4 El color de la niebla
"Vivianne trató de ver aquella costa tan familiar con ojos de forastero: el lago gris y opaco, los altos juncos que lo rodeaban, las nubes silenciosas y bajas, los manojos de algas en el agua. Era una escena silenciosa"
Marion Zimmer Bradley, "Las nieblas de Avalón"
- Sabías que esto iba a pasar.
Ron y Luna caminaban bajo la nieve. Habían salido del apartamento de Ginny dos horas después de lo previsto, y desde que habían puesto un pie en la calle ninguno de los dos había pronunciado una sola palabra. Pero Ron no pudo reprimirse mucho tiempo, y terminó por explotar.
- No lo sabía- repuso ella.
- No me tomes por idiota.
- ¡Te prometo que no lo sabía! Se suponía que tú ibas a reencontrarte con Ginny y nada más ¿vale? De hecho, estaba saliendo a las mil maravillas y los dos estabais emocionados. Pero ni en mis más ingenuas fantasías habría previsto que algo así pudiese ocurrir. Qué cosas tiene la vida, yo pensaba que nada podría sorprenderme a estas alturas.- Luna se quedó pensativa y añadió- Bien mirado, es lógico. Tú y Hermione erais su familia, mucho antes de que se enamorase de Ginny. Si alguien podía hacerle reaccionar, era uno de vosotros dos. Pero no me negarás que es como para empezar a creer en los milagros.
Ron miró a la rubia, pensando que al lado de alguien así, cualquier cosa parecía posible. Cualquier cosa… excepto aquella que anhelaba más profunda y desesperadamente. La única cosa que podría hacerle creer en los milagros.
Pese a todo, Ron no podía evitar sonreír al recordar a Harry, observándoles desde su sofá como si salir del estado catatónico espontáneamente fuese lo más normal del mundo. Él, Ginny y Luna corrieron hasta Harry atropelladamente y se sentaron a su alrededor, preguntándole tantas cosas a la vez y tan rápido que Harry terminó echándose a reír y suplicándoles que hablasen de uno en uno. El simple sonido de la risa de Harry desató el nudo en la garganta con el que Ginny había convivido día y noche durante los últimos cinco años y se echó a llorar, aliviada. Ya no tenía que ser fuerte. Ya no tenía que estar sola.
- Ginny, por favor, no llores- susurró el moreno.
- No todas las lágrimas son malas. Lloro de alegría ¿por qué tendría que aguantarme?- respondió ella entre suspiros.
Durante un par de minutos, no se oyeron más que los sollozos de Ginny. Harry la contempló con una mezcla de ternura y perplejidad, y luego preguntó:
- ¿Cuánto tiempo…?
- Cinco años- contestó Luna, sonriente.
- ¿CINCO AÑOS?- exclamó el chico- ¡Madre mía, debo de estar hecho un anciano¿Tenéis un espejo?
Harry se levantó y se fue directamente al baño. Regresó con una expresión de incredulidad en el rostro y miró a los otros tres con curiosidad.
- Esto es rarísimo, rarísimo de verdad. Casi prefiero pensar en ello más tarde, con calma, porque lo que ahora realmente me apetece es jugar esa partidita de ajedrez. ¿A que esperas, Ron¿es que crees que no iba en serio?.
- Igual te apetece más hablar a solas con Ginny- aventuró Ron.
- Creo que es mejor que ella se tranquilice un poco antes- sugirió Luna- No me parece que en este momento esté en condiciones de decir más de dos palabras seguidas.
Ginny y Luna desaparecieron tras la puerta de la cocina, y, en un abrir y cerrar de ojos, Ron se encontró con un tablero de ajedrez frente a él.
- Si no te importa, yo llevaré las blancas. De cualquier forma me vas a dar una paliza, pero por lo menos me merezco un poquito de ventaja.- dijo Harry.
La situación rozaba el absurdo: una persona sale de un estado de inconsciencia casi total y acto seguido se pone a jugar al ajedrez. Ron observó como Harry disponía las piezas sobre el tablero, mientras se planteaba la posibilidad de dejarle ganar, pero, conociendo a su mejor amigo, sabía que en seguida se daría cuenta y que lo interpretaría poco menos que como un insulto. Así que la partida no duró ni veinte minutos.
