Holas a toodos!!!!!!!!!! Me extrañaron? Màs les vale...jejejejee.....

Bueno, mi laraga desaparición les va a ser compensada, este capitulo me salió bastante largo...una cuatro hojas de Word :P, pero ahora tengo mi compu buena, esta nuevecita, así que cada semana voy a subir un capítulo. Se los prometo.

Esperando que los disfruten...

LetticeEvansPotter

Agus y Moony: Thank u 4 ur review! Me dices que ya quieres que crescan y se besen y esas cosas...aquí ya hay algo...ya crecieron y harán tantas cosas que me dirás: "no, no, no, ya basta, mis castos ojos ya no pueden màs, que vuelvan a ser niños!!!!!" Cuidate muxo y espero que este te guste ;p

Petitange21: gracias por tu rewiev, de veritas te agradezco tus elogios, me subes la autoestima...te kero muxo!!!! espero que disfrutes este chappy y que sigas con tu fic de la historia de hogwarts!!!!!Beshos

Kitty Bellatrix de Malfoy : Mi reina!!!!! Gracias, musas gracias, me vas a poner rojita!!!!Espero que disfrutes este chap, y q t cuides muxo....

Ahora se despide Lettice, que tiene que ir a una fiesta....mentira, cuídense muxo y dejen review!!!!!!!

Los kiere muxo

LetticeEvansPotter

"He llegado a la conclusión de que mi infancia fue…corta. Quizás demasiado corta. Fui privada de la inocencia casi desde que nací, no pude disfrutar de las muñecas y los juegos al igual que mis hermanas ; como dije antes, las artes oscuras me fueron inculcadas casi desde los tres o cuatro años y si hablamos con la verdad, nunca fui lo que se llamó una niña buena y santa, aunque eso es lo que mis padres trataban de aparentar. Yo era callada, eso sí, taciturna y silenciosa, ya que en el círculo en el cual había nacido las mujeres estaban destinadas para dos roles fundamentales: echar hijos sanos al mundo y callar, no se les permitía opinar. De eso yo pude sacar una enorme ventaja. Ya que no podía hablar u opinar, aprendí a ver, estudiar cada detalle de las personas que conocía o que veía por primera vez, observaba sus risas falsas, su mentiras bien encubiertas, sus lagrimas disimuladas. La familia Black tiene horribles secretos, temblarías de miedo con solo saber los primeros…los más simples. Eso me permitió manejarlos como yo quise desde los nueve o diez años, podía amenazar a mi tío Roderic con contarle a su esposa la tía Aika (que para variar, era su sobrina) que él se encontraba todas las noches en el cuarto de Rosamond (ella era mi prima, pero murió a los 14 años, mientras trataba de dar a luz a un para de gemelos, frutos de la relación que mantenía con su abuelo, Roderic. Estos gemelos, al final, nacieron pero la vida les duró muy poco ya que Aika, muerta de celos, les echó el Avada Kedavra y puso los cuerpecitos en frascos de formol con un líquido viscoso, para mantenerlos frescos. Esos frascos fueron puestos en la entrada de su casa, yo los veía cada vez que iba a jugar allí con Debra, su hija.) y con eso lo tenía en el bolsillo, y sabía que si algún día necesitara un favor, podría recurrir a él.

Me despedí de la infancia a los 11 años, justo debajo del árbol cuando recibí mi primer beso: era de esperarse, porque apenas recibí la carta de Hogwarts baje a los jardines de mi casa, corrí bajo el sauce llorón y allí encontré a mi amigo, con la maravillosa sonrisa que nunca dejé de admirar. Nunca.

-Hola.

-Holillas!-respondió él volteando hacia mí.- ya se te hacía tarde! Creí que no ibas a aparecer.

-Es verdad...-dije con un aire de superioridad- pero creí que podrías morirte de pena por no verme hoy, así que como un acto de compasión vine.

