uff despues d un montooooonn de tiempo vuelvo con el hilo de sta historiaa! weno spero q les guste como va la cosaaa! cuidense, un beso para todos! ALDA


- ¡MERI KURISUMASU¡JOYEUX NOEL¡FELIZ NAVIDAD!

El conocido pizarrón chillón gritaba alrededor del dormitorio. Los chicos se desperezaron entre sus sábanas por tremendo barullo que aquel pizarrón armaba. Harry se paró bruscamente, pisó un regalo al pie de su cama y se dirigió hacia el pizarrón. "¡Feliz Navidad!" gritó, por encima de sus chillidos, y al instante, el pizarrón se calló y se fue a posar en su acostumbrada pared. Harry sonrió. Era Navidad. Quiso ir a despertar a Ron, pero éste yo estaba despierto, y abriendo sus regalos entusiasmado.

- ¡Feliz Navidad! - le dijo, rasgando la envoltura de un regalo - ¡Vaya! - Ron sostenía entre sus manos un par de espuelas vibrantes - ¿Qué es esto, Harry?

- Son espuelas mágicas, Ron; con ellas puedes apurar la escoba para giros de dirección. Solo tienes que usarlas cuando te montes en la escoba, y será más fácil dirigirla.

- ¡Gracias, Harry, realmente te pasaste con este regalo! Sólo quiero abrir los otros... y mira este es especialmente grande... a ver, de quién se trata...pero si es...

- ¿Quién? - inquirió Harry

- Ah, este... no, es que no es mío, creo que lo confundieron, porque es para Facundo, mira que se lo enviaron desde Argentina...

- ¿Es de Hermione, no? - dijo Harry, arqueando las cejas.

- Pues sí... - admitió Ron, un poco apenado - pero no me gusta mucho...

- Vamos Ron, no te molestes en mentirme, no es tu culpa que Hermione este enojada conmigo... debí haberlo esperado, Hermione no me va a regalar nada... ¿y si me tira el regalo por la cabeza cuando descubra que soy su amigo secreto?

- No, no lo creo - Ron abría el tercer paquete, que resultó ser la torta de su madre - de seguro que cuando se lo des, ella tendrá un regalo para ti...

Harry no contestó. Estaba abriendo el regalo aplastado por él hace unos momentos: era una barra de chocolate silbante que Hagrid le había regalado, y con ella venía un nota.

- Eh, Ron, Hagrid quiere que nos encontremos con él en el desayuno... no, espera... ¡no podemos hacer eso! lo que Hagrid quiere es hacerme prometer algo que no voy a cumplir... No iremos a desayunar - añadió Harry, un poco dudoso.

- ¿ESTAS LOCO? no voy a aguantar la mañana sin desayunar¿Qué tal si yo bajo y te traigo el desayuno?

A la media hora, Ron apareció con una bolsita de tostadas francesas, un vaso con jugo de calabaza y una mala cara.

- No podemos salir del castillo si no es hasta después de la cena¿Y a que no sabes a que hora servirán la cena¡A las 8 de la noche¡Estaremos encerrados aquí hasta las 8!

- No puede ser tan malo, Ron.

Pero Harry se equivocaba. Él y Ron se aburrieron toda la mañana, y aunque se la pasaron conversando con Kenyi, para cuando bajaron al almuerzo, todos estaban desganados y hasta algunos murmuraban que era la peor Navidad que habían pasado en Hogwarts. Harry se atragantó al ver a Hagrid almorzando con Madame Maxime y Grawp: estaban hablando animosamente, ignorando las miradas de repulsión que los de slytherin, precedidos por Malfoy, le dirigían a Grawp. Estaba a punto de darse media vuelta y renunciar al almuerzo, cuando Hagrid lo empezo a llamar, se paró y se le plantó en frente.

- ¿Vas a prometerlo, si o no? – Hagrid no se veía contento, más bien su expresión era malhumorada.

