Primero los personajes no son míos, no gano nada con esto lo hago para divertirme.

SPOLIERS SEXTO LIBRO

No tenía pensado actualizar hasta la semana que viene pero la mayoría de vosotros me habeis amenazado de muerte, de todos modos he pensado que como soys tan ávidos lectores os mereceis un premio, y como está noche llegan los reyes magos, pues nada aquí teneis a Baltasar que os deja un regalo anticipado. Espero que lo disfruteis.


Severus Snape no se movió de la esquina donde estaba escondido. Había llegado a la casa hacia poco menos de una hora y había tenido que vagar por los pasillos buscando la habitación de Laura. Estuvo a punto de tropezar con el trío de oro en una de sus muchas incursiones aquella noche, y se sorprendió aún más al encontrar a uno de sus ex-alumnos, Fernando, velando la cama de uno de sus mejores amigos. Oyó pasos en las escaleras y se escondió en la primera habitación que tenía a mano, se agazapó en una de las esquinas esperando no ser descubierto, observando como el pomo de la puerta se giraba lentamente y esta se abría. Reconoció al instante la silueta que iluminaba la tenue luz de la luna, y sin querer sus labios exhalaron un débil suspiro de alivio.

-Buenas noches profesor Snape, no esperaba encontrarlo en casa esta noche- saludó Laura sin ni siquiera mirar a su marido.

Esas palabras sonaron como una dulce melodía a los oídos del mortifago que sin saber porque se sintió en casa aquella noche. Laura había ascendido las escaleras en alerta, sabía que algo estaba fuera de lugar en su casa aquel día, sabía que había algo que no encajaba. Un elfo le confirmó la eventual fluctuación de magia que se producía cuando se pasaban las fronteras de la casa. La joven conocía lo suficiente sus protecciones para saber que poca gente podía pasarlas y la mayoría estaban allí dentro. Reconoció inmediatamente el olor que impregnaba el aire, reconocería el aroma de ese hombre en cualquier parte.

-Buena protección la de su casa, Señora Snape- le respondió Severus en el mismo tono formal pero visiblemente débil- Cualquiera podría estar ahora esperándola en su habitación o llevándose al Sr. Potter.

Laura no se giró, simplemente sonrió en la oscuridad y meneó ligeramente la cabeza.

-Legalmente esta casa es tan suya como mía profesor. Debería haberlo entendido cuando ninguna de las protecciones saltó- explicó Laura lentamente mientras se dirigía hacía la ventana y corría las cortinas que oscurecían el cuarto- Puede probar a enviar a uno de sus amigos mortifagos, comprobará que su entrada no recibirá la misma bienvenida que la suya.

- Por lo menos me otorgas el beneficio de la duda- le respondió Snape flacamente.

Laura intuyó que algo no iba bien, su mente registró entonces de nuevo las entonaciones de su esposo, su creciente debilidad y su costosa respiración.

-Severus- dijo mientras su mente recitaba un hechizo para iluminar la habitación.

La imagen que se mostró a los ojos de Laura era dantesca. Severus sangraba por varios cortes alojados en su rostro, su capa cubierta también de sangre escondía más heridas que debían sangrar abundantemente por el olor férrico de la misma. Su rostro cetrino, poseía ahora una leve tonalidad mortal. Y su respiración se hacía más débil y agitada a cada minuto que pasaba. Laura corrió hacia él, y pasando uno de sus brazos por debajo del hombro de su esposo lo llevó hacia le baño.

- Krouch- gritó mientras abría la puerta del baño.

El elfo no tardó ni un segundo en aparecerse en el baño.

-¿Señora?- preguntó mirando fijamente al hombre que intentaba sostenerse de pie entre los brazos de su ama.

- Trae mi maletín- le dijo apresurada- y espérame en la habitación. Nadie debe saber que el Sr. Snape está aquí, ni Fernando, ni Carlos, ni los chicos, y no se lo comentes a tus compañeros.

El elfo asintió levemente y desapareció.

Laura sacó entonces su varita, y desnudó rápidamente a su esposo, no tenía tiempo de disfrutar al desabotonar cada uno de los botones de su capa como en el pasado. Severus intentó sonreír levemente.

- Te veo apurada Laura- dijo entrecortadamente como si cada esfuerzo por hablar fuera absolutamente imposible para él.

Laura no le contestó y lo levitó hacía la bañera. Lo bañó despacio intentando no dañar más un cuerpo ya destrozado, donde sus músculos visiblemente tensos por la acción de los cruciatus respondían favorablemente a las atenciones de Laura. Severus se permitió el lujo de cerrar los ojos y disfrutar de algo que él mismo se había negado durante años.

