Disclaimer: Los personaje no son mios, pertenecen a J.K.Rowling y a la Warner y no sé si a alguien más..
Este Fanfiction contiene Spoliers del Sexto .
La mañana encontró a Laura sentada de nuevo en su ventana tomando un ligero desayuno, miró fijamente hacia el jardín de la casa de enfrente y observó como un gordo muchacho se comía un pastel relleno de chocolate mientras se recostaba en una tumbona. Harry, bastante más delgado que cuando abandonó Hogwarts, se disponía a recoger las hojas tiradas por el jardín.
Laura miró a todos lados, buscando una señal que le indicara que aquel podía ser un día diferente, era 30 de julio, y si todo iba bien dentro de 12 horas Harry sería para el mundo mágico mayor de edad. Sabía que algo cambiaría, no sólo en él, sino también en su situación. La voz de Albus se volvió clara en la mente de Laura, y se preguntó si los Dursley serían conscientes de lo que la mayoría de edad de su sobrino podría suponer…
La magia que evoqué hace quince años significa que Harry tiene protección mágica mientras pueda llamar a esta casa 'hogar.' Sin embargo, él ha estado aquí miserablemente, no ha sido bienvenido, mal tratado, al menos, le dieron una habitación. Esta magia cesará de operar en el momento en que Harry tenga diecisiete años; en otras palabras, antes del momento en que sea su cumpleaños diecisiete.
Laura sabía que para eso quedaban pocas horas, y creía saber que no sería la única que aquella noche comprobaría si realmente la mayoría de edad afectaría a Potter sólo anímicamente. Volvió a recostarse contra el marco de la ventana, preguntándose porque Albus la había obligado a acompañarlo en secreto estos últimos años, de manera que pudiera recordar conversaciones de la Orden, sucesos que los demás desconocían. A veces se sentía como una extensión de Albus. Pero… ella no quería haber estado allí aquella noche, no quería haberlo visto morir sin haber hecho nada, pero Albus sabe lo que hace, de algún modo Laura tenía que encontrar el camino, el camino que el propio director le había marcado a lo largo de estos años. Cerró los ojos fuertemente. Debería intentar descansar, aunque fuera de día pero descansar.
El sueño, robado durante largas noches de vigilia, la arropó y Laura descansó tirada sobre el pequeño camastro que le hacía a las veces de cama. Los sueños y las imágenes se sucedían en su cabeza, y aunque a veces los recuerdos son dolorosos, en estos momentos su mente fue lo suficientemente compasiva para permitirle descansar. Despertó a media tarde, cuando el sol ya caía a lo lejos, se asomó a la ventana, esperando encontrar como tantas otras veces al Sr. Potter sentado en su escritorio, escribiendo o charlando con Hedwig.
Harry no estaba allí, se convirtió en animago, y cruzó en jardín de los Dursley sin ser vista. Subió por la cañería una vez más y buscó a Harry en la habitación. Potter estaba de pie, con el baúl abierto sobre la cama y empacando todas sus cosas. La mente de Laura analizó rápidamente la situación, mayor de edad e intocable para el Ministerio. Harry sabía que la protección en esa casa finalizaba hoy, y sabía que no sólo la suya, la de sus tíos también. Conocía lo suficiente a los mortifagos como para saber que tres muggles inocentes no los pararían en su búsqueda del niño que vivió, y aunque odiara a los Dursley, no quería cargar sobre su conciencia con más muertes. Laura volvió a su escondite, se dirigió a la chimenea y cogió un puñado de polvos.
-Mansión Snape- su voz sonó clara y contundente.
Una cabeza asomó al otro lado de la chimenea.
- ¿Qué sucede?- preguntó escuetamente y sin saludarse siquiera.
- Preparados, esta noche.- Laura explicó concisamente.
Ambos inclinaron la cabeza a modo de saludo, y tan rápido como se había realizado la comunicación, tan rápido había finalizado. Laura miró una vez más su reloj, tenía tres horas.
Tomó una cena rápida mientras su mente diseñaba varios planes alternativos por si algo no iba como esperaban. Abrió su pequeño baúl, y extrajo unos pantalones y un jersey negro, se los puso despacio, analizando cada movimiento que iban a realizar, cual podría ser su réplica a un movimiento del rival. Sus manos se pararon entonces en la suave capa negra con sus guantes a juego. Aún recordaba el día que los compró, la risa de Albus cuando la vio totalmente vestida de negro.