- No pienso quedarme sin hacer algo… ¿sabes? He averiguado que los pergaminos están

relacionados con mi padre de alguna forma…

- Harry, no quiero que te metas en problemas, en especial ahora que ni Hogwarts es seguro… pero supongo que tienes razón al querer averiguar sobre tu familia… yo hice lo mismo – añadió Hagrid, volteando hacia Grawp.

Harry miró a Hagrid con aprecio.

- Mira, Hagrid, lo que si te puedo prometer es una cosa: no me arriesgaré más de lo debido… y Ron estará conmigo en todo lo que haga…

- "Ejo" "telo" "or" "seuro" – se le entendió a Ron, por entre las papas asadas.

- Muy bien, Harry, yo confió en ti… y en Ron… pero aquí la sensatez personificada es Hermione¿dónde está? – Hagrid se estaba dando media vuelta, buscando con la mirada.

- Eh… Hermione se fue a la biblioteca… ya sabes, para adelantar cursos y eso…- Harry miraba nerviosamente a Ron

- Ah, bueno, bueno… ¿ella también te acompañará, verdad, Harry?

- Este… sí… claro… - Harry estaba con la voz ahogada – porque es mi mejor amiga…

- Entonces¡asunto arreglado! y ahora me voy a seguir almorzando con Olympe y Grawp… - y de repente, se giró en seco, yendo a abrazar a Harry y Ron- ¡pero ya me estaba olvidando¡FELIZ NAVIDAD!

Lo que restó del día, Harry y Ron se la pasaron disfrutando de los regalos y observando los símbolos de los pergaminos, a los que no les encontraban significado alguno. Ginny también los miró y les aseguro que Hermione sabría de qué se trataba. Vaya ayuda. A un cuarto para las ocho, todos los gryffindors bajaron para el Gran Comedor. Se había preparado un buffet: las cuatro mesas estaban a los extremos y sostenían los platos más deliciosos del planeta; algunos raros, otros coloridos, y otros muy aromáticos. Los alumnos convocaban con la varita los platos que les gustaba, y en el lugar que dejaba el plato aparecía otro idéntico al anterior. Los platos volaban en todas las direcciones, y todos comieron hasta saciarse.

Dumbledore se levantó de su mesa, y pidió silencio para hablar. Al instante se callaron los alumnos, y el director les dijo:

- queridos alumnos, la espera ha valido la pena: cuando se abran las puertas de entrada, podrán apreciar todo el esfuerzo y dedicación de los que prepararon este Festival de Navidad. Les pido que no se atolondren ni se empujen, que los juegos y las atracciones estarán abiertas hasta las doce de la noche y serán gratuitos. En cuanto a sus amigos secretos, tienen toda la noche por delante para entregarles sus regalos. ¡Feliz navidad!

Los platos se desvanecieron y los alumnos empezaron a salir a tropel hacia la entrada del Castillo. Éstas ya estaban abiertas, como las bocas de todos cuando vieron, por fin, de que se trataba aquel Festival de Navidad.

La explanada del colegio estaba llena de grandes estructuras de colores, pequeñas casuchas chillonas, mesas, sillas repartidas, centellas por acá, luces por allá, y todos los anfitriones de cada establecimiento saludaban a los alumnos y los invitaban a sus juegos. Era un parque de diversiones mágico. En otras ocasiones, Harry había visto propagandas de televisión que promocionaban parques de diversiones muggles, y a los que Dudley nunca dejo de ir. Por primera vez, estaba en uno. Pero su emoción no era nada comparada con la de Ron: parecía un niño, que quería subir y entrar a cuánto juego se le estaba allí. Harry lo siguió a través de la explanada hacia un juego con calderos humeantes.

- Harry¿sabes que es esto¡Son las famosas magi – piscinas¡Vamos a la cola!

- ¡Mejor vamos al frente! Hay un espectáculo con dragones pequeños amaestrados…

- ¡Mira eso¿Me parece o la sirena sabe bailar muy bien?

- ¿Y si probamos suerte en el laberinto? Creo que te llevas un premio…

- ¡ADELANTE, ADELANTE¡ENTREN AL LABERINTO MISTERIOSO¡SE PUEDEN LLEVAR UN PREMIO SOPRESA¡ADELANTE!