Laura lo sacó entonces de la bañera y sin permitir que se pusiera en pie, lo levitó de nuevo hasta la cama. Krouch ya se encontraba en la habitación, esperando pacientemente en un lateral de la cama. Severus fue tumbado lentamente sobre el colchón, su cuerpo fue secado tiernamente y sus heridas curadas.

- Krouch- dijo Laura rompiendo el silencio que hasta ahora había en la habitación- Se le suministrarán tres comidas al enfermo y repito nadie debe saber que se encuentra aquí.

- Así será señora.

- Puedes retirarte.

Laura miró de nuevo a Severus que la observaba desde la cama. Tomó entonces un frasco de su maletín y untándose las manos obligó a Severus a tumbarse de espaldas. Masajeó cada uno de los músculos de su cuerpo, deteniéndose durante más tiempo en aquellos que habían recibido en mayor grado la acción de la varita del Lord. Porque si Laura tenía algo claro es que esto era culpa de Voldemort. Lo giró dulcemente mirándolo a los ojos y se dispuso a masajear de nuevo su cuerpo. Masajeó su torso, despacio, delineando con sus manos cada uno de los músculos que lo componían. Tomó sus piernas de nuevo entre sus manos y acarició sus muslos, visiblemente tensos y doloridos. Laura observó entonces como otra parte de la anatomía de Severus comenzaba a despertar.

-Vaya, pensé que se encontraba en peor estado profesor- le dijo mientras observaba fijamente el pene semi-erecto de su marido.

- Es algo natural- le respondió Severus aún visiblemente cansado- Tienes la extraña capacidad de despertarlo.

Laura observó la sonrisa en los labios de su esposo, y la leve súplica en su voz al tratarla de tú, necesitaba de nuevo a su Laura.

- Supongo que mañana tendrá una buena explicación para su estado.- declaró mientras se levantaba de la cama tan fría como siempre y se dirigía a su maletín- Le voy a dar una poción para dormir s, quiero que descanse.

Severus asintió levemente observando como Laura vertía tres gotas de una poción en un vaso. Su esposa le acercó el frasco primero, Severus la miró fijamente.

- Laura me fío de ti, sino no estaría aquí- le respondió su marido sin ni siquiera olerla.

Laura le acercó el frasco y Severus bebió hasta la última gota. Laura lo tapó con las mantas y lo besó tiernamente en la frente. Severus notó como el sueño lo vencía y se durmió con el cálido contacto de la mano de su esposa acariciando su rostro.

Severus se despertó temprano a la mañana siguiente y se sorprendió al encontrar al elfo observándolo desde una esquina de la habitación.

- Buenos días, Señor, la ama me ha dicho que le recuerde que no debe abandonar la habitación bajo ningún concepto- le dijo amablemente- Su desayuno ya está sobre la mesa – continuó mientras señalaba una mesa que la noche anterior no se encontraba allí- Si necesita algo solo debe decir mi nombre señor.

-Gracias- respondió Severus sorprendiendo al elfo- Perdona pero no logro recordar tu nombre.

-Krouch Señor, y no es necesario que me dé las gracias, estoy aquí para servirle.

Sin más el elfo realizó una leve inclinación de cabeza y desapareció. Severus pasó solo la mañana, suponía que Laura tendría cosas que hacer y sabía que no debía llamar la atención. Krouch volvió a aparecerse a media mañana, con un frasco de poción revitalizante y varios libros del agrado de Severus. Este volvió a agradecérselo y se dispuso a sumergirse en una agradable lectura.

Poco antes del mediodía Severus se levantó de la cama, distaba mucho de estar perfectamente recuperado pero su cuerpo ya comenzaba de nuevo a responder. Se acercó al baño donde Laura lo había lavado la noche anterior y se sorprendió de encontrar ropas preparadas para él. Se dio una rápida ducha, comprobando que las heridas estaban cicatrizando y se dispuso a analizar la habitación. Observó que Laura sólo había utilizado la mitad de los muebles de los que se componía la habitación, dejando el otro espacio como esperando que alguien viniera a colocar sus ropas en él. Sonrío tristemente preguntándose si Laura lo estaría esperando a él, o habría alguien que ya lo había sustituido en el corazón de su esposa. Abrió la cómoda donde Laura guardaba su ropa y tomó entre sus manos uno de sus sujetadores, observando tristemente los conjuntos de ropa interior que esta guardaba en uno de los cajones. La puerta se abrió en ese momento, y Laura se recortó contra el umbral de la misma con una bandeja de comida en sus manos.

- No es de buena educación fisgonear en las cosas de los demás- le saludó Laura.

- Sólo quería saber si no estaba ocupando el lugar de otro hombre en tu cama- le respondió Severus a la defensiva.

Laura no le respondió simplemente señaló la bandeja, se sentó en uno de los pequeños sofás que adornaban la habitación y esperó hasta que Severus acabó de comer. El ex-profesor se levantó y se sentó en el otro sofá, ambos se miraron fijamente.

- Supongo que tendrás una buena historia- le dijo Laura.

- No sé que habéis hecho pero el Señor Oscuro lo sabe- comenzó Severus- Anoche Lucius y yo estábamos "disfrutando" de su compañía. Un frío intenso cubrió la estancia, Malfoy y yo pensamos que era otro truco para demostrarnos cuan poderoso era, pero la forma en que llamó a Nagini, su desesperación nos hizo ver que no era así.

- Siento decirte que tuvimos la culpa- lo cortó Laura.

- Si, lo supuse. Creí que era algo relacionado con el espejo, pero cuando se recuperó hizo llamar a Beatrix y le empezó a preguntar por una taza. – Severus sonaba extrañado- Esta se mostraba temerosa... y entre susurros confesó que se la habían robado en Navidad... y el Señor Oscuro comenzó a torturarla. Beatrix es una de sus mejores mortifagas y sabía que no podía prescindir de ella. Así que extendió su tortura a Lucius y a mí. Tenía que saciar su sed de venganza, pero sin perdernos a ninguno de nosotros.

Laura no decía nada simplemente escuchaba el relato de Severus.

- No sé que había en esa taza pero habéis desatado las iras del Señor Oscuro.

- No sólo en esa taza, también en el espejo - le dijo- Albus destruyó el anillo el año pasado con tu ayuda, Harry el diario en su segundo año en Hogwarts y Regulus el medallón que Albus intentaba recuperar la noche que lo mataste. Pero bueno, supongo que sólo con esto no lo entenderás. Pero para ti o quizás para nosotros es mejor no sepas nada más.

Severus la miró fijamente, sabía que Albus se traía algo entre manos, y también sabía que no habría muerto en vano, ahora lo entendía su mujer y Harry eran los portadores del último legado de Albus, la forma de matar al Señor Oscuro. No se defendió de la acusación de Laura, sabía que de cara al mundo era el asesino de Albus, simplemente se levantó de su asiento y caminó hasta la ventana.

- Regulus Black- dijo entre susurros- Si el perro de Sirius no estuviera tan cegado en su propio odio hubiera visto que su hermano era algo más que un maldito mortifago.

- Supongo que lo dices sólo por él- le dijo Laura acercándose a él- Nos queda una última pieza para encajar todo Severus, y entonces, Voldemort y Harry tendrán su enfrentamiento, la profecía verá su fin.

- Harry no está preparado para enfrentarse al Señor Oscuro- le respondió Severus mirándola fijamente

- Lo sé, es algo que estamos intentando mejorar, pero para ello necesitamos a Carlos y no está en condiciones- un atisbo de preocupación cruzó entonces el rostro de Laura.

-Fue él, el que destruyó los objetos- afirmó Severus.

- Si, pero Voldemort- dijo de nuevo sin importarle el estremecimiento que recorría a su marido cada vez que oía el nombre del Lord- es astuto, si Fernando y yo no hubiéramos intervenido Carlos estaría muerto.

Severus no dijo nada, simplemente asintió, conocía demasiado al que se suponía su amo, para saber que todo lo que él hiciera estaría meticulosamente pensado.

- ¿Por qué viniste aquí?- le preguntó de pronto Laura.

­- Volví a Spinner's End, pero te recordé y pensé que quizás- Severus no sabía como explicarle lo que sintió cuando llegó a su casa herido y solo- supe que te necesitaba y...

- Supiste que necesitabas a alguien y Narcisa debía ocuparse de Lucius ¿no?- concluyó Laura bruscamente.-¿Cuándo salió de Azkaban?

- Beatrix encabezó un ataque a la prisión hace una semana más o menos. Ayudada de los dementores, liberó a algunos mortifagos, unos elegidos. De manera que la noticia no causará mucho estupor - le explicó brevemente- entre ellos estaba su "querido" cuñado.

- Una pena que Cissa tenga de nuevo a su marido para calentar su cama- le respondió su mujer.

Severus no le replicó simplemente dejó que Laura pensara lo que quisiera. Se sentó de nuevo en el sofá perdiendo su vista en los paisajes que se extendían más allá de la ventana.

- Tengo que salir- le dijo Laura aún bruscamente- Espero encontrarte cuando vuelva, tengo una conversación pendiente contigo.

- Estaré aún no tengo fuerzas para mucho- le respondió tristemente.

- ¿No serás llamado por Voldemort? preguntó Laura.

-No, sabe que estamos heridos. No nos molestará en un tiempo. Además sus jóvenes seguidores están ahora adulándolo y buscando la forma de ganarse un puesto de honor en sus filas- continuó con una mueca de asco

Laura lo miró nuevamente, y sin despedirse si quiera salió de la habitación dejando a su ex-profesor de pociones sumido en un triste silencio.

Laura regresó de nuevo poco antes de la cena, y sin ni siquiera pasar por su dormitorio se dirigió al comedor. Los chicos ya la estaban esperando y los cuatro se dispusieron a cenar agradablemente. Los jóvenes estaban preocupados por la salud de Carlos y sobre todo por el último horcrux del cual no tenían ni idea. La sobremesa se extendió más de la cuenta, y cuando Laura miró el reloj era cerca ya de la medianoche. Se disculpó como pudo ante los chicos, y se encaminó a la habitación de Carlos, comprobó como se encontraba su amigo y convenció a Fernando de que él también era merecedor de un descanso que se negaba. Llegó a su dormitorio sin poder dilatar más el tiempo, y abrió lentamente la puerta. Sonrió tristemente observando a Severus completamente dormido sobre la cama.

Se dirigió hacia el baño y tras cambiarse se encaminó hacia la cama. Miró de nuevo a Severus cuyo rostro se recortaba bajo la luz de la luna que entraba por la ventana. Movió lentamente las sábanas, y se introdujo en su lecho todo lo sigilosamente que pudo. Suspiró quedamente al notar el tibio calor de las sábanas en su cuerpo. Severus se giró y la abrazó tiernamente.

- Buenas noches Laura- le susurró en el oído notando el estremecimiento que recorrió a su esposa en ese momento.

- Buenas noches Severus- le contestó Laura aferrándose al brazo de su esposo.

Ninguno de los dos dijo nada más, habían alcanzado un acuerdo tácito de tregua y ambos querían disfrutar de nuevo de la única compañía del otro. Laura cerró los ojos sintiéndose de nuevo llena, Severus concilió otra vez el sueño aquella noche después de tantas noches sin dormir. La luna iluminaba ambos cuerpos, bañando la habitación de un leve color blanquecino e irreal.

Laura despertó antes que Severus a la mañana siguiente, y cuando salió del baño su esposo la miraba desde la cama.

- Buenos días Severus- lo saludó su esposa.

- Buenos días- le respondió el mortifago- ¿Debes irte?

- Si, sabes que debo pasar la mañana con los chicos, además debo saber como va evolucionando Carlos- le explicó mientras acababa de vestirse.

- ¿Cuando volverás?- le preguntó Severus- Los días aquí se hacen eternos- le dijo señalando la habitación.

- Supongo que al acabar de comer- intentó convencerlo Laura- Además tenemos una conversación pendiente.

Laura oyó a Krouch aparecerse entonces en la habitación con el desayuno del enfermo. Y tras despedirse de ambos abandonó la habitación.

Ninguno de los jóvenes dijo nada, aunque los tres eran conscientes de que Laura estaba cambiada. Había momentos en que la encontraban sonriendo ampliamente y al siguiente momento un halo de preocupación cruzaba su rostro. Era como si tuviera sentimientos encontrados y de algún modo no supiera cual era el adecuado. Los gryffindors se lo achacaban a la tensión vivida, el ataque de Carlos en Navidad, la búsqueda de los horcruxes, la destrucción de los mismos y la certeza de que el tiempo para que la profecía se cumpliera se estuviera acabando.

Por su parte, Laura tenía otras preocupaciones en mente, quería enfrentar a Severus, necesitaba encontrar respuestas, y sólo él podía dárselas. Pero aún así, sentía miedo, había momentos en que se preguntaba que pasaría si las respuestas no eran lo que ella esperaba.

Aquella tarde no tuvo valor para enfrentar a su esposo y tras enviar a Krouch para disculpase por una ausencia que justificó con un leve empeoramiento de la salud de Carlos, abandonó la casa como todas las tardes y volvió poco antes de la hora de la cena. El tiempo le había suministrado una resolución que no sentía al principio, y tan pronto como sus pies pisaron de nuevo su casa supo que esa noche obtendría las respuestas necesarias. Esta vez fue el turno de Krouch de disculparse ante los jóvenes, un cansancio inminente, y un fuerte dolor de cabeza fueron los causantes de que Laura no cenase con ellos aquella noche.

Krouch por su parte preparó una agradable cena en la habitación de Laura. Severus sonrió al observar como el eficiente elfo doméstico colocaba dos platos en lugar de uno, y se preguntó que haría que Laura modificara sus planes por él aquella noche. Laura llegó poco después, no dijo nada, simplemente se permitió el lujo de disfrutar de una agradable cena con el hombre con el que llevaba casi nueve años casada. Su conversación fue tan trivial como la de dos desconocidos que acaban de conocerse, apreciando en algunos momentos los numerosos silencios que se situaban entre ellos.

Krouch recogió los platos de postre y tras pedir permiso se retiró de la habitación. Laura se levantó de la mesa y se sentó en uno de los sofás que había en el cuarto, esperando que Severus hiciera lo mismo con el otro. Severus intuyó que había llegado el momento y dejó que fuera Laura la que moviera la siguiente pieza.

- Tu madre está bien Severus- empezó Laura- es decir, mi suegra está perfectamente.

- Laura, lo siento pero era algo que no podía decirte- intentó disculparse Severus- No lo supe hasta que mi madre, bueno realmente mi madre adoptiva murió, ella me lo confesó en su lecho de muerte, pensó que necesitaba ayuda, y entonces busqué respuestas. Albus me la concedió.

- Debió ser muy duro para todos- lo interrumpió su esposa poniendo su mano sobre el hombro de Severus.

- Lo fue, dos meses antes había confiado a Albus mi rendición y después me entero de que es mi padre- Severus temblaba visiblemente.- Fui duro con ambos, demasiado duro, y tarde en comprender que unos padres te aman hagas lo que hagas. Ellos me amaron aún estando con otra familia distinta, permitieron que siguiera siendo feliz, aún sabiendo que con ello se negaban su propia felicidad. Creyeron que permitiendo que mi vida siguiera tal y como la conocía estaban haciéndome feliz.

- Los padres muchas veces cometen el triste error de no permitir que los hijos elijan por si mismos.- dijo Laura.

- Me amaron aún a pesar de que los rechacé, no comprendía sus razones – el ex-profesor negaba con la cabeza- Como cambié desde entonces, ellos me ayudaron a cambiar, contraatacaron mi odio con amor, y me vencieron.

- El amor nos sorprende incluso en las situaciones más inverosímiles- Laura le sonreía abiertamente- También nos sorprendió a nosotros.

- Y aún nos sorprende- le respondió su esposo

- Severus, Arthur me llamó para comunicarme tu nueva ascendencia-empezó Laura de nuevo- Y se sorprendió de que mi copia de nuestro contrato matrimonial todavía se encontrara en el ministerios. Me la entregó ese mismo día. Lo he leído Severus¿lo entiendes, lo he leído.

Severus no respondió sabía a lo que Laura se refería y sabía que debía darle las respuestas que buscaba.

-Nuestro matrimonio no es irrompible –le dijo sin mirarlo a los ojos- Nuestros antepasados no quisieron someternos a una vida desdichada y una de las cláusulas permite invalidar el matrimonio o incluso invalidar el contrato anulando así la boda, si hubiera causas justificadas para ello.

- Y que tu futuro marido fuera un mortifagos era una causa más que plausible- le respondió Severus.

- Era y es. Albus y tú me engañasteis, me hicisteis creer que no había escapatoria y me condenasteis a un matrimonio abocado al fracaso- lo acusó Laura.

-Por lo menos intenté hacerte feliz. Me costó aceptar que me tenía que casar contigo, pero tras la impresión inicial la idea me resultó nada menos que agradable. Puede que no fuera el hombre perfecto pero entendí que debía hacerte feliz, que la vida me estaba dando una segunda oportunidad y debía aprovecharla- Severus se explicaba ahora – Cuando me llegaron las cláusulas entendí que todo había sido un sueño, un bonito y dulce sueño, tan pronto como leyeras el contrato matrimonial lo anularías. Albus debió pensar lo mismo que yo y me comunicó su intención de no mencionar esa cláusula, creía que tú y yo alcanzaríamos un entendimiento y llegaríamos a ser felices.

- Y el viejo volvió a acertar- lo interrumpió Laura.

- Supe que estaba mal pero me dije que si no llegaba a hacerte feliz te contaría la verdad y podrías rehacer tu vida- se justificó Severus- Ni que decir tiene que me sorprendió, no sólo me sorprendió nuestro matrimonio sino que también lo hiciste tú y creí entrever en todo aquello que eras feliz. Que de algún modo absurdo e incomprensible para mí te habías enamorado del cretino y bastardo profesor de pociones y eras feliz.

- Lo era Severus, lo era- Laura seguía mirando por la ventana sin enfrentar a su marido a los ojos.- Pero tú te encargaste de destrozarlo. ¿No hubiera sido más fácil divorciarte de mí, que irte con otra? Tú sabías que nuestro matrimonio podía romperse.

Severus no le respondió simplemente bajó la cabeza negando débilmente. Laura se giró entonces encarándolo, observando como sus ojos tristes se negaban a responder a su pregunta.

- ¿Por qué lo haces?-le preguntó ya directamente enfrentándolo- Te has defendido de mis acusaciones, pero te cierras en ti mismo cuando te culpo de la muerte de tu padre o de tus infidelidades con Narcisa Malfoy¿porque?

- Eso es algo de lo que no puedo defenderme. Siento desilusionarte pero no puedo hacerlo- la voz de Severus sonaba derrotada.- Hay cosas que es mejor dejarlas como están sin remover inútilmente en ellas.

Laura conocía demasiado bien a su marido para saber que no obtendría respuestas de él. Suponía que había algo en todo ello que no deseaba o no podía contar pero la duda la estaba dañando.

- ¿Por qué no te divorciaste de mí después?- le preguntó Laura cambiando de tema.

- Por qué volví a ser tan egoísta como cuando te oculté las cláusulas matrimoniales- ahora era Severus el que paseaba por la habitación- Los papeles del divorcio están en Hogwarts, en mi despacho, y te puedo asegurar que los he leído millones de veces y los he intentado firmar otros tantos millones de veces.

- Pero tu fidelidad con Albus era mayor ¿verdad?- lo interrumpió Laura- Tenías miedo a que se descubriera su engaño.

- No, Albus era consciente de sus actos y sabes tan bien como yo que era capaz de asumir las consecuencias de sus propias decisiones.- le respondió Severus- Había momentos en que me repetía que merecías algo mejor, que por muy duro que fuera, el divorcio te traería la libertad, encontrarías un hombre que te hiciera feliz y en sus brazos olvidarías nuestro matrimonio.

Laura lloraba ahora quedamente sin mirar ni siquiera a Severus.

- Pero cuando tenía los papeles delante, me acordaba de ti, tu sonrisa, tus caricias, tus enfados, tus celos mal disimulados... Lo siento- dijo mientras le levantaba el rostro y la obligaba a mirarlo - Pero fui egoísta y pensé que si no podía tenerte de otra manera, si no podía volver a amarte como lo hacía por lo menos me quedaría el consuelo de que pertenecías legalmente. Otro podría poseer tu cuerpo, podrías amarlo como me amaste a mí, pero legalmente eras mi mujer.

- ¡Por Merlín! – susurró Laura- pensaste que podía amar a otro como te amé a ti, Severus...

- Lo siento, pero no podía alejarte más de mí. Después, Potter entró en Hogwarts y todo se sucedió demasiado rápido. Pensé que el señor oscuro sería vencido antes de que volviera a tomar un cuerpo y si no moría en el intento, podría prometerte una vida distinta. Buscarte e intentar que te volvieras a enamorar de mí.

- Una vida sin los Malfoy- concluyó Laura.

Severus no dijo nada, simplemente intentó abrazar a su esposa. Esta rehuyó el brazo que su esposo estiraba hacia ella.

- Acuéstate, te hace falta descansar- dijo mientras se acercaba a la puerta.

- ¿Dónde vas?- le preguntó Severus sorprendido.

- Necesito pensar.

Laura no dijo nada más, simplemente miró una vez más a Severus e intentando sonreír entre lágrimas abandonó la habitación. Severus se sintió derrotado por primera vez en muchos años, y desnudándose lentamente se tumbó en la cama. Sabía que el sueño no vendría, que pasaría horas mirando el techo de la habitación preguntándose mentalmente si se equivocó cuando la echó de su lado.

Laura se sentó en la biblioteca, a oscuras, en un gran sofá con la vista fija en el fuego que ardía en la chimenea e intentando que el crepitar del mismo la relajara. Era consciente de su situación y sabía que sus decisiones debían ser sopesadas, no sólo por ella misma sino también por las responsabilidades que tenía. Harry y sus amigos vivían en su casa, intentando encontrar en la misma protección y ayuda. Severus Snape vivía desde hacia tres días en la misma casa. El mortifago que mató al director de Hogwarts y podía entregar al joven Potter al mismísimo Lord dormía a unos solos metros del joven, con total impunidad para abandonar la casa cuando quisiera. Laura sacudió fuertemente la cabeza como si haciéndolo consiguiera que todos sus problemas desaparecieran.

Había intentado encontrar respuestas en su marido, pero sólo le había concedido las mismas en aquello que él quería. Seguía teniendo dudas, preguntas sin respuestas y Severus no le ofrecía soluciones, solamente le pedía de manera oculta una confianza que Laura no sabía si concederle. Ella misma le había visto asesinar al director de la escuela, al hombre que después se enteró era su padre y ahora se preguntaba si todo lo que había hecho era un engaño, y ella no era más que un títere en el peligroso juego del mortifago.

No tenía ánimos ni fuerzas para seguir luchando esta noche, sabía de antemano, que no encontraría allí las respuestas.

Se levantó lentamente del sofá y tras susurrar un hechizo y apagar el fuego, se dirigió a su dormitorio. Esperaba que Severus ya se hubiera dormido, no tenía ganas de retomar una conversación sin salida.

Abrió lentamente la puerta de la habitación tratando de hacer el menor ruido posible. La luz de la luna entraba por la ventana confiriendo a la habitación una sensación de irrealidad. Laura observó como el cuerpo tumbado sobre la cama se movía y se ponía en pie. A contraluz la visión casi fantasmal del ex-profesor de Hogwarts vestido sólo con unos boxers negros podría parecer una fantasía, pero Laura sabía que era real, tan real como los latidos arrítmicos y acelerados que ahora golpeaban su pecho. Sabía que si Severus se acercaba ella claudicaría, claudicaría como lo había hecho anteriormente, claudicaría como hacia siempre que se trataba de este hombre.

Severus se acercó lentamente a ella intentando averiguar en la penumbra reinante si sería rechazado o no. Estiró uno de sus brazos y tomó a Laura gentilmente de la cintura atrayéndola hacia él. La joven volvió a ser como arcilla en sus manos y se dejó manejar fácilmente. Hundió su rostro en el cuerpo de su esposo y rompió a llorar. Severus la separó de él y besándole tiernamente las mejillas secó todas y cada una de sus lágrimas. Los besos se fueron haciendo más lentos y profundos, Severus se demoró entonces en el cuello de su esposa, besándolo, lamiéndolo, disfrutando de los casi inaudibles jadeos que escapaban de su boca. Laura cerró los ojos disfrutando de la cantidad de sensaciones que la embargaban.

Snape se estaba tomando su tiempo, la estaba amando. Severus la fue empujando lentamente hacia el lecho deshecho por él solo unas horas antes. Había pasado todo este tiempo preguntándose donde estaría Laura y si volvería, la había estado añorando. Su boca abandonó entonces su cuello para dirigirse a los labios de su esposa, esta se aferraba a él como si fuera la única tabla de salvación en el mar de sentimientos que los devoraba. Severus pidió permiso para entrar y se encontró a sí mismo acariciando con su lengua la lengua de Laura, emitiendo pequeños jadeos de satisfacción y disfrutando de las sensaciones que eso le provocaba. Sus manos no habían estado quietas y poco a poco deslizaban la ropa del cuerpo de la joven. Hacía tanto tiempo de los suyo, que los cuerpos de ambos se saludaban intensamente. Cada centímetro de piel deseaba ser tocado por el otro, disfrutar del tibio roce entre los cuerpos. Severus miró tiernamente a Laura, ahora sólo vestida con su ropa interior. Se recreó disfrutando de nuevo de la vista de su esposa, entregada a él, unida a él. Su boca se dirigió entonces a sus pechos, y mientras desabotonaba lentamente el sujetador fue succionando los dos pezones, estos se pusieron duros al contacto de su lengua, y su esposa emitió pequeños jadeos cuando tomó uno entre sus dientes y jugueteó con él.

Laura tampoco estaba quieta y sus manos recorrían la espalda de su marido, acariciando lentamente cada músculo, cada fibra en tensión. Su mano siguió entonces un descenso en picado, hacia la entrepierna de Severus. Este contuvo el aliento al sentir la mano de su esposa luchando contra el boxer y se sonrió internamente. Su miembro fue liberado de la cárcel a la que se encontraba sometido, y Severus ahogó un suspiro de satisfacción. Obnubilado por las sensaciones que Laura estaba provocando en él, dejó que esta lo volteara y sin mirarlo si quiera se llevó su miembro a su boca. El frío mortifago se aferró entonces a las sábanas, gimiendo intensamente bajo las atenciones de su esposa. Severus supo que estaba próximo a finalizar y que si no lo impedía el juego que Laura y él habían comenzado, solamente acabaría para él.

Aferró entonces a Laura por las muñecas y tiró de ella hacía arriba, la joven se sentó sobre su esposo mirándolo pícaramente. Severus sonrió una vez más y se introdujo en ella. Laura curvó su cuerpo ante la intrusión y se comenzó a mover intensamente sobre él, intentando saciar una necesidad creciente. Severus se dejó hacer, recreándose en las sensaciones que lo atravesaban y acariciando con sus manos los senos de Laura. Esta incrementó el ritmo y echándose hacia delante culminó con un fuerte orgasmo, Severus se vino poco después, exhausto y cansado. Lanzó un hechizo limpiador sobre ambos y sin mediar palabra entre ellos se abrazaron y se durmieron.

Ninguno dijo nada a la mañana siguiente, ni en los días posteriores. Ambos eran conscientes que el destino les había concedido un tiempo para aprovechar y ninguno de los dos estaba dispuesto a desperdiciarlo. Su matrimonio volvía a parecer normal, o todo lo normal que podía serlo en las circunstancias en las que se encontraban. Volvieron a recuperar sus largas charlas, sus largos silencios y los momentos de complicidad que los habían acompañado en los tres años de matrimonio. Aún así, ambos eran conscientes que el otro escondía secretos, tan improbables de contar como de creer. El Lord había desaparecido por un momento de sus vidas, y ambos creían que todo sería más real si por un momento lograran olvidar sus destinos. Laura era consciente de que en cualquier momento vería a su esposo llevarse la mano al antebrazo y lo vería partir, en silencio pero sin saber si lo volvería ver.

Nada cambió dentro de la casa para los demás tampoco, sabían que había algo extraño, Laura no era la misma, pero todos ellos confiaban demasiado en ella como para preguntarse si quiera si los estaría traicionando. Laura por el contrario tenía más dudas y a veces se preguntaba si todo aquello no le acabaría pasando la cuenta tarde o temprano, pero siempre en algún momento su corazón el recordaba que Severus era el hombre del que se enamoró y el hombre en el cual confiaba.

Seguía pasando gran cantidad de su tiempo con los chicos, que contra todo pronóstico seguían aguantando estoicamente el entrenamiento al que eran sometidos por Carlos, Fernando y Laura. Carlos se había recuperado más que satisfactoriamente, a pesar de su ennegrecida mano, que a la hora de la verdad no le restaba ni habilidad ni destreza en el manejo de la varita. Sus tardes seguían siendo las de siempre, y tras la comida y perder algo de su tiempo en la habitación abandonaba la casa como de costumbre para regresar poco antes de la cena. Siempre sonriente empezó a tener por hábito ausentarse a la hora de la cena, para poder compartir esta con Severus en su dormitorio. Un momento para ambos, un momento en el que los dos creían que nada había cambiado. Charlaban hasta altas horas de la madrugada para amarse después con la desesperación de los amantes cuyo tiempo se acaba.

Abril estaba terminando y el frío del invierno y su tristeza desaparecían poco a poco, dejando a la vista un esplendoroso paisaje, donde las flores de la primavera comenzaban a salir de nuevo dotando a los alrededores de la casa de una bella vista. Laura había disfrutado de varios paseos con los chicos, añorando muchas veces la presencia de Severus en ellos. Perdía su mirada en la ventana de su habitación preguntándose si alguna vez ella y Severus tendrían la oportunidad de poder disfrutar también juntos de esa belleza.

Laura llegó temprano aquella tarde, aún faltaba una hora para la cena, se dirigió hacía su habitación. Su sonrisa se congeló en su rostro. Severus estaba de pie, vestido con su oscura túnica de mortifago, y la cruel máscara en la mano, mirando por la ventana. Se giró al oírla entrar y la miró fijamente a los ojos. El señor Oscuro lo había llamado aquella tarde, se vistió lentamente y se maldijo mentalmente por no estar preparado para algo se sabía que era inevitable. Perdió su vista en la habitación intentando retener los buenos momentos pasados con su esposa y se alegró internamente de que ella llegara más tarde, no sabría si tendría fuerzas de despedirse. Como si fuera consciente de los duros momentos que su esposo pasaba, Laura se recortó inesperadamente contra el marco de la puerta. Miró a su esposo y supo que el momento había llegado.

Ninguno dijo nada, sabían que sobraban las palabras, habían aprovechado el tiempo y ahora no venía a cuento lamentase de haber vivido. Se besaron tiernamente, disfrutando de la calidez de los besos del otro. Laura asintió levemente con la cabeza. Sus ojos color miel bañados en lágrimas... Se miraron, una vez más, quizás para ellos la última. Severus susurró un hechizo y como si todo aquello que hubieran vivido fuera irreal, Laura sólo pudo observar el hueco vacío donde segundos antes estaba el hombre de su vida.


Reviews:

Galilea: Me alegro que te haya gustado, era evidente que Severus y Laura se encontrarían antes del final.

Kalid: El Harry de esta historia ya no es el niño engreído y adolescente que conocimos antes, para bien o para mal, las situaciones que ha tenido que vivir le han hecho madurar.

Opheliadakker: Ya ves que tengo el capítulo para el jueves y espero que lo disfrutes.

MaluSnapeRickman: Piénsalo si me matas no voy a poder colgar el final y no vas a saber como continuará la historia... jeje, es puro chantaje.

Demona: Hola, me alegro que me leas y sobre todo que te guste... la teoría del fenix es solo un intento de encontrar una explicación al asesinato del director, es que Rowling me sacó de mis casillas en el sexto. Saludos.

Replika: Supongo que a estas alturas ya sabrás para que ha ido a ver Snape a Laura. Besos.

NessaSnape5: Yo también opino que el hecho de que Harry confié en Laura puede ser importante, siento haberte asustado con lo de Fernando y Carlos, pero por ahora no soy tan cruel como Rowling.

Benevolentsnape: Del final no te puedo decir nada... es un misterio, bueno un misterio para vosotros, yo ya sé como acaba. Me alegro que te guste y espero que los pocos capítulos que quedan no te defrauden.

Gracias