Noches
Advertencia – Yaoi, Shounen–ai, Lemon, Lime, Conversaciones Sucias.
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Capítulo 4 – ¡NO!
Bryan tenía uno de los brazos de Yuriy sobre sus hombros, ayudándolo a salir y caminar con dirección a la moto. Kai hacía lo mismo, con el también pasado de copas chino pelinegro.
– Irresponsables – balbuceó Hiwatari bastante molesto con ellos, decidido a no dirigirles la palabra hasta que ese suceso se le olvidara. Kon se separó un poco de él, dándole espacio para subir al vehículo – sube – instruyó Hiwatari, sintiendo como el ojidorado se acomodaba atrás de él, rodeándolo por la cintura – Nos vemos allá – arrancó, dejando a Kuznetzov con un más borracho pelirrojo con él.
– ¡REACCIONA IVANOV!... – gritó el pelilavanda, alejándolo de él para también poder subir a la moto que le correspondía.
– ... – no respondió, simplemente utilizó todas sus energías para mantenerse de pié solo, mientras Bryan montaba la motocicleta.
– Sube, Ivanov – ordenó más que pedir, manteniendo el freno aceleró un poco, haciendo ruido para causar que el ojiazul se apresurara a subir.
Bastante mareado, levantó una pierna y se sentó atrás del mayor, imitando al chino, rodeó a Bryan por la cintura y pegó su torso a esa fornida espalda, sintiendo muy de cerca la piel de su ex–amante. Recargó su mejilla y cerró sus ojos, oliendo el delicioso aroma varonil del otro joven.
La moto también arrancó, ya estaban bastante atrasados como para perder más tiempo, el ojilavanda siempre pendiente de que el otro joven no se volviera a quedar dormido, ya que si lo hacía podría soltarse y caer. Negó con la cabeza, limpiando esos pensamientos, poniendo la mitad de su atención en la fuerza con la que Yuriy se sostenía a él – "Si disminuye la fuerza me detengo" – pensaba, preocupado por la seguridad de su ex–pareja.
– Mmmmm – balbuceó Tala, restregando levemente su rostro en el peluche del chaleco del pelilavanda, era tan suave y delicioso. Sonidos que para Bryan eran conocidos y algo alborotadores comenzaron a abandonar la garganta del pelirrojo, quien dejó de restregar esas tersas mejillas para comenzar a repartir besos de mariposa en la piel descubierta de su cuello.
– ¿Qué haces?... – preguntó, inclinando su cuerpo hacía un lado junto con el poderoso vehículo que conducía, para poder tomar una curva. Una húmeda lengua encontró su oreja, comenzando a lamer tras ella, humedeciendo con su saliva esa sensible piel, mientras pegaba más su cuerpo, su vientre a los glúteos firmes del halcón.
Las anteriormente quietas manos se separaron, dejando de sostenerse con tanta insistencia, para colocarlas sobre la playera de Kuznetzov, iniciando caricias en las cuales sus dedos hacían una especial presión en esa blanca piel, haciendo suspirar al ojilavanda. Esa boca finalmente tomó el lóbulo de la oreja, jalándolo suavemente entre sus dientes, tomándolo con sus labios para succionar suspirando placenteramente.
– ¡Yuriy!... – llamó un poco más fuerte, intentando recibir ésta vez una respuesta en lugar de más provocativas caricias.
– ¿Mmm Hmmm?... – gimió en respuesta, disfrutando del oído de Bryan... todo el ruso era simplemente delicioso.
– ¿Qué... – su voz salió ronca y rasposa. Se aclaró la garganta para que no volviera a traicionarlo – ¿Qué demonios crees que haces?... – logró preguntar. El pelirrojo separó un poco sus labios, solamente para poder susurrar.
– Mmmmm. Lamiendo tú... – sacó la lengua, dejando que su punta apenas rozara la piel del halcón. – Oreja – metió su lengua, volviendo a succionar el lóbulo – ¿No lo... mmm notaste?... – molestó con voz sensual, pegando lo mayor posible su erección a los glúteos del ojilavanda, frotándose suavemente.
– ¿Por qué?... – respondió serio, no se alejaba de la caricia, pero tampoco le agradaba que jugaran con él.
– Porque estás... – mordió el cuello con fervor, comenzando a introducir sus traviesas manos dentro de la playera. La respiración del conductor se atoró levemente – tan bueno – completó el ojiazul.
– Idiota – balbuceó el pelilavanda – estás borracho – afirmó.
– eso sí –
– tu... No... no harías esto si estuvieras sobrio... ¿Verdad?... – preguntó Kuznetzov. El ojiazul parpadeo de manera distraída, y algo estúpida debido a su estado, su mente intentando analizar la pregunta que sonó más como una afirmación. Su ceño se frunció cuando lo entendió.
– ¡Claro que no!... – respondió antes de atacar nuevamente la oreja perfecta de su ex–amante con sus carnosos labios. Sus manos subieron un poco más dentro de esa playera, dedos comenzaron a delinear esos bien formados músculos, mientras pegaba más su cuerpo de forma incitadora.