Harry y Ron se acercaron a la cola de alumnos que querían entrar al laberinto.

- A este paso, entraremos mañana… - dijo Ron, empujando a un criatura, sin querer – ah, lo siento...

- No se preocupe, mejor amigo de Harry Potter, señor, y ¡Feliz Navidad!

- ¡Dobby¡Feliz Navidad¿Pero que haces aquí? – le inquirió Harry al elfo.

- Pues el señor Albus Dumbledore le ha dado permiso a los elfos para divertirse en el festival de Navidad, Harry Potter, señor, y Dobby nunca había ido a uno, señor, pero los compañeros elfos no han querido venir, señor. Además, Dobby quería entregarle su regalo a Harry Potter, como un amigo secreto más, señor!

- ¡Los amigos secretos¿Pero como nos olvidamos, Ron? No sé donde puede estar Hermione ahora… ah, gracias, Dobby… yo, la verdad no sabía que los elfos también participaban del juego del Amigo Secreto… te debo una¿si?

- Bueno, Harry Potter, señor, los elfos no pueden participar del amigo secreto, señor, pero Dobby quiso ser el amigo secreto de Harry Potter, señor, y se cogió el papelito con su nombre, señor... Dobby le pide disculpas al señor Harry Potter por ese atrevimiento.

- No, Dobby, más bien gracias, estas medias son realmente... originales - respondió Harry, alzando el par de calcetines que Dobby le había regalado. El elfo se alegró.

- No tengo la menor idea de quién o como es Doriana Borj… ¿cómo se supone que le daré el cinturón? – Ron tenía más bien cara de depresión mientras veía la bolsita que contenía el regalo.

- ¿DORIANA BORJ, DICE EL SEÑOR?

Harry y Ron se sobresaltaron. Ya había llegado su turno de entrar al laberinto, y el hombre de la entrada le gritaba a Ron, cómo si estuvieran a kilómetros de distancia.

- Eh… sí¿la conoce usted?

- LA SEÑORITA BORJ ACABA DE ENTRAR AL LABERINTO, Y SI USTED PASA AHORA, PODRÁ ALCANZARLA!

- ¡Bien¿Vamos Harry?

- Yo tengo que buscar a Hermione, Ron¡sólo faltan dos horas para las doce!

- Bueno… entonces te veo a las doce en el castillo… - dijo Ron, y se perdió de vista, entrando por un pasillo oscuro y estrecho.

- ¡Dobby ayudará a Harry Potter a buscar a su señorita amiga, señor¡Podemos empezar por preguntar en cada uno de los juegos, señor!

Andar con Dobby era más peligroso que andar con Ron: el elfo se metía por todos los huecos inimaginables, se escurría por los juegos, tiraba de Harry con determinación para llevarlo a todos los sitios del Festival, buscando a Hermione, y de paso, jugar un poco. Llegaron al frente del último juego: Dobby entusiasmado, Harry decepcionado de no haber encontrado a Hermione por ningún sitio.

- ¡Vamos a ver si la señorita está aquí dentro! – chilló el elfo, y entró al juego con Harry.

El juego consistía en flotar en burbujas de jabón hacia el cielo, sin hacer movimientos bruscos para mantenerse en el aire, y disfrutar de la vista. Dobby había querido entrar en una sola burbuja junto con Harry, pero el encargado mandó al elfo por separado. Harry se sentó dentro de la burbuja y sintió que un aroma caliente, como el del salón de adivinación, le invadía el cuerpo, dejándolo un poco atontado.

La burbuja fue levándose cada vez más, y Harry podía ver el Festival entero y a los alumnos como pequeñas hormiguitas. Trató de ver a Hermione desde allí, pero como el cielo estaba a oscuras, no podía distinguir bien. Entonces, decidió sacar el prendedor, y con su luz iluminar la burbuja. Movió el prendedor, buscando a Hermione a la distancia, y fue cuando la vio. Estaba acompañada de Krum y recorría los juegos lentamente. Ya hubiera sido por el aroma o por la desesperación, el caso fue que Harry se levantó de golpe, y dio un paso al exterior de la burbuja. Un segundo después se dio cuenta del error cometido.

