8.NAVIDAD
Faltaba una semana para el día de Navidad, era el último día de clase. Yavanna poco a poco había ido olvidándose de Snape, al menos eso era lo que creía Ginny, desde la explosión de pociones Ginny no había dejado a su amiga ni un solo instante ya que había estado muy preocupada por ella, pero últimamente parecía estar mejor por lo que Ginny auguraba unas buenas vacaciones de Navidad.
Su hermano, Harry y Hermione iban a pasar las vacaciones a La Madriguera, pero Ginny y Yavanna se quedaban en Hogwarts. Ginny había invitado a su amiga a su casa pero a Yavanna su madre le había prohibido ir, lo que había desconcertado mucho a las dos brujas ya que ambas sabían que lo mejor para Yavanna era alejarse de Hogwarts para no tener que ver al profesor de pociones.
Ginny se había ido a pasar la última tarde con Harry y Yavanna decidió salir a dar un paseo. Estaba paseando perdida en sus pensamientos cerca del lago cuando sintió que una mano le agarraba del brazo. Se dio la vuelta sobresaltada y se encontró a una cara sonriente.
"Hola profesor Dumbledore, me ha asustado"
"Lo siento mucho" dijo el director amablemente "podría hablar contigo"
"Por supuesto" dijo la chica asombrada por el interés que demostraba el director.
"Vayamos a dar una vuelta. No sé si sabes que tu madre te trajo a este colegio con la intención de que estuvieras más segura" Al ver que la chica asentía continuó "Yo sé que aquí estás muy segura pero hay algo que me preocupa más que tu seguridad. Desde hace un par de meses no eres la misma, ya no eres la chica alegre que llegó a principio de curso, ¿tienes algún problema de adaptación? ¿O con tus compañeros o profesores? Porque a mí me gustaría ayudarte, no me gusta verte así de triste.
"Yo estoy perfectamente, me encanta estar aquí y además me llevo muy bien con mis compañeros, lo único que me pasa es que a veces echo de menos mi antiguo colegio pero eso es normal"
"¿Estás segura? No tienes ningún problema en las clases o con gente de otras casas, bueno, no voy a insistir más que luego crees que soy un viejo pesado pero si quisieras hablar conmigo quiero que sepas que estoy aquí para lo que quieras y todo ese rollo que solemos soltar los adultos"
"Gracias, si alguna vez necesito algo lo tendré en cuenta"
"Me alegro mucho" En ese momento el director oyó unos pasos se dio la vuelta y sonrió a su amigo que se dirigía hacia ellos con la mirada perdida, no les había visto.
"Severus, ven aquí hombre" El aludido levantó la mirada y vio al director se iba a acercar cuando vio a su acompañante. Llevaba un mes huyendo de ella y ahora le parecía que no iba tener otro remedio que enfrentarse a ella.
"Me encantaría pero es que tengo que..."
"No refunfuñes y ven aquí a sentarte con nosotros" ¿Por qué nunca puedo desobedecerle? Se preguntó el profesor de pociones. Se acercó y se sentó dejando a Dumbledore entre los dos.
"Le estaba comentando a Yavanna que todos los profesores estamos preocupados por ella porque parece que últimamente se le ha apagado la chispa"
"No me había fijado" dijo el oscuro maestro de tal forma que Yavanna sintió que millones de dagas le atravesaban el corazón, menos mal que lo había superado se dijo a sí misma con sarcasmo.
"Es que para Snape si una cosa no echa humo como un caldero no le interesa"
"Yo creo que si me calientan puedo incluso llegar a explotar como un caldero" dijo la chica con una sonrisa para suavizar su comentario.
"Ya me dijo tu madre que a veces tienes un carácter incontrolable"
"Eso es cierto, pero solo con la gente que se lo merece, sino suelo controlarme bastante bien"
"Me alegra escuchar eso" dijo el director mientras se levantaba "Ahora me tengo que ir" Al oír eso los dos se levantaron "Pero no os preocupéis, no interrumpáis esta encantadora conversación por culpa" Los dos se sentaron como dulces corderitos, era increíble la habilidad que tenia ese hombre para que todo el mundo le hiciera caso sin rechistar. "Nos vemos en la cena" dijo a modo de despedida.
