Mientras contesto los comentarios que llevo retrasados, desde hace varios capítulo, aquí os dejo esto para que veáis que no me olvidé.
La verdad es que ha sido un verano muy difícil para mí, y cierto hacker aburrido me ayudó a amargarme más. He escrito este capítulo varias veces y por ese… o por virus o por otros cientos de cosas se borraba y tenía que comenzar de nuevo.
Me cambié de localidad (otro traslado más para el cuerpo) y perdí las notas que tenía con las snitch que quedaban por dedicar, así que perdón, lo siento, sé que voy a quedar mal con mucha gente.
Espero que lo que viene a continuación os siga gustando.
El hacker se cargó también mi correo, así que no tengo las direcciones ni los comentarios, y a través de la página es un lío enorme. Muchas gracias por haberos preocupado por mí y por escribir tantos y tan buenos (y menos buenos pero valiosos) comentarios. A partir de ahora, si me dejáis el correo, os contestaré personalmente.
Besos
Serendipity – Miembro de las órdenes Siriusana, Draconiana y Severusiana.
--- Capítulo 28: La snitch de Trellawney ---
Draco estaba sentado en una esquina de la cama. Eran las cuatro de la mañana, lo sabía por el reloj que acababa de sonar en algún sitio perdido del castillo.
Observaba a Harry, el moreno dormía con cierta intranquilidad pero no tanta como en ocasiones anteriores. Llevaba noches observándole mientras dormía, y pensando en qué era lo que debía hacer cuando sucediera lo que estaba empezando a suceder.
Su esposo se estaba acostumbrando al Lord, cada noche entraba en su mente con cualquier excusa, y cada mañana le enviaba algún regalo que Harry intentaba ocultarle con bastante mala fortuna porque, aunque él fingía no enterarse, sabía perfectamente lo que estaba pasando.
Habló con Severus, con Remus, con Sam y con sus amigos, y al final decidió ser más listo que su rival, no caer en su trampa y esperar su oportunidad. Si el Lord era un sabio Slytherin, él también lo era y además un Malfoy y un Black, tenía escuela de sobra para resolver este asunto, le había costado mucho conquistar a Harry y que confiara en él, para ahora echarlo todo a perder por las prisas. Además contaba con una gran ventaja, el Lord era un conquistador pero nunca había amado, así que no conocía el pequeño inconveniente que los sentimientos suponían en esta batalla, él sí, él conocía los puntos débiles y las trampas del amor. Si jugaba bien sus cartas, sería el Lord el que se precipitase.
Así que, armándose de paciencia y buenas dosis de tila al día, demostró a Harry su incondicional apoyo y además le hizo saber que confiaba en él y que no se iba a poner celoso por tonterías que sabía que él, Harry Potter, iba a solucionar con facilidad.
Pero el momento había llegado, el Lord ya no ponía nervioso a Harry que no hacía grandes esfuerzos por evitarle.
Tal vez, porque era un buen maestro, se ganó la confianza del moreno, que había empezado a mejorar notablemente en la mayoría de las asignaturas que tenía ese curso, tal vez, porque sus estrategias de seducción empezaban a tener su efecto, tal vez… Draco desechó estos pensamientos con la mano… era el momento de recordar a Harry quién era quién. Dudó unos segundos mirando el anillo multicolor que lucía en su mano, este anillo brillaba suavemente, lo que indicaba que todo iba bien, pero… mejor era prevenir… si no luego todo sería más complicado, de todas formas, era muy tranquilizante saber que, pese a todo, su pareja seguía amándole solo a él.
Despacio quitó la colcha que cubría el cuerpo de su amante y esposo y se puso a cuatro patas sobre él, de forma que lo atrapaba entre sus manos y sus piernas. Acercó despacio su nariz a la de Harry y con dulzura, comenzó a depositar pequeños besos por todo el rostro del moreno.