- ¡Lo tuyo es increíble! Eres como ese tipo ruso, ese que ganaba todos los torneos…¿cómo se llamaba?. Olvídalo, era muggle. Bueno, de todas formas tu has tenido cinco años más para practicar- comentó Harry, aceptando con deportividad su derrota.
- Harry ¿te acuerdas de algo de lo que pasó aquella noche?- preguntó Ron, tratando de sonar despreocupado, mientras colocaba meticulosamente las piezas de ajedrez en la caja.
Harry negó con la cabeza.
- Es la primera vez que nos vemos desde entonces- confesó el pelirrojo. Inexplicablemente, sentía la necesidad imperiosa de decirlo.
Harry jugueteó pensativamente con la reina negra, haciéndola girar y observándola como si nunca hubiese visto nada tan fascinante.
- Voy a contarte algo que nunca le he contado a nadie ¿vale?. Pero me tienes que prometer que no te vas a reír.- Harry esperó a que Ron asintiese y luego continuó- Cuando tenía once años y acababa de conocerte, imaginaba que seríamos amigos para siempre, que creceríamos y envejeceríamos juntos hasta convertirnos en un par de ancianitos arrugados que pasan el día jugando a la petanca. Pero en mi imaginación, cuando pensaba cómo seríamos de adultos… tú eras muy diferente. Estás como hundido, o desamparado, o que se yo. Pareces un niño perdido que busca a sus padres entre la multitud. Me preguntó por qué y eso me hace pensar que tal vez esa amargura que flota a tu alrededor tenga algo que ver con lo que pasó, o tal vez con que Hermione hoy no esté aquí, o quizá, con ambas cosas.
- Eso quiere decir que no recuerdas absolutamente nada- dijo Ron, acordándose involuntariamnete de la reacción de Harry al saber que ella había muerto.
- Todo es muy confuso- reconoció el moreno- Creo que al final acabó bien, que ganamos a los malos, pero ni siquiera sé como.
- Bueno, pues me temo que entonces nunca sabremos lo que ocurrió en realidad, por que al final todo quedó entre tú y él. El caso es que Hermione… Hermione murió.
Harry suspiró profundamente y colocó la reina negra en su lugar. Más que sorprendido, parecía apenado de que algo que sospechaba se confirmase.
- Si Hermione y tú no hubieseis sido mis mejores amigos ella estaría viva. Creo que hace mucho que nos conocemos, así que te ruego que sea sincero¿la causa de que no nos hayamos visto en cinco años tiene algo que ver con eso?
Pese a la ambigüedad de la pregunta, Ron captó perfectamente lo que Harry trataba de decirle. Levantó la vista de las piezas que había ordenado con tanto esmero y miró a su amigo con incredulidad.
- ¿Insinúas que te culpo!- preguntó indignado- Espero que estés bromeando. Para tu información, te diré que llevaba tres años y medio sin visitar a Ginny, y que no he visto a nadie de Hogwarts, salvo a Luna, y eso porque me la encontré en el metro. Nunca he intentado buscar culpables, pero, de hacerlo, culparía a sus asesinos. Nuestra vida, la mía y la de Hermione, no hubiesen merecido la pena sin tu amistad ¿comprendes? Por eso nos la jugamos por ti, los dos .
Harry sonrió levemente y, durante unos instantes, pareció sumirse en sus pensamientos. De pronto se echó a reír a carcajada limpia, dejando a Ron aún más sorprendido de lo que estaba.
- ¿Sabes de lo que me estoy acordando¡De la cara que ponía Hermione cada vez que tú y Lavender Brown os poníais a dar el espectáculo en la Sala Común¡Era tan divertido!
- Ah, si sexto curso. El año de la tormenta hormonal. Recuerdo que yo no era el único que daba el espactáculo- replicó Ron, con mala leche.
- Vaaaaleeee, puede que yo diese el espectáculo una vez. Pero lo tuyo con Lavender era un día sí y otro también. Y, además, tú eras prefecto, todo un ejemplo para los alumnos de primero. Y encima estabas colado por Hermione, y ella por ti.- rió el moreno. Al ver que la cara de su amigo era un poema, añadió- Se notaba a la legua, Ron. Yo empecé a sospecharlo en cuarto curso, y eso que anteriormente pasé por una etapa de negación porque erais mis mejores amigos. Incluso en sexto, durante un momento, pensé que por fin os ibais a decidir. Ya sabes, cuando ella te invitó a lo de Slughorn…
- Si, y luego yo me enrollé con Lavender. Desde luego, no fue mi momento más lúcido. Por si no te has dado cuenta, lo hice porque me moría de celos. Solo de pensar que ese cabeza de obús de Krum la había besado me hervía la sangre.