Ninguno se atrevió a levantarse, el director estaba demasiado cerca y además el condenado parecía que no andaba, se arrastraba a la velocidad de una tortuga. Por fin Snape rompió el silencio.
"Veo que está perfectamente después de la explosión que causó en mi clase"
"Si después de casi un mes no estoy bien sería para preocuparse, pero gracias por su interés" Le dijo con sorna.
"Debería ser más cuidadosa, podía haber lesionado a alguien"
"Todo estaba controlado, era imposible hacer daño a nadie, sabía perfectamente lo que hacía" Le dijo como si estuvieran hablando del tiempo.
"Me está diciendo que provocó la explosión" Dijo muy calmadamente el profesor mientras una voz en su interior le decía: Tranquilo Severus, cálmate, no vas a permitir que esta niñata te altere los nervios otra vez, aquí el adulto eres tú, tranquilo.
"Sí, es que, siento mucho decírselo pero sus clases me aburren. Primero empecé a hacer mal las pociones, Neville siempre parece muy entretenido, pero era todavía más aburrido, entonces una tarde Ginny me habló de sus hermanos gemelos y me pareció que lo que ellos hacían era muy entretenido pero no conté con el castigo, eso ya no es tan divertido, así que decidí asumir que en pociones me iba a aburrir durante todo el año"
Los ojos de Snape se abrían más y más con cada palabra que decía Yavanna, estaba alucinando, esa niña no tenía vergüenza y lo admitía así, sin más.
"Me parece señorita Nienna que su comportamiento merece un castigo, así que..."
"Un momento, por todo eso ya pagué así que ya no me puede volver a castigar, no es justo que yo haga un castigo dos veces porque..."
"Yavanna" dijo una voz agitada. "Llevo una hora buscándote no te acuerdas de que me ibas a ayudar. Lo siento profesor Snape pero me la tengo que llevar" la cogió del brazo y la arrastró.
"Tranquila Gin, ya estamos lo suficientemente lejos para que no nos pueda ver, ni oír, ni sentir..."
"¿Qué hacías hablando con él? ¿Estás loca? Después del mes que has pasado no sé como podías estar hablando así con él, como si fuera tu amigo."
"Has llegado en el momento justo, estaba a punto de castigarme"
"¿Qué has hecho?"
"Decirle que la explosión de pociones había sido aposta"
"¿Qué has hecho qué?" Preguntó alucinada la pelirroja.
"Decirle que..."
"Te he oído, pero es que no me puedo creer que lo hayas hecho, ¿cómo le has podido decir eso a Snape el profesor más temido de todo Hogwarts?"
"Ya le he dicho cosas peores"
"También es verdad" Admitió la pelirroja "Pero... ¿por qué lo has hecho?"
"Porque me ha preguntado que qué tal estaba de la explosión, un mes después" Yavanna estaba indignadísima.
"Vale pero, esto de hoy lo olvidamos y vamos a pasar una vacaciones de miedo, ¿Está claro?"
Yavanna asintió, le sonrió y las dos se fueron alegremente al castillo.
Yavanna había dejado a un Snape desconcertado, esa chica estaba desquiciada, hacer explotar un caldero porque se aburría, nunca había visto nada igual. Y él que había pensado que había sido por una rabieta de adolescente, eso era mucho peor. Esa chica estaba desquiciada. Y lo peor es que Dumbledore tenía razón, llevaba dos meses apagada, si esa chispa en sus ojos, sin esas ganas de pelear, sin esas ganas de vivir tan característica en ella. En esos meses el único momento en el que había vuelto a ver a esa chica de principio de curso era hace unos minutos cuando estaba hablando con él. Quizás... no, no podía pensar esas cosas ya que eso era imposible. Se levantó y se fue a su mazmorra para intentar despejar su mente y hacer una poción que le había pedido Dumbledore.
Era el día antes de Navidad y Yavanna había tenido una idea, le pidió permiso al director que viéndola tan animada no pudo negarle nada. Después de la cena las dos amigas se pusieron manos a la obra. Todo iba viento en popa cuando Yavanna pensando que ya todo el colegio estaría acostado sacó una cosa de su mochila.
