5 Una Lluvia de Rosas
"Un golpe. Muy tenue. Otro golpe. Y un tercero, y un cuarto, arriba, en alguna parte. Yde pronto los golpes se convirtieron en un sonido de tambor, suave y regular, que fue adquiriendo más y más violencia hasta que al fin dejó de ser un tambor y se transformó en un rumor potente y denso, y Jonathan reconoció en él el rumor de la lluvia"
Patrick Süskind, "La paloma"
Luna y Ron entraron en el apartamento, convencidos de que cinco minutos más de exposición al cruel frío del invierno les mataría. De hecho, Luna parloteaba despreocupadamente acerca de una mujer rusa a la que se le habían congelado las manos.
- Y tuvieron que amputarle dos dedos ¡imagínate, que cosa más horrible! Claro, que esto no es Siberia, pero no nos quedamos cortos. ¡Oye¿Sabes que me apetece?- preguntó, cambiando radicalmente de tema.
- Sorpréndeme- contestó Ron, dejándose caer en el sofá sin ni siquiera quitarse el abrigo.
- ¡Palomitas de maíz! Son una de las cosas más ricas del mundo, junto con las galletas, claro está… bueno, excepto esas pastas que van rellenas de confitura. Son como los bombones que llevan dentro naranjas o cerezas espachurradas. Cuando las muerdo, tengo la sensación de que se les salen las entrañas o algo así.
- ¿Es imprescindible que seas tan asquerosa?- cortó Ron, a quien, por cierto, le encantaban las galletas rellenas de confitura de grosella… o le habían encantado hasta ese preciso momento.
La rubia preparó palomitas en el microondas, y, unos minutos después, se sentó junto a Roncon un bol que emitía un agradable vapor, calentito y de olor delicioso.
- Come, Ronald, que estás flaco como un palillo- ordenó la chica.
Ambos se dedicaron con todo su entusiasmo en devorar las palomitas, que desaparecieron en un santiamén. El bol aún no se había terminado cuando la campana del microondas volvió a sonar.
- Al final fue una buena idea preparar dos bolsas ¿No crees?- preguntó Luna, con la boca llena.
- Oye, Luna, ahora que estamos en confianza. ¿Por qué lo haces?- dijo Ron, repentinamente serio.
- Ya te lo he dicho. Me encantan las palomitas.
- No me refiero a eso. Hablaba de ese extraño "hobby" tuyo de intentar arreglar la vida de la gente. ¿Es una idea que sacaste de un programa de la tele o que?- quiso saber Ron.
La chica pareció sorprenderse y miró a su compañero con incredulidad. Pareció sopesar la pregunta durante unos instantes y luego contestó.
- No lo hago a propósito. En realidad, es la mejor manera de no estar sola durante mucho tiempo.
- Bueno, pero es evidente que "haces" algo. Lo de esta noche ha sido… y, bueno, lo de Neville, y ¡en fin!. Es como…
- Es como nada- interrumpió Luna- Yo no hago nada. Todas esas cosas sencillamente ocurren a mi alrededor sin que yo ponga nada de mi parte. Si estoy con un chico y una chica tomando un café tranquilamente, al día siguiente están súper- enamorados, y eso me ha pasado no una ni dos veces, sino… creo que voy por la sexta pareja. Si quedo con dos personas que fueron amigos y ahora están distanciados, acaban abrazándose y diciendo lo mucho que se echaban de menos, aunque al día siguiente se les haya olvidado. Cuando hablo con alguien de sus problemas, o de su trabajo, o de lo que sea, las cosas mejoran. Yo soy la primera que no lo entiende. Ni siquiera tengo que dar un consejo, es más, cuando intento hacerlo por lo general empeoro la situación. Pero si solo estoy ahí, actuando con normalidad (en mí, claro), si solo soy natural, entonces…
- O sea¿qué no haces nada!- exclamó Ron, perplejo.
- Veo que captas la idea ¡felicidades!- respondió Luna, con ironía.