Accidentalmente rozó un pezón, que debido a la velocidad y el viento que los golpeaba ya estaba deliciosamente erecto, Tala gimió, deseando poder introducirlo en su boca y succionar, arrancar los muy difíciles gemidos de Bryan, bajaría sus manos al miembro del pelilavanda, obligándolo a gritar por él, gritar por más.
– ¡QUEDATE QUIETO!... – bramó Kuznetzov – nos vamos a matar – decía, intentando enfocarse en el camino, el hecho de que era de noche dificultaba aún su tarea de conducir.
– ¿Seguro?.. – cuestionó entre jadeos, bajando sus manos sin disimulo, dejando que un ahora completamente erecto miembro se sintiera atrapado dentro del pantalón del pelilavanda.
– Yura – se quejó, mordiendo su labio inferior... sentía como el aire comenzaba a faltarle y aun había más camino que recorrer para llegar a la mansión – compórtate si quieres llegar en una pieza – gritó enfadado, acababan de entrar a la zona boscosa y ahí era latente el peligro de estrellarse contra algún árbol.
La vibración de la motocicleta y el maravilloso cuerpo del ojiazul pegado a su espalda, haciendo esas cosas que solamente Tala sabía hacer con esas diestras manos sobre su cuerpo lo enloquecían... Estaba tentado a detenerse ahí y comérselo vivo. Fue entonces cuando recordaba el estado de embriagues en el que se ahogaba su ex–pareja.
Ivanov comenzó a gemir, mientras apretaba esos azules ojos suyos, se sostenía con un brazo y utilizaba el otro para tocar... logró introducir su mano, sus dedos dentro del pantalón. Jadeaba sólo de rozar con sus dedos la punta del miembro del pelilavanda... quien difícilmente apretaba con más fuerza la motocicleta. Esos sonidos... con ellos soñaba... con ellos se tocaba él mismo, imaginándolos cuando el lobo se había marchado de Rusia, y ahora que los volvía a escuchar debía concentrarse en otra cosa...
El dueño de Wolborg se frotaba sin pudor alguno, dejando crecer su deseo más y más mientras que con su mano rodeaba la hombría del otro ruso. Pegando sus labios a esa oreja completamente bañada en saliva.
– así me gustan – susurró...
– ... – jadeaba... sus ojos amenazaban con cerrarse, el camino se volvía borroso pues su mirada se nublaba – ¿Cómo?.. – preguntó, no pudiendo soportar la curiosidad.
– Así de grandes... ¡AHHH!... – gimió, aumentando la fuerza con la que se sostenía a Kuznetzov, dejando que su miembro se pegara completamente a los bien formados glúteos del halcón. – Tan suaves y duros hmmm – apretó sus ojos, moviendo su mano suavemente, subiendo y bajando como podía, estimulándolo.
– Hmmmf – gruñó, cada vez se ponía más difícil su situación, tenía que concentrarse en el camino, ya casi llegaban. Sus nublados y excitados ojos lavanda enfocaron algo con lo que casi se estrella. Otra moto en el camino, un peliazul sosteniendo a un chino que estaba inclinando vaciando su estómago. No se detuvo pues no estaba en condiciones visibles, así como no quería que todos vieran esa mano que tan deliciosamente lo acariciaba – espera a que lleguemos – balbuceó entrecortadamente.
– ¿Qué vas a... mmm ha..cer?... – jadeó en ese pálido oído, sintiendo como el joven que lo tenía tan caliente también respiraba agitado.
– Mmmfgmfm – no podía hablar, su voz estaba atorada en su garganta, la sangre corría rápidamente por sus venas.
– Más rápido – gimió Ivanov. Tomando con levemente más fuerza el miembro que acariciaba, comenzando con movimientos más rápidos. Gritaba como si lo estuvieran poseyendo, con esos jadeos que enloquecían, aumentando su estado de querer más.
Aceleró sin pensarlo, apretando los dientes con fuerza. Sus ojos se entrecerraron, en busca aclarar, al menos medianamente su visión.
– grrr... ¡YURI!.. – bramó, pero el pelirrojo no abandonó la tarea sobre su miembro.
– mmm... ahhhhhh... si... ¡Gruñe! Me...ahhhhh... encanta... – Deslizó sus labios por el cuello del pelilavanda, atrapando la piel suavemente con sus dientes para luego succionar. La mano que se sujetaba para no caerse, recorrió fervientemente aquel pecho marcado, pellizcando el pezón nuevamente
– Mmmfff... – El conductor se mordió el labio inferior, respirando agitadamente, una corriente eléctrica le recorrió la espina, logrando que se retorciera sutilmente de placer.
– ¿Qui...eres que... ahhhhh me detenga? – preguntó el ojiazul. Al escuchar aquello Kuznetzov volteó sólo un poco el rostro, momento que el pelirrojo aprovechó para lamer aquella suave y pálida mejilla.
La máquina sobre la que estaban montados se tambaleó peligrosamente, al instante en que Ivanov comenzó a restregar su muy despierta hombría en sus glúteos, ésta vez con mucha más insistencia. El halcón maniobro exaltado – ...¡.¡DEMONIOS IVANOV, YA DEJA ESO!.!... – Viró violentamente, llevándose CASI por delante a un par de arbustos y árboles – ...¡.¿Quieres matarnos acaso?.!...– Algunos mechones de cabello colorado picaron su mandíbula.
