¡Otra review! Estoy contentísima de que lo que escribo le guste a alguien… muchas gracias, Vandom. Me alegro de que te haya gustado Luna, es uno de mis personajes favoritos y creo que eso se nota ¿no?. Aquí tenéis el tercer capítulo, espero que os guste, y que lo paséis tan bien leyéndolo como yo escribiéndolo.

3 El Alba a Medianoche

"Y en ese mismo instante, Ged comprendió el canto del pájaro, y el lenguaje del agua que caía en la fuente, y la forma de las nubes, y el comienzo y el fin del viento que agitaba las hojas: le pareció que él mismo no era más que una palabra pronunciada por la luz del sol"

Úrsula K. LeGuin "Un mago de Terramar"

Ron aún no tenía muy claro como podía haberse dejado arrastrar por Luna hasta la casa de su hermana, pero allí estaba, contemplando como un pasmarote la puerta de madera oscura mientras trataba de imaginarse la cara de Ginny al encontrárselos en el rellano, dispuestos a invadir su casa y a saquearle la nevera. Hacía más de tres años que no veía a Ginny y a Harry… bueno, a Harry no lo veía desde aquella noche. Ni siquiera fue a visitarle al salir del hospital. Estar con Harry evidenciaría aún más la ausencia de Hermione. Y eso era lo última que Ron deseaba. Pero, claro, ya era tarde para echarse atrás. Lo que tanto había evitado en cinco años estaba a punto de suceder. Luna, que intuía las ganas de salir de allí a la carrera que en ese momento invadían al pelirrojo, le agarraba el brazo con fuerza, aún sabiendo lo mucho que eso le incomodaba.

- Te voy a soltar- susurró la chica- pero como te apartes de la puerta un solo paso voy a tener que maldecirte.

Apenas tres segundos después, la puerta se abrió, y al otro lado apareció una jovencita pelirroja. Sus ojos castaños se abrieron de par en par por la sorpresa y, acto seguido, una sonrisa inmensa iluminó su rostro.

- ¡Ron ¡Luna¡Qué alegría!

En un abrir y cerrar de ojos, Luna y Ron se vieron envueltos por uno de esos míticos abrazos de bienvenida que podrían romper las costillas a cualquiera.

- Vaya, hermanito… no tienes muy buen aspecto ¡Que delgado estás¡Más te vale quedarte a cenar! Estoy preparando unos spaghetti a lo Ginèvra Weasley para chuparse los dedos. ¿Pero que hacéis ahí parados¡Pasad, pasad, por favor!

El apartamento de Ginny era casi tan pequeño como el de Ron, pese a que en él vivían dos personas. Por lo visto, los dos hermanos tenían diferentes ideas acerca de cómo debía decorarse una casa. El piso de Ginny era muy acogedor: las paredes estaban decoradas con cuadros, tapices y un millar de fotografías; había flores, velas y alfombras esponjosas, y los sofás se hallaban totalmente cubiertos por cojines de todas las formas, colores y tamaños imaginables. En uno de esos sofás estaba sentado Harry, con las manos entrelezadas con gesto relajado en el regazo y la mirada perdida en el vacío, ajeno al ruido que organizaban los inesperados huéspedes.

- Harry, mira¡han venido a vernos!- le dijo Ginny, revolviéndole aún más el cabello mientras depositaba un distraído beso en su mejilla. Obviamente, no hubo ninguna reacción.

- ¿Cómo está?- quiso saber Luna.

- Bueno, mejor, creo. Ya realiza solo algunas tareas más complejas, como partir el filete o hacer la cama. Incluso sabe fregar los platos. Pero es como un robot, hace todas esas cosas de manera… no sé, inconsciente. Los médicos creen que es muy positivo, pero yo no estoy tan convencida, porque , al fin y al cabo, sigue desconectado del mundo. De cualquier forma, intento mirar el lado positivo: cuidar de él es más sencillo ahora que hace tres años.

Ron continuaba en la entrada de la casa, sin tener muy claro si estaba o no preparado para reencontrarse con el que había sido su mejor amigo. Pero antes de que decidiese si era o no capaz de enfrentarse a sus miedos, Ginny le tomó de la mano y le llevó ante Harry. Ron se asomó a los ojos verdes y vacíos de Harry y no pudo reprimir un suspiro de alivio.

¡Mira, Harry¡ Es Ron¿Te acuerdas de él?- dijo Ginny, intentando sin éxito captar la atención del moreno.

- Es tan raro…- murmuró Ron, más para sí mismo que para las chicas- Parece como si realmente no estuviese aquí. Es como una cáscara con su forma, una cáscara hueca. Pero lo que le hacía ser Harry ha desaparecido.

- No podría estar más de acuerdo- suspiró su hermana, secándose inconscientemente las manos en el delantal- Bueno, ya es hora de comer.

La cena transcurrió prácticamente en silencio, pese a los esfuerzos de Luna de iniciar una conversación. Tanto ella como Ron alabaron los deliciosos spaghetti de Ginny, que le quitó importancia al asunto diciendo que no era más que pasta y que cualquiera podía hacerlo. Harry se comió hasta la última migaja sin mancharse lo más mínimo y, nada más terminar, cogió su vaso, su plato y sus cubiertos y los lavó en el fregadero. Antes de que se hubiesen dado cuenta, volvía a estar sentado en el sofá, exactamente en la misma postura en que le habían encontrado al llegar.

- Se pasa ahí todo el día- comentó Ginny, en tono de disculpa.

- ¿Y no saben por qué se ha quedado así?- preguntó Luna, al parecer muy concentrada en juguetear con su servilleta.

Ginny se encogió de hombros.

- Ni una pista. Personalmente creo que, al morir Lord Voldemort, el vínculo que se había creado entre él y Harry se rompió y, con ello, el estado de equilibrio en que vivía Harry… como cuando dos personas tiran con todas sus fuerzas de una cuerda en direcciones opuestas y, cuando una suelta, la otra sale despedida y se cae de culo- la pelirroja sonrió con tristeza- Además, Dumbledore siempre había dicho que algo de Voldemort había pasado a Harry el día en que intentó matarle por primera vez, y ese "algo" murió a la vez que el Señor Oscuro. Tal vez eso también tuvo algo que ver. O tal vez no, y yo estoy completamente equivocada. El mundo está lleno de locos. A veces hay motivo, a veces no.

- Bueno, pero está mejorando- cortó Luna, alegre- Eso no se puede negar. Quien sabe, cualquier día de estos te puedes llevar una sorpresa.

- Eso es lo que me gustaría creer. A veces pienso que Harry está enterrado bajo una losa de piedra, y no pierdo la esperanza de que el hombre que amaba y que duerme ahí debajo despertará algún día. Se que, después de tres años y medio cuidando de él sin que me haya mirado ni una sola vez, mantener esa esperanza es estúpido, pero ni puedo ni quiero perderla. Estaré a su lado hasta mi último aliento y, aunque para entonces tampoco haya logrado traerle de vuelta, habrá merecido la pena el solo hecho de intentarlo. No podría vivir sabiendo que pude hacer algo por Harry y no lo hice.

Ron miró a su hermana como si la viese bajo una nueva luz, asombrado por la fortaleza y la determinación y deseando íntimamente parecerse un poco a ella. ¿Habría sido é, Ron, capaz de sacrificarse así por alguien¿Cómo habría actuado Ginny si se escontrase en su lugar? Probablemente habría removido cielo y tierra hasta dar con Harry vivo o muerto, y solo al encontrarle hubiese podido respirar tranquila. Él, en cambio, no había hecho sino volver la espalda a todos sus miedos, a sus esperanzas, a su pasado y a su futuro, a la gente Lo había intentado todo para huir de la realidad y no había logrado nada. Solo sentirse cada vez peor.

Para cuando volvió al mundo real, Ginny y Luna ya habían cambiado de conversación. Al parecer, Ginny había pensado que Luna y él eran novios o algo así, cosa que a la rubia le hizo bastante gracia, pero que había servido para que Ginny iniciase un monólogo/ sermón sobre cuanto le convenía a su hermano encontrar a una buena chica y enterrar todos aquellos miedos y complejos que le tenían emocionalmente congelado.

- ¡Deja que la naturaleza siga su curso!- exclamó Luna, en un intento de rescatar a Ron de las maternales preocupaciones de su hermana- También tengo un buen presentimiento con respecto al pobre Ronald. En cuanto le ví en el metro, pensé "algo realmente bueno está a punto de pasarle". Lo que ocurre es que no se exactamente cuanto tiempo tendremos que esperar … no se tarda lo mismo en preparar un huevo pasado por agua que un pastel de calabaza tan bueno como este ¿es casero?

Ginny afirmó con la cabeza, orgullosa de sus habilidades culinarias. La charla se volvió mucho menos densa, y se centró en los típicos "¿Qué sabes de no- se- quien?" Luna le contó a Ginny la historia de Neville, algo que gustó mucho a la pelirroja. A cambio, la más joven de los Weasley les sirvió una buena ración de cotilleos frescos, con historias dignas de culebrón que incluían a Parvati Patil, a Lavender Brown, Dean Thomas o Cho Chang. Cuando la conversación derivó en un concurso de bostezos, Ron y Luna decidieron que ya iba siendo hora de regresar a casa y dejar en paz a Ginny y, en menor medida, a Harry, a quien, en realidad, no parecían molestar en absoluto.

Ron y Luna se abrigaron, pensando con pereza en el frío que les esperaba al otro lado de la puerta que estaban a punto de cruzar. Ginny les acompañó hasta la entrada y allí les dio un abrazo a cada uno, ignorando olímpicamente el gesto de desagrado de su hermano.

- En fin ¡Esto hay que repetirlo! Pero no el año que viene, ni al otro, sino pronto de verdad ¿vale?. Muchísimas gracias por… bueno, por todo¡es tan genial recibir visita de la gente a la que quieres! En especial gracias a ti, Luna. Si fuese por mi hermano,no se cuanto tiempo habría pasado antes de volver a vernos.

- No hay de qué- respondió la rubia, quitándole importancia- Él lo estaba deseando, solo necesitaba que alguien le diese una excusa. Además, la comida estaba tan buena que las gracias debería dártelas yo. Bueno, también me ha gustado ver a Harry. No pierdas la esperanza ¿vale?.

Luna abrió la puerta y salió al descansillo, reprimiendo el escalofrío que recorrió su espalda al abandonar el apartamento y entrar en la gélida noche invernal.

- Adiós, Ginny- se despidió Ron- Yo… también creo que sería genial que nos viésemos más a menudo. Ya sabes que soy un inmaduro, que todavía no soy tan fuerte como tú y que me está costando mucho seguir adelante. Pero prometo regresar pronto. Hasta luego, Harry.

- ¿Pretendes marcharte sin jugar conmigo una partidita de ajedrez?

Ginny, Luna y Ron volvieron la cabeza instantáneamente.

Llevaban cinco años sin escuchar aquella voz.