Harry – Susurró – Harry, vuelve conmigo, te necesito ahora.
El moreno estaba mirando con atención como el Lord buscaba en su inmensa biblioteca un libro de un poeta inglés del romanticismo.
En serio Harry, ¿nunca has leído poesía?
No, nunca… en casa de los Dursley no hay libros de eso y en Hogwarts… la verdad es que no lo sé… Pero creí que eso era de muggles y que a ti no te interesaría.
Byron no era un muggle, cualquiera que hubiese leído su biografía se habría dado cuenta.
Es que… - Harry cerró los ojos
Qué, ¿qué excusa me vas a poner ahora? … ¿Harry? …¿Harry, te pasa algo? – Al no obtener respuesta, Voldemort se asomó tras las estanterías - ¿Harry?
Draco… me está llamando.
No hagas caso, seguro que no es nada. Ahora debe de estar profundamente dormido. Es tu imaginación.
No… no lo es – Sonrió misteriosamente – Noto como me intenta despertar. Creo que mi gatito quiere jugar.
Escucha Harry… ya tengo el… libro…
Pero el moreno desapareció sonriendo delante de él.
Juro que ese… traidor me lo va a pagar muy caro – Siseó arrojando el libro al suelo – ¡Lo juro!... Pero ya queda poco… Tranquilo Harry, pronto tu cuerpo estará conmigo y seré yo el que te despierte para jugar…
Draco sonrió al ver que los ojos verdes se abrían con un brillo travieso.
¿Qué es lo que quieres a estas horas? – Ronroneó el moreno
Pues… que estés conmigo.
¿Es que con lo de antes no has tenido suficiente?
Nunca tengo suficiente – Se inclinó para besarle en los labios. Harry hundió sus dedos en la rubia cabellera del Slytherin obligándole a profundizar el beso. Una fuerte corriente eléctrica recorrió el cuerpo de ambos.
Nunca dejaré de estar contigo…
Lo sé – Respondió el rubio comenzando a besar el hueco que había en la parte baja de la garganta de Harry – Pero…
No tienes nada que temer.
¿Te ha molestado mi interrupción?
¿Bromeas? Para esto puedes interrumpirme siempre que quieras. Eres lo más importante que hay en mi vida, Draco, siempre que me necesites estaré…
¿Con qué sorpresa nos va a deleitar mañana el Gran Señor Oscuro?
Está bien – Harry le empujó con suavidad para quitarle de encima – Ya veo que soy malo ocultándote cosas – El morenos se sentó en la cama dando la espalda a Draco.
Sí, pero no estoy enfadado. Supongo que tienes una buena razón para intentar ocultarme tu… nueva relación con él – El Slytherin se puso de rodillas tras él y comenzó a masajearle los hombros.
No quería que te preocuparas o que me montaras una de tus escenas de celos.
Eh… eso me ha dolido – Bromeó Draco sabiendo que de sus respuestas iba a depender el rumbo de la conversación – Supongo que tienes razón, soy posesivo contigo. Pero Harry, él no es un chico de clase, es mucho más peligroso.
Pero he despertado en cuanto me has llamado – Dijo en tono de queja, sin llegar a enfadarse, ya que Draco le empujaba de nuevo sobre la cama.
Sí, y por haber sido tan obediente, te voy a felicitar de una forma especial… Pero Harry, no se lo pongas fácil, él no es Remus o Sirius… o Severus, él es peligroso… Por favor, no vuelvas a ocultarme algo tan importante.
Está bien – El moreno le miraba apoyado en sus rodillas – Lo siento… Lord Byron
¿Qué?
Mañana me llegará un libro de Lord Byron… ¿Sabes que desde aquí abajo veo que tienes un mentón perfecto? – Draco soltó una pequeña risa.
Es que soy perfecto, me mires desde donde me mires – Bromeó
¿Y mi felicitación? – Draco sonrió mirándole desde arriba.