Harry caía 30 metros hacia el suelo a una velocidad impresionante. Gritaba e intentaba sacar la varita. Se le resbaló, pero aún sostenía con fuerza el prendedor en su mano. Era su fin. Harry no podía pensar, ni mirar. El susto de precipitarse hacia el pasto y romperse todo el cuerpo lo hizo perder el conocimiento.Ya no veía nada y caía sin mayor escándalo.

Harry nunca supo cuánto tiempo estuvo inconciente. Para cuando abrió los ojos, estaba tirado boca arriba en el pasto, mirando las estrellas, y sentía el peso de alguien encima suyo, que sollozaba impasiblemente y se aferraba a Harry con fuerza. De repente, la persona dejo de llorar, y levantó la mirada. Hermione estaba preciosa a pesar de las lágrimas, y al ver a Harry conciente, ahogó un grito.

- ¡Oh, Harry! – decía la chica, mientras volvía a abrazar a Harry – temí haber llegado demasiado tarde… ¡pero estás vivo! Pensé…

Hermione se separó de Harry y lo dejo recobrar el aliento. Se sentó a su lado, mientras el chico hacía lo mismo, incorporándose despacio. Harry se percató que no le dolía nada, nada en absoluto; se revisó los brazos y las piernas: ni una fractura.

- Te vi caer a lo lejos y corrí lo más rápido que pude – le explicó Hermione al darse cuenta de la impresión de Harry – entonces te lancé un hechizo para impedir tu caída, y funciono. Pero al verte, estabas inconsciente y tu pulso era acelerado. Me asuste mucho.

De pronto, Hermione se mordió el labio, como si hubiera dicho más de lo que debía. Miró al pasto. Harry la observó: su moño estaba desarmado, probablemente por haber corrido tanto, y la túnica rasgada, quien sabe por qué, pero Harry solo se preocupaba por algo en ese momento: las cosas se arreglaban ahora, o nunca.

- Hermione – dijo, y la chica lo miró de frente. A pesar del frío, Harry sintió calor – No sé quien escribió la carta de cumpleaños, haciéndose pasar por ti, pero lo que sí sé es que tú necesitabas mi ayuda aquella noche en Little Scrock, y que te fallé. Por favor, perdóname, Hermione…

- No, Harry, perdoname tú a mí, que dude de tu amistad… supongo que habrá un motivo para que no llegarás esa noche, pero no fue tu culpa, de eso estoy segura.

Harry sonrió, e hizo que Hermione sonriera. Se levantó poco a poco, y al hacerlo se percató del prendedor. Aquella estrellita había causado todo eso, y allí estaba, en su mano, intacta y brillando como nunca.

- Hermione, yo soy tu amigo secreto ¡Feliz Navidad! – dijo Harry, poniéndole en las manos el prendedor de estrella.

Hermione estaba perpleja: Miró a Harry, miró la estrellita brillando en su mano, y sonrió, mientras le caían algunos lagrimones.

- ¿Qué¿No te gustó? – le preguntó Harry, un poco desilusionado.

- No, no, es el mejor regalo que he recibido, Harry, el mejor… es sólo que, yo no tengo que darte, por lo que tu ya sabes…

- Hermione, el que seas mi amiga nuevamente es el mejor regalo que he recibido, así que estamos iguales.

Un viento helado corrió entre ellos, y un pito muy fuerte retumbó en cada rincón de la explanada. Eran las doce de la noche, y el Festival había terminado. Los alumnos empezaban a salir de los juegos, caminaban a través del pasto, un poco apesadumbrados, pero aún felices por tremenda Navidad que habían pasado. Harry y Hermione caminaron juntos sin decir nada por entre matorrales adornados de luces que ya se apagaban. Krum los observaba de lejos. Otros lentes amarillos también los seguían con la mirada. Ron se les acercó a los pocos minutos, y, se alegró mucho al saber que ya no estaban peleados: nuevamente el trío estaba unido en las buenas y en las malas.


me puedes dejar una critica? te lo agradeceria mucho! ALDA