Porque te quiero
Los ojos de Hermione estaban rojos de tanto llorar, había estado así durante una semana entera, llorando, sollozando, dolida por el error que cometió y que nunca debió haber cometido.
-Hola Draco- saludó nada más llegar y sentarse frente a él, no obtuvo una respuesta, se secó las lágrimas que se deslizaban por sus pequeñas ojeras algo marcadas.
-Me dijeron que estabas aquí, y he venido a verte- tragó saliva forzosamente –lamento no haber venido antes, pero tenía miedo a reaccionar mal…-un puchero se escapó de su garganta -…como lo hago ahora, y como lo he estado haciendo durante los últimos siete días. Esto es tan difícil para mí, levantarme cada día y saber que no estás a mi lado-
Seguía sin obtener respuesta alguna.
Colocó una de sus manos en su boca para ahogar su llanto, si era posible, pero era duro; sonrió ligeramente y llena de dolor pero continuó.
-¿ Recuerdas cuando me dijiste que te habías enamorado de mí y no te creí?- su expresión volvió a angustiarse –ahora sé que no te estabas riendo de mí, porque eras tú quien al salir de cada clase esperabas a verme fuera, eras tú quien al llegar la cena, entrabas el primero al Gran Comedor para poder observarme, eras tú quien me enviaba rosas rojas cuando llegaba San Valentín, eras tú quien a pesar de no querer meterte con Harry o Ron, te acercabas a insultarlos sólo porque sabías que yo saldría a su defensa y así escucharías mi voz…- su llanto volvió de nuevo y no pudo hacer nada por paralo.
-Fuiste tú quien se interpuso entre la varita de Lord Voldemort e impidió que yo muriera…porque me amabas…y ahora me doy cuenta de lo estúpida que fui al no ver todas esas cosas- los sollozos que su garganta emitían le impedían hablar.
-Pero hoy he venido a decirte, aunque sea tarde…que no te odio, porque te quiero Draco Malfoy…te quiero…- dejó las rosas blancas y se llevó una mano a su boca haciendo el esfuerzo por no llorar más, pero era imposible. Se levantó antes de que cayera en la tentación de abrazarse a su lápida una vez más y gritar tal y como lo había hecho al principio, pero se levantó y posó un amargo beso a la fría piedra y caminó hasta el coche donde lo esperaba Harry, que la abrazó cuando ella comenzó a llorar de nuevo.