Cierra los ojos – Dijo con suavidad masajeado sus sienes. El moreno le obedeció – A partir de ahora quiero que te concentres sólo en mi voz Dame tus manos – Draco aprisionó con sus dedos los de Harry de forma que no se podía soltar con facilidad. – Bien – Comenzó a susurrar – Imagina que acerco mis labios a los tuyos, muy despacio, así – Harry sonrió levemente imaginando la escena – y que los comienzo a rozar sin llegar a apoyarlos… Ahora imagina que saco la punta de mi lengua y los comienzo a recorrer igual de despacio que antes… - Harry entreabrió los labios respirando un poco más profundamente – Primero recorro el de arriba y luego… sigo con el de abajo… y ahora la meto en tu boca y te beso con profundidad…
Draco – Harry gimió abriendo los ojos he intentando soltar su agarre para incorporarse y besar a su pareja.
No, así no – Dijo con suavidad el rubio – solo quiero que imagines… ya verás como te gusta, cierra los ojos de nuevo.
Está bien, jugaremos a tu manera – Sonrió Harry cerrando los ojos y acomodándose de nuevo.
¿Preparado?... Estaba besándote, concéntrate. Bien… ahora comienzo a bajar lentamente por tu cuello… tu hombro izquierdo… Y mientras te sigo besando por el cuello, mis manos comienzan a acariciar tus pezones – Un ligero estremecimiento recorrió la columna vertebral del moreno, haciendo que su cuerpo empezase a reaccionar antes la imágenes que su mente, guiada por su esposo, creaba…
La imaginación de Harry le permitió jugar apenas una media hora más, antes de soltarse de su esposo para luego abalanzarse sobre él.
Mientras, en las mazmorras, Severus se despertaba bruscamente por un fuerte dolor en su antebrazo. Instintivamente se llevó la mano al punto de dolor, aunque sabía que eso no le iba a calmar.
Veo que estás muy enfadado – Susurró para sí en voz alta – Y solo son las… 4,30 de la mañana.
Se vistió deprisa y echando unos polvos a la chimenea se asomó en el despacho del director. Sospechaba que éste seguramente estaría despierto.
Señor director…
¿Te manda llamar a estas horas? – Preguntó girándose hacia la cabeza que asomaba por su chimenea.
Así es, y por lo que noto, está muy enfadado.
Bueno – Suspiró girándose de nuevo hacia los pergaminos que se desparramaban por su mesa – Esperemos que sea solo una rabieta… Por cierto, Severus, me ha llegado del ministerio un documento que afirma que Lucius Malfoy está muerto…
¿En serio?
Si, dicen que han encontrado sus restos quemados cerca de la mansión familiar.
Es una lástima… Habrá que comunicárselo a Draco…
Si, me piden que como tú, después de todo, eres su padrino, pues…
Si, si, claro, mejor se lo digo yo, pero mañana.
Claro… y también se lo puedes comunicar a "quien tu ya sabes" aprovechando la visita que le vas a hacer ahora. Por cierto, Severus – El anciano se volvió hacia la cabeza de la chimenea - ¿Qué vas a hacer con el elfo doméstico que trajiste?
¿Elfo doméstico?
Profesor…
¡Ah! ese elfo… Dejemos que siga su "nueva vida" en el colegio.
De acuerdo. Hasta mañana entonces…
Señor… Albus – El Slythering suavizó el tono de su mirada
Si, no te preocupes, si despierta antes de que hayas vuelto estará Poppy para soltarlo y comprobar que la trasformación no le ha dañado más de lo habitual. Yo en persona estaré con ellos.
Gracias – Dijo desapareciendo de la chimenea y dejando a un pensativo anciano mirando al infinito de su despacho.
Flawkes, se movió sacando de la ensoñación a su amigo, que despacio se incorporó y caminó hacia él.