-Ahh! Conque viniste por un acto de compasión y no por caridad. Creí valer algo más ante tus ojos.- respondió él, haciendo pucheritos. Eso me quebraba, no podía seguir fingiendo con mi frialdad y él lo sabía. Lo trataba así por juego, como él lo hacía conmigo cuando me trataba como una de su séquito de cortesanas a quien hacía un favor con su imponente presencia de rey.

-Mmm...puede que sí lo vagas.- él me sonrió y con su brazo me jaló de la cintura y yo desprevenida, caí encima de él.

-Uy! Está usted muy agitada señorita Black – me decía entre risotadas.

-Suéltame o sufrirás las consecuencias!

-Qué me harás? Lanzarme una de sus terribles maldiciones?

-No. Algo peor. Pienso arañarte con mis uñas hasta dejarte la cara peor que la piel de una cebra.

-No!!!!! Mi cara no! Además de cometer un crimen atroz, privarías al mundo del super-

sexy Sirius Black! Y que haría el mundo y todas las chicas de Hogwarts sin mi lindo rostro?

-Les quedaría el cuerpo- respondí- también tu recibiste la carta?

-Sì...y no veo la hora de largarme. Aún faltan dos meses, pero me gustaría irme desde ahorita.- dijo, y noté un dejo de rabia en su voz. Suspirè y me sentè junto a èl.

-Qué te dijeron tus padres hoy, Sirius?

Los padres de Sirius, Regulus Adolphus Black y Mirtha Adela Monteagudo eran una de las familias màs poderosas del mundo mágico. Tía Mirtha era una bruja española, de joven muy guapa, pero con el pasar del tiempo la belleza se perdiò. Al año de casados habìan tenido a Sirius y al año siguiente a Regulus. Desde el principio mostraron un claro favorecimiento hacia este último que al primogénito. Le hacían la vida imposible. Le decían cosas...nunca, pero nunca tuvieron una palabra de elogio para él. Y lo peor de todo, lo trataban con el màs horrible de los odios...la indiferencia. Nunca averigue el por qué de tanto odio, pero lo que sí sabía era que Sirius no era feliz.

-Nada-respondió- Nada. Absolutamente nada. Recibí la carta en mi cuarto, y no les he dicho nada. Ni pienso decirselo.

-Sirius, podrás odiarlos todo lo que quieran, pero al fin y al cabo son tus padres. Debes decirselo, si no por ellos, por ti. Que sepan esos dos que tu vas a ir a Hogwarts, y que allí te convertirás en uno de los mejores magos del mundo. Allí, Sirius, podremos por fin sentirnos libres, y valdremos por lo que somos y no por nuestros apellidos. Seremos los mejores...en especial tu Sirius, porque eres la mejor persona que he conocido jamás.

Sirius volteó su cara hacia mí y me sonrió.

-Gracias, Bella. – dijo simplemente. Luego se inclinò hacia mí y posó sus labios en los míos. Tenía los ojos cerrados.

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Regresé a mi casa una media hora después. Como era de esperarse, nadie me habìa esperado para comer. Pero no me importaba. Por primera vez en mi vida no me importaba lo que hacían o dejaban de hacer en mi familia. Porque yo tenía otra familia. Una verdadera.

"Sirius", pensè. Él habría de ser igual o más desdichado que yo. Pero él me tenía a mí y yo lo tenía a él, y eso era lo que me bastaba.

Subì despacio a la habitación de mi madre. Tenía que enseñarle la carta. Mis pasos se oían retumbar por los frìos pasillos de mosaico...hasta detenerme en una puerta. Tomé aire y toqué.

Un leve chirrido me indicó que podía pasar. Entré y hallé a mi madre sentada frente al tocador, cepillando su largo pelo rubio.

-Qué ocurre, Bellatrix? – dijo, con un tono algo hastiado.

-Buenas tardes madre. – saludé. El formalismo en mi casa, hasta con mi madre era obligatorio.-vengo a mostrarle algo...