Flash Back
- No sé para que quiero esto- comentó Laura bufando antes su imagen tan tétrica en el espejo- no necesito ocultarme de nadie, maldita sea Albus, parezco un maldito mortifago.
- Y así ha de ser, ya verás como algún día te gustaría que te confundieran con alguno.- la voz de Albus sonó entre chistosa y seria.
Fin Flash Back
Laura sonrió ahora a su pesar, se puso los guantes negros, tapando cuidadosamente cada trozo de su blanca piel. Tomó la capa y se la colocó lentamente sobre los hombros, se paró delante del viejo espejo, ya roto, de aquella habitación y fue abrochando uno a uno los botones, mientras aguantaba estoicamente las ganas de llorar.
- No estoy preparada…- su voz, sonó con eco a lo largo de toda la casa vacía.
Se miró una vez más en el espejo y con un acto reflejo cubrió su cabeza con la negra capucha. Las once de la noche sonaban en el reloj de la iglesia, Laura miró una vez más la casa que le sirvió de hogar este último mes, girando el pomo de la puerta sin ningún tipo de nostalgia a abandonarla salió por la puerta. Se dirigió a los dos grandes arbustos que flanqueaban el jardín de los Dursley, donde se sentó agazapada a esperar.
Laura se mantuvo oculta entre las sombras, observando discretamente todos los movimientos que se sucedían en las proximidades de la casa. Poco antes de la media noche, observó a dos figuras que se acercaban sigilosamente por la acera. Su forma de caminar, incluso la tensión que se manifestaba en sus hombros los delataban. Laura los observó pacientemente, no le sorprendió que a la tenue luz de una de las tantas farolas del vecindario pudiera distinguir, a una castaña de pelo encrespado seguida de cerca por un pelirrojo extraordinariamente asustado. Laura los observó acercarse a la ventana de Potter y esperar pegados a la casa.
Estaban demasiado tensos…
-Y son demasiado jóvenes- pensó Laura antes de centrarse en otros sonidos.
A lo lejos alguien más se ocultaba aquella noche, Laura intentó centrarse en esos sonidos, obviar todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Susurros, capas rozando el suelo, y una voz… una voz que recordaba. Ahora fue su cuerpo el que se tensó, y cuando Fernando llegó a su altura, se sobresaltó al encontrar a Laura más nerviosa de lo normal.
- Estamos aquí- dijo Fernando tan escuetamente como había hablado con ella horas antes por la chimenea.
- ¿Y Carlos?- preguntó Marina.
- A tu derecha.
- ¿Y los demás?
- Todos preparados.
Laura inclinó la cabeza en señal de asentimiento y marcó con su dedo una posición, donde se encontraban los no deseados. Faltaban cinco minutos para las doce cuando la ventana del cuarto de Harry se abrió, en ella un joven con el pelo revuelto buscaba con la mirada a sus dos compañeros de fuga.
Hermione salió de su escondite, flanqueada por el joven Weasly, que por el modo de mirar a ambos lados no deseaba estar allí. Los dos se colocaron debajo de la ventana de Potter, y tras intercambiar con este un leve saludo sacaron sus varitas. Hermione susurró unas breves palabras apuntando hacía el baúl de Harry que descendió despacio desde la ventana del primer piso, a la altura del suelo, ella misma lo encogió y se lo dio a Ron que lo guardó en uno de los bolsillos de su túnica. Harry se deslizaba por la estrecha cañería que Laura utilizaba en sus visitas nocturnas.
Al llegar abajo, el joven de ojos verdes los miró a ambos, y sin decirse una palabra los tres se abrazaron.
- Que emotivo, siempre pensé que Albus había sido demasiado empalagoso, pero por lo que veo no era el único- la voz de Beatrix vino acompañada de una risa cruel.
La fiel mortifaga salió de su escondite, acompañada de dos mortifagos más, los tres vestidos de negro, con sus varitas en las manos. Los chicos se soltaron inmediatamente, y se giraron empuñando sus varitas. Harry miraba con una mezcla de odio y rabia a Beatrix, la mujer que le arrebató a su padrino.
- Me alegro de verte Beatrix, la verdad es que me has ahorrado la molestia de buscarte- la voz de Harry sonó fría, pero nerviosa.
- Vaya si en el fondo son valientes los chicos- ahora la frase de Beatrix fue coreada por las risas de sus dos acompañantes que no perdían de vista a los otros dos chicos.
Laura se sorprendió de la fortaleza y coraje de Potter, pero sabía que eso no le ayudaría, no con una mortifaga como Beatrix.
