Disclaimer: Los personajes no son míos, pertenecen a J. K. Rowling y a la Warner... No gano nada con esto, solamente lo hago para divertirme yo y espero que a la gente que me lee.
CONTIENE SPOLIERS DEL SEXTO LIBRO.
Laura tomó la taza entre sus manos y la depositó en un lugar seguro. La miró de nuevo sin observar en ella ninguna indicación del valor que esta tenía. Se preguntó como harían para acabar con el alma del Lord protegida allí dentro, sabiendo que la magia oscura que la protegía podría ser mortal para cualquiera. Supo que Carlos sería de gran ayuda para ello y se preparó para lo que vendría aquella noche. Intentó descansar el resto del día, aunque sus idas y venidas constantes a la habitación de Carlos no le permitieron dormir más de dos horas seguidas. Poco antes del atardecer preparó su ropa, sus pantalones, su jersey de cuello vuelto, su capa y sus guantes, todo perfectamente negro. Se sintió igual de extraña que la noche en que salvaron a Harry, pero no dejó que sus propios escrúpulos le afectaran. Salió de su cuarto poco antes de las 9 de la noche y se dirigió al cuarto de Carlos, allí los elfos le comunicaron que el estado del enfermo era el mismo, aunque a veces la fiebre le hacía padecer pequeñas convulsiones. Laura le besó la frente, húmeda de un sudor frío e insano y reprimiendo las ganas de llorar abandonó la habitación.
En el hall estaban Harry, Ron, Hermione y Fernando, los cuatro se despidieron de ella, y Laura con una gran sonrisa salió por la puerta principal. Llegó a la verja que rodeaba la casa y se detuvo para echar una nueva mirada atrás. Se puso la capucha y con un breve susurro desapareció para aparecerse en Hogsmeade.
Laura se apareció en uno de los tantos callejones que poblaban el pueblo, se quedó inmóvil esperando oír por algún lado la algarabía propia de este pueblo, las traviesas risas de los magos que habían bebido de más en la taberna de Madame Rosmerta o el de los niños aún despiertos corriendo por sus calles. Laura solo sintió silencio, un silencio frío y lúgubre que le hicieron de manera inconsciente arroparse aún más en su capa. Se colocó nuevamente la capucha encubriendo a todo aquel que la mirara su joven rostro, miró a ambos lados y ocultándose en las sombras de la noche tomo el camino que llevaba al castillo.
La noche era fría, lo normal en una noche de diciembre, pero Laura continuaba su camino a través de la extensa campiña que la acercaba a Hogwarts. Sus pasos eran apurados pero tan silenciosos como los de un león cuando se acerca a su presa. Tardó menos de media hora en llegar al castillo, allí tan imponente como siempre se encontraba la mismísima escuela de Magia y Hechicería. Laura levantó la vista para mirarlo de nuevo, hacia menos de un año que había estado allí, pero para ella parecía mucho más. De repente como si de un flash se tratara volvieron a ella los recuerdos de aquella noche y de manera inconsciente elevó su vista para comprobar que en la torre no se encontraba ya la marca tenebrosa.
Laura fijó entonces su vista en el propio castillo, tan poderoso como de costumbre. Pocas luces lo adornaban a aquellas horas de la noche y por un momento la joven se preguntó cuantos alumnos se habrían quedado para pasar este año allí las navidades. El frío cargado de humedad por la proximidad del lago empezó a atravesar las ropas de Laura, y ésta estremeciéndose reanudó su marcha hacia una de las paredes laterales del gran muro que protegía el castillo. No tardó mucho en encontrar la zona que buscaba, volvió a comprobar que nadie la había seguido o detectado a su llegada y sacando su varita empezó a tocar las piedras de una en una, tal como Albus le había enseñado mientras susurraba por lo bajo un pequeño conjuro. El muro comenzó a desplazarse dejando entrever una pequeña entrada, Laura pasó a través de ella tan silenciosamente como había llegado. Ya se revolvía para cerrar la entrada cuando lo pensó mejor, quizás necesitara salir apresuradamente.