Si viejo amigo… sí, ha llegado la hora. Harry ha elegido. – El pájaro de plumas rojas le miró molesto, indicándole que no era eso lo que quería escuchar – Lo sé, lo sé… pero el chico es fuerte y la decisión también… La verdad es que me preocupa más Draco… no sé si él está preparado…
El fénix le miró con cansancio, le quedaba poco para consumirse y volver a nacer. Albus Dumbledore le miró con cariño y se encaminó hacia sus salas privadas, abrió la puerta que separaba estas del despacho y apoyándose en el quicio de la puerta, se giró de nuevo hacia su amigo y sonriendo le dijo:
No deberíamos de preocuparnos… ambos están preparados. Pero por si acaso, no te entretengas mucho, mejor que estés joven y en forma por si acaso.
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Llegó a la presencia del Lord con la máscara puesta. Siempre que él se mostraba muy enfadado lo hacía para darse tiempo a observar sin que le observasen, Lucius le había enseñado este truco y le había sido útil más de una vez.
El Señor Oscuro estaba de muy mal humor, y mucho más delgado que la última vez. Entregaba una caja pequeña y marrón a uno de ellos, a una mujer dedujo, por el tamaño de sus hombros y su huesuda mano. Se pudo fijar en el anillo, que le resultaba terriblemente familiar, pero no pudo recordar de quién era.
Voldemort le miró con detenimiento y despidió a la mujer sin mirarla.
Has tardado – Dijo secamente.
Lo sé y lo siento mi señor – Respondió inclinándose – Pero me acababa de llamar el viejo a su despacho para comunicarme que se han encontrado los restos quemados de Lucius Malfoy cerca de su mansión y…
¡Fantástico! Veo que no es todo malo a mi alrededor – Susurró para sí, pero enseguida su mirada volvió a ser fría - ¡Todos fuera! – El resto de mortífagos que estaban allí presentes temblaron ante el repentino grito. - ¿Estáis sordos? ¡He dicho que todos fuera! – Sus órdenes fueron cumplidas de inmediato en silencio. Todos sabían que era un mal momento para disgustar a su señor – Quítate la máscara, Severus… - Este obedeció en silencio, que le llamase por su nombre de pila no era muy buena señal – Así que Lucius está muerto… bien, espero que ese traidor sufriera… ¡Con la de veces que me juró…! en fin… Pero no es por él por quién te llamé, sino por su hijo.
¿Por su hijo? – Severus quería poner las ideas en orden en su cabeza e intentaba darse tiempo.
Si, por su hijo ¿Qué te pasa Snape? ¿Aún estás dormido? - Se giró hacia el bar y se sirvió una copa de lago que el mortífago no pudo ver pero que sabía de sobra que era firewhiskie –Pronto su esposo estará de nuevo conmigo… muy pronto… y aunque me gustaría conservar a ese mocoso como, digamos, juguete de Harry, creo que con un Malfoy traidor ya he tenido suficiente. Además, esta vez no pienso compartirlo con nadie.
Pero compartir… ¿Potter está…?
¿De acuerdo? Oh, bueno, en realidad se hace el duro, ya sabes… pero sé que lo está deseando… Está deseando deshacerse de su esposo y del viejo y venir conmigo – Bebió un largo sorbo – Por eso te necesito… tienes que matar a Draco Malfoy en cuanto Harry venga conmigo.
Si, mi señor. Eso ahorrará al Gryffindor – Voldemort le miró amenazante cuando recordó la casa del muchacho – todos los papeles del divorcio, y además como viudo del último Malfoy, heredará toda su fortuna.
La fortuna Malfoy… no había caído en ese detalle – Apuró su bebida – Tendrá una buena dote… las fortunas Malfoy, Black y Potter… Um será tan rico como yo, tal vez más… ya que cuando tú mueras, de rebote heredará la tuya que le pertenece a Draco.
Si, señor, la heredará – Un extraño escalofrío recorría ahora la espalda del profesor. Intentó sobreponerse y levantando la vista hacia el hombre que paseaba frente a él preguntó - ¿Para cuando debo de estar preparado?