- Es una pena Potter que Severus no haya venido conmigo ¿verdad?- ahora la risa de Beatrix fue aún más tétrica- pero lo verás pronto no te preocupes, como comprenderás en estos momentos está siendo tratado con todos los honores. Un gran servicio para el Señor Oscuro.
Harry apretaba fuertemente la varita, si Beatrix quería sacar la ira de Potter lo estaba consiguiendo. Laura supo que era el momento de intervenir, y con una leve indicación, ella, Fernando y Carlos salieron de su escondite. Con sus capas totalmente negras y sus capuchas parecían auténticos mortifagos. Inspiraron profundamente y tras mirarse una vez más se dirigieron con pasos seguros hacía el grupo. Beatriz levantó la vista, y miró extrañada a sus dos compañeros.
- Buenas noches Beatrix- saludó Laura como si en realidad estuviera viendo a una buena amiga- Nos manda el Señor Oscuro, no quiere fallos esta noche.
- ¿Quién eres? No os reconozco, el Señor Oscuro no me ha dicho nada.- la voz de Beatrix sonaba desconfiada.
- Vamos Beatrix, no quiere más fallos, lo de Malfoy en el ministerio fue un verdadero desastre, y su hijo…, menos mal que Severus estaba allí. – Laura avanzaba lentamente hacia los chicos mientras hablaba-. Creo que no querrás que más miembros de tu familia caigan en desgracia.
- ¿Quién eres? No te acerques más…- ahora Beatrix estaba entre asustada y desconfiada.
- Así que la más fiel mortifaga del Señor Oscuro está perdiendo facultades, y no sabe quienes somos.- Laura rió con una risa fría y sarcástica.
Los tres chicos habían observado la escena con atención, la tensión entre los que ellos creían que eran seis mortifagos era palpable. La última risa le sonó a Harry demasiado cerca de su oído y su memoria volvió a Hogwarts, a las malditas clases de pociones y al profesor Snape.
- Creo señores que esta charla ya se ha alargado de más- continuó Laura.
De repente un ruido se oyó detrás de los tres mortifagos, y cuatro figuras más vestidas de negro aparecieron a la vista. Beatrix se giró rápidamente, buscando un objetivo, las cuatro figuras negras que estaban tras ellos, los tres que estaban delante o los tres chicos. La duda tardó demasiado, y cuando volvió la vista al lugar donde debía estar el joven Potter, sólo se veían los restos de humo que habían dejado tres desapariciones conjuntas. Maldiciendo por lo bajo se giró para enfrentar a los otros, por un momento su mente se negó a levantar la varita, sería mejor morir ahora que volver para ser torturada por el Lord. Pero el instinto de supervivencia es mayor y con toda la rabia que una mortifaga como Beatrix guarda, su primer hechizo dio de lleno en el pecho de uno de sus rivales.
Laura, Fernando y Carlos llegaron a la mansión Snape, cada uno con uno de los jóvenes. Se separaron bruscamente en el hall, y Laura casi de manera imperceptible volvió a activar las barreras de protección de la casa. Los tres jóvenes continuaban juntos y con las varitas en la mano. Laura se bajó lentamente la capucha, y con un ligero asentimiento de cabeza les indicó a Fernando y Carlos que podían retirarse. Se giró y se dirigió al gran salón. Allí se sirvió una pequeña copa, y tras beberla de un trago observó como los tres jóvenes entraban en el salón.
Harry la apuntó con la varita, mientras se acercaba a ella.
- Baja esa varita Harry, o crees que voy a ser tan tonta como para dejar que me ataques- Laura hablaba relajadamente mientras se desabrochaba la túnica negra.
- ¿Quién eres y dónde estamos?- preguntó Harry mientras seguía apuntándola con su varita.
- Me llamo Laura Snape y estáis en la Mansión Snape-la voz de Laura no mostraba ningún tipo de emoción.
Harry la miró intensamente ahora, sin ocultar un intenso odio. Su varita empezaba a brillar y en su mente se materializaron millones de hechizos distintos.
- Veo Potter que deberías aprender a controlar tu ira, así no se gana una batalla.- le dijo Laura acercándose a él y agarrando la varita de Harry con su mano. Este relajo la mano, por un momento notó una gran calma que lo invadía, esa mujer estaba penetrando en su mente y lo estaba calmando.
- ¿Eres su hermana?- preguntó Hermione intentando con su pregunta disminuir la tensión en el ambiente.
- No, soy su mujer.
Los tres abrieron la boca en señal de incredulidad. Harry seguía con la varita firmemente apretada en su mano.