- Ronald Weasley, el despechado… igualito que en las telenovelas. Bueno, algo así me imaginaba, teniendo en cuenta lo que Ginny acababa de contarte. De lo que estaba casi seguro era de que los encantos de Lavender no te habían sorbido los sesos de un día para otro. Perdona que me ría pero ¡es que esa relación era tan graciosa! Salvo para Hermione, claro está. El día en que tú y Ginny mandasteis a paseo a Lavender y a Dean por poco hacemos una fiesta.
La sonrisa de Ron se apagó al recordar de pronto que Hermione ya no estaba allí. Durante unos instantes, mientras hablaba y bromeaba con Harry, parecía que habían regresado los viejos tiempos. Pero al volver al aquí y ahora, el peso de la realidad le hizo experimentar una extraña sensación de ahogo, que se acentuó al darse cuenta de por qué nunca se había atrevido a hablar con Hermione: siempre le había parecido demasiado guapa, demasiado inteligente, demasiado buena para él. En el fondo creía que debía estar con un ganador como Krum, y no con un fracasado pelirrojo y pecoso. Nunca se había planteado en serio que ella pudiese corresponderle. Lo que estaba claro era que ella habría merecido saber la verdad. Eso significaba que Luna tenía razón y que lamentaba no haber sido honesto con Hermione.
- Daría lo que fuera por retroceder el tiempo- suspiró.
- Es inútil que pienses en eso- objetó Harry- No te va a ayudar.
- Lo sé, pero no puedo evitarlo- reconoció Ron- No puedo evitar tener tanto miedo de enfrentarme con el mundo. No puedo evitar estar siempre a la defensiva. No puedo evitar esa sensación de asco cuando alguien me toca: aunque sea mi madre me siento como si me vomitaran encima. No puedo evitar huir de todo lo que me recuerda a ella, incluyéndote a ti, incluyendo a Ginny. No se como enfrentarme a esto. Me supera. Mi mundo se congeló cuando murió Hermione.
- Pues ya va siendo hora de que se descongele.
- Ginny estaba apoyada en el quicio de la puerta, con los brazos cruzados y los ojos hinchados y enrojecidos, pero ya no lloraba.
- Ron, no puedes seguir así eternamente. Tienes que tener un poco más de fe en que todo acabará bien. Fíjate en mí: esta misma mañana era la orgullosa cuidadora de un vegetal con forma de Harry , y ahora ¡ni siquiera se lo que soy!. Lo que quiero decir- Ginny suspiró, intentando encontrar las palabras adecuadas- Lo que quiero decir es que, de vez en cuando, la vida se empeña en desafiar todas las leyes de la lógica. Es imprevisible.
- ¡Bien dicho!- exclamó Luna, cuya filosofía de vida se basaba en esa afirmación- Aquella noche pasaron muchas cosas, y para muchos parecía que el sol no volvería a brillar y¡fíjate, no ha sido así. ¿Por qué no puede pasarte a ti lo mismo?.
- ¿Sabeis algo de la gente del colegio?- preguntó Harry, incapaz de reprimir la curiosidad.
- ¡Uf, no veas!Neville es un poeta ex alcohólico, Cho Chang es una orgullosa madre soltera, y la vida de Dean Thomas es de novela… pero vamos, que ya te lo contaremos otro día, porque hoy es tardísimo.- explicó Luna.
Ella y Ron se pusieron los abrigos a toda prisa y se despidieron mientras salían de nuevo a la calle.
Fuera, la nieve continuaba cayendo, suave y silenciosa.
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Bueno, ya volví a actualizar... aunque parezca que la trama no lleva a ninguna parte, tened un poco de paciencia... ya no queda mucho. Estoy muy contenta de tener al menos dos lectoras. Igual me estoy poniendo un poco pesada, pero ¡gracias de nuevo por vuestras reviews!Recibirlas me anima a continuar con el fic... pues eso, gracias!.