No te voy a dar pistas, solo te diré que antes de que acabe esta semana, así que prepárate ya, porque puede ser hoy o mañana o, tal vez, pasado… mi infiltrado ya ha puesto el plan en marcha.
¿Conozco a…?
Igual que él a ti – cortó en seco – Sabe que existes pero no quién eres ¿Desde cuando tanta curiosidad, Severus? – Pronunció su nombre con lentitud y arrastrando las palabras como una serpiente, el escalofrío en la espalda del mortífago volvió a hacerse notar.
Perdón por mi insolencia, señor – dijo inclinándose de nuevo.
Te estás volviendo distraído… Cuando mates al chico, será mejor que huyas y vengas aquí, os quiero a todos conmigo. Ya dará igual que sepan que estás de mi lado y no del suyo, así que no tendrás que ser discreto, además ya no le necesitamos para acercarnos al traidor del padre. Pero quiero que seas rápido, que no les de tiempo a reaccionar.
Así será mi señor.
Puedes retirarte.
Gracias mi señor.
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A penas quedaban dos horas para levantarse, y Harry acababa de cerrar los ojos. Draco estaba mirándole de nuevo, pero el cansancio le hacía parpadear, así que decidió dejarse caer en brazos de Morfeo.
Justo cuando su respiración se hacía profunda, un fuerte golpe en su puerta les hizo levantarse a los dos, barita en mano.
Severus les miraba desde la puerta con profunda rabia. Harry bajó su mano y su barita y miró confundido a su esposo, que no se movía intentando saber si el que estaba en la puerta era su padrino o una aparición.
Veo que estáis preparados para un ataque.
¿Se puede saber por qué entras así? – Draco seguía apuntándole con la barita, mientras Harry la había bajado ya y le miraba confuso.
Deja de apuntarme, Draco – Dijo el adulto avanzando despacio hacia ambos – Estás demasiado dormido para hacer un hechizo decentemente… Será mejor que os vistáis deprisa y me acompañéis a la enfermería. Tenemos que hablar algo importante.
Draco saltó de la cama hacia sus pantalones, pero Harry se quedó dudoso sentado.
¿Potter? ¿Algún problema? – Preguntó el profesor al observar la inmovilidad del moreno y cómo este miraba a su esposo.
No… bueno… No – Pero en vez de apartar la colcha que aún tapaba la parte baja de su cuerpo, el moreno la apretaba más contra sí mirándola como si fuera lo más preciado del mundo. Draco se giró abrochándose los pantalones y sujetando la camisa con la boca, no le hizo falta pensar para adivinar cual era el problema.
Cera… – El rubio soltó la camisa para hablar con claridad – Será mejor que disfrutes de la vista de la biblioteca que está a tu espalda mientras nos cambiamos, padrino.
Severus levantó suavemente la ceja derecha y se giró sobre sí mismo. Estaba tan preocupado por los últimos acontecimientos que se había olvidado de los pasados. Evidentemente Harry no se había recuperado del todo, así que tendría que ser más discreto y cuidadoso la próxima vez.
Veo que la sección de pociones no es la mayor… os faltan un par de títulos esenciales… y la de Artes Oscuras… creo que voy a tener que sentarme con Remus a revisar esto… hay libros que no sé si…
Ya estamos – Cortó su ahijado – Y te recuerdo que es una biblioteca privada y que soy mayor de edad… Además si el viejo no ha dicho nada…
No le llames así – Se quejó Harry, aun inquieto – Y vámonos, no quiero llegar tarde al desayuno.
Se encaminaron hacia la enfermería. Allí encontraron al director, que colocaba con cariño un paño sobre la frente del recién trasformado Remus.