- ¿Dónde está? Quiero matarlo- dijo Harry escupiendo bruscamente las palabras.
- No lo sé Harry, te repito soy su mujer no su niñera.- le respondió Laura que seguía observando fijamente a Harry.
- Quiero irme de aquí- le dijo Harry dando la vuelta bruscamente.
-¿Y a dónde vas a ir? Vamos Harry hace cinco minutos que saliste de tu casa y ya había tres mortifagos a tu puerta.- Laura lo miraba ahora con ira- Puede que tu vida te importe bien poco pero no la de tus compañeros, hubieran muerto esta noche, y tú seguramente ya sabes donde estarías.
- No, hubiéramos luchado, no sabes quien soy- Harry se había girado ahora para enfrentarla.
-Si Harry si sé quien eres y mejor de lo que tú crees, y sabes, aunque te niegues a reconocerlo que estarías muerto. Cualquiera de los mortifagos es mejor que tú, y lo será hasta que aprendas a cerrar tu mente.
- Hablas como él, y dices que no sabes donde está. Vamos no le llega la gloria de haber matado a Dumbledore que ahora quiere entregar al niño que vivió- Harry escupía las palabras, con los ojos bañados en lágrimas.
- Te dije que no sé donde está y no te he mentido, aunque supongo que Beatrix no te mintió cuando te dijo que fue recibido como un héroe- la voz de Laura sonaba ahora extrañamente triste- Vamos Potter- ahora era Laura quien escupía las palabras- no tienes un plan, no sabes a donde vas a ir, simplemente huyes, de un lado a otro. Que pretendes¿enfrentarte así a Voldemort? No durarías ni cinco minutos, la esperanza del Mundo mágico. Tiene dos opciones, coger la puerta y largarte, huir que al fin y al cabo es tu plan inicial. O quedarte, descansar esta noche y mañana intentar ver las cosas de otro modo.
- No puedo fiarme de ti- le dijo Harry.
- Y no debes hacerlo.
Harry la miró una vez más, había bajado su varita y la había guardado en su túnica, no sabía porqué pero tenía la sensación de que Laura no mentía, que de algún modo era sincera con él. Observó a Hermione y a Ron, quizás Laura tenía razón y no debía exponerlos a más peligros, ellos habían decidido acompañarlo sin preguntar, sin ni siquiera pestañear y de algún modo eran responsabilidad suya.
- Bien, supongo que podremos pasar aquí la noche- afirmó Harry ya más tranquilo.
- Me alegro. Krouch!
Un viejo elfo doméstico apareció de la nada.
- Señora Snape ¿desea algo?- preguntó agachando la cabeza en una leve señal de reconocimiento.
- Acomoda a estos señores en tres habitaciones, que yo tengo que avisar a la señora Weasly de que todo marcha bien.- le indicó Laura al elfo.
-¿Conoce a mi madre?- preguntó Ron con una débil voz.
- Podéis tutearme, y sí Molly y yo somos amigas- Laura ya se dirigía hacia la chimenea que flanqueaba una de las paredes del enorme salón y tras pronunciar unas leves palabras la cabeza de Molly apareció en las llamas.
- Laura, estaba preocupada, tardaste demasiado- la cabeza de Molly giraba a derecha e izquierda intentando localizar a su hijo.
- Pequeños contratiempos sin importancia, todo está bien, seguiremos en contacto.
La cabeza de la Señora Weasly desapareció de la chimenea y Laura observó detenidamente a los tres jóvenes.
- Bien podéis retiraros, Krouch os indicará vuestras habitaciones. Mañana será otro día. Buenas noches.- Laura se despidió.
- Buenas noches- contestaron los tres jóvenes a la vez.
-Ah! Harry¡Feliz Cumpleaños!
Harry se giró sonriéndole por primera vez en toda la noche y tras agradecerle el gesto con una leve inclinación de cabeza siguió al elfo doméstico y a sus dos compañeros escalera arriba rumbo a los dormitorios. Laura se recostó en el sofá y tras avisar a Carlos y Fernando que todo iba bien, se dispuso a esperar noticias de sus cuatro amigos.
Reviews.
Replika: me alegro de que te haya gustado mi otro fic y que este sea también de tu agrado, espero seguir recibiendo tus reviews. Gracias
galilea: Siento decirte que la culpa no ha sido de fanfiction si no mia que me hice un lío al subir el capítulo y al final pensé que no subía nada. Espero que te guste esta historia y si no para eso están los reviews. Gracias
