Kurama y Hiei se quedaron conversando en aquel lugar, mientras la luna susurraba melodiosas sinfonías que embriagan los corazones de estos jóvenes, y el viento, cálido que rozaba sus pupilas hacía quemar sus entrañas y su alma. Habían efímeros segundos en los cuales se besaban con los ojos y se acariciaban con la mirada. Y entonces comenzaron a recordar; desde el primer minuto en el cual, estos jóvenes se confesaron, el uno al otro, su amor.
Cuatro años atrás aproximadamenteKurama, ¿Por qué me trajiste hasta este lugar?
No seas impaciente, Hiei, pronto lo sabrás. – Le dirigió un hermosa y tierna sonrisa, lo que hizo sonrojar a Hiei –
Te ves tan tierno cuando te sonrojas.
¡Pero qué dices, Kurama!... Aquí nadie se ha sonrojado – Las mejillas de Hiei cada vez tomaban un color carmesí más parecido a sus ojos, lo cual pareció encantarle a Kurama-
Hiei, ¿Cómo te definirías?
Vaya
pregunta, pues, pensándolo bien creo que soy alguien
malévolo, extraño y egoísta, envuelto en el
seductor anochecer de la vida y sus tentativas.
¿Quién
sobrevive en la oscuridad sin mutar?
¿Quién respira
sin soñar?
Una criatura distante y taciturna, embriagada
dentro del propio deseo de remover su pasado, dentro del cruel y
tortuoso silencio que aprisiona las esperanzas y sus efímeras
añoranzas.
Un ayer que me atormenta y me envuelve los
utópicos sueños de mi vida, complementando la ausencia
de mis días, de mi irrefutable rutina, envolviéndola
en la certera y amarga monotonía.
Un horizonte donde el
cruel e impredecible tiempo juega a ser el precursor de un
mañana.
Resisto el hablar de mis sentimientos, porque es
como tocar con mis propios dedos una sombría, honda y
amenazadora llaga.
Soy quien quiero ser. No ocupo caretas, porque
eso soy: Oscuridad, sombra, un misterioso recinto en el que se libra
la eterna lucha entre el bien y el mal... – Kurama admiraba algo
impresionado como Hiei tenía tan claro lo que era y también
le fascinaba verlo hablar -
- No creo que seas tan así, Hiei.
¿Qué intentas decir con eso?
Yo, te veo de una forma completamente diferente.
¿Cómo me vez?
La pregunta seria... ¿Por qué no te vez, como en verdad eres?
¿Cómo soy?... ¿Cómo puedo encontrar mi imagen entre recuerdos de antaño, empapados de omisión?... Si sólo soy una sombra, que se desvanece al emerger el alba.
¿Cómo puedo demostrarle mi amor a una sombra, iluminada por el brillo de las estrellas, que se desvanece al amanecer?
¿Qué quieres decir?... ¿Tu... tu me amas?
Si, Hiei, te amo... Y ya no lo puedo callar, sé que tu no me amas, sé que no significo nada para ti, pero tenías que decírtelo, por eso te traje hasta este lugar, en esta noche – Hiei estaba totalmente impresionado con tal revelación, pero el tenía muy claro sus sentimientos; y por primera vez, le hizo caso a su corazón antes que a sus pensamientos... Kurama se había girado, emitió un dulce pero melancólico suspiro y comenzó a caminar-
Espera, no te vayas... Yo... yo, yo siento lo mismo por ti.
¡¿Qué! – Esta vez fue Kurama el sorprendido –
Eso... Ya lo escuchaste, no esperes que lo repita –Hiei agachó la mirada para que Kurama no viera en su cara el reflejo de su vergüenza, mientras Kurama dejó escapar una pequeña risa –
Eres tan lindo, Hiei –Lo decía mientras acariciaba su mejilla. Hiei notó el hermoso brillo que emanaban los ojos de Kurama y sin pensarlo, lo besó... Sus labios se rozaron y juntaron por primera vez y ninguno quería que ese momento terminara, sólo esperaban que el mundo se detuviera y que cada minuto se tornara eterno para ellos. Conversaron por largo tiempo, aún así, sus miradas eran atraídas como un imán – Kurama le susurro al oído-
En el crepúsculo de nuestra soledad, tu boca y mi boca, coludidas, sin saberlo, sin notarlo, humedecidas ante la complicidad de la entrega, ante la mordacidad de la espera. Créeme, esta noche comprenderás lo que significa tu nombre, en mi piel, en mi alma, en la fiel tortura que despedaza, casi impalpablemente, la amargura de mis entrañas. Conóceme, mi figura se desprende para ti, mi ser se insinúa, se entrega y disimula, hoy soy sólo para ti... Lo que pudo haber pasado en ese lugar... se los dejo a su imaginación U
Al día siguiente Kurama se despertó en la comodidad de su hogar, por unos instantes pensó que todo había sido un sueño, pero al lado de su cama encontró una rosa negra junto con un papel que decía:
"No me descubras,
Que mi cuerpo
no responderá;
No susurres,
Que mi alma temblará...
Ante
el fuego y ardor,
Que tientas al besar,
Que quema mi corazón
y
Que apuñala mi razón,
Déjame esconder
y
Callar ante mi ausencia,
Introvertida en mis ideas,
Soñando
siempre así,
despierto.
Tómame de la mano y
No
me sueltes,
Aunque la daga
Del desamor,
Destruya la
relación,
Aunque las palabras
Pronuncien un adiós
y
tus ojos
Alberguen nuestra perdición.
Pues hoy,
Ante
el presente
Confuso y entrañable,
Seguirás
siendo
mi turbación,
mi deseo y,
Ante todo,
Mi
verdadero amor.
Te ama, las sombras de tu corazón, Hiei."
Kurama deja esbozar una sonrisa es un bello rostro... Era tan mágico lo que estaba pasando, pero temía el que algún día, esto pudiese terminar. Y pensó: "Me encantan las rosas, pero lo que me encanta aún más, eres tú; Mis sombras, mi Hiei.
Días más tarde.
Hiei y Kurama estaban viviendo los mejores momentos de sus vidas; juntos... Habían formado un lazo único y firme.
Gracias
Gracias, a ti, Kurama.
¿Por qué me das las gracias?
Por todo esto, por todo lo que me entregas, por el tiempo que gastas conmigo.
Gracias a ti, te deseo buen descanso a este día a oscuras, el tiempo ya fue bebido y se pierde la llave de mi inocencia.
La luna me susurra que sin ti, nada de esto sería igual e ideal.
Ardiendo mi alma está condenada a gritar tu nombre
La pasión de un ángel negro envía a la nieve que vuelve a abrir paraísos llenos de poesías enamoradas.
Lloviendo lágrimas de mi cielo, extrañando a cada segundo tus toques o caricias en palabras.
¿Puedes verme en las noches cantándote una canción y deseándote buenas noches?
Sí... Mi amor cae por ti.
¿Puedes sentir el roce de mis labios acariciando los tuyos?
Tócame, sedúceme, drógame con tu belleza.
Eres el veneno de mis pesadilla y las curas de mis fantasías. Mis alas se queman, pero nada importa si tu estás a mi lado.
El cuento volverá a escribirse con momentos nerviosamente vividos, no temas amor mío.
Te invito que corras a mi lado, paz sin mentiras.
Acepto la invitación, los océanos caen y yo contigo, caemos también, en un sendero llamado ilusión.
Ven abrázame, esta noche vuelve a dormir, mis brazos siempre tomaran los tuyos, mis manos anhelan tu piel.
Háblame con esa voz que mata mi ser y lo envía al cielo.
Acércate, el amor está aquí, soplando nuestros rostros, limpiando nuestra mente, bañando nuestros pecados, hablándonos de esperanzas que no deseo matar – Hiei se lo dice en susurro-
Buenas noches.
Te amo.
Yo también.
La oscuridad se hace cegadora mientras dos almas se aman, en un mundo en la cual no todo es perfecto... ni siquiera el amor de dos jóvenes.
Semanas más tarde
Hiei estaba viviendo momentos maravillosos con Kurama, tanto así que estaba por fin, olvidando su pasado, olvidando a esa persona que tanto daño le hizo, que tanto dolor le causó. Pero aquella tarde, buscando entre sus cosas, encontró una carta que jamás entregó, Hiei no recordaba para quien, o que decía la carta por lo cual disidió leerla; la carta decía lo siguiente:
"Lo sabías... sabías que este dolor me llevarían hasta allí, hasta donde mis lágrimas no fuesen suficientes... pero vuestro sacrificio no fue en vano, has bebido de tu propio veneno, dejándome herido, sangrante y despedazado, pero vivo al fin. En cambio tú, tu ángel de dos caretas, has perdido el propio rumbo de tu alma, de tus sentidos.
¿Y qué importa que no sientas?...de todos modos has de sufrir el castigo de tus carnes, llorando el esbozo de mi carcajada que hará eco en el calabozo de tu destierro... allá, en las puertas del infierno, de tu mente, donde no podrás controlar tu sufrir. Y yo, que perdí todo, que siempre fui el silencio convertido en sombra, incapaz de sentir, sonreiré de nuevo; mis cicatrices han quedado abiertas, mis ojos turbios y mi cuerpo rendido. Pero mi alma surgirá intacta al rescatar los aborrecidos recuerdos de mi esclavitud bajo la hegemonía de tu reflejo.
Te paseabas doblegando mi corazón, pero no el cruel destino que te sepultó en profundas aguas de oscuridad... y ahora te hayas indefenso ante el escrito de tus actos, impregnándote del vacío de tus sollozos sin término alguno.
Ya no te necesito príncipe de mis tortuosos dolores, demonio de mis lágrimas y pesares. ¿Qué no te das cuenta que las cadenas que unían mi adolorido y confuso corazón han desaparecido? Pues ya no seré vuestro esclavo, el juguete de tus más reservados vicios, ya no consumirás mi ser. Mis pies han vuelto a andar por aquel sendero de recuerdos y paz, mientras tú has de ser condenado bajo tus propios y sofocados bramidos de absolución.
Has perdido esta batalla y esta vida. ¿Y qué importa, si no tienes corazón?. Es cierto, alguna vez pensé en darte el mío. Creí amarte, pero eras sólo una sombra, el espectro de una ilusión.
Acabar una mentira, terminar el juego de la fantasía que alguna vez a mis ojos deleitó.
Comprende lo que en esta medianoche mi pecho ha guardado bajo la llave de locura escrito en esta última noche, en la que mis lágrimas recorrerán mis mejillas.
Seguirá tu recuerdo, el fuego de tus caricias, escondidas en el silencio que clamarás maldecir y la inexistente felicidad al sangrar ante el capcioso y enloquecedor sacrificio.
Pero tu sonrisa se
adhiere terriblemente a mi cuerpo, a mis temblorosas manos, al deseo
secreto de mis caderas... es el tortuoso y último beso,
acompañado por las encantadoras melodías que bailan las
náyades cerca de nuestro manantial. El ambiente es perfecto,
arrebata y fascina en cada nota musical, nuestros cuerpos bailan
acompasados ante el fuego puro de la pasión, del sentimiento
que brota de nuestros espíritus... hasta que termina. Nos
seducen los sonidos vagos de las calles que han quedado desoladas y
vacías, halladas en tu ciudad, que jamás descansa. Me
sueltas, profieres un grito despavorido. Caigo en un precipicio,
intento volver, pero emerge en la lejanía tu figura ceñida
en un halo de crueldad. Cierro mis ojos, reniego de tu maldad, miro
nuevamente: tus ojos brillan ante la falsedad. Dejo al fin mi entidad
acaecer ante aquel abismo ataviado de dolor. Rendido, sí.
Observo,
lloro y clavo la espina que surge en tu último suspiro. Te he
muerto. Ya no oiré tus pasos, te has abandonado en el averno
de tu espíritu. He dejado morir tu último sueño,
ya no existe la dulce esperanza auténtica tan sólo en
el brillo de los que eran tus ojos...
Será
mi traición la que condenará mi presente; mi ser ha
elegido mi destino... el verdadero perdón feneció en tu
cárcava de turbación. Estabas equivocado, el infierno
está aquí, en tu mente, en tu corazón y en la
tierra.
Hasta siempre, jamás me volverás a ver ni a
poseer.
Atte.: Hiei"
Hiei reflejó en su rostro un profundo dolor, sus ojos se nublaron y de un segundo a otro se paró y caminó con un rumbo desconocido.
Tiempo después
Kurama se encontraba llorando como nunca antes y alguien estaba con él.
Kurama, él nunca te quiso de verdad, no volverá, no te sigas engañando. ¡Ve la realidad de una vez!
Yusuke ¿No te das cuenta?... El problema es que fui yo la víctima y él mi victimario, fueron sus labios mi veneno y yo el envenenado.. ¿Qué mas puedo hacer?.. Si no sé como hacerlo volver.
¡Kurama ya basta, jamás volverá!... No te sigas engañando, ve tu realidad.
Sí Yusuke, quizá tengas razón... estoy tan equivocado y prefiero engañarme a mí mismo y no ver la realidad... ¿Qué no has pensado que quizá no quiera verla?... ¿Qué no has pensado que duele despertar y darse cuenta de una verdad que se creía escondida y perdida?.. ¿Qué no te das cuenta cuánto duele?
Kurama... yo.
No, no te das cuenta, mi amigo, pero no te detienes a escuchar el susurro de mis sollozos en medio de un estúpido parque, clamando y desgarrando un alma que creo cada vez más perdida, al final de las bancas, al final de todo lo que he esperado, un final... mi final.
¿Qué quieres decir?... Kurama tu... tu, no hagas nada de lo que después te vayas a arrepentir – Kurama no respondió a la pregunta de Yusuke, sólo se paró y caminó -
Yusuke se preocupaba por él, más que mal, era su amigo. Entonces decidió ir en busca del susodicho Hiei.
¿Quién será esa persona que tanto daño le hizo a Hiei...?
Continuará...
Gracias por los review espero que les haya gustado este capítulo, disculpen la demora pero no sabía si continuarlo nn... Espero más review )