"¿Qué es eso?" Preguntó intrigada Ginny.
"Es un aparato muggle, cuando estaba en el colegio le hice un conjuro y conseguí que funcionara, espero que no se haya estropeado"
Con un rápido movimiento de la varita, la música empezó a sonar y las dos siguieron con su trabajo ahora más animadas. De repente empezó a sonar una canción que encantaba a Yavanna, cansada de trabajar se subió a la mesa de Gryffindor y se puso a bailar y cantar incitando a Ginny a que la siguiera. Al final la pelirroja se dejó convencer y las dos se pusieron a bailar y hacer el tonto.
Snape paseaba por un pasillo cercano al Gran Comedor y oyó una especie de música, asombrado siguió el sonido de la música pensando que seguro que era una de las ideas locas de Dumbledore, iba sonriendo ya que pensaba que por fin iba a poder distraerse ya que desde la conversación con Yavanna no podía dejar de pensar en ella. Al llegar al Gran Comedor vio a las dos gryffindor bailando encima de la mesa de su casa. Pensaba en gritarles algo pero entonces vio algo que le recordó que eran jóvenes y que necesitaban divertirse.
Había empezado a sonar una música lenta ideal para parejitas enamoradas, Yavanna se puso seria y se acerco a su amiga, ella la miraba asombrada.
"Me concede este baile" Dijo la morena seriamente y con una reverencia.
"Estaré encantada, milord" Dijo la pelirroja siguiéndole el juego.
Las dos se pusieron a bailar con total seriedad, parecían muy interesadas en la conversación que mantenían, a Snape no le hubiera extrañado que al final del baile se hubieran dado un beso, pero el final llegó y las dos estallaron en carcajadas. Durante todo el baile se habían comportado como los típicos de películas del siglo XVIII y las dos consideraban que era muy divertido. A Snape también le pareció divertido ya que hizo algo que hacía mucho tiempo que no hacía: sonrió.
"Vamos a seguir con esto porque si seguimos así no vamos a acabar nunca"
En ese momento Snape miró alrededor y vio que las dos chicas estaban decorando el salón, la verdad es que estaba quedando bastante bien, con más gusto que como lo solían hacer los elfos domésticos. En ese momento volvió su mirada a las dos chicas pero Yavanna le acababa de ver y le miraba seriamente, las sonrisas habían desaparecido de sus labios.
Se acercó a su profesor de pociones, mientras la pelirroja estaba entretenida colocando unos adornos en la mesa de los profesores.
"Siento si le hemos molestado pero tenemos permiso del profesor Dumbledore para estar aquí"
Después de verla feliz no se imaginaba que ella le iba a atacar así. Ella era la única persona que conseguía desconcertarlo, nunca sabría por donde iba a salir.
"Supongo, pero no creo que tengan permiso para hacer lo que estaban haciendo"
"Pues sí. Le propuse al profesor Dumbledore que nos dejara decorar el Gran Comedor y le pareció muy buena idea"
"Yo me refería a eso de bailar encima de la mesa"
"Ah, eso. No para eso no tenemos permiso pero estoy segura de que al profesor Dumbledore no le importaría que nos divirtiéramos, seguramente se uniría a nosotras. A nadie que sepa divertirse le molesta que los demás lo hagan"
"A mí lo único que molesta es que maltraten el material escolar, así que eviten volver a hacerlo" Se dio la vuelta para irse pero...
"Perdona, se me olvidaba que eras un amargado, lo siento mucho, es verdad, no volveré a divertirme delante suya no sea que se ponga celoso porque no sabe hacerlo" Yavanna esperaba una respuesta, pero él simplemente se dio la vuelta y se fue.
La morena se quedó muy triste, le había vuelto a perder la bocaza, otra vez lo había hecho, había vuelto a ser cruel, no podía decirle una cosa amable por una vez.
En ese momento Ginny se dio la vuelta y miró a su amiga alucinada, ¿qué hacía mirando a la puerta? Se acercó a ella, le tocó el brazo y Yavanna se echó a sus brazos y se puso a llorar. Ginny como una buena amiga la abrazó y no preguntó nada, ya se lo contaría cuando ella quisiera.