– Hmmm... ahh... si... es por... ahhhhhhhhhh... ir contigo... ohhh... mfff... al infierno... ¡Ahhh!... con... gusto... –
– Hmmf – volvió a gruñir, se notaba lo perdido que Tala estaba, debido al alcohol.
– ¡SIII!... – gritó – ¡GRUÑE!... – decía en éxtasis – como me gusta – susurró más bajamente, apretando un poco más ese pezón que tenía entre sus dedos... – así de grandes – gimoteaba... parecía que la moto le estaba haciendo algo.
– ¡YA CALLATE!... – gritó – ¡SACA TU MANO DE AHÍ!.. – ordenó, podía hacerlo él, pero continuaba conduciendo...
– ¿No te... – mordió ese pálido cuello, soltando el pezón que había estado torturando, dejándolo con el dolor en esa zona, bajó también su mano, aun sosteniéndose firme, para comenzar a acariciar el vientre – gusta?... – completó, respirando donde acababa de morder, arqueó la espalda y gimió – me gustaría... ahhh más... – movió su mano con mayor velocidad – meterlo a mi boca –
En ese instante Kuznetzov agradeció divisar la mansión, eso era un tormento, tener a la criatura más mañosa a su espalda, no poderlo tocar o sentir con su piel. Ese joven diciendo impudicias, masturbándolo y él sin poderse desconcentrar en lo que hacía.
– Y chuparlo – continuaba, cerrando los ojos, imaginando lo que iba diciendo, imaginaba estar entre esas fuertes piernas, deseaba volver a sentirse vulnerable, bajo un poderoso cuerpo, con sus ojos tapados y sus manos atadas sobre su cabeza.
Detuvo el vehículo en donde lo había encontrado, tomando inmediatamente entre sus manos los traviesos brazos de Ivanov, sacando esas mañosas manos de su pantalón y playera. Se levantó rápidamente dispuesto a tomar al pelirrojo y tumbarlo sobre el pasto, donde le arrancaría la ropa, lamería cada centímetro de esa sedosa piel, mientras entraba con fuerza en él.
Se giró para comenzar con todas las ideas que su mente maquilaban, encontrándose traumadamente con la imagen de Yuriy nuevamente dormido en el piso a un lado de la motocicleta.
– ¡Demonios!... – gritó, golpeando con el pie el piso, tomó una gran bocanada de aire y lo soltó, intentando calmar sus instintos... Apretó sus lavandas ojos, poniendo una mano entre sus piernas, en un vano intento con calmar el dolor que ahí sentía. Cuando los latidos de su corazón se estabilizaron, se acercó al lobo y lo tomó entre sus brazos, entrando a la oscura y aún vacía mansión.
Llego a la sala, pensando en esperar a Hiwatari y Kon, quienes parecieron tener problemas debido a la cantidad de alcohol que el ojidorado había consumido. Lo acomodó en un sillón, donde su cabeza quedó recargada en el brazo del mueble y el resto de su delgado y bien formado cuerpo acomodado a lo largo del sofá.
Se levantó, comenzando a alejarse, pero algunos gimoteos llamaron su atención, volvió a enfocar al ojiazul. Estaba recostado, con una camisa blanca que se notaba quedaba muy grande. El último botón estaba abierto, mostrando esa pálida piel con algo de sudor en ella, dándole un fantasioso brillo.
Lamió sus labios, Tala estaba dormido, muy profundamente, su boca semiabierta respirando con tranquilidad, el alcohol había dejado sus mejillas el más hermoso tono rosado. Se movía entre sueños, probablemente continuaba en ello con lo que había iniciado durante su camino a su hogar.
Desvió la mirada, la cual tenía fuego, continuaba nublada y su miembro palpitante gracias a traviesas manos que solamente se habían aprovechando de la situación – "No recordará nada" – le dijo su mente, volviendo a mirar a su antiguo amante.
– ¿Ivanov?... – llamó, volviéndose a acercar al caído joven, dudoso se hincó a un lado del sillón, mirando esos labios ligeramente separados, carnosos y rojizos... ocasionalmente algunos sonidos salían de ahí... esos jadeos... ponía facciones de placer... de éxtasis – ¿Qué sueñas?.. – preguntó en un susurro, sabiendo que no le responderían.
Su respiración se volvió a acelerar, todo se sumía en absoluta oscuridad, excepto esa pálida piel que se veía donde la camisa estaba abierta...
– ¿Tala?.. – volvió a llamar, acercando lentamente su mano... – Yura – pasó saliva con dificultad, mientras su mano libre se colocaba en sus pantalones, justo sobre su erección – ¿No tienes calor?... – preguntó, comenzando a morder su labio inferior.
Como era de suponerse, no hubo respuesta, ni un solo sonido, solamente sus agitados jadeos, y el sonido de su mano sobre la tela de su pantalón, acariciando su alborotada hombría.
– creo que si – se respondió él mismo – será mejor que abramos esto – tocó con sus mano el cuello de la camisa, delineándola, apenas rozando el suave pecho de Ivanov. Su dedo llegó hasta primer botón de la camisa, el cual ya estaba abierto, miró el segundo...