El lobo les sonrió con cansancio cuando les vio entrar y estiró una temblorosa mano hacia su pareja, que la cogió con cariño entre sus manos, depositando un casto beso sobre ella. En ese momento, Harry se sorprendió pensando que jamás hubiese creído que su odiado profesor de pociones pudiese mostrar un gesto de cariño hacia alguien, y menos un Gryffindor… claro que también lo había pensado de Draco en su momento y estaba claro que se había equivocado. Una sonrisa enorme se instaló entonces en su cara que no se borraría en todo el día. Pese a todo, el amor triunfaba a su alrededor.
¿Qué pasa Severus? ¿Qué es tan grave? – El hombre lobo les sacó a todos de sus pensamientos.
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La semana pasó deprisa, demasiado rápida para todos salvo para el Señor Oscuro, que se encontró noche tras noche un muro en la mente de su amado.
Él interpretó que era como los ritos de las bodas… su amado no quería dejarse ver antes de la consumación de su amor, lo que le puso más nervioso e irritable para mal de los que le rodeaban, que no comprendían los cambios bruscos que su amado jefe sufría sin ton ni son. Sin embargo, Harry estaba ocupado en demostrar a su marido que él era lo único que había en su mente.
La certeza de lo que se aproximaba hizo que la pareja estuviera especialmente cariñosa, y la conducta de estos, empezó a contagiarse por el colegio. Ron se quejaba de que los prefectos tenían esos días trabajo extra, y de que no había un solo rincón discreto en el colegio que no estuviera ocupado por una pareja de amantes. Los puntos de las casas subían y bajaban para entretenimiento de los profesores, que hacían apuestas entre ellos sobre que casa perdería más puntos al final del día, o de cuál pillarían más parejas ese día. Algunos de los profesores se quejaban al director que encogiéndose de hombros sonreía y respondía:
- Que le vamos a hacer, el amor está en el aire… - Mientras que para sí pensaba que era un efecto secundario del "Efecto Potter".
El viernes por la noche, Harry decidió saltarse la cena para seguir entrenando, al día siguiente jugarían contra Hufflepuff y del resultado dependía la liga.
Al llegar a su habitación, se encontró que estaba llena de velas flotantes y que la bañera estaba ya preparada.
¿Draco? – Dijo soltando la escoba llena de polvo. Una cabeza rubia apareció tras la puerta del cuarto de baño con una sonrisa pícara en la cara.
Veo que el señor ya ha llegado – Harry le miró con curiosidad. Hacía mucho que no jugaban a esto, y siempre había sido él el criado - ¿Le ayudo a quitarse la ropa? – Draco se acercó al moreno únicamente tapado por un mini delantal, que dejaba poco para la imaginación.
Te advierto – Comentó mientras el rubio comenzaba a desabrocharle la ropa – que si lo que pretendes es agotarme a polvos para que mañana tarde en coger la snitch y así ganar tu equipo la liga, estás muy equivocado.
Solo cumplo con mi trabajo, señor.
Eso no lo dudo – Levanto con la mano el rostro del rubio y le rozó los labios con el dedo índice – Lo que no tengo tan claro es a que señor sirves hoy, si a mi o al capitán del equipo de quidditch de Slytherin.
Tenemos un pequeño conflicto de intereses ¿eh? – respondió sonriendo – Sabes que hace mucho que eres más mi dueño tú que yo mismo. Además, tendrías que no coger esa maldita pelota alada para que nos hiciéramos con el campeonato. – Draco le abrazó frotando su pequeño delantal contra el pantalón a medio desabrochar del moreno.
Eh ¿quién te ha dado permiso para esas… familiaridades? Eres un sirviente muy descarado – Exclamó el moreno entrando de nuevo en el juego – Termina de quitarme la ropa, y espero que el baño esté a una temperatura adecuada, si no…
La temperatura del agua era la adecuada, y la esponja también. Draco había aprendido mucho del cuerpo de Harry con la terapia de Sam, así que consiguió hacerlo todo muy agradable sin llegar a excitarlo hasta el momento preciso. Antes de eso, metidos en la bañera, Draco volvió a los juegos de su infancia y Harry hizo lo que nunca le habían dejado. Salpicaron, hicieron una guerra de espuma y esponja… Pronto se olvidaron de todo lo que les rodeaba, solo existían ellos dos.
