Adevertencia: Este fic está situado un año después de Hogwarts. Voldemort fue asesinado por Harry...
Mi sinfonía de muda desdicha
Capítulo I:
Piel de cacao
El timbre de la puerta principal sonó en la casa de los Granger. Hermione estaba en la cocina con un delantal que solía ser blanco antes de ser manchado con huevos, harina y otros ingredientes. Llevaba su revuelo cabello atado en un desprolijo rodete y su rostro, ya blanco por el frío clima de Inglaterra, estaba aún más pálido por la harina que había volado hacia su rostro.
Dejó el palo de amasar a un costado y al intentar limpiarse la nariz, se la manchó aún más de harina. El timbre volvió a sonar. Hermione echó una maldición al aire y se dirigido a la puerta. Cuando la abrió, una luz encandilante la dejó ciega por unos segundos. Al recobrar la visión vio a Harry y a Ron sosteniendo una cámara de fotos, ambos riendo a carcajadas.
– ¡Feliz cumpleaños, Hermione! –gritaron sus amigos al unísono y luego la abrazaron sin importar lo sucia que ella se encontraba.
Hermione, que había estado a punto de embrujarlos, sonrió y correspondió al abrazo.
–Chicos… no sabía que vendrían… –dijo alegre dejándolos pasar.
–De hecho, pensábamos quedarnos el fin de semana, como dijiste que darás una reunión familiar… –dijo Ron y al instante, hizo aparecer dos maletas que al caer en el piso, hicieron retumbar la casa.
– ¿Quedarse? –realmente no le parecía una buena idea.
–Sí… apareceremos algunas camas en este living tan acogedor y ya. –dijo Harry.
–Mis padres llegaran en unas horas y no les he avisado nada…
Ring… Ring… el teléfono sonó para desgracia de Hermione que no se encontraba muy a gusto.
–Hola abuela… muchas gracias… sí, sí, es hoy a la noche… ¿novio? Te dije cientos de veces que no tengo novio… pero… no, no… ya lo sé, no quiero que me presentes a nadie… pero ¿por qué lo invitaste? Uish! Si, yo también te quiero, nos vemos a la noche.
Hermione colgó. Harry y Ron intercambiaron miradas de incomprensión. Ron parecía algo interesado en la conversación, pero Harry estaba más concentrado en el olor a quemado que salía de la cocina.
–¿Qué pasó? –preguntó Ron.
–Nada, mi abuela que en todas las reuniones familiares me quiere ennoviar con el nieto de su mejor amiga.
–¿Cómo? –preguntó Ron alarmado– ¿Y tú qué haces?
–Sonrió amablemente y me escapo de él en cuanto puedo…
–Hermione… –dijo Harry.
– ¿Sí, Harry?
–Creo que algo se está quemando.
– ¡No¡La torta!
Hermione corrió a la cocina y al entrar un humo negro empezó a ahogarla, se puso unos guantes y mientras tocía logró apagar el horno y abrir la puerta. Cuando el humo se disipó un poco, pudo ver un pedazo de carbón sobre una chapa doblada: otra torta de cumpleaños mal hecha. Tomó su varita y la compuso.
– ¿Por qué no la haces con magia desde un principio? –preguntó Ron incrédulo.
–Porque me gusta cocinar de la forma muggle…
– ¿Te ayudamos a cocinar? –propuso Harry apareciendo tres gorro blancos de cocinero.
– ¡Qué buena idea, Harry! –comentó Ron con entusiasmo, colocándose el gorro en la cabeza.
Hermione se limitó a sonreír y se puso un gorro ella también. Tomó el recetario de su abuela Rosa y leyó en voz alta:
–Para preparar brownies necesitamos… quinientos gramos de manteca, doscientos cincuenta gramos de chocolate, ocho huevos, dos tazas de harina y nueces picadas…
Ron apareció los ingredientes sobre la mesa.
– ¿Por dónde empezamos? –preguntó Harry.
–Hay que derretir la manteca con el chocolate… –dijo Hermione colocando ambos ingredientes en un bol metálico.
– ¡Pan comido! –dijo Ron– ¡Incendio!
La manteca y el chocolate empezaron a derretirse, pero luego unas burbujas gigantescas crecieron en el recipiente. De pronto las burbujas explotaron y los tres amigos se bañaron en chocolate.
Harry y Ron comenzaron a reír, el chocolate estaba caliente, pero no quemaba. Harry probó un poco de chocolate que le había caído en el cachete y luego comenzó a comer otro poco que le había caído en el cuello y en la nariz.
–¡Eres un excelente cocinero, Ron! –dijo el morocho relamiéndose literalmente.
Ron probó chocolate que tenía en la ceja y luego en sus hombros.
Hermione estaba muy enojada, la cocina y ella se había llenado de chocolate. Aún de la forma mágica no sería sencillo limpiar ese desorden.
–¡Ron¡Eres un torpe!
–Cálmate, Hermione –dijo el pelirrojo aún comiendo el chocolate que tenía en su mano– ¡Fregotego!
En unos instantes, todo estuvo limpio, excepto Hermione que aún parecía una torta galesa. Ella pasó un dedo sobre la mesa y notó que aunque no había chocolate, estaba grasosa. Le mostró el dedo Ron y como él pareció no entenderlo, le pasó en dedo por el cachete, engrasándole la piel.
–¡Esto necesita limpiarse de la forma muggle para que quede sin grasa! –gritó enojada.
–¿Pero por qué? –preguntó Harry extrañado.
–¿Por qué? Porque esto es una casa muggle y no hay suficiente magia en el ambiente como para que los hechizos funciones del todo bien. –Hermione estaba fuera de sí.
–Creo que voy a buscar un lampazo –dijo Harry escapándose de la situación.
Hermione le echó una mirada asesina a Ron y luego se volteó a buscar algo con que limpiarse.
–Vamos, Herms… Harry y yo limpiaremos el desastre –dijo el pelirrojo acercándose a ella.
–Ron, si yo fuera tú no me acercaría a una bruja enfadada y con el rostro lleno de chocolate… puede ser peligroso –amenazó ella.
–Me he enfrentado a versiones tuyas mucho más peligrosas… –dijo él y con un dedo, le quitó el chocolate de la nariz y se lo comió.
–No hagas eso… –dijo riendo.
–¿Que no haga qué? –preguntó Ron, haciéndose el desentendido mientras volvía a quitarle el chocolate del cachete y se lo comía.
–Deja de probarme…
–Es que estás deliciosa –dijo Ron haciendo un ademán de morder su cuello bañado en chocolate.
Hermione hizo para atrás hasta que se topó con la pared y comenzó a reír. Realmente le gustaba aquel juego.
–Una probadita, nada más… –dijo Ron mostrando sus colmillos simulando ser un vampiro.
Ron se acercó al cuello de Hermione y con un suave chupón le quitó el chocolate que tenía. La bruja quedó inmóvil, mis descargas eléctricas recorrieron su cuerpo, sólo quería quedarse allí para que Ron siguiera besando… es decir… probando su cuello. El pelirrojo pareció notarlo porque continuó comiendo el chocolate que Hermione tenía en el cuello con pequeños chupones y cortas lamidas.
Sus labios ascendieron por el cuello de la Hermione hasta su oreja y luego hasta su cachete con el inocente propósito de seguir limpiando la piel de su amiga de aquel pegajoso y molesto chocolate. Ron apoyó sus manos sobre la pared a ambos lados de Hermione, acorralándola. Siguió besando la dulce piel de la bruja y lentamente se fue acercando a su objetivo principal desde hacía mucho tiempo: los labios de Hermione, que estaban muy limpios, pero por las dudas…
Estuvo a punto de besarlos, pero se detuvo unos instantes para clavar sus azules ojos en los irises miel de Hermione. Respiraron sus alientos por unos interminables segundos en los que no dejaron de mirarse fijo. Hermione cerró los ojos, en señal de permiso. Había esperado muchos años aquel momento y sentía que por fin iba a realizar su sueño más anhelado, pero…
–¡Hermione, encontré este lampazo y estos productos de limpieza! –dijo Harry que al ver la escena quiso que la tierra lo tragara– Lo siento, yo no quise interrumpir…
–¡No interrumpiste nada! –dijo Hermione muy colorada volviendo en sí y escapando de los brazos de Ron– Ron estaba… limpiando el chocolate en mi rostro, nada más…
A Ron, que aún estaba de espaldas frente a la pared, las orejas empezaron a ponérsele de un color rojo impactante.
Limpiaron el piso y la cocina de la forma muggle, situación que no pareció entusiasmar tanto a los chicos como lo había hecho la idea de cocinar de forma no mágica.
Hermione intentaba actuar con naturalidad, Ron no podía mirarla a los ojos y Harry se sentía muy culpable; así de quince minutos de fregar en silencio, todo estuvo limpio.
–¿Saben qué? –dijo Hermione para evitar futuros desastres– mejor cocino de la forma mágica…
Con un movimiento de su varita, hizo aparecer una docena de distintos manjares. Harry y Ron estuvieron a punto de abalanzarse sobre la comida, pero bastó una sola mirada asesina de Hermione para que decidieran que no era tan buena idea.
–Veamos donde dormirán… –dijo Hermione ya resignada a tenerlos en su casa– hay un cuarto de huéspedes que está al lado de mi habitación, iba a ser el cuarto de mi hermana pero nunca llegó…
Hermione se quedó en silencio pensando en el bebe que había perdido su madre, hacía un año atrás y Harry le puso la mano sobre el hombro, entendiendo qué era lo que ocurría.
–Bien… esa habitación comparte el baño con la mía… –Harry y Ron parecieron no entender, por lo que agregó– ya verán…
La bruja subió las escaleras que estaban en el hall de entradas, seguida muy de cerca por Ron y Harry, hasta llegar a un pasillo y giró a la izquierda. Había dos puertas bastante alejadas entre sí. Hermione abrió la más cercana y por primera vez, sus amigos conocieron su cuarto.
Era amplio. En el centro había una cama de dos plazas con un cobertor celeste y algunos osos de felpa sobre ella; a la derecha, había una enorme biblioteca con tantos libros, que parecía que en cualquier momento se desarmaría; en la pared opuesta había un escritorio con una máquina de escribir y algunos retratos mágicos. Las paredes estaban pintadas de verde lima y sobre una había una fotografía mágica en la que estaban Hermione y Ron abrazados y rindiendo, hasta que una bola de nieve le pegó en la cara a Ron y Harry apareció en escena riendo a carcajadas.
–Siempre arruinando momentos mágicos… –le dijo Ron a Harry con doble sentido.
Harry intentó escaparse de la situación por lo que comenzó a buscar algo interesante en la habitación para hablar con Hermione sobre ello. Encontró una guitarra criolla N/A: o española, como le digan en un rincón.
–Hermione, no sabía que tocabas la guitarra... –comentó Harry aliviado.
– Ah, sí, bueno… –la bruja se ruborizó– un poco…
–Toca algo… –propuso Ron y agregó– algo que hayas escrito.
– Bueno –dijo ella no muy decidida.
Tomó la guitarra y se sentó en su cama. Movió algunas clavijas para afinarla y luego se tomó unos segundos para afinar también su voz, tocando algunas notas.
–Esta es la última canción que hice…
Comenzó a tocar. Era una melodía algo triste, pero esperanzada y luego comenzó a cantar, no lo hacía nada mal, de hecho, cantaba muy bien.
Silencios que matan
palabras no dichas.
Es mi sinfonía
de muda desdicha.
Miradas profundas,
recuerdos aislados.
Viviendo en presente
lo que es hoy pasado.
Tus suaves susurros,
tus azules ojos.
Vestigios en mi alma,
de fuegos aún rojos.
Silencios que matan
palabras no dichas.
Es mi sinfonía
de muda desdicha.
Delante el futuro,
delante el destino.
que unió tiempo atrás
nuestros caminos.
No quiero mirarte
y que te hayas ido.
Miremos tú y yo
En el mismo sentido
Silencios que matan
palabras no dichas.
Es mi sinfonía
de muda desdicha…
Cuando Hermione termino de tocar, Ron y Harry estaban mudos. Ella se sintió un poco incomoda, esperaba algún comentario. Que le mintiesen si no les había gustado, pero ellos quedaron ahí quietos sin decir una palabra... Luego comenzó a pensar que quizás no era muy buena idea haberles mostrado esa canción porque expresaba sus más profundos sentimientos y quizás alguno fuera capaz de encontrar en aquellos versos, el destinatario de la canción.
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Obviamente que continúa ... dejenme sus reviews please!