Miró entonces la amplía extensión del castillo que ya se extendía ante ella, esperando que las barreras de protección levantadas por Minerva o las propias defensas que el Ministerio proporcionó al castillo la hubieran detectado ya, pero no fue así. Laura sonrió por lo bajo, alegrándose internamente de que Harry no hubiera decidido volver aquel año a Hogwarts. Se pegó al muro y se fue deslizando hasta la parte de atrás del castillo. Cada paso que daba le traía un recuerdo, aquella ventana del segundo piso, la esquina de la torre de astronomía, todo evocaba en la memoria de Laura millones de sucesos que había intentado olvidar. Sus pasos la llevaron a la pared trasera del castillo, cerró los ojos intentando centrarse en su misión y olvidar todo aquello que aún no debía rememorar. Se acercó a la pared y tanteando con sus manos enguantadas la fría pared encontró la puerta que allí se escondía. Laura susurró de nuevo unas pocas palabras y la puerta se abrió dejando a su vista unas largas escaleras de piedra. Laura miró de nuevo la oscuridad de la noche que se extendía tras ella y se adentró en la oscuridad.
Sacó su varita y susurró Lumus, la débil luz que salía de su varita, le mostró la escalera tal y como se encontraba la última noche que estuvo allí, la noche en que acompañó a Albus y Harry a la cueva. No se paró en ninguno de los pisos anteriores y con una determinación clara y decidida se dirigió al piso de la sala de menesteres. Llegó al tapiz que flanqueaba la entrada al pasillo, Laura se paró tras él como estaba acostumbrada a hacer, ningún sonido, ni pasos ni respiraciones procedían del pasillo. Movió el tapiz a un lado comprobando que sus sensaciones eran correctas y se precipitó hacia la zona en la cual debería estar la entrada a la sala de los menesteres. Paró delante de un trozo de pared tan sólido como el resto de las paredes que componían el castillo, su memoria vagó entonces a los recuerdos que Harry le había proporcionado y sin dilatarse más en el tiempo deseó encontrar el mismo almacén que Harry halló aquella noche. La puerta se materializó delante de Laura y esta la empujó deseando fervientemente que tras ella se encontrara el almacén. Cerró la puerta lentamente y volvió a alzar su varita, bajo el resplandor de la misma pudo observar como sus deseos se habían cumplido. Suspiró profundamente y con su mano aún temblando por el nerviosismo se dispuso a encontrar la zona que Harry le describiera esa misma mañana.
Avanzó lentamente, procurando no tropezar con nada, poniendo especial atención en encontrar los puntos de referencia de los recuerdos del joven gryffindor. Su mirada vagaba a un lado y a otro, observando los curiosos objetos que se almacenaban en aquel lugar y preguntándose como Draco podía a ver estado durante meses trabajando allí sin que nadie lo detectara. Entonces lo vio, la alacena que había visto en los recuerdos, y allí dentro justo al lado del esqueleto Laura observó la portada de un libro.
Abrió la alacena cuidadosamente y tomó el libro entre sus manos, lo abrió y leyó el nombre que firmaba su portada, Príncipe Mestizo, por un momento la letra intentó abrirse paso a través de su mente, pero Laura no dispuesta a demorarse más de lo necesario en el castillo se quitó la idea de la cabeza. No tenía tiempo así que ocultó el libro bajo su capa y se dispuso a abandonar el castillo.
Llegó a la puerta y escuchó de nuevo los sonidos que provenían del exterior, solo silencio. La abrió lentamente y se giró hacia el tapiz por el que había entrado. De repente su vista se paró en una puerta que se alzaba ante ella, tenía prisa pero en aquel momento sus pasos le impedían abandonar el corredor. Se dirigió a la puerta y la abrió, en su interior todo estaba como Laura lo recordaba.
Flash Back
Laura no había ido aquel día a Hogsmeade, tenía trabajo atrasado y no quería que ahora que se había casado con el profesor de pociones la gente murmuraba a sus espaldas. Pasó parte de la mañana en su sala común, pero a media mañana se le ocurrió ir a visitar a su marido. Hacía menos de dos meses que se habían casado y Laura intentaba que si lo suyo era un matrimonio indivisible, este transcurriera de la mejor forma posible. Abandonó su sala común y se dirigió al despacho del profesor Snape.
Las mazmorras eran frías y silenciosas y Laura siempre se preguntaba como era posible que a Severus le siguiera gustando ese lugar. No tardó en notar una voz que desentonaba en aquel ambiente y como si de una premonición se debiera su propia naturaleza la puso sobre aviso. Se acercó lentamente al despacho de su marido, la puerta estaba entreabierta, algo inusual en el metódico profesor de pociones. Una risa de mujer se colaba a través de ella. Laura se paró en el marco de la misma observando la escena que se desarrollaba en su interior. Una mujer rubia de gran belleza se reía abiertamente ante los comentarios de su marido, ella posaba su mano sobre el brazo de él, mientras Severus mirándola fijamente a los ojos sonreía alegremente. Laura se quedó estática en la puerta sin saber exactamente como reaccionar, tenía la extraña sensación de ser una intrusa en aquel lugar, de estar interrumpiendo una escena íntima. Los ojos de la mujer vagaron entonces hacia la puerta y su sonrisa se hizo más acusada al observar a Laura allí inmóvil. Se acercó insinuante a Severus y le susurró algo al oído. Severus se giró al instante y fijó su vista en su esposa. Laura notó la mirada de los oscuros ojos de su marido sobre ella y sin poder evitarlo, salió corriendo.
Sus pasos la llevaron hasta el tercer piso, notó a lo lejos el rumor de la capa de Severus rozando el suelo y sin pensarlo dos veces se ocultó en aquella aula en desuso. Se apoyó en una esquina y rompió a llorar. No pasó ni cinco minutos, hasta que la puerta se abrió. La luz que se colaba a través de los cristales recortó contra el marco de la puerta al temible profesor Snape. Severus cerró tras él y con su habitual andar frío e intimidante se dirigió hacia Laura. Se agachó lentamente y tomándola por debajo de sus brazos la izó hacia él.
- ¿Qué sucede Laura¿Por qué escapas de mí?- le preguntó sin su habitual sarcástica voz.
- No es nada- le respondió su esposa frotando sus lágrimas con la manga de su capa.
- Mientes y lo sabes- le dijo Severus mientras la llevaba hacia uno de los pupitres y la obligaba a sentarse- No me obligues a usar la fuerza contigo.
- No me lea la mente- le repuso Laura tensándose ante las palabras de su marido.- No, tengo mi propia vida, no puede hacer eso.
- Escucha Laura necesito saber que te pasa- razonó Snape mientras la volvía a atraer hacia él- Te presentas en mi despacho y cuando te miro, empiezas a correr, te llamo y continuas huyendo de mi y finalmente te encuentro llorando en un aula abandonada.
- No me pasa nada profesor- le replicó Laura- Es sólo que hoy estoy más cansada de lo normal y… de verdad, no me pasa nada.
- Te dije que en privado no tenías que llamarme profesor- le dijo mientras le sonreía- Pero veo que aún no confías en mí. No te culpo.
Severus besó dulcemente a su esposa en los labios y se levantó dispuesto a abandonar el aula. A medio camino las palabras de Narcisa antes de salir de su despacho se hicieron un camino en su mente.
- Laura¿no estarás celosa?- le preguntó girándose de nuevo hacia Laura.
- ¿Celosa¿De quién?- se hizo la extrañada Laura.
- Laura, Narcisa es una vieja amiga pero nada más que eso. Nos conocemos desde niños, y siempre hemos estado muy unidos.
- Narcisa Malfoy- el nombre sonó doloroso en los labios de Laura.- No, Severus no son celos. Para estar celoso de alguien…
Laura no terminó la frase, su significado quedó implícito en el silencio que la acompañó. Miró a su esposo y sin mediar palabra salió del aula y se dirigió a su sala común.
Fin Flash Back
Ahora Laura se sentaba en el mismo pupitre que aquella vez, ahora sabía que sí eran celos, que en aquel momento lo que sentía era rabia por la sola posibilidad de peder a Severus. De repente recordó la conversación con Fernando aquella mañana:"Llegó con Narcisa y Draco". Laura meneó la cabeza intentando sacar de su mente sus recuerdos, volvía a notar la misma sensación punzante y dolorosa que aquella vez, y se asombró que a pesar del todo tiempo que había pasado sus sentimientos siguieran siendo tan fuertes como al principio. Su mano había estado jugando todo este tiempo con el medallón que Severus le había enviado por Navidad, su forma de sentirlo cerca.
Abandonó el aula tan sigilosamente como había entrado, y se asombró de que en el rato que llevaba allí no hubiera oído nada, ni una sola persona haciendo guardia, comprobando que todo estuviera en su sitio. Aquel castillo añoraba demasiado al antiguo director. Se dirigió al tapiz y se deslizó escaleras abajo. La puerta se abrió rápidamente a su llegada y cuando salió al exterior pudo ver como una inmensa luna iluminaba su camino hacia el muro. Estaba tensa, muy tensa. Corrió por los campos que rodeaban el castillo, y llegó al muro, se alegró mentalmente de no haberlo cerrado cuando entró y saliendo apuradamente a través de él, murmuró unas palabras para volver a colocar las piedras en su sitio. No paró, sino que siguió corriendo hasta el pueblo. Laura tenía la respiración entrecortada y en el frío de la noche podía apreciarse el vapor caliente que salía de su boca. Llegó al mismo callejón que solo un par de horas antes la había recibido y tras mirar a ambos lados se apareció en su casa.
Se pegó a la verja que rodeaba la enorme mansión Snape intentando controlar su respiración agitada, sabía que no podía entrar en ese estado. Se relajó mentalmente y con un breve suspiro abrió la puerta que flanqueaba la entrada a su casa. Sus pasos se hicieron más seguros mientras se dirigía hacia la puerta principal. Nadie debía dormir aquella noche en la mansión, puesto que tan pronto como sus pasos la llevaron a la entrada, cuatro cabezas asomaron desde el comedor con una sola pregunta en sus ojos.
Laura los miró fijamente e introduciendo una mano bajo su capa sacó el ya famoso libro de pociones. Harry se apresuró al lado de donde se encontraba Laura y arrebatándole el libro de las manos buscó la página adecuada. Allí al lado de la poción para heridas comunes se veía una nota al margen, con la misma letra fina y esmerada con la que se había escrito el nombre alguien había escrito Heridas cercenadas y había explicado paso por paso el proceso para elaborar la poción. El proceso no era muy diferente del de la otra poción, pero incluía dos ingredientes más en un orden totalmente inusual para una poción. Laura se sorprendió pero sabía que no tenía tiempo para analizarla más profundamente. Asintiendo débilmente con la cabeza abandonó la entrada y se dirigió a su pequeño laboratorio.
Abrió lentamente el libro por la página que Harry le había indicado, colocó uno por uno los ingredientes encima de la mesa, en el orden correcto, cantidades exactas y con la misma habilidad que siempre demostró para las pociones comenzó su trabajo. La poción empezó a burbujear poco después de ponerla al fuego y Laura fue añadiendo los ingredientes uno por uno, en el orden que le indicaba el libro, se sorprendió de alguna de las indicaciones pero siguió su trabajo. Poco antes del amanecer la poción estaba perfectamente acabada, ahora solo quedaba esperar.
La joven apoyó su rostro en sus brazos cruzados sobre la mesa y con un leve suspiro de cansancio se quedó dormida. Despertó poco después, el sol, tímido en esta época del año intentaba con sus cálidos rayos vencer las nubes que amenazaban con extender sobre la campiña inglesa su reinado de nieve y frío. Laura observó el color de la poción y sonrió al observar que todo estaba tal cual lo previsto. Vertió la misma en un bote y salió corriendo hacia la habitación del enfermo.
Abrió la puerta lentamente, Carlos permanecía en la misma posición que 24 horas antes, cuando ella se había ido de allí. Un elfo doméstico le retiraba las vendas, de nuevo cubiertas de sangre mientras Fernando, vencido por el sueño cabeceaba en una silla próxima a la cama con la mano de Carlos entre las suyas propias. Laura no lo despertó y moviéndose sigilosamente empezó a realizar el mismo trabajo que su elfo había hecho minutos antes pero con la nueva poción.Fue recorriendo todas y cada una de las heridas del enfermo, al acabar se sentó en otra silla, al otro lado de la cama. Fernando abrió los ojos poco después, y miró a Laura que enfrente de él observaba fijamente al enfermo. Sus ojos se posaron entonces en Carlos, que tremendamente pálido parecía querer abrir los ojos, y su frente hasta esa mañana empapada en sudor por la continua fiebre que lo afectaba estaba en estos momentos totalmente seca. Miró de nuevo para Laura que le sonrió alegremente.
- Creo que Carlos va a celebrar un nuevo año- la voz de Laura sonó emocionada.
- Lo intentaré- respondió muy débilmente el enfermo
Tanto Fernando como Laura no pudieron evitar emocionarse al oír su voz.
- ¿Qué ha sucedido?- preguntó intentando incorporarse.
- No te muevas- le dijo Laura impidiéndole que se levantara- Estás demasiado débil. Ahora no es momento de contarte lo que has y hemos pasado. Debes recuperarte, me encargaré que los elfos te suban algo de comida y sobre todo mucho líquido para que te recuperes- continuo mientras besaba dulcemente al enfermo- Fernando se encargará de que lo hagas, ahora voy a decirle a los chicos que estás bien.
- Gracias- alcanzó a oír Laura antes de salir de la habitación.
Cuando se giró para cerrar la puerta observó como Fernando que ahora no escondía su llanto se abrazaba cuidadosamente a Carlos y este pasaba uno de sus brazos pesadamente sobre la espalda de su chico. Laura bajó sonriendo y se dirigió rápidamente a la cocina, en menos de cinco minutos cada elfo de aquella casa sabía lo que debía hacer. Con el mismo buen humor que un momento antes se dirigió al salón donde los tres chicos ya llegaban para desayunar.
Laura les sonrío alegremente con un buen humor que no manifestaba en varios días.
- Buenos días chicos.
- ¿Ha ido todo bien?- preguntó rápidamente Hermione.
- Perfectamente. Fernando está con él ahora, está muy débil, pero supongo que poco a poco se irá recuperando - les dijo Laura mientras se sentaban a desayunar.
Los cuatro empezaron a comer en silencio, alegrándose mentalmente de la recuperación de Carlos.
- ¿Por qué no me lo dijisteis?- la pregunta de Laura cayó sobre ellos como un jarro de agua fría.
- ¿Decirte que?- preguntó Harry inocentemente.
- Quien era el príncipe mestizo.
Los tres clavaron su vista en la mesa, por un momento habían deseado que Laura estuviera hablando de otra cosa.
- ¿Pensasteis que no lo iba a reconocer?- Laura les sonrió alegremente- Lo he visto corregir ensayos, escribir cartas, es mi marido y he vivido tres años con él. Su letra no ha cambiado tanto desde que era un chaval.
- Nosotros…- Harry no sabía que decir.
- Fue extraño verme allí leyendo sus instrucciones, fue como volver a mis años de estudiante cuando escribía los ingredientes en la pizarra y después colocándose detrás mía me iba repitiendo una y otra vez lo que estaba haciendo mal- Laura recordaba en alto.-¿Cuándo supisteis que el príncipe era Severus?
- En la última batalla- respondió Harry.
En ese momento, Harry volvió a atrás, al momento de la muerte de Albus, al momento de la traición de Severus. Miró fijamente a Laura y por un momento los dos compartieron el dolor de aquella noche. Harry suspiró profundamente y le contó los últimos momentos de la batalla cuando perseguía a Snape por los terrenos de Hogwarts y se enfrentó al mismo. Laura no lo interrumpió en ningún momento, sabía lo difícil que debía ser aquello para Harry, y sin darse de cuenta posó su mano sobre la de Harry.
- Era evidente que debía ser alguien demasiado bueno para corregir e incluso mejorar un libro- Laura intentó desviar de nuevo la conversación- el príncipe mestizo, curioso nombre.
- Lo tomó de su madre- explicó Hermione.
- ¡Ah! Si de Elieen, su apellido de soltera era príncipe- Laura recordaba vagamente una foto de esa mujer entre los recuerdos de su marido.
- ¿La conociste?- preguntó Harry.
- No, murió antes de que Severus y yo tuviéramos que casarnos. No la conocí a ella ni a su padre Tobías.- explicó Laura.
- De él tomó lo de mestizo, porque era un muggle- dijo Ron queriendo intervenir en al conversación.
Laura miró a Ron, analizando sus palabras, Hermione también levantó en ese momento la vista, siendo consciente de algo que se les había escapado hasta ahora.
- No, Ron, Tobías no podía ser un muggle.- le replicó Laura.
- Si, lo era, o por lo menos era lo que ponía el recorte de periódico que hablaba sobre la boda de Elieen- Ron explicó a Laura.
- Pero… - Laura no terminó la frase, su cabeza seguía funcionando a mil por hora.
- Si fuera hijo de un muggle no se hubiera cumplido el pacto de matrimonio y tú no estarías casada con él- Hermione concluyó por ella.
Los cuatro permanecieron callados, analizando la implicación de esas palabras.
- Entonces¿quién es Snape?- preguntó Harry visiblemente sorprendido.- ¿Y porqué se hizo llamar principie mestizo cuando no lo es?
- Puede que no lo sepa- dijo Hermione.
- No, puede que en su quinto año en Hogwarts no lo supiera pero después sí, él se representó a sí mismo en el proceso matrimonial, por lo tanto, no solo sabía que no podía ser hijo de un muggle, sino que sabía que en su familia no hubo muggles por lo menos en tres generaciones.
Los tres callaron de nuevo. Las implicaciones de lo que estaban averiguando los superaban.
- Puede que su madre tuviera el hijo con otro mago y se lo ocultara a su padre- dijo Ron.
- Puede, o puede que no tuvieran hijos o no pudieran tener hijos y decidieran adoptarlos.- la voz de Laura sonaba decepcionada- Tenemos muchas posibilidades y ninguna puede ser más factible que la otra, sólo Severus y sus padres podrían contestar a nuestras preguntas.
- Y el ministerio- dijo Hermione.
- Y el ministerio, y quizás….- Laura se quedó callada mirando a los chicos- Y quizás Albus, él me representó a mi, sabía las cláusulas del contrato, por lo tanto debía saber que Severus no era hijo de Tobías Snape.
- ¿Y por qué no lo dijo?- preguntó Ron extrañado- O por lo menos a ti que eras su mujer.
- Por que quizás tendríamos la repuesta a la confianza tan férrea de Albus- concluyó Harry.
Los cuatro se sonrieron. Albus siempre fue un hombre lleno de sorpresas.
- Creo chicos que cada vez que avanzamos en algo tenemos más preguntas que respuestas.
Laura se levantó de su asiento y despidiéndose de los gryffindors se dirigió a la biblioteca.
Reviews:
NessaSnape5 : Hola, siento lo de Carlos y Fernando pero evidentemente en una guerra siempre ahy bajas, de todos modos no falta mucho para que Snape hago acto de presencia de nuevo en la vida de Laura.
kalid : me alegro que te siga gustando... saludos.
amsp14: Harry no dice nada porque aún están confundidos con la relación de Laura y Snape.
Gracias a todos
saludos
