- Las tardes de la próxima semana limpiarán las mazmorras de arriba a abajo y sin utilizar magia - dijo Snape, sus ojos le brillaban - y no me importa si pierden clase, Sr. Weasley, si es eso lo que iba a decir...

Ron cerró la boca y se limitó a mirar a Snape con repulsión.

- Yo revisaré su trabajo y no admito excusas - continuó Snape - pueden retirarse.

Harry había pensado que ese castigo no era tan malo, ya que estaba acostumbrado a limpiar en Privet Drive, pero cuando llegó el primer día se dió cuenta de lo díficil que era quitar el moho y los hongos de las mazmorras. Aunque Ron la pasó peor: en su vida había limpiado sin magia y mucho menos una mazmorra, así que al final de la semana tenía un dolor de brazos increíble. Harry también estaba muy cansado, pero aún así fue a la biblioteca el sábado por la mañana, para investigar todos los tipos de códigos antiguos que usen símbolos como los de los pergaminos. Ron lo acompañó, quejándose todo el camino.

Harry empezó por revisar libros como "¿Por qué codificar sus secretos?" y "El Arte de los símbolos", sin encontrar resultados. Pasaba página por página de un libro muy pesado titulado: " Los símbolos antiguos" cuando detuvo su mirada en un fragmento que decía: "El abecedario legendario de Egipto". Leyó en voz alta para Ron:

- "De los muchos símbolos utilizados en la codificación de textos, el más extraño y díficil de descifrar es el abecedario legendario. Este abecedario se esconde en el interior de las pirámides de Gizeh, y sólo aparece en el verano, gracias a la orientación solar. Son pocas las personas que deciden poner sus secretos a salvo con los códigos de este abecedario, ya que lleva mucho tiempo y demanda esfuerzo visual... "

- ¡ESO ES, HARRY! - dijo Ron, cayendo en la cuenta, mientras la Sr. Pince lo observaba reprobatoriamente - Acuérdate: la noche de Halloween, Hermione te gritó que habían estado averiguando sobre un abecedario legendario en Egipto...

- Y el profesor Lupin dijo que ella lo había entregado a Dumbledore, osea que aunque nos hablaramos, no me lo podría dar - repuso Harry, desalentado.

- ¿Cuándo Hermione ha dejado de leer y aprenderse algo? Nunca. Así que debe de saber ese abecedario de memoria. Ya lo verás, Harry, ya lo verás.

Harry pidió en préstamo el libro y se pasó lo que restaba del día haciendo deberes con Ron en la sala común. Los profesores daban tantas tareas que nadie tenía tiempo de salir, aunque el sacrificio aumentó con la llegada de Diciembre, ya que los campos nevados eran los más atractivos para Harry y Ron.

La semana antes de las vacaciones transcurrió normalmente (seguían trabajando en el "Reflectius Veritas" de Lupin y con las pociones malhechas) excepto por el viernes, en el que la profesora McGonagall convoco a los alumnos de 6to curso a las 8 de la noche en el Gran Comedor.

- Los he reunido a todos ustedes para explicarles en qué consistirá la primera actividad de confraternidad del curso - empezó la profesora, impetuosamente- pues bien, se trata del juego del Amigo Secreto, en el cual participaran todos aquellos que se queden estas navidades en el colegio. Este juego se basa en costumbres muggles, pero lo hemos adaptado para hacerlo nosotros. Cada uno de ustedes sacará, al azar, un pedazo de pergamino con el nombre de un estudiante y tendrá la obligación de darle un obsequio para el 25 de Diciembre. Ahora bien, para el 25 está previsto un Festival de Navidad, que incluirá las celebraciones características de cada país, y en la que se entregarán los regalos mutuamente. Nadi se quedará sin obsequio y sin obsequiar, ¿está claro? - hubo un asentimiento general - Bueno, los que se quedan, por favor, hagan una fila para sacar el pergamino de la bolsa...

La mayoría se empujo e hizo una cola, entre ellos Harry y Ron. Veían como algunos, al haber escogido su pergamino, se entusiasmaban con la persona que les había tocado, sin embargo, habían otros desilusionados con su suerte. Harry pedía con todas sus fuerzas que no le tocara ni Malfoy ni Becky, porque sino se negaría a jugar. AL parecer, Ron también pedía por eso.

- Saca el pergamino, Potter - le espetó a Harry la profesora McGonagall.

Harry metió su mano en la bolsa y tanteó por unos momentos. De ahí, saco un pergamino chiquito y espero a que Ron sacase su pergamino para ir a la Sala Común. Allí desdoblaron los papelitos y los leyeron.

- A mí me tocó una chica de Gryffindor, Doriana Borj - dijo Ron - al menos no es Becky...

- A mí me tocó... - y de repente, Harry se quedo mudo.

- ¿quién, Harry? - le preguntó Ron, inclinándose para ver por encima de su hombro.

- Hermione Granger - respondió Harry, sin creérselo todavía.

- ¿HERMIONE?

- SHH!

- ¡Es que no lo puedo creer! vaya suerte la tuya, ah, Harry... ahora tendrás que comprar un regalo de chica.

- Tú también... y la verdad es que no sé que le podría gustar.

- Pues en eso yo les puedo ayudar - dijo una voz a sus espaldas.

Ginny se acercó a ellos firmemente y se puso delante. Les arrancó los papelitos de las manos y los leyó.

- ¿Con que Doriana Borj, eh Ron? bueno, bueno, ella es alemana, no es tan díficil... y a ti Harry... ah, Hermione... mejor, yo sé que le gusta.

- ¿Se los dirás, Ginny? - dijo Harry, apremiante.

- Por supuesto que no, lo que quiero es ayudar. Además, este domingo hay una visita a Hogsmeade, así que podemos ir los tres... yo también tengo que comprar algo.

- ¿Para quién? - preguntó Ron, bruscamente.

- Para un amigo, Ron - dijo Ginny - y deja de ponerte celoso, que yo ni lo conozco...

- ¿Celoso? ¿quién está celoso? Yo no.

- Bueno, bueno, ya... entonces, ¿qué dicen? ¿vamos?