Snape se dirigía pensativo a su habitación. No podía acercarse más a ella, cada vez que lo hacía acababa sintiéndose destrozado pero es que la había visto feliz, como no la veía desde hacía mucho tiempo y había sentido que quería compartir su felicidad con ella, pero solo había servido para que se transformara ese buen humor en una pelea. Se prometió a sí mismo por enésima vez que no se volvería a acercar.
Ya era el día de Navidad, las dos gryffindor se levantaron y bajaron inmediatamente a la Sala Común, las dos vieron un montón de regalos y pasaron media hora muy entretenidas abriéndolos. Cuando se habían puesto ciegas de todas las golosinas que les habían regalado se fueron al exterior y empezaron a echar una guerra de bolas de nieve estaban tan entretenidas que no oyeron al grupo de profesores que se acercaban. Una bola de nieve cruzó el aire, iba directo a la cara de Ginny pero esta se agachó a tiempo, pero por desgracia la bola no se estrelló contra el suelo sino que con la barba de Dumbledore.
"Lo siento mucho profesor" Gritó Yavanna sin salir de la barrera que se había hecho para protegerse de los ataques de la pelirroja.
"No pasa nada" dijo sonriendo, qué desparpajo tiene esta niña, me encanta. "Nos podemos unir"
"Claro que sí, pero no se puede usar magia, eso es trampa" Ginny miraba tan alucinada a su amiga que no vio el montón de nieve que venía y le daba en toda la cara con lo que reaccionó.
Dumbledore se acercó a la barrera de Yavanna cogió un montón de nieve y se la lanzó a sus compañeros. McGonagall, Sprout y Flitwick se unieron a los tres encantados, ¿por qué no recordar la infancia? Pero Snape se quedó paralizado no podía creer lo que estaban haciendo sus compañeros, se estaban comportando como auténticos niños.
Se quedó un par de minutos alucinando en colores sin moverse pero entonces sintió que algo húmedo se estrellaba contra su cara, miró a la dirección de donde venía la bola y vio a Yavanna mirándole con una sonrisa desafiante que le dirigía mientras ella pensaba que nunca escarmentaría. Snape se unió a la guerra, nunca se lo había pasado tan bien, quizás no fuera tan malo ser un niño.
Pasados unos veinte minutos Dumbledore rogó a todos que pararan ya que estaba agotado. Todos estaban igual así que pararon encantados. McGonagall se fue a pedir a los elfos que les prepararan unos chocolates calientes. Todos se fueron al Gran Comedor y allí se sentaron muy animados, llevaban una hora cuando Yavanna se disculpó y se fue, Ginny la siguió pero no la pudo alcanzar. La vio cuando salía de la torre de Gryffindor, llevaba un paquete debajo del brazo, la llamó pero su amiga no le hizo caso, así que sin darle importancia su fue a dar una ducha.
Cuando Yavanna volvió le preguntó que dónde había ido, ella simplemente le dijo que se le había olvidado enviar un regalo.
Cuando Snape llegó a su habitación se encontró con un paquete encima de su cama, lo abrió y vio el libro de pociones que llevaba tanto tiempo buscando, en la primera página estaban escritos con letra infantil unos versos de Calderón de la Barca:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son.
Bueno, aquí hay otro capítulo, este me ha salido bastante largo. Espero que os guste. En el próximo capítulo se sabrá quien es el padre de Yavanna. Bueno, muchos besos y dejar:
R
E
V
I
E
W
S
Amsp14: Este capítulo es más largo, espero que también te guste. La verdad es que tienes razón, se me fue un poco la mano en eso de llamar la atención pero que se le va a hacer. Lo normal es que Snape no se dé cuenta de que él es el culpable del comportamiento de Yavanna, no olvides que no hay mejor ciego que el que no quiere ver. Muchos besos.
Galilea: Gracias por el review, ya por lo menos sabré que estás por ahí aunque no me dejes review pero si hay algo que no te gusta o cualquier cosa dímelo por favor. Besos.
CandyWitch: Muchas gracias por dejarme un review aunque seas medio vampiresa. Muchos besos.