Bajó su dedo hasta él, dando vueltas alrededor, meditando sus actos... dudando... jaló un poco la camisa y lo abrió, revelando un poco más de ese escultural cuerpo, aumentando el roce que tenia en su pantalón, sintiendo su duro miembro abajo.
– aun hace calor... ¿No crees?... – balbuceó, aun jugando con el segundo botón, mientras sus ojos se enfocaban en el tercero, su boca comenzaba a secarse, con el simple hecho de pensar en abrir el siguiente botón.
Lo desabrochó. El calor de su piel aumentaba, perlas de sudor adornaban su rostro, su mente debatía y peleaba con sus instintos... Sabiendo que el culpable de todo era ese pálido pelirrojo que ahora dormía plácidamente.
El ojiazul se agitó un poco, dejando a Kuznetzov sin aliento, rezando para que él no despertara y viera su patética y extremadamente excitada apariencia. El dormido joven hizo sonidos con la boca, acomodándose más en el sillón, dejando escapar sonoros gemidos de su garganta. Segundos después se vuelve a quedar quieto.
Pasó saliva con dificultad, el mismo Ivanov al moverse había dejado al descubierto su pecho donde la camisa había sido abierta por manos temblorosas. Mostrando a la perfección sus fuertes pectorales, su blanca piel, también cubierta de sudor, que brillaba en la oscuridad de la habitación.
Acerca su mano, colocando apenas la yema de su dedo donde el cuello termina, mirando esos ojos azules cerrados, comienza a deslizarlo hacía abajo, sintiendo esa tan deliciosa humedad, esperando algún tipo de reacción. Para su placer, si la hubo, suaves gemidos y suspiros de aceptación llegaron a su oído. No pudiendo evitarlo más, con su otra mano comenzó a abrirse el pantalón... de una manera suave y lenta, abriendo su boca para dejar salir muy silenciosos gritos.
Muy pronto dejó de ser un dedo el que toca el pecho del lobo, una palma completa hace contacto, comenzando a tocar y acariciar delicadamente, mientras que con la otra un travieso dedo se humedece con su propio lubricante y comienza a bailar en la punta de su miembro, imitando las caricias que había recibido en la motocicleta.
Cerró sus lavandas ojos, comenzando a meter su traviesa mano bajo la camisa del dormido pelirrojo, llegando descaradamente hasta un tierno pezón. Sus dedos lo acariciaban, tomándolo entre dos de sus dedos, lo jaló suavemente. Sus dientes mordieron su labio inferior, y apretó los ojos, pues al mismo tiempo rodeaba completamente la cabeza de su hombría, hasta que una mano se posa sobre su brazo, deteniéndolo, evitando que pudiera continuar manoseando a su anterior pareja.
Abrió los ojos asustado, alguien lo había encontrado, y vería su patético estado, donde él mismo se tocaba, acariciaba, y se aprovechaba de alguien indefenso. Levanta la vista, encontrándose con un par de muy hermosos ojos azules, viéndolo nubladamente por el alcohol.
Yuriy jadeaba, aun sonrojado por la embriagante sustancia, No había sacado la mano de Bryan de su camisa, simplemente lo miraba, según el halcón era una mirada extraña... se sentía algo apenado y su excitación no había bajado.
– ¿Qué haces Bryan?..– susurró el ojiazul, su voz era débil y le costaba trabajo pensar... se mantuvo en silencio, esperando una explicación. El pelilavanda se quedó sin palabras, intentando pensar en una excusa, cualquier cosa para zafarse de esa, pero todo se encontraba en su contra. Ahí estaba él, con el pantalón abierto, la punta de su miembro afuera, y su mano rodeándola; la otra dentro de una camisa ajena, de alguien que ahora pedía una respuesta a sus actos.
– ... – abrió la boca, aun bañado en sudor, la movió tal cual pez, pero ningún sonido salió de su garganta... Su corazón se aceleró aún más de lo que ya estaba, la vergüenza aumentó... nunca se imaginó encontrarse en ese tipo de situaciones.
Un extraño peso lo sacó de su estupor, sus ojos se abrieron aún más, al notar como una cabeza con rojizos cabellos se recargó en su hombro, notó como el mismo joven que anteriormente le había hablado de la manera más baja y... extraña había vuelto a caer dormido en sus brazos.
Dejó salir una gran bocanada de aire... sintiéndose aliviado de que volviera a quedar en esas condiciones, y con suerte Tala ni recordaría ese pequeño incidente. Bastante aliviado, pero aun caliente, alejó su mano de su erección y se cerró el pantalón. Volvió a tomar entre sus manos el frágil cuerpo del otro ruso y comenzó a caminar hacía la habitación de éste. Peguntándose que había sido de Hiwatari y Kon.
Entró a la habitación que ya había identificado como la de Yuriy, lo acomodó en la cama y comenzó a quitarle la ropa para que pudiera dormir más cómodo. Sacó sus botas y abrió el pantalón, jalándolo para que abandonara esas piernas... abrió las sábanas, colocándolo en el centro con delicadeza. Lo analizó... Sería incómodo dormir con una camisa, y más aún al recordar que esa camisa no era de Yura. Hizo una mueca de desagrado y comenzó a desabotonarla, sería mejor para el ojiazul sólo dormir en boxers.