Ron continuó comiendo palomitas mientras miraba a Luna como si se tratase de una criaturadel espacio exterior que, por una extraña casualidad de la vida, se encontraba sentada en su sofá. El nombre de aquella chica había estado siempre ligado inevitablemente al mote de "lunática", y con bastante razón. Ella se había pasado toda su etapa escolar paseándose por Hogwarts, diciendo unas cosas rarísimas y huyendo de la gente para que no se metieran con ella (pese a que insistía en darles varios millones de razones cada día). Y nunca había tenido amigos.
De pronto, el pelirrojo empezó a reírse bajito, cosa que Luna no pudo pasar por alto mucho tiempo. Clavó la mirada en el chico, y preguntó, levantando una ceja:
- ¿Se puede saber que te hace tanta gracia?
- ¡ Ahora conozco tu punto débil¡ Súper Luna, la optimista incurable, la Wonder Woman, también conocida como la madrina de los desamparados o la madonna de los desheredados, no es perfecta!
- Eso no tiene ninguna gracia
- Tal vez no la tenga para ti. Pero cuando decida conquistar el mundo y tu intentes interponerte, sabré como vencerte. ¡No me detendrás!- replicó él, poniéndose en pie y riendo malvadamente.
- Ronald- dijo Luna, muy seria- ¿Son imaginaciones mías o estás bromeando?
- Si, bueno, eso parece ¿no?- contestó el pelirrojo con naturalidad.
- ¿Te das cuenta de lo que eso significa¡Has recuperado el sentido del humor¡HURRA!- exclamó la chica, poniéndose también en pie y empezando a saltar por todo el apartamento mientras gritaba "¡ Viva Ron¡ El graciosillo contraataca!" y arrojaba palomitas alegremente como si fuesen confeti, o el arroz de una boda. Él también empezó a saltar, pero gritaba "¡ Deja de llenarme de mierda el apartamento!", cosa que no desanimó a su compañera, que continuó tirando palomitas hasta que se acabaron, momento en el que volvió a sentarse con dignidad. Ron también regresó a su puesto en el sofá tras recuperar el aliento, preguntó a Luna:
- Así que es eso ¿no? No te viniste conmigo para prepararme galletitas de jengibre, sino para no quedarte sola.
- Mmmmmmsí. Básicamente.
- Ya. ¿Y por que no usas tus súper- mega- cósmicos poderes contigo misma?
Por primera vez desde que vivían juntos, Luna pareció irritarse.
- Ya te he dicho que no funciona así.
- Jo, Luna, como eres. Vienes aquí sin pagar un céntimo, me sonsacas hasta que confieso mis pensamientos y mis sentimientos más profundos, hablo contigo de cosas que ni siquiera he hablado con Harry, me arrastras a casa de mi hermana contra mi voluntad ¿Y no eres capaz de contarme algo acerca de ti misma?
- Mira, Ron, te lo voy a explicar de una manera muy, muy sencilla. Puede que ahora compartamos piso (por cierto, por si lo dudabas, te pagaré el alquiler) y creas que te importa, o que me lo debes, o que te lo debo o algo así. Pero llegará el día, antes de lo que imaginas, en que no me necesitarás, e incluso puede que me convierta en un estorbo. Entonces yo haré las maletas y tu vida transcurrirá más o menos feliz, y dentro de tres, cinco o tal vez diez años, te acordarás de mí vagamente y pensarás "Ah, sí, Luna, aquella chica medio rara, tan tímida, muy maja en el fondo" y ni siquiera te preguntarás que ha sido de mí porque te importará un pepino.
Luna estaba realmente cabreada y, por un momento, Ron pensó que sería mejor dejar las cosas tal y como estaban, pero al final se atrevió a hacer un último intento.
- ¿Qué pasa? No entiendo nada. ¿Cómo quieres importarle a la gente si no permites que te conozcan?
La chica bajó la mirada, y el pelirrojo se dio cuenta de que el enfado había desaparecido y que, en su lugar, solo quedaba un poso de tristeza.
