "Noviembrre" y "Diciembrre".

- A ya - respondió Malú. Luego se dirigió al chico que tenía al costado - ¿Vamos jogar futebol? Crió que ja paroú de chover...

Y ambos salieron de la sala común. Pero no fueron los únicos: después de que Krum se fue, todos los Gryffindors salían por el hueco del retrato a aprovechar la tarde del viernes. Sólo quedaron Harry y Ron, y dos mexicanas que cuchicheaban fervorosamente. Harry sacó su tarea de Transformaciones y pasó media hora más intentando terminarla. Era inútil. Cerró los libros de golpe.

- No puedo hacerlo - dijo, mientras se paraba para estirar las piernas.

- Yo menos...- dijo Ron, echando su pergamino sobre el "Reflectius Veritas" al fuego de la hogera - ¿sabes? es ahora cuando extraño más a Hermione...

Harry no dijo nada. No tenía ganas de hablar de Hermione, especialmente después de lo ocurrido en el campo de quidditch. Miró al techo, como tratándo de acordarse algo que decirle a Ron. Entonces se acordó.

- Ron, he estado pensando en cómo entrar al despacho de Dumbledore - Ron lo miró extrañado - para encontrar los pergaminos, pues, recuerda que la profesora McGonagall se los iba a enviar, y para ahora ya debe de haberlo hecho... bueno, este es el plan: sabemos que el ingreso a la dirección solo lo tienen los profesores y los...

- Castigados - completó Ron, sonriendo ligeramente.

- Sí, entonces solo tenemos que tirar alguna cosa o contestar mal e iremos derechito con Dumbledore. Tenemos que hacerlo lo antes posible.

- Bueno... - Ron sacó su horario de la mochila - Pociones nos toca recién el miécoles, Harry... - Harry puso mala cara - Oye, si vamos a arruinar una clase, que sea la de Snape...

Ron tenía razón. En las últimas semanas, Harry había estado con muchas cosas en la cabeza... no le vendría mal reírse un poco... y desquitarse con Snape... además, era por una razón justificable.

- Hecho - dijo Harry, convencido.

Esa tarde planearon todo y se pasaron el fin de semana hechizando sus calderos. Rodrigo Del Solar les ayudó entregándoles bombas de pimienta que trajó desde Lima. "Reaccionan con el agua" les dijo, mientras que Ron se lo agradecía.

Cuando llegó el miércoles, Harry y Ron llegaron pronto al salón de Snape, y alistaron sus calderos. Entraron todos los alumnos (ese día les tocaba con Hufflepuff) y empezaron a preparar la poción persuasiva escrita en la pizarra. Harry colocó en su caldero un poco de bombas de pimienta y en el de Ron también. Snape pasó por cada sitio, vertiendo un chorrito de esencia de sílfico a cada caldero. Al llegar al de Harry y Ron, echó sin cuidado un buen chorro de esencia.

- ¿Pero qué... es ... - las bombas de pimienta estaban reaccionando con la esencia, y Snape, que puso su nariz sobre el caldero, estaba empezando un ataque de estornudos.

A Rodrigo se le había olvidado mencionar que las bombas producían estornudos congelantes: todo sobre lo cual Snape estornudaba se volvía hielo... como su varita, por ejemplo.

- ¡POTTER! ¡WEASLEY! ¡A LA DIRECCIÓN! -bramó Snape, mientras se sacudía los hielitos.

Harry y Ron obedecieron sin chistar y eso llamó la atención del salón, en especial de Hermione, que los conocía bien.

Snape los condujo a la dirección con un claro gesto de satisfacción en los ojos. Los subió hasta el despacho del director, les dirigió una mirada de malicia, y se retiró, dando aún pequeños estornudos.

De inmediato, Harry y Ron rebuscaron el escritorio, los estantes, los cajones...

- Aquí están, Harry -le avisó Ron, abriendo la puerta de una gran armario echo de madera de sauce y ubicado en la esquina del salón.