En una habitación situada en lo alto de una torre, alguien les observaba a través de una bola de cristal, mientras tamborileaba con los dedos de su mano sobre una pequeña caja.
En su mente, estaba anclada la imagen de otra melena rubia platino que salía del cuarto de la pensión en el que ella vivía más de 20 años atrás. Sobre la mesita una snitch que rezaba "Siempre fiel" y que ahora estaba cuidadosamente guardada en una caja de madera de sándalo bajo su cama.
Él la amó una noche, no le importó la diferencia de edad o la fama de loca que tenía, la amó y ahora ella le vengaría. Vengaría la traición de su vástago que le había dado la espalda por amancebarse con un mestizo… Lo haría por él, que la noche antes de su boda se la había dedicado a ella… todo terminaría mañana.
Lejos de allí, un hombre elegante, aunque algo demacrado, de brillantes ojos rojos, también recordaba esa snitch y esa historia, aunque no tan románticamente.
--- Flash Back ---
Así que va a contratar a esa loca visionaria – Dijo Voldemort apoyando los pies sobre la mesa.- La reunión con sus mortífagos había terminado, y él y Lucius Malfoy se ponían cómodos.
Si, la verdad es que no me esperaba nada mejor de ese viejo loco… ¿Una copa? – El de los ojos rojos asintió con la cabeza.
Pues tenemos que captarla…
¿Captarla? No me malinterprete, pero no le encuentro utilidad.
Tal vez ahora no la tenga, Lucius – El rubio se había sentado con las copas cerca de él – pero quién sabe lo que nos depara el futuro… - Se acercó más a su seguidor y agarrándole de la nuca le besó sin encontrar ninguna oposición – Narcisa es afortunada – Susurró separándose para apoyar de nuevo su espalda en la silla. Le miró con descaro y decidió divertirse un rato - ¿Cómo lleváis la boda?
Bien, todo está perfecto – Le contestó serio.
No te noto convencido – Sabía que no lo estaba… pero "nobleza obliga"
Oh, sí, ella me adora y es fácil encariñarse con ella. Será una buena esposa y probablemente una buena madre, hará bien su papel de señora de Malfoy.
Pero no la amas… - Lucius respondió apartando la mirada y bebiendo un sorbo de su copa, lo que provocó una sonrisa maléfica en su Señor – El apellido es lo primero, ¿verdad, Malfoy?… bueno, después de mi, aunque no te preocupes, sé que en tu caso yo estoy delate de cualquier cosa – Comentó con tranquilidad - A lo que vamos… Trellawney.
Sí, ella ¿qué es lo que sugiere? – Volvió a mirarle a la cara contento de dejar atrás el tema.
Pues… todo el mundo la desprecia, así que será fiel al primero que la muestre un poco de cariño. Por ahora, el viejo se ha ganado su respeto dándola trabajo… así que tenemos que ofrecerla algo mejor.
¿Por ejemplo?
¿Tienes pensado tener una amante? – Lucius se atragantó - ¿No? Esto si que me extraña en ti.
Ella no es mi tipo – Protestó.
Ni el de nadie cuerdo… Acércate, arrodíllate – Aunque su voz había pasado a ser sugerente no daba pie a una negativa que, por otro lado, nunca iba a tener del rubio. Bajó sus pies de la mesa y se inclinó hacia é, hasta rozar sus labios con los otros – Lucius… lo vas a hacer por mí ¿verdad? – El mortífago dudó unos segundos - ¿verdad?
Si – Estaba deseando besarle, pero sabía que él no debía de ser el primero
Solo será una noche – Le susurró tras acariciarle los labios con la punta de la lengua.