- También aquellos que me conocen me han olvidado. – murmuró- A veces, muy pocas veces, casi nunca, yo he sido sincera también, y he confesado mis miedos, y mis dudas, y las cosas que a veces me entristecen. Pero las personas a las que abrí mi corazón encontraron lo que buscaban y, al final,… al final, me convertí en uno de esos recuerdos a los que no se da mucha importancia, dejé de ser amiga y confidente y me convertí en Luna, aquella chica medio rara, tan tímida, muy maja en el fondo. Como el polvo brillante que queda en los dedos al tocar las alas de una mariposa, igual de efímera y de insignificante.
- Oh, vamos, eso no puede ser verdad.
- Pero lo es. No pasa nada. Ya lo he asumido. Doy gracias por cada vez que tengo la oportunidad de compartir algo con alguien, pero ¿y al final? Tengo 21 años, y he tenido algunos amigos, pocos amigos realmente buenos, y ningún novio. Ningún chico se ha interesado nunca jamás por mí, y no creo que eso vaya a cambiar ahora. ¡Mírame, soy una anormal¿Cómo no voy a tener miedo de la soledad, si me he sentido sola la mayor parte de mi vida consciente? Bueno, ahora estoy bastante bien, aunque no haya resuelto mi problema con la gente… sin embargo, no puedo evitar pensar en qué pasará mañana.
- Eres boba, y no creo que eso sea lo que piensas en realidad. No sé por que, pero ahora te ha dado un bajón y todo te parece de color negro. Pero ¿sabes qué?
- ¿Qué?
- Los milagros no sucederán si no los esperas.- concluyó él, con una sonrisa cómplice.
- ¿Cómo se atreve el Rey de los Amargados a robarme una frase?- bromeó ella.
¿Qué pasa, es que tienes el copyright o qué? A la gente de tu alrededor le pasan cosas buenas porque tú, por algún motivo que desconozco, les convences de que eso es posible. Solo tienes que creer que todo eso que dices también va por ti.- afirmó Ron, como si acabase de decir la verdad más evidente del mundo.
Luna sonrió, como atrapada en su propia trampa, y se encogió de hombros mientras contestaba.
- De acuerdo. Tendré esperanza si tú también la tienes.
- Hecho. Te doy mi palabra de Rey de los Amargados y futuro Dueño del Mundo. Y ahora me voy a dormir. Ha sido un día muy largo.
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Pese a que no se consideraba a sí misma como una maniática de la limpieza, Ginny llevaba casi veinte minutos intentando fregar la cafetera hasta dejarla inmaculada. Tenía la piel de los dedos arrugada como una pasa, y se había salpicado el cabello de espuma, pero continuó con aquella meticulosa tarea, lo único que la separaba de regresar al salón y encontrarse cara a cara con Harry. Cinco años de espera al fina iban a dar su fruto, pero ¿qué iba a suceder ahora? La situación era demasiado extraña, y no tenía ni idea de que debía hacer o decir. Frotó furiosamente la cafetera, como si bajo el esmalte que comenzaba a desprenderse se ocultase la respuesta a sus preguntas.
Estaba tan concentrada que no le oyó llegar.
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Bueno, en principio se suponía que este capítulo y el siguiente eran uno solo, pero quedó demasiado largo... me hubiese gustado subir los dos a la vez, pero el seis todavía necesita unos retoques. Por cierto, será el penúltimo (creo). Sé que este no es demasiado interesante, pero necesitaba mostrar que ni siquiera Luna puede ser optimista los 365 días del año y que, en el fondo, todos somos débiles, aún cuando no lo parezca.
Por cierto ¡Feliz Navidad a todos!Muy en especiala María, Alba, Ramón, Ángel, Noelia, Abraham y Todos los que Han Ayudado para que esto saliese adelante. Dudo mucho que lleguen a leerlo, pero me dan ánimos cada día. ¡Gracias, chicos!.