Apenas había abierto la prenda, el lobo comenzó a agitarse, evitando que pudiera removerla de su cuerpo...
– no – balbuceaba, moviéndose dentro de su estado de embriagues, alejándose de las preocupadas manos de Kuznetzov. Se alejó, entendiendo lo que sucedía, lo cubrió con las mantas de la cama, cerró la puerta y se dirigió al baño. Antes de entrar, miró hacía atrás, revisando...
Al parecer se había quedado dormido. Sonrió, así se veía lindo, inocente, aun con esas mejillas carmín por el exceso de alcohol en su cuerpo – "No comiences de nuevo Kuznetzov, no te puedes aprovechar de él ahorita que está borracho" – se regañaba mentalmente.
Suspiró, dirigiéndose a la puerta del cuarto de baño, necesitaba un poco de agua fría en el rostro. Encendió la luz del baño, al hacerlo escuchó algunos gimoteos del pelirrojo, al parecer la luz le molestaba.
Se asomó nuevamente a ver como estaba, si en efecto, se movía intentando blockear la brillante luz; se veía tan gracioso, todos sus movimientos eran torpes, ni siquiera podía taparse el rostro. – "Juro nunca tomar tanto, como para dejarme tan apendejado" – pensaba divertido Bryan.
– ¿Apago la luz?... – preguntó el pelilavanda, aunque sabía que su pelirrojo compañero no podría ni responder.
– ¿Gr...ian? – balbuceó un borracho ojiazul yaciendo en la cómoda cama.
– "Supongo que eso debe significar 'Bryan' en su nuevo idioma" – deducía el pelilavanda riéndose discretamente. – ¿Si? – respondió.
– ¿Dón–de est–estas? – intentaba preguntar, destapando su cuerpo de las sábanas, buscando con sus ojos nublados a Bryan.
– aquí... ¿Qué quieres?... – contestó, mirando como tiraba la sábana al piso y movía su rostro buscándolo – hn hablo con un borracho... seguro no entiende ni la mitad de lo que le diga – decía en voz alta con burla.
– ven – gimió Tala, arqueando su espalda, abriendo sus piernas... haciendo la mente de Bryan llenarse de ideas para ciertas cosas que podrían hacer ambos en esa cama.
– ¿Pa.. – se aclaró la garganta viendo a su pelirrojo – ¿Qué... quieres?... – logró preguntar... sin parpadear o perder de vista los sensuales movimientos del ojiazul.
– VEN – pedía el pelirrojo, recostando de nuevo su espalda sobre el colchón, levantando con sus manos la ya arrugada camisa, mostrando su blanco torso – te quiero... – jadeaba – conmigo – gemía, tocando su torso, mientras apretaba esos azules ojos, llamando por Bryan.
– Duérmete – gritó el pelilavanda, usando todo su autocontrol – estas borracho – acotó.
Movía su cabeza de un lado a otro en el colchón, despeinando sus rojizos cabellos, esparciéndolos por la cama, lanzó su cabeza hacía atrás, cuando una de sus manos encontró su propio pezón, el cual comenzó a rozar con la punta de sus dedos, jadeando escandalosamente. – Ven – llamaba.
– "no voy a ir... no voy a ir... no voy a ir" – gritaba una y otra vez la mente de Bryan, observando como Tala se movía arriba de esa cama, como arqueaba su espalda, como sus manos sentían ese duro y rozado pezón.
Yuriy dejó de tocarse, y se giró, acostándose sobre su estómago, mirando provocadoramente a Bryan con ojos azules nublados, escondiendo medio rostro en el colchón, sonriéndole sensualmente – ven – susurró, mordiéndose su labio inferior.
– "Cielos... Cielos... Cielos... Cielos... Cielos" – se veía tan bien, mordiéndose ese carnoso labio, dejando esas blancas manos viajar por su propio cuerpo – "Podrían ser mis manos las que lo recorran" – se excitaba el pelilavanda.
– veeeeen – chilló, doblando las rodillas para poder levantar sus glúteos, invitando a Bryan a unírsele. Estiró los brazos gimiendo por compañía, dejando que una de sus manos viajara a su miembro, donde comenzó a acariciar arriba del bóxer – ahhh – gritaba.
– y... y... ya no hagas eso y duér–me–te – era fuerte, Tala no le iba a ganar en eso. No, no le iba a brincar encima de nuevo, y menos aún cuando sabía que probablemente el pelirrojo no recordaría nada al día siguiente.
– mhhhf – cerró sus nublados ojos azules, dejando que su mano lo complaciera, haciendo deliciosos movimientos con ella sobre su encerrado miembro, sosteniendo el resto de su cuerpo con la otra, quedando a gatas en la cama, dándole a Kuznetzov una muy buena visión de todo.
– IVANOV... CONTROLATE – gritó... eso era demasiado... La luz del baño era la única que alumbraba la habitación, la piel del pelirrojo estaba cubierta por el sudor, dando un reluciendo... Orbes lavandas analizaban en más mínimo pliegue de esa blanda piel... sus hormonas revoloteando también en su cuerpo... la imagen era casi irresistible.