Lo que me ordene.
Así me gusta – Sonrió premiándole con el deseado beso – Obediente Lucius… - Se inclinó hacia atrás y abrió sus piernas. Empujó la cabeza del rubio indicándole lo que quería y mientras era obedecido siguió dando sus órdenes – Tienes la excusa adecuada, te vas a casar, así que no te pedirá más… Para hacerlo más creíble hazla un regalo… tal vez una snitch, eso la mantendrá fiel por años… ¡Oh, Lucius! – Se inclinó más hacia atrás y cerró los ojos disfrutando de su amante– Realmente Narcisa es afortunada.
Cumplir los deseos de su Señor no fue difícil, la mujer estaba necesitada de cariño, y como le había predicho el Lord, no le pidió más tras esa noche pues entendía lo de la fidelidad de un matrimonio, aunque fuera de compromiso. La ingenua se creyó que la amaba a ella. Aún así, Lucius Malfoy, cuando abandonaba aquella repugnante pensión, a la que jamás volvería, se sintió sucio por primera y única vez en su vida sin llegar a entender nunca el porqué.
El hombre de ojos rojos sí que lo sabía… que él no amase a nadie no significaba que a él no lo amasen. Eso había sido una gran ventaja a la hora de manejar a sus seguidores, sacaba lo mejor de ellos sabiendo que ellos no esperaban nada a cambio… era perfecto… perfecto hasta que unos ojos verdes, años más tarde, se cruzasen en su camino, pero hasta entonces, Lucius o cualquiera de los otros, estaban bajo su completo dominio.
--- Fin del Flash Back ---
Amaneció un precioso día soleado, ideal para un partido de quidditch. Draco tenía unas hermosas ojeras, pero su esposo lucía feliz y sonriente, pletórico de energía. Al llegar al desayuno, el equipo Gryffindor rompió en gritos y vítores hacia su capitán, y al ver que éste estaba mejor que nunca, comenzaron a dar las gracias al Slytherin que soportó las burlas con un estoico gesto de resignación desde su mesa.
El partido comenzó puntual. Los espectadores vibraban ante el juego desplegado por los cazadores de ambos equipos. Harry volaba alto, intentando ver el brillo de la snitch. De repente algo brilló cerca de las gradas en las que se sentaban lo profesores, era la deseada pelota. Se lanzó en picado tras ella.
Severus y Remus miraban el partido con diferente ilusión, mientras el castaño no se perdía detalle de lo que sucedía en el aire, y brincaba en su asiento, el moreno miraba a todos los que le rodeaban con desconfianza.
Dos bancos más abajo había aparecido la profesora de adivinación, era algo extraño que ella saliera del castillo… y más que fuera a un sitio tan ruidoso… y más que… Ella instintivamente se echó con la mano el pelo hacia atrás y algo brilló en su dedo corazón.
El anillo – Susurró Severus con el corazón parado.
¿Qué? – Le preguntó Remus medio distraído
El anillo, ¡es ella, ¡ella es la traidora! – Severus se puso en pie llamando la atención de los que le rodeaban. Su mente se puso a funcionar a toda velocidad, recopilando imágenes y… - La snitch.
Harry no, no cojas la snitch – Gritó Remus atando cabos.
¡No la cojas! ¡no cojas la snitch, Harry! – Comenzaron a gritar, mientras McGonagall sujetaba con fuerza a Trellawney que no pudo escapar al verse descubierta.
Harry no se enteró de nada, entre los gritos del público no pudo escuchar los de aviso de peligro, pero Draco sí, Draco y sus compañeros se dieron cuenta de todo, lo escucharon todo, y notó como su corazón se detenía cuando el moreno agarraba con su derecha la pelota dorada e inmediatamente, tras una brillante luz blanca, desaparecía delante de cientos de ojos.
Continuará…
Gracias por leer.