-Has recibido una carta de Hogwarts?

-Así es. Se la traigo para que la lea...

-No es necesario. Ya se lo que dice.- dejó de cepillarse y apoyó el peine de plata en la

mesa.- Hubiera preferido que vayas a Durmstrang...pero...

-Pero asì estaré más cerca de casa, y podré venir para las fiestas.

Mi madre dijo las peores palabras que se le pueden decir a una hija. Nunca olvidaré su mirada de hielo, su boca articulando esas palabras...

-Eso es precisamente por lo que quería enviarte a Durmstrang.

Me sentí horrible pero traté de disimularlo. Creo que mi madre esperaba que me quebrara allí mismo y empezara a llorar, por eso retrocedió un poco cuando se encontró con la mirada más fría que habría de ver en su vida.

-Usted cree que es la única que quiere deshacerse de mí- dije con voz firme- pero está equivocada. Yo también me alegraría de ir a Durmstrang si no hiciera tanto frío. Pero creame, que usted podrá haberme dado a luz, pero nunca fue mi madre.

-Crees que eso me conmoverá y te diré que lo siento?- dijo con la misma voz aburrida que había utilizado antes.

-No. Simplemente, porque a un demonio no se conmueve. Se le odia.- dicho esto me di media vuelta y me fui.

Nunca volví a ser la misma. Desde entonces la altivez y el orgullo fueron mis amigos. No volví a dirigirle la palabra a mi madre hasta el día de su muerte, dos años después.

A pesar de lo maravilloso que sería desaparecer del mapa de los Black para ir a Hogwarts, había algo que me compungía: la señorita Juvenal. Habría de dejarla, seguramente, y no la volvería a ver. Eso me entristecía. Esa mujer me enseñó a ordenar el pensamiento, a investigar, leer y escuchar, buscar alternarivas, resolver viejos problemas con soluciones nuevas, discutir con la lógica. Me enseñó, sobre todo a no creer a ciegas, a dudar y a preguntar incluso aquello que parecía una verdad irrefutable, como la de la superioridad del hombre sobre la mujer o de una raza o clase social diferente, ideas novedosas en un mundo machista donde los sangresucias o muggles jamás se mencionaban y bastaba descender un escalón en la jerarquía de la pureza de sangre para desaparecer de la memoria colectiva.

Yo la escuchaba en silencio, aunque en verdad nunca estuve de acuerdo con eso de que los sangresucias eran iguales que nosotros.

Llegó el 1 de septiembre. Me llevaron los Malfoy, ya que su hija Aylwyn empezaba el mismo año que yo y Lucius, un año adelante, regresaba.

Apenas me dejaron en la barrera, me desprendí de ellos como pude y busqué a Sirius por todas partes, hasta que lo encontré. Él levantó una mano para saludarme, y yo fui corriendo hacia él para abrazarlo.

-Sirius! No te veo desde...el día en que te enseñé la carta.

-Sí...mis padres me tuvieron encerrado- hizo una mueca pero luego volvió a sonreir.- pero bueno, ya no voy a verlos hasta dentro de un año verdad.

-Yo tampoco...voy a ver a mi padres...- dije dejando escapar un dejo de tristeza.

-Qué te hicieron Bella?- me preguntó, pero justo en ese instante sonó el silbido que anunciaba el embarque al Expreso de Hogwarts.

-Nos vemos en le tren! Todavía tengo que subir el equipaje!- gritó, para que se oyera por encima de los silbidos.- Guarda un vagón!- y se alejó corriendo.

Yo subí al tren y me acomodé en un vagón alejado del ruido y esperé a Sirius. Esperé tanto que cuando tocaron la puerta la abrí con tanta emoción que me faltaba el aire y de verdad me faltó cuando vi quien era el que estaba al otro lado del vidrio. Y no era Sirius.

-Tu.- fue lo unico que atiné a decir.

Firmado

Bellatrix Lestrange