Se hincó, con las rodillas separadas, aun semi vestido y con calcetines, haciendo la imagen falsamente inocente. La camisa que grande le quedaba resbalaba por uno de sus hombros, su espalda hacía el pelilavanda, y sus manos apoyadas en el colchón de la cama, entre sus piernas. Giró su rostro, para ver a Bryan a los ojos... su mirada perdida, las mejillas daban a conocer el estado... pintadas de un rosado hermoso... el pecho subía y bajaba con rapidez, su boca intentaba tomar las más grandes bocanadas de aire... el cual le faltaba.
– ¿No vas a venir?... – preguntó con un hilo de voz el ojiazul... súplica en sus ojos... y dolor entre sus piernas.
– no – contestó firme, cruzando los brazos y recargando su hombro en el marco de la puerta. Sabía que en esos momentos Tala necesitaba que le hicieran caso, pero no era tan débil como para caer en esos juegos...
– pues no vengas – cerró sus ojos, apretándolos, volviendo a tocarse sin pudor alguno frente al otro ruso, metiendo su mano en su bóxer, apoyando la otra en el colchón, pero ésta vez atrás de su cuerpo, mostrándolo más... dejando que la camisa se deslizara completamente de sus hombros y cayera sobre la cama...
– ohh cielos – balbuceó, viendo la espalda, el torso, desnudo... cubierto de hermosas pequeñas gotas que lo recorrían... sus bellas y bien marcadas piernas abiertas y un diminuto bóxer tapando lo que faltaba de revelar...
Cayó de espalda en el lecho, su mano moviéndose con velocidad y fuerza, haciéndolo gritar y retorcerse él solo en su letargo, su espalda se arqueaba, y palabras inteligibles escapaban esos carnosos labios.
– ¡Oh Dios mío!... si existes dame fuerza – pidió el ojilavanda, sintiendo como su miembro estaba demasiado despierto.
– ¡AHH!... – tomó la sábana desacomodada con su mano libre, jalándola, apretándola, estrujándola, abriendo más sus piernas, se daba a si mismo más espacio para complacerse... – adentro... Bryan... – gritaba, pedía... – ¡Adentro!... –
– ¡No!.. no, no, no... ¡NOOOO!... – apretó los puños.
– BRYAN... FOLLAME – suplicaba... sus cabellos perdiendo su forma... despeinándose completamente, mechones rojos caían por su rostro, a los lados, a sus hombros... sus movimientos desesperados y necesitados de atención – ¡FOLLAME!... –
– Dios no existe – murmura, antes de que la luz del baño fuera apagada y su ropa saliera volando junto con su autocontrol, cayendo él a la cama sobre el pelirrojo...
La pequeña prenda que cubría al ojiazul pronto acompañó al resto en el piso, un ojilavanda fue lanzado contra la cama y un cuerpo más delgado, pero igual de fuerte cayó sobre él... apretando fuertemente su cuerpo desnudo contra el de su ex amante, atrapando agresivamente esos labios entre los suyos, ganando quejidos de placer de esa perfecta garganta.
Ivanov se alejó y empujó el otro cuerpo hacía la cama, resistiéndose cuando el pelilavanda intento jalarlo nuevamente. Entendiendo el halcón, acomodó sus codos en el lecho y se recargó, levantándose levemente, mirando fijamente esas perdidas orbes azules.
Un par de manos comenzaron a tocar su torso, dedos presionando sobre su piel... Cerró sus lavandas orbes y volvió a dejarse caer sobre el cómodo colchón, dejándose tocar y acariciar de esa forma tan descuidada pero deliciosa, muy pronto uñas rasgaban su piel. Sus manos sostenían con fuerza las caderas del ojiazul, dejando ahí sus marcas. Su espalda se arqueaba al sentir tan delicioso dolor en su torso.
El lobo se inclinó, comenzando a lamer el estómago. Sus manos sintiendo los glúteos del ojilavanda, acariciando esa sedosa piel... sintiendo los músculos bajo sus dedos, haciendo a Kuznetzov temblar al sentir el cálido aliento chocar contra su miembro, gimotear cuando una lengua probó la punta. El halcón, lanzó la cabeza hacía atrás y llevó su mano a su boca, donde mordió levemente uno de sus dedos.
Yuriy lamió el vientre antes de levantarse, muy lentamente, aun manteniendo su cuerpo pegado al de Bryan. La cabeza del ojilavanda fue lanzada para atrás, sus ojos apretados fuertemente cuando su desnuda piel hizo contacto con la erección del ojiazul; la agresiva fricción los mantenía entre la delgada línea de placer y el dolor. El fornido ruso metió su mano entre ambos cuerpos, sus largos dedos tomando el erecto miembro del pelirrojo, quien dejó salir un grito, sus uñas enterrándose más en la piel del ojivioláceo. Un pelirrojo perdido entre el alcohol y el placer jadeaba escandalosamente, con los ojos entreabiertos, viendo la nada, sintiendo esa mano traviesa trabajarlo.
La alejó, soltando al perdido ojiazul, quien se quejó, haciendo ruidos de insatisfacción al no sentirse complacido... Bajó un poco la cabeza e intentó enfocar al halcón, quien se sentaba y colocaba sus dedos en la espalda, deslizándolos hacía abajo... llegando a los glúteos... colándose entre ellos, hasta comenzar a molestar la entrada... la punta de su dedo entró levemente y la sacó, escuchando los quejidos escandalosos de su acompañante..
Kuznetzov se burló levemente... disfrutando de la desesperación en ese rostro colorado, esos jadeos, sintiendo como el mismo lobo lanzaba sus caderas contra el travieso dedo, intentarlo sentirlo más adentro... Relamió sus labios, teniendo todo el control y poder sobre el pelirrojo, quien no parecía tener pensamiento alguno, al menos no coherente... sólo intentaba saciarse... sonrió satisfecho, tomándolo entre sus labios, besándolo con deseo... sosteniendo con un brazo la cintura de Ivanov... aun jugando con los músculos de esa estrecha entrada con el dedo de su brazo contrario.
La espalda del joven de cabellos rojizos se arqueó, separando ambas bocas, lanzó su cabeza hacía atrás, dándole a su amante el espacio y oportunidad para probar toda la extensión de esa blanca piel... su boca se cerró en uno de los rosados y erectos pezones...
– AHHH... más – tomó al ojilavanda por los hombros, en un muy fuerte agarre, enterrando nuevamente sus uñas, rasgando más piel de manera desesperada...
– ¿Más qué?... – preguntó orgulloso... – ¿Más esto?... – dejó que su dedo volviera a entrar en Ivanov, sintiendo como se volvía a retorcer su acompañante, gimoteando por más... por sentirlo... por complacerse, respirando pesadamente.
El ojiazul se pegó a su cuerpo, torso contra torso, una mano jaló sus cabellos lavandas, causando que lanzara la cabeza hacía atrás... fue un movimiento agresivo y descuidado, causando dolor, una boca mordió fuertemente su cuello, sintiendo con esos labios el pulso del ojilavanda... lastimando la piel y luego recorriéndola con su lengua.
– ¡Si!... – gruñó Kuznetzov, apretando los ojos. Tomó con fuerza el delgado cuerpo que tenía arriba e imitó el movimiento, despejando ese cuello que deseaba devorar..–
– GAAHH – se quejó... sus manos se fueron de nuevo al colchón, sosteniendo su cuerpo para evitar caer de espalda, mientras el halcón hundía ese pálido rostro en su cuello, mordiendo, sangrando... rasgando la piel con sus colmillos.
– ¿Qué quieres?... – susurró Bryan, antes de meter su lengua en el oído, escuchando más gemidos y sintiendo un par de piernas rodear su cintura... – hmmm – comenzó a mover sus caderas, aún sin entrar en él, simplemente frotando su hombría entre los glúteos del pelirrojo.
– a... ah... a... ti – logró articular, tomando enormes bocanadas de aire...
– mmmmhhhhh – negó con la cabeza. Se separó del pelirrojo, tumbándolo.
– ¿Q...qué...?... – Kuznetzov súbitamente se incorporó, arrebatando una sábana para avanzar por la habitación – ¡.¿Br––bryan?.!... ¿Dó–––?... – Un quejido se desprendió de sus labios, su miembro punzaba terriblemente.
– Ya no tienes dignidad, y eso no me gusta... – Apoyó una mano sobre la perilla de la puerta, dispuesto a girarla – Pero...– Volteó ligeramente a verlo.
– ¿Pe–ro?... aahhh...– Su espalda nuevamente se había unido en el colchón, su mano otra vez masajeaba y atendía su órgano.
– Afirma que eres mío... – ordenó el halcón. Yuriy se removió en su lugar, frunciendo sus glúteos y alzando la cadera en un gesto desesperado.
– más... noo... ven... regresa... – Bryan suspiró y se recargó sobre la puerta, no podía quedarse... no parado en ese lugar, aunque quisiera no podría dejar de poseer al pelirrojo, pero quería escucharlo, quería oírlo de los propios labios temblorosos, por el placer, de Yuriy. Quería comprobar que esa delicia de espécimen era de él, y Kai era solo un juguete.
– ¿Eres mío?... – Los cabellos alborotados de Ivanov se pegaron a su rostro, sus pupilas azuladas se cegaron: estaba a punto del orgasmo.
– ¡Soy tuyo!... ¡.¡.¡VEN!.!.! Ahhh... ahhhh...– Dejo a su miembro en paz y se hincó en la cama, moviendo sus caderas una vez más, manoseándose los glúteos con su extremidad derecha, mientras su brazo izquierdo lo sostenía en cuatro patas – Te quiero aquí... mmffffffffff... – se penetró con el dedo del medio, mordía su labio inferior. A ésta altura Bryan ya estaba más que satisfecho. Orgulloso de haber logrado lo que quería, regresó al lecho, destapando su cuerpo, volviendo a tomar el delgado cuerpo del ojiazul entre sus brazos...
– mucho mejor – exclamó con voz ronca... besando esa boca que aún sabía a alcohol. Estaba hincado en la cama, con un pelirrojo frente a él, ambas erecciones rozándose. Yuriy ya no soportó más y lo lanzó de nuevo contra las almohadas... Colocándose arriba de él. Tomó la enorme erección del pelilavanda, acomodó sus glúteos sobre el miembro...