Harry se apresuró al lado de Ron y los observó. Así que aquellos eran los pergaminos del Valle de Godric. Harry los examinó: eran 3 en total, estaban muy viejos, tenían un color ocre especial y símbolos por todos lados...

- Tal vez sea un código... - murmuró Harry, mientras que les daba vuelta para verlos mejor. Se voltió hacia Ron y le dijo - hay que llevarnoslos.

- ¿Estás loco? Dumbledore notaría que faltan. Tengo una idea mejor.

Ron sacó su varita, la agitó diciendo "Iqualem" y aparecieron copias de cada uno de los pergaminos. Harry las guardó en su túnica y llevó los pergaminos originales al armario de donde los había sacado. Al abrir las puertas, se dio de cara con una vasija labrada de runas antiguas: un pensadero.

- Eh... Harry, creo que mejor será que dejes eso donde estaba...

- No, Ron... ¡Esto es un pensadero! ¡Nos puede mostrar que es lo que sabe Dumbledore!

- ¿Y si viene ahorita y nos sorprende?

- Entonces tú quedate vigilando, que yo voy a entrar.

Harry tocó con la punta de la varita al pensadero, y se empezó a formar un pequeño torbellino plateado dentro. De ahí, metió un dedo en la sustancia, y una fuerza invisible lo jaló hacia adentro. Harry cerró los ojos y un minuto más tarde estaba en el despacho de un Dumbledore 16 años más joven y que no se percataba de la presencia de Harry.

Harry se acercó a él. Sin duda, en ese entonces, Dumbledore ya era director de Hogwarts. Tenía muchos papeles sobre el escritorio y trabajaba en silencio. Harry miró alrededor: todos los muebles que había visto antes de entrar al pensadero estaban allí, solo que menos raídos y viejos.

Sonó la puerta. Dumbledore levantó la mirada y fue a abrirla. Cuando lo hizo, encontro a una pequeña lechuza púrpura trayendo 5 pergaminos. Dumbledore no pareció sorprenderse de que una lechuza tocara la puerta, y leyó el pergamino más corto y diferente a todos los demás. Harry se empinó y pudo leerlo:

"Estimado Director Albus Dumbledore:

Aquí le mando 4 pergaminos, que, junto al que usted guarda, son los 5 pergaminos proféticos. Mi ojo interior hizo un esfuerzo enorme para recordar todo y escribirlo en estos pergaminos... Ahora bien, para evitar que sean leídos por interceptores, he plasmado los 4 pergaminos en símbolos que pertenecen a un abecedario legendario. Si investiga, usted podrá hallar que significan los símbolos y descifrar las profecías...

Me despido no sin antes recordarle mi petición de trabajar en Hogwarts como maestra de Adivinación.

Que los astros lo iluminen,

Sybill Trelawney"

Dumbledore llevó a la lechuzita en sus manos y le aumentó 1 pergamino más a los 4 que ya llevaba. Entonces, le susurró: "Vuelve al valle por el camino de los alpes y entrega estos pergaminos sólo en manos de James Potter, ¿me entendiste?" La lechuzita ululó y salió por la ventana de arriba.

De pronto, Harry empezó a sentir el torbellino plateado que lo botaba hacia arriba de la escena en el despacho. Con un estirón, Harry salió del pensadero, para encontrarse a Ron palido hasta las pecas.

- Harry, te saqué porque estoy oyendo pasos...

Harry cerró el armario donde estaba el pensadero y los pergaminos, y se sentó con Ron, aparentando normalidad, a pesar de que su respiración era entrecortada.

Se abrió la puerta de golpe y entro Snape, hecho una furia.

- Que suerte han tenido esta vez, señor Potter, Weasley: el director esta fuera de Hogwarts... aunque no canten victoria todavía, porque yo me encargaré de castigarlos como se merecen.

Snape empujó a Harry y Ron hacia afuera de la dirección, bajaron la escalera caracol y se perdieron de vista rumbo a la oficina del profesor, en las mazmorras.