Sleepless Nights
Night 1: The Moon Shines
Una hermosa luna brillaba esa noche.
Densos nubarrones ocultaban las estrellas de la vista de los mortales, teniendo como única luz natural la luz blanquecina del astro de la noche. Las sombras se alargaban como producto de la posición de la luna, haciendo ver al lugar algo más tenebroso. Y en si ya lo era.
En una de las siete casonas que se sitiaban a lo largo de la callejuela, murmullos silenciosos brotaban a través de la pesada puerta de caoba oscura elegantemente tallada, con un postigo de oro blanco que simulaba ser un cuervo preparándose para el vuelo.
En aquel lugar se respiraba elegancia, una fría elegancia que cortaba la respiración, ya que casi nadie se encontraba a la altura de aquel lugar donde solo habitan las familias mas antiguas de la comunidad mágica.
Los habitantes de aquel lugar estaba orgullosos, (y en cierta forma aliviados) de poder decir que ninguna Sangre Impura había pisado aquellos lugares. El Valle de Walpurgis estaba estrictamente reservado para los pureblood única y exclusivamente. Si algún Muggle o Sangre Mezclada osaba poner un pie en esas tierras, podría darse por muerto. Tan simple como eso.
Naturalmente la familia Black, que estaba a la altura y poseía el dinero, era dueña de una de aquellas 7 mansiones al más puro estilo victoriano. La Noble Casa de los Black era la más bella, la más elegante, la más fría. Cada muro de la mansión resonaba con ecos de gloria; sus estandartes eran el poder.
En aquellos momentos los gruesos muros de la mansión ahogaron un alarido de dolor, mismo que broto de la garganta cansada de un adolescente que se encontraba tirado en el suelo del lujoso salón: Sus delicados dedos tocando la mejilla magullada mientras miraba la sangre entre sus dedos, producto del labio partido.
Sus ojos plateados echaron chispas al posarse sobre el hombre que se erguía solemne ante él y sin perder el tiempo volvió a ponerse de pie, retándolo en silencio.
- ¿Cómo te atreves! – siseo el hombre venenosamente, contemplando a su hijo como la escoria que siempre había sido.
El chico esbozo una sonrisa torcida.
- Eres un cobarde – rió burlonamente – Tu amor por el dinero es repugnante, al igual que tus manías pureblood. Es una verdadera lastima que tenga por padre a alguien tan asquerosamente patético.
Otro golpe más, otro alarido de dolor. Sirius Black estaba de nuevo en el suelo, ambos brazos rodeando su adolorido abdomen, mientras se doblaba y caía de rodillas al suelo, apretándose el abdomen en un intento de recuperar el aire perdido.
- Maldito bastardo – murmuro con dificultad. Le dolía terriblemente respirar, y el frió que reinaba en la sala ocasionaba que su intento de recuperar el aire, fuera doloroso.
Se levanto con esfuerzos lanzándole una mirada de profundo odio al hombre frente a él -que ahora tenía una sonrisa triunfante en los labios- y tambaleándose salió de la sala y enseguida de la casa, sin importarle nada y sin que nadie lo detuviera. Jamás volteo la vista. Por fin había hecho lo que más deseaba: se alejaría de todo lo que le recordaba quien era (O lo que querían que fuera) Odiaba su apellido, odiaba sus raíces, pero mas odiaba a esa gente que jamás había tenido el gusto de llamar: 'Familia'
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- ¡Me voy a la cama¡Buenas noches! – se despidió de sus padres, un chico alto con gafas, para después encaminarse a su habitación situada en el segundo piso de la casa.
Su cuarto era como seria el de cualquier chico de 16 años: Afiches de Quidditch sobre una cama individual con doseles color vino, un escritorio al lado opuesto de la ventana que daba al jardín, los libros del colegio tirados en un rincón, y un estante con otro tipo de libros (Sobre Quidditch), en el que se encontraba recargada su querida escoba
De pie en el marco de la puerta, sonrió satisfecho por el aspecto de su habitación y tras cerrar la puerta, comenzó a desvestirse con parsimonia, hasta que un sonido le alerto: Era un crujido débil que se fundía con el cálido viento de verano. Asociándolo con algún gato que anduviera por ahí fuera, no le dio gran importancia y comenzó a ponerse el pijama.
En ese instante, una sombra obstruyo el paso de la luz que ingresaba por la ventana haciéndolo volverse rápidamente, sorprendido y asustado por lo que ahí encontraría, mas lo que vio no ayudo para sacarlo de su impresión: Sirius Black se encontraba parado en el marco de su ventana (Se sorprendió a si mismo cuando se encontró tratando de adivinar como había llegado hasta ahí), con pinta de no haber comido en días y una fea herida que se asomaba en el labio inferior.
"¡Sirius!" Exclamó en un grito ahogado, precipitándose hacia la ventana cuando el chico comenzó a tambalear. Jadeó cuando sintió el peso sobre sus hombros y trabajosamente le ayudó a recostarse sobre su cama, sin poder evitar mirar horrorizado las heridas que estaban a la vista. "¡Madre mía¿Dónde te has metido, pedazo de idiota?" Deteniéndose un momento y viendo el rostro magullado, una extraña urgencia le invadió y salió corriendo de la habitación sin realmente importarle el hecho de encontrarse con tan solo el pantalón del pijama, el pecho desnudo.
El primer piso se encontraba a oscuras y ya no había nadie más. Suspiró aliviado y rápidamente se dirigió hacia el estante reservado para los remedios muggles. Tomando unas vendas, alcohol y ungüento para magulladuras, regresó a la habitación.
"¿Qué demonios estás haciendo?" Bramó James cuando encontró al chico sentado en un borde de la cama mirando al piso fijamente. Cuando este levantó la vista y clavó su mirada gris en los ojos castaños de James, había un mar de tristeza. "Lo siento" Susurró casi inaudiblemente "No quise molestarte. Pero... fue el primer lugar que se me ocurrió."
James lo miró exasperado y le lanzó una débil sonrisa.
"Eh, Padfoot... No hay problema. De hecho, no debe de haber algún problema, porque te vas a quedar aquí" -
Sirius le miró interrogativamente.
"¿A qué te refieres?"
El chico de gafas lanzó un fingido suspiro cansado y después habló lentamente, como si Sirius fuera un niño pequeño.
"A que te vas a quedar aquí, Paddy" Sonrió sutilmente "¿De que otra cosa podría estar hablando¡Ah-ah! No me discutas" Exclamó cuando el pelinegro abrió la boca para reclamar. Sirius cerró la boca y lo miró con reproche. "Antes que nada, hay que curarte" Dijo, señalando los objetos que había dejado caer en algún momento.
Sirius asintió en silencio. Después de recoger los enceres se encaminó a la cama y estudió minuciosamente la herida en los labios. Haciendo una mueca de desagrado, subió la vista hasta clavarla en los ojos plata.
"¿Cómo rayos te hiciste esto?"
Sirius desvió la vista.
"Tropecé"
Y James, que había observado atentamente el pálido rostro de su amigo supo inmediatamente que mentía. Años de amistad habían logrado que lo conociera perfectamente... y ahí había algo que Sirius no quería que supiera.
"Está bien. Puedes decirme después." Dijo simplemente y mojó una gasa con alcohol, rozando con delicadeza la herida abierta. El cuerpo de Sirius se tensó y cerró los puños inconcientemente ante el ardor. "Ya sé que duele" murmuró James, sin detener su tarea "Pero si no lo hago, se infectará"
Entonces Sirius notó la suavidad con la que se realizaba la tarea y no se quejó más, consiente de que James trataba de hacerlo lo menos doloroso posible. Y se quedó quieto, centrando la vista en los ojos castaños de James que se mantenían fijos en sus labios, cuidando de que quedase perfecto. El dolor remitió entonces y notó que la herida ya no dolía; sus labios estaban bien –Tan bien como James logró hacerlo- e inmediatamente se llevó los dedos a la herida, tocándola suavemente y presionándola, sintiendo que el dolor ya era mínimo. Sonrió con agradecimiento y miró a James, que le devolvió la mirada con fijeza. Entonces bajó sus ojos castaños hacia su pecho y dijo con voz cortante:
"Quítate la camisa"
Las mejillas de Sirius se tiñeron de un suave color escarlata y se sobresaltó, apartando la vista avergonzado.
"¿Q-qué?"
"Quítate la camisa" Repitió "Parece ser que tienes una herida en el abdomen. Tenías dificultad para respirar, así que lo deduje. Y voy a curarla" Explicó, sonriendo disimuladamente.
Sirius asintió vigorosamente y llevó sus manos hacia los botones de la camisa azul que llevaba puesta, desabrochándolos con una lentitud pasmosa. La piel quedó descubierta, pero no apartó la camisa por completo, dejándola simplemente abierta. Su pecho pálido surgió de repente y con él un gran moretón azul justo en el costado derecho, que abarcaba hasta el ombligo.
Parecía bastante doloroso.
"Ouch" Dijo James, con una mueca de dolor. "Tienes una historia bastante interesante que contar"
Sirius no dijo nada.
"Pienso que hay que poner el ungüento y la venda. Si no se cura con eso; -además de que significa que estas bastante jodido- tendremos que decirle a mis padres"
Sin esperar respuesta –misma que no recibirá, de cualquier manera- destapó el pequeño frasco, que desprendió un agradable olor a hierbabuena y comenzó a expandirlo por la piel magullada con cuidado de no presionar demasiado.
Cuando consideró que era suficiente tomó las vendas, cubriendo el estómago de Sirius firmemente. Estaban bastante cerca y fácilmente podría Sirius rodear la delgada cintura de Prongs y eliminar la mínima distancia que los separaba y besar esos labios que prometían ser dulces.
Sirius se estremeció inconscientemente, sintiendo como los brazos de James le rodeaban y su aliento cálido chocaba con su pecho desnudo cuando este se acercaba para pasar las gasas por su espalda. Se recriminó a si mismo y dejó de pensar en ello, dándose cuenta de que no debería de tener esos pensamientos... y menos sobre James.
"Ya está. Espero que haya quedado bien" Rió con suavidad. Entonces se dio cuenta de su estado y el de Sirius, pensando en que la posición era de por si bastante comprometedora y se sonrojó fuertemente. Carraspeó y se acomodó los lentes sin necesidad, apartándose. Hubo un momento de silencio en el que James miraba por la ventana con las mejillas sonrosadas y Sirius no apartaba la vista de él. Entonces el silencio se volvió incómodo y Potter habló, cortándolo.
"Duerme en mi cama" Murmuró sin apartar la vista de la noche estrellada. Sirius reaccionó entonces.
"¡No!" Exclamó, mitad avergonzado, mitad aterrorizado. Simplemente no podría...
"Si" Replicó James, completamente indiferente ante Sirius "Estas herido, es lo mejor. Yo puedo dormir en el suelo, no me importa" Sonrió cálidamente.
"Pero..."
"Duérmete."
Aquel tono tajante terminó por exasperarlo. Se puso de pie rápidamente, olvidando el golpe del abdomen y las vendas que ahora la cubrían, causándole aún más problemas para respirar. Jadeó un "¡No!" antes de caer de rodillas abrazando su estómago y respirando con agitadamente.
Que su padre se pudra en el infierno. Que se pudra.
"¡Sirius¡Carajo, no te muevas!" Bramó James, enfadado. Le ayudó a levantarse y lo recostó –una vez más- en la cama. Los jadeos fueron disminuyendo hasta que la respiración fue pausada, tranquila. Entonces Sirius se quedó dormido contra su voluntad.El cansancio le venció; el dolor, la debilidad y la tranquilidad de por fin estar en un buen lugar lo llenaron y durmió sereno.
James sonrió imperceptiblemente. Tal vez fuera algo pretencioso, pero Sirius tenía razón: Tenía sus encantos. Comenzó a abrochar la camisa, rozando con suavidad la piel desnuda y sintiendo la calidez que de ella emanaba. 'Claro que si' Pensó, mientras sus dedos bajan con lentitud por la piel 'Tiene sus encantos ¡Jamás había sentido piel tan suave!'
Rió entre dientes cuando el recorrido llegó a su fin y se dirigió al armario para sacar una plegable. A pesar de su tamaño, era cómoda y se ajustaba bien a su cuerpo. Colocándola al lado de la cama, el sueño le venció con lentitud, hipnotizado por la respiración pausada de Sirius.
Su último pensamiento fue 'Si tan sólo...'
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Aún no amanecía.
Era el punto en el que el sol y la luna se encuentran en un balance perfecto, ambos despuntando en horizontes opuestos y el cielo se teñía de un precioso color naranja. Eran aproximadamente las cinco de la mañana y Sirius despertó, habiéndose lastimado el costado entre los movimientos de la noche. Entonces reparó en James que seguía dormido en el suelo y quedó observándolo con un sentimiento de gratitud creciendo en su pecho, junto con algo más que le era imposible identificar.
Frunció el ceño cuando se dio cuenta de que James había ganado; dormía él en la cama.
'Mañana va a estar insoportable' Pensó, mirando el rostro apacible de este fijamente.
James se removió, sintiéndose observado y abrió los ojos lentamente, adormecido todavía. De inmediato encontró la mirada gris de Sirius y clavó ambos ojos en ellos, atontado por el sueño todavía.
"¿Qué tanto ves?" Preguntó con voz lánguida, bostezando suavemente.
"Nada" Respondió Sirius, sin apartar la vista. "Eh, James" Agregó de pronto, dispuesto a aprovecharse de la confusión del otro "¿Quieres dormir conmigo?"
"¿Para qué?" Dijo James, entrecerrando los ojos y dando una cabeceada.
Sirius sonrió.
"Estarás más cómodo, creo yo"
James asintió y se levantó con dificultad, dejándose caer al lado de Sirius. Se acurrucó en el pecho pálido y levemente magullado y cayó dormido inmediatamente.
Sirius rió con ternura y lo abrazó contra si, rodeando la estrecha cintura y enterró la nariz en el desordenado cabello azabache.
Durmió también, observando el perfil dormido de James que resplandecía tenuemente por los brillos de la luna.
Notes( Léanla ¬w¬): Este es un fic compartido. Quiero decir, está hecho entre dos personas: Lilit y yo, RsMoony así que nos pertenece a las dos n.n Y por lógica, el estilo de narración va a variar dependiendo de quien lo escriba. Los capítulos serán publicados alternativamente. Uno Lilit, otro yo. A mi me tocó empezar.