– esto... mmm ...va... aquí – murmuró con un tono de inocencia, descendiendo sus caderas sobre la hombría de Kuznetzov... – AHHHHHh – arqueó su espalda al comenzar a sentirlo dentro, un par de brazos sostuvieron sus caderas mientras él se dejaba caer descuidadamente.
– mmhhh... te vas... a – jadeaba... estaba completamente estrecho, sin preparación alguna, los músculos se cerraban alrededor de él... causando un delicioso dolor... – a... lastimar – balbuceó.
– ¡MAS!.. – colocó sus manos a los costados de la cabeza del ojilavanda y levantó sus caderas, volviéndose dejar caer fuertemente, dejando que la sensación lo envolviera. Gritando, roncamente. Sintiendo como sostenían sus caderas, sus piernas a ambos lados del fornido ruso. – ¡Caliente!... – jadeaba sintiéndose lleno, puntos blancos bailando frente sus ojos nublados.
Dos o tres veces se movió lento y muy distraídamente. La siguiente dejó casi todo el miembro de Bryan afuera antes de dejarse caer con fuerza hacía abajo, llenándolos a ambos de una aún más embriagante sensación...
El ojilavanda, soltó con una de sus poderosas manos la cadera... aferrándose fuertemente a las sábanas, mientras Ivanov se movía... haciéndolo suspirar...su espalda se arqueaba... jalando las sábanas... apretándolas. Olvidándose de todo y todos... Difícilmente logró abrir sus ojos... viendo la borrosa forma de un pálido cuerpo subir y bajar sobre él... un delicioso miembro al aire frente a él... toda la hermosa figura del pelirrojo desplegada sin pudor alguno, mientras le ojiazul se sostenía en el colchón, con sus manos a los lados de las piernas de Bryan.
– MMMhhh – comenzó a mover sus caderas al compás del lobo, cuando Yuriy bajaba él las subía... dejando que su piel chocara con los glúteos de Ivanov... entrando aún más en el, con una increíble fuerza... haciéndolos gritar a ambos... deseosos por más.
– SII... BRYAN SIII – sus jadeos aumentaban... sintiendo una mano comenzar a estimular su erecto miembro... calmando el dolor que ahí sentía... el halcón deslizándose con mayor facilidad en su cuerpo al comenzar un sangrado dentro de él... lubricando la zona.
Apoyó su cuerpo sobe su codo, para después, y con mucha dificultad sentarse y rodear con su brazo libre la cintura de Ivanov, sosteniéndolo con fuerza, atrayendo a él ese cuerpo con mayor agresividad, haciendo que las embestidas fueran aún más salvajes... un par de brazos se aferraron a sus hombros, uñas se enterraron en su piel... perdiéndolo aún más.
– AHHH... YAAAA – su fuerza lo abandonó, sus músculos reaccionaron, su cuerpo se arqueó hacía atrás, dejándose sostener por Kuznetzov... sus cabellos absolutamente desarreglados. Perdió la poca visión que tenía, viendo los más candentes destellos de colores frente sus azules ojos. Sus brazos dejaron de aferrarse al pelilavanda quedando en un estado de semi consciencia... manchando sus estómagos de su blanquizca sustancia...
Dejó su cuerpo caer hacía atrás, jalando al joven que aún se encontraba dentro de él... quedando ahora debajo de un fornido y musculoso muchacho, su mente volvió a reaccionar cuando sintió que aún entraban y salían de su interior.
– ¡mmhhmmmfm!... – gimoteó, retorciéndose bajo el halcón. – noooo – intentó alejar ese torso con sus manos.
– ... – suspiraba. Se inclinó y atrapó esos escandalosos labios con los suyos... ahogando sus gemidos... los cuales eran difíciles de sacar... sorprendido sintió los intentos del pelirrojo por alejarlo.
– NOOO... No quieroooo... ¡NOO!... – movía su cabeza de un lado a otro... zafándose del beso... intentando alejar su cuerpo de quien lo estaba tomando.
– Shhhh – intentaba tranquilizarlo, dejándose ir con más fuerza, la cual había perdido al caer.
– NOO AHHH... NO QUIERO – intentaba alejarlo con sus piernas, sintiendo en su hombro un rostro recargarse...
– SHH... ¡Ya casi!... – apretó las sábanas... sintiendo el cosquilleo en sus partes... sintiendo todo comenzar a dar vueltas... – ¡CASI!... – mordió el cuello con fervor... con desesperación...
– NOOOO... – volvió a gritar, sintiendo sus glúteos húmedos a pesar de que su acompañante aun no llegaba... – ¡YA NO!... –
– ¿Bryan?... – llamaron del otro lado de la puerta – compré suero para hidratarlos – abrió la puerta, encontrándose con una habitación sumida en la oscuridad... Lentamente las siluetas en la cama se fueron aclarando... Yuriy desnudo, intentando alejarse de un ojilavanda, con su cabeza a los pies de la cama. Kuznetzov desnudo y arriba del pelirrojo mirando a Kai pasmado...
– ¡No es lo que parece!... – se alejó... saliendo del ojiazul, dejando un poco de más sustancia rojiza salir de la cavidad de Ivanov, quien volvió a quedarse dormido casi al instante... Un bote de suero digerible cayó al piso.
П Noches П Noches П Continuará… П Noches П Noches